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Alfa con garras y omega de hielo por RavenGirl

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Notas del capitulo:

Creo que se dan una idea bastante clara de lo que pasa en este capitulo gracias al titulo, no me odien, es mi primer hard asi que perdonen los errores e incoerencias, etc. Dejen Review si les gusto :3

— ¡Rogue! ¡Atrás! ¡Atrás! — Bobby gritó aterrado. La nave estaba cayendo, ese misil les había dado justo en el blanco. El impacto era inminente.

El sonido de la alarma aturdía a los jóvenes mientras las luces rojas parpadeaban y el jet no paraba de dar vueltas sin control.

Rogue se sujetó apenas a uno de los asientos traseros, Bobby luchaba por controlar un poco el avión y suavizar un poco el choqué. No lo logró.

— ¡Bobby!— había escuchado por última vez antes de que el suelo se acercara demasiado rápido y todo se volviese oscuro.

                                                              

Su visión era borrosa, no podía sentir su cuerpo, todo estaba quieto y callado. Bobby podía ver como de los cables sueltos brotaban chispas y como de su hombro nacía una barra de hierro. No podía sentir nada más que una gran masa aplastándolo. Trató de moverse, pero el resultado fue tan doloroso que no pudo aguantar soltar un grito. Se quedó quieto y rogó por ayuda lo más alto que sus pulmones le permitieron. Cuando recordó lo que había pasado, su mirada recorrió todo el lugar que lo último que parecía haber sido era un jet y no encontró a su compañera.

— Rogue… Rogue — la llamó dos veces, la segunda con más desesperación. El miedo comenzó a invadirlo y no quería creer que su amiga había muerto.

Bobby podía sentir como sus ojos se iban cerrando involuntariamente y lo último que pudo ver fue la sombra de un hombre.

 

La luz era cálida, entraba por sus ojos sin piedad. Podía sentir su cuerpo adolorido y entumido. La imagen ante sus ojos no era clara, pero se iba aclarando poco a poco, tiempo después pudo distinguir la habitación pequeña y acogedora que lo rodeaba, la chimenea estaba encendida y una  tetera chillaba encima de la estufa. Quiso levantarse… mala idea. Su hombro palpitaba con fuerza y su pierna izquierda estaba envuelta en yeso. Se recostó de nuevo, resignado y preguntándose qué diablos había pasado y donde estaba Rogue.

— Disculpen ¿hay alguien?— habló lo más fuerte que pudo sin que le doliera tanto el costado — ¡Hey! Ya desperté — gritó.

— Cierra la boca, con un carajo — le ordenó quejumbroso una voz gruesa y agresiva que iba entrando por la puerta de madera.

Pudo oler el humo del habano impregnado en las paredes desde que había despertado, y ahora conocía la fuente de aquello.  

Un hombre moreno y fornido cruzaba el umbral con una expresión severa y malhumorada. Sostenía su respectivo cigarro en la boca. Y vestía una camisa de resaque blanca junto con unos jeans gastados. No podía evitar admitir que su presencia era atemorizante y hacia que su corazón de omega se encogiera y le ordenara correr.

— ¿Quién eres tú?— Le preguntó Bobby. Este solo prendió su cigarro y le pegó una calada mientras caminaba hacia la estufa y la apagaba bruscamente, haciendo que Bobby se sobresaltara. — ¿Quién eres? — preguntó nuevamente el omega con un nudo de miedo en la garganta.

—No te interesa — respondió el alfa, frio y cortante. Salió de la habitación y tras de sí azotó la puerta. Tal parecía que no estaba muy feliz de estar cuidando de él.

Aquel alfa de pelo negro y barba espesa era exactamente el tipo de hombres que Bobby trataba de evitar a toda costa. Pero algo en él lo había anonadado, era el primero de varios que no trataba de brincarle encima la primera vez que lo veía. El olor de Bobby, para su pesar, era demasiado fuerte, tanto que cualquier alfa podía olerlo a kilómetros de distancia aun no estando en el tan odiado celo. El joven se empezó a cuestionar aquellas cosas triviales que por un momento se olvidó de la situación por la que estaba pasando, de todos modos no podía hacer nada al respecto hasta que volviera aquel alfa insoportable, si era bien o mal intencionado, lo desconocía y su actitud no dejaba muy buenas pistas, si podía escapar o no, estaba totalmente descartado ya que claro estaba, no podía moverse. Él estaba completamente a merced de aquel hombre peludo y cualquier información estaba lejos de ser conseguida por él mismo.  

Después de horas de soledad, las dudas lo carcomían por dentro, el cuarto empezaba a helarse ya que la llama de la chimenea se extinguía y la luz que entraba por la ventana comenzaba a descender. Se preguntó si el profesor sabría sobre el accidente y sobre su ubicación, obvio deseaba que así fuera. Pero lo que más lo tenía preocupado era el estado de su amiga Rogue. No sabía si había sobrevivido, cosa que esperaba si hubiera hecho, pero sus pensamientos realistas  podían más con él, ya que él había soportado el impacto gracias a sus poderes, pero Rogue no contaba con los mismos dones.

Ya era caída la madrugada cuando Bobby oyó la puerta abrirse. Todo estaba oscuro, no distinguía a la persona que estaba parada ahí, sin embargo sabía perfectamente quien era. El olor que emanaba era tan fuerte y seductor, que Bobby ya estaba completamente duro antes de que el alfa llegase a la cama. Su semblante era sombrío. Bobby hubiese tenido miedo si su cuerpo no hubiera estado exigiéndole sexo por cada poro de su piel, su pene estaba tan erecto que le dolía estar por dentro de las pijamas. Bobby no sabía que le estaba pasando, nada jamás lo había puesto así, ni siquiera durante sus celos, ese alfa estaba haciendo algo que él desconocía y que hacía reaccionar a su cuerpo de esa manera. Lo deseaba, lo deseaba tremendamente, dios eso no era normal, deseaba cualquier cosa que pudiera darle placer y aplacar su sed de orgasmos. El omega aun era virgen, no había tenido ninguna experiencia sexual con nadie más que su mano frente a un televisor. Ese alfa estaba manipulándolo con su olor, como le había advertido el profesor que pasaría si no se cuidaba, pero jamás se imaginó algo tan poderoso como eso.

El hombre aquel se desabrochó el cinturón y lo dejó caer al piso con un sonido sordo. Se desbotonó el pantalón y se lo bajó, dejando su grueso miembro erecto al aire, era enorme y Bobby lo quería todo dentro de él. Pero por dios, se estaba dejando llevar por los instintos más deplorables de su clase. Estaba extasiado, su cuerpo ya se había lubricado y su ano estaba tan dilatado que era doloroso.

Bobby se tocaba con su mano buena el miembro, tratando de apaciguar su excitación.

— No te toques — le advirtió el alfa — o no habrá de esta para ti — dijo mientras se sobaba el pene desde la base a la punta lentamente.

— Por favor — Rogó Bobby. Jamás se había sentido tan humillado en toda su vida, pero tampoco tan necesitado, el estaba consciente de que su cuerpo estaba bajo el efecto de las hormonas del alfa y por lo tanto por dentro ardía de ira.  

— ¿Lo quieres? — le preguntó con voz ronca y excitada.

Las palabras se atoraron en la garganta de Bobby, su necesitad estaba peleando contra su dignidad. Deseaba con todo su ser suplicarle por sexo, pero su orgullo lo detenía, su conflicto empezó a ser doloroso, hasta que ya no pudo más.

— ¡Sí!

— ¿Que quieres? Pídemelo y te lo daré — El hombre sonreía de un modo morboso y satisfecho. Sabía que el omega no podría resistirse.

—Métemelo, métemelo todo, te quiero dentro de mí — suplicó Bobby con desesperación.

 

El alfa se saco su camisa y se puso de rodillas en la cama, lastimando la pierna rota de Bobby sin importarle. Le bajó el pijama, le levantó las piernas y lo penetró sin más, violenta y despiadadamente. Bobby gimió de dolor y placer, pero más el primero que el segundo. Su cavidad no estaba acostumbrada a esa clase de interacción. Su recto se estaba desgarrado, podía sentir como la sangre se deslizaba hasta las sabanas, pero el alfa no se detuvo, siguió penetrándolo, lo tomaba con fuerzas de la pierna buena y balanceaba sus caderas con rabia, una y otra vez, hasta que todo su enorme miembro quedaba dentro del destrozado omega, este gritaba de dolor. Bobby se vino, pero el alfa seguía embistiéndolo, las lágrimas caían por el rostro de Bobby y le suplicaba que parara, pero lo último que iba a hacer el alfa en esos momentos era parar. El hombre velludo rugía de placer, sus uñas rasgaban la delicada piel del chico, haciéndole heridas profundas. Después de lo que pareció una eternidad de dolor para Bobby, el alfa se vino dentro de él, y después sacó su miembro del cálido interior del chico y expulsó semen sobre su rostro. El pobre chico estaba destrozado y humillado, las lágrimas no paraban de brotar y todo su cuerpo estaba ardiendo de dolor, lo peor era que no había terminado del todo. El hombre obligó a Bobby a sentarse sobre la cama y puso su enorme y todavía erecto pene sobre su pequeña boca.

—Trágalo todo, como la perra que eres —le ordenó. Bobby no pudo reusarse, no tenía absolutamente ninguna fuerza para luchar.

El omega abrió la boca y sin miramientos el alfa se cogió su boca con la misma crueldad, ignorando las arcadas que emitía el pobre chico. Pasaron minutos antes de que Bobby ya no pudiera resistir más y vomitara el miembro del aquel hombre y sobre sí mismo. Sus ojos estaban medio abiertos, no tenía ninguna energía para mantenerse sentado siquiera, así que en cuanto el alfa se fue con cara de asco, cayó de nuevo en su cama y no tuvo ni siquiera la consciencia suficiente para darse cuenta del terrible dolor que su cuerpo estaba sufriendo.

 


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