Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

¡El chico tiene diecisiete! por koru-chan

[Reviews - 65]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

.


Un sentimiento algo peculiar


V


Habían pasado más de dos semanas y aún estaba a la espera de poder recibir algún mensaje o llamada de aquel chiquillo. Inquieto y sin atreverme a marcarle, presionaba la tecla del centro inferior de mi teléfono cada cinco minutos pensando que esta estaría mala, pero no lo estaba y en cambio, me mostraba la pantalla vacía, sin novedades a diferencia de los días pasados cuando mi pantalla no daba más repleta de bobadas enviadas por aquel niño.


—¿Acaso tu chica te dejó?—captó mi atención un moreno frente a mí, y en el acto, alcé mi mirada pensativa de mi celular para observarlo con el entrecejo fruncido mientras exhalaba un molesto bufido de mis labios anteriormente enmudecidos. ¿Cabía la posibilidad que aquel rubio se hubiera molestado? Tal vez, simplemente… se aburrió de aquella amistad forzada e impuesta a mi favor. Seguro, y lo más probable, que se cansó de todo.


—No molestes Shiroyama— suspiré quitando la vista de aquel entrometido azabache mirándolo con hastió.


—Vaya, así que tu enojo pseudo menstrual es porque te cortaron abruptamente—se carcajeo. Lo miré fulminante cohibiéndolo al parecer, ya que escuché como carraspeo seguido de una falsa tos para luego ponerse de pie junto una serie de papeles mientras buscaba otros por su desordenado escritorio.


—Te equivocas. No estoy molesto—mascullé entre dientes perdiendo mi mirada frente a la pantalla brillante tecleando un par de dígitos sin sentido los cuales rápidamente borré.


—¿Y esa cara? Seguro que la chica con la cual andabas te dejó—alcé una ceja. Desvié mi mirada de mi computadora para ver a un moreno de brazos cruzados analizándome con una sonrisita al ver que sus palabras eran acertadas. Claro, de un modo muy extraño.


—Punto uno: Esta es la única cara que tengo—dije posando mi espalda sobre el acolchado de mi silla—, y punto dos: ¿Qué te hace pensar que estaba saliendo con alguien? Estoy más soltero que tú “don no soy gay”—me carcajeé al ver como su cara deshacía su pletórica sonrisa.


—Tú fea carota, de la nada, comenzó a dulcificarse hace unos días atrás, y ahora, volvimos al cascarrabias Matsumoto—lo miré entre cerrando los ojos mientras se apoyaba con su zurda sobre su escritorio y se erguía levemente hacia el mío que estaba ubicado frente a él— Supuse que estabas teniendo sexo por la felicidad que irradiabas—susurró regalándome una sonrisita de medio lado mientras yo ni me inmutaba. Vi como después de sus palabras se alejó de mí tras escuchar su nombre provenir de la boca de un sujeto quien le solicitó un par de documentos. Bramé molesto sin poder replicar puesto que aquel quisquilloso azabache se había ido a hacer un par de copias que le solicitaron con urgencia, mientras yo maldecía internamente por tener que soportar su cara el resto de la tarde.


.


Cuando dieron las seis en el reloj mural de aquella oficina; bajé la tapa de mi laptop, cogí mi bolso y guardé mis pertenencias dispersas sobre la madera frente a mí. Me puse de pie mientras ordenaba un par de carpetas ya con el bolso colgando de uno de mis hombros dispuesto a salir raudo de ahí.


—¿Te quedaras hasta tarde?—me dirigí al moreno que, aunque  molestase más que nadie, era uno de mis amigos de años dentro de aquel departamento.


—¿Tienes alguna propuesta indecente, querido amigo?—alzó la vista de su laptop mientras yo rodaba los ojos.


—¿Y después te quejas porque te preguntan si eres gay?—se carcajeo sonoramente mientras yo fruncía el ceño furtivamente.


—Es broma—le quitó importancia a sus palabras.


—Entre broma y broma… —murmuré quisquilloso.


—No eres mi tipo, Matsumoto—escuché tras una risita juguetona, la cual me hizo mirarlo con picardía. Introduje la silla dentro del escritorio escuchando su parloteo banal continuar—. ¿Por qué te vas tan temprano? Siempre te quedas hasta las siete—concluyó volviendo a sumergir su vista hacia su pantalla.


—Estoy algo cansado—murmuré escuchando como mi teléfono sonaba estridente dentro de mi bolso. Con agilidad puse aquella densa bolsa sobre el escritorio para rebuscar dentro de mis cosas aquel aparato ensordecedor.  Cuando al fin alcancé al originario de aquel ruido, lo tomé con agilidad entre mis dígitos. Y tras ver el remitente tallado sobre la pantalla, leí mentalmente su nombre sorprendido de su llamado—. Suzuki.


—¿Tu novia?—se rió de forma maliciosa—. Noche de s-e-x-o—movió sus labios deletreando con nulo sonido aquellas últimas cuatro letras. Alcé mi vista mirando a mi compañero de trabajo mientras silenciaba el aparato—. ¿Y?—parpadeó un par de veces—. Vas a terminar como la secretaria cincuentona de Yukata; gruñona e insoportable—teatralizó pero, para su mala suerte, la mujer de la cual estaba hablando a viva voz, pasó por atrás suyo y se ganó un fuerte golpe en la cabeza, auspiciado por una gruesa carpeta llena de papeles—. ¡Ah!, maldita sea. ¡Por qué tiene que ser tan malvada!—le reclamó a la mujer mientras esta se dirigía a su puesto de trabajo ignorando los quejidos de aquel irrespetuoso moreno.


—¡Ten un poco de respeto Shiroyama!—le gritoneo la mujer de timbre ajado por el cigarrillo y los años.


—Te lo merecías de todas formas—me carcajee viendo como aún se frotaba la coronilla de su cabeza y me mostraba el dedo del medio en forma de despido.


Caminé mirando mi teléfono, su única llamada perdida aparecía en la pantalla. ¿Qué querría? Suspiré inquieto mientras desbloqueaba el cristal táctil ad portas de devolverle la llamada, pero mientras bajaba las escaleras me preguntaba si debía o no. Cuando llegué al primer piso, y ya había decidido marcarle, mi teléfono vibró con un nuevo mensaje de él.


Estoy en el estacionamiento de tu trabajo. ¿Nos juntamos?


Leí mientras caminaba con lentitud hacia las amplias puertas con una dirección en mente. Desvié mi mirada de aquel teléfono que me acercaba implícitamente a aquel chico. Le di al botón de apagado para introducir aquel aparato dentro de mi bolso, y raudo, me dirigí hacia aquel lugar el cual no frecuentaba si no llevaba mi auto a la empresa.


Esperé que un vehículo saliera de aquel recinto abierto y me introduje un tanto dudoso mirando hacia variadas direcciones.


—¿Dónde estás?—murmuré con la oscuridad bajando sobre mi cabeza. Me detuve analizando la periferia de aquel amplio sector, hasta que al fin lo vi. Me di cuenta que estaba afirmado a una moto un tanto vieja con un casco extra en el asiento trasero y otro en su brazo derecho, y desde su posición me hacía señas con su zurda con una sonrisa en sus labios imborrable. Apresuré mi paso para acercarme a él lo más pronto posible.


—¿Qué haces aquí?—murmuré en forma de saludo.


—Te vine a buscar. ¿Vamos?


—¿Cómo?—estaba extrañado. ¿No estaba molesto?—Hey. Espera—me tendió el casco para que me lo pusiese—.  Pensé que estabas enojado—exhalé recibiendo aquel extraño artefacto entre mis manos.


—Lo estaba—dijo con la mirada entristecida—. De hecho pensé que me llamarías, pero no lo hiciste y el tiempo pasó así que no lo soporté más y vine por ti. Súbete—ordenó montándose con agilidad sobre el acolchado de aquella ajada moto.


—¿Dónde vamos?—me quedé estático viendo como se posicionaba el casco y encendía el motor. Reita me quitó aquel artefacto de seguridad de las manos y removió mis anteojos, que por la presura había olvidado quitarme, terminando por colocar aquella media esfera sobre mi cabeza.


—Súbete—dijo una vez más tendiéndome mis lentes para que los guardase. Crucé mi bolso sobre mi pecho y me subí tras de él aferrándome a su abdomen y sin más información arrancó aquel transporte con destreza alejándonos de la ciudad.


Nos adentramos a una autopista con la noche cubriéndonos. Únicamente veíamos árboles a nuestros costados y casas rusticas insertas en pequeños valles adornando aquella vía. Rápidamente las arboledas frondosas  fueron remplazadas por el misterioso mar que brillaba bajo la luna y la iluminaria que se desplegaba por la costa.


—¿El mar?—murmuré mientras descendíamos por una ruta casi despejada de automóviles. Llegamos a un pequeño pueblo dividido por el océano calmo y departamentos turísticos. Nos detuvimos en un mirador solitario, donde se apreciaba como rompían las olas sobre las montañas majestuosas de rocas salinas, apartado del centro turístico de aquella zona poco transitada a aquellas horas.


El motor se detuvo mientras yo me quitaba aquel molesto casco y me bajaba de la moto siendo secuenciado por Reita quien hizo lo mismo. Me acerqué a la barrera que nos separaba de aquel lugar no apto para el baño y me prendé observando aquel paisaje poco familiar; hacía años que no disfrutaba de aquella relajante vista y aroma costero.


Vi como el rubio chiquillo se sentó sobre una de las bancas, desplegadas por toda la ribera, para admirar el lugar. Con lentitud me aproximé sentándome junto a él con una leve distancia mientras sentía como precipitadamente el frío marítimo comenzó a hacer estragos en mi cuerpo.


—Se está poniendo fresco—murmuró el rubio junto a mí.


—Sí—afirmé frotando mis palmas para ocultarlas dentro de mi pantalón de tela a juego con mi chaqueta gris que juntos se veían bien, pero no me abrigaban de aquel clima salino.


—¿Puedo tomar una de tus manos?—lo miré de reojo—. Tengo las mías cálidas. ¡Siéntelas!— exclamó tocando mi muñeca diestra para que alzase esta de su escondite. Saqué mi mano congelada de aquella nada térmica tela dándosela al insistente rubio quien no mentía sobre la calidez de las suyas. Con nuestras manos entrelazadas permanecimos unos segundos mientras intentaba transmitirme algo de su temperatura corporal—. ¿Tienes mucho frio?—sin responder el chico se acercó a mí y con su brazo derecho rodeo mis hombros, los cuales de vez en cuando, tiritaban un poco por la fría brisa litoral.


—Eres un aprovechado—tiré al aire sin mirarlo pudiendo sentir como sus labios se estiraban en forma de sonrisa sobre la piel de mi cuello, por este gesto giré mi rostro viendo como Reita me observaba un tanto sonrojado por la cercanía de nuestras bocas. Relamí mis labios sintiendo una extraña necesidad de besarlo. Giré mi rostro nuevamente hacia la escena natural frente a nuestros ojos, pero como si su cara fuese un imán volví a mirar aquellas facciones. No entendía aquel impulso cegado, era como si mi cerebro me boicotease a seguir con ello que con tanto esmero había suprimido; era como si mis palabras repetidas una y otra vez  no sirviesen de nada.


Me comencé a aproximar lentamente a su boca hasta que pude distinguir su aliento expulsado con dificultad y con su rostro dudoso de mis actos inconsecuentes me miró confundido mientras yo con ansias mordí mi labio inferior viendo como poco a poco cerró sus párpados tiernamente a la espera de aquel codiciado beso que tanto le había negado, pero de la nada su teléfono comenzó a emitir una canción estridente y mal grabada de algún demo de su amateur banda. Por lo malogrado de su rostro, no pude evitar reír; sentirme deseado me satisfacía gloriosamente.


—Contesta—dije cruzándome de piernas y de brazos viendo como con frustración cogía su celular con sumo desgado.


—¿Qué pasó?—como saludo habló. Podía escuchar al otro lado de la línea como una voz femenina lo regañaba por un no sé qué y que volviera a casa lo antes posible. Miré la hora y claro, ya iban a ser las diez de la noche. Me puse de pie y por última vez me acerqué a la barra, que limitaba la cercanía al océano, para mirar como el mar embravecido chocaba en las rocas mientras tras de mi oía la voz de Reita sometido a obedecer a aquel ser de autoridad del otro lado de la línea.


—¿Tu madre?—pregunté lo obvio cuando escuché sus pisadas tras de mí. Me giré para oír su respuesta, la cual obtuve como un: —Sí—avergonzado.


—No le dije dónde iba—contó banal posando ambas manos a mis costados; acorralándome—. Lo de antes… —yo me reí haciéndome el desentendido sin poder apartar mi mirada de él por aquella reciente prisión de sus brazos a mis costados.


—Bésame—solté perdiendo mi mirada en su boca. Sentí como estrechó mi cintura contra su cuerpo y cuando estaba a punto de juntar sus labios con los míos hablé: —. Pero—me miró muy de cerca —, no quiero que mal interpretes esto, no quiero que pienses que después de lo que vayamos a hacer, nos casaremos o algo por el estilo—dramaticé viendo como aquellos labios brillantes se adhirieron a los míos con hambre.


—Intentaré no planear nuestra boda—pretendía contenerme, pero rápidamente sentí como el control se me iba de las manos cuando percibí, por primera vez, aquella lengua tímida, pero decidida recorrerme con jugueteo gustoso. Nuestras bocas acopladas perfectas provocaron que mis pulsaciones se dispararan y el calor con presura se me fuera desbordando por todo el cuerpo—, pero déjame soñar contigo entre mis brazos—susurró sobre mis labios mientras intentaba acompasar mi respirar; ese chiquillo me había robado el aliento.

Notas finales:

¡Hola!

Gracias por sus leídas y bonitos comentarios. Espero que este capítulo haya sido de su agrado <3

¡Posiblemente estemos a dos capítulos del final!

¡Nos leemos!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).