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¡El chico tiene diecisiete! por koru-chan

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Mal tercio [Parte dos]


Vll


 


Mi vista estaba adherida a la escena frente a mis ojos; pasmado observaba aquella acalorada instancia como si esperara que aquel rubio adolescente se apartara, de una maldita vez, de su mejor amigo.


Pero aquello no pasó.


Entonces, ¿ese era el vago sentimiento que decías poseer hacia mí?  


Fruncí mis labios sintiéndome un verdadero idiota, uno que por milésimas de segundos se sintió “atraído” por aquel niño y fue aventado a la realidad cayendo de bruces. Tragué dificultoso cuando la mirada adormilada de aquel castaño dio con la mía y sin inmutarse sonrió lascivo sobre aquellos labios que, anteriormente, había besado de forma posesa como si aquellos le pertenecieran. 


—Aki…—susurró sonriendo de medio lado mientras acomodaba de mejor forma su cuerpo sobre el ajeno recibiendo como respuesta un jadeo de su acompañante—, estas duro—murmuró travieso escuchando como el idiota de Suzuki gruñía con ímpetu y una risita satisfactoria se colaba en los gorditos e hinchados labios del más alto tras posar su frente con la del rubio, apreciando de cerca sus reacciones al descender una de sus manos hasta tocar aquel bulto palpitante que se debió formar bajos sus ropas. Era claro, los delgados dedos de su amigo acariciaban superficialmente aquella zona erógena y necesitada del chiquillo.


Bajé la mirada apartándola de aquel par de chicos refugiándome detrás de aquella pared. Cerré mis párpados con fuerza apegando mi espalda sobre esta mientras suspiraba largamente para luego retroceder un poco hacia la cocina y volver a retomar el camino con decisión. Me pregunté qué haría. No tenía ningún tipo de plan en mente; únicamente quería que aquella descarada escena llegara a su fin. Torné a la sala, esta vez, marcando mis pisadas sobre la madera vieja haciendo acto de presencia en aquella sofocada área de la pequeña morada.


Suzuki se volteó a ver quién era el invasor en aquel cercano momento con su amigo y su cara se colocó aún más roja al darse cuenta que era yo el molesto sujeto. Rápidamente el chico sobre sus muslos, con intenciones de masturbarlo, fue dejado caer en el asiento contiguo sin cuidado alguno. Takashima me observó un tanto adormilado y de inmediato posé mis ojos sobre el chiquillo que con presura se acercó a mí. No pude evitar observarlo con una ceja alzada y una sonrisa de medio lado reafirmando como efectivamente aquel niño tenía una erección que se enmarcaba bajo sus jeans oscuros. Tras posar sin pudor mi mirada en aquella zona el rubio, notoriamente avergonzado de aquel “accidente”, se cubrió con un almohadón sus partes púbicas.


—Vaya—carraspeé—… Venía a ver como estaba Takashima—le tendí el vaso de agua al nervioso adolescente frente a mí—, pero al parecer está bastante bien—le sonreí falsamente buscando con mi mirada al somnoliento chico ebrio sobre el sofá.


—Sí, está bien—reafirmó cortado—. Sólo estábamos… hablando—se rascó la nuca sin poder explicar aquella escena desarmada por mi presencia.


—Bueno— no lo dejé continuar—… Ya van a ser las dos así que es mejor que me vaya— lo interrumpí chistando con mi lengua; estaba reprimiendo mi molestia injustificada al darme cuenta que únicamente era sólo un amigo más—. Gracias, Suzuki. Estuvo divertido—acoté tajante dirigiéndome hacia el armario donde, anteriormente, el adolescente había depositado mis pertenencias.


—Ruki—me detuvo cogiéndome del brazo justo cuando tomaba mi abrigo—, espera. No te vayas aún—habló con súplica.


—Suzuki, estoy cansado—dije—. Me tocó trabajar hoy en la mañana y ya no doy más de sueño —recalqué excusándome. Me sentía patético.


—Quiero hablar contigo. Por favor quédate, aunque sea un poco más—lo miré sin entender sus palabras. ¿Para qué quería que me quedara? Primero debería ordenar bien sus sentimientos y no andar erecto por cualquiera que le dé un beso.


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Regresé como si nada donde los demás terminaban de consumir las últimas reservas de alcohol y hablaban sobre anécdotas ocurridas en su época como prepubertos y sus nada fructíferas conquistas.


Me llené un vaso con algo de ron que quedaba en una botella y lo mezclé con gaseosa de cola para pasar el mal sabor de boca. Me acerqué a los parlanchines amigos de Suzuki para integrarme a la conversación cuando lo vi salir por la puerta corrediza de la cocina. Alcé una ceja al verlo llegar un tanto absorto.


—¿Y, Takashima?—pregunté tras una careta falsa de notorio interés observándolo a los ojos con detención.


—Se quedó dormido en la sala—me respondió evitando mirarme.


—Uh. ¿Tan rápido cayó borracho?—se burló uno de los amigos del rubio.


—Bebió sin parar, no me extrañaba—continuó otro.


—Ustedes tendrán que llevarlo, así que no se rían—los demás hicieron mala cara y echaron a la suerte a quien le tocaría cargar al bulto durmiente hasta su hogar.


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A las tres de la madrugada la pequeña fiesta había llegado a su fin. Únicamente nos quedamos Reita y yo arreglando un poco el desastre que había quedado en el patio. Llevé conmigo todo el resto de comida hacia la cocina mientras el dueño de casa se encargaba de los trastes sucios. Cuando todo estuvo dentro de la casa las luces del patio trasero se apagaron y el rubio se dispuso a lavar todo lo que se había ensuciado, de igual forma, yo le ayudé aguardar estos.


—¿Qué me ibas a decir?—hablé rompiendo el silencio recordando sus palabras anteriores—. Sea lo que sea no te va a tomar toda la noche—acoté—. Además… espero encontrar un taxi a estas horas— murmuré mirando el reloj de la cocina al mismo tiempo que tomaba algunos platos recién lavados para secarlos y colocarlos en su lugar.


—Mejor quédate—oí la voz del rubio, quien me daba la espalda, al realizar con esmero aquella tarea—. A esta hora no encontrarás ningún taxi—masculló.


—Takashima debió quedarse, estaba bastante borracho—tomé un par de vasos y los dispuse ordenados sobre el mesón de la cocina.


—Él vive a una cuadra de aquí—se volteó mirándome profundamente al haber acabado de lavar todo lo sucio. Tras mi mutismo acotó: —. Iré a colocar el futón y te buscaré algo de ropa para que te cambies—sin réplica a sus palabras, suspiré terminando de acomodar los últimos trastes en su lugar respectivo.


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Exhalé con desgana subiendo al segundo piso viendo como Akira salía de lo que parecía ser su habitación. Se acercó a mí y me tendió una camiseta y un pantalón de tela suelta perfectamente doblada.


—Cámbiate—dijo—. Mientras termino de acomodar el futón en mi habitación—habló en modo de murmullo preocupándose  de hacer el menor ruido posible ya que sus familiares, a esas altas horas de la madrugada, dormían en los cuartos contiguos. Me indicó donde estaba el baño y me cambié en cosa de segundos.


Procurando caminar con cautela sobre aquel diminuto pasillo me inmiscuí a la habitación, la cual compartiría aquella noche. Dejé mi ropa a los pies de la cama mientras mis ojos se deleitaban con el decorado adolescente de aquel perímetro. Me sentí viajando en el tiempo y como si entrase al cuarto que tenía en casa de mis padres… Murallas repletas de posters de bandas, anaqueles con discos, instrumentos, figurillas y mangas por doquier. En aquel instante el dueño de casa no se encontraba ahí y con libertad me acerqué a un mueble adornado con figuras. Cogí una entre mis manos y una sonrisilla emotiva se coló en mis labios.


—¿Admirando mi pequeña colección?—me giré tenuemente viéndolo afirmado de la marquesina de su puerta.


—Yo tenía esta cuando estaba en casa de mis padres—conté brevemente.


—¿En serio?—sonrió luego de verme asentir—. Tenemos muchas cosas en común—articuló. Mi mirada se adhirió a la suya con introspección y sin emitir palabra alguna me quedé viendo como se dirigió a un armario de pequeña envergadura para sacar un par de cobijas—. Le fui a decir a mi madre que te quedabas esta noche, porque sino en la mañana me diría: —Pero, ¿por qué no me comentaste que tu amigo se quedaría a dormir? ¡Mira mis fachas!—terminó diciendo con voz chillona como si imitase la de su progenitora.


—No te preocupes—musité acercándome a la cama la cual usurparía por un par de horas—, mañana me iré apenas amanezca—terminé diciendo sentándome en el colchón para cubrir mis piernas con aquellas mantas que olían a aquel chiquillo. Logré percibir como Akira me observaba de forma diferente; desentendido de mi cambio de actuar.


—Voy apagar la luz—advirtió sin quitar sus ojos sobre mí. Cuando la habitación quedó en penumbras me dispuse a recostarme para dormir de una vez por todas y que la mañana llegase lo antes posible; quería poder marcharme de aquel lugar, el cual se había convertido en una complicada visita.


Pero mis acciones quedaron truncadas tras sentir como un peso extra se sentaba junto a mí; abrí mis labios para hablar, pero estos fueron poseídos por una boca que a esas alturas me reusaba a probar. Me hice hacia atrás interponiendo mis extremidades superiores sobre su pecho y su rostro, de facciones ya claras tras la costumbre de mis iris a la penumbra, me miraba sin entender mi actuar. Quería besarlo, quería sentir su boca sobre la mía; lo había anhelado toda la velada, pero mis pensamientos estaban turbados por lo que había percibido un par de horas atrás.


—¿Qué haces?—jadee llevando el dorso de mi mano hacia mi boca—. ¡Duérmete de una maldita vez!—exclamé frustrado porque el timbre de mi voz no se podía alzar más de la cuenta.


—¿Cómo podría dormir teniéndote a mi lado?—con insistencia se volvió a acercar a mí y al ver como cubría mi boca tras su sorpresivo beso sucumbió a mi cuello lamiendo este, dejándome apreciar como el vello se me erizaba con la caricia de su boca aterciopelada.


—Basta de bobadas, Suzuki—bramé apretando mis párpados sintiendo como descaradamente introdujo sus manos dentro de aquella camiseta prestada acariciando mis pezones con la yema de sus ásperos dedos.


—¿Bobadas? Estuve esperando por esto toda la noche—habló volviendo a rozar sus labios con los míos mientras yo intentaba luchar contra mis sentimientos y deseos que me estaban haciendo perder la razón—. Soñé noches enteras contigo entre mis brazos; enredados en mi cama haciendo el amor…


—¡Éstas loco!—bramé con histeria—. Tú abuela, hermana y madre están en las habitaciones contiguas. ¡¿Qué mierda tienes en la cabeza?!—musité sintiendo como mis mejillas ardían.


—¿Gritas mucho en la cama?—entre cerré los ojos viendo como en medio de la oscuridad el chico oprimía sus párpados con temor, seguro a la espera de un golpe que sabía que se tenía bien merecido, pero en cambio llevé mi diestra hacia su entre pierna para estrujarle las bolas y que dejara de hablar sandeces. Pero mis ojos se abrieron enormemente al sentir como su miembro estaba erecto y caliente— . Mierda…—gruñó ocultando su rostro en mi cuello.


—Estás duro—verbalicé lo obvio con intenciones de quitar mi mano de aquella zona, pero la del chiquillo se posó sobre la mía y la comenzó a mover sobre aquella zona aún oculta por sus delgadas prendas de dormir—... ¿Con un par de besos, siempre terminas así?—susurré introspectivo.


—¿Eh? ¿Cómo sabes—sofocado por mis caricias superficiales me miró de cerca dejándome percibir como cerraba sus ojos placentero por mis sutiles toques.


—¿Cómo sé?—esbocé sobre sus labios—. Te pasó con Takashima, ¿no es así?—terminé diciendo viendo como sus ojos expresaron pánico tras mis palabras.


—¿D-de qué hablas?—aparté mi mano que ardía tras acariciar aquella carne oculta bajo sus ropas notando el rostro pasmado del rubio.


—¿Lo niegas?—dije mordaz—. Te vi, Suzuki. Vi como te besabas con aquel chico—intenté sonar desinteresado, pero me dolía admitir que por dentro estaba deshecho.


—Yo—bajó su cabeza sin saber que decir.


—¿Sales con él? Y sí lo hacías, ¿por qué corrías detrás de mí? ¿Era tú segunda opción?—cuestioné afirmando lo innegable. Me sentí un imbécil, había caído en una jugarreta de un par de adolescentes. El rubio negó con su cabeza; parecía haber perdido el habla—. Pensé que eras diferente, pero eres la misma mierda; igual a los sujetos que he conocido a lo largo de mi vida—acoté como algo cotidiano. Reita sin poder darme la cara apoyó su frente sobre mi hombro mientras yo suspiraba.


—No salimos—susurró—. Yo jamás he pensado en hacerte daño. Jamás. Tú eres… alguien muy importante para mí…—la voz se le había quebrado.


—¿Entonces?—exhalé sintiendo como aquel niño se aferraba a mí. El silencio me estaba exasperando—. Suéltame—bramé con el entrecejo fruncido.


—Perdóname—esbozó en un hilillo de voz.


—¿Por qué?—pregunté. Hablaba molesto evitando alzar la voz en aquella ajena casa—. Puedes hacer lo que tú quieras con tu vida, Suzuki, pero no vengas a joder la mía.


—No es lo que parece. Únicamente lo que hacíamos… era por diversión—alcé una ceja sin comprender las actitudes de aquel adolescente que parecía perdido en sus sentimientos.


—¿Diversión?—bramé ofuscado seguido de una carcajada marchita. Y el pecho, extrañamente, no me había parado de punzar desde que los había visto besándose en la sala. Intenté deshacerme de su agarre, pero aquello se me hacía inútil y me desesperaba cada vez más.


—Todo comenzó como una bobada—murmuró alzando la frente de mi hombro para mirarme y volver a bajar esta; su rostro estaba aguado, sus mejillas brillaban bajo los haces de luces artificiales que se colaban por las persianas—... Uruha y yo teníamos una relación de “amigos con derecho”— confesó limpiándose el rostro.


—Yo… no te logro entender—dije tras un largo suspiro.


—Yo quiero estar contigo, pero a Uruha no lo quiero lastimar—murmuró—. Esta “bobada” se nos fue de las manos—me miró detenidamente—. Debo confesar que salí contigo y él… al mismo tiempo—continuó mientras lo observaba. Ya no quería saber más—. Pero cuando decidí acabar con esto, él se me confesó y aún me estoy debatiendo—terminó.


—¿Qué sientes por él?—pregunté reacio a la respuesta.


—No estoy seguro…—esta vez era yo el que tenía un nudo en la garganta y unas desesperantes ganas de gritarle y golpearlo en la cara.


¿En qué me había metido?


Mis ojos se comenzaron aguar y desvié la mirada de aquel dudoso chiquillo esperando que la abrazadora oscuridad sirviera como camuflaje y que su mirada no percibiera aquella debilidad que frente él había desvelado.

Notas finales:

¡Holis!

Gracias por pasar nuevamente por acá.

Batallé un poco con el capítulo de hoy —referente a la edición— así que espero que no haya terminado con ningún error.

Independiente de mis batallas por sacar el capítulo, espero que le esté gustando el “giro” de la historia.

Terminé con el corazón roto. Suzuki malo TnT

Gracias, nuevamente por sus fieles leídas y sus maravillosos comentarios que me hacen eternamente feliz

¡Nos leemos la próxima semana!

BESITOS


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