Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

¡El chico tiene diecisiete! por koru-chan

[Reviews - 65]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

.


¡El chico es un acosador!


ll


Estiré mi zurda hacia el frente sin prestar atención con el objetivo de alcanzar mi café a sabiendas de su posición. Tomé el recipiente cilíndrico acartonado con la mirada pérdida sobre mi pantalla, estaba absorto releyendo un extenso texto con el fin de encontrar las faltas que me habían solicitado corregir para su aceptación final. Llevé aquel vaso debilucho hacia mis labios para darle un sorbo al contenido saboreando el líquido amargoso con notorio disgusto.


—Frío, ¿no?—miré a mi colega hacia el frente quien tenía sus manos unidas detrás de su nuca estirando sus cansadas extremidades.


—Gélido—respondí con desazón seguido de una mirada y sonrisa cómplice, la cual contagié al sujeto somnoliento frente a mí.


Eran alrededor de las seis de la tarde. Cambié mi postura entumecida por las largas horas sentado en la misma posición estirando mi cuerpo levemente mientras bostezaba con notable cansancio a esas horas.


—Nos vemos mañana, Matsumoto—alcé la vista oyendo la voz de mi compañero quien, más ágil que yo, ya había terminado todos sus encargos a tiempo. Le hice seña con mi diestra mientras emitía un tenue:


 —Nos vemos—viéndolo marcharse al igual que varios colegas. Poco a poco aquella gran sala repleta de escritorios y montañas de papeles se iba volviendo silenciosa.


Yo en cambio, sin nadie que me esperase en casa, ni panorama excitante, decidí quedarme un par de minutos más con el afán de terminar con aquel texto lo antes posible. Luego de media hora bostecé tecleando con desgana al ver que no iba ni en la mitad de aquel artículo. Pulsé variados caracteres en mi computador pestañando varias veces para quitarme de encima aquella molesta fatiga, pero el cansancio pudo más y preferí terminar con aquello la mañana siguiente; más descansado y con la mente clara.


Le di “guardar” al documento y bajé la tapa de aquella herramienta de trabajo. Golpetee rítmicamente la madera de mi escritorio con las palmas de mis manos observando a mi alrededor; aquel piso ya estaba casi desocupado pudiendo apreciarse varios trabajadores, a cargo de la limpieza, pasando aspiradoras en las solitarias oficinas de aquel departamento. Nuevamente bostecé ordenando un poco mi escritorio para luego coger mi maletín y guardar mis pertenencias regadas por mi área de ejecución diaria.


Colgué el asa sobre mi hombro una vez que me percaté que no se me olvidaba nada, y tras un rápido vistazo a mí alrededor esbocé un: —. Hasta mañana—despidiéndome de los aún escasos presentes a esas horas. Caminé hacia los ascensores en completa calma. Cuando llegué al primer piso pude apreciar como el atardecer estaba en su apogeo y como aquella planta, siempre atestada de trajeados, estaba prácticamente sin ninguna alma. Apuré mi paso hacia las enormes puertas que daban hacia la salida. Me planté frente a estas, las cuales con mi presencia, se deslizaron hacia los costados para poder emerger al exterior a través de ellas.


Caminé sintiendo el sonido de la suela de mi calzado sobre el concreto mientras distraído bajaba un amplio pórtico que destacaba aquel gran edificio. Mi mente estaba ida pensando que cenaría aquella tarde; memorizaba si tendría los ingredientes necesarios para cocinar; si debía pasar a algún supermercado para abastecerme de víveres, entre miles de sandeces.  Bufé con hastío una vez que los escalones llegaron a su fin, lo único que deseaba era llegar a casa y descansar, pero viese como lo viese necesitaba comparar comida para subsistir. Mi común recorrido por la avenida que me llevaba hacia mi andén correspondiente fue truncada, teniendo que desviarme hacia la dirección opuesta. Torné mis pisadas hacia mi destino con desgana, pero aquellos planes fueron completamente deshechos, cuando mis oídos captaron un tono, que después de un mes, debía haber olvidado.


—¡Ruki!—oí. Cerré los ojos con pesar y en el acto detuve mi andar—. ¡Hey, Ruki!—volví a escuchar a lo lejos.  ¿Era la voz de Reita?  ¿Cabía la posibilidad?  ¡¿Qué hacía aquí?! Lo busqué con la mirada dentro de la muchedumbre que emprendía marcha en diversas direcciones por aquella calle de adoquines que dividía la masa gris de la ciudad con el pulmón verde de aquella transitada metrópolis. Cuando lo divisé abrí mis ojos enormemente; ahí estaba junto a un árbol al costado de la avenida transitada por peatones. Estaba tal cual lo había visto la última vez, hasta parecía más jovial y alegre. Alzó una de sus manos con una gran sonrisa adherida a su rostro y la meneó para que mis ojos, que ya lo habían captado, lo divisasen desde mi postura.


—Mierda—susurré mirando a ambos lados para percibir, precavidamente, si había algún conocido compañero de trabajo; aquel ajeno ambiente no lo quería involucrar con mi vida cotidiana. Cuando estuve convencido que nadie conocido estaba rondando, caminé raudo hacia donde estaba aquel impertinente chiquillo que no veía hace varias semanas. Pasé por su lado y sin detenerme Lo cogí con fuerza de la muñeca y seguí mi andar dando grandes zancadas hasta perderme de mi lugar de trabajo adentrándome hacia aquel parque—.  ¿Cómo mierda supiste dónde trabajo?—espeté con ira mirándolo furioso por su desatinado escrutinio.


—Me dijiste que “estudiabas” periodismo—me miró con una sonrisa pletórica—. Deduje que tú trabajo actual sería sobre aquello e intenté localizarte entre todas las compañías relacionadas con el tema… —lo miré entre cerrando mis ojos sin poder concebir lo que sus labios articulaban.


—¡Eres un maldito acosador!—exclamé desordenando mi ondulada y castaña cabellera sintiendo como un dolor de cabeza me estaba naciendo de la nada—. Vete, de una maldita vez…—le dije cansado retomando mi camino con desgana.


—Sé que suena de esa forma pero—adelantó su paso para alcanzarme. Me sorprendió tendiéndome un ramo de rosas que llevaba consigo y que ignoraba que fuesen para mí—… necesitaba verte— cerré los ojos exhalando, alcé mi vista percibiendo como sus ojos de niño suplicante temían a mi nuevo rechazo. Cogí el ramo de rosas sin quitarle la vista de encima.


—Gracias, supongo—sabía que no era un mal chico. De hecho,  había sido el único que había corrido tras de mí y no yo tras de él como me había tocado en el pasado—. Ya hablamos la vez pasada, creí que todo había quedado claro… —dije mirándolo con súplica.


—Lo sé. Y estuve pensando en desistir, pero mientras más pasaban los días, el vacío que sentía por no poder hablar contigo crecía más y más. ¿Qué podía hacer?—lo escuchaba atentamente—. Me bloqueaste de todos lados y me desesperé pensando que no te volvería a ver jamás y como loco, lo reconozco, te comencé a buscar. Sé que estuvo mal, pero podríamos, al menos, ser amigos—dijo con desgana.


Comencé a caminar para acercarme a las bancas instaladas en aquel pequeño tramo verde frente a grandes y grises edificaciones. Me senté y vi como Reita se acuclilló frente a mí buscando mi rostro.


—Tú silencio es un, ¿no?—dejé el paquete de rosas junto a mí y lo miré. ¿Podríamos ser amigos? ¿Realmente podría?


—¿Vienes de clases?—le pregunté intentando coger tiempo. Vi como observó sus ropas y luego me sonrió.


—No, es que…


—Llevas el pantalón de tu escuela y te pusiste una camiseta y una sudadera diferente— articulé con una mueca en mis labios; vistiese como se vistiese seguiría siendo un niño.


—Fui a jugar al futbol y me cambié—me miró—. Pero me estas evitando. No me has respondido. —suspiré observando el ramo de rosas junto a mí y sonreí levemente


—¿De dónde sacaste el dinero para comprarlas?—pregunté sin quitarle la vista a estas de encima.


—Trabajo medio tiempo en una panadería—me observó—. Siempre le quise comprar rosas a alguien que me gustase—me miró un tanto cohibido con las mejillas tenuemente sonrojadas—. B-bueno… a un amigo también se les puede dar, ¿no?—se rió nervioso mientras yo suspiré largamente quitándole mi mirada de sus ojos.  Me crucé de brazos y apegué mi espalda adolorida, por el estrés, sobre el respaldo de aquel moderno banquillo. Bufé, sabía que después me arrepentiría de mi decisión.


—Okey, seamos amigos—articulé viendo de reojo como el chiquillo me sonreía emocionado.

Notas finales:

Estoy gratamente sorprendida. la verdad es que no me esperaba que me leyeran tanto en el primer capítulo. ¡Me han hecho eternamente feliz!

Sus comentarios son un precioso regalo, gracias a las personitas que se tomaron un poquito de su tiempo para dejarme sus apreciaciones sobre este fic

¿Qué les pareció? 

<3

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).