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Dunkelheit por Vientoyhielo

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Notas del capitulo:

Aclaraciones de la ambientación:

• Grünland: Del alemán “tierra verde”, hace referencia a la enorme cantidad de áreas verdes en la zona basal, intermedia y apical de Grünland. Capital de Sina. Se ubica inmediatamente superior a la única salida segura y legal de Dunkelheit y es donde más se ven los edificios tapizados de plantas.

Capítulo tres: De nuevo

Había un viejo dicho que rezaba: nuestro mundo es un lugar pequeño. A lo largo de los años la humanidad se había hecho muy numerosa, a pesar de las guerras, a pesar de los genocidios, el mundo se las arreglaba para seguir creciendo.

Sin embargo, una serie de coincidencias, sean grandes o pequeñas, o preparadas por el fantasioso destino, solo afirmaba que por más que el mundo creciera en habitantes o extensión, seguía siendo pequeño

.

Eren tenía la vista clavada en el almuerzo del día, para hoy tenía puré de papas, aunque lo que más resaltaba en su bandeja era una buena hamburguesa de carne de res con queso y algunas hojas de lechuga con rodajas de tomate. Pese a que le gustaba mucho, no había probado bocado en todo aquél rato. Se limitaba nada más a observar como si lograra ver un mundo oculto entre las semillas de sésamo que adornaban el suave pan de su hamburguesa.

El castaño no paraba de pensar en el día anterior, incluso se sobaba el brazo derecho, el cuál le habían lastimado a punta de jalones, era suerte que fuese zurdo, porque de no serlo actividades sencillas como cepillarse los dientes y escribir serían dolorosas. De hecho, detrás de su chaqueta ocultaba bien la coloración violeta en su punto de articulación donde se alojaba la mayor parte del dolor, sentía los músculos un poco agarrotados y cada movimiento le provocaba una terrible molestia.

En el mejor de los casos el evento anterior sería producto de su imaginación jugándole malos recuerdos mientras que se adentraba en los más profundos y hostiles recovecos del mundo de Morfeo, alguna pesadilla a causa de leer la leyenda urbana que Armin le pasó. Pero no, nada fue un sueño, recordaba bien cada detalle de ese corredor e incluso la voz y apariencia de ese hombre que le prometió que le arrancaría el brazo entero si así le provocaba, el dolor en su hombro era la mayor evidencia de que todo sucedió como lo recordaba.

La noche anterior llegó a pensar que se quedaría sin su brazo derecho, sólo recordar el crujir de sus huesos le hacía estremecerse de rabia e impotencia por haber sido sometido por aquél sujeto con tanta facilidad. ¿Cuánta fuerza tenía? Lo había manejado como a un patético muñeco de plástico al que le arrancaría una de sus extremidades como muchos niños pequeños hacen con sus primeros juguetes.

En ese momento de la noche anterior, luego de que el hombre de las vendas le soltó, se levantó como pudo para irse corriendo del lugar a todo lo que su cuerpo daba, incluso al salir del bar siguió escapando en trote apresurado, se había girado un par de veces para cerciorarse que el hombre de las vendas no le siguiera gracias a un cambio de opinión. Para su suerte, el tren de la estación que lo llevaría a la próxima estaba casi saliendo, sólo tuvo que mostrar su identificación, la cual casi se le cayó de las manos temblorosas para que el guardia le dejara pasar y así largarse de esa ciudad de excéntricos. Casi lo mismo en las otras dos estaciones hasta llegar a su casa. No pudo dormir más que un par de horas antes de que su alarma mañanera chillara en aviso de que debía prepararse para su día en la universidad.

Así que allí estaba, con sus enormes ojeras, sustentándose de cafeína nada más y con una mirada llena de rabia, sin todavía pensar en tomar su hamburguesa. Sólo se preguntaba. ¿Qué otra cosa estaban ocultando? ¿Qué rayos había sido eso de "Ha visto demasiado"?

Pensaba demasiado en el suceso de la noche, cuando una nueva corriente de dolor en su hombro llegó, haciéndole detenerse en eso de maquinar mentalmente cada suceso de la madrugada.

— ¿Eren? No has comido nada. Ni siquiera la has probado, ¿Le viste algo malo a tu hamburguesa? — Armin seguía apretando un poco el hombro de Jaeger, pero apartó la mano luego de oír a Eren quejarse —. ¿Estás bien?

— Hum, sí. Sólo me duele un poco el hombro — Se masajeó con suavidad el hombro, moviéndolo un poco mientras que su cara se fruncía por el dolor —. Creo que dormí en una mala posición — Se excusó inútilmente.

— ¿Seguro que no te sientes mal? Es tu plato favorito y no has comido todavía.

— Lo estoy — Intentó disimular dando el primer mordisco a su hamburguesa, estaba perfecta, justo como le gustaba. La comida del cafetín de su facultad no era tan buena, sin embargo las hamburguesas eran la excepción a esa premisa, pero, simplemente estaba estresado por lo de anoche que ni su comida favorita le ayudaba con el malhumor.

Armin asintió intentando creerle, pero sentía que no podría, estaba consciente sobre el estado de ánimo de su mejor amigo, por supuesto que no estaba del todo bien a pesar de que Eren lo intentara de convencer de lo contrario. Ya lo había notado desde temprano cuando tuvo que tocarle el timbre repetidas veces para que saliera y fuesen juntos hasta la universidad. Tan sólo verlo le hizo darse cuenta de que no había dormido casi en la noche anterior, además del aroma a cafeína que despedía el departamento —el mismo Jaeger tenía parte de ese aroma impregnado—, esa era la razón por la que no le había preguntado sobre el asunto de No Name lounge and bar, no tenía idea de cómo tocar el tema, así que había optado por dejar que pasara un poco el tiempo del día, asistir a sus respectivas clases y ahora en la hora del almuerzo pensó que podría ser el mejor momento para preguntar.

Armin Arlert titubeó un poco jugando con la pajita en sus manos antes de destaparla y clavarla en su propio jugo y por fin hablar:

— ¿Pasó algo anoche, Eren? — En serio le preocupaba su mejor amigo — ¿Acaso tú llegaste a ir al bar del que hablamos?

Eren volteó a ver a Armin por unos segundos, serio.

— Sí.

— ¿Y qué viste?

— Sí, Eren, cuéntanos por favor qué fue lo que viste — Dijo Jean burlonamente y tomando asiento con su bandeja de comida. Empezó a masticar sus papas fritas sin quitar su sonrisa mientras que veía a Eren con sus ojos miel destellando pura burla — Me quedé toda la mañana esperando ansioso por las fotografías, pensé por un momento que tenía problemas con mi señal y luego noté que no, nunca me enviaste las fotos,  por lo que supuse que me las enseñarías justo ahora mientras almorzamos. ¿O me equivoco?

Eren frunció el ceño, frustrado, no lo veía directamente sino que clavó la vista en su propio almuerzo.

— ¿Qué pasa, Eren? — De nuevo hablaba de esa manera tan fastidiosa -

Jaeger apretó los dientes.

— No las tengo.

— ¿Hm? — Jean fingió no haberle oído -

— Que no las tengo, Jean. No pude tomar las fotos.

— ¡JA! Supuse que esto iba a suceder. Es lógico que si crees en esas historias de caníbales lo más seguro es que te cagaras del miedo por la idea de irte hasta allá y que te devoraran vivo o que te colocaran en medio de las brasas.

Eren le miró molesto y ofendido.

— Claro que sí fui, pero en serio olvidé sacar las fotos.

— Ajá, te creo — Respondió sarcástico el más alto volviendo a tomar otro poco de papitas fritas y llevárselas a la boca -

— ¡Te digo que es la verdad! — Eren se levantó de golpe y luego se apretó el hombro adolorido, pues había aplicado fuerza en ambos brazos al momento de levantarse, no obstante, continuó —. ¿En serio necesitas unas estúpidas fotos para creerme? Te estoy diciendo la verdad, maldición. Fui a ese sitio, sí existe, estaba en un lugar escondido entre un montón de callejones. Pero sí está, sólo que me fui rápido de allí y no le tomé ninguna foto.

— La única verdad que sé es que eres un cobarde. Olvidaste hacer lo más importante. La idea de ir es que trajeras una prueba de su existencia, no sólo especular sobre el lugar como la gente de ese blog.

— Digo la verdad, lo olvidé por irme rápido.

— ¿Por qué irte tan rápido de un bar?

— No era para nada interesante.

— No me convences. ¿Tu mami no te deja beber alcohol?

— No, imbécil, no tiene nada que ver con sobre si iba a beber o no. Si no me crees, jódete entonces, es un sitio aburrido.

— ¿Seguro que no es por miedo? Pareciera que alguien te dio una paliza y saliste huyendo.

Ante esto último Eren no respondió, sino que molesto como se encontraba volvió a sentarse y reanudó su actividad de alimentarse, tragando el sabor amargo de su enojo junto al de su almuerzo. Por culpa de aquello su plato favorito no sabía tan bien.

Armin había considerado esa posibilidad, pero de todos modos no tuvo el momento de preguntarle directamente a Eren sobre aquello, y ahora mismo lo haría.

— ¿Tuviste una pelea, Eren?

— No, Armin.

— Exacto, no pudo pelearse con nadie porque lo más seguro es que nunca llegó allá. Sigo diciendo que sólo es una excusa porque no quiere admitir que tuvo demasiado miedo para ir.

— Sí fui, imbécil.

— ¿Cómo era el lugar entonces?

Eren iba a responderle desafiante, pero de alguna manera… no recordaba bien. Lo que más venía a su cabeza era el hombre de las vendas con su ojo carmín, mirándole con rabia y amenazándole para que no regresara jamás.

Toda esa corriente de pensamientos se vio interrumpida por las altaneras carcajadas de Jean.

— Tu silencio habla por ti, gallina.

— ¿Sabes qué, estúpido cara de caballo? Voy a volver. No sé porque ahora mismo no recuerdo bien cómo era, pero voy a ir para allá hoy mismo a tomarle las putas fotos para que las tengas — Refunfuñó luego de soltarle un puño a la mesa que vibró tambaleante, descargando la frustración que Eren tenía.

— ¿Qué? Eren no seas tonto, ¿Volverás a caer en eso? — Le preguntó Armin incrédulo, abriendo más sus ojos azules — No necesitas mostrar nada.

— ¡No le tengo miedo! ¡Ni a ese puto bar ni al maldito hombre de las vendas! — Gritó en cólera Jaeger volviendo a erguirse de pie y desafiante ante el chico de ojos miel que lo veía callado desde su puesto frente a él.

De la nada hubo silencio, al parecer todo el escándalo llamó la atención de las personas a su alrededor que se le quedaron viendo en pleno ataque de histeria. Incluso el mismo Jean lo miró algo asombrado y confundido. ¿No temerle al hombre de las vendas? ¿Entonces sí había ido y se había encontrado con alguien al que le tendría que temer y le dificultaba admitirlo?

Jaeger gruñó volviendo a tomar asiento, se sentía extraño por perder los estribos al pensar como fue humillado la noche anterior, le estaba dando más importancia de la que debería. Incluso se avergonzó por formar escándalo en la cafetería por pensar en ello, la gente creería que está loco o algo así. Luego de un bufido de fastidio cogió su charola y se colocó de pie para salir de allí y comer en otro lugar. Necesitaba calmarse un poco y con la presencia del estúpido de Jean lo que conseguiría es todo lo contrario.

.

Saliendo de su última clase, Eren se hallaba cerca de una de las puertas de salida de la universidad, en espera de que Armin llegara hasta allí y volver ambos como de costumbre. O más bien, caminar un rato antes de separarse para ir cada uno a su respectivo trabajo, ambos necesitaban trabajar de medio tiempo para ayudarse a pagar la universidad en la que estaban, sobretodo Armin, Eren todavía tenía ayuda monetaria de su madre, pero Arlert debía sobrevivir casi por sí solo. Muchísimas veces Carla, la madre de Eren, lo intentó convencer de darle algo de ayuda monetaria a él, pero el rubio se negaba a aceptar la ayuda al mismo nivel que Eren, sólo aceptaba un apoyo muy parcializado.

Eren no entendía porque, Armin era parte de la familia, su madre y él lo consideraban así; prácticamente se habían criado juntos. Desde aquél penoso y fatídico episodio donde Armin quedó huérfano se había unido a la pequeña familia Jaeger. En lugar de ser dos se habían vuelto tres. Carla Jaeger lo aceptó como otro hijo, le brindó refugio, cariño y aun así el rubio insistía que no era necesario ser tratado como tal.

Quizá Armin pensaba que hacían mucho por él. Sabía muy bien que una de las metas de Arlert era que luego de hallar el éxito en su vida, devolverle todo el apoyo que Carla le brindó por años. Sea dándole protección, acompañándola y ayudándole en su futura vejez. Aunque más que eso, es que Armin no se consideraba otro hijo porque simplemente no podía sustituir a sus verdaderos padres.

La madre de Eren era una mujer maravillosa, la quería muchísimo, le tenía un amor fraternal muy grande también, pero no se sentía capaz de decir que era su madre, porque a su madre y padre verdaderos los amó muchísimo también, sólo había vivido la desgracia de ser alejado de ellos, alguien se los arrebató injustamente. Por lo tanto, por más que quisiera a la señora Jaeger, no podría proclamarse otro hijo de Carla porque sus padres ya tienen nombres y jamás iba a olvidarlos pasara lo que pasara.

Arlert finalmente se acercó a Eren, y ya cuando estaban juntos se ocuparon de caminar a la parada del transporte público. En la espera de uno, no charlaron de tantas cosas, sólo algunos temas académicos, de trabajos que tenían en común. Gracias a tener dos apellidos tan distantes no habían quedado en una misma sección, pero siempre acababan ayudándose el uno al otro en las asignaciones, al fin y al cabo solían ser parecidas o incluso tener la misma tarea fechada en días distintos.

No volvieron a tocar el tema del bar. Era como si de repente se volvió tabú entre ellos, pues la verdad es que al rubio no le agradaba la idea de que Eren regresara a aquél lugar que imaginaba hostil. Dunkelheit en sí ya era demasiado hostil.

Luego de allí, se separaron para trabajar, más tarde se hablarían, o podrían cenar juntos. Dependería de la hora de salida del rubio que necesitaba trabajar casi el doble que Eren por las razones anteriormente descritas.

Eren por su parte tuvo su jornada de trabajo sin nada fuera de lo común, quitando la incomodidad de su brazo derecho lastimado, aunque también le tocó hacer algunas horas extras, en serio lo del día anterior fue estúpido, perdió demasiado dinero sólo por una boba apuesta con Jean. Quizá no debió llegar a aquellos extremos, sólo se desesperaba por la molesta actitud de Jean.

Tal vez si no fuese tan impertinente nunca habría llegado a aquellos extremos.

Aunque, más bien, él mismo tenía parte de la culpa. No sólo por el hecho de haberse dejado manipular por su orgullo luego de perder una apuesta contra Jean, estaba considerando mucho volver de nuevo a aquél lugar, y esta vez Jean no tenía nada que ver, las burlas de Kirschtein no eran más que excusas para darse a sí mismo una razón por la cual regresar, pero de ser distinto, quizá también lo estaría considerando. El no poder recordar bien como era la fachada del sitio o la dirección del bar le pinchaba demasiado la curiosidad.

¿Cómo es que había olvidado todo aquello? Recordaba la sensación cuando vio el bar mas no recuerda la apariencia del mismo, en sí los sucesos de la noche anterior se habían aglomerado como lagunas mentales en su memoria, y necesitaba deshacer esos apretados nudos que estaban allí en su mente. Por eso es que se aferraba a una excusa como la rabia de ser humillado por un amigo de la universidad.

Gracias a todo eso es que luego de volver del trabajo y treinta minutos después de empezar sus deberes desvió su atención nuevamente a la reseña que Armin le había mostrado sobre la leyenda urbana.

« No Name Lounge and Bar no era más que un bar exótico y lujoso para aquellos que quisieran derrochar en sus más profundos y oscuros placeres.

Un sitio donde las excentricidades cobraban vida, donde no te señalarían por eso.

Podrías saciar tu sed por lo prohibido, pero todo tenía su precio.

En ese bar tan atractivo para muchos, se escondían seres oscuros y hostiles que te desaparecerían tu carne sin dejar rastros»

Bien, leyéndolo así era muy poco creíble. La noche anterior se sentía confiado de ir por eso, esa premisa no era como para tomársela tan en serio siendo escéptico como se consideraba. ¿Por qué debía temerle? Estaba claro de que no era más que una declaración fantasiosa sobre un lugar donde hay muy poco control.

En fin, resultó que en vez de ser caníbales eran vampiros, o eso es lo que vio, pues recuerda al hombre de las vendas bebiéndose la sangre de la chica. ¿Eso cuenta como canibalismo? No sabría decir…

Optó mejor por buscar el concepto.

«El canibalismo es el acto o la práctica de alimentarse con miembros de la propia especie »

Eso lo hacía descartable, ¿No? Ya que el hombre de las vendas era… eso, un vampiro chupando de la sangre de la otra chica. Aunque ella no parecía quejarse, seguramente la pobre joven se encontraba drogada por ese mismo hombre.

Pensándolo mejor, quizá de eso se trataba No Name Lounge and Bar. Allí mismo colocaban que era un lugar donde se podría saciar la sed a lo prohibido y sin dejar rastros. No era más que una farsa para atraer personas y luego comérselos, o —en su defecto— para beberse hasta la última gota de sangre de los inocentes que caigan en la trampa. El tema del bar no era más que un simple señuelo, muy llamativo, de hecho.

En fin, quizá tendrían ambas cosas en el bar; vampiros y caníbales. Ya beben sangre, ¿Por qué no comerse la carne también? Ante ese último pensamiento el castaño sintió que se le revolvía el estómago, era sumamente perturbador pensar en eso.

No sabía nada de los vampiros, más que tenían forma humana y que bebían sangre, eso colocan en las películas y series de televisión. ¿Era mejor investigar sobre ellos? Alguna cosa debe haber documentada, si hasta hay páginas relativamente “serias” sobre OVNI’s o alienígenas, así que estaba casi seguro que podría leer un poco sobre los vampiros, información más o menos verídica.

Eren se dirigió de nuevo al buscador para borrar la palabra anterior y empezar a escribir “vampiro” en su lugar. Abrió el primer resultado arrojado por el buscador y se dispuso a leer. Estuvo así hasta que llegó a una parte un poco más interesante, sobre la manera de reconocerlos; una guía para reconocerlos sería excelente, así podría embarcar de nuevo su aventura con un poco de más cautela, por lo tanto, cogería dato de lo que decía allí.

«Uno de los métodos descrito por el abate Calmet para localizar la tumba de uno consistía en guiar a un muchacho virgen montado en un caballo también virgen a través de un cementerio; el caballo se negaría a avanzar sobre la tumba en cuestión.»

Le fue imposible el no lanzar una carcajada ante eso. Quiso fastidiar a Jean con eso, por lo que abrió la mensajería instantánea, le mandó una captura de eso y le escribió un mensaje burlón acompañando la imagen:

« HorseFaceAsshole

Creo que según esto, deberías acompañarme mientras que me llevas en el lomo :v»

Esperó paciente a su respuesta, tenía que molestarle de alguna forma como venganza de que le haya jodido tanto los últimos dos días. Jaeger escuchó el tintineo de un nuevo mensaje en su mensajería instantánea y lo revisó sonriente al imaginar su éxito.

« HorseFaceAsshole

√√Creo que según esto, deberías acompañarme mientras que me llevas en el lomo :v

¿Me acabas de afirmar que eres virgen aún, Jaeger? :vvv »

El castaño sintió que se le coloreaba el rostro de rabia, esto no salió como lo tenía en mente, para nada similar a lo que pensó. Gruñó enfadado apretando la mandíbula y le volvió a responder:

« HorseFaceAsshole

√√ Creo que según esto, deberías acompañarme mientras que me llevas en el lomo :v

¿Me acabas de afirmar que eres virgen aún, Jaeger? :vvv


 √ Pendejo»

Cerró finalmente la conversación y soltó el celular en la mesa.

Bufó fastidiado, se estaba desviando de lo que hacía. Se concentró en continuar con su compilación de información hasta que el timbre de su departamento le interrumpió lo que hacía, se levantó de la mesa y fue a abrir la entrada de su departamento, era Armin, de todos modos, no es como si recibiera visitas de alguien más. Siendo vecinos no había problema, a veces él se iba al departamento de Armin, aunque la mayoría de las veces era el rubio quien se dirigía hasta la morada de Jaeger. Ya sea para cenar, estudiar juntos o simplemente a pasar el rato, era conveniente vivir cerca de tu mejor amigo.

— ¿Qué tal, Eren? ¿Ya tienes algo para cenar?

— Humm, la verdad no — Desde que llegó sólo estuvo muy metido en su portátil -

— Oh, entonces bien. Sobró comida en el restaurante y me dieron, creo que nos servirá para los dos — Dijo sonriente el rubio elevando la bolsa donde traía la comida en bandejas cerradas -

Eren asintió devolviéndole la sonrisa y se apartó para que pasara. El de ojos esmeraldas apartó un poco la laptop para que pudieran apoyar la comida, luego se alejó para buscar en la pequeña cocina un par de platos, cubiertos para cada uno, al igual que vasos.

De igual manera, mientras que el rubio servía la comida, buscó en su nevera un par de refrescos en lata, le entregó a Armin uno de piña —sabiendo que ese era su favorito— quedándose él con el clásico cola.

Ya con todo listo, ambos se sentaron a comer, la verdad es que Eren se había ensimismado tanto en el asunto de los vampiros que no se había ocupado de prepararse la cena, fue algo bueno que Armin llegara con la comida hecha.

Vio como Arlert se fijaba distraídamente en su laptop, y al ver una de las imágenes del sitio web se sintió curioso.

— ¿Leyendas?

— Ah, nada en especial — Eren cerró la pestaña, pero la que se reveló en seguida fue la página que Armin le había pasado sobre No Name Lounge and Bar, y eso no pasó desapercibido a pesar de que Eren minimizó esa revelando el fondo del escritorio.

— Espera… ¿De verdad estás pensando en volver allí? — Le preguntó con un tono de preocupación.

— No es como si tuviera miedo.

— Por Dios, Eren. Basta ya. No le hagas caso a Jean y ya, sabes muy bien que Dunkelheit en sí es peligroso. ¿Sabes por qué está esa ciudad allí?

— Claro que lo sé.

— ¿Entonces?

— No me va a pasar nada — Dijo ya fastidiado y colocando los ojos en blanco por unos segundos. Quiso seguir comiendo tranquilo, pero podía sentir la tensión en esa sala, incluso al elevar la mirada encontró los ojos celestes de Armin mirándolo con el ceño fruncido, disgustado por la decisión de Eren — ¡En serio, no pasa nada!

— ¿Sabes que diría tu madre al saber que ya bajaste una vez a Dunkelheit?

— Es que mi madre no tiene por qué enterarse de que bajé a Dunkelheit — Le dijo serio -

— Eren, en serio, ¿por qué le das tanta importancia a eso? — Volvió a preguntar insistente -

— Es algo que quiero averiguar — Confesó luego de un suspiro de resignación -

— ¿Qué cosa?

Silencio.

¿Cómo explicarlo? Ni siquiera sabía bien cómo empezar, sus recuerdos nebulosos le hacían hasta preguntarse si había sido drogado con ese coctel de la noche anterior, no había sentido alguno de que haya olvidado tantos detalles luego de probar esa bebida, sus memorias trataban de los últimos acontecimientos donde el protagonista era ese hombre con el rostro oculto en vendas, lo demás no eran más que lagunas de lo que pudo ser el recorrido y todo lo demás referente al bar, No Name Lounge and Bar.

— Es muy poco creíble, quizás dirás que estoy loco — Fue la única respuesta de Jaeger -

— ¿Por qué lo dices? — Volvía a insistir Armin -

— No sé si, agh — Bufó harto — no sé cómo explicar, ni siquiera estoy seguro. Es algo que creí ver.

— No te entiendo.

— Vampiros — Soltó sin más -

Arlert le lanzó una mirada llena de incredulidad, estaba notoriamente confundido.

— ¿Vampiros?

— Bueno, o eso creí ver. Era un hombre bebiendo la sangre de una chica. No digo que sea precisamente una criatura sobrenatural, quizá sea algo más.

— ¿Estás seguro?

— Por supuesto que no, por algo quiero ir a ver.

— Le das demasiada importancia a eso.

— Lo sé muy bien, Armin.

— Eren, ¿no lo entiendes? ¡Puede ser peligroso!

— Anoche no sucedió nada, no entiendo porque debería pasar algo hoy.

— Estás lastimado desde anoche y lo sé.

— ¿E-eh? — Eren lo miró con los ojos llenos de sorpresa.

— Allí se ve tu hombro un poco morado — Armin señaló el sitio donde se había corrido un poco la tela del suéter holgado que llevaba Eren, el muchacho cubrió de nuevo esa zona de su piel que se veía un poco violeta, frunciendo el ceño evidenciando qué tan lleno de frustración se hallaba en esos momentos -

— Fue una riña estúpida.

— Eren, por favor — Le volvía a insistir Armin después de interrumpirle, sobándose la sien un poco y clavando los ojos celestes en su cena — promételo — Elevó la vista para mirar a su amigo a los ojos —. Promete que no vas a volver.

Jaeger le miró serio, por unos segundos bastantes largos a su parecer, meditándose la decisión que tomaría luego de esto. Sabía la preocupación de Armin, lo conocía bien, el rubio estaba haciendo sus esfuerzos de hacerle entrar en razón antes de cometer alguna soberana tontería.

Lo pensó bien antes de contestar; y, finalmente, tomó una decisión.

— Bien, Armin, creo que tienes razón. Volver a ese lugar es estúpido — Dijo con seguridad -

Pudo notar bien como su mejor amigo relajaba las cejas junto con todo su semblante, se le notaba aliviado. Todo rastro de la tensión de antes había desaparecido dándole paso a una cena amena junto con una charla bastante trivial, pero lo suficientemente agradable para dejar el tema de los vampiros y de No Name Lounge and Bar atrás.

Sólo quedó limpiar los trastes, hacer un poco de los deberes juntos. Armin se despidió de Eren para seguir estudiando en su propio departamento, y luego de retirarse no supo que Eren, de hecho, había hecho el esfuerzo de mentirle tan solamente para no causarle más angustias.

A lo largo del resto de la noche, preparó sus cosas para salir, guardando de nuevo sus utensilios improvisados para tener defensa propia. No se había cambiado aún, sólo tenía las cosas por llevarse puestas sobre la cama, había comenzado a desvestirse, a tan sólo segundos de comenzar a vestirse para salir, y fue entonces en que nuevamente un timbre le interrumpía a sus intenciones.

Gruñó, no debía ser descubierto, decidió mejor volver a colocarse la ropa de antes y esconder todo lo que iba a llevar debajo de la cama, antes de dirigirse una vez más a la entrada de su pequeño departamento. La diferencia es que al abrir esta vez Armin tenía los ojos rojos, un poco llorosos. Se quedó callado, esperando a que su mejor amigo dijera algo.

— Perdón, Eren. ¿Te desperté?

— No, sólo iba a cambiarme.

El chico frente a él se limitó a asentir. Esta vez quien se preocupaba era Eren.

— No quería molestarte, sólo que… volvió a suceder.

El castaño asintió comprensivo. Le permitió al de ojos azules entrar, no era la primera vez que esto pasaba, tampoco es que le molestara, era algo que hacían desde que eran niños, así que el procedimiento fue el mismo; llevarlo hasta su habitación, recostarse ambos en la cama, darle a Armin la compañía que necesitaba mientras que los horribles recuerdos en los recuerdos de su pasado salían a flote a arañar las heridas de su alma.

Llevaba cierto tiempo desde la última vez, y es que desde niño Armin era atormentado por el amargo recuerdo del asesinato de sus padres, haber tenido que ser testigo de eso lo marcó lo suficiente como para que en aquellas alturas de su vida pudiera ser capaz de ver imágenes nítidas al cerrar los ojos. Al principio cuando vivía con Eren y Carla, el ojiceleste se iba con lágrimas en los ojos a despertar a Eren, pidiéndole disculpas por fastidiarlo, manifestándole que tenía miedo de esas imágenes que se reproducían cuál película de horror en su cabeza, entonces el castaño le decía que podían compartir la cama si eso le hacía sentirse mejor.

Y no mentía, sí funcionaba para calmarle, y lo mismo sucedía ahora.

Eren se encontraba justo ahora cogiéndole la mano como cuando eran más pequeños, esperando a que Armin durmiera, acercándose un poco más a él para que se sintiera mucho más seguro. Sentía pena por él, pues él mismo había tenido que forzosamente crecer sin un padre, pero Armin había perdido a los dos, no podía imaginar su dolor, el cómo era quedarse sin ningún otro pariente, debió ser un sentimiento de soledad muy grande. Esa había sido la razón por la que no hubo titubeos de parte suya o de su madre para que Armin fuese parte de la familia. Así que allí estaba, abrazándole como si fuese el hermanito que jamás había tenido, si se hablara de hermanos de sangre.

— Lo siento, Eren.

— No tienes por qué disculparte, Armin.

— ¿No es raro para ti? — De nuevo Arlert estaba con sus inseguridades -

— Lo hemos hecho durante años. ¿Por qué va a incomodarme? Eres mi mejor amigo.

— Ya no somos unos niños.

— No me importa. Me es imposible no preocuparme por ti. Así que si esto te hace sentir mejor, no me importa hacerlo.

El rubio asintió cerrando los ojos. Eren esta vez no le mintió, no le incomodaba abrazarle para que durmiera, había cariño después de todo.

Se mordió el labio pensativo al ver que Armin ya se encontraba totalmente dormido. Detestaba mentirle a la gente que le importaba, no estaba bien, para nada bien, pero no quería darle más angustias. Incluso lo que le hacía sentirse más culpable era el hecho de que Armin haya tenido que pasar por eso otra vez, pues Jaeger asumía que él había sido el causante de que volviera a tener pesadillas, ¿Había sido simple coincidencia? No lo creía. Él le dio razones para preocuparse, y quizá eso le había terminado causando pesadillas de ese acontecimiento tan traumático para Armin.

— Tú perdóname a mí, Armin — Susurró en medio de la oscuridad sin obtener ninguna respuesta -

.

Jaeger había vuelto a leerse toda la información que Armin le facilitó el día anterior, lo hacía yendo en el transporte público que lo dejaría en la estación adecuada. Le parecía increíble no poder recordar varias cosas, pero a medida que iba leyendo su laguna mental por una parte se iba haciendo más profunda y nebulosa y por otro lado se iba aclarando.

Era muy confuso en realidad, la verdad le costaba entender un poco, no estaba seguro si era por el cansancio.

El recuerdo más vívido era el hombre de las vendas, mirándole con aquél ojo afilado y de color carmín, que parecía brillar como el magma de un volcán en erupción dispuesto a tragarle y destruirlo hasta hacerle cenizas. No iba a mentir, era amenazante, pero no por eso debió dejarse doblegar.

Aunque no se dejó, sólo tenía una fuerza tremenda.

Como lo viera, así como Armin le dijo; no debería darle tanta importancia como lo hacía. Debía concentrarse mejor en encaminarse de nuevo a No Name Lounge and Bar para conseguir esas malditas fotos. Aunque a su vez se moría por saber qué era eso que ocultaban, más allá del hecho de que fuese un bar repleto de “vampiros”.

A pesar de que estaba pensando mucho, había cierto cansancio mental y físico, no sólo por el esfuerzo de recordar las cosas que había vivido la noche anterior, sino también el hecho de sólo dormir un par de horas, estaba agotado y ni podía darse el lujo de descansar como es debido gracias a su propio afán. El resultado de esto es que terminó quedándose dormido después de subir al tren de los engranajes que lo llevaría a la profundidad del agua hasta la ciudad de Dunkelheit.

En medio de su descanso su mente parecía aclararse poco a poco. Recordaba un poco mejor el ambiente de adentro, cosa que no podía descifrar a la hora del mediodía cuando Kirschtein se lo cuestionó; muchas luces de neón, todo el salón tenía balances entre colores oscuros y otros colores más entre pasteles y brillantes sin dejar de ser tonos fríos, sobretodo luces violetas que iban cambiando al ritmo de la música.

También estaban esas personas vestidas formalmente, no era una vestimenta muy común pero no dejaba la elegancia por ningún lado a pesar de tener ese montón de correas, con los ojos vendados, sólo dejando uno de estos mostrarse sutilmente, quizá para no quedar totalmente a ciegas.

Claro, por eso es que aquél hombre llevaba vendas en la cara.

Vendas sólo dejando ver el carmesí del ojo visible, mientras que bebía del cuello de alguien.

¿Quién era? Ah, sí, una chica de baja estatura, rubia y…

Apretó los ojos, ¿Ya habría llegado? Sentía mucho frío de repente.

— ¿Ya despertaste?

¿Eh?

Eren abrió sus ojos esmeraldas, sintiéndose mareado, desubicado. ¿No estaba en el tren antiguo de los engranajes?

— Hey, basura.

¿Basura?

Enfocó mejor la vista mirando de quién se trataba. Era el hombre de las vendas, con su ojo carmín visible. Llevaba el mismo traje, las mismas vendas, sólo que esta vez tenía puestos unos guantes de nitrilo.

Eren no entendía nada, ¿Dónde estaba? ¿Por qué estaba en esa habitación oscura? ¿Por qué tenía tanto frío? ¿Cómo llegó a esa situación?

¿Por qué no podía moverse?

Al ladear el rostro miró con horror su brazo derecho, inmovilizado al igual que sus otras extremidades, la diferencia radicaba en que su brazo derecho estaba cubierto de una capa de hielo, estaba literalmente congelado. Pero… ¿Cómo?

— Supongo que tienes las dudas de cómo; nitrógeno líquido — ¿Qué carajos? —. Si te preguntabas el porqué; pues creo que fui muy claro anoche, ¿no?

Eren empezó a hiperventilar, no podía moverse, estaba bien inmovilizado y su brazo… ¿Desde hace cuánto estaba congelado? Segundos después llegó de golpe un  fuerte dolor, por lo que terminó gritando y ladeando el rostro para observar qué pasaba. El sujeto de cabello oscuro estaba vertiendo agua humeante que iba derritiendo la capa de hielo que quemaba su piel.

— Aun así decidiste volver. ¿Por qué? A parecer eres lo suficientemente testarudo para venir aquí a que te vea la cara. 

¿Por qué? ¿Qué tan buena razón tenía? Era una estupidez, realmente.

No sabía qué responder, es como si de la nada perdiera la capacidad del habla. Ladeó el rostro a otras partes, buscando alguna otra persona, tratando de reconocer alguna cosa que pudiera ayudarle, pero sólo se topó con la misma chica rubia que andaba con el hombre de las vendas. Ella lo miraba ausente, con sus ojos azules un tanto vacíos.

Pero, no logró observarla por tanto tiempo, un dolor repentino y agónico le hizo girarse de nuevo, sin contar que soltó un grito fuerte. Miró con terror su piel quebrándose ante la penetración de un objeto afilado, literal parecía quebrarle la carne, al estar congelada había perdido elasticidad, así que parecía goma fracturándose y dejando unos riachuelos color rojos mientras que sus ojos lagrimeaban de puro sufrimiento.

— Estoy esperando tu respuesta, pedazo de mierda — De nuevo halaba su piel y Jaeger sólo gritaba sin atreverse a quitar la vista de allí, veía sus tejidos romperse, y de nuevo escuchaba el crujir de sus huesos cuando el sujeto tironeó de su brazo.

La sangre no paraba de brotar cuál cascada rojiza, y se sintió bastante asqueado —y perturbado— al ver que el de cabellos azabaches cogía una elegante copa de cristal y la colocaba cerca de donde salía su sangre, esperando a que se llenara la copa del cálido líquido carmesí.

No sabía cuánto tiempo pasaba, la habitación estaba llenándose de un hedor a sangre muy desagradable, ese olor metálico lo estaba mareando junto al mismo dolor que le acompañaba ahora. Temblaba en silencio, tratando de soportar aquella tortuosa barbaridad que le estaba haciendo aquél sujeto despiadado, que aunque su rostro no cambiaba ni expresaba emoción alguna, seguramente se reía de él por dentro. Casi podía contar cada una de las gotas rojas que manaban de su piel, las escuchaba, una cayendo tras la otra a esa copa, también retumbaba en sus oídos el retumbante tictac de un reloj antiguo que estaba en alguna parte de esa oscura y maligna habitación de torturas.

Quizá no debió ir hasta allá de nuevo, no fue buena idea obedecer ese afán suyo de descubrir los secretos ocultos en Dunkelheit.

Al final, sólo quedó quitar la vista para mirar suplicante a la rubia. Tenía que ayudarle, decirle a aquél sádico que parara.

— Lo lamento, lo hiciste enojar… — Fue lo único que obtuvo de la muchacha que le veía con un rostro lleno de lástima, sin hacer nada por ayudarle.

— Respóndeme. ¿Qué es lo que estás buscando? — Le habló lentamente, con crueldad, siendo intimidante. El castaño ladeó el rostro para mirarlo, la copa estaba llena y vio que el hombre bebía goloso de esa copa ensangrentada. Aquél sujeto le cogió la mano y tiró de allí haciéndole oír los huesos crujir. Eren sólo podía gritar y chillar por el sufrimiento, siendo testigo de cómo cada uno de sus músculos y cartílagos cedía ante la brutal e inhumana fuerza del de cabellos azabaches.

Los alaridos hacían eco, se atormentaba con su propia voz que se había vuelto tan lejana, acercándose cada vez más a él de nuevo; mucho más urgida y desesperada.

— ¡Joven, despierte!

Eren se reincorporó asustado, sudando frío. Las costillas estaban siendo golpeadas brutalmente por el propio latir de su corazón, estaba espantado por las sensaciones de aquella pesadilla que acababa de tener, ya que ahora había despertado en ese vagón sujeto por enormes y notoriamente pesados engranajes.

Necesitaba calmarse, concentrarse en ese señor que ahora le acababa de despertar.

— Llegamos hasta la última estación.

— ¿La última estación? No, no. Debe volver; se supone que debía bajarme en la primera estación entrando a Dunkelheit.

— Lo lamento joven, este fue mi último turno, debe bajar del vagón ahora y tomar otro de regreso.

El castaño se sintió estúpido. ¿Por qué tuvo que quedarse dormido? Y era lógico que ese sujeto no iba a devolverse en todo el recorrido sólo por un pasajero despistado. Gruñó por lo bajo, escuchó las indicaciones de dónde podía conseguir otro boleto y bajó del vagón a regañadientes.

Maldición, y hacía un frío tremendo, ¿Qué tan profundo había llegado? Debe de estar muy, muy lejos como para ser la última estación, seguramente al otro lado de la ciudad y en la zona más profunda y —de seguro— la más peligrosa.

Se acercó hasta las taquillas para comprar otro boleto, pero lo que miró estaba haciéndole añicos sus nervios y su seguridad.

Cerrado.

¿Cómo que cerrado? No se supone que debería estar cerrado, ¿Por qué lo estaría? Se decidió por volver de nuevo al vagón de donde bajó muy molesto y dispuesto a reclamarle al conductor, pero no lo pudo encontrar. Estaba solo en esa estación que parecía un cementerio de trenes.

— ¡Maldita sea! — Gritó furioso. Escondiendo las manos en los bolsillos de su chaqueta. Cada vez que exhalaba podía notar el vaho formarse por el frío que hacía en ese condenado lugar.

¿Debía caminar? No tenía que entrar en pánico tampoco. Estaba seguro que podría volver por sus propios medios. Tenía un móvil, sólo necesitaba activar el GPS. Sí, allí estaba la solución. De seguro habría alguna terminal cercana donde tomar el transporte público, una agencia de taxis, lo que sea que le sirva como método de transporte. Tenía algo de dinero, podría pagarlo.

Eren un poco más esperanzado sacó de su bolsillo su celular sin frenar el paso de su andar, no obstante, su optimismo volvió a venirse abajo. Acababa de notar que no tenía señal.

Lo que le faltaba.

Ahora sí sentía el pánico poco a poco hacerse de él. Estaba en el medio de una situación que no era para nada agradable, ni un poco. En un sitio que no conocía, de una ciudad que sabía muy bien que era peligrosa, sin medio de transporte, sin señal, a la merced de quien sea que estuviese cerca en medio de la oscuridad. No había ni puta gracia en eso.

Caminó más rápido tomando de guía esas vigas metálicas de donde se colgaba el tren, si las seguía, podría salir. Estaba casi corriendo a estas alturas, le faltaba el aire y no estaba seguro si era a causa del cambio de presión por estar a no sabía cuántos kilómetros debajo de la superficie del agua, o si era el resultado de su misma paranoia de estar en un lugar totalmente extraño para él.

Cualquier rastro de tranquilidad se había esfumado por completo, y la calma tardaría más en llegar luego de escuchar el ruidoso rugido de motores, porque eran más de uno. Y sí, no se equivocaba, forzosamente paró su andar y notó sudando frío como varias motocicletas lo rodeaban. Por obra de un acto reflejo metió la mano en su bolsillo tocando el cutter que había traído para defenderse, aunque no estaba seguro si podría con todos.

— No pareces de por aquí, niño — Dijo un sujeto bajándose de la motocicleta. Estaba armado, pero no como él que llevaba un utensilio corto punzante sino con un arma de fuego.

Eren estaba agitado, lo miraba impávido, desafiante, pero no parecía intimidar al hombre. Quiso ignorarle, rodearlo y seguir con su camino, pero en serio estaba rodeado. Eran tres motos en total, quizá no cerraban una circunferencia alrededor de él, pero era lógico que no podría salir fácil de esa.

— ¿Traes dinero? — No contestó tampoco — En fin, mocoso. Sólo necesitamos tu móvil y esa cadena que llevas allí, no te haremos nada a menos que me coloques de mal humor.

Jaeger intentó pensar, sólo retrocedió un paso tratando de ver en su entorno alguna posibilidad de salir. Tragó grueso guardando la cadena de donde colgaba una llave color dorada. No estaría dispuesto a darla, tenía un significado muy grande para él.

— No puedo dárselas.

— ¿Qué dices? — Preguntó el sujeto mirándolo con burla, mostrándole el arma — ¿Eres estúpido o algo así? ¿Qué es lo que te hace creer que puedes decidir? — Esta vez el tono de voz había cambiado, tornándose agresivo, con odio. Parecía odiar a Eren por alguna razón que el castaño no sabía -

— ¿Acaso crees que por venir de allí arriba también puedes decidir qué hacer aquí? — Intervino el otro sujeto — Este no es tu lugar.

Parecían ser rugidos, se veían furiosos con él cuando jamás en su vida los había visto antes. ¿Cómo es que lo juzgaban así? ¿Era tan obvio que no era de Dunkelheit?

Estaba temblando demasiado, sentía que realmente su vida se hallaba en riesgo, esos sujetos peligrosos escupían todo su odio a él cuando no tenía nada que ver con ellos.

Se quedó sin aire al reconocer el chasquido de un arma cargada. Nunca antes se había detenido a pensar en la hora de su muerte. Aún con la carrera que había escogido, teniendo en cuenta eso quizá pudiera escoger una muerte más significativa, que sea en batalla defendiendo sus ideales, de una manera heroica, no en el medio de un asalto siendo un simple estudiante de criminología, desarmado y que se hallaba en los confines del peligro siendo llevado por su propia curiosidad.

Detestaba esto, no debió acabar todo así. Sus ojos habían empezado a lagrimear de pura frustración cuando escuchó la pólvora estallar, pero sin rastro de sentir dolor en su cuerpo.

El lugar se llenó de gritos, pero no eran los suyos. No entendía, le confundía más esta situación. Había cerrado los ojos espantado y tratando de prepararse para recibir la bala en su cuerpo, pero no había sido capaz de recibir algo similar. Lo único que hizo fue abrir los ojos sorprendidos al sentir labios ajenos sobre los suyos.

Eren todavía estaba temblando del nerviosismo, y estaba paralizado. Reconocía quién era el que lo estaba besado cogiéndole de la barbilla con aquellos dedos helados.

Había sido el hombre de las vendas, sólo que esta vez no llevaba las vendas como en la noche anterior. Pero era él, lo reconocía. Lo miraba fijamente, como si le retara. Eren sin poder separarse miró a los ladrones de antes allí en el suelo temblando de miedo.

Estaba demasiado confundido, tanto que le dolía la cabeza. ¿Acaso seguía dormido dentro del vagón?

¿O es que había una razón para que el bartender de anoche se las arreglará para derrotar a unos asaltantes armados y de repente besarlo así tan de la nada?

…Continuará…

Notas finales:

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Próximo capítulo: Mundo de dioses y monstruos

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N/A: Sí, así mismo, como la canción.

Sé muy bien que me tardé, pero les ofrezco este capítulo que quedó un poco más largo. Es más largo que el primero y que el segundo, espero que haya sido entretenido y de su agrado. Siento que esta será una de mis historias menos leídas por narrar tanto y de paso poner parejas randoms xDDD Pero recuerden; la pareja principal es Eren x Levi. Así que no se preocupen.

En fin, lo siguiente de ahora no lo tienen que leer. En serio, si no quieren seguir leyendo esta nota les dejo un sincero gracias por leer –les lanza un corazón-. Sólo necesito dejar algo en claro.

No me tardé por falta de tiempo o por falta de inspiración, de hecho ciertas cosas me han dado más inspiración —aunque serían para capítulos próximos—. Resumiéndolo bien me he sentido desde hace un poco más de dos meses algo desganada, en cualquier aspecto; con mis estudios, laboral, hobbies. Siento que las cosas no me salen como quiero, o como planeo, pero sobretodo es algo más, cosas que ya son ajenas a mi voluntad y que por más que lo evite me terminan desanimando muchísimo.

En fin, si pinchan allá arriba en mi perfil, podrán darse cuenta de que soy venezolana. No sé si ustedes estarán del todo conscientes, pero es que Venezuela no está pasando por un muy buen momento. Son cosas que en verdad, preocupan, o por lo menos a mí me preocupan, y no sé si hay gente de Venezuela en mi pequeña audiencia, pero creo que pueden entender bien.

Y allí lo corto :’D No me extenderé en eso, quienes vienen hasta acá es para leer sobre como poco a poco Eren y Levi llegarán a manosearse un rato y después darse cariñitos :’DD Hay bastante información con respecto al tema, pueden incluso buscar Youtubers venezolanos o algo que les preste información —si eso quieren— Patricia Echeverría creo que lo explicaría mejor que yo.

Es sólo para dejar en claro que no me tardo por falta de tiempo, en sí tengo tiempo suficiente como para actualizar casi dos veces a la semana, y créanme que sí siento culpa por tardarme, sólo hay veces que ni siquiera tengo ánimos de prender la lap. Me he perdido varios capítulos de Snk, y es mi anime favorito :’D Debería ponerme al día.

En fin, se les quiere, nos leemos en el próximo capítulo~


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