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Dunkelheit por Vientoyhielo

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Notas del capitulo:

Antes de empezar quiero dedicar este capítulo especialmente a dos personas; A Danielis Tovar (una amiga me llegó a comentar que esta chica estaba esperando aún la actualización del fic) y a A.K. (quién me llegó a comentar como 96Gackt) que me dijo que chequeaba a diario a ver si actualizaba :'3 no saben qué tan feliz me sentí luego de saber eso, aunque me sentía muy mal por no actualizar todavía. Es genial que esperen con ganas aún por este siguiente capítulo :'3 en verdad muchísimas gracias. 

Capítulo cuatro: Mundo de dioses y monstruos

Dicen que conforme se va creciendo hay muchísimos recuerdos de la infancia que se van olvidando poco a poco, desapareciendo como las cenizas en el viento, que la mente empieza a reemplazar la memoria vieja con la adquirida recientemente, como lo haría alguna computadora para ahorrar espacio, sólo que los nuevos datos que se van recopilando se guardan en los confines de un cerebro, entre aquél sinfín de neuronas.

En el caso de Armin se le pudieron olvidar varias cosas, como la vez que había mudado su primer diente, o como, obviamente no recordaba, su primer cumpleaños. Entre las cosas que aun podía tener clavado en su mente y revivirlo de nuevo como si se tratara de una grabadora era el día en que sus padres murieron a manos de personas crueles y la vez que conoció a Eren.

Quizá era mucho más lógico que recordara algo como el asesinato de sus progenitores dado a lo traumático que fue, sin embargo conocer a Eren había sido todo lo contrario, toparse con él no le había quebrado el espíritu; y aun con eso simplemente no lo olvidaba.

Armin había conocido a su mejor amigo cuando era pequeño, de hecho se podría decir que crecieron juntos. Recuerda aun la vez en que se habían encontrado en el vecindario, donde otros niños lo molestaban y Eren lo defendió al instante de ver lo que ocurría. Había sido en una calurosa tarde, cuando la tierra se pegaba a su piel y ropa mientras que su cabeza era empujada hacia el agujero de un árbol hueco, casi podía sentir de nuevo lo áspero de la corteza raspándole la cara y varios insectos picándole el rostro, pues era un invasor aunque eso fuese en contra de su voluntad; de todos los que estaban cerca presenciando aquél cruel acto, Jaeger había sido el único en ayudarle. Tampoco había sido fácil para Eren sacarlo de esa penosa situación, pues tuvo que pelear con los otros niños que de por sí eran un poco más grandes, quedando así el castaño con la nariz rota y uno de sus ojos verdosos rodeado de piel purpúrea gracias a un moretón.

Eren lo había llevado de la mano lejos de ese parque, ambos con unas pocas lágrimas en sus ojos siendo un par de niños de 11 años, en ese entonces. La madre de Eren lo regañó tan pronto lo había visto, por meterse en problemas, aunque luego de oír la historia de lo ocurrido les sirvió a los dos leche fresca y algunas galletas con el fin de subir los ánimos.

Desde ese día en el que Eren le ayudó a levantarse y a sacudirse el polvo de su ropa sabía que tuvo suerte de encontrarlo.

Fue un encuentro fortuito, quizás un suceso banal para muchos, no obstante lo recordaba muy bien y le era importante.

Eren Jaeger era alguien importante para Armin Arlert.

En medio de las penumbras de aquel departamento, Armin luego de colarse por el pasillo tomaba asiento en su silla, con las manos sobre el pequeño escritorio de madera clara con el que contaba en su habitación. Debería estar con sus respectivas lecturas, no era el mejor de su clase por pura casualidad y aunque siempre había sido muy aplicado en actividades académicas no podía estar para nada concentrado en sus deberes como solía estarlo. Es que le era simplemente imposible, no importa cuánto lo intentara, no podía enfocarse.

No mientras que él no esté.

Eren no había regresado todavía. ¿Cuánto había transcurrido desde que su amigo desapareció? ¿Días? ¿Semanas? La noción del tiempo se había vuelto tan frágil y corrompida por el nerviosismo que ahora cada vez se hacía más de él, gracias a la ansiedad que lo llena en cada una de sus células. Lo que recuerda es que le pidió a Eren que no cometiera la imprudencia de volver a Dunkelheit, el castaño había aceptado y como no podía conciliar el sueño habían compartido la cama como cuando eran niños, llenándose de calma pudo caer dormido, mas sin embargo despertó en medio de la madrugada y no pudo hallarle allí, Jaeger se había marchado.

Desde allí su concepto del tiempo fue quebrantado, y simplemente era consciente de que Eren ya no estaba.

En este instante contaba con un teléfono en su mano. ¿Por qué? Cuando le sintió vibrar se estremeció un poco. Cierto, su estupor había sido por ver el nombre en la pantalla de su teléfono unos segundos antes, sumiéndose dentro de aquel hilo de pensamientos.

«Carla Jaeger»

Era la madre de Eren. Sabía bien por qué intentaba contactarlo, era completamente lógico. Comprendía bien el motivo de su llamada, pues de todos modos Eren no estaba, la mamá del castaño contaba con tantas ganas de ubicarle como él mismo las poseía.

Deslizando la figura verde que iluminaba su pantalla justo debajo de la fotografía de la señora Carla Jaeger junto a él y Eren, atendió la llamada incapaz de formar alguna palabra en el instante que escuchaba el débil y quebrado sollozo que le recibía del otro lado de la línea. Armin se estaba sintiendo agradecido de que no se tratara de una videollamada porque de ser así le lastimaría profundamente mirarla en ese estado.

El mismo Arlert sentía un nudo en la garganta que no le permitía hacer algún sonido, más que un jadeo mudo, tratando de respirar.

¿Dónde estaba Eren?

Como si el destino estuviese tramando algo para su perturbación, el timbre de su departamento lo alteró tras sonar en varias ocasiones y de manera impetuosa. Aún aturdido Armin bajó su teléfono, le hubiese gustado darle una disculpa a Carla, decirle que aguardara un momento, pero sus cuerdas vocales no parecían querer funcionar en ese instante. Apresurándose en caminar a paso rápido. ¿Sería Eren? Armin se encintaba pensando en que quizá llegaría y le daría una especie de explicación. Una especie de «Me fui a despejar mi mente y luego volví. Lamento haberlos preocupado». Luego él le haría entrar en razón después de gritarle que a la próxima dejara un mensaje o algo así.

La decepción se hizo presente tan pronto abrió la entrada de su departamento, percatándose de esa forma que no había nadie tras la puerta, descendiendo ahora sus ojos celestes al suelo con desánimo, al instante notó que alguien dejó una caja allí, observarla levantaba un tornado de emociones encontradas, casi haciéndole sentir el estómago revuelto.

No había sello de alguna empresa de logística, no había etiquetas en esa enorme caja, ni de remitente ni de destinatario. Tragando grueso para quitarse las náuseas y se armó de valor para levantarla. Era un poco pesada pero podía llevarla en sus brazos. El asco lo invadía cuando supo que la base de dicho objeto estaba un poco húmeda.

Se mareaba... ¿Qué debía hacer? ¿Sí era un paquete para él? Él no había comprado nada ni mucho menos esperaba por algún paquete.

¿Y si era algo importante?

¿Qué si era algo sobre Eren? La piel se le fue colocando de gallina de tan sólo considerar tal probabilidad.

Se mordió el labio antes de rebuscar entre sus cosas alguna tijera o cutter que le funcionara, tropezando su mano contra varios objetos en sus cajones. Decidió colocarse a gran velocidad unos guantes, por si se trataba de algo peligroso o ilegal. Estaba lleno de ansiedad pero se atrevió a abrir el paquete, en su interior miró algo parecido a una caja metálica, algo como una pequeña hielera con un sobre pegado a esta. En esta ocasión sí encontró un destinatario; encontró su nombre, el de la madre de Eren y el nombre de Jean, seguido de una frase que rezaba:

«Mirar esto primero. Posteriormente abrir la caja»

¿Mirar qué cosa? Abrió el sobre encontrando un diminuto chip. Y los mareos fueron volviendo junto con toda su ansiedad. Intrigado se fue encaminando a su escritorio, cogió el chip y casi se le cayó pues las manos le estaban temblando. Colocándolo en su portátil permitió que el aparato pudiera leer el chip, haciendo que dejara salir un ruido que le indicaba que había reconocido el dispositivo.

Lo que era un nudo en su garganta ahora fue transformándose en una sequía en su faringe que lo haría toser en cualquier momento, pero no se detendría para buscar agua ahora. Debía de ser importante lo que había allí, por lo tanto sin estar dispuesto a perder más tiempo, abrió el único archivo dentro de ese dispositivo. Al rubio se le fue erizando los vellos de la espalda y brazos al notar el nombre del archivo.

«Jaeger»

El holograma fue saliendo disparado desde la pantalla, iluminando y contrastando con las penumbras de aquella pieza, enseñaba un vídeo en tres dimensiones donde colocaban números púrpura en cuenta regresiva; tres, dos, uno... Destellando algo que luego provocaría el mayor terror a su único receptor.

En la grabación fue enseñando hombres con máscara, tres para ser exactos. Portando máscaras blancas, color hueso con un enorme pico, dándole un aire macabro. Dos de los hombres estaban de pie y el tercero se ubicaba de rodillas en el suelo, en el medio de los otros dos.

Arlert se estremecía al oír una voz con filtro para que no se reconociera su portador.

— Armin Arlert —Armin tembló—, Jean Kirschtein—el hombre desconocido hacía otra pausa—, yCarla Jaeger —declaraba el sujeto del holograma ubicado a la izquierda, inmóvil— ¿Disfrutan lo que ven, jodidas mierdas? Esto es lo que le hacemos a los bastardos que vienen a molestar en nuestras tierras. Dejamos acá el precio que paganaquellos malditosquienes se atrevan a irrumpir nuestros confines —hubo una diminuta pausa—. Jamás nos dejaremos llevar como borregos ante cualquier mierda que piensen de nosotros, y no tenemos el más mínimo arrepentimiento por tomar sus cagadas e insignificantes vidas, a fin de cuentas su carne nos sirve aunque sea para llenar nuestras tripas. Aunque en este caso; es una pena que se deba tomar esta vida, la cual tal vez nos habría servido de algo. Tiene cierto potencial —el sujeto volvió a parar su monologo cogiendo desde la nuca al que estaba de rodillas, levantándolo un poco y sacando un quejido de este.

Armin se sintió observado y le invadieron náuseas de nuevo, mas no cerró el vídeo en ese momento. Él supo que ese rehén probablemente estaba drogado, puesto a que pataleaba con torpeza y apenas y lograba estar de rodillas.

El rubio jadeó en silencio, aguantando la respiración por unos segundos.

No, no, no, no. Eso no podía ser... no quería que eso fuese posible. Él no era idiota, ese mensaje era para él, había una razón por ello, y es que aunque no hayan pronunciado el nombre de su mejor amigo sabía muy bien que se trataba de Eren.

Por algo el título del archivo era «Jaeger».

¿De cuándo será ese vídeo? Una parte de él quería detenerlo, quitar esa grabación y luego él mismo encargarse de buscar una manera de traer a Eren de vuelta, pero necesitaba verlo hasta el final.

Tomando aire que sintió que le faltaban a sus pulmones fue prestando atención a lo siguiente. Se arrepintió al instante, porque en cuestión de segundos el sujeto a la derecha desde su perspectiva utilizó una clase de láser para cortar perfectamente la cabeza de la persona que estaba de rodillas. La sangre brotando del cuerpo ahora sin vida. Armin ahogó un grito en su mano que ahora le cubría la boca, estaba horrorizado y temblando como un animalito a punto de ser cazado.

Mataron a esa persona... Mataron a Eren... ¿verdad?

Aunque quería cerrar los ojos se limitó a observar el río carmesí que ahora flotaba en ese holograma que algún tipo de secta o mafia le había enviado como advertencia. El metraje terminó con una frase en letras grandes color blanco.

«Abrir caja»

Jadeó fuerte, quedándose en otra especie de estupor. El mundo a su alrededor parecía haber desaparecido, excepto por la caja que parecía seguir derritiéndose allí en el suelo, haciendo un pequeño charco minuto a minuto. 

Abrirla, debía abrirla. Se recordó Armin, tratando de acompasar su respiración, que parecía haberse puesto errática sin que él mismo contara con la capacidad de notarlo.  

Cauteloso y con taquicardia destapó la caja, la cual cerró en seguida tan pronto descubrió la máscara de pájaro allí dentro, la misma que había salido en el  vídeo que acababa de finalizar.

No, se negaba Armin ya con las lágrimas surcando los bordes de su rostro, se volvían abundantes como una avalancha. Eso no era ninguna mascara. 

Una máscara no debería ser tan pesada...

Sollozo espantado, volviendo a abrir la caja. El contenido era hielo más lo que pensó que era una máscara, pero sintió las arcadas atormentarlo y sentir asfixia cuando supo que eso dentro de la hielera no era una simple mascara, era una cabeza. Armin se mordía el labio en un vano intento de calmarse, mientras que con sus manos enguantadas retiraba la máscara y descubrir el horror. 

El llanto desgarró la garganta del joven rubio, porque por supuesto, esa era la cabeza de su mejor amigo Eren Jaeger. Había muerto siendo decapitado y todavía conservaba esa expresión de terror en su rostro a pesar de estar sin vida.

.

Los fuertes chillidos que retumbaban en el departamento despertaron a Armin de tan horrenda pesadilla. El sudor estaba bañando su cuerpo, mientras que las lágrimas se habían hecho de su cara. Hiperventilaba, su corazón latía con tal fuerza como si quisiera salirse de su tórax, incluso le dolía ese constante e impetuoso golpeteo ligándose a la agónica sensación que le había causado tan cruel sueño.

Todo, cada detalle había sentido real, lo suficiente como para obligarle a levantarse y buscar su celular. Estaba en el departamento de Eren todavía, mas no por eso sentía menos necesidad de cerciorarse de la fecha.

Suspiró, aún con el llanto contenido. Aliviado porque sólo había amanecido, el día anterior sí vio a Eren, la fecha lo confirmaba. Aunque por otro lado le asustaba no ver que haya vuelto.

Tal como había ocurrido en su imaginación, Eren había roto su promesa de no volver a Dunkelheit. 

.

En un departamento sumido en el silencio se hallaban dos personas que no cruzaban ni miradas ni palabras, casi como si ninguna de las dos supiera de la presencia del otro; cosa que no era así. Tal afonía era interrumpida por el ruido de cristales colisionando delicadamente al abrir una nevera, el más bajo de los dos hombres fue quien tomó la palabra:

— ¿Entonces? ¿Vas a querer algo de beber o no? —el hombre de antes le preguntaba de nuevo utilizando un tono de voz neutral. Se giró a ver al castaño y con sus ojos grisáceos leía la expresión de su inusual acompañante que ahora tomaba asiento en un banquito del minibar de esa pulcra cocina.

Eren por su parte encargándose de analizar cauteloso los movimientos del vampiro que estaba a un metro de distancia de él. Revisó de reojo la nevera abierta, notando varias latas de algo que podría parecer cerveza, aunque dudaba que lo fuese, ni siquiera podía reconocer el logotipo de alguna marca conocida como Heineken o si fuese una soda como Pepsi. ¿Sería sangre enlatada o algo así? También había unas cuantas jarras con agua.

— ¿Cómo sé que no me darás algún tipo de droga extraña? —preguntó desconfiado el castaño.

— ¿Para qué?

— No lo sé, para matarme y comerme, o beberte hasta la última gota de mi sangre quizás.

— No lo haré.

— No me consta —Eren respondió.

— Mira, mocoso idiota. Confía en lo que te diré; si de verdad piensas que me hace falta drogarte para algo así, estás jodidamente equivocado. Además, ¿No te parece que si te quisiera muerto te habría dejado allí con el grupo de matones? —el hombre de menor estatura sacó una de las jarras con agua, dejándola en el minibar.

Bueno, tenía un buen punto. Aunque en verdad cuando fue llevado hasta lo que parecía ser la morada del azabache pensó en verdad que sólo lo había "rescatado" por ser su presa. Al final de cuentas, era mejor comer en casa que afuera, ¿no?

Pensando bien las cosas, no es como si No Name Lounge and Bar se viera como un lugar sano.

— ¿Me negará entonces que se pueden conseguir drogas en aquel bar? No soy estúpido, muchos allí estaban notablemente drogados —lo desafió Eren.

— ¿Eres estudiante de criminología y de verdad crees que hay bares donde no se mueven drogas? ¿Qué mierdas y pendejadas te están enseñando entonces?

— ¿Q-qué? —Eren abrió su boca por unos segundos, asombrado— ¿Cómo sabe que yo...?

— Lo dice tus credenciales de la universidad —el azabache lo interrumpió, metió una de sus manos en el bolsillo de la elegante chaqueta que portaba y sacando algo de esta.

Jaeger atestiguó al contrario enseñar una cartera. Sin perder tiempo revisó sus propios bolsillos donde debió estar su cartera, no estaba. Así que en efecto esa era su cartera.

— Usted es... ¡Un ladrón! —Jaeger le rugió molesto— ¡Devuélvalo! —el hombre le arrojó desinteresado la cartera. Eren al recibirla se ocupó de revisar el contenido, dejando salir un suspiro, aliviado de saber que todo estaba allí. No le había robado. Más no por eso había menos ofensa en el hecho de que un sujeto le revisara sus cosas— ¿Y no le enseñaron que es de mala educación tocar las cosas que no son suyas? —le refunfuñó.

— ¿De verdad crees que voy a traer a un desconocido a mi departamento, Eren? —se sentía raro que ese hombre lo llamara por su nombre sin él saber del suyo— y no sé quién de los dos es el grosero, pues te salvé el culo no hace mucho. Aunque de hecho debí haberte dejado allí, gracias a que no me hiciste caso. Dunkelheit no es lugar para ti, te lo advertí y lo que hiciste fue pasarte por los huevos mis órdenes.

Eren arrugó más las cejas ante ese comentario. ¿Ordenes? No se sentía agradecido porque ni siquiera estaba seguro sobre si podía considerarse "a salvo". Por lo menos no hasta saber las intenciones de ese vampiro.

— No es como si le haya pedido ayuda, tampoco es como si tuviera que obedecer a un desconocido. No entiendo porque la necesidad de salvarme.

El otro hombre fue ahora quién se mantuvo en silencio por unos cuantos segundos más, como si pensara en las palabras adecuadas a pesar de que utilizaba ese vocabulario rudo.

— Soy Levi, si tanto te lo preguntas —el hombre esquivó la pregunta—, ya no soy un desconocido. Entonces ya créeme que este no es un lugar para ti.

¿Por qué tanta insistencia?

Y es que en verdad Eren no comprendía aquello. Lo que menos entendió fue ese beso al final. ¿En qué había pensado? ¿Podía tratarse de una técnica de los vampiros para envolver a sus presas? Llegó una vez a leer —cuando lo hacía por mero hobbie algunas historias de ficción— lo seductores que pueden ser esas criaturas. Eran historias donde los hematófagos le daban besos venenosos a sus víctimas, manipulándolos con eso, haciendo a su presa adicta a ellos y que estuviese a su merced antes de que bebieran de ellos. Debería investigar un poco, aunque era difícil juzgar entre la información veraz y la ficción dado a que quizá era él de los pocos que lograba ver que tales criaturas sí eran reales.

El beso había sido... raro. Casi podía sentir el hormigueo de nuevo, algo que no le agradaba. No es que haya sido una sensación desagradable, sólo que odiaba sentirse vulnerable por recordar el sabor dulce de los labios del hombre de las vendas.

Tal vez no estaba tan equivocado al pensar que ese vampiro sin nombre lo sedujo con sus labios para cazarlo y beber hasta lo último de su alma, pues de alguna forma quería repetirlo pese a que fue fugaz, de parte de un desconocido y que le llevo a un estado de estupor. ¿Entonces sí cayó en sus garras?

No, no iba a permitirse ser cazado por él.

Paseando los ojos por el lugar, miró qué podría ser útil para él, puesto a que debía huir de ese sitio antes de que ese tal Levi le hiciera algo.

— ¿Y no me va a decir por qué me salvó?—siguió la conversación, insistente por entender.

De nuevo silencio por un par de segundos. El hombre de cabellos oscuros se giró poco después de coger de nueva cuenta la jarrade agua. Se acercó a la alacena.

 — Ni yo mismo lo sé. Quizá fue mera lástima —el vampiro ya con un nombre, si es que ese de verdad era su nombre, respondió—. Sólo sé que simplemente me dio la gana.

El tal Levi abrió el gabinete para alcanzar uno de los vasos de vidrio. Esta era su oportunidad, Eren en un movimiento rápido cogió el cutter que había dejado en el bolsillo de su chaqueta. Por supuesto que no contó con que Levi fuese más rápido. Aquel hombre tenía una fuerza tremenda, pues paró el impacto con un manotazo, soltó la jarra que se estrelló en el suelo y lo giró torciéndole fuertemente el brazo, arrancándole un alarido de dolor. Le hizo colocarse de rodillas.

— Ten cuidado, mocoso. ¿O es que tienes intenciones de manchar mi piso? Pues a mí no me agrada la idea —Levi le soltó con brusquedad—. Y ya te lo dije; no te traje para matarte. Ahora quédate tranquilo y toma asiento de nuevo. Supongo que viniste a algo, así que descansa. En un rato partiremos.

— ¿A dónde? —cuestionó jadeante por el momento agitado que acababa de tener.

— ¿Qué no es obvio? A que nos digas qué carajos quieres. A menos que sólo seas un maldito loco que sólo viene a Dunkelheit a joderte a ti mismo.

No sabía si sentirse aliviado ahora.

Más bien, no se sentiría aliviado hasta alejarse de ese hombre, lo que sería una tarea difícil. Eren había terminado por aceptar el ofrecimiento del vampiro. Y sí, era agua corriente. No fue envenenado, ni drogado. Ahora estaba sentado en un sofá color ébano, miró un poco más atento la sala de ese departamento; era bastante sencilla, con muebles bastante vintage, daba cierto aire de antigüedad como sucedía con la indumentaria de los del bar que había visitado.

No tuvo que pasar mucho tiempo para pensar en que Levi era un tipo bastante raro. Era alguien intimidante, no podía negar ese hecho. Sí llegó a asustarse con sus amenazas sólo que al mismo tiempo su orgullo es tan fuerte que aún con eso decidió ir hasta esa ciudad subacuática después de que aquel hombre le amenazara con arrancarle el brazo, y estaba ya seguro de que era capaz de hacerlo si así lo quería. Sin embargo ahora veía a ese mismo hombre recoger el vidrio del suelo por la jarra que se había reventado luego de que él se abalanzara hacia él en el vano intento de atacarlo y huir, se notaba minucioso ante esa tarea, como si se hubiese olvidado del incidente anterior.

Jaeger no estaba convencido a bajar la guardia, se sentía envuelto por necesidad; un impulso de saciar toda curiosidad que se aglomeraba desde que había entrado a Dunkelheit la primera vez.

Pues Eren necesitaba entender esa ciudad.

¿Cuáles eran las intenciones de Levi? ¿Por qué besar a un desconocido?

— ¿Su novia se enterará de ese beso? ¿No se va a enojar? —Eren rompió el silencio, que en verdad le incomodaba un poco.

Levi no elevó la mirada, seguía recogiendo el vidrio con dedicación.

— No es de tu incumbencia. Y quizá luego me agradezcas; en el caso de que quisieras volver a Dunkelheit, ninguno de esa pandilla va a molestarte de nuevo —le explicó apático aquella criatura tan nueva para él. Le miró levantarse para desechar los fragmentos de lo que fue una jarra alguna vez.

De nuevo el silencio reinó en ese departamento, el azabache fregó el charco con parsimonia. Finalizada la tarea de nuevo trató de atraer la atención del castaño.

— Oye. Ya es hora.

Eren suspiró, se estremeció un poco y se maldijo a sí mismo por temer.

Odiaba esta situación, debería aprender a manejarla por el tipo de carrera que había escogido para dedicar su vida.

Sorpresivamente un dolor en su nuca lo invadió, dejándolo sin aire para sus pulmones por unos breves segundos. Su vista se nubló hasta quedar rodeado de tinieblas. No sabía qué le había hecho Levi, pero sólo sabía que dolía y que le costó respirar por unos segundos.

— ¡¿Q-qué mierda me hizo?! —gritó desorientado.

— Tomo precauciones, es todo. El dolor se irá en unos minutos —sintió la mano de Levi coger su antebrazo—. Camina.

Obedeció sin chistar. Estando sin poder ver no podía tomar riesgos.

.

Levi le hizo tomar asiento, tocó la fría superficie, era metal. El vampiro que le guió hasta ese lugar no había mentido pues el dolor en su nuca sí desapareció en minutos. Ojalá su ansiedad se hubiese ido también con aquello, pues en verdad a cada paso que daba temblaba, sentía que atravesaba algún abismo eterno que lo llevaría a la muerte. La única cosa que le guiaba en esa oscuridad a la que fue sumido era la mano de Levi en su antebrazo, la cual extrañamente no era un agarre tan brusco como el de antes.

El camino fue tormentoso para él, delirante, asfixiante. La impotencia le había provocado un nudo a su garganta y odiaba sentirse tan intimidado.De todos modos él sólo era un débil humano en ese pequeño mundo llamado Dunkelheit que posiblemente estaba lleno de monstruos, que a su vez parecían deidades quienes reinaban allí, controlando el funcionamiento de ese mundo y teniéndolo a su merced.

Fue difícil caminar a oscuras, subiendo escaleras y bajando otras.

— ¡Ah! —soltó un jadeo cuando en su nuca hubo una sensación como la de un pellizco, la vista volvió y estaba en una habitación de baja iluminación. Había un escritorio frente a él y miró que Levi ahora colocaba sobre este lo que parecía un dispositivo diminuto. ¿Eso era lo que estaba en su nuca?

Estuvo a punto de preguntar eso hasta que una puerta se abrió. Entraron dos hombres altos y una mujer. Uno de ellos tomó asiento en la silla del frente, detrás del escritorio. El otro hombre y mujer se colocaron a ambos lados del hombre.

— Eren Jaeger, ¿Eh? —empezó el que había tomado asiento.

Eren lo observó atento, notó como se quitaba un sombrero que revelaba un cabello color rubio, sus ojos eran azules los cuales parecían resplandecer un poco; era un vampiro también, pensó Eren. Sin embargo el rasgo que más captó su atención fue el brazo color dorado con el que había dejado su sombrero en el escritorio. Miró los engranajes de esa prótesis articulada girar, haciendo que el hombre pudiera mover sus dedos postizos.

— ¿Tienes alguna vaga idea de dónde te encuentras justo ahora?

Jaeger tragó saliva, el nudo en su garganta bajó hasta su estómago.

— No —replicó con sinceridad.

— ¿Sabes quién soy? —el rubio le lanzó otra pregunta.

— Ni idea —Eren se hizo el fuerte, evitando que su voz le temblara.

El brazo metálico de nuevo tintineó, moviéndose al compás de su portador. Miró los dedos golpear la mesa un par de veces, dejando que un ruido seco llenara el lugar. Eren vio al rubio sonreír de lado sutilmente, antes de volver a hablar.

— Bien, me presentaré entonces: soy Erwin Smith quién hasta los momentos está a cargo en este lugar. Y pues veo que ya conociste a Levi, él me habló un poco de ti, sobre tu reciente e inusual visita, ahora sobre tu extraño regreso —fue explicando Erwin con una voz calmada, de una manera pausada como si quisiera inspirar confianza. Sonaba amable y a su vez tan lleno de falsedad.

Eren sólo se encogió de hombros, sin saber bien qué hacer en esa situación.

— ¿Puedo preguntar por qué? —preguntaba el rubio insistente, con esa sonrisa falsa adornando su rostro.

— No es por algo importante —se limitó a explicar Eren.

No, Eren no tenia la mas mínima intención de esconder algo. Ni siquiera tiene algo que ocultarle a lo que parecía ser una mafia, mas bien sus palabras eran producto de su nerviosismo en el medio de esa tormentosa tensión que caía sobre el cual cascada del Salto Ángel, esa misma que es palpable en  aire que respiraba. Si, estaba nervioso y por eso contesto eso.

A Erwin no le pareció gustar mucho la respuesta, su expresión cambiaba a una llena de inconformidad, torciendo el gesto en una sonrisa llena de ironía, mientras que sus ojos conservaban frialdad muy dentro del color celeste.

Jaeger se estremecía de nueva cuenta por notar el cambio de ambiente a uno mucho mas tenso.

— ¿Por qué? —hizo una pausa, llevándose la mano metálica a su barbilla, en un gesto pensativo— ¿Por qué piensas que no es importante? Pues juzgando la información que tenemos sobre ti vienes de muy lejos. ¿De verdad esperas que creamos que vienes desde lejos por algo que no tiene importancia?

Eren quería responder, en verdad quería, mas no sabia si le creerían o no el hecho de ir hasta allí, a un lugar que tanto contraste hacia con respecto a su sitio de origen; a una ciudad donde residían personas que habían cometido crímenes en la superficie, y donde tal parece que encierran criaturas como aquellos vampiros —si es que no pueden salir de allí por voluntad propia—. Habría contestado si su cerebro estuviese más calmado, no obstante lo que ocurrió fue ver un movimiento de manos de parte de Erwin, luego en un segundo ya había caído al suelo de golpe y sintió algo salir de su boca acompañado de un fuerte dolor en la mitad de su cara.

¿Qué era…? Se preguntaba, tratando de enfocar la vista a lo que salió de su boca. Ah, ¿era su diente?

Lo era, el sabor metálico en su boca lo comprobaba.

No se había girado a mirar quien lo había golpeado tumbando uno de sus dientes, pues al haberlo intentado recibió en seguida lo que reconoció como un rodillazo en su estomago. Lo dejo sin aire y le hizo escupir sangre, estuvo a punto de vomitar por eso. Después de un tercer golpe ya podía identificar quien —o quienes— lo habían dejado en el estado actual.

Los vampiros no sólo eran fuertes, sino muy rápidos también. Nunca notó el momento en el que la mujer se salió de su puesto para ir hasta él y golpearlo en una tercera vez, pues supuso que los primeros dos golpes habían sido de Levi, quién lo estaba viendo con esa mirada gélida e inexpresiva.

La mujer que le aplastaba su cabeza con un tacón, rompiendo parte de su piel dolorosamente rió.

— ¿Me compartirás un poco de tu sangre? —su sonrisa y su voz le heló la sangre—. Sólo será un poco. Lo prometo —rió.

— Esp- ¡Aah! —el dolor le hizo detener sus palabras. Levi pisaba con fuerza en su hombro, ese que había quedado lastimado del día anterior.

— No te distraigas, te hicieron una pregunta —declaró el azabache, severo.

— ¡Y-ya basta! ¡Fue una apuesta! —declaró apresurado Eren. No había nada que ocultar, estaba un poco asustado, indignado y frustrado por estar a la merced de esos que lo amedrentaban y violentaban físicamente. Levi en ese momento aflojó el contacto, dejando de pisotearlo por lo que el dolor cesó — Era una maldita apuesta porque perdí en un juego de cartas, no soy un espía. Sólo tenía que ir a ese bar y tomar una foto de mierda que demostrara que es real —su respiración era acelerada, y aunque tenía miedo, estaba molesto. Le gustaría ser más fuerte en estos momentos, defenderse y quizás darle una paliza a esos abusadores— ¿S-se creen muy valientes entonces? ¿Golpeando a un humano? ¿Piensan que por ser unos monstruos pueden reprimirnos como les plazca? Son unas mierdas… —dijo ya un poco más débil, un par de lágrimas brotando de sus ojos a causa de la ira.

El rostro de Erwin había cambiado, primero a sorpresa y después volvió a la expresión de antes; confiado, sonriéndole con ironía, como si disfrutara de verle allí en el suelo y en desventaja, brotándole la sangre por la boda.

— ¿Reprimir? —dijo Erwin—. Creo que ya con eso es suficiente. Me hiciste saber en que de verdad no sabes nada. Lamento mucho el malentendido.

Notaba entonces como el rubio jefe le iba haciendo señas a Levi; era uno de sus subordinados, podía estar seguro porque siendo así de fuerte, el tal Levi obedece las órdenes.

— Eres libre de irte, Eren Jaeger. Sólo déjame dejar en claro las cosas. Nuestro clan no está oprimiendo a nadie, te lo puedo asegurar. Quizás leyendo un poco de historia puedas entenderlo. Puedes tomar las fotografías que quieras, no nos afectará en lo absoluto —le dijo el rubio encogiéndose de hombros y levantándose ahora de su asiento, dispuesto a retirarse.

Eren sintió el aire y su alma volver a su cuerpo. Era libre de irse. Luego de recuperar sus cosas tomaría la maldita foto y se largaría de allí. Al momento de querer levantarse, dejó salir un grito potente para cuando sintió un par de objetos filosos clavárseles. Eren se dio cuenta de cómo la única mujer presente le había mordido el antebrazo izquierdo. Dolía mucho, le quemaba, le ardía y tantas emociones y sensaciones juntas lo marearon y le provocaron vértigo.

— Cuatro ojos de mierda, ¿Qué crees que haces? —escuchó la voz de Levi enojado, y como este lo halaba del brazo para separarlo de aquella mujer.

— ¡Sólo unas gotas! —miró que la mujer de las gafas usaba un pequeño tubito para recoger la sangre que le empezaba a gotear de la nueva herida de su antebrazo.

Lo siguiente fue Levi abalanzándose a su brazo y succionando de la herida casi con desesperación. El vértigo se hizo de su ser y todo fue oscureciéndose.

¿Entonces eso acababa así?

¿Al final sí estaba siendo casado?

.

— Cagona de mierda. ¿Querías convertirlo o algo así? —preguntaba Levi, mirando furioso a su compañera, quién portaba un semblante que representaba todo lo contrario al semblante actual de Levi.

— Vamos, no pasó nada. Sólo quería una pequeña muestra de sangre, igual no le pasó nada. Bebiste lo necesario para evitar que se convirtiera. ¿No te gustó su sangre? —dijo divertida, guiñándole el ojo.

— Tch, maldita cínica.

— Apuesto a que al saborearla te pareció dulce —se rió ella—. No me convence demasiado ese “porque me dio la gana”.

— Piensa en lo que te dé la puta gana —contestó ahora Levi, sin que su humor haya mejorado.

Desde que se encontró con Eren notificó que el humano de la superficie había vuelto, por lo tanto había sido monitoreado todo aquél rato. Esa era la razón por la cual Hanji Zoe —la odiosa cuatro ojos— sabía de la conversación que tuvo con Jaeger.

En verdad fue sincero cuando dijo que ni él mismo sabe porque lo ayudó, si Eren se hubiese tratado de alguna clase de espía —cosa que no era— que frustrara todos los planes, era conveniente dejarlo a su suerte. Aunque claro está que Levi sabía que algún espía del gobierno no sería tan desprevenido. Sería una verdadera estupidez enviar a alguien tan poco preparado como ese muchacho.

— Ah, Levi. Creo que esto te gustará —dijo Hanji mirando la pantalla— ¿Habrá manera de que traigamos a Eren Jaeger de vuelta?

…Continuará…

Próximo capítulo: Utopía

Notas finales:

Watashi ga kitta o.o Ok ya, sé que fue demasiado tiempo y lo lamento ;3; creo que ya es hora de que me ponga seria y empiece a ir avanzando mis fics, porque tengo ganas de escribir varios nuevos asdfjk </3 en verdad lamento hacerles pasar por esto ;v;

En fin, espero que hayan disfrutado de la lectura :’3

Una referencia en este escrito es que mencioné "El Salto Ángel", que no es ficticio como Dunkelheit, es el salto de agua más alto del mundo, ubicado en Venezuela.

¿Qué creen? Inscribí este fic a un concurso de fanfics y me asombra muchísimo que haya pasado la primera ronda :000 I mean, apenas he estado introduciendo a la trama ;v; así que… wow


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