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Un diablillo se coló en mi vida. por Fullbuster

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El incendio tardó en ser completamente controlado y en todo ese tiempo, Kagami sólo pensaba en cómo estaría Aomine en aquella ambulancia, si habría llegado al hospital, si sus compañeros estarían ya con él o si los médicos le estaban tratando en esos momentos. Él no podía abandonar su trabajo hasta que aquel incendio estuviera extinto.


La angustia le carcomía y más al ver cómo el equipo de Aomine se había marchado siguiendo a su compañero. Ellos tenían la suerte de haber terminado su trabajo y pese a que no habían visto salir a nadie de aquella fábrica, no podían esperar más tiempo cuando la amenaza se creía contenida.


No fue hasta las cinco de la madrugada cuando el incendio fue completamente extinguido pero aún así, Kagami tuvo que regresar a la base para ducharse y cambiarse de ropa. Por momentos, frente a la puerta abierta de su taquilla metálica, dudó de si debería ir al hospital o no, sin embargo, un golpe en su espalda le sacó de aquel pensamiento.


- ¿Qué haces aún aquí? Creí que ya habrías salido a toda velocidad al hospital – dijo Teppei.


- No sé si debería ir.


- ¿Eres idiota? Claro que deberías ir, nos ha salvado la vida y está grave, es lo menos que debemos hacer. De hecho vamos a ir todos para animar a su equipo. Vamos, termina de arreglarte y ven.


- Dudé de él.


Teppei que ya llegaba a la puerta, se detuvo en seco ante aquellas afligidas palabras. Se giró sólo para observar la cabeza cabizbaja de su compañero de equipo y luego suspiró profundamente, soltando todo el aire de golpe antes de volver hacia él y colocar su mano sobre el hombro del pelirrojo.


- Cualquiera lo habría hecho de alguien como Aomine – intentó animarle.


- Kagami levantó la cabeza abriendo con intensidad sus ojos. No le había contado nada ni siquiera a su capitán, nadie sabía las cosas que Aomine había dicho aquella mañana, nadie sabía lo que había ocurrido entre ambos y sin embargo, Teppei parecía saber o intuir lo que podía haber ocurrido.


- No sabes lo que ocurrió esta mañana.


- Pero me lo imagino. Aomine estaba en un problema en el que no quería meterte. Seguramente fue rudo contigo para que te alejases y créeme… cualquiera se habría creído sus palabras. Es un chico serio y trabaja para la élite de la policía, está acostumbrado a convencer a la gente para que cese en sus intentos de suicidio, en los criminales para que suelten las armas, trabaja convenciendo a la gente… simplemente… te convenció de que no quería nada contigo, de que era mejor así. No podías saber que estaba fingiendo.


- Le conocía… o eso creía. Debí imaginar que él nunca diría algo así. Él… él es tierno a su manera, se preocupa por los demás, siempre ha estado apoyando a Tetsu, a sus compañeros e incluso a mí con los problemas de mi relación, vino a sacarme de aquel bar… no debí caer en su juego, debí suponer que ocurría algo.


- Es experto en convencer, Kagami – le repitió Teppei – te habría convencido de cualquier cosa y lo sabes. No vale la pena darles más vueltas a algo del pasado, gasta tus energías mejor en ir a verle, porque va a necesitar algo más que un amigo cuando despierte.


- Si es que despierta.


- Seamos positivos – apretó la mano en el hombro de Kagami como si quisiera pasarle parte de sus fuerzas y sus esperanzas.


Pese a las dudas de Kagami, acabó aceptando ir con los demás. No podía irse a su casa sin más con aquella incertidumbre, sabiendo que Aomine estaba en una camilla debatiéndose entre la vida y la muerte.


***


Kise movía con violencia el pie. Aún no podía creerse que su compañero y mejor amigo estuviera en aquel quirófano. La rabia le carcomía por dentro y es que si hubiera visto al cabrón que había ideado aquel plan… habría disparado sin dudar ni un segundo.


- Cálmate Kise, no ganas nada con esos nervios – se escuchó la voz de Akashi.


- No puedo evitarlo.


- Estás poniendo nerviosos a los demás.


- No soy precisamente yo, es esta larga espera – se defendió mirando el reloj. Ya habían pasado siete horas desde que habían metido a su compañero en aquel quirófano.


- Deberíais ir a descansar – recomendó Akashi – yo puedo quedarme y avisaros cuando salga del quirófano.


- Ni lo sueñes, no pensamos irnos. Sigue siendo nuestro compañero y no le abandonaremos hasta que sepamos algo – remarcó Midorima – aunque tú deberías ir a ver a esos chicos.


- He llamado a mi padre. Debe estar con ellos y por la hora que es… estarán todos durmiendo. – Aclaró Akashi.


- Conociendo a tu padre… no habrá pegado ojo – dijo Kise sin prestar mucha más atención al asunto.


- Se preocupa por mí y lo hace aún más cuando hieren a algún compañero. No puedo evitarlo pero agradezco que se quedase esta noche con Chihiro y Tetsu. Aún no sé qué les diré al respecto. Tetsu le tiene mucho cariño a Aomine y Chihiro… bueno no le ha conocido tanto pero… es el que sacó a su hermano del orfanato y ha visto lo feliz que está a su lado, va a ser un golpe duro para ambos.


Kagami se detuvo al escuchar aquello, apoyando la espalda contra la pared sin atreverse a salir. Acababa de llegar y sólo pensaba en salir a ese pasillo y preguntar por Aomine, pero al escuchar la conversación del cuerpo de élite de la policía, se había detenido al instante. Aún no había podido pensar en Tetsu desde lo de Aomine, pero ahora que lo hacía… se daba cuenta que Akashi tenía razón, era complicado explicar algo así a ese niño pero alguien debía hacerse cargo de él y hasta el momento… la custodia compartida seguía teniéndola él.


Al ver a sus compañeros que se dirigían hacia él, decidió salir al pasillo sintiéndose observado por todos aquellos ojos del equipo de Aomine. Por un momento se sintió intimidado, había prometido sacar a Aomine sano y salvo pero… estaba en un quirófano. Pensó que le dirían algo y sin embargo, Akashi le indicó que se sentase a su lado y esperasen juntos a que saliera.


A la mitad del equipo se le cerraban los ojos cuando el sol empezaba a despuntar por las ventanas. Cabeceaban y trataban de mantenerse despiertos pese a que algunos de ellos… ya habían caído tras todo el día sin dormir. Kagami fue el primero en ver cómo se apagaba la luz roja encima de la puerta y el médico salía para informar sobre la operación.


Ambos pelirrojos fueron los primeros en levantarse de la silla preocupados por aquellas palabras que sonarían en breves segundos del médico. Le veían caminar en su dirección, con seriedad mientras se quitaba la máscara y se frotaba las manos terminando de secárselas tras haberlas limpiado.


- ¿Cómo está? – preguntó Kagami frustrado y movido por la preocupación.


- Está estable por el momento – dijo el médico – pero va a ser un día largo, le debemos poner en observación durante unos días. Le hemos extirpado una parte de su pulmón y sanado la zona dañada por la bala. Si pasa estos días y se recupera, será complicada su recuperación, le va a costar mucho tiempo reponerse.


- ¿Podemos verle? – preguntó Akashi.


- Por ahora no es conveniente – remarcó el médico – necesita mucho reposo y aún está bajo los efectos de la anestesia. Tardará en despertar y es mejor así, evitará el dolor por ahora. Deberíais iros a casa a descansar. Es lo mejor, estáis destrozados.


- Creo que es buena idea, necesito descansar un poco y comprobar que esos chicos estén bien.


- Tienes razón, es bueno que vayas a casa. Necesitan un rostro conocido que esté con ellos. ¿Vas a contarles lo que ocurre? – preguntó Kagami.


- Sí. Debo hacerlo. Se preocuparían más si ven que Aomine no viene a verles en varios días. Necesitan saber la verdad y saber que está bien.


Akashi despertó al resto de su equipo para darles la noticia de que Aomine estaba estable. Le costó mucho convencer a todos de que era mejor marcharse y volver horas después o incluso al día siguiente cuando Aomine estuviera algo mejor y sobre todo… despierto. Kagami fue el único que quiso quedarse aunque bajó a la cafetería a tomarse un café e intentar despejarse un poco tras haber pasado la noche apagando aquel incendio y ahora que empezaba el día… no podía irse a descansar.


No fue hasta horas después cuando le permitieron a Aomine recibir visitas. Para entonces, Kagami se había quedado dormido en la propia silla y cuando llegó a la habitación, un hombre estaba hablando con Aomine sobre lo sucedido. Supo enseguida que era su padre por la forma dulce y comprensiva en que le hablaba, por la forma en que le comentaba que no volvería a pasar algo así, en cómo le aseguraba que iba a desaparecer por completo de su vida para darle la oportunidad de ser feliz sin que sus enemigos le pudieran encontrar. Aomine ni siquiera podía hablar, seguía entubado pero Kagami vio en el brillo de sus ojos dos sentimientos contradictorios, la tristeza por perder su único vínculo familiar y la alegría por poder ser feliz sin tener que mirar su origen o su pasado, sin tener que sufrir el miedo a ser perseguido o a que hicieran daño a sus seres queridos.


El pelirrojo no quiso entrar en la habitación, esperó hasta que su padre le felicitó por la buena elección que había hecho al hacerse policía, por los compañeros que tenía, por ese niño al que había acogido como suyo y sobre todo por el chico al que había elegido como compañero pese a que había sido un primer día nada deseable para ambos. Tras desearle que fuera feliz, se marchó de allí sin poder escuchar la voz de su hijo.


Para cuando Kagami pudo entrar en el cuarto, tuvo que retener la mano de Aomine que luchaba por subir hasta la mascarilla y quitársela.


- Ten cuidado – le dijo Kagami con una leve sonrisa – no es sólo la mascarilla. Estás entubado, te harás daño si tratas de quitártela. Has necesitado oxígeno, tú pulmón estaba colapsado y te estabas ahogando.


Aomine bajó de nuevo la mano hasta la cama frustrado de sentirse tan inútil, sin poder hablar ni hacer nada, allí reposando en aquella camilla con el fuerte dolor que sentía en cada centímetro de su cuerpo.


- Yo… gracias Aomine, no debías haberte puesto en medio de la trayectoria pero… nos salvaste. Aún así… no vuelvas a hacer algo como esto, no soportaría perderte. Eres un maldito imbécil – sonrió Kagami – me hiciste pensar que de verdad no querías saber nada de mí, que no era nada más que un rollo de una noche, algo pasajero y ahora me doy cuenta… que te importo demasiado, tanto como para parar una bala por mí. Estás demasiado loco.


Kagami pudo sentir como Aomine trataba de sonreír aunque la tos llegó a él con rapidez. Todo el cuerpo le dolía y más al reír o toser. No pudo hacer otra cosa que llamar a una enfermera para que viniera a darle algo para el dolor mientras Aomine se relajaba nuevamente.


- Tetsu y Chihiro siguen en la casa de Akashi pero quiero ir a recogerlos en un rato y cuando te den el alta… no voy a dejarte ni un segundo solo. Voy a cuidarte hasta que te recuperes por completo. Todos tus compañeros han estado aquí preocupados pero se han ido a descansar. Supongo que luego vendrán, así que recupera fuerzas mientras puedas, estoy convencido que tendrás muchas visitas – sonrió Kagami una vez más enredando sus dedos entre los de Aomine, acariciando su mano con suavidad para darle seguridad y confianza de que él no pensaba moverse de su lado – no vas a deshacerte de mí tan fácilmente, te quiero y sé que me quieres, así que… no me daré por vencido hasta que decidas tener una relación formal a mi lado.


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