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Cautivo por LadyBondage

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Notas del capitulo:

¡Gracias a todas por comentar!

Recuerden, ustedes tienen que adivinar, la pista más grande es el apellido.

 

¿Qué Uchiha mantuvo cautivo al pequeño zorrito?

 

 

Cervatillo

[1]

 

La lívida luna daba color a las noches de Naruto. A veces simplemente era una compañera muda en su desolación, otras veces fungía como guardiana de sus sueños crepusculares.

 

Durante ese tiempo, él no dejaba de admirar la tenacidad con la que su prisionero hablaba de sus sueños o pesadillas. Cada día eran más osadas y prometían deseos de libertad añorada. Naruto quería ser libre, se lo decía entre balbuceos premeditados y palabras cortas.

 

— ¿Qué es esto, pequeño? —señala un dibujo mal coloreado, es un animal salvaje del bosque, de los cuentos que él le ha leído. Pero el animal de aquel trazo tenía las fauces sangrantes y la mirada enceguecida por la ira.

 

—Se llama Kurama, en mis sueños juega conmigo y vamos juntos por la pradera hasta llegar a la colina más alta del bosque. —explica en tono pausado su sol de mediodía. Los ojos azules reivindican todo indicio de rebeldía.

 

—Un bonito nombre para un animalillo salvaje. —desliza sus manos gruesas en el rostro del infante.

 

—A Kurama no le gusta estar encerrado —le dice entristecido, —él es libre, le gusta correr y jugar con los de su especie.

 

— ¿Sabes de especies?

 

—Usted me ha enseñado mucho sobre ello.

 

 

Naruto le sonríe abiertamente. Él acaricia sus hebras de oro bruñido, le gusta cuando sus dedos desenredan ese cabello desordenado, suave y manejable. Al pequeño parece también gustarle, cierra los ojos, su temblé relajado es todo lo que necesita de momento.

 

— ¿Te gustaría salir de aquí? —pregunta animoso. Naruto abre los ojos, esos azules de niño tienen ese brío nadando entre la expectativa y la añoranza.

 

— ¡Sí! —chilla con una aura de alegría rodeando su cuerpecito. Él apacigua un suspiro de esos que desean ser indolentes.

 

—Te prometo que te dejaré salir de aquí.

 

 

 

[2]

 

Kushina Uzumaki tiene esos ojos de verde promesa que siempre miran a todos lados, grandes y llamativos. Su largo cabello es una muesca de cascada roja envainando la espalda, huele a limón con miel, y por las noches a dulce frutilla. Es una madre afligida y una viuda en constante agonía. Ella perdió a sus dos amores en una sola noche.

 

El primero decidió llevarse al segundo a salir de compras un frio invierno. Ella decidió quedarse en casa para resguardarse de la intempestiva tormenta de nieve. Ellos más bizarros le prometieron volver con bien, pero nunca lo hicieron. Uno de ellos, su esposo, murió en el accidente, y el otro, su retoño, jamás apareció entre toda esa ventisca invernal. Sin rastros del menor, la policía le aseguró que probablemente había muerto. El invierno puede ser un manto crudo que esconde la sangre perfectamente en el impoluto blanco. Pero ella no creyó ninguna aseveración. Para Kushina, Naruto estaba vivo. Él estaba esperándola, en algún lugar umbroso él se encontraba y ella lo rescataría.

 

Porque una Uzumaki jamás olvida a sus seres queridos, y mucho menos se da por vencida.

 

 

 

[3]

 

Sakura Haruno termina otro agotador día en el trabajo, los pacientes en el clima de verano no menguan ante ninguna urgencia. Hoy atendió a dos hombres que en su ebriedad decidieron amedrentarse con navajas y piedras, afortunadamente un par de suturas ayudaron a detener el escaso sangrado. Normalmente ella atiende casos más graves que requieren todo su profesionalismo en el quirófano. Pero desde que le fue removida la licencia por operar totalmente dopada, lo único que podía hacer ahora, era ofrecerse como médico familiar en una pequeña clínica que ella misma regentaba.

 

Años atrás todo fue maravilloso para ella. Hasta el sonado accidente de un hombre llamado Minato Namikaze, esa noche ella estaba en el quirófano operando a un paciente cuando el cuerpo inerte llegó al hospital. La policía hizo un movimiento tremendo en el nosocomio, entre detectives y judiciales, todos los médicos tuvieron que ayudar por el accidente suscitado. Uno de ellos pidió su refuerzo, y ella claro que se prestó, de hecho estaba más solicita de lo normal. Pero sus pupilas dilatadas la delataron frente a los oficiales.

 

Tsunade Senju, directora del hospital y madre de ese hombre, la despidió. Nadie se había dado cuenta, pero fueron los ojos escrutadores del detective Sai Shimura quienes advirtieron su estado alucinado.

 

Y a partir de ahí todo para Sakura se fue cuesta abajo.

 

—Ya está cerrado señor, vuelva mañana si quiere una consulta. —ella tiene las llaves dentro del picaporte, la última cerradura se interpone en la rendija. Finalmente irá a casa a tomar una ducha tibia y comer algo decente que no sean sopas instantáneas.

 

Hay alguien detrás de ella, una sombra pequeña que interfiere con la suya, la luz de la farola ilumina unos pies de niño. Sakura frunce el ceño. Gira sobre tus talones y encuentra unos ojos azules derramando lágrimas de incertidumbre.

 

—Di-disculpe —dice el niño de cabello rubio con voz rota, se escucha como un lamento de gato. A Sakura le da un ataque de ternura, el pequeño se abraza así mismo dándose calor con sus manitas en los brazos desnudos. Ella es mala para calcular las edades pero no debe tener más de doce años.

 

— ¿Qué sucede? ¿Dónde están tus padres? —Sakura pregunta atropelladamente, se acuclilla a la altura del menor, no es muy alto, el batir de sus pestañas deja escapar más lágrimas, el rubiecito es lindísimo con esa carita de niño abandonado. La pelirrosa mira en todas sus direcciones; no hay nadie.

 

Naruto no tiene idea de que responder, él despertó sobre una banca del parque rodeado por el rumor del viento. Al abrir sus ojos ya no había cama ni ventana alta, ni tampoco el piso frio. Estaba en un lugar de árboles rojos y pasto verdísimo. Recorrió tramo a tramo, lo que le permitieron sus cortas piernas. Tenía miedo, no estaba él para protegerlo, lo dejó solo, y si, eso había querido desde hace mucho tiempo pero no así. La gente no lo miraba, ¿a quién le importaría un niño como él? que solo tenía puesto los pantalones cortos de marinero y la camiseta naranja, su color favorito, rondando por ahí como un vagabundo.

 

Su única esperanza nació en aquella señorita de cabellos rosas.

—N-no, no sé. No tengo padres. —responde con un hilito de voz. La consternación de Sakura va en aumento. El niño se veía bien cuidado para no pertenecerle a nadie.

 

Toma la mano del menor y lo guía a su auto. Puede meterse en problemas gordos si el niño tiene padres que lo buscan, y más con su historial a la mano de la policía, pero no quiere dejarlo desamparado. La Sakura de ahora necesita limpiar sus antiguos pecados con buenas acciones.

 

Por el momento decide llevarse al asustado cervatillo a su casa, darle algo de comer y luego pedirle ayuda al hombre que arruinó su vida: Sai Shimura.

 

A lo lejos, un par de ojos negros observan. Naruto es libre, pero solo un poco, lo suficiente para que él pueda mantenerlo vigilado. No se irá de sus manos.

 

 


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