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Vías por electroyusei

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Miraba a su celular una y otra vez. Ese mensaje se le estaba metiendo en su cabeza. Y no quería que así fuera. Por una vez desearía que no fuera así. Trató de pensar en otra cosa, así que desde su posición, parado en medio de alguna que otra persona en el metro, miró a la ventana. El cielo había empezado recientemente a recibir la puesta del sol. Recién eran las 5 y los colores ya estaban empezando a cambiar de a poco. Sin duda era un buen espectáculo para apreciar. Pero quizás el mejor momento eran las seis, cuando toda la luz se quedaba reflejada en las nubes y el cielo parecía difuminarse entre naranja y azul. Sonrío, le gustaba esa vista.


Un oscuro momentáneo lo sacó de su ensueño.


Habían llegado a una estación. Ahora que lo pensaba, no sabía en qué estación estaba. Ya había pasado el Palacio y el Mercado... se supone que Estadio debería de estar cerca. Miró a su lado. Debería de preguntar. El joven que estaba allí tenía una mirada muy seria y algo pérdida, pero le dirigió una mirada por el rabillo del ojo apenas movió su cabeza. De seguro era un chico atento. Decidió arriesgarse.


—Um... disculpe...—dijo con la voz más fuerte que pudo sin llegar a perturbar a nadie más. El tren se detuvo—¿Qué estación es esta?


—Estadio—respondió, no en un tono agresivo pero si seco. Era entendible, no tenía por qué ser amable con un desconocido. El metro abrió sus puertas.


—Gracias—respondió con amabilidad y sonrío. Sin esperar más se dirigió a la puerta de salida más próxima a él. Le pareció curioso los ojos de ese individuo, eran tan raros cómo los de él. Los mantuvo fugazmente en su cabeza mientras salía del metro.


Cuando tocó tierra firme se arregló su maleta trasera y se pulió un poco las largas mangas de su camiseta naranja. Dio un suspiro, caminó fuera del paso de las personas, se sentó en una de las bancas y sacó su celular. Pero antes de escribir cualquier cosa miró a su alrededor para ver si lo lograba ver. Distinguió una cabellera negra en menos tiempo de lo esperado. Se levantó y se aproximó hacia él casi dando saltitos de emoción. Cuando estuvo a una distancia prudente, y para no equivocarse de persona, dijo:


—¿Yuto?—El individuo naturalmente reaccionó al llamado. Se encontraron cara a cara en medio de la estación. Yuto se sintió torpe, le había dado mucha impresión ver al chico sin sus ropas usuales de colegio. Y aunque ya lo había hecho en un par de ocasiones, ahora le parecía que se veía mejor que nunca.


Desde ese instante, las camisetas de mangas largas y pantalones negros se habían vuelto sus favoritos.


—Hola Yuya—le sonrió con suavidad. Este le respondió con otra sonrisa


—Hola...—dudó—¿Has... esperado mucho tiempo?—preguntó atento a cualquier reacción negativa, esperaba no haberlo hecho, o al menos no demasiado.


—No, está bien—respondió y antes de que Yuya dijese lo que fuera, agregó—. ¿Vamos? Quizás podemos alcanzar tren que acaba de llegar—No lo decía cómo una posibilidad real, sabía que no lo alcanzarían.


—¿Eh?


—El que va a la bahía—dijo con simpleza. Yuya hizo una cara de asombro y se alarmó por alguna razón que Yuto no captó—. Ah... ¿pasa algo?


—¡Hay que correr!—incluso si el de ojos grises lo hubiese asimilado desde un principio, eso no le hubiera dado tiempo a protestar. Yuya le había agarrado del brazo para arrastrarlo al paradero perpendicular al que estaban. Claro que no había tenido problemas para seguirle el paso, pero no lo entendía, ¿por qué la repentina prisa? Decidió mejor callar y dejarse llevar, al fin y al cabo iban al metro que dirigía a la bahía, así que no podría ser tan malo.


Subieron y bajaron escaleras a toda velocidad y corrieron por los amplios pasillos mientras trataban de alcanzar el último vagón, el menos utilizado. Lograron llegar un poco antes de que las puertas se cerrasen dejándoles afuera y con altas probabilidades de tener que tomar otro tiempo después, cerca de las seis de la tarde. Cuándo se estaban cerrando las puertas los dos realizaron una acción similar para recuperar el aliento, agacharse un poco y sostenerse sobre las rodillas. Estuvieron así un momento, aunque tuvieron que tambalearse un poco cuando el tren empezó a moverse. Sólo después de haberse recuperado de aquella carrera, Yuto decidió preguntar.


—Yuya... ¿Por qué tenías tanta prisa?—Yuya le miró todavía con la respiración algo agitada.


—Oí un aviso... iban a disminuir un poco la salida de trenes hacia la bahía para descongestionar en la salida al monte... así que iban a tener menos frecuencia dejándolos a treinta minutos de diferencia...—recordó. Yuto captó entonces de que venía todo aquello, pero...—Y si nos quedábamos allí tocaría montarnos en uno cercano a las seis...—dijo recordando lo que es el metro entre las seis y las siete, una locura total. Sin ser consiente tragó saliva, odiaba esas horas por ello.


—Ah... Entiendo, gracias pero...—¿Debería? ¿No debería? ¿Qué era mejor? ¿Hacerle sentir bien o decirle la verdad? Se decantó por la segunda opción—Yuya... ese anuncio... era para mañana...—A decir verdad, se esperaba cualquier cosa menos un sonrojo tan agresivo por parte del aludido. Se había tapado la boca incluso para ocultar su vergüenza y bajó la mirada. Demonios, eso era un poco a vergonzante para él también. Justo en ese instante no se le ocurría nada para decir perdón, joder, ni siquiera sabía porque debía disculparse.


—P-Perdón...—murmuró a su lado—De verdad creía que...


—No, no, está bien—se apresuró a contestar, no parecía que fuese a llorar, más bien, tenía mucha pena—, lo medios suelen dar información confusa. No te preocupes por eso—Sonrió tratando de tranquilizarle, aunque él seguía con su cabeza algo gacha—. Igual, correr no siempre es tan malo.


—¿E-En serio?


—Sí, no te preocupes por ello, un error lo puede cometer cualquiera—Definitivamente, Yuto era casi un ángel caído del cielo—. Tranquilo, no pasa nada—ahora que tenía su mirada y atención sobre él le sonrió con dulzura. Yuya asintió, quizás todavía con muchas cosas en la cabeza y con la vergüenza aumentada a la décima potencia. Con un suave toque, Yuto le indicó que había una silla libre, y cómo eran los únicos de pie a bordo, dejó que él se sentase—. Um, nos bajamos en Prado, ¿vale?—el aludido asintió con la vergüenza un poco más pequeña.


Durante el resto del viaje no dijeron más allá de algunos comentarios que pretendían llegar a ser una conversación, pero que no llegaban más allá. No era por nada especial, sólo que ellos no se sentían cómodos hablando allí. En un lugar tan cerrado y aunque trataron de quitarse esos temores "absurdos" hablando, no hicieron más que callar aún más. Que enorme fue su alivio al llegar a la estación deseada. Cuando salieron, un respiro de aire fresco y un poco salino llenó sus pulmones. Guiado por Yuto, salieron de la estación y de aquel tenso ambiente.


—Um... Yuya...—dijo cuando ya habían dejado la estación. El aludido le dedicó toda su atención de inmediato—Mi hogar es un poco... tenso por así decirlo, mis padres no están hoy y llegarán tarde, pero si quieres sólo dejo mis cosas del colegio y no entramos.


—¿A-Ah?—articuló—No te entiendo...—Yuto tomó aire y se rascó la nuca imperceptiblemente, quizás esto no fue una buena idea.


—Mi casa es... un lugar algo deprimente—admitió—, te invité a ver algo, pero ese algo... no está en mi casa, te iba invitar a pasar pero...—Estaba acabado, había metido la pata tan hondo que quizás nada lo sacaría de allí. Una mala idea, había sido una pésima idea, eso era lo que pasaba cuando no pensaba bien las cosas y actuaba por puro impulso. Pero no contaba con que Yuya le comprendiera.


—Está bien—sonrió—, si crees que no es buena idea, está bien por mí jeje—esa pequeña risilla lo contagió de inmediato, también le sonrió.


—Gracias por entender—dijo después de un momento. Yuto estaba aliviado, creía en verdad que había hecho una catástrofe.


Los dos volvieron a sus charlas habituales, aquellas totalmente alejadas de cualquier problema de sus vidas. Yuya y él habían entrado juntos al maravilloso mundo de las series actuadas. Ambos solían hablar de eso bastante sin cansarse, teniendo cada cual su propia perspectiva, lanzaban ideas y teorías al aire, y discutían sanamente sobre ello. Era divertido y los alejaba del mundo. Cuando estuvieron a unas cuadras (manzanas) de la casa de Yuto este se detuvo y le pidió que lo esperase allí sentado. Cuando ya lo perdió de vista bajó la vista a su celular.


"De: 234 0938548


Para: 289 3049408


Este mundo está mejor sin ti"


"De: 234 0938548


Para: 289 3049408


Eres un demonio, ¿cómo es que todavía sigues vivo?"


"De: 234 0938548


Para: 289 3049408


¡Muérete de una jodida vez!"


Basta, por favor. En serio, basta. ¿No podía tener un día tranquilo? Sólo estaba yendo al parque con su mejor amigo, ¿no podían permitirle eso? Primero le habían decorado el pupitre inundando el de Yuto también, lo habían incluido a él también en todo esto, ¿él que demonios tenía que ver en todo esto? Nada, tenían que dejarlo en paz, él no merecía nada de esto. No lo hacía, él era una buena persona que le había ayudado y había sido sincero con él. ¿Por qué atacaban a una persona que no tenía que ver? Si seguían así Yuto se iba a alejar y... y perdería parte de su cordura si eso ocurriese. Dependía de él, toda su vida dependía de él, aún puede irse a las vías del metro y encontrar su final allí, aún puede escabullirse de noche sin que nadie más lo note y tirarse hacia ellas sin mente. Pero no lo iba a hacer, no mientras sintiese que le importaba a alguien, no mientras hubiera alguien con quién pudiese sentirse cómodo. Yuto era esa persona, era como un salvavidas indirecto. Por eso no lo dejaría saber de aquello, por eso lo evitaría lo que más pudiera, si los problemas no se sabían no habría nadie que los sufriera... además de él claro.


Borró los mensajes y bloqueó el número. Esperaba que así, al menos dejara de darse cuenta de cuando le llegaban mensajes así. Suspiró y se frotó los ojos tratando de eliminar cualquier rastro de sufrimiento. Con un pequeño paño de papel que tenía se limpió el rostro y lo tiró a una basura cercana. Ya estaba mejor, ya no tendría secuelas de aquel golpe emocional, si... Todo olvidado.


—Yuya—volvió a salir de un ensueño muy bruscamente—, perdona, me he tardado más de la cuenta—El aludido había perdido totalmente la ilusión del tiempo. No sabía que responder. Sonrió bobamente y negó con la cabeza tratando de restarle importancia—. Este... ¿vamos?—hizo una seña con la cabeza. Yuya asintió, no lo había visto ni sospechado. Se alivió un poco.


—Y... ¿A dónde vamos?—preguntó con curiosidad apenas se pusieron a andar. Una sonrisa que daba un aire travieso decoró la cara del de ojos grises. Yuya se le quedó mirando con intriga—¿Yuto?—Por alguna razón no podía dejar de sonreír tampoco.


—¿Alguna vez has visto un espectáculo callejero?—miró hacia el cielo un momento tratando de recordar.


—No—dirigió su mirada hacia él una vez más—, no lo he hecho.


—Entonces, hoy te presentaré el Espectáculo de Dennis Macfield.

Notas finales:

Todas las preguntas que tengan me las pueden dejar aquí abajo en los comentarios o en mi página de Facebook "Electroyusei" OwO allí les respondo y hablo todo lo que quieran además de publicar imágenes y tal.

Eso ha sido todo por ahora -w-

 

¡Nos leemos!


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