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Vías por electroyusei

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—¿Vas a hablarme o me vas a seguir mirando como un idiota por tres estaciones más?—dijo Yuri con esa voz áspera y seria que tenía. Yuya se avergonzó de inmediato y se preguntó porque no le había acosado de ser alguna especie de acosador, porque esa era exactamente la manera en la que se sentía.

 

—Lo siento… yo… no debí de hacer eso—casi huía de la mirada penetrante del otro, se ocultaba ligeramente y se alejó. Yuri alzó una ceja—. Lo lamento en serio…—podría decirse que estaba llegando al punto en el que estaba por ponerse de rodillas y pedirle perdón, como si hubiese hecho el peor de los pecados.

 

—Eso no importa—le restó importancia y aprovechó para hacer algo menos tensa la situación—, sé que soy bastante atractivo así que lo entiendo—la vergüenza y los colores se le fueron directamente a la cara a Yuya. No era tan rojo como lo lograba hacer Yuto de vez en cuando, pero si era algo pronunciado.

 

—No… yo no…—se ponía nervioso, a duras penas lo había visto un par de veces—Yo solo estaba… recordando lo ocurrido hace un par de días—apretó un poco sus puños intentando darse algo de confianza—, solo me quedé pensando de eso y…

 

—Calma, solo te tomo del pelo—sonrió por un lado durante unos instantes, pero quitó esa expresión burlona—. Espera, ¿tú viste esa situación?—bufó ligeramente y el de ojos rojos temió que lo hubiese hecho enfadar. Aunque estuviese en lo cierto, no acertó hacia quien estaba enfadado el chico.

 

—Bueno…

 

—¿Qué han dicho sobre mí?—preguntó con una voz víbora, llena de veneno y agria. Yuya se mordió el interior de sus mejillas—¿Qué soy un idiota? ¿Qué si soy agresivo o un imbécil?

 

—Ah…—Yuya tembló ligeramente, el chico era sin duda bastante amenazante—Yo… yo no pienso eso de ti… Yo… creo que has hecho más de lo que yo pudiese haber hecho nunca…

 

—¿De qué hablas?—preguntó arrugando un poco el ceño, el chico que realmente estaba temeroso y parecía que le estaba acusando de algo, no temió que sus palabras le hiriesen pero sí que se sorprendió por aquella actitud.

 

—Que… yo creo que jamás podría hacer algo como lo que tú hiciste—seguía sin dirigirle la mirada.

 

—¿Qué? ¿Quedar sancionado?—cierto aura de burla hacia sí mismo se notó, Yuya negó, como si lo que él hubiese dicho no fuera en serio.

 

—No, enfrentarse a ellos—lo miró por segunda vez en la conversación, porque simplemente se sintió ligeramente capaz de hacerlo, pero la retiró—, ellos me molestan también y yo…—se rascó uno de sus codos—Nunca he hecho nada. Y... tampoco quiero hacer nada porque…

 

—¿Por qué no quieres quedar sancionado?

 

—No me refiero a eso, perdón si eso fue lo que di a entender—se disculpó inmediatamente—. Este… tengo miedo porque… pueden hacerle más daño a Yuto y... no quiero eso… Ellos podrían… simplemente desquitarse con Yuto si yo hiciera algo en su contra, y eso es lo que me temo—se tocó ligeramente el ojo con su mano recordando algo—. No quisiera que él también tuviese un ojo morado y se tuviese que poner un filete congelado en la cara—Yuri lo miró un poco comprensivo y quisiera poder decirles que le partiera la madre a todos ellos, porque podía ver que el miedo de ese chico era genuino, pero más que genuino le parecía noble, luchaba más por su amigo, porque no lo fueran a tomar a él como un saco de boxeo. Y eso le impresionó, ya quisiera él poder contar con alguien así, y quisiera partirles la madre a todos esos idiotas también, pero tenía una matrícula condicional y cualquier estupidez que hiciera lo iba a mandar para afuera.

Suspiró ligeramente y quitó su mochila del asiento que tenía al lado.

 

—Mira—llamó su atención mirando hacia el frente, Yuya se volvió hacia él y miró el asiento vacío, indeciso—, te diré la verdad. Lo mejor que puedes hacer es ignorarlos, porque en nuestra hermosa institución educativa—todo el sarcasmo se le notó yuya lo seguía mirando sin saber que hacer—no va a hacer nada. Así que, hay que conformarnos con ignorarlo lo más posible, además ¿estás en décimo?—volvió un poco su cabeza hacia él y este asintió suavemente—Sólo nos quedan un par de años, así que no puede estar peor, si eso es todo lo que tenemos.

 

—Tienes razón…—Yuri se quedó a la expectativa de si se iba sentarse a su lado o se quedaría allí más tiempo. Pero el otro en cambio se quedó quieto un momento pensativo y después lo soltó—Oye… ¿quieres que te preste mis cuadernos para copiar lo que hayamos hecho? Creo que estamos más o menos con los mismos profesores. Oh y… mi nombre esa Yuya—soltó una risita nerviosa.

 

Por su puesto que se conocían de antes. De pasillos y lugares comunes. Y por esa misma razón Yuri se quedó tan desorientado cuando le dijo todo aquello, como si lo anterior fuese apenas parte de su vida normal.

 

-.-.-.-.-.-

 

Yuto no llegaba. Sinceramente, llevaban ya un par de semanas haciendo lo mismo, encontrándose en ese punto, al lado de las vías del tren, para irse al sufrimiento. Sin pensarlo, es su mente se formularon muchas preguntas y muchas posibles causas de su retraso, como que se hubiese enfermado, levantado tarde o cualquier otra excusa que se le pusiese ocurrir. Pero a medida que pasaba el tiempo su preocupación crecía de a poco. Cada vez más inquieto y preocupado, revisaba su celular cada tanto para averiguar si estaba bien, si había algún mensaje o lo que fuese de él.

 

 Seguía teniendo su bandeja de entrada llena de mensajes que no leería ni miraría nunca, pero que por desgracia se podían ver algunos de sus fragmentos. Cosas de satanismo, algunas imágenes que suponía el que estarían en la galería que no revisaría tampoco. Quizá el mensaje de Yuto estuviera por allí, enterrado entre todos aquellos insultos y acusaciones falsas, cosas molestas que no deberían de ocurrir bajo ningún pretexto y que deberían de ser sancionadas. Pero allí estaban. Y a nadie le importaba, pero al mismo tiempo, nadie lo sabía tampoco. Se preguntaba si podría hacer algo, si alguien, además de Yuto, podría ayudarle. Pero viendo a las cosas, mirando cómo se desarrollaban, realmente no parecía tener otra salida. Yuri le había dicho que solo eran un par de años más, este ya casi se acababa, así que no podía ir a peores, ¿verdad?

 

Yuya suspiró suavemente y volvió su mirada hacia el lugar de donde se suponía que vendría uno de los pocos resquicios de luz que le tocaban. Fue ese momento en el que le llegó un mensaje, uno que identificó de inmediato como de Yuto. Se lanzó a revisarlo, no le importaron los demás y lo leyó. Decía que la mentaba estar atrasado, pero que no lo esperara, que iba a llegar tarde, así que mejor se fuera y él llegaría después. El de ojos rojos se quedó un poco pensativo y volvió mirar al camino de la casa de Yuto.

 

-.-.-.-.-.-.-.

 

—¡Llegaste!—gritó un poco de alegría cuando tuvo la oportunidad, casi fue acto de reflejo lanzarse a abrazarlo. Aunque se arrepintió casi al instante, Yuto apenas y había reaccionado. Y cuando lo miró a la cara descubrió lo bastante cansado que se veía, pero ni en esas condiciones el de ojos grises le negó una sonrisa.

 

—Hola Yuya, perdón por no llegar—estaba bastante ido, pero de todos modos aún se mantenía un poco atento a su alrededor—, es que… bueno—se veía como no hablaba del todo bien. El de ojos rojos arrugó un poco su expresión pensando que quizá estaría enfermo—, no dormí bien.

 

—¿Te sientes bien?—preguntó de inmediato—¿Crees que debamos ir a la enfermería?—Si Yuto estuviese en condiciones los colores se le subirían a la cabeza cuando Yuya simplemente había puesto su mano en su frente, pero estaba tan fuera de sí que apenas y había notarlo—No pareces enfermo…

 

—Solo necesito un café…—murmuró negando ligeramente. Yuya arrugó un poco más el rostro.

 

—Aún queda una hora antes del descanso—se quedó pensativo—. Debería preguntarle al profesor si podría ir por uno. Aunque no creo que me deje—suena el timbre empezar la clase. Yuya agarró de los hombros al cansado Yuto—. Ven, hay que sentarse—lo guio para que lo hiciera—. No te preocupes si  te quedar dormido, ¡puedo tomar apuntes!—le retiró las manos de los hombros—No te preocupes, después te ayudaré a tomarte tu café, estarás bien.

 

Yuto asintió suavemente.

 

Y así como Yuya lo dijo, tomó apuntes mientras el otro dormía plácidamente. No podía negarlo, le parecía terriblemente tierno de esa manera, incluso en un momento en el profesor les dio tiempo para que leyeran algo, el de ojos rojo dedicó casi todo tu tiempo a mirar a Yuto, como respiraba suavemente y abría la boca ligeramente para respirar. De haber sido descubierto hubiese quedado con su cara roja y un montón de disculpas, pero allí, en esa clase, no había contacto con los demás y él podía admirar a su amigo tranquilamente.

 

No era la primera vez que tenía ese tipo de actitudes frente a él, ya había pasado en otras ocasiones. Momentos así, suaves y totalmente ajenos, momentos que el atesoraba y los que no compartiría nunca con nadie, ni siquiera con Yugo, con el que tenía una relación muy buena y contantemente se estaban contando cosas el uno al otro. Con Yuto era distinto, se sentía más cómodo y confortado, tenía miedo de hacerle daño y se sentía un poco mal por el hecho de que se estaba aprovechando un poco del sentimiento que le tenía. Se sentía como si abusara de él, de su amabilidad, porque por más que Yuto le dijera que era suficiente, Yuya sentía que no era de esa manera, que el sufría por estar a su lado y no poder hacer nada. Se sentía como una especie de erizo para él, porque por más que se acercaba, sentía el daño. Y él no quería cambiarlo. No quería irse de su lado, no quería apartarse de él. Era algo egoísta de su parte. Yuto sufría y él no se alejaba, es más, se acercaba más  y más a él solo para disfrutar de su compañía.

 

Y sin darse cuenta deseó poder sentir los mismos sentimientos que tenía Yuto hacia él.


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