Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Imposible pero es verdad (Fanfic de koi suru boukun) por patyunam

[Reviews - 1]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

 

 

 

 Capítulo 5: Salvando a Morinaga.

.

PDV SEMPAI

Fingir dolor para hacer que el idiota se acerque y obligarlo a hablar, fue la única cosa que llegó a mi cabeza, lo mataría por ser un imbécil. Luego de presionarlo finalmente escuché el problema que lo aqueja el cual es que el tal Maeda es su jefe y el mundo está de cabeza desde que deje de ser un hombre pues en su empleo  ven como normal que sea gay el jefe o Morinaga y se molestan con el idiota por rechazar salir con el jefe. No tengo opción sino ayudarlo para que salga de su problema. Por su culpa no sólo soy una mujer sino que lo demostraré ante todo el mundo, sin embargo notar el gran alivio que se presenta en su rostro gracias a mi sugerencia hace que no sea un sacrificio tan grande el hacerlo. Además creo que esa ropa me hará sentir cómodo con esta pansa que siempre queda algo comprimida en el disfraz que uso de hombre.

Ir de compras con el tarado no fue tan malo, pues pudimos comprar algunas cosas para el bebé, aunque ese tipo parece más una mujer que yo, emocionado por elegir colores y diseños en la ropa diminuta, con sus ojos brillando de emoción. Caminar no es igual a hace un mes, ahora me cansa tanto estar de pie mucho tiempo, sin olvidar que mis pies se inflaman, pero la única cosa buena de este atuendo es la comodidad de las prendas. En el tren rumbo a casa descubrí algo tan extrañamente incómodo, me cedieron el asiento de inmediato al verme ingresar a los vagones y pude sentirme como un completo inútil pero a la vez agradecido del amable gesto ya que si requería descansar un poco mis pies.

Arribamos al departamento mirando la diminuta ropa que Morinaga expandió sobre uno de los sillones, de alguna forma verlo tan emocionado contagió una parte en mi interior sobre todo cuando levantó entre las manos un mameluco de color blanco que hizo a mi imaginación correr hasta verlo con nuestro bebé en sus brazos protectores. Nunca lo creí pero estoy seguro que será un increíble padre que me ayudará a cuidar esta pequeña vida que cada momento doblega mi mal humor para convertirme en un tonto sensible.

Hace un par de horas que comimos y simplemente muero de hambre, este bebé parece llevarse todos los nutrientes y ocasionar un hambre loca que me evita pensar en lo que los demás piensan. En la estúpida fiesta a la que me están prácticamente obligando a ir. ¡Vaya que ser una mujer y defender a un marica de otro marica es el colmo!  

Al entrar tomó mi mano, por algunos instantes recordé lo que en tiempos pasados pudo haber sido el momento más vergonzoso, pues sujetar la mano de otro hombre declarando abiertamente una relación implicaría someterme al escrutinio de todo el mundo, seguramente las miradas de asco o incluso de odio podrían asecharnos. Pero nada como mis propios pensamientos de confusión, degradación y pánico ante algo que ahora es más que normal, no tanto por el hecho de mi cuerpo sea de mujer y él sea un hombre, sino que he estado tantos años negando tener algo con este hombre que me cuida a pesar de descuidar su salud, con el que he compartido algo, no sé bien que cosa, sin embargo eso se volvió algo mucho más grande desde que siento un vínculo con la vida que se gesta en mí y con él, como una responsabilidad de protegerlos, más que a mis hermanos cuando fueron pequeños, porque esta responsabilidad es agradable no pesada. De modo que tomar su mano no es una molestia sino me da orgullo tener este compromiso fingido en el que de efectuarse prometemos unir nuestras vidas en una ceremonia. Comprendo que todo esto puede ser causado por las hormonas de mi cuerpo que me ponen sensible ante los gestos afectivos, pero mi tonto corazón late con emoción al caminar a su lado y notar las miradas de sorpresa, envidia y algunos pocos que se alegran honestamente de vernos juntos.

Todo mundo cuestionando nuestra relación, nuestras cosas privadas ante el escrutinio, no obstante responder con seguridad fue suficiente para callar todas las dudas de Morinaga, hasta que el apabullante olor de la comida me hizo darme cuenta que muero nuevamente de hambre y en una de las mesas hay tantas delicias que me es imposible concentrarme en otra cosa que no sea la comida. Finalmente  me excuse marchando a sentarme mientras Morinaga me trajo un sinfín de platillos. Entre tanto un grupo de metiches se sentó frente a nosotros en la mesa, en realidad tuve ganas de golpearlos hasta mirar las delicias culinarias que me fueron traídas. Luego de algunos bocados mi estómago dejo de sentir esa sensación de acides con hambre y noté un par de ojos verdes mirando insistentemente, recordé entonces que el tarado no ha comido nada desde el desayuno, esa tierna mirada de cachorro extraviado me hizo perderme un instante que se volvió largo, es justo el rostro que solía hacer hace tanto tiempo, siempre embobado como si desnudara mi interior, como si fuera capaz de escuchar mis más profundos pensamientos.

Intenté evadir esa forma tan curiosa de verme inútilmente, por lo que a su negativa de tener hambre le puse los palillos en la boca con un camarón capeado para verlo comer, aliviar mi conciencia y a la vez mi satisfacción de esa necesidad de protegerlo, pues cada momento lo notó más frágil como si pudiera romperse entre mis brazos; puesto que desde el día que escuché sus problemas me he dado cuenta que tengo que cuidarlo, a veces es tan sacrificado para darme cada parte suya, no puedo evitar corresponder un poco.

Trajo tantos increíbles postres a la mesa, muchísimo helado de chocolate, de fresa y vainilla, siempre me asquearon las cosas dulces, pero ahora me parecen el manjar más increíble que existe en la tierra, hasta que escuché a Morinaga preguntar:

— ¿No me vas a invitar también?

Negué de inmediato pero mi propia culpa me asaltó, además de que hay mucho más en la mesa para que me traiga, por lo que le di un poco de helado. Retiré la cuchara de su boca y pensé en lo que sabría aquel exquisito helado directo de su boca a la mía. En cámara lenta sus labios se unieron a los míos en un placentero acto en el que de inmediato introduje mi lengua hasta tocar el helado derritiéndose en el suave y exquisito interior de la boca de Morinaga, la caricia de sus manos sobre mi rostro no se hicieron esperar, los sonidos se bloquearon hasta que una espantosa voz rechinó exclamando:

— Morinaga no teníamos idea que estuvieras una pareja o que estuvieras tan enamorado.

¿Enamorado? Si supieran que no es algo posible, de parte de ninguno de nosotros. Aunque no sé realmente que cosa me hizo sentir tan emocionado con ese beso, que mi corazón saltó. Pero tanta estúpida pregunta me hizo volver a la realidad, no obstante saber que soy más masculino que él siendo mujer me subió mi ego. De pronto unas palabras en los hermosos labios de Morinaga:

— Es que desde que la conocí en la universidad de un grado superior, me enamoré de ella pues siempre la noté solitaria y callada, al principio pensé que era un chico ya que su vestimenta masculina ocultaba su género, por lo que la confusión creció de que me gustara un hombre, pero no me resistí ante su forma de hablar y de ser tan seria, tan inteligente que me empeñe en estar a su lado hasta que lo conseguí, nos volvimos amigos durante años sin que yo supiera la verdad, sin embargo cierto día cedimos ante la pasión y desde entonces no nos hemos separado.

Lo que Morinaga respondió es aún más sobrecogedor que lo que ha expresado anteriormente, nuestra relación vista como si de verdad pudiéramos ser una pareja. Las emociones rodearon mis pensamientos que se apesadumbraron, la realidad es distinta ¿si en verdad en un inicio fuera mujer él podría haber hecho todo aquello? ¿Yo lo aceptaría? ¿Me gusta eso que hace por mí? Intenté controlar mis emociones, pienso que debo pensar en algo distinto antes de llorar o besar a mi falso prometido. Tantas cosas nuevas y contradictorias a la vez se interrumpieron tajantemente con el suave toque de su mano sobre la mía como borrando mis dudas. Morinaga ignoró a los demás preguntando por los experimentos, algo que se volvió de inmediato un tema que me fascina, no pude parar de contarle todo lo que no había dicho estas últimas semanas que no hablamos, en las que los encuentros sexuales fueron de pasión sin intimidad mental.

Nuestra charla me causa tanta satisfacción como el mismo acto sexual que libera mi cuerpo de la tensión. Poco después, las preguntas sobre mi relación con la vida que se gesta, cosa en la que me he adaptado bastante, son encantadoras, incluso sentí alteración en mis sentidos de recibir una caricia de sus manos sobre mi vientre, pensé de inmediato en apartarlo, no obstante al mirar sus ojos verdes llenos de … quizás ese amor perdido en su corazón me conmocionó, dolió mi corazón y a la vez la calidez rodeó todo mi cuerpo. Las horas volaron hasta que Morinaga fue al sanitario y el tipo ese apareció directamente a molestarme.    

— Deberías dejarlo en paz, se nota que no está a gusto contigo, por más amigos que sean no puedes cambiarlo. — Me dijo el tipo detestable alcoholizado.

— ¡A ti que te importa, él y yo hacemos lo que nos viene en gana!

— No puedes hacerlo feliz como lo haría yo o cualquier otro hombre.

— No sabes nada de él, ni de mí, mejor lárgate antes de que te rompa los huesos a pesar de tener este bebe. — Respondí con mucha ira, pero pensé con miedo en que algo le pudiera pasar a mi bebé si me inmiscuyo en una pelea.

De pronto sin que pudiera verlo un puño golpeó al tipo que me agredía, voltee a ver y Morinaga es quien lo tumbó al suelo. Un grupo de personas nos rodearon al tiempo que Morinaga gritó como jamás lo vi, lleno de una total ira y fiereza:

— ¡No te atrevas a lastimar a sempai o no lo vas a contar!

En el suelo el tipo respondió:

— Yo sólo hablaba con esa mujer, ¿vieron lo agresivo que es Tetsuhiro?

Su abrazo llegó al instante y yo no pude llorar en su hombro a pesar de que lo necesitaba, por primera vez tuve miedo de ser lastimado, pero no por mí, sino por la vida que debo proteger. Lo mejor es que su jefe sabe todo, que él es un valioso empleado y además le dio la oportunidad de subir de puesto, yo simplemente observé todo, no quise intervenir al ver que finalmente lo tendré tranquilo en casa desde temprano para … atendernos.

Justo al llegar a nuestra casa me abrazó emocionado diciendo:

— No puedo creerlo sempai, gracias a ti todo se ha solucionado, soy tan feliz, ya verás que te voy a complacer en todo lo que tú desees, cuando digo todo es que hoy voy a hacer que te vengas las veces que quieras.

— Tenías que arruinarlo con decirlo tan groseramente.

— No me refiero a eso, lo único que quiero es mimarte, quiero que tengas algo que te dé la misma tranquilidad que tu apoyo me dio hoy.

— Mejor guarda silencio y ve a traer un postre, quiero helado de fresa como el de la fiesta.

En lo único que pienso es probarlo de su boca como un par de horas antes, con esa encantadora mirada y ahora que lo pienso quiero que me toque por todas partes mientras lo hace. Esos sucios pensamientos continuaron incluso cuando el regresó de la tienda con un enorme bote de helado:

— ¿Sempai seguro que la grasa del helado no te hará daño?

— Cállate y tráelo aquí en este instante. — dije desde el sillón, en el cual se sentó a  mi lado entregando el bote.

Por supuesto que di el primer bocado, pero luego la siguiente cucharada la metí en su boca sin resistencia, al instante en que saqué la cuchara de su boca, bruscamente junté mis labios a los suyos introduciendo mi lengua y robando el helado de su boca, sin despegarnos me levanté sujetando su rostro entre mis manos y colocando el bote justo en la orilla del sillón para poder montarlo. Morinaga reaccionó relajadamente ante mis gesto jugueteando con el helado que robé de su boca, succionando mi saliva mientras movió la lengua lentamente sobre la mía. No me importó que la saliva y el helado ensucie nuestro rostro. Sus veloces manos recorrieron mi cuerpo con ternura hasta detenerse en mi vientre que circuló bajando hasta mi entrepierna  mientras a horcajadas no descendí para restregarme sobre su miembro pero me moría de ganas. Con esa bata de embarazada me es posible sentirlo sin hacer mucho.

— Sempai… mmmmmnn… sempai….

Las frases cortadas por los besos y caricias se pausaron para recibir la afectividad sin palabras, lo sabía de alguna forma marchita, que quizá un poco de su enorme sentimiento que habita incipientemente en el fondo de su alma  parece salir hasta tocarnos a ambos. Lo anhelo, deseo a su enorme corazón que se derrite en mi como la pasión que nos llena a cada paso, con las manos, con los besos y su mirada de plenitud, con las pupilas dilatadas encantado de mí y yo de él. Finalmente lo creí, yo podía entregar todo, no podía decirlo aunque sí demostrarlo, moviendo mi cuerpo con su miembro en la profundidad saliendo e introduciéndose con calma, con prisa, con todo lo que poseo, con esas emociones revoloteando tantas veces; llevando mi corazón y mente a la realidad y fuera de ella sin poder evitarlo, sin querer evitarlo. Para abrazar esta pasión con ternura mientras me pierdo en la lujuria a su lado.

Una vez terminamos nuestro encuentro en su cama, no se mostró cansado, al contrario nuestros labios se separaron cuando el último orgasmo se desvaneció lentamente, sonrió con felicidad y creo que yo correspondí. Me dijo sus planes, demasiadas cosas sobre nuestro bebé, junto con ideas para comprarle tantos artículos, algo absurdo al primer pensamiento, no creí poder compartir esos objetivos y deseos pero así es, incluso yo propuse unos. La cuna en mi habitación al lado de mi cama, no obstante quería decirle que yo pienso es mejor quedarme en su cama para sentirme protegido, ¿Pero cómo pedirle más de tanto que me da?  Dejé a un lado mis pensamientos tontos y hablamos de la cosa grandiosa que tenemos en común para amar, nuestro pequeño o pequeña bebé.

Mi sueño se vio interrumpido por la mañana con las horribles nauseas que me causaron las cosas ingeridas el día anterior, de manera que me levanté corriendo al sanitario con él por supuesto a ayudarme a sostenerme el cabello, tocar con suavidad mi espalda como intentando aliviar esta terrible molestia. Un poco de mareo me azotó mientras lavé mis dientes, de pronto el timbre sonó insistentemente y Morinaga fue a ver quién era. Escuchar esa voz quejosa y melosa me hizo saber la persona en la entrada, por mi parte corrí a regañarlo y recordé que mi figura es distinta, no puedo simplemente hablar con Tomoe sin mi disfraz a menos que quiera se percaten de mi problema. Tenía que pensar rápido por lo que abracé a Morinaga por la espalda para cubrirme diciendo:

— ¿Tomoe qué rayos haces aquí tan temprano?

— Hermano… es que yo… — Tan lastimero como siempre lloró hasta que una mirada intrigada volvió a mí para preguntarme: — ¿Por qué abrazas a Morinaga?

— Porque es mi cumpleaños. — Dijo Morinaga, haciéndome sentir culpa por no recordar la fecha, sin embargo respondí a Tomoe para evitar sus sospechas:

— Ah sí, por su cumpleaños, felicidades Morinaga. Pero mejor ve a casa de Matsuda y luego hablamos Tomoe.

— No hermano, es que dejé a Kurokawa y no quiero decirle a ellas, no comprenderán y pensé que tú me dejarías quedarme mientras encuentro un empleo en Nagoya, ya que no quiero volver a verlo.

— Pasa por favor Tomoe. — Le dijo Morinaga.

Al instante en que Tomoe entró a nuestra casa no solté la espalda de Morinaga, simplemente giramos hasta permitir el acceso a Tomoe. Luego de ello pasó delante de nosotros dejando sus maletas en la entrada, fue cuando escuché una pregunta del tipo al que abrazo:

— ¿Qué ocurre? ¿Por qué no me sueltas? ¿Algo está mal?

— No idiota, lo que pasa es que no traigo el disfraz y Tomoe sabrá que algo está raro conmigo si me ve así con esta pansa y ya sabes… lo de arriba. Por cierto ¿De verdad es tu cumpleaños?

— Claro que no sempai, lo dije porque me pareció raro que me abrazaras así. ¿Qué otra razón podrías tener para abrazarme? Así que pensé en eso.

— Realmente eres un tonto, pero gracias por pensar ágilmente.

Pasamos a un lado de mi habitación y me metí cerrando la puerta, ellos dos se quedaron hablando en la sala mientras me coloqué todas las cosas para parecer un chico. Morinaga sonrió al verme vestido como hombre, creo que de verdad le gusta imaginar que sigo siendo uno. Una vez en la sala con un Tomoe llorón que tenía una taza de té en la mano me senté junto a Morinaga usándolo como separador, pues seguramente Tomoe intentaría sujetarme para llorar en mi hombro.

A través de Morinaga le dije a Tomoe:

— ¿Ahora que rayos ocurrió con ese miserable? ¡Si te hizo algo lo mataré a golpes!

— Hermano creo que no es tan mala idea. Es un traidor, tenía varios días que se quedaba tarde al trabajo y uno de ellos decidí ir a sorprenderlo con comida para pasar un rato juntos pero lo vi salir al lado de una chica. No podía creer que Kurokawa me hiciera algo así por lo que lo seguí hasta verlos entrar a una casa, ella puso música y él se levantó a bailar con ella. Recordé tantas veces que rogué para que aprendiéramos juntos a bailar, aquella noche supe la verdad, es porque soy un hombre, él siempre ha sabido bailar y lo demostró con esa chica que seguramente ama. Conmigo nunca haría eso porque le debe parecer desagradable y le avergüenza estar con un hombre.

— ¡Mataré a ese idiota que se atrevió a engañar a un Tatsumi! — comencé a llorar inconteniblemente hasta que nos interrumpió Morinaga:

— ¿No sería posible que esté tomando clases de baile para sorprenderte?

— No es sólo eso, tiene unas semanas que no me ha tocado, procuró evadir incluso los besos, eso demuestra todo, tiene otra persona con quien hacerlo. — respondió cabizbajo Tomoe.

— ¿Dónde está ese miserable? Creó que lo mataremos y Morinaga nos ayudará a desaparecer el cadáver. — Respondí imaginando qué siente Tomoe, tanto dolor en su rostro y enojo de igual forma. Levantó su faz para continuar diciendo:

— Imaginé que podríamos vivir juntos el resto de nuestras vidas, una eternidad a su lado es lo que mis más profundos deseos piden. Despertar con él siempre, mirarlo sonreír por cosas absurdas, besarlo muchas veces durante el día, abrazarlo cada vez que lo tengo a mi alcance … — Su voz se cortó y de nuevo las lágrimas que parecían haberse detenido volvieron a caer sobre sus ojos inflamados, carraspeó un poco y expresó una vez más en medio de su gran pena: — Me sentí tan feliz todos estos años… nunca pensé que pudiera terminar de… esa forma tan cruel.

La última palabra salió forzada de su boca, el amargo llanto no le permitió hablar adecuadamente.

— No lo puedo creer Tomoe, Kurokawa parecía ser tan bueno, lucía tan enamorado, hasta pidió la bendición de tu padre. ¿Qué dijo cuándo lo confrontaste? — Preguntó Morinaga intrigado.

— No quise verlo, ni preguntar nada que me hiciera sentir más dolor, sólo me fui a casa, tomé algunas maletas y partí en un avión a Japón. Fue difícil pero creo que sería mucho más escucharlo directamente.

— ¿De casualidad no te ha llamado? — Volvió a preguntar el retrasado de  Morinaga y yo lo interrumpí lloriqueando como Tomoe:

 — Ya basta … que no vez que perdió al amor de su vida, no te basta que le fuera difícil irse y dejarlo.

Sin darnos cuenta Morinaga nos abrazó ya que se encuentra en medio de ambos, acarició mi cabello y después pasó con delicadeza una de sus manos sobre mi espalda, entre tanto recargue mi cara contra su pecho. Mi mano fue a dar a la cabeza de Tomoe y sentí la de Morinaga consolándolo pues igual que yo, llora en su pecho.

No comprendo porque tanto sollozo de mi parte, quizás el imaginar que ese destino es el mío con Morinaga me mueve fibras sensibles, luego de verlo besar a otro hombre, tal vez la posibilidad no es tan lejana de que un día mientras yo cuido de nuestro hijo él salga a buscar lo que no puedo darle y tendría todo el derecho de ser libre. Una vez que mi cuerpo no me pida ser atendido sexualmente, sin estas hormonas creo que lo dejaré ir. Me duele tanto pensar que acabará en brazos de alguien que hará las cosas que nunca quise, aunque una parte de mí cree que él merece felicidad y sólo la obtendrá sin un lastre como soy yo. He lastimado tantas veces su corazón que no comprendo porque sigue aquí, posiblemente el amor paternal es tan grande para sobrepasar a cualquier otro tipo de sentimiento.

— Apagué el celular desde que lo vi con esa mujer, no quiero sus llamadas. — Respondió de pronto Tomoe separándose del abrazo de Morinaga.

Por mi parte tenía que entrar en razón, me levanté e intenté alejar mis pensamientos de cosas tristes, yo nunca soy tan sentimental, debo controlarme o descubriré mi fachada. Recordé que quizás con Morinaga cuidando de tapar mi apariencia todo sería mejor; por lo que pregunté:

— ¿Morinaga tienes que ir a trabajar hoy? 

— Es domingo sempai, recuerda que me ascendieron ayer y hoy tengo el día libre.

— En ese caso ¿Dónde está el desayuno? Morimos de hambre.

— No hermano, no tengo hambre. — Expresó Tomoe muy triste.

Sin pensar hable en plural refiriéndome al bebé, afortunadamente Tomoe es tan despistado.

— Ya voy sempai, les haré un té para calmar su estómago.

Cuando Morinaga mencionó la comida pensé en los detalles sobre alojar a Tomoe. Tenerlo conmigo en la misma habitación no es una opción, lo mejor es dormir con el pervertido, aunque es mala idea ya que Tomoe no debe escuchar nada. Pero no tengo opciones, por lo que dije:

—Tomoe tu irás a la habitación de Morinaga y yo me quedaré en la mía con él.

— Pero supuse que podríamos estar en la misma habitación para charlar. — Expresó el sensible Tomoe.

— Tú necesitas pensar las cosas, así que mejor será que estés a solas, podemos hablar todo lo que quieras ahora. — Recalqué con firmeza.

— Por mí no hay problema Tomoe, yo pondré un colchón en el piso junto a sempai.

De inmediato corrió a abrazarme pero Morinaga notó sus intenciones y se interpuso abrazando a mi hermanito en mi lugar. Tomoe simplemente le devolvió el abrazo y me volteé para evitar sus reproches.

Desayunamos en la mesa cuando el teléfono de Morinaga comenzó a sonar con insistencia. De inmediato contestó:

— ¿Hola?... ¿Sí qué sucede Kanako?... Mejor te comunico con sempai.

Tomó su celular y me lo pasó a través de la mesa.

— ¿Qué quieres Kanako?

— Hermano, hace un rato por la mañana Kurokawa me llamó preguntando por Tomoe, ¿lo has visto? — Expresó Kanako con preocupación.

— ¿Qué si he visto a Tomoe? — Al decirlo en voz alta Tomoe negó con la cabeza inmediatamente, incluso con ambas manos hizo señas para que lo negará, por lo que carraspee un poco para seguir fingiendo la voz masculina: — No yo no lo he visto, dile eso al idiota de Kurokawa.

—  Kurokawa está muy preocupado, me contó que estuvo esperando a Tomoe, al hacerse tarde le marcó y su celular estaba apagado; también yo le marqué constatándolo. Luego al subir a su recámara descubrió que la ropa estaba tirada en el suelo y le faltaba una maleta. — Me explicó Kanako.

— Eso quiere decir que Tomoe al fin entró en razón y dejó a ese pedófilo.

Al escuchar mis palabras Tomoe asintió con sus ojos llenos de resentimiento.

— Hermano el problema es que nadie sabe dónde está Tomoe. ¿No estás preocupado?

— No te inquietes, hace un poco me llamó para decirme que no lo busquemos que él está bien.

— Si tú lo dices creo que todo está bien, aunque me gustaría que hablaran Tomoe y Kurokawa, debe ser un malentendido todo esto.

— No hay malentendidos cuando se trata de Kurokawa, eso de botarlo por ser un hombre.

— Hay hermano, no comprendo de que hablas, creo que seguiré intentando marcarle. Si te llama dile que me hable a mí también.

— Como quieras, yo le diré a Tomoe que te llame.

Colgué el teléfono pero me quedé pensando en que pasará y cuánto tiempo ocultaremos a Tomoe en nuestro apartamento, me preocupa bastante pensar que mi disfraz sea descubierto por este problema, ya sea por cualquiera de mis hermanos.

— No quiero hablar con ella, quizá me obligue a hablar con mi traidor ex esposo. — Dijo Tomoe bastante molesto.

— ¿Te divorciarás? — Preguntó preocupado Morinaga.

— Es en lo único que pienso. — Aseveró Tomoe. 

Tomoe no le gusta perder el tiempo, razón por la que nos pidió la laptop para revisar la bolsa de trabajo de Nagoya. Al ver a Tomoe entretenido Morinaga se encargó de guardar las cosas de bebé en mi habitación con un poco de mí ayuda y desarmó la cuna que tanto trabajo nos costó armar.

Acomodé mucha de la diminuta ropa en una caja de cartón que guardaremos en el fondo de mi ropero junto con la cuna desarmada. Por mi parte no tengo idea como alejaré a Tomoe para que no se dé cuenta de mi problema.

— ¿Morinaga crees que podrías ayudarme a evadir a Tomoe? Siempre ha sido muy encimoso, creo que puede descubrirnos si me aprieta mucho.

— Sempai, yo creo que debes decirle. ¿No les presentarás a nuestro bebé?

— Todavía no sé qué haré. De todas formas eso es algo que nos incumbe a nosotros ¿me ayudarás o no?

— Tu tranquilo sempai, si eso te preocupa tanto yo te ayudaré, sólo no te estreses porque le hace daño a nuestro hijo o hija.

Durante horas no interrumpimos a Tomoe por lo que simplemente cuando Morinaga terminó de mudar algunas de sus cosas a mi cuarto, nos sentamos frente a la televisión a mirar documentales. Todo es tan extraño con Tomoe observando nuestros movimientos, no me agrada tener que contener mis impulsos de besar a ese idiota; además he tenido que separarlo de mi varias veces en sus intentos por abrazarme, tocarme la pansa y la pierna, ya que no podemos dejar que nos descubra algún miembro de mi familia. No me había percatado hasta el arribo de mi hermano que nosotros o quizá yo me he transformado un poco, este bebé y las hormonas me obligan a pedir afecto, abrazarlo y sentir su toque me relaja, cosa que antes me incomodaba.

Me da terror pensar en la reacción de mi familia ante mis nuevos problemas. Es tan vergonzoso imaginar tanta pregunta sobre nosotros o sobre el por qué soy mujer, algo que ni yo mismo he indagado, por lo mientras no me importa saber, mi bebé es muy importante así que seguiré con esto hasta que él nazca.

Por la tarde salimos a comprar la despensa, trajimos un par de cosas y cenamos los tres, la cara de Tomoe es tan triste que me causa dolor verlo así, a pesar de que Morinaga me ha evitado varios de sus abrazos uno de ellos tuvo que ser grupal para evitar sospechas.

La primera noche de tener a Morinaga junto a mí pero sin que podamos hacer algo me resulta extraña, quisiera poder recibir esa sensación tan cálida que viene de él, sin embargo los ruidos que hago mientras nosotros … son muy sonoros y Tomoe sabrá que tengo una relación con ese tipo. ¿De verdad me importa que Tomoe lo sepa? ¿Por qué?

— Sempai ¿Por qué decidiste que me quede en tu habitación? — Dijo Moringa desde el futón donde está recostado.

— Ya sabes, es porque aquí tengo mi disfraz y no puedo salir sin él. Además no puedo permitir que Tomoe me descubra.

— Creo que es bueno estar en el mismo cuarto para cuidarte, no quiero que algo malo les ocurra. Si te parece bien me gustaría quedarme incluso después que Tomoe se vaya o tú en mi habitación y no te preocupes puedo dormir en el futon para no molestarte.

— No es necesario… no me molesta, lo malo es que mi cama es pequeña para los dos.

— Entonces será en la mía. Descansas sempai.

Me sentí emocionado y algo nervioso luego de mis palabras, pero finalmente es algo que debemos hacer, todo por el bien de nuestro bebé.

Ir a dormir es algo complicado sin la relajación que experimenté diariamente, creo que ese detestable tipo en el futon le importa poco lo que yo siento, mientras doy vueltas en la cama el descansa tranquilamente.

Por la mañana me sentí molesto de tener que ponerme el disfraz, por primera vez se supondría que soy libre para estar con ropa suelta en mi casa, pero ahora debo ocultar todo mientras Tomoe se marcha.

 Este lunes que me levanté temprano sin poder variar mi horario común, Morinaga junto conmigo a preparar el desayuno, Tomoe apareció cuando nosotros ya comíamos nuestros alimentos. Es realmente horrible verlo así tan devastado, tan frágil, lleno de dolor de pies a cabeza, se nota en su caminar, en su mirada perdida que no lo deja hacer nada, tan extraviado, tan solo. Sin dudar me levanté y corrí a abrazarlo, no me importaron mis tonterías, mis prejuicios, lo único que quiero es hacerlo sentir bien, que su corazón no esté roto. Al tenerlo en mis brazos simplemente tembló y escuché un profundo llanto que conmovió mi corazón, pude percibir las fracturas que lo parten en miles de pedazos, él ya no es su “yo” completo, las partes que ha dejado en la otra persona lo dejan totalmente separado de la realidad. El día de ayer no lo noté, no pude ser capaz de evadir mis propias abstracciones que me hacen egoísta, como para ayudarlo sinceramente. Mientras nos abrazamos, Morinaga llegó a sujetarnos a ambos, de la forma más ridícula nos encontramos por segunda vez en un abrazo grupal, sin embargo me sentí de alguna forma más tranquilo, como protector y protegido.

Mi familia se hace grande con el bebé y Morinaga como su padre, realmente me pregunto qué haré cuando nazca, quiero que todos lo conozcan, que Tomoe mime a su sobrino y Kanako le enseñe a usar los patines como ella solía usarlos cuando era pequeña.  Alguna forma inventaré para poder presentarles a nuestro nuevo integrante ¿será una niña de cabello azul y ojos verdes? ¿Un niño retraído como yo o explayado como él? ¿Tendrá esa mirada de cachorro extraviado? ¿Podrá ser su cabello lacio y dócil o alborotado como el de él?

Nos soltamos un par de minutos después y el rostro triste de Tomoe cambió inesperadamente, me miró sonriente quitando un poco la amargura de sus ojos, luego vio a Morinaga y nos dijo:

— Haz cambiado hermano, finalmente me diste lo que yo necesitaba, un poco de afecto fraternal, me haces saber que cuento contigo y que no estoy solo. Me da la impresión que ustedes son una familia, debe ser por tantos años juntos y lo bien que se llevan.

— No digas tonterías Tomoe, no imagines cosas … — Respondí velozmente interrumpido por mis propios pensamientos.

Los ojos de Morinaga me miraron expectantes, aquello que pensé decir como todas las anteriores veces que alguien sugirió que tenemos algo como una relación que trasciende la amistad, negué rotundamente cualquier afecto, cualquier minúsculo vínculo, no obstante ahora algo me detuvo, un sentimiento distinto que sin lugar a dudas nos une formando algo mucho más grande que una amistad, pero no tanto como una relación real. Es de cierta forma conveniente, aunque a la vez me hace disfrutar su compañía, cada aspecto tan cuidadoso que expresa respecto a mí, el bebé y nosotros, de igual forma doblegó totalmente su orientación sexual para quedarse conmigo, quizás por el bebé o quizás un poco por los ayeres.

Las reflexiones extrañas de mi cabeza fueron detenidas por la voz seria de Morinaga:

— No creo que se deba a eso Tomoe, somos un par de solteros que adoran trabajar y hemos sido buenos amigos desde hace tantos años que por eso seguimos viviendo juntos, no hay nada más.

La primera vez que una negativa tajante salió de sus labios, ¿negó acaso nuestro nuevo vínculo?  Algo dolió en mi pecho, una punzada lastimando mi corazón, mi piel se erizo como si una corriente fría en mi espalda se hubiera cernido,  junto con sequedad en mi garganta que me hizo carraspear un poco conteniendo este extraño dolor pues sé de ante mano que si le doy vueltas comenzaré a llorar.

— Hermano hay algo raro contigo, me da la impresión de que algo te ocurre. Debo ser yo y mi problema que percibo las cosas de forma distinta. — dijo Tomoe mirando mi rostro.

Volvimos al desayuno que se enfría en la mesa, yo siempre con hambre devoré todas las cosas de mi plato mientras ellos comieron lentamente. Una vez terminamos de desayunar, Morinaga se alistó y marchó a su trabajo,  yo simplemente tomé la laptop de mi habitación para sentarme a estudiar un poco en la sala, sin embargo fui interrumpido:

— ¿Hermano, no se te hace tarde para ir a la universidad?

— No voy a ir.

— ¿Te tomarás el día libre por mí?

— ¡Claro que no! Es que pedí una licencia el viernes de seis meses, ya que necesito vacaciones.

— Siempre creí que eras un adicto a trabajar en tu laboratorio y con tus clases. Ya veo que de todo se cansa cualquiera.

No respondí a su comentario y pensé continuar con mis estudios hasta que recordé el predicamento de mi hermano, es evidente que debo distraerlo para que no se la viva teniendo recuerdos de las cosas que vivió al lado de Kurokawa, por lo cual pregunté:

— ¿Tomoe qué ocurrió con tu empleo en América? ¿Renunciaste?

— Es cierto no les avisé ni nada, sólo me vine a Japón. Creo que renunciaré inmediatamente por teléfono.

— En este caso estoy en desacuerdo, deberías pedir un par de días en tu empleo y pensar las cosas bien. Aunque no sigas con el pedófilo, deberías considerar el no perder tu empleo.

— Si tú lo sugieres lo pensaré.

Mi hermanito tomó su celular, lo prendió y de inmediato sonó cientos de veces con los mensajes que llegaron irrumpiendo el silencio. Esperó un par de minutos mientras su celular terminó de sonar, para hacer la llamada a su empleo; una vez lo hizo pidió una semana de vacaciones, extrañamente se la concedieron sin ninguna explicación o trámite físico.

Un rato después muero de hambre, por lo que saqué del refrigerador la comida que nos dejó Morinaga antes de marchar al trabajo. Bastantes alimentos saludables junto con la nota sobre el traste de la comida coloqué en la barra de la cocina. Tomoe por su parte, se aproximó a mí desde que saqué las cosas para decirme:

— Estos detalles me hacen recordarlo, siempre tan atento como Morinaga es contigo. Mira aquí te dejó una nota para que tomes vitaminas, es tan bueno contigo sino supiera que odias a los gays pensaría que tú y él son pareja. Sabes algo curioso hermano, hace poco hablamos de adoptar un niño, él sugirió hacerlo, aunque creo que ahora lo pensó bien y prefiere un niño con su propia sangre. Yo me rehusé al inicio, sentí miedo de cuidarlo nunca pensé poder darle lo que nunca tuve, ya sabes mamá murió sin que yo recuerde muchas cosas de ella, luego papá de viaje todo el tiempo. ¿Sabes que me hizo querer un hijo? Fuiste tú, nos cuidaste muy bien, siempre estuviste ahí para alentarnos, ayudarnos, hacernos reír, darnos unos cuantos golpes de amor y también tanto afecto. Recuerdo que nos leías cuentos, me hiciste independiente para levantarme cada que caí y formar mi propio camino. No sé qué pasará con mi vida ahora, sin embargo estoy seguro que con tu apoyo saldré adelante y puede que un día tenga un hijo aunque sea adoptado, al cual le daré el amor que tú me enseñaste a dar.

Una de mis manos bajó a mi vientre, durante las hermosas palabras de mi hermano menor, de nuevo tuve que contener las odiosas lágrimas pues recordé tantas cosas. Tan pequeños y débiles mis hermanos que nunca podrían recibir las atenciones de mamá, yo me encargué de ellos, los cuide en primer lugar porque prometí en brazos de ella que les daría lo que ella nunca podría. En segunda instancia cada vez que los miré fracasar supe que me correspondía alentarlos como ella lo hizo conmigo y por último por el hecho que siempre me causaron mucha satisfacción, desde verlos crecer, estudiar y ser los mejores, de igual forma ser reflejo de mí mismo. Ahora comenzaré desde cero con esta linda criatura diminuta que siente mis pesares, mis alegrías y seguramente crecerá como mis hermanos agradecido de que yo esté ahí.

— No llores hermano, no quise ponerte triste con recuerdos de mamá. — Dijo Tomoe limpiando mi rostro.

— No estoy llorando, es que algo de la cocina irritó mis ojos.

Por la tarde la comida no me bastó, pues necesito mi dosis de carbohidratos, o sea de pastel y postres. Salí con mi hermanito a comprar muchas de las cosas dulces y saladas que pude ver por la calle. Luego de comerlas me preocupo que incluso él notara mi pansa, no obstante la adjudicó a las cosas que ingiero y  de ninguna forma a la realidad. Creo que a él mismo le alegró un poco su día el salir conmigo y comer todo eso, ya que la mayoría de azucares nos hacen liberar endorfinas. Llegamos a casa para encontrar a Morinaga algo serio.

— Sempai no comiste todo, supongo que saliste a comprar comida chatarra. ¿No es así?

— Necesito un poco de cosas dulces. — Repliqué apenado.

— Debes cuidarte, no es bueno elevar tus triglicéridos, o tu azúcar en sangre. Sabes que hay tantas cosas que son malas para tu salud.

La sangre me hirvió de pronto ¡¿Cómo rayos se atreve a decirme que hacer?!

— ¡Maldita sea Morinaga! ¡Tengo derecho a comer un poco de lo que se me antoja! ¡No eres nadie para decirme que hacer! Además… ¡Tú comida es horrible!

El mutismo de Morinaga se hizo presente, me miró con reproches callados. Soltó la palita que sostenía pues se encontraba en la cocina haciendo la cena, apagó la estufa, caminó a la entrada de la casa y finalmente habló:

— Lo siento Tomoe saldré un rato. — Expresó sin mirarme.

— ¿A dónde rayos piensas que vas?

— Donde yo quiera, al fin que tú y yo no somos nada.

 Es verdad que nunca hemos dicho nada claro, lo único que fuimos capaces de acordar es quedarnos uno con él otro, de tener sexo, planes de cuidar al bebé,  pero nunca como una pareja aunque…

— No te vayas, ¿podemos hablar en privado?

Pregunté sin preocuparme en lo que pensará mi hermano, sólo me coloqué mis zapatos y salimos del departamento juntos. Caminamos en silencio por la calle hasta el parque que está cerca. Las palabras no podían salir de mi boca.

— Lo intento sempai, nada es igual, sabes que no quiero irme pero tú eres tan distinto y tan igual. Tu aspecto cambio y tu forma de ser cambió un poco también, pero luego vuelves a ser tan grosero y agresivo, intento no pelear por nuestro hijo, aunque es tan difícil no hacerlo cuando me sacas del juego. Siempre creí que te gustaba lo que yo cocino. Creo que sólo estoy contigo para darte placer porque no toleras mi compañía, me pregunto qué pasará con un bebé que crece en medio de nuestros pleitos, o de tu forma de seguirme despreciando.

— No te desprecio, son estas malditas hormonas, además no he podido relajarme con mi tonto hermano rondando haciendo preguntas. Tu comida es buena, quieres que lo diga pues lo digo ¡Tu maldita comida es la mejor que he comido nunca! ¡Satisfecho! No quiero que te marches, ¿dejarás que crezca sin un padre como yo?

Tomó mi rostro acariciando suavemente con su mano, sus tiernos ojos verdes se tornaron cristalinos entonces continuó:

— Sigues siendo igual sempai, cuando ves que me pierdes intentas arreglarlo, pero dentro de ti no puedes dejar tus prejuicios ni un poco.

— ¡¿Qué dices idiota?! ¡Tú eres quien cierra los ojos en el sexo porque me tienes asco!   No sé en quién piensas o qué piensas para poder hacer esas cosas conmigo.

— Cálmate un poco, no se trata de eso, confieso que me gustabas más antes. Ver tu disfraz me hace creer que todo es igual, pero te lo dije ¿no? Me gusta darte placer, los gestos que pones y tus quejidos, además de la mirada que haces al terminar todo, junto con los arrumacos. En cambio tú no podrías quitar tus prejuicios un poco por mí, demuéstralo, estamos en plena calle y tú vestido como un hombre ¿Sera que puedes besarme? No hablo de un toque de labios, un beso real en medio de todas esas personas que pasan a nuestro lado.

Tiene razón al pedirlo, supongo que sigo pensando que esto está mal, me da miedo ser juzgado, pero haré algo para que este bebé tenga una familia… para que yo… Es ahora o nunca. Con nervios sujeté sus manos con suavidad, cerró sus ojos delante de mí y apretó sus labios nervioso. Un suspiro salió de su nariz al tiempo que me aproximé, liberé sus manos y tomé su cuello abrazándolo, moví un pie adelante para poder alcanzarlo poniéndome de puntillas. Agachó su cabeza poniendo su boca a una distancia más cercana por lo que yo simplemente me giré ligeramente para evitar que nuestra nariz chocara y finalmente sentí sus labios con delicadeza sobre los míos profundizando con mi lengua lentamente.

Me perdí en él, olvidé por esos instantes quién soy o lo que soy, disfruté tanto ese leve toqué de su respiración en mi rostro, su saliva en mi boca moviéndose al compás de su lengua que lentamente me sedujo como todas las veces. Sentí de nuevo como mi piel se erizo, sin embargo ahora de placer, un placer negado por mis prejuicios, por mis tontos criterios que no me dejan decirle a todo el mundo que este hombre y yo … no se bien, creo que deseo ser libre para decir que estamos juntos sin ningún tipo de nominación ni atadura, sólo nos gusta estar juntos y ya.

El beso cesó repentinamente para darme cuenta que sus brazos me sujetaban con fuerza acariciando mi espalda. Un par de lágrimas que se juntan en la esquina de sus ojos cristalinos que me miraron con asombro y se sonrojó al instante:

— No me sueltes por favor. — Suplicó en voz baja.

Mi vientre tocaba su abdomen plano hasta que bajé los talones y sentí vergüenza de saber la razón para no querer soltarme.

— ¿Morinaga tu estas? — Pregunté algo serio.

— Lo siento, ya sabes que mi cuerpo reacciona ante ti. ¿Podemos sentarnos ahí un poco antes de volver a casa?

Señaló una banca en el parque, miré a nuestro alrededor y las personas pasaron sin notarnos, en realidad parece que nos ignoran. Es tranquilizante saber que nadie nos está molestando o nos prestan demasiada atención. Asentí con mucha vergüenza de tener este tipo que se prende con un simple beso, me di la vuelta y caminó pegándose a mi espalda hasta llegar a la banca donde me dijo al oído:

— ¿Te puedes sentar en mis piernas hasta que se me quite?

— ¡¿Acaso estas demente?!

Pensé en golpearlo por imaginar que yo haría semejante barbaridad, no obstante replicó:

— Si me siento se va a notar mucho más. Aunque si te sientas en mis piernas los demás sólo te verán a ti ¿Quieres que la gente nos vea así? ¿O prefieres que nos quedemos de pie? Supongo que llamamos menos la atención si nos sentamos.

No supe que pensar en esos breves instantes, ya de por sí es incómodo tenerlo en la espalda erecto empujando contra mi trasero, no supe que decir hasta que me jaló y quedé sentado en sus piernas. Mi corazón latió más aprisa, dos días sin sexo y yo con tantas hormonas brotando a flor de piel también alocaron mis sentidos, además de la dureza que percibí justo en esa zona, se humedeció a cada instante más.

 — Sempai no muevas las piernas de esa forma… aaahhh… sempai se siente tan bien. — Dijo en mi oído acallando su excitación.

— ¡Rayos! Creo que esto es malo, ya suéltame y déjame levantarme. — Respondí en medio de los temblores de mis piernas excitadas.

— Vamos a un hotel, necesito hacerlo y tú también.

Quise matarlo por decirlo tan abiertamente, sin embargo su proposición seducía mi lujuria, necesitaba sentir su miembro entrado y saliendo, la hermosa liberación de mis tensiones, pero mi hermano nos espera en casa, además de que salimos sin explicar mucho.

Con trabajos solté sus manos de mi cintura y me levanté. En realidad yo deseo seguir en esa posición tan estimulante, todo es culpa de este embarazo que me vuelve una máquina lasciva. Se cubrió con las manos sobre los pantalones de inmediato, y yo pensé únicamente en la estimulación que me dan sus caricias. Sé que requiero agua fría de inmediato y más él, por lo que dije:

— Espera aquí un poco.

Caminé unos pasos hasta un puesto callejero y compré agua helada, la llevé hasta él, sentándome a su lado.

— No creo que funcione. — Respondió dando un trago al agua.

— Moja tus orejas, el cuello y si no funciona te la arrojaré directamente ahí.

— Lo siento, dame un par de minutos, haré que funcione.

Mojó su cuello y orejas, al tiempo que respiró vertiginosamente y contuvo un par de veces la respiración. Entre tanto, yo no podía dejar de pensar en la sensación de su miembro duro y las embestidas que da cuando me lo hace, miré al cielo, a las personas en el camino y las ardillas que corren entre las ramas de los árboles para distraerme hasta que me preguntó:

— ¿Sempai me deseas como yo a ti?

— ¡Carajo! Te lo he repetido hasta el cansancio, de verdad pareces retrasado para preguntar esas cosas, tantas veces ha ocurrido estos años y todavía me cuestionas.

— No te enojes, disculpa, lo hago porque me enternece saberlo, eres tan tímido que por eso pregunto, para que un día me digas que estás loco por mí.

— No me hagas enojar ahora, ni mucho menos imaginar eso. Tomoe está en casa esperándonos, será mejor que pienses en una buena excusa. Delante de extraños está bien pero no quiero que mi familia lo sepa.

— Está bien, relájate.

Iba a gritar una respuesta puesto que detesto que me digan que me calme, no obstante intenté tranquilizarme por el bien del bebé, además de inventar la excusa. Un par de minutos después caminamos a casa creando una estrategia y al entrar Tomoe inmediatamente preguntó:

— ¿Qué sucedió hermano?

— Nada en especial Tomoe, tuve que disculparme con este idiota sino dejará de cocinar para nosotros. — Respondí con molestia.

— Disculpa aceptada sempai, no dejaré de cocinar. No morirá de hambre como aquella vez que discutimos y le dio anemia, incluso Kanako pidió que lo cuidara.

Por suerte Tomoe cambió su rostro de asombro por algo relajado y común, se rió un poco expresando:

— Hay hermano, por un momento sentí que estaba en medio de un pleito de amantes, pero veo que es por lo inútil que eres al cocinar.

— Claro ya lo sabes, estoy a dieta por esta pansa, Morinaga es quien se encarga que no muera de hambre y adelgace adecuadamente.

Comimos, charlamos y reímos con las anécdotas que Tomoe contó de América, algunas le dieron nostalgia y por otras simplemente se puso algo triste. Se hizo de noche y el cansancio no me dejaba, todo por alejar a Tomoe el encimoso, ya que es sumamente difícil a pesar de que Morinaga me ayuda a mantenerlo a raya de mí para que no nos descubra.

A razón de mi cansancio recostarme en la cama seguro es suficiente para dormir, no obstante luego con ver a Morinaga sin camisa entrar a la habitación colocándola al tiempo que acomodó su futon, me hizo hervir la sangre ¿cómo es  posible que un tipo me cause estas emociones? ¡Lo detesto! No sé qué cara puse que me preguntó de inmediato:

— ¿Te sientes bien sempai? Estás algo rojo de la cara. ¿No tienes fiebre?

Cuando colocó su mejilla en mi frente y se despegó para verme, nos besamos, luego me arrepentí de hacerlo:

— Aléjate de mí, no vez que Tomoe está en la otra habitación.

— Tú fuiste quien me besó. — dijo apartándose de inmediato y acostándose en su futon.

La noche avanzó sin que pueda dormir, mi corazón se pone acelerado y no dejo de pensar en cosas pervertidas por culpa de estas hormonas que me están volviendo loco. Justo cuando el sueño empezó a relajarme escuché unos ruidos como chasquidos de boca, reconocí de inmediato lo que ocurre a mi lado por lo que sin hacer ruido tomé la almohada y golpee a Morinaga con ella diciendo:

— No te atrevas a masturbarte junto a mí, si no puedo hacerlo yo, menos tú.

— Es mi cuerpo sempai, no seas cruel, todos los días me pusiste a hacerlo, luego el beso del parque y ahora no puedo dormir sin esto.

— Yo tampoco puedo dormir y no puedo hacerlo solo. Así que te vas a solidarizar conmigo.

— Como quieras… — dijo una voz seria de Morinaga.

Es tan extraño escuchar sus quejas, anteriormente siempre fue tan complaciente que creo que extraño a ese tipo que solía ser mi sumiso kohai, ya que ahora puedo decir que es un patán grosero, no tanto como eso pero es mucho más exigente, quejumbroso y honesto.

Por la madrugada Morinaga se levantó un par de veces de la cama al sanitario, escuché las arcadas y además tardó bastante en salir, seguramente se encuentra enfermo del estómago pues en la cena lo vi comer muy poco, justo antes del amanecer le pregunté le última vez que ingresó en la habitación luego de estar en el baño:

— ¿Ya tomaste algo para el estómago?

— Siento haberte despertado y no, es que no tenemos ninguna medicina para eso, ya se acabaron. En cuanto sea de mañana saldré al médico para comprar algo.

— Más te vale quedarte a descansar no quiero que andes enfermo en el trabajo.

— Sempai, tengo que ir pues apenas me ascendieron.

De inmediato volvió a correr al sanitario y me levanté a la cocina, preparé un poco de atole de avena para calmar su estómago, recordando tantas veces que tuve que hacerlo para mis hermanitos. Fue la única cosa que pude aprender a preparar adecuadamente, aunque con este embarazó sólo siento nausea de ver la viscosa avena.

Al salir nuevamente del sanitario caminó taciturno hasta nuestra habitación, yo enfrié un poco el atole y lo llevé hasta el apesadumbrado Morinaga.

— Bebe esto para asentar tu estómago un poco.

— Gracias sempai.

No vi mucha mejoría pero al menos dormimos un par de horas sin escuchar sus molestias tan marcadas, sólo lo escuché quejarse de dolor ya avanzada la mañana, razón por la cual me vestí y luego desperté a Tomoe para salir juntos al médico con Morinaga, además de comprar el desayuno.

Obligatoriamente hizo una llamada a su empleo para justificar su inasistencia, prácticamente salió apoyado en mi hombro y en el de Tomoe hasta un taxi, luego al consultorio. Mientras estuvo en consulta fuimos a un restaurante y una vez salió partimos a la farmacia, para finalmente arrastrarlo al departamento. Tan mal estaba que se recostó en mi cama a dormir, pero antes ingirió un par de pastillas y tuve que inyectarle el antibiótico.

Los problemas no podían ser mayores hasta que llegó Kanako a nuestra puerta, para mi desgracia Tomoe fue quien abrió descubriendo su coartada, mientras yo atendía a mi pobre enfermo compañero.

— De modo que aquí estabas Tomoe. Kurokawa está prácticamente desecho por tu culpa y tu escondido aquí. — Escuché la voz de Kanako regañonamente en la entrada.

— Ese traidor, no quiero verlo. — Refutó Tomoe.

Yo salí a mediar el problema, a pesar de arriesgar que descubrieran mi estado. Tenía poco más de un mes que no visito a mi hermana ni Matsuda para evitar sospechas, ya que ellas son bastante observadoras y con disfraz o no sabrían que hay algo raro conmigo.

Afortunadamente para mí, el problema con Tomoe parece mucho más grave que mirarme detenidamente, simplemente vi que lo sacó de casa llevándolo prácticamente a rastras; yo me justifique de quedarme a cuidar del enfermo para no tener que ver las excusas y explicaciones de mi hermano. A poco más de diez minutos de llevarse a Tomoe, decidí tomar una ducha, la cual fue interrumpida por golpeteos insistentes en la puerta, a tal grado que Morinaga gritó:

— Yo voy sempai, no te preocupes.

Me tranquilizó un poco saber que ya abriría, hasta que escuché los gritos de Morinaga y forcejeos desesperados en la puerta, las exclamaciones medio audibles:

“Maeda… suéltame… vendrás conmigo … nooo… sempai no salgas…”

De inmediato cerré la regadera e intenté abrir la puerta usando una toalla para cubrirme por la desesperación; sin embargo algo atoraba la puerta y sólo pude mirar por una rendija. Empujé la puerta con todas mis fuerzas, totalmente asustado, no conseguí abrir, lloré de impotencia pues no podía hacer nada para ayudarlo, sólo miré por la rendija como arrastraba a Morinaga, que no se movía. Mis impulsos me decían que lo salvara, pero la estúpida puerta no se mueve ni un milímetro. En medio de mi angustia sólo grité:

— ¡No te lo lleves! ¡Déjalo en paz! ¡Mejor llévame en su lugar!

.

PDV MORINAGA

Ayudar a sempai a evadir a su pequeño hermanito que necesita afecto no es malo. Caminamos juntos a la sala, cuando miré a sempai entrar a prisa a su cuarto, yo le ofrecí un poco de té a Tomoe que lloraba desconsolado sentado en el sillón.

Me senté frente a él para ofrecerle el té y pregunte:

— ¿Qué sucedió Tomoe?

De nuevo los sollozos aumentaron, se hicieron incontenibles, a tal grado que únicamente me dediqué a decirle “todo estará bien”, al tiempo que froté su espalda para confortarlo. Un par de minutos pasaron cuando observé a sempai salir vestido como un atractivo chico, me preocupaba un poco no volver a verlo como mi chico, pues con la licencia que solicitó, más la ropa de maternidad que compré ayer supuse que se sintió cómodo usándola, no volvería a parecer un hombre ante mis ojos. Se sentó a mi lado para protegerse de su hermano al cual le preguntó su problema y finalmente nos explicó en medio de su tristeza que descubrió un engaño. Personalmente no creo que Kurokawa sea capaz de hacer aquello, aunque pensar en tantas relaciones de amigos que suelen engañar a sus parejas me preocupó que así fuera. Luego recordé que algunos chicos gay que conozco los han botado por mujeres. ¿Podría ser el mismo caso?

Sempai se transformó al escuchar todo, se tornó tan susceptible al dolor de su hermanito que parecía descorazonado, ambos lloraron abrazados de mí, endebles y tiernos para consolarlos con toda la ternura que me trasmitieron. No creo que la relación de Tomoe termine tan tajantemente, Kurokawa no permitirá que el amor de su vida escape de sus brazos sin pelear, sé que muy pronto vendrá intuyendo que su otra mitad está aquí refugiándose de él.

La cosa buena que salió de tener a Tomoe en casa es que puedo cuidar a sempai de cerca, ya que nos quedamos en la misma habitación para evitar que Tomoe descubra su problema.

Esa mañana ayudé a consolar a Tomoe evitando que abrazara a sempai, al tiempo que preparé el desayuno y finalmente me senté a comer cuando me interrumpió mi celular:

— ¿Hola?

— Habla Kanako.

— ¿sí que sucede Kanako?

— Intenté marcar a mi hermano pero no entra la llamada por eso decidí marcarte a ti. Es Tomoe, algo le pasó, abandonó a Kurokawa y está desaparecido. ¿Saben algo de él?

— Mejor te comunico con sempai.

Los escuché discutir y Tomoe parece decidido a dejar a Kurokawa, por lo que no pregunté nada más.

Al finalizar el desayuno alegremente tomé mis cosas y prácticamente me mudé a su habitación, asimismo escondimos lo de nuestro bebé. Es curioso pero me agrada tanto que podamos hacer cosas en equipo, hasta guardar este hermoso secreto que nos une, el cual tengo demasiadas ganas de correr a compartir con la única familia que tengo y lo malo es que es la de sempai, por lo cual debo callar mi alegría hasta que él decida compartirlo.

Me doy cuenta que adoro tenerlo en su disfraz y ser cariñoso conmigo, me hace vivir la fantasía de ser totalmente aceptado por mi compañero. Aunque tener a su hermanito lo inhibe y me aleja pero se nota su deseo por mi afecto.

La cosa más linda es tenerlo embarazado tan sentimental, con las emociones a flor de piel que salen cada que consuela a Tomoe. Lucha a tal grado contra sus sentimientos que quiero gritar tantas veces para que los libere, no estoy seguro pero quisiera escuchar de sus labios un “te quiero” a pesar de ser tan distintas las cosas. Por la noche no pude evitar preguntar la razón de quedarse conmigo y no con Tomoe, todo a causa de su disfraz y el evadir que se descubra su secreto. Fue ahí que aproveché para pedirle quedarme de ahora en adelante en su habitación:

— Creo que es bueno estar en el mismo cuarto para cuidarte, no quiero que algo malo les ocurra. Si te parece bien, me gustaría quedarme incluso después que Tomoe se vaya o tú en mi habitación y no te preocupes puedo dormir en el futon para no molestarte.

— No es necesario… no me molesta, lo malo es que mi cama es pequeña para los dos.

— Entonces será en la mía. Descansas sempai.

Mi tonto corazón emocionado por un poco de avances con él, latió con emoción, creo que tanta intimidad con ella me hacen desearla, pues una erección se alzó mientras intenté descansar, ya que me levanté para mirar a hurtadillas su cuerpo recostado en la cama de espaldas que es tan hermoso. Recuerdo viejos tiempos en los que todo fue normal y jamás podría tenerlo tan dispuesto a la intimidad, a esos ricos besos. Es una lástima que sea de esta forma, ya que justo antes de apagar las luces dijo:

— No te atrevas  a hacer nada hasta que Tomoe se marché.

— Ya lo sé sempai, no te preocupes me portaré bien.

Se giró en su cama e hizo un puchero de decepción, tal parece que él es el más desesperado por sexo ahora, aunque yo no me quedo atrás. Tantos días obligando a mi cuerpo a hacerlo más de una vez, creo que ahora exige las atenciones que yo le presione a entregar forzosamente.

Por la noche me preocupó sobremanera lo que escuché, al salir al sanitario. El llanto ahogado de Tomoe, sempai debería consolarlo de verdad, no hace el menor esfuerzo siempre preocupado porque descubra “el problema”.

Muy temprano nos levantamos, por primera vez observé a sempai salir de la cama con toda calma y vestirse delante de mí sin ninguna vergüenza. Cualquiera pensaría que un chico gay como yo no sentiría nada de ver una mujer ponerse la ropa pero me descubrí deseoso admirando la belleza de su espalda, mi erección matutina tuvo que ser tranquilizada con una ducha semi fría en la regadera, luego comencé a preparar los alimentos, tanto del desayuno como las comidas especiales de sempai y nos sentamos a la mesa. Entonces lo vimos salir de mi habitación con ese rostro desconsolado y profundamente afligido; nunca creí ver en alguien esa mirada perdida como la que yo poseía en aquellos días cuando Masaki me traicionó. Sentir el abandono total de mi familia, amante y amigos me hizo perder el camino; ahora al visualizar un rostro tan adolorido tengo dentro de mí las ganas de consolar a ese chico tan indefenso que siempre me mostró una alegría de pies a cabeza, un sinfín de veces que lo pude saludar en las reuniones. Recuerdo la profunda felicidad que mostro cuando su esposo pidió la bendición de Soujin-san. Cuando estuve a punto de levantarme de la mesa, sempai corrió sin dudarlo a apretarlo en un tierno abrazo que conmovió mis sentidos, razón por la que yo también los abracé a ambos hasta que los lindos ojos miel con unas bellas lágrimas y su pequeño sonrojo me turbaron. Es la primera vez que supe que ahora tengo una familia real para no dejar ir nunca, en la cual no seré rechazado. Nos separamos y yo respiré con ansiedad. Tomoe nos miró y habló evadiendo su dolor:

— Haz cambiado hermano, finalmente me diste lo que yo necesitaba, un poco de afecto fraternal, me haces saber que cuento contigo y que no estoy solo. Me da la impresión que ustedes son una familia, debe ser por tantos años juntos y lo bien que se llevan.

— No digas tonterías Tomoe, no imagines cosas …

La respuesta de sempai me trajo de nuevo a la realidad, la triste y cruel realidad de la que mi mundo siempre estará rodeado. El rechazo de las personas que quiero es algo que no va a cambiar pero sé que con mi hijo podré mejorar un poco esto, pues le enseñaré a mirar el mundo con nuevos ojos sin prejuicios, además de que lo amaré incondicionalmente. Respondí lo que sempai quiere que aparentemos para dejar de avergonzarlo:

— No creo que se deba a eso Tomoe, somos un par de solteros que adoran trabajar y hemos sido buenos amigos desde hace tantos años que por eso seguimos viviendo juntos, no hay nada más.

Quizá es impresión mía pero el rostro de sempai se volvió taciturno, ¿mis palabras le dolieron? No creo, si bien es un poco más sentimental, nunca querría que yo diga algo de nuestro acuerdo extraño, o los sentimientos.

Una vez terminé de arreglarme para el trabajo salí emocionado por mi primer día como director de una sección en la farmacéutica, las cosas serán tranquilas sin el acosador y trabajo forzado. Caminé con la luz de la mañana que me alegra el día, la refrescante brisa que me toca me hace sentir tan libre como si pudiera volar por el cielo, no puedo dejar de sonreír. Entré al edificio donde las personas me trataron tan distinto, como con sumo respeto y me saludo mi nueva secretaria, la cual me informó de mi reunión con el jefe en la sala de juntas.

Frente a todos fui nombrado como el nuevo director del área B en la farmacéutica, me entregaron el nuevo contrato y no pude creer el gran aumento de salario que me aportó el jefe; con este salario puedo pagar una casa en cuestión de un año sin problemas. Luego de ello me explicó la secretaria de mi horario de trabajo y las personas a mi cargo, muchos de los haraganes que Maeda les había quitado la carga de trabajo para dármela y hacerme sufrir. Pensé un poco en torturarlos, sin embargo sé que yo soy una mejor persona, luchando por ser un jefe bueno y justo.

Lo mejor de todo es que conozco cada uno de los procesos y sé cómo repartir el trabajo. Al terminar de hacerlo fui a la oficina para revisar el papeleo, los correos electrónicos y finalmente las preguntas de mis empleados que tuvieron dudas en la realización de las cosas. En la hora de la comida recordé que no traje mi propio almuerzo, razón por la que salí a comer al primer lugar que encontré cerca. Terminamos el trabajo del día bastante temprano, yo pensé adelantar un poco, pero justo a las cuatro de la tarde el jefe llegó a mi oficina:

— Morinaga, porque no regresa a casa a sorprender a su prometida, ya deje ese trabajo para mañana, sé que es eficiente pero debe aprender a descansar.

Sonreí animado, recordé a sempai y supuse que si llegó con algunas cosas distintas para cenar lo alegraré con comida como antes lo hacía. Respondí al amable jefe:

— Muchas gracias señor, me retiro entonces. Me esforzaré en cumplir sus expectativas.

— Sé que así será, es un excelente empleado.

Partí al supermercado, compré tantas cosas para hacer un sinfín de platillos, algunos con más carbohidratos de los que la dieta del doctor sugirió, pero es que adoro verlo comer cosas dulces, puesto que ahora con el embarazo es lo que más le encanta. Una vez en casa vi los trastes de la comida fría medio llenos, supongo que sempai hoy decidió salir a comer con Tomoe, aunque le prepararé algo que será mejor que la comida callejera que compre. Me entusiasmó la idea de sorprenderlo con las buenas nuevas, necesito celebrar con ellos mi asenso y el increíble salario.

Lavé, pelé, pique verduras y carne, lo mezcle todo en el recipiente, hasta escuchar la puerta de la entrada. Llegaron hasta donde yo me encuentro y no pude evitar regañarlo un poco para hacerlo sentir culpable:

— Sempai no comiste todo, supongo que saliste a comprar comida chatarra. ¿No es así?

— Necesito un poco de cosas dulces. — Dijo sempai con un gesto de molestia.

Quise ser aprensivo por lo que dije algunas cosas más:

— Debes cuidarte no es bueno elevar tus triglicéridos, o tu azúcar en sangre. Sabes que hay tantas cosas que son malas para tu salud.

Su expresión cambió a enfado, parece que hice estallar su ira.

— ¡Maldita sea Morinaga! ¡Tengo derecho a comer un poco de lo que se me antoja! ¡No eres nadie para decirme que hacer! Además… ¡Tú comida es horrible!

Nunca imaginé que pudiera ser tan cruel, más aún con su hermano viendo todo, posiblemente tiene razón y no soy nadie para decir esas cosas, sin embargo siempre deduje que mi comida es algo que ama, aunque ahora veo que comprendí todo mal. Tantas cosas para responderle, tal vez que no tengo que escuchar cosas crueles si yo pongo todo de mi parte para cuidarlo; no obstante no dije nada no por él, sino por el bebé. Las palabras murieron en mis pensamientos, no puedo expresar todo sin que pelemos y eso es malo para el embarazo. Necesito aire fresco antes de hablar con él. Miré a Tomoe y dije:  

— Lo siento Tomoe saldré un rato.

Caminó tras de mí y sujetó mi muñeca diciendo:

— ¿A dónde rayos piensas que vas?

Me obliga a decir cosas que no debo. A final de cuentas él se lo busca, por lo que expresé con desdén:

— Donde yo quiera, al fin que tú y yo no somos nada.

Sin esperar respondió de inmediato, con una voz suplicante:

— No te vayas, ¿podemos hablar en privado?

No quiero saber nada, no puesto que lo haré enojar con lo que tengo que decirle, aunque no pude responder, sólo partimos a la calle. Entre tanto yo intenté ordenar mis ideas, debo ser lo más claro sin ser agresivo. Una vez en el parque cercano a nuestro departamento dije:

— Lo intento sempai, nada es igual, sabes que no quiero irme pero tú eres tan distinto y tan igual. Tu aspecto cambio y tu forma de ser cambió un poco también, pero luego vuelves a ser tan grosero y agresivo, intento no pelear por nuestro hijo, aunque es tan difícil no hacerlo cuando me sacas del juego. Siempre creí que te gustaba lo que yo cocino. Creo que sólo estoy contigo para darte placer porque no toleras mi compañía, me pregunto qué pasará con un bebé que crece en medio de nuestros pleitos, o de tu forma de seguirme despreciando.

— No te desprecio, son estas malditas hormonas, además no he podido relajarme con mi tonto hermano rondando haciendo preguntas. Tu comida es buena, quieres que lo diga pues lo digo ¡Tu maldita comida es la mejor que he comido nunca! ¡Satisfecho! No quiero que te marches, ¿dejarás que crezca sin un padre como yo?

Su respuesta es tan cierta, la tensión de estos días nos ha mermado a ambos más a él que está tan preocupado por su familia además de nuestro secreto. Nunca creí que podría decir que ama mi comida y así lo dijo. Más aun chantajeándome con nuestro hijo, jamás lo dejaré crecer sin mí, me quedaré a pesar de todo. Sus reclamos sobre el sexo pues fantaseo con su antiguo yo, es porque sigo siendo gay, pero eso no indica que no me guste tener intimidad con él, pues siento lo mismo al hacerlo, claro que con algunas modificaciones sobre todo su vientre que no deja de crecer.

Supe que con él tengo la batalla perdida en una discusión, no obstante pedí una cosa para perdonarlo, un beso real en público. Me sorprende que su disposición es superior pues tomó mis manos, gesto ante el cual cerré los ojos, no sé si me golpeará o besará. En ese momento sentí sus delicados brazos en mi cuello, su abultado abdomen rosando contra mí y su respiración aproximándose a mi cara. Bajé un poco mi cabeza y me llevó a la gloria con un profundo beso como ningún otro ¿Es amor? Pensé  con su lengua acariciando la mía. El placer aumentó por todo mi cuerpo, deliciosas endorfinas recorrieron cada parte, mas mi entrepierna que recibió un calor suculento de excitación, yo simplemente me dejé llevar olvidando que estamos en la vía pública hasta separarnos y retornar a la realidad. Ansié más de todo, mas caricias y besos por lo que lo timé un poco para aumentar mi propio placer, hice que se sentara sobre mis piernas. Nunca imaginé que funcionaría tan bien hasta que se retorció acariciando mi miembro cada vez más duro. Sencillamente dejé de pensar, necesito tomarlo como mío. ¡Dos días sin sexo y muero por probarlo ya! Mermé un poco su resistencia, a tal grado que mi proposición de irnos a un hotel no le resulto del todo mal o me habría golpeado, sólo me trajo agua helada con la finalidad de que me relaje antes de volver con Tomoe ¡Por supuesto! No podemos evadir la estadía de su hermano.

Volvimos con su hermano luego de calmarnos un poco, nos excusamos tan bien que no sospechó que tengamos algo más que una excelente amistad. Aunque prácticamente toda la noche lo ayudé a evadir los abrazos de su hermanito, que pide consuelo a cada momento. Durante la cena percibí mi estómago tan pesado que no pude comer ni forzándome, por lo que sólo charlé con ellos.

Justo antes de dormir me preocupó ver a sempai algo agitado sobre la cama ¿serán cólicos? ¿Fiebre? Toqué su frente y lo supe cuando me besó, es  claramente la excitación que tiene y que yo mismo tengo. Intuí que no podré dormir sin alivio, por lo que aguardé hasta escuchar su respiración lenta, pues evidentemente es síntoma de que está profundamente dormido. Saqué con delicadeza mí duro eje y lo humedecí con un poco de saliva en la punta para lubricar y darme más placer. Incongruentemente se presentaron en mi cabeza imágenes de él retorciéndose de placer conmigo dentro, la fricción y el goce me envolvió hasta que un almohadazo con un regaño me quitó las ganas.

— No te atrevas a masturbarte junto a mí, si no puedo hacerlo yo, menos tú.

— Es mi cuerpo sempai, no seas cruel, todos los días me pusiste a hacerlo, luego el beso del parque y ahora no puedo dormir sin esto.

— Yo tampoco puedo dormir y no puedo hacerlo solo. Así que te vas a solidarizar conmigo.

— Como quieras… — Respondí pensando en lo egoísta que es.

Un par de horas después, un dolor en los intestinos me despertó, junto con unas terribles nauseas que casi me hacen no llegar al sanitario a volver el estómago. Avanzando las horas no sólo vomité más, sino que también tuve diarrea y un espantoso dolor, prácticamente pasé la madrugada en el sanitario. La única cosa que me alivió un poco fue un atole de avena que tanto detesta sempai, pues lo preparó para mí. No supe la hora en la que fui despertado por él para marchar al médico, no tengo ganas de levantarme y cuando lo hice me dolió la pansa junto con ese cansancio que no me deja estar de pie. Caminamos los tres, yo los usé como muletas hasta llegar a que me recetaran muchas medicinas.

Una vez en casa, sempai me puso la inyección, me dio un poco de caldo de pollo del restaurante y me acosté a dormir. Mi sueño fue interrumpido por alguien que tocó a la puerta insistentemente, escuché la regadera, razón por la que me levanté dificultosamente sujetando las paredes hasta abrir la puerta. Miré a ese desagradable tipo en la entrada de mi casa:

— ¿Maeda? — Dije con preocupación.

Sin pensarlo dos veces empujó sobre mí la puerta y se movió muy rápido, de un instante a otro me tenía con el brazo doblado sobre la espalda.

— Suéltame ¿qué haces?

— Vendrás conmigo. — Expresó en mi oído

Lo único que pude hacer es gritar pues no quiero que sempai salga del baño:

— Sempai no salgas…

Un dolor en mi cabeza me oscureció todo.

Una molestia en mis brazos y muñecas que hizo recobrar el sentido. Todo mi cuerpo cansado por la enfermedad me pone débil, sólo comprendo que ese tipo me tiene recargado boca abajo en su cama atando mis manos.

— ¡Qué haces Maeda suéltame ya! — grité con impotencia.

— Siempre quise que fueras mío, pero tú te resististe. Ahora verás de lo que te perdiste.

Acarició mi cuerpo, primero sobre mi espalda que se encuentra sin camisa, luego bajó las manos hasta mis glúteos y las pasó debajo de mí para rozar mi miembro. Se dispuso a bajar mi pijama cuando escuchamos un golpe en la puerta, me dejó ahí y se marchó a ver quién hace ese escándalo. Por mi parte intenté liberar mis amarres, mientras unas voces lejanas discutieron. Caí al suelo bocabajo completamente desesperado por mi destino hasta que escuché entrar a alguien y la voz más linda me tranquilizó de inmediato:

— ¡Morinaga! ¡Qué bueno que estás bien!

 

Su voz aguda denotó su agobio, me tomó con dulzura y desató los amarres en mi espalda, me colocó en sus piernas abrazando mi cuerpo fatigado envuelto en sollozos que caen mojándome.

— Sempai estoy…

— ¡Eres tan tonto! ¡No puedes dejarme así!

Entonces me besó, yo sólo miré a su hermano, Kurokawa e Isogai en la entrada de aquella habitación…

Continuará…

.

.

 

Notas finales:

.

¿Los descubrieron? Lo veremos en el siguiente episodio ¿Será que pueden justificarse? ¿Qué dirán? Me emocionó bastante este episodio, quería que fuera divertido y a final de cuentas salió bastante dramático, espero que lo disfrutaran. Las que esperan lemon, lo siento mucho, quería que fuera aquí pero luego se alargó bastante. Prometo en el siguiente darles pasión. Nos vemos en la próxima actualización que es la de "Héroe para mí". Antes de irme le agradezco a Gaby Ibarra por esa fantástica ilustración, me conmovió muchísimo, a tal grado que escribí la escena pensando en ella, me inspiraste gracias. Quedo atenta a sus comentarios y sugerencias.

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).