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Imposible pero es verdad (Fanfic de koi suru boukun) por patyunam

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Notas del capitulo:

El día de hoy traigo una de mis dedicatorias atrasadas, la pequeña Sofía Gómez que sigue de cerca mis historias me ha pedido este episodio especialmente para ella, así que de todo corazón te lo dedico. Gracias por leerme y espero que sea de tu completo agrado. 

 

Capítulo 8: Jamás dejes de creer.

Esa mañana del domingo, como tantas otras, me levanté de la cama con esa bata que cada vez parecía empequeñecer con la pansa que crecía todos los días. Mi figura esbelta se perdía conforme el bebé se hacía notorio y en realidad no me preocupaba el hecho de transformarme temporalmente ya que todo volvería a la normalidad. Había una fecha de expiración que yo aguardaría tranquilamente y mientras tanto, agradecería el hecho de engendrar una vida como mamá lo había hecho por mí alguna vez. La espera era larga, cada vez más y más larga, pero con esos perjuicios venían algunos beneficios extraños que no me desagradaban. Compartir algo tan insospechado con un hombre que resultaba ser amable, devoto y demasiado empalagoso tampoco parecía desagradarme por completo. Me acostumbré a sus mimos, tanto aquellos que eran indispensables como el cuidado de mi dieta, tanto esos que yo necesitaba con urgencia bastante seguido para mi gusto, al menos eso quería creer pues en medio de la abrasadora pasión, nunca pude quejarme de algo incómodo o molesto de recibir ese desmedido placer que acompañaba esos satisfactorios minutos.

En casa con tantas cosas por estudiar, solía levantarme cada día más tarde y no era porque me acostara después, sino que mi cansado cuerpo me hacía dormir muchas más horas de las que yo había requerido comúnmente.

Dos semanas luego de volver a casa posteriormente a nuestro viaje a Kyushu, se habían restablecido nuestras extrañas y tranquilas vidas. Con seis meses de embarazo, esa mañana caminé directo a la cocina por mi vaso con leche para el ácido de mi estómago, con el cabello enmarañado, mi rostro sin lavar y mi cuerpo hecho una piltrafa por el agotamiento.

De todas formas escuché sus palabras cursis preguntando mi estado y entregando los platos con el desayuno cerca de mí, en el sillón de la sala, pues las sillas duras de la mesa me incomodan bastante la espalda. Solíamos comer ahora frente al televisor. De inmediato sonó el timbre, a lo cual el atentamente se levantó dejando su plato en la mesa de centro y sus palabras en la puerta me consternaron.

¿Sus padres? Temí que vinieran a torturarlo más. Tenía ya varios años que no mencionaba a esas personas. La última vez, fue cuando su hermano mayor nos visitó y le comentó que se alejaría de sus padres también, ya que había sido despreciado por ellos a causa de su relación con el tipo Masaki. Le habían suplicado a su hermano mayor tomar terapia, con tal de curar su mal y al rehusarse le pidieron no volver a visitarlos.

En cuanto escuché que esas desagradables personas estaban en nuestra casa, me levanté trabajosamente a apoyarlo. Dejé de inmediato mi comida y caminé escuchando lo que decían.

— Y bien Tetsuhiro, ¿No dejarás entrar a tus padres? — Cuestionó su madre.

— Por supuesto, yo… adelante. — Respondió el idiota.

— ¡Un minuto! Si ustedes han venido a perturbar la tranquilidad de nuestra casa, más les vale no ingresar. — Respondí con seriedad.

— Sempai, tranquilícese, permítame hablar con ellos.

— Al contrario señorita. Digo señora. Hemos venido a causa de usted y nos gustaría hablar tranquilamente con ambos.

— ¿Y yo qué asunto puedo tener con ustedes?

— Sempai por favor, permítame hablar con ellos en privado, ¿puede entrar en la habitación mientras hablo en la sala?  

— ¡Por supuesto que no! Nadie me va a decir qué debo y qué no debo hacer. Mucho menos en mí casa.

Caminé hasta el sillón donde las almohadas estaban dispuestas para mi espalda y me senté sin dejar que alguien dijera algo más, puesto que no iba a permitir que Morinaga fuera insultado sin estar ahí para responder como él no podría.

Morinaga los invitó a sentarse en el sofá de al lado y él se sentó junto conmigo.

— Hemos venido por las buenas nuevas. Sabemos que has cambiado de parecer y ahora tienes una relación normal con esta mujer y tendrás un bebé por lo que se puede observar a simple vista. Un par de amigos que viven en Kyushu, nos llamaron para felicitarnos. — Dijo el padre de Morinaga.

— Jamás he cambiado de parecer, a mí me gustan los hombres. Él es un hombre.

— Hasta donde yo sé, los hombres no pueden concebir. ¿A menos que sea esas mujeres que cambian de sexo y se volvió…? — refutó la mujer.

No iba a soportar que hablaran así sobre mí, mucho justo en mi cara. Respiré profundo con tal de calmar mis ímpetus pero grité:

— ¡Silencio todos! Lo que su hijo y yo hagamos no les incumbe. Yo soy un hombre y esto que ven es la consecuencia de un experimento fallido, pero cuando el bebé nazca, volveré a ser un hombre normal. No me han operado, no soy un monstruo, ni mucho menos he cambiado de sexo voluntariamente.

— No entiendo hijo ¿Es posible cambiar de sexo ahora? — Preguntó la madre de Morinaga.

— Papá, mamá, es complicado de explicar, una máquina experimental para leer el código genético y reparar células lo ha cambiado de género. Pero en cuestión de meses lo devolverán a la normalidad. Siento decirles que no he cambiado de parecer, soy gay y estoy enamorado de este hombre.

— ¡Basta de tonterías Tetsuhiro! Has embarazado una mujer que dará a luz a nuestro nieto y dices que es un hombre. Esto parece contradictorio. Nosotros venimos por el heredero Morinaga. He pensado dejarte el control de nuestra empresa de manufacturas, con tal de que cuando nuestro nieto crezca sea suya.

— ¿Y cómo saben que ese bebé es mío? — Preguntó el imbécil, a lo cual yo sentí hervirme la sangre. ¿En verdad acababa de negar su paternidad?

— ¡Pero qué acabas de decir! ¡Cómo demonios te atreves a negar que tú me has metido en este lío! ¡Negaste a nuestro bebé imbécil!

Intenté levantarme a prisa pero con la pansa se me dificultó. Él jaló mi mano

— No se moleste sempai, lo decía porque no quería que ellos supieran que es nuestro bebé. Yo los amo a ambos. Tranquilo  por favor sempai, respire profundo, recuerde que no debe alterarse.

Entonces entendí que acababa de arruinar el plan de Morinaga. Me volví a sentar observando a sus padres que se veían cada vez más confundidos. Por lo que intenté arreglar el problema.

— Aún si el bebé es nuestro, ustedes no son sus abuelos. Han alejado a sus hijos todos estos años y ahora vienen a exigir derechos que no les corresponden. Así que por favor retírense de nuestra casa.

— No hemos venido a rogar o suplicar. Lo único que necesitamos es el nombre y lo pondremos en las especificaciones del testamento Morinaga. — Dijo el anciano Morinaga.

— No padre, ya no requiero su ayuda. Soy una persona autosuficiente que ya no está sujeta a sus demandas y no quiero que mi bebé aprenda de ustedes esos prejuicios. Él o ella siempre será bien recibido en nuestro hogar. Gracias a ustedes sé el tipo de padre que no quiero ser.

El rostro adusto de los progenitores de Morinaga se ensombreció con aquellas palabras. La mujer nos miró casi con lágrimas en los ojos y respondió:

— Antes de decir cosas así, deberías escuchar todo.

— No digas nada más, debemos salir de esta casa en donde no somos bienvenidos. — Silenció a su mujer el hombre mayor.

Se levantaron mientras noté el sufrimiento en Tetsuhiro. De reojo miré sus reacciones, su mentón oprimiendo sus dientes y su pecho levemente agitado.  Mientras caminaron a la salida sin que nosotros los siguiéramos, observé entonces que el caminar cansado del hombre se apoyaba en su mujer y pesadamente sus pasos se arrastraban, sin duda debería ser por la edad.

Me levanté trabajosamente con él ayudándome, por alguna razón sentí que las cosas no terminarían ahí y él se disculparía con sus padres, por lo que yo impulsivamente tomé su mano con una de las mías, intentando hacerle notar que yo estaba ahí independientemente de lo que él decidiera hacer.

Él no me miró, sólo centró su vista al frente y los dejó colocarse sus zapatos sin decir una sola palabra.

— Tetsuhiro nosotros… — Intentó decir la mujer pero su esposo le dio un leve tirón a su brazo y salieron cerrando la puerta de nuestra casa.

Un profundo hueco en mi corazón se había formado. La persona más dulce del mundo, el hombre que parecía derretirse con mis muestras de afecto y con las leves pataditas del bebé ¿podía tener ese lado frío? Por alguna razón me dolió el pensarlo, yo quería creer que él, era todo aquello que yo no podía ser. Y perdonar, la cosa más simple del mundo para él, como lo es amar en su corazón, supuse que venían añadidas a su código genético.

— ¿Morinaga?

No respondió ante mis palabras, parecía consternado, quizá se debía a que lo nombré con su apellido, el de sus padres, a los que vimos partir. Suspiré relajándome un poco e intenté nuevamente:

— ¿Me escuchas?

Su mano apretó la mía y entonces lo vi puesto que volteó a mirarme.

— Soy un mal hijo, no debí decir eso. Yo quisiera ir tras ellos y traerlos pero no puedo evitar recordar. Querían hablar pero sólo porque usted es una mujer. ¿Qué debo hacer sempai?

No parecía él mismo, sus ojos estaban llenos de lágrimas y sus palabras parecían reproches. A mi cabeza vinieron cosas como mamá y papá, aunque también estaban las cosas que él guardaba y lo hacían sufrir. Tenía razones para alejarse de  sus padres y yo tenía algunas para hacerlo ir tras ellos. Necesitaba mi apoyo y yo simplemente quería regañarlo y abrazarlo.

— Creo que deberías ir tras ellos. Recuerda que también seremos padres y no quiero que un día él tenga que reprocharnos cosas, sin dejarnos explicar nada. ¡Anda ve!

Asintió y en la puerta se colocó sus zapatos con prisa. Yo aguardé por él, no pretendí quitarle ese momento, de igual forma era casi imposible que yo corriera. Cinco minutos después, él regresó cabizbajo, no había sonrisas fingidas, no había más que amargura en su mirar.

Pensé preguntar, a pesar de ello no quise, tuve miedo de saber la razón, por lo que con todo y la pansa que nos separaba lo tomé entre mis brazos. Recargó su cabeza en mi hombro y escuché un sollozo. Acaricié su espalda con él oprimiendo sus manos que temblaron contra mi cuerpo.

— No te preocupes, yo me quedaré contigo. No importa lo que te dijeran esas personas.

— Papá estaba muy molesto y se fue. No me dijeron nada. Yo soy una mala persona. Vinieron a mi casa y prácticamente los corrí, siendo que ellos pagaron mi educación. Sempai, no sé porque me porté así. Tantos años de estar alejado de ellos me hicieron olvidar que me cuidaron cuando fui un bebé y crecí sano.

— Descuida creo que debes darles unos días y les llamas para que te digan eso que querían explicarte. En dado caso los visitamos.

— No debería ser padre, si he tratado tan mal a los míos.

— ¡Ya basta idiota! Me haces enojar. Tus padres no son inocentes, y esto se arreglará pronto. Debes calmarte y pensar como un adulto.

Supuse que todo estaría bien, puesto que él se calmó y terminamos nuestro desayuno. Pasamos ese domingo de forma común, con las compras de la semana, y obtuve mi bote de helado de chocolate que tanto había necesitado.

El lunes por la mañana tuve que ir a una cita con el médico y Morinaga no pudo acompañarme, ya que una importante junta no le permitió ir. Me resigné, puesto que luego de todos estos meses ya no me siento tan extraño e incómodo en aquella cama blanca de hospital siendo revisado por un médico.

Me senté en la sala de espera al lado de otras mujeres que venían a la misma revisión que yo. Una de ellas parecía una ballena con esa enorme pansa, me pregunto qué ocurrirá conmigo en un par de meses, ¿será que me pondré así? Aguardé mi turno y luego de la revisión caminé por los pasillos recordando nuevamente los regaños del doctor para con mi forma de tomar las cosas, que debía tranquilizarme, pues salí con la presión un poco alta, seguramente por culpa de tanto estrés.

 

Una mujer mayor pasó frente a mí y la reconocí, era la señora Morinaga que tenía el rostro cansado y caminaba a prisa. Me preocupó aquello, y la seguí de cerca, no suelo ser un entrometido pero esto no era normal.

— ¡Señora! Disculpe.

La mujer se detuvo al escuchar mi voz y me miró con tristeza.

— Eres tú. ¿Qué sucede chica?

— ¡Le he dicho que no soy una mujer!

— Si eso es todo lo que piensas decir, me iré.

Dio algunos pasos cuando insistí nuevamente.

— Disculpe, yo sólo quería saber ¿qué hace en un hospital?

Agachó su rostro y dejó de mirarme.

— El café del área de oncología se terminó y por aquí está la cafetería. No debería pero me gustaría hablarte de algo importante. Acompáñame a buscar ese café.

Caminé a su lado y luego de comprar algo, nos sentamos en esas bancas incómodas. Aguardé hasta que ella hablara, a causa de que algo me daba mala espina. Yo comí un poco del pastelillo con chocolate que había pedido y finalmente ella aclaró su garganta:

— Mi esposo no quería que le dijéramos a nadie, incluso nos hemos marchado de Fukuoka para evitar las preguntas de amigos y vecinos. Tenemos algunos meses viviendo en Tokio, pero ni los mejores hospitales, han logrado ayudarle. Él está muriendo, ayer al salir de su casa hemos venido a parar aquí. Sus riñones ya no funcionan y la diálisis ya no está ayudando más. No son sólo sus riñones, es todo en general, es el cáncer…

La mujer se deshizo en llanto. A pesar de que no era nada mío, sentí su dolor y le di un abrazo. Recordé a mamá y la misma mirada triste que tenía papá cuando nos dio la noticia.

— Lo siento tanto. Morin…Tetsuhiro estaba arrepentido por lo que ocurrió ayer. — Le comenté mientras coloqué mi mano en su espalda y sus ojos vidriosos con lágrimas volvieron a mí.

— Mi esposo no es malo, es sólo que no queríamos que Tetsuhiro fuera así. La vida no es fácil siendo normal, mucho menos si se elige ser eso. Pero nunca quise que se marchara lejos. He lamentado mis palabras todos los días, sin embargo estaba enfadada con él por seguir ese camino, si podía decidir tener una mujer a su lado e hijos.

— Créame que yo solía pensar igual que usted. Pero ahora estoy seguro esas cosas no se eligen. Cuando lo conocí yo no sabía que él era gay, un tipo intentó atacarme y él me salvó. Desde ahí yo detesté a todos los homosexuales. También porque mi hermano menor tiene una relación con un hombre, de hecho están casados en América. Al principio yo detestaba al tipo y sentí que mi pequeño hermano estaba equivocado, que confundía la amistad con el amor. Entonces cuando su hijo me expresó sus sentimientos, me sentí asqueado y molesto, no podía aceptar que un hombre se fijara en mí, ya que aunque no lo parezca sigo siendo uno.

— No lo entiendo señorita …

— Me llamo Tatsumi Souichi, no tuve la oportunidad de decirle mi nombre. Y sigo siendo un hombre, puesto que mi cabeza no ha cambiado. Aunque usted no crea mis palabras, tengo pruebas, fotos, los apuntes y un video de la máquina que cambió mi género. Sin olvidar que todos mis papeles tienen mi fotografía. También mi padre y hermanos pueden constatarlo, incluso mi madre que en paz descansa me concibió como uno. Así que por favor entienda de una vez que soy un hombre. Volveré a la normalidad usando la misma máquina cuando mi bebé nazca, por lo que su hijo es gay señora.

— Joven Tatsumi, sigo sin entenderlo, si eran una pareja gay ¿entonces por qué tuvo sexo con usted como mujer? ¿Acaso es que querían un bebé?

— Nosotros no somos una pareja gay, porque yo no soy gay señora, ni mucho menos queríamos un hijo. Fue por culpa mía, jamás entendí lo que él valía para mí hasta que me ocurrió el accidente con la máquina y él dejó de fijarse en mí. Años atrás estuvimos viviendo juntos y yo acepté que las cosas fueran algo más que amistad, porque aunque yo detestara a los gays, su hijo es único, es un hombre especial. No imagino mi vida sin él y abusé de su amabilidad, sin saber que concebiría, yo era un hombre y eso de la fertilidad jamás me preocupó, por eso es que estoy esperando este bebé. A partir de eso me ha aceptado completamente.

— ¿Entonces no sería más fácil si se queda como una mujer?

— Hay una cosa que me he preguntado últimamente a razón de mi cambio, la vida siguió igual siendo hombre o mujer. Por eso es que ¿Para quién sería más fácil? ¿Para usted y su esposo? ¿Para las demás personas?

— Sería más fácil la vida del bebé que esperas. Con dos padres ¿cómo podrá crecer normal?

— Mi madre murió cuando yo tenía once años y crecí sin una madre, pero mi padre se alejó de nosotros y entonces crecí sin un padre también. Lo que hubiera dado porque su hijo hubiera sido mi padre. Usted no lo conoce, es una persona que tiene mucho amor para dar, que me ha cuidado con devoción desde que lo conozco, a pesar de que lo he maltratado. Me arrepiento de todas las veces que lo hice sufrir, él no merecía eso, pero yo no había comprendido lo que usted tampoco entiende.

— ¿Y qué es eso?

— Que en realidad lo menos importante de una persona es el género. Usted hizo un buen trabajo criándolo, es una persona de bien. Tiene un buen trabajo como un logro por todo su esfuerzo. Y ahora que seremos una familia, ha dejado de importarme lo que las demás personas digan cuando nos vean juntos con él bebé, así yo vuelva a ser normal. Me quedaré con él el resto de mis días si me acepta y le aseguro que nunca se irá.

— Ya veo… Entonces ustedes son felices. Tetsuhiro es feliz con usted, joven Tatsumi, lo vi ese día en su casa. Me gustaría hablar con él pero lo más importante no es que hable conmigo, debería hablar con mi esposo y despedirse. Y creo que yo también necesito tener una charla con mi marido, hemos estado tan mal estos años, sin entender eso que ustedes les resulta tan evidente. Las personas que nos observan no son las importantes, sino la familia lo es, aquellos a los que amamos. Me alegro tanto de que mi hijo conociera a una chica como tú, digo a un hombre.

— Si me lo permite, me gustaría disculparme con su esposo y decirle algunas cosas. Le prometo que no seré una molestia.

— De acuerdo joven Tatsumi, vamos entonces.

El área de oncología parecía ser todavía más horrible que todo el hospital junto, yo odiaba los hospitales desde aquella vez que me permitieron entrar a despedirme de mamá y justo en este momento estaba por entrar a hablar con un hombre que se resignaba a un destino como el de mi progenitora.

La sensación de pesadez en aquellas personas en los pasillos, la mayoría con desesperanza compartían su propia angustia con tan sólo una mirada. Procuré ignorar aquellas sensaciones desagradables y me centré en aquello que tenía que decirle al padre de Morinaga. La señora abrió la puerta y me invitó a entrar justo después de ella.

— Mi amor, la pareja de nuestro hijo ha venido a decirte algo. — Dijo la madre de Morinaga.

— Señor Morinaga, yo lamento mucho lo que ocurrió el día de ayer.

— Usted no es bienvenida, mucho menos porque seguro mi esposa le ha dicho todo. Sin duda no lamenta nada y de cierta forma lo merezco. Pero aquí me tiene, no tardaré mucho en pagar todas mis culpas y aunque me arrepiento de muchas cosas, no voy a doblegar mi orgullo, ni mis creencias. Sobre todo porque tengo la razón y mi hijo estaría mucho mejor, si dejara de seguir ese camino de perdición. No sólo él, también su hermano mayor, ambos son un par de maricas. No entiendo bien lo que es usted, si es mujer, hombre o si en verdad está esperando un bebé.

— ¡Demonios! Guarde silencio un segundo y escuche si quiere ser escuchado. En primer lugar, se lo he dicho a  su esposa. Soy un científico y una de mis alumnas descubrió una máquina que me ha dado el cuerpo de una mujer, no porque yo quisiera, fue un accidente. Y es verdad, estoy embarazado de un bebé de su hijo, pero eso no quiere decir que él dejara de ser gay, sino que abusé de él porque solíamos ser amantes cuando yo era un hombre.

— ¡Pero qué cosas dice! ¡Eso es tan desagradable!

— No vengo a importunarlo, vengo a negociar. Mi bebé llevará su apellido, no por lástima, ni mucho menos por complacencias a su estado de salud. Será porque yo quiero que sea igual que su padre y creo que él es así gracias a ustedes y la educación que le dieron. Sin embargo antes de asegurarlo, necesito saber que es verdad eso que yo estoy afirmando.

El hombre en la cama, con un par de tubos en sus fosas nasales me miró con seriedad, ya no se veía colérico.

— Muy bien ¿qué es lo que quiere de mí?     

— Sólo quiero explicarle lo mismo que a su esposa. ¿De verdad tiene algo mejor que hacer?

— Adelante… — respondió prácticamente murmurando, por mi parte respiré profundo con tal de explicar mi vida en pocas palabras:

— Solía tener muchas razones para odiar a los homosexuales, créame cuando le digo que no fue fácil entender que ese tipo de personas son como cualquiera. Quizá su hijo Tetsuhiro es de las mejores personas que he conocido. ¿Sabe por qué? Él es capaz de amar con el corazón, me amaba cuando era un hombre y me ama ahora que soy una mujer. Creo que más ahora que nunca, debería entender que la vida es muy corta para juzgar a sus propios hijos con los prejuicios de la cabeza y no amarlos con el corazón.

Un par de lágrimas cayeron de mis ojos y sentí que las palabras se atoraron en mi garganta, al recordar a mamá, no obstante tomé fuerza y continué:

— Cuando mamá murió ella me dijo algo que no entendí hasta ahora. Que estaría orgullosa de mí sin importar el camino que yo eligiera, siempre y cuando fuera feliz. Sabe que eso les ahorraría a sus hijos horas de angustia. Tetsuhiro ha estado tan lastimado y herido desde que ustedes lo despreciaron por ser así, que no ha podido superar todavía el hecho de que los ha decepcionado. ¿Está dispuesto a marcharse sabiendo esto? De verdad pretende que sus hijos lo recuerden avergonzándose de lo que son.

— Pero eso es algo que quise evitar, incluso intentamos ayudarlos enviando a Tetsuhiro a terapia, pero no resultó.

— Hay cosas que no se pueden cambiar señor Morinaga y estoy agradecido de ello, pues de no ser así, jamás tendría la posibilidad de engendrar un bebé con alguien como su hijo. Sin importar sus inclinaciones es una buena persona, ¿lo sabe no? Siempre buen estudiante, siempre buen asistente y ¡por dios! Ha sido tan buena pareja. Mucho mejor que yo. ¿Incluso en este punto de su vida le importa tanto lo que su hijo haga tras las paredes? ¿No debería estar feliz porque ha encontrado su camino y tiene una buena vida? Permítale disculparse con usted y hacer las paces justo ahora que todavía puede darle su bendición. ¿Lo haría por su nieto?

— Y por mí también hazlo. — Expresó la señora Morinaga, que me abrazó con ternura acariciando mi espalda. Sentí por un momento la calidez de una madre, que turbó mis ideas de pensar aquello.

— De acuerdo, no me dejan de otra. Avísales a ambos, creo que tenemos que hablar los tres.

Al salir del lugar me limpié discretamente las lágrimas pero la mujer me siguió fuera y me detuvo antes de que partiera:

— Joven Tatsumi, le agradezco todo lo que ha hecho hoy, mi hijo es afortunado. Por favor dese prisa, no saben cuánto tiempo pueda resistir.

— Hoy mismo le aseguro que sus hijos estarán aquí.

— ¿Usted cree que nos perdonen?

— No hay una persona con un corazón más grande que su hijo.

.

PDV Tetsuhiro

Este par de semanas, sempai se había vuelto increíblemente independiente, me sentí algo desplazado, puesto que no requería ayuda en cosas simples como lavar, planchar y pocas cosas en la cocina. Experimentó conmigo con la comida que preparaba y además no pidió mi ayuda, utilizó videos de internet. Sin embargo el charlar con él todo mí tiempo libre, incluso al entrar a la cama, parecía realmente emocionante, con sus preguntas sobre la cocina, con comentarios de las cosas que suele leer. Además de que parecía un perico hablando y hablando, quizá por lo solo que se sintió. Lo malo de todo esto es que cuando me pidieron irme esa mañana no pude rehusarme y a pesar de que le pedí venir se negó rotundamente, con la justificación de que se puede atender a sí mismo sin mi ayuda. Es verdad que se puede cuidar solo, no obstante al empacar sentí demasiada angustia.

Esa mañana en la puerta su rostro serio no me dijo que me extrañaría, incluso preparó un almuerzo para mi viaje y le di un último beso en el pórtico intentando hacerlo flaquear para que viniera conmigo. Creo que no soportaré estar toda la semana lejos de él y verlo sólo el sábado y domingo. ¿Cómo sabré si come bien? Necesito saber todo lo que pasa con ambos, ya que si algo le ocurre a alguno moriré de tristeza.

Respiré profundo antes de alejarme del departamento, no quería causar su angustia, por lo que no demostré mis sentimientos y marché con un par de lágrimas hasta un taxi. 

El primer día, demasiado trabajo con la gente que no tenía idea del funcionamiento de muchas cosas ahí. Había algunos nuevos, a razón de que al fallecer el líder de área, renunciaron con tal de no obtener ese puesto, de manera que las personas sin experiencia dificultaron todavía más las cosas. Afortunadamente yo conocía cada uno de los procedimientos y no tuve inconvenientes a la hora de enseñarles, el problema es que son muchas cosas por enseñar y yo soy una sola persona.

A pesar de todo el trabajo, tuve muchos más pensamientos hacia sempai, recordé todas esas veces que yo mismo lo asistí, cuando su trabajo le resultó pesado y no pude evitar preguntarme si él haría lo mismo por mí, aunque él también sería un estorbo, a causa de que no conoce mi labor aquí. 

En cada descanso tenía miedo de marcarle a su teléfono, ya que es bastante grosero cuando alguien lo hace, sin embargo por la noche no resistí un segundo más y le marqué en cuanto estaba en la cama indeciso para hacerlo. De inmediato escuché su voz tan dócil, tan distinto, como mucho más necesitado que yo, parecía indicarme que había esperado por mí. Me consternó a tal grado que no dejé de llamarlo los subsecuentes días y decirle lo mucho que lo necesitaba y que todo mi amor estaba extrañándolo con fervor.

El miércoles por la noche de la segunda semana en ese lugar, acababa de llegar del trabajo bastante tarde, pues la operación se retrasó con un grave error de parte de uno de los nuevos. Me esforcé con tal de que no lo despidieran pues me rogó por su familia, que constaba de un bebé recién nacido. No pude evitar ponerme en sus zapatos y juntos resolvimos el problema; al llegar me tendí en la cama y recordé que casi todo el día no había marcado a mi sempai. Escuchar su voz fue tan tranquilizador que mis ojos se cerraban y escuché cada vez más lejana su voz.

—¡Morinaga! ¿Por qué no me respondes? ¡Maldita sea!

— Lo siento sempai, estoy muy cansado, ¿podemos hablar mañana? Te amo tanto, disculpa. De verdad los extraño mucho ya quiero que llegue el fin de semana.   

De inmediato colgó con enfado y yo me sentí mal por no escucharlo. Lo compensaría en cuanto llegara el fin de semana, con postres de los que tanto adora.

Al siguiente día todo fue mejor en el trabajo, la gente a la que he apoyado parece ya comprender poco a poco lo que les he ido enseñando, y con más de una semana creo que van mejorando, de manera que ese día le marqué un par de veces a mi sempai que no estaba enojado por dormirme en la charla. De hecho me contó sobre su fiasco en un curso de cuidado prenatales, sus palabras parecían pedirme que yo mismo fuera con él a uno, a razón de que explicó que requería un compañero para hacer las poses ridículas.

Cada vez que sus palabras recriminaron sin decirlo directamente, una punzada me hacía pensar que marcharme lejos fue un error, no obstante no podría renunciar ahora menos que nunca, con nuestro bebé en camino y con el aumento de salario que me han dado.

El viernes de esa semana, me encontré mirando una foto que tenía de él en mi teléfono, suspiré y de pronto mi celular sonó:

— ¡Sempai cómo está! ¿Todo está bien?

— Estoy en Kyushu, en el aeropuerto.

— Iré en seguida, espere por mí, no tardo.

Colgué sin esperar a que me lo impidiera. Aunque me preocupó un poco lo que ocurriera, confié en que todo saldría bien en el trabajo en el par de horas que me tomaría para salir por él y tenerlo conmigo.

Ahí estaba en una cafetería del aeropuerto, con su maleta con rueditas y al verme se levantó para caminar hacia mí, yo corrí, no pude evitar sujetarlo con fuerza, claro sin lastimar a nuestro bebé. No me contuve y uní nuestros labios sintiendo sus lágrimas, su efusividad y todas las emociones que yo sentía, él también era capaz de externarlas. Me besó, así sin dudas y nuevamente caí en cuenta que los suspiros de su corazón me pertenecían para amarlo incondicionalmente. Magnífico y maravilloso el acto, de tener a la persona que más amas en la vida para no dejarla ir lejos.

Mi hotel y el trabajo no estaban tan lejos, gracias a esto llegamos a prisa y no quería apartarme de él, pero tuve que volver, no sin antes darle la dirección, ya que insistió en pasar por mí para irnos a cenar. Todo esto me hizo preguntarme si así es como se siente tener una pareja amorosa, alguien que no soporta estar alejado de ti, de la misma forma que tú lo haces por él. No podía ser más feliz con todo ello.

Las semanas más encantadoras que hemos tenido, sempai parecía relajarse de todo y los fines de semana lo llevé por ahí a divertirse en distintos lugares y a comer cosas, tal como aquella vez, aunque ahora fue distinto, ambos nos habíamos convertido en una pareja y desafortunadamente una pareja heterosexual. Aguardaría por ser una pareja gay hasta que el bebé naciera y mientras, me relajé de lo que mi cabeza creía era correcto para mí.

Lo más encantador de esto era el besarnos en todas partes, con él accediendo, debe ser por su estado que no le molesta, o puesto que todo es adecuado a sus prejuicios y agradezco tener momentos con él tan accesible. Gracias a todo eso el tiempo se acortó y al cabo de algunas semanas regresamos a casa.

Me preocupa que su cuerpo se hace pesado y cansado conforme los días han pasado y con seis meses, su pansa le incomoda para sentarse en las sillas de la mesa. Justo así, el mundo que parecía tener sentido, lo perdió al abrir la puerta y observar a mis padres que creía haber olvidado, pero que estaban ahí en mi corazón como una espina que dolía luego de todos estos años.

— ¿Mamá, papá? ¿Qué hacen aquí? ¿Cómo supieron donde vivo?

— Hace varios años tu hermano nos dio la dirección. — Expresó papá.

Entonces los observé con preocupación, pues los años habían pasado por ellos castigándolos. Mamá se veía cansada con ojeras y papá totalmente agotado y su rostro avejentado, con un sobrero que cubría su cabeza y la mirada languidecida. Sentí terrible de ver a mis progenitores que solían ser fuertes, en ese estado tan distinto.

— Y bien Tetsuhiro, ¿No dejarás entrar a tus padres? — Preguntó mamá.

Les permití la entrada pero sempai apareció con una actitud grosera. El shock pasó y necesitaba decir tanto, sentí enfado y tristeza de recordar mis rencores y sufrimiento. La profunda vergüenza en sus ojos que ahora no parecía estar presente, pero en mi cabeza parecía dar vueltas haciendo que doliera terriblemente en mis entrañas.

Me sentí protegido con sempai a mi lado para decir lo que yo no podía,  y lo frío que él era con mis padres, reflejaba exactamente lo que yo sentía. Nuevamente me dieron a entender que mi aparente cambio, por tener una pareja mujer y embarazada, era la mejor cosa que yo podía hacer. Me enfadé cada vez más, si algo había pasado por mi cabeza, era sacar todo ese pesar de mi corazón y lo dije todo:

— Gracias a ustedes sé el tipo de padre que no quiero ser.

El enfado me hizo olvidar tantas cosas, sólo quería verlos salir de mi vida como ellos me habían sacado de la suya y se habían alegrado de que me marchara a Nagoya. Aunque la mirada de mamá me dolió en el alma, parecía querer decir tanto y no le permití aquello. De pronto, sempai tomaba mi mano y me hizo regresar a la realidad, porque con un bebé en camino, yo estaba por comenzar la travesía que mis padres un día habían hecho. Pero a la vez los rencores y todas las palabras que escuché de ellos, aquella vez cuando Masaki mintió, estaban como dagas que dolieron, impidiéndome saber qué hacer.

— Creo que deberías ir tras ellos. Recuerda que también seremos padres y no quiero que un día él tenga que reprocharnos cosas, sin dejarnos explicar nada. ¡Anda ve!

No lo pensé dos veces y fui tras ellos. Al bajar las escaleras, los vi en un auto que conducía mamá y papá me miró desde el asiento del copiloto, negando con la cabeza.

— Ya no volveremos a importunarte Tetsuhiro. — Dijo papá antes de que mamá moviera el vehículo.

Me quedé estático, en realidad no supe que decir, simplemente habían salido de mi vida, quizá ahora para siempre. Mientras el vehículo se perdió en la distancia, pensé que todo esto estaba mal, muy mal, y yo debí decir algo. Había dejado que los malos recuerdos no me permitieran escuchar lo que mis padres tenían que decirme.  

Las escaleras de vuelta, me trajeron a la realidad, yo no sabía ser un padre, más que por lo que había vivido con los míos. La vida en Fukuoka no fue tan mala, a decir verdad había pasado tan buenos momentos con papá, mamá y Kunihiro. ¿De verdad un solo hecho cruel podría nublar otras cosas en las que si había sido apoyado por ellos? ¿Si cometo un error en la crianza de mi bebé que no ha nacido, será que seré juzgado de la misma forma?

Pero sempai tenía razón, él tenía un corazón mucho más grande que él mío y sugirió, incluso visitarlos.

Toda la tarde y la mañana del siguiente día, pensé qué cosa podría decirles, ya que esperaríamos para visitarlos ese mismo fin de semana hasta Fukuoka, en aquella vieja casa de mis recuerdos.  

Esa mañana tenía varias cosas en mi cabeza, no podría asistir a una de las citas de sempai y por alguna extraña razón, sentí que algo me preocupaba. Justo antes de mi hora de almuerzo mi teléfono timbró:

— ¡Sempai! ¿Cómo le fue en la cita del médico?

— Morinaga, estoy aquí en la recepción de tu edificio. ¿Crees que podrías bajar?

La seriedad en su voz me aterrorizó, y pregunté sin dudar:

— ¿Dígame sempai algo le ocurrió a nuestro bebé?

— Él bebé y yo estamos muy bien, sólo baja que necesito preguntarte algunas cosas importantes.

— No hay problema sempai, adelantaré mi hora de  comida.

Dejé a cargo a mis subordinados y bajé a prisa. Algo estaba mal, ¿podría ser su hermana o su tía?

Me abrazó al instante en que me vio, sin duda algo lo angustiaba terriblemente.

— Sempai, ¿dígame qué sucedió?

— Podemos hablar en privado, no puedo decirlo aquí.

En silencio, llegamos hasta el auto que la compañía me había dado algunas semanas atrás, e ingresamos. Pensé preguntar nuevamente pero escuché entonces su voz que intentaba calmarse.

— Es tu padre. Luego de mi cita con el médico encontré a tu mamá y me lo dijo todo. No quería ser yo quien te lo dijera, pero está muy enfermo. Tienes que hablar con él.

Sus ojos se llenaron de lágrimas al decirlo y yo me sentí terriblemente culpable por lo ocurrido el día anterior.

— No es posible, ayer estaba bien.

No era cierto, no podía ser cierto, puesto que yo no les había dejado hablar y aquello quizá era una confusión.

— ¡Morinaga! ¡Reacciona! ¿Me escuchas? Tenemos que hablarle a tu hermano para que venga.  

— Seguro estará bien, no puede ser tan grave ¿o sí?

Sempai se quedó callado y sujetó mi mano entre las suyas. Pero yo sabía que esa sensación estrujando mi pecho, sin duda tenía que ser a causa de algo muy  malo. 

— Morinaga, no tendría que ser yo quien te lo diga, aunque no puedo dejarte con tantas dudas que seguro tienes… Tu padre está muy enfermo y no durará mucho tiempo. Debes hablar con él, debes decirle todo cuanto te angustia y no olvides pedirle perdón por lo que ocurrió ayer.

No entendí lo que dijo, y el aire se hizo tan denso en el auto, que abrí y salí sin pensarlo. De inmediato sus confortables brazos me cubrieron y recargué mi cabeza sobre su hombro.

— ¿Por qué ahora? Esto debe ser un castigo por mis malas acciones, no quiero perder a papá. Seguro es mi culpa por hacerle pasar tan malos ratos. Las personas enferman cuando tienen muchas preocupaciones.

— No es así, todos tenemos que irnos alguna vez. Pero aquí nos quedamos los demás y si de algo sirve, tomaré tu mano para hacerte saber que cuentas conmigo.


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