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You're Mine [JaeDo/DoJae] [NCT] por Kuromitsu

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Kim DongYoung estaba acostumbrado a que le felicitaran por la tremenda capacidad que tenía para relacionarse con los demás. Partiendo por el jardín de niños, donde otros pequeños le veían como un incipiente modelo a seguir, hasta llegar a la universidad, donde sus dotes de comunicación —más allá de los innatos que debía de tener sí o sí para estudiar una carrera como Periodismo— le habían valido un puesto privilegiado entre los mejores estudiantes de su generación. De todos los contextos a los que había estado expuesto desde pequeño, eran las situaciones formales los que más se llevaban los aplausos. Una excelente dicción, una memoria envidiable. El verdadero don de la palabra.

Sin embargo, cualquier tipo de habilidad social previa se fue por el desagüe apenas abrió la boca al ver a una persona extraña acompañando a su novio, allí, a miles de kilómetros.      

—¿Y tú quién rayos eres?

Woah, gran recibimiento —el desconocido sonrió como si nada hubiera pasado, hablando en un coreano fluido. YoonOh, por su parte, solo enarcó las cejas—. Me llamo TaeYong, y soy el nuevo compañero de habitación de tu hermano…

—¡Novio! —gritó, sintiendo sus mejillas arder poco después de hacerlo—. Somos novios.

Sí, TaeYong, recuerdo habértelo mencionado… —como si hubiera sido una oleada, una sensación de suficiencia y alivio invadió su pecho. Se esfumó en el segundo que YoonOh volvió a mirarle, esta vez, con preocupación—. Hyung, ¿pasa algo? Estás un poco alterado hoy.

—La universidad me tiene de los nervios —la excusa sonó falsa incluso para sí mismo—. Debo hacer mil cosas y…

¿No sería mejor que habláramos en otro momento entonces?

—¡No! ¡Es decir…! —calló de inmediato al sentir que estaba gritando—. Solo… solo hablemos, te extrañé mucho.

Y yo a ti, amor.

La última de las palabras reverberó en su espalda, llenándole de cálidos escalofríos. Acercándose a la pantalla apoyó el rostro en una de sus palmas, a la altura justa para mirarle a los ojos. Por alguna razón, YoonOh se veía incluso mejor de lo usual. Tal vez tenía que ver con sus rizos que brillaban tras la luz que provenía de una ventana a la derecha, o con la manera suave en que batía las pestañas, o sus musculosos brazos que sobresalían debajo de la ropa.

Fuera como fuera, la necesidad de apoyarse en su pecho fue imposible de ignorar.

—YoonOh, te a-

Ejem, creo que debería irme a la sala de estar a estudiar más inglés.    

Apretó la mandíbula al escuchar la forma en que le interrumpían. Haciendo un gran esfuerzo para no dejar en evidencia lo molesto que estaba, entonó una pregunta en una voz suave.

—¿Estás estudiando inglés? ¿Entonces eso significa que también eres coreano?

¿Acaso no me escuchaste hablar todo este tiempo o qué, huh? —el tono ligeramente burlesco de TaeYong le amedrentó un poco y guardó silencio—. Claro que lo soy. Llevo un par de años acá estudiando Fotografía y me transfirieron a este departamento, es todo.

—¿Y por qué te transfirieron?

TaeYong sonrió al levantarse del asiento, y le vio sacar unos cuadernos desde una mochila, junto con una cámara fotográfica profesional. Justo antes de que le viera salir del encuadre y se escuchara el sonido de la puerta cerrándose, le vio sonreír un poco más y pronunciar una pequeña respuesta.

Digamos que… tuve un problema en mi antigua residencia. Ahora sí, me voy.

Suspiró pesadamente. Al otro lado de la pantalla, YoonOh parecía decepcionado.

—¿Y tendrás que soportar a alguien como él durante toda tu estadía?

TaeYong no es mala persona —quiso rodar los ojos. Se contuvo otra vez—. Él solo estaba bromeando contigo.

—Pues tengo pésimo sentido del humor entonces si piensa que me reiré con sus-

Hey, Doyoung, cariño.

Cualquier intento de avivar la llama de ira acumulada se deshizo en ese preciso instante, pues YoonOh se acercó lo suficiente a la cámara como para sentir que su corazón otra vez revoloteaba con fuerza, como antes, en esas oportunidades donde compartían la cama durante el amanecer y sentía la punta de la nariz de su novio presionándose contra la suya.    

¿Cómo has estado? ¿Qué tal va la universidad? Dime todo, quiero escucharte, no tienes idea de lo mucho que te he extrañado…

Y tal como en esas oportunidades cerró los ojos, demasiado avergonzado como para volver a mirarle directamente.

—…Yo también te he extrañado, Jaehyunnie.

———

Cuando revisó en la hora que indicaba el ordenador, se sintió hasta estúpido. Sin querer había pasado hablando más de tres horas conversando por videollamada con DongYoung, cosa que no estaba precisamente bien, porque supo de inmediato que se metería en problemas por haber faltado al entrenamiento programado. Suspiró, estirando sus músculos, incapaz de eliminar la sonrisa boba que tenía en el rostro.

Incluso si significaba meterse en problemas, ser capaz de ver y escuchar a su hyung era una experiencia que bien valía la pena.

—¿Recién terminaron de parlotear? Woah.

Casi tuvo un microinfarto. TaeYong elevaba las comisuras de su labios, libro en mano, desde el sofá en el que relajadamente estaba sentado.  

—Aunque es esperable, después de todo están a miles de kilómetros, ¿no es así? —la sonrisa se deshizo y en su lugar una mueca de sincera compasión afloró en el rostro del contrario—. Debe ser un verdadero asco estar lejos de la persona que amas.

—Lo es —asintió, entrando a la cocina y abriendo la puerta del frigorífico. Totalmente vacío. Resopló antes de volver a cerrarlo—. Oye, TaeYong…

—¿Sí?

—Creo que asustaste un poco a mi novio —frunció el ceño al escuchar la risa despreocupada de su compañero de departamento—. ¿Qué tiene de divertido?

—Lo siento, es que él realmente te ama.

—¿Y qué tiene que ver eso con…?

—Te ama, y te cela mucho. Demasiado para mi gusto, no podría estar con un hombre como él. Los celos solo traen malas cosas —le vio tomar la cámara fotográfica que tenía al lado y presionar sus botones. Después de escuchar el “click” de un disparo hacia el paisaje del campus universitario visible desde la ventana, fue que al fin entendió. Más bien, relacionó sus palabras con lo que ya venía pensando hace un tiempo: TaeYong, muy por seguro, no era heterosexual. O no al menos por completo—. Por eso es que quizá se asustó, pero no pretendía hacerlo. Me disculparé la próxima vez que hables con él.

Asintió, más tranquilo, y sin darle más vueltas al asunto tomó sus pertenencias necesarias para ir al campus y cumplir el resto de obligaciones que le quedaban en el día. TaeYong le indicó con el dedo índice una fotografía que permanecía en la memoria digital de su cámara, tomada a un chico de cabello negro y sonrisa deslumbrante, preguntando si acaso podía invitarlo para pasar la noche allí. Encogiéndose de los hombros, dijo que sí, y se echó la mochila al hombro. Al poner el primero de sus pies en el umbral de la puerta, alcanzó a oírle por última vez.    

Una pequeña frase que se quedó entre sus pensamientos varias horas.

—De verdad que los celos no traen más que problemas…

———

Cuando a horas de la noche YoonOh volvió al fin al departamento, después de horas de extenuante entrenamiento, tuvo oportunidad de arrepentirse del que había pronunciado sin pensarlo dos veces.

Gimió al abrir el pomo de la puerta principal, apretando con su palma su bíceps derecho. La palabra “lesión” no dejaba de aparecer en su mente, mas no podía hacer nada: si le decía a su entrenador acerca de ello, prácticamente tendría asegurado que lo devolverían a Corea antes del plazo pactado y no podía dejar que hicieran eso. No estando tan cerca de obtener renombre, y con eso el cupo que necesitaba en el equipo nacional de Corea, y de ahí, de ahí… DongYoung no tendría que pasar problemas nunca más.

Y le ayudaría, y dejaría de ser un estorbo para la única persona que le importaba en el mundo.

Aguantándose el dolor, dejó su bolso en el sofá y se dispuso a entrar a su habitación. Abrió y demoró más de lo usual en reaccionar.

—Llegaste más luego de lo que pensaba, hola.

No era la primera vez viéndole así, pero de todas formas le sorprendió. TaeYong elevó la mano derecha y saludó con sonrisa en labios, con total naturalidad, algo completamente admirable dado el estado de casi desnudez que presentaba. Mantenía el torso sin ropas que lo cubrieran, dejando a vista y paciencia de cualquiera su figura delgadísima, con los abdominales apenas distinguibles. Miró su cuerpo apenas un par de segundos antes de voltear hacia la puerta, sintiéndose increíblemente incómodo.

Y la incomodidad no hizo más que transformarse en pánico total.

—¡¿Qué…?!

Alcanzó justo a distinguir la espalda de un hombre entrando al baño, junto con su trasero, antes de que la puerta del mismo se cerrara con un ruido seco. Sintió las mejillas arder; ni siquiera en los entrenamientos —donde en el tiempo de las duchas post entrenamiento era normal ver al resto del equipo con apenas una toalla amarrada al cuerpo— había visto a otro hombre desnudo que no fuera DongYoung.

Tragando saliva supo de inmediato que, si llegaba a contárselo, y por mucho que explicara que no había sido a propósito, se desataría la tercera guerra mundial.

—¡¿Qui-quién demonios es él?! —preguntó nerviosamente, tapándose los ojos aunque ya fuera demasiado tarde. La figura de aquel bajito chico estaba grabada en su retina a hierro vivo—. ¡¿Y por qué está des…?!

—¿Desnudo? Ja, ¿por qué crees tú que me echaron de la antigua residencia?

Dejando caer la mandíbula, se quitó las manos de los ojos y frunció el ceño, el que se acrecentó al ver la sonrisa inocentona de TaeYong en los labios.

Y recién ahí comprendió todo. El sudor que perlaba su cuerpo. La ropa interior mal puesta. El estado de completa relajación que se evidenciaba en su rostro, como si realmente nada le importara. Por sobre todo, logró confirmar la teoría que llevaba en su mente, y más con las palabras que le escuchó pronunciar a continuación.

—Ese es Ten. Llevamos lo que podría decirse una “relación”, aunque…

—¿Aunque?

—…Bueno, creo que no es algo que tú y DongYoung siquiera intentarían. Él se ve como una persona muy celosa, recuerdo habértelo mencionado —TaeYong resopló, rodando sobre sí mismo para alcanzar algo en la mesita de centro. Le vio sacar una cajetilla de cigarrillos desde el primer cajón—. Oye, sé que tal vez estuvo mal no decirte de quién se trataba antes, de seguro que te sorprendió mucho verlo en esas condiciones.

—Podrías apostar que sí —resopló, negando desaprobatoriamente con la cabeza, sentándose a la orilla de su cama.

—Pero si te molesta puedo decirle que se vaya. Solo creí que tú entenderías mejor que mi antiguo compañero de habitación porque como tú eres también… esto…

—¿Gay? —TaeYong asintió al pronunciar esa sencilla palabra, y notó en sus ojos algo que no había sido capaz de observar antes: unas gotas de esperanza hacían brillar sus pupilas—. ¿Acaso tu anterior compañero te hizo problemas por eso?

—Los suficientes para que estuviera a punto de devolverme a Corea.

En su interior, también, sintió algo que no había sentido antes. Le sonrió y alargó la mano para palmear el dorso de la mano delgadísima de TaeYong. Él levantó la vista. Se la sostuvo mientras hablaba.

—Tranquilo, no te haré problemas. Si quieres traer a tu… novio o lo que sea, es bienvenido. Solo no hagan ese tipo de cosas mientras esté rondando por aquí, por favor —comentó lo último con una sonrisa, pero TaeYong no hizo ademán de seguirle. En cambio, notó una pequeña coloración sonrosada en sus pómulos—. Y de paso tampoco fumes dentro del departamento. Seré un buen compañero de habitación mientras respetes esas reglas, ¿sí?

—Sí…

Asintió por última vez y retiró la mano o, al menos, quiso intentarlo. TaeYong no se lo permitió de inmediato. En el espacio de un segundo, el que percibió como una eternidad, la firmeza de los dedos de TaeYong le retuvo aprisionado al igual que la profundidad de aquellos grandes y expresivos ojos. Sintió escalofríos.

Cuando al fin pudo retirar su mano, fue como volver a respirar después de un larguísimo tiempo.

—¿Así que ese es tu nuevo compañero de habitación?

Con un salto se alejó de TaeYong, mirando enseguida al propietario de la nueva voz que hablaba en inglés desde el umbral de la puerta. El chico de nombre Ten llevaba puesta una camiseta roja a cuadros y un sencillo pantalón color negro. Ahora, vestido, fue capaz de notar otras características mucho más llamativas que la desnudez inicial que le había sorprendido: tenía una nariz excepcional, dientes blanquísimos que se dejaban mostrar en la sonrisa que estaba haciendo y, por sobre todo, varios aretes en ambas orejas que las hacían resaltar contra su cabello oscuro.

Bajó la vista. Aunque quisiera, y para su infinita desgracia, la visión de su cuerpo aún seguía impresa en su retina.

—Ah, me llamo YoonOh —se presentó, levantando la mirada otra vez. El que Ten sonriese sin darse cuenta de nada le hizo sentir incluso más nervioso—. Vengo de intercambio desde Corea.

—Lo sé, TaeYong me lo contó. Y supongo que también te mencionó quién soy yo —Ten se acercó al de cabellos azabaches y se recostó a su lado, aferrándose a su pecho. Creyó notar que el ceño de TaeYong se fruncía ante el contacto—. ¿Verdad que sí, amor?

—¿Acaso no tienes que ir donde Johnny?

Apretó la mandíbula al mirarles y fijarse de que prácticamente echaban chispas por los ojos. No necesitó ser un genio para entender que algo extraño sucedía entre los dos, y disculpándose salió raudamente de la habitación. Después de escuchar sus voces alzándose en lo que no podía corresponder a otra cosa que no fuera una acalorada discusión, prefirió salir del departamento.

Alcanzó solo a sacar su teléfono desde su bolsillo —en ademán de contactarse con DongYoung, el que permanecía en el fondo de sus pensamientos sin importar qué— antes de que Ten saliera dando un portazo.

Se miraron.

—¿Estás bien?

Supo que había sido estúpido al preguntar algo como aquello, cuando se podían distinguir claramente un par de lágrimas cayendo desde sus lagrimales. A pesar de ello, Ten sonrió ante la pregunta.

—Lo estaré, tranquilo. TaeYong dice que vuelvas —le vio desplazarse hacia el ascensor de la derecha. Antes de entrar a él, creyó escuchar su voz levantándose una última vez en el silencio del pasillo—. Dios, Johnny se preocupará cuando me vea llorar de nuevo…

Tardó en regresar a la habitación, donde TaeYong mantenía las mantas por sobre su cabeza, en una muestra clara de no querer hablar con nadie. Resoplando, intentó establecer contacto con DongYoung a través de mensaje de texto, en esperas de que se confirmara una videollamada.

Necesitaba verle aunque solo hubieran pasado unas horas desde la última vez.

“Lo siento, Jaehyunnie, estoy un poco ocupado ahora. ¿Hablamos mañana?”

“Sí, hyung. Cuídate, te amo”

—Creo que ninguno de los dos tuvo suerte hoy con sus respectivos novios —bromeó, acostándose en su cama después de quitarse toda la ropa excepto los bóxers. No escuchó respuesta—. Buenas noches, TaeYong.

—Descansa.

Aquella noche Jaehyun no pudo dormir, por enésima oportunidad. Tal vez se debió a todo lo que acababa de suceder, y que le llenó de dudas en contra de su voluntad. Tal vez, por el frío clima estadounidense al que aún no se acostumbraba del todo. Tal vez, por las múltiples cosas que debería hacer apenas despuntara el sol.

Tal vez, porque extrañaba demasiado a DongYoung.

Sonrió con tristeza al reconocerlo, después de interminables horas y días intentando convencerse de lo contrario cuando era obvio que, más que nada, su patrón de sueño estaba peor que nunca porque se encontraba a miles de kilómetros de él.

Y, por lo mismo, se hacía imposible escuchar su dulce voz en suaves canciones; su —desde siempre— único remedio ante el insomnio.  

———

Cuando sin querer Jaehyun vio cómo Ten se besaba con hombre mucho más alto y corpulento que él en los servicios del primer piso de la universidad, casi tuvo un ataque. Retrocedió justo a tiempo antes de que Ten saliera, sonrisa en labios, en dirección sur donde se encontraba la salida del campus. En ningún momento le vio quitar su mano de la del otro hombre.

Tampoco le vio dejar de sonreír en todo el tiempo que alcanzó a mirarles, demasiado impresionado como para siquiera cerrar la mandíbula.

—TaeYong, hoy vi algo y creo que debes saberlo…

Al llegar a la habitación el más bajo apenas levantó la mirada, demasiado entretenido en su celular. Aclarándose la garganta, le tomó más de un intento relatar todo lo que acababa de ver, complicándose demasiado como para verle a los ojos porque no quería observar el momento exacto en que cayera en cuenta de que Ten le engañaba con otro.

Cuando terminó, sin embargo, TaeYong no hizo más que sonreír.

—¿No te dije que somos algo que tú y DongYoung jamás intentarían?

Parpadeó, sin entenderlo. Le escuchó resoplar con signos de estar harto, y cerró los ojos al sentir un pequeño golpe que TaeYong propinó solo con sus dedos índice y pulgar, riéndose al hacerlo.

—Debí aclararlo ahí mismo. Mantenemos una relación abierta desde hace casi un año. Si Ten quiere acostarse con otro es libre de hacerlo, y yo también.

—Oh… —fue incapaz de decir más. Hizo un esfuerzo para preguntar algo, lo que fuera, que fuera capaz de quitar la incomodidad que se arremolinó en su estómago al pensar en hacer una cosa como esa con Doyoung. No fue necesario pensarlo ni una segunda vez: jamás sería capaz de compartir a su novio con nadie—. ¿Y Ten está de acuerdo con algo así?

—Cuando empezamos no vio ningún problema, pero ahora me estoy hartando de sus quejas. Si sigue así no habrá más solución que… —tragó saliva al ver a TaeYong hacer una cruz con sus dedos, aún sonriente. La cercanía le hizo apreciar, a través de sus pupilas cristalinas, que no mentía—. Por eso te dije que los celos no conllevan a nada bueno, ¿para qué celar a alguien cuando la vida es tan corta y hay tantos chicos atractivos ahí afuera?

TaeYong se aproximó incluso más, y no fue capaz de reaccionar a tiempo. Vio sus labios elevándose en una sonrisa de suficiencia, tan cerca que sintió su respiración en la piel.

—…Partiendo por ti, por supuesto.       

Retrocedió y TaeYong estalló en risas. No le siguió en sus carcajadas, ni tampoco hizo ademán alguno cuando le escuchó apuntar al hecho más que obvio de que aquel acercamiento le había puesto nervioso porque, después de todo, era verdad. Aceptó sus disculpas con un pequeño asentimiento y a duras penas alcanzó la puerta del baño. Pese a que era mitad del día, tomó una ducha que se prolongó más allá de lo normal.

Al salir, TaeYong ya no estaba ahí.

———

—¿Sucede algo?

DongYoung sostuvo el celular más cerca de su rostro, entrecerrando los ojos e intentando discernir qué sucedía por la mente de Jaehyun; pese a que lo intentó, fue inútil. La mala calidad de la señal no permitía ver más allá de su rostro y sus manos agitándose en señal de negación.

—No, estoy bien. ¿Qué tal tú? ¿Qué tal los chicos?

No alcanzó a responder, pues una voz distinta interrumpió la comunicación, como ya casi estaba acostumbrado. Casi, porque lo que dijo a continuación claramente no constituía algo que podía dejar pasar y ya.

Y recordó.

“—…Pero para eso te tengo que ocultar de los alienígenas, para que no te rapten. Tenemos que tener un código secreto para que no nos espíen...

—Te llamaré Jaehyun. Así cuando hablemos, ellos no sabrán tu verdadera identidad.

—Entonces yo... te diré Doyoung.

—¡Oye, con eso me terminaran raptando a mí! ¡¿No podría ser un apodo más original?!”

—¡Jaehyunnie, estoy en casa!

TaeYong gritó como si nada el apodo que le había dado a YoonOh: aquel, que nadie más sabía. Que nadie más debía de saber, porque se lo habían prometido el uno al otro. Aquel elemento tan pequeño pero importante, lo único que les conectaba a ambos de forma secreta.

Jaehyun enarcó ambas cejas y pareció contrariado. Le vio tartamudear, buscando una explicación para dar.

No le dejó hacerlo.

—Sabía que sucedía algo. Parece que sí estás perfectamente bien. Si hasta ya te dice Jaehyunnie, ¿verdad? ¿Qué otro tipo de cosas se dicen, eh? Adiós.

YoonOh intentó entablar comunicación otra vez con DongYoung, mas, fue inútil. Después de que su novio cortase la llamada en seco, se quedó de brazos cruzados, incapaz de hacer algo que eliminara la sensación de culpabilidad que ardía a altura de su corazón.

Sintió los brazos de TaeYong abrazándole desde atrás.

—¿Te encuentras bien? ¿DongYoung se ha peleado contigo?

Recostó la espalda en su pecho, y dejó que las cálidas manos en su cabello le reconfortaran en completo silencio.

Y pronto olvidó siquiera la razón por la cual se sentía culpable.

 

Notas finales:

¡Hola a todos! Infinitas gracias por la paciencia que han tenido ;;; ha sido un regreso a la universidad de locos, la verdad. Espero verles en la siguiente parte mucho más pronto que esta larga espera, ¡saludos!

PD: Aún no supero lo de Ji Hansol. Lo único que puedo decir al respecto es que, por favor, apoyémoslo en sus nuevos rumbos. Se lo merece más que nadie. 


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