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You're Mine [JaeDo/DoJae] [NCT] por Kuromitsu

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—¡Ten!

TaeYong al fin alcanzó la escurridiza mano del más bajito, y la retuvo con firmeza, pese a los constantes tirones e intentos por escapar de aquel agarre.

—¿Te irás con Johnny? —instó, incapaz de mantener la boca cerrada y mucho menos de decir otra cosa que fuese más pertinente, más acorde a la necesidad de no joderlo todo otra vez—. ¿Te satisface? ¿Tan bien te hace el amor?

—Eso debería preguntarte yo, ¿tan bien la pasaste con YoonOh como para olvidar que tú fuiste el único que rompió el acuerdo? Idiota —de la impresión no pudo seguir sosteniéndole y la mano de Ten se liberó. Rehuyó sus ojos acusatorios. A los lados, en la residencia universitaria, las puertas de los respectivos dormitorios permanecían cerradas. De seguro que, a pesar de eso, más de alguien debía de estar escuchándoles. No le importó—. Y por si te interesa no te quiero ver ni a ti, ni a Johnny.

—Pensaba que siempre encontrabas alivio con él, ja…

—TaeYong, basta.

Calló. Por alguna razón, todas las frases de desprecio e ira que llevaba acumuladas en su garganta se quedaron ahí, y al mirar otra vez a Ten se disolvieron por completo. Más bien, las internalizó, y aceptó el hecho de que todo aquel resentimiento no iba exactamente dirigido a su novio, sino que a sí mismo.

Bajó la cabeza. Se merecía que Ten estuviera yéndose de su vida.

—No hemos tenido esta conversación apropiadamente —la voz del bajito resonó en el pasillo, pese a solo ser un murmullo esta vez—, y ya es hora de que dejes de inventar escenarios que no existen. Primero que todo, Johnny sabe perfectamente que estoy contigo.

—¿Qué?

—Siempre lo ha sabido, y no le importa, ¿y sabes por qué? —retrocedió. Ten se adelantó un paso—. Porque nunca ha querido nada serio conmigo, al igual que no espero nada serio con él. Nos juntamos, tenemos sexo, y ya está. Lo mismo haces tú todas las semanas con hombres diferentes. ¿Te he dicho algo en contra en alguna oportunidad?

—No…

—¿Y entonces por qué tú sí? ¿Por qué, si sabes bien que acepté esta locura en un principio solo para poder estar contigo?

Le miró directamente a los ojos y esta vez vio aquel usual velo de agua sin derramar escureciéndolos, haciendo temblar sus pupilas, al igual que el casi imperceptible temblor de sus labios.

Últimamente le veía llorar mucho. Y creía firmemente que no podía ser por su causa; de seguro era porque las cosas con Johnny no debían estar funcionando, pero cuando lo hicieran en cualquier momento le vería partir con él. De seguro estaban hechos el uno para el otro.

Pero cuando vio sus lágrimas correr esta vez, no fue capaz de dar rienda suelta a sus mecanismos de defensa, a esa máscara de indiferencia que siempre usaba frente a él.

Ten lloraba, y por su causa.

Se acercó e hizo lo que llevaba mucho tiempo sin hacer, pese a que tuviera siempre las mismas terribles ganas de consolarle: con cuidado, posicionó un brazo alrededor de su cuerpo y lo abrazó. Le acarició los cabellos con suavidad, mientras sentía su pecho húmedo por las lágrimas que no dejaban de caer de sus dulces, dulces ojos.

Nada más importaba. Estar semidesnudo en medio del pasillo, o el dolor de cabeza que la resaca le estaba dejando, o la culpabilidad por haber hecho una estupidez durante la madrugada.

Solo importaba Ten y explicarle, de una vez por todas, lo que le carcomía los pensamientos todos los días.   

—Tengo miedo de que Johnny te aparte de mi lado. No puedo pretender que estoy bien cada vez que te veo salir con él y, la verdad, ya no quiero compartirte más. Ni con él, ni con nadie. Perdóname.

—¿…Por qué no fuiste capaz de decírmelo antes? —sintió su cuerpo alejarse con frialdad. Ya no lloraba—. ¿Antes… antes de arruinarlo todo?

Aquellas preguntas no tenían respuestas o, mejor dicho, el más bajito no quería que tuvieran explicación alguna. Su voz fue lo último que se quedó flotando en el pasillo desierto una vez le vio marchar. No lo detuvo. No pudo hacerlo.

Por todo el daño que le había causado, no tenía derecho alguno a retenerle.

—Fue una pesadilla, ¿verdad?

Al volver al departamento, demasiado débil como para seguir sosteniéndose en sus dos piernas, se dejó caer al lado de Jung YoonOh. Le sostuvo la mirada, pese a que estaba muy lejos de allí; más específicamente, no podía dejar de repetir la escena que seguía dando vueltas en su retina, de Ten hace tantos meses atrás aceptando unas condiciones que había impuesto al igual que en muchas relaciones anteriores.

“—Está bien, estemos juntos.

La mirada de Ten se iluminó cuando aceptó su confesión, y casi quiso sonreír, contagiarse de aquella misma alegría inagotable que le había atraído tanto en un principio, incluso más que la infinidad de piercings que adornaban sus orejas, o el brillo especial de su mirada.

Se recordó a sí mismo que, por mucho que esta vez pareciera ser un chico distinto, inofensivo, no podía dejarse herir en primera instancia. Nunca lo había hecho, y no podía dejar que sucediera.

Aclarándose la garganta, prosiguió.

—Pero no estoy listo para una relación seria. No es lo mío —las comisuras de los labios de Ten se desplomaron, y su boca se entreabrió. Estaba sorprendido—. Necesito tener la libertad de meterme con otros chicos, sin pareja, por supuesto. Entrometerme en otras relaciones tampoco es lo mío. Y claro, si yo lo hago, tú también podrías acostarte con otros. ¿Qué dices?

—Es tan difícil… —su susurro fue más para sí mismo—. ¿Y si digo que no…?

—Pues tendríamos que dejar todo hasta acá —respondió, encogiéndose de hombros. Lo que también se encogió fue su corazón, al sentir el rostro de Ten ardiendo de desesperación. Tal vez realmente estaba en contra—. No te culparía, pero-

—Está bien. Estoy dispuesto a hacerlo.

Ante su obediencia, mucho mayor que sus antiguas parejas que le habían tildado de imbécil y aprovechador por siquiera sugerir algo como eso, llegó a creer que tal vez era porque estaba muy enamorado y, de ser así, entonces no habría necesidad de intentar siquiera una relación abierta.

Porque Ten sí que le gustaba. Y mucho.

Por lo mismo quiso preguntarle el porqué, pero Ten fue más rápido y respondió antes.

—Podríamos intentarlo. Será divertido, no hay nada que perder, ¿no crees?

Supo en ese mismo instante que no era por amor, sino por la indiferencia que él mismo tenía ante las relaciones, que Ten estaba diciendo que sí.

Y agradeció internamente no dejarse caer ante la falsa imagen de alguien que, al igual que todos los hombres con los que había estado anteriormente, no tardaría mucho en marcharse. Todos lo hacían, y Ten no sería la excepción.

Por mucho que quisiera que fuera diferente.”

—¿Que si fue una pesadilla? Ja… me habría gustado que todo estuviera en nuestras imaginaciones —susurró, con los ojos de YoonOh devolviéndole la mirada a su lado—. Pero sí, tuvimos sexo. Me acuerdo perfectamente.

—Qué haré… DongYoung…

—Ah sí, no dejabas de mencionar su nombre mientras me besabas —prosiguió—. Estabas tan ebrio, y yo también, aunque menos que tú. Sabía que esto sucedería.

—Recuerdo solo fragmentos, maldita sea, ¿y no intentaste detenerme? ¿Alejarme? ¡¿Algo?! 

—¡¿Acaso soy el único culpable?!  

Explotó, y se sintió de inmediato estúpido por gritarle. YoonOh en verdad no había tenido la culpa.

Recordaba su mirada perdida, los signos de que el nivel de alcohol en su sangre era demasiado alto como para siquiera discernir donde estaba la izquierda y la derecha, su voz llamando a DongYoung incesantemente y, también, la forma en que le había engatusado para hacerle creer que la persona que tenía al frente no era más que su novio. 

Otra vez, era el responsable tras una situación que se le había escapado de las manos.

—…Lo siento —se cubrió ambos ojos con las palmas de las manos. No tenía ganas de ver a nadie más herido por sus estúpidas acciones. A decir verdad, no quería verse ni a sí mismo—. Es verdad que físicamente me atraes y eso, pero lo que sucedió anoche fue por despecho. Por intentar olvidar. Te arrastré a algo que no debía, sabiendo que estabas débil y picarías mi anzuelo.

—TaeYong…

—Te emborraché, nos drogamos, me froté contra ti cuando ya estabas muy ebrio hasta que te excitaste y me hice pasar por DongYoung. En verdad, con un “lo siento” esto no se solucionará, pero aun así te lo digo: lo siento.

Fue incapaz de contenerlo más. En contra de su voluntad, sintió las lágrimas desbordándose por sus ojos. Presionarlos no sirvió de nada, y siguió llorando; pronto, hasta de su garganta brotaron sollozos hondos que le hicieron doler el pecho.

Tardó varios segundos en sentir la mano fuerte que le palmeaba el hombro.

—Ya sucedió. No tiene caso que te lamentes por ello. Estoy molesto, pero esa molestia es conmigo mismo —el contacto en su hombro no sirvió más que para aumentar el proceso de catarsis por el cual estaba pasando. La última vez en que TaeYong había llorado se remontaba a tanto tiempo atrás que ni siquiera él mismo lo recordaba—. Falté a todas mis promesas, a todo lo que me prometí a mí mismo que nunca haría. Y el único que sufrirá acá será DongYoung y… mierda, ¿cómo pude hacerle algo como eso? ¿Cómo es que fui capaz de-?

DongYoung no tiene por qué enterarse.

De a poco, los sollozos fueron abandonando su cuerpo. Al final fue capaz de serenarse y reafirmar lo que había dicho, ante la mirada confundida de YoonOh.

Era la única esperanza para que otra persona no saliera terriblemente herida.

—Hagamos como si todo esto nunca sucedió entre nosotros. Prometo no decirle nada. Es lo único que puedo hacer por ti para compensarte todo esto.

Pasaron los segundos, en que le vio dudar.

Esperó.

Y finalmente le vio asentir.

Gracias.

———

Se despertó perezosamente, después de horas de un sueño que lamentablemente de reparador no tenía nada. Aunque hubiera sido mucho más tiempo de lo que podía descansar regularmente, el cansancio del día anterior le impidió a Kim DongYoung amanecer lleno de energías. Rezongó al acercar la mano a su teléfono, y contestó la llamada que le había despertado en contra de su voluntad.

—¿Diga…?

—DongYoung, te agradezco tanto por lo de ayer.

Sonrió de inmediato. La voz femenina al otro lado de la línea sonaba tan calmada y feliz que parecía difícil creer de que se trataba de la misma mujer a la que había consolado durante la noche anterior. Y es que Park SooYoung, después de una salida por la ciudad que había parecido completamente inofensiva en un principio, era la principal culpable tras el cansancio tan grande que sentía, que apenas sí podía mover las pestañas al mirar hacia la pared.

Recordó sus palabras. Suspiró.

—No hay de qué…

Se había enterado de mucho. Específicamente, después de pasar un tiempo en un bar —donde SooYoung no había tenido mayores reparos para comenzar a beber como si dos personas en una se tratara—, le había escuchado confesar entre sorbos que la relación que habían tenido hace ya tanto tiempo no había comenzado por enamoramiento. O no al menos hacia su persona.

“DongYoung, yo siempre estuve muy enamorada de YoonOh. Pero él ni siquiera me dirigía una mirada, ni una sola. Estaba desesperada, y creí que estando contigo lograría fijarse en mí, tomarme en consideración. Lo siento, lo siento tanto…”

SooYoung lucía tan miserable así, llorando con la botella de alcohol en mano, que se vio en la necesidad de llevarle a su casa. Pero en el trayecto las cosas no habían mejorado ni un pelo. Por muy ebria que estuviera, la desesperación con la que pronunció cada una de sus palabras fue el mayor indicador de que no estaba mintiendo.

Al contrario, parecía estar confesando algo profundamente guardado en su corazón.

“¡Pero me enamoré de ti! Me enamoré, y sigo estándolo. Sé que estás de novio con YoonOh, igual que siempre supe que él estaba enamorado de ti, desde que íbamos en el instituto. No me preguntes cómo, no puedo decírtelo. Y te odié por robar su corazón, y lo odié a él por tanto tiempo por ser incapaz de siquiera hablarme, de mirarme de la forma en que yo le miraba. Pero ahora lo único que siento es odio a mí misma. Llevo demasiado tiempo sintiéndome así. Les hice daño, a ti, pero por sobre todo a YoonOh. Necesito que me disculpen.”

Cuando recordó sus palabras, casi tuvo el impulso de levantarse para revisar si la camisa que llevaba puesta el día anterior seguía mojada, pues las lágrimas de SooYoung habían empapado por completo su ropa al sentirse en la obligación de tranquilizarla.

Mas, un trocito de su larga confesión quedó rondando en sus pensamientos.

No me preguntes cómo, no puedo decírtelo.”

—¿YoonOh se molestó porque no contestaste sus mensajes?

—No, al parecer no —respondió, estirándose lentamente—. Es decir, fui un poco indiferente con él, pero no creo que se lo haya tomado a mal...

De a poco se fue levantando, hasta quedar sentado en la cama. El reloj sobre la mesita de noche indicaba que ya era muy tarde como para seguir tan perezoso. Considerando que llevaban bastante tiempo sin conversar por videollamada, calculó que Jaehyun probablemente le llamaría pronto y, para ello, debía lucir bien. Ante todo, quería lucir atractivo para su novio al que extrañaba tanto.

De paso, se disculparía por dudar de él, y por tratarle con una frialdad que no se merecía.

—Por favor, no le digas todo lo que te dije. No... no podría con la vergüenza.

—Tranquila, resguardaré las cosas que me dijiste. No tienes por qué temer.

Cuando la llamada terminó, ya estaba lo suficientemente despierto como para iniciar un nuevo día. En su bandeja de entrada no había ningún mensaje nuevo, y dudó de si mandarle o no una disculpa por escrito a Jaehyun. Desistió con el pasar de los minutos; cuando al fin estuvo completamente vestido y desayunado, se decidió a esperar a que su —a veces muy dormilón, sobre todo en las ocasiones donde le cantaba antes de dormir— novio se dignara a aparecer en línea.

El día estaba hermoso, pero no tenía tiempo para apreciarlo. Lamentablemente, la universidad demandaba todo su tiempo, incluso siendo día domingo... e incluso no teniendo ni un poco de ganas de estudiar, no había más panorama que ese. Al parecer, ninguno de los chicos estaba disponible tampoco para salir un momento para distraerse: HanSol y Yuta estaban en el cine según había indicado el japonés (no sin antes realizar grandes esfuerzos para que el mayor se alejara un segundo de sus estudios), mientras que Kun se había excusado porque debía de ir al parque para obtener inspiración para sus canciones (lo que le parecía extraño, considerando que era un hábito formado hace bastante poco, y considerando también que dar paseos en total soledad debía ser bastante aburrido).

Con todo, después de realizar limpieza a conciencia en todo su hogar, y después de almorzar algo ligero dado su estrecho presupuesto, estuvo frente a sus textos de estudio con la mentalidad lista para esforzarse por mantener sus buenas calificaciones y con ello no perder el lugar en el consejo de estudiantes.

Cuando estuvo a punto de abrir el primero de sus libros, sin embargo, la notificación de un nuevo mensaje en su celular le hizo tomar el dispositivo a toda carrera y sonrió, listo para responderle a YoonOh.

"Hola, Kim DongYoung"

Mas, el remitente era otra persona.

"Sé que no me conoces, pero necesito que tengamos una conversación urgente. Por favor, respóndeme apenas puedas"

"¿Quién eres?"

El siguiente mensaje no se demoró mucho en llegar. Algo le dolió en el pecho al leerlo, y no supo por qué.

"Soy el ex novio de Lee TaeYong. Mi nombre es Ten. ¿Podríamos hacer videollamada? Sería mucho más cómodo, y no tomaré demasiado tiempo"

Revisó una vez más el estado de conexión de Jaehyun. Nada. Sus dedos teclearon una respuesta, e incluso al mandarla no estuvo muy seguro de su decisión.

Pero la curiosidad era demasiado grande como para ignorarla.

"Sí. Llama cuando quieras"

———

Fue de noche, cuando ya llevaba las suficientes horas mirando a la nada como para infundirse de los ánimos necesarios, que una llamada interrumpió por completo los intentos de Jung YoonOh por decir la verdad.

Porque a todas luces no podía hacer lo que TaeYong le había propuesto en un principio.

"—Gracias. Pero no puedo aceptar la oferta. Mentirle a DongYoung sería demasiado, considerando todo el daño que ya le he hecho.

—Pero no hay manera de que se entere, ¿para qué le dirás lo que sucedió...?

—Porque no podría mirarle a la cara de otra forma. Y no se merece más mentiras. No más."

Pero cuando contestó la llamada de la persona que había estado en sus pensamientos todo el día, todo se hizo añicos.

—Dime que no es verdad que te acostaste con TaeYong.

Enmudeció.

—Contéstame. Sí o no.

—Doyounggie...

—Contesta la puta pregunta.

Cerró los ojos y los apretó con fuerza.

Y habló, en apenas un hilillo de voz.

—Sí. Me acosté con él.

Se hizo el silencio. Uno, que se sintió tan largo como la peor de las sentencias.

Hasta que al fin le oyó responder.

—YoonOh…. adiós.

Y no importó cuánto le llamara de vuelta, ni cuántos mensajes le enviara.

Lo último que supo de él fue esa confirmación, con voz herida, de que no le volvería a ver más. 


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