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You're Mine [JaeDo/DoJae] [NCT] por Kuromitsu

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—¿Cuál es tu mayor miedo?

Esa noche se juntaron en casa de DongYoung para jugar un rato, pero con la llegada de una tormenta repentina y violenta, YoonOh se encontró imposibilitado para volver a su hogar. “Quédate en casa de tu hyung esta noche, hijo” aconsejó su madre y ante el cálido acogimiento por parte de la progenitora del mayor —quien no tuvo problema alguno con albergar al encantador mejor amigo de su retoño, al contrario; el pequeño YoonOh era todo lo que había deseado jamás como hijo y recibirlo en su casa era más que excelente—, terminaron compartieron la pequeña cama al no tener más alternativa.

No fue molesto, para nada. Es más, se trató de una oportunidad única para hablar debajo de las mantas, escondidos del ruido de los truenos… y también de la madre de DongYoung que, de enterarse que estaban hablando a esas altas horas de la noche, los regañaría por largos minutos.

—¿Mi mayor miedo? —replicó el menor, jugando con sus pulgares.

Muchas cosas le asustaban. Las avispas. Las arañas gigantescas. La mirada de su mamá cuando hacía una travesura. Los niños que se burlaban de sus habilidades en el básquetbol y le apuntaban con el dedo.

Pero entonces, recordó de improviso las historias que solían salir en la televisión y se tapó el rostro con sus pequeñas manos.

—¿YoonOh? —mantuvo sus manos fijas en la misma posición cuando los dedos del mayor intentaron dejar al descubierto su cara.

—Le tengo miedo a… —se sintió enrojecer. Probablemente se burlaría como había hecho su madre, pero es que no podía evitarlo: la televisión no mentía y había visto suficientes programas como para confirmarlo—. Los alienígenas. Que vengan y me rapten como en las películas.

Esperó entonces, con la respiración trémula, al menos una carcajada de parte de DongYoung. Los seres del espacio exterior existían porque así lo decían los hombres de la televisión, gente muy inteligente que sabía de lo que hablaba… pero el resto no parecía pensar así. Si su madre le había tratado de tonto por creer en esas cosas, entonces los demás probablemente serían mucho más crueles.

Por eso solo se dedicó a esperar por la risa inevitable de su mejor amigo, cubriendo el rubor de sus mejillas con sus manos, apretando los ojos con fuerza.

—No te raptarán —le escuchó decir en una risita que le hizo deshacer la pequeña barrera entre su rostro y el de DongYoung. Lo miró: le sonreía de forma sincera, como tratando de calmarle. La risa no había sido burlesca, en absoluto—. No dejaré que lo hagan.

Una amplia sonrisa se formó en su rostro y apoyó su pequeña cabecita en el pecho de DongYoung, más que feliz. Su mejor amigo no se había burlado, al contrario: se sentía como si hubiese ganado al guerrero más fuerte del mundo entero después de que le ofreciera su protección.

Con él a su lado, los seres del espacio exterior parecían una pequeñez.

—Prométeme algo —murmuró, aferrando sus manitas al pijama de conejo de DongYoung. Era lindo porque hacía juego con su cara.

—¿Qué cosa, YoonOh?

—Que nunca te irás de mi lado, hyung.

Si tenía al guardián más poderoso a su lado entonces quería asegurarse de que fuese por siempre así.

—…Está bien.

Se sintió extremadamente feliz. Más que cuando el entrenador de baloncesto le había dicho que en unos años más podría entrar a la academia. Más que las veces en las que su madre le cocinaba su comida favorita.

Podría sonreír por siempre así.

—Pero para eso te tengo que ocultar de los alienígenas, para que no te rapten —DongYoung le palmoteó la espalda—. Tenemos que tener un código secreto para que no nos espíen...

Le encontró la razón. Existían películas donde los malvados se ocultaban y espiaban a las personas, camuflándose entre ellas.

Sin embargo, por más que le dio vueltas al asunto, no se le ocurrió nada. Y justo cuando pensó que DongYoung se había quedado dormido después de tantos minutos —o así le parecieron— escuchando solo el sonido de los truenos, su voz le demostró lo contrario.

—Te llamaré Jaehyun —aguantó la respiración al escuchar ese nombre. Sonaba bien—. Así cuando hablemos, ellos no sabrán tu verdadera identidad.

—Entonces yo... —la cabeza le dolió al esforzarse en encontrar un nombre creativo—. Te diré Doyoung.

—¡Oye, con eso me terminaran raptando a mí! ¡¿No podría ser un apodo más original?!

Las carcajadas brotaron de su pecho a la par que el mayor se le unía, pero un ruido cortó sus risas en seco.

Afuera, algo sonó como si la madre de DongYoung les hubiese escuchado y estuviera caminando hacia ellos en ese preciso instante. Salieron de debajo de las mantas y aguantándose la risa se hicieron los dormidos.

—Buenas noches, Jaehyun.

—Buenas noches, Doyoung hyung.

Nunca llegaron a saber si acaso la madre del mayor les había escuchado o no porque la somnolencia fue más rápida y, arrullados por el sonido de la tormenta, se sumieron en la tierra de las sueños.

En ella, DongYoung (o mejor dicho, su guerrero Doyoung) le hacía frente a todos los alienígenas malvados y a los niños crueles que se burlaban por cómo jugaba al básquetbol.

Y vencía. 

Notas finales:

Hola, espero que estén disfrutando de la historia <3 Si es así un comentario sería muy agradecido jiji

¡Saludos!

PD: Este es el último capítulo antes del paso a la pubertad, atentos :3 

 


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