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La Bandida por porfavorviolameShizuma

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Notas del capitulo:

Buenas noches

Disculpen la demora en la publicación, pero por fin pude recuperar mi cuenta :)

 

Gracias por leer :)

 

CAPITULO 6

Amores y Odios

 

Shizuma

 

Después de varios días de planeación y dejar mis pequeños hurtos atrás hoy era la  noche de mi primer gran golpe, llevaba mucho tiempo preparándome para esto. A las 10 de la noche salí de mi casa con rumbo hacia uno de los parqueaderos de Homero donde recogería la motocicleta y una maleta con los cuales realizaría mis fechorías, una vez en ella fui al lugar donde ejecutaría mi crimen. Más o menos a las 11:00 de la noche las calles de la ciudad se mostraban desiertas, en especial aquella calle donde se encontraba el cajero automático. Me estacione a unos pocos metros de allí. Una vez me baje de la motocicleta sentí como mi respiración se agitaba y el vértigo se apoderaba de cada célula de mi ser. Active el cronometro que llevaba en mi muñeca y sin quitarme el casco ingrese al cubículo, me despoje del maletín que llevaba sobre mi espalda y fui sacando cada una de las herramientas que iba a utilizar, lo primero fueron los destornilladores eléctricos para quitar una de las primeras laminas. Seguidamente coloque las cargas explosivas que eran las únicas con las cuales se podía acceder a la última caja en la que se halla mi botín. Salí por algunos segundos para poder activarlas, una vez ocurrió la explosión las alarmas comenzaron a sonar, era cuestión de minutos para que la policía llegara, por tanto cada segundo apremiaba. Ahora el vértigo que sentía era mayor, me sentía ahogada dentro de aquel caso, sentía como por mi cabeza las gotas de sudor iban resbalando con mayor intensidad, pero tenía que controlarme estaba a punto de lograr mi objetivo y no podía cometer errores.

Ingrese nuevamente a ese lugar que ahora estaba despedazado, quite algunos trozos de metal que estorbaban y con  más herramienta accedí a la cámara que contenía el dinero, dentro de la misma maleta ingrese los billetes, para ese momento las sirenas se empezaban a escuchar a lo lejos. Por ultimo recogí mis herramientas y rápidamente me dirigí a la motocicleta mientras llegaba lleve la maleta hacia mi espalda, detuve el cronometro y me marche del lugar, en el camino lo revise 2.40 segundos. Buen tiempo me dije, aun no era momento para quitarme el casco, de hecho nunca lo era porque sabía que ellos me seguirán por las cámaras de la ciudad, por tanto tendría que ser cuidadosa, así que me dirigí a la zona de tolerancia donde la vigilancia era inexistente a esas horas.

 

KAORI

Shizuma…. Shizuma… Shizuma, cada vez  más distante, cada vez más lejos, cada vez yo mas enamorada de ella, ¿porque los seres humanos somos tan masoquistas? ¿Porque el dolor nos gusta? ¿Porque me estaba pasando esto a mí? Pero a si era, esa era mi cruda realidad entre más aquellos ojos verdes me rechazaban, a mí más me gustaba, sin embargo había algo que me preocupaba y era su estúpida cara de felicidad, el hecho de que yo la fastidiara no le afectaba, por el contrario había algo más que le llevaba a tener una sonrisa en todo momento, hasta su relación con Chitaru había mejorado cuando tenía claro que el descubrir que somos familiares le iba a afectar por el contrario fue una carta que se jugó a su favor. No obstante algo estaba ocurriendo y lo único que se me podía meter en la cabeza era que había alguien más, una intrusa ¿pero quién osaba a robarme lo que es mío, a robarme su cariño? Tenía que averiguar por quien ahora Shizuma sonreía.

Con cada día que pasaba mis celos iban en aumento, el no saber con quién estaba Shizuma me estaba carcomiendo por dentro, necesitaba saberlo, necesitaba saber a quién me enfrentaba o por lo menos ver sus labios siendo de otra y así reaccionar, pero nada de ello pasaba, absolutamente nada para dejarla de amar, porque desgraciadamente eso era lo que sentía por ella, la amaba.

Y así con esos celos, con esa zozobra, con ese amor y con el tiempo corriendo odiosamente entre mis venas mi vida iba tomando un camino diferente,  poco a poco me  iba volviendo un alma triste, malgeniada y que le estorbaba el mundo. El inicio de mi decaimiento fue tener problemas en el colegio, tanto en  mi rendimiento como en la forma de tratar a mis compañeros, luego se trasladó a mi casa llegando a ser grosera con las dos personas que más amaba en este mundo que eran mis padres.

No obstante un día harta de la situación tome la decisión de recapacitar, de hacerme a la dolorosa idea que esa maldita marginal no iba a ser mía. Aunque en todo momento se me ocurrían un sin número de ideas para dar con ese demonio que estaba arruinando mi felicidad, también trataba de controlarme al respecto, pues sé que si llegaba a conocerle perdería la cabeza y quien sabe que cosas le podría hacer para vengarme, por ende para no cometer una locura decidí aceptar la situación, recuperar mi vida y  a esas personas que  había alejado por mis neuróticos sentimientos. Así que lo primero que hice fue arreglar las cosas con mis padres. Con mi papa fue bastante fácil, pues al ser su niña consentida era una ventaja cada vez que me portaba rebelde con él, sin embargo con mi mama las cosas eran un poco más serías, pues lastimosamente ella era a quien más lastimaba con mis actos, pero también a quien más quería, por tanto decidí ir a visitarla un día sábado a su consultorio y llevarle un ramo margaritas que eran flores que más le gustaban.

Con mi mente divagando sobre las palabras que le diría camine por el largo pasillo que me conduciría hasta su consultorio, de lejos vi como la puerta del mismo se abría y una mujer salía de él. De ser una mujer cualquiera no me hubiese sorprendido pero el ver a esa mujer en específico hizo que se activara en mi ese sexto sentido que indicaba que algo no estaba bien, sin pensarlo dos veces actué rápidamente escondiéndome en uno de los tantos consultorios que estaban a lado y lado del pasillo, para mi fortuna en el que ingrese la doctora era colega de mi madre y me conocía desde pequeña, por tanto ello me ayudo a ganar tiempo para que Shizuma se fuera del lugar.

Pasado el tiempo que me pareció prudente termine de la saludar a la colega de mi madre y me dirigí hacia su consultorio. En el corto trayecto del pasillo me pregunte una y otras vez ¿Que hacía Shizuma aquí?, ¿porque estaba en el consultorio de mi madre?, pero si quería averiguarlo tendría que actuar con cautela, no podía preguntárselo directamente a mi madre, esperaría a que ella me dijera algo al respecto y así sacaría mis conclusiones.

Mi madre se sorprendió al verme y antes de decir cualquier cosa le enseñe el ramo de flores que le había traído

-Hija no debiste molestarte- me dijo mientras lo tomaba entre sus manos. –Ven aquí- añadió estirando su brazo.

Me acerque y me dio un fuerte abrazo, parecía que esto había sido suficiente para que olvidara su enojo, por tanto yo le correspondí. Como extrañaba ese abrazo materno, lleno de poder que me hacía recargar energías y olvidarme de todo hasta de las dudas que tenía, pero que rápidamente regresaron al sentir un aroma específico, un olor que se me hacía revivir a alguien. Conversamos con mi madre por largo rato y volvimos a hacer las paces, sin embargo sobre Shizuma no pronuncio palabra alguna. Llegada la tarde decidimos volver a nuestro hogar.

En la noche recostada en la cama mi cabeza era un sin número de pensamientos, dudas y conjeturas. Lo que había ocurrido hoy ahora me tenía peor que antes, ¿Qué tenía que ver mi mama con Shizuma?, ¿Por qué mi mama no me había hablado de su visita? ¿Era que tenían algo, un romance quizás, será que ella era quien me estaba quitando a esa marginal?

No, eso no podía ser cierto, mi madre era muy correcta, amaba a mi padre, nunca tuvo nada que ver con relaciones lésbicas, aunque en secreto ella sabe y apoya mis gustos nunca me ha dicho nada al respecto.  O quizás puede que este ignorando algún detalle, y por parte de Shizuma, no se puede negar que es muy hermosa y tiene ese aire conquistador con el cual puede tener a la mujer que quiera. Aun así me negaba a aceptar aquella suposición, tenía que haber alguna explicación al respecto, pero solo el tiempo se encargaría de mostrarla.

Sin embargo una idea tiene más poder que el dinero y muchas otras cosas y cuando se te instala en el cerebro es casi que imposible eliminarla y ese aire de duda que respiraba a diario tenía que ser purificado, por tanto al no encontrar respuestas tanto en mi madre como en Shizuma, cree otros planes y ellos fueron seguirlas, obviamente me era muy complicado seguir a Shizuma, pero a mi madre no, pues normalmente se encontraba en el consultorio, durante una semana estuve merodeando las instalaciones del hospital, esperando que Shizuma volviese a aparecer, sin lograr nada, pero mi recompensa se dio hasta el día sábado, cuando después de medio día le vi por aquellos lados.

Su sola presencia me causo gran impresión que como una cobarde solo puede huir de aquel lugar, me sentía horrorizada, estaba preparada para conocer una verdad que sabía me iba a doler, pero si estaba equivocada y allí no pasaba nada. Sin embargo fuese cual fuese la respuesta me estaba doliendo. Pero tenía que seguir adelante, por lo cual los sábados era el día clave para merodear el hospital. Pero eso sería después porque hoy me sentía horrorizada

 

KIRIGAYA

Después de esa noche terrorífica, todas se convirtieron en lo mismo, aunque no había vuelto a tener encuentros paranormales igual conciliar el sueño era complicado. No obstante sabía que aquello tenía alguna razón, no importando los comentarios de mi hermana quien solo decía que era un juego de la mente, pero ello tenía algún significado, las cosas no pasaban porque sí.

Por tanto le comente lo sucedido a Chitara, quien apoyo mi conclusión. Me comentó que aunque su abuela no era supersticiosa, sabía sobre el tema y que quizás ella podía dar una opinión más acertada al respecto. Por tanto le fuimos a visitar. Como siempre me recibió con mucho cariño, hablamos sobre trivialidades y luego me dijo que había algo de preocupación en mis ojos, que si todo estaba bien, pregunto. Yo le conteste que había algo que me inquietaba, le hablé sobre mi sueño y tal como lo esperaba me dijo que aquello sólo podía significar una advertencia por tanto empezó a indagar sobre lo que hacía mi hermana y hasta ese punto llegó nuestra conversación, no podía revelar mis suposiciones a ella, ni ha Chitaru. Sé que Shizuma no andaba por buenos caminos, pero eso nadie más lo sabría. Así que cambiando el tema logre evadir aquella pregunta, acto que fue bien entendido por la adulta mujer y no me insistió al respecto.

Con el transcurso del tiempo las cosas parecían volver a su estado normal. La relación con Chitaru iba muy bien, cada día ella se encargaba de alimentar ese amor que sentía por mí y aunque yo quería pasar al plano sexual porque le deseaba cada vez más prefería ir al ritmo de ella. No obstante cuando creía que todo iba bien mi hermana decidió salir en la noche, aunque me opuse y le saque un sin número de excusas para que no saliera al final lo hizo, el único consuelo que me dejó fue dejar quedar a Chitaru esa noche en el casa y ante esa invitación no podía negarme, pues era dormir por primera vez junto a la mujer que amaba. Sin embargo rogué al cielo para que protegiera a mi hermana.

Tras una deliciosa cena Chitaru y yo decidimos ir a la cama a pesar de que aquella estaba acostumbrada a lujos y comodidades no le afectó el estar en mi humilde hogar ni el dormir en aquel duro y viejo colchón, al contrario dijo con agrado que le encanta el calor humano que se siente en mi hogar y lo acogedor que es.

Nos dispusimos a dormir una al lado de la otra, inmediatamente sentí como mi amaba se hallaba tensa a mi lado, un signo de su virginidad pues así me sentía antes de mi primera vez cuando dormí junto a una chica, admito que no soy virgen y me sorprende que Chitaru lo sea pues en esos tiempos el tema sexual tiende a  traernos mayor curiosidad desde temprana edad. Bueno a mí fue desde los once años, recuerdo que fue con una de mis mejores amigas, ambas estudiábamos y compartíamos una misma discapacidad, solo que ella no podía hablar ni escuchar, mientras que yo si podía escuchar. El hecho de andar al mismo ritmo nos hizo ser muy cercanas, teniendo la confianza para hablar de sexo. En la biblioteca y en secreto leíamos algunos libros sobre aquel misterioso y enigmático tema, aunque era muy poco lo que comprendíamos decidimos dar un paso más hacia los dilemas sexuales y eso fue darnos un beso. Lo hicimos en su casa mientras su mamá preparaba algo de comer. Fue un beso tierno, suave, inexperto, con miedo. Pero el solo rozar de nuestros labios hizo que nuestros cuerpos despertarán a nuevas sensaciones a nuevos palpitares. Con el paso de los días quería probar más los labios de mi amiga pero no comprendía porque cuando nos dábamos esos ingenuos besos mis mejillas y las de ella se tornaban rojas así como unos leves corrientazos  pasaban por mi abdomen. Aunque en los libros aquel efecto se describía como excitación en un vídeo se le llamaba calentura. Si, también acepto eso. A los 11 años vi mi primera película porno, demasiado obscena y con ese lenguaje tan vulgar pero a la vez tan real.  Porque la mujer del vídeo decía justo las cosas que iban pasando en su cuerpo y que de algún modo también las estaba sintiendo.

El vídeo era de mi hermana, con cuidado logré sacarlo de su escondite, lo vi sola por unos pocos minutos luego aproveche la oportunidad en que  mi amiga estaba sola en su casa para que lo viéramos juntas. Y así lo hicimos aunque mientras lo veíamos no cruzábamos palabra alguna, pues nuestras mejillas sonrojadas hablaban por si solas sobre la vergüenza que sentíamos. El ambiente estaba cargado de un aire raro no se si en aquel momento lo hubiese podido descubrir como excitante, sin embargo esta vez mi compañera de travesuras tomo la iniciativa detuvo la película y me dijo con sus manos -hay que hacerlo- torpemente se lanzó sobre y empezó a besarme, sentía como su respiración y la mía se aceleraba y como nuestros cuerpos se pegaban aún más. No obstante en medio de aquella escena su madre aparece quitándola de encima y a mi gritándome para que me marchara de su casa. Y esa fue la última vez que le vi.

Pasaron varios días hasta que mi madre logro enterarse de aquel acontecimiento, recuerdo que nos reunió a Shizuma y a mí para hablarnos al respecto, sorpresivamente no nos regañó solo dijo que lo que estábamos viviendo eran etapas de nuestro crecimiento, lo que nos iría formando como personas pero que a pesar de todo aquello era un tema que la mayor parte de la sociedad no aceptaba. No obstante ambas éramos sus hijas y que quería lo mejor para nosotras, sin embargo lo que le preocupaba era que alguien tomara represalias contra ambas por nuestros gustos, por tanto nos pedía manejar la situación en secreto. Y pues así lo hicimos tanto mi hermana cómo yo.

Fue después de varios años que volví a tener sentimientos por alguna mujer y esa mujer fue una de mis profesoras. Nos daba clases de educación física por ende era un mujer hermosa, de un cuerpo bastante atlético. Su nombre era Clare y para ese entonces yo tenía 15 y ella tenía 10 años más. Recuerdo que todas suspirábamos por ella pero fui yo la gran afortunada. Fue unos meses después de morir mi madre que me invito a su apartamento. Era finales de enero del 2009 cuando tuve que asistir al colegio por algunos asuntos pendientes antes de iniciar el año, pues con la muerte de mi madre me había ausentado varias semanas. Tras finalizar el día había resuelto todas las tareas y me disponía a regresar hacia mi casa, la ausencia de mi madre aun me dolía y en los momentos en que no tenía la mente ocupada se apoderaba de mí, por consiguiente preferí caminar que abordar el bus que me llevaría a casa, pues mi hermana por sus ocupaciones no podía ir por mí. Así que emprendí mi recorrido, un cielo gris y unas lágrimas rodando por mis mejillas acompañaban mis pasos. Iba tan perdida en los recuerdos que no me di cuenta que de la ventana de un vehículo una mujer me llamaba. Solo hasta que tropecé con ella.

-Hola- me dijo a través de sus manos

Levante mis ojos hacia ella, le reconocí y agachando mi cabeza le pedí disculpas y continué caminando. Escuche que me dijo –espera- mientras con un poco de fuerza tomaba mi brazo. Me volvió hacia ella.

-Espera, por favor, parece que tiene ganas de llover, quieres que te lleve a casa- me hablo con sus manos

-No- le conteste moviendo la cabeza de un lado para otro

-entonces, que tal si te invito a una bebida caliente- me dijo nuevamente moviendo sus manos y luego las unía en señal de súplica.

-tendrá que pedirle permiso a mi hermana- le Conteste

-lo hare- respondió mientras sacaba su celular pasándomelo para que marcara el número de mi hermana.

Y así lo hice. La maestra Clare hablo con mi hermana y le dijo que me había visto muy triste caminando por la calle, que si podía llevarme a su casa a tomar una bebida caliente y esperarla allí. Y por la sonrisa de sus labios parecía que mi hermana había aceptado. Un rato mas tarde ambas nos encontrábamos frente a la puerta de su hogar. Era una casa muy linda, sencilla, pero acogedora. Un gato persa bastante gordo y lindo de un pelaje grisáceo llego a saludarnos, cariñosamente ella correspondía a su saludo con algunos mimes, luego me dijo que me pusiera cómoda señalándome la ubicación de la sala. Una vez me acomode en el sofá el gatico se hizo a mi lado buscando ser consentido. No podía creer que estuviese en la casa de aquella mujer, aunque hacia algunos minutos me encontraba sumida en una tristeza ahora me hallaba más tranquila, pues durante todo el trayecto su conversación me hizo disipar un poco mi dolor.

Un momento después Claire volvió a aparecer, esta vez cargaba una bandeja donde había dos tazas de chocolate y varias galletas, la dejo en la mesita de centro de la sala donde me encontraba, me paso una taza, ella tomo la otra y acomodo las galletas en la mitad de ambas. Y entre una y otra galleta me relato su vida y me explico el porque me había traído a su casa. Su historia y la mía tenía en común la pérdida de un ser querido. Por tanto ella sabía cómo me sentía y solo quería ser una mano que me ayudara a superar aquel dolor, pero lo que hizo fue que me enamorara de ella. Después de aquella vez vinieron varias más, debido a que a mi hermana le parecía bien que ahora sonreía un poco más y que eso se debía a los buenos consejos de Clare; pero ya no podía guardar más mis sentimientos hacia esa mujer de cabello café  y pasara lo que pasara me le iba declarar, así no le pudiese volver a ver, sé que había muchas cosas en contra empezando por nuestra edad, pero algo que había aprendido de mi madre era que las situaciones había que enfrentarlas y no vivir de ilusiones.

Nos encontrábamos en la cocina, ella lavando los pocillos que hacía pocos momentos habíamos usado. Si esperaba un momento preciso para declararme no llegaría, así que decidida y con las pulsaciones a mil opte por este. Con mi mano intranquila tocando su espalda llame su atención,

-Que quieres me dijo- girándose hacia mi

-Me gusta- le dije con mis manos. –Desde que llego al colegio me atrajo físicamente, pero desde que cada tarde ha compartido su tiempo conmigo le he deseado como mujer-

Claire muy atenta y sorprendida leía el movimiento de mis manos.

-Cada día que pasa anhelo sus labios, sentir el calor de sus brazos, sé que esta declaración afectara la amistad que hemos construido pero si siente algo por mí, si me ve como a una mujer y no como a su estudiante hágamelo saber ahora, de lo contrario me iré y no la volveré a molestar-

-No puedo- fue lo único que logro articular sus labios.

Lo sabía, que ingenua fui, ella no me iba a ver de otra forma, sentí como el aire me faltaba. Por tanto comprendí lo que debía hacer, le di la espalda y camine hacia la puerta. No obstante su mano tomo mi brazo haciéndome volver hacia ella para sentir la calidez de sus labios sobre los míos, con fiereza su lengua invadió mi boca y sus brazos me pegaron aún más a su cuerpo. Yo que asombrada e inocente a aquellos besos torpemente le correspondía, esto no tenía punto de comparación a los de mi amiga de la infancia, estos besos tenían una exquisitez y una ferocidad de deseo.

-Ya no hay vuelta atrás- dijo separándose un poco y con voz agitada. –estas segura que esto es lo que deseas-

Sonrojada pero con firmeza le dije que si moviendo mi cabeza. Tomada de su mano me llevo hasta su habitación y allí entre la calidez de su cama, entre el olor de sus sabanas, con las caricias de sus manos expertas, con la maestría de sus labios acechando cada centímetro de mi piel y llegando a todas esos lugares necesitados de placer perdí mi virginidad pero gane una satisfacción infinita, gane el estar con una mujer que me enseño más que un libro o que un video porno.

Y con el recuerdo y enseñanzas de aquel primer amor seduciría a Chitaru.

 

 

 

 

 

 

Notas finales:

Continuara……..

Gracias por leer


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