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Mercy por Isaku Uchiha

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Notas del capitulo:

Tardé un poco en actualizar así que subí un capi un poquito largo lml

Estuvo caminando toda la mañana entre el laberinto de casas, y ni si quiera el hambre que sentía lo hacía flaquear; no se permitió el más pequeño descanso en algún escondite temporal, estaba decidido: llegaría a su destino. Atravesó varias calles y dobló esquinas más veces de las que pudo contar, tratando de reconocer algo; su corazón dio un vuelco cuando en uno de esos giros se topó con el callejón al lado de la panadería. El delicioso aroma a pan recién horneado comenzaba a inundarle los pulmones, pero no podía detenerse, ya estaba cerca de llegar a la casona Uchiha; desde ahí el camino era en una sola dirección.


Se acercó a la esquina del callejón cuidando que nadie lo descubriera, incluso miró hacia arriba para asegurarse que esta vez no lo observaban desde las alturas del edificio contiguo. Comprobado eso, miró a la calle y reconoció las casas que corrían a lo largo, vislumbrando algunos autos que se le hicieron familiares; supo hacia dónde avanzar. Todo el camino, corriendo y ocultándose entre jardineras, basura y autos aparcados, inevitablemente lo hizo ensuciarse más de una vez, pero eso no le importaba ya. Así perdiera un brazo y una pierna, seguiría adelante.


Entonces un sutil aroma lo atrapó. Bastante tenue, y aun así hechizante; la esencia de aquél canto era inconfundible.


Itachi.


Miró desesperado en todas direcciones tratando de percibir mejor ese mágico aroma, y una vez que lo enfocó, pudo seguir el rastro sin problemas. Unos minutos después, se hallaba en el recibidor de la casona sin saber qué hacer.


Sus ojitos azules miraban fijamente la madera de la puerta como esperando que de un momento a otro se abriera, y detrás de ella saliera Itachi a recibirlo con una galante sonrisa y un montón de arroz y papas hervidas. Estaba nervioso. Admitía que algo así le gustaría, pero era imposible. ¿Qué les diría a los hermanos? ¿Simplemente que lo dejaran vivir con ellos a pesar de que había decidido irse por su propia cuenta? Era absurdo y así mismo se sentía, incluso sus cachetitos se sonrojaron por la vergüenza. ¿Qué pasaría si Itachi y Sasuke no lo recibían? Porque después de haberlos dejado sin si quiera agradecerles la ayuda, claro que tenían derecho de hacerlo. ¿Entonces qué haría? No se había detenido a pensar en eso.


Su colita zorruna y sus orejitas se agacharon por el abatimiento; volvía a sentirse como si estuviera de vuelta en De La Hoja, solo y abandonado a su suerte, pero esta vez el trago le sabía más amargo porque era así como él lo había decidido. Un rayo de esperanza se asomó en sus enormes orbes azules cuando una idea cruzó su mente; tal vez si les demostraba a los hermanos que era bueno en algo, lo dejarían quedarse. Pensó en aquello que Iruka le obligaba a hacer cada noche con los clientes del burdel, y no le agradó la idea de volver a ello para conseguir comida y refugio… pero tal vez no era lo único que podía hacer. Quizá sólo debía llamar a la puerta y ver qué pasaba.


Le tomó tiempo armarse de valor, pero al final pudo dar unos suaves toquecitos a la puerta con su mano cerrada; estaba tan nervioso que apenas y había tocado la madera, por eso no se sorprendió de que nadie saliera. Tragó saliva con dificultad y volvió a llamar, esta vez con mayor fuerza, pero nuevamente nadie salió. Naruto comenzó a sentir los nervios invadirlo; tal vez no había nadie en casa, o tal vez no lo querían de vuelta y por eso le ignoraban. Se asomó por la ventana cubierta con tablas para tratar de ver al interior, levantándose de puntillas y apoyándose en la cornisa, alcanzando a ver apenas entre uno de los huecos; todo estaba a oscuras por dentro. Volvió a la puerta y tocó de nuevo un par de veces, más quedito, sin embargo, con el ánimo por los suelos y cabizbajo.


Una inmensa tristeza comenzó a pesarle sobre los hombros a la vez que amenazaba con hacerlo llorar; los Uchiha eran su única esperanza, y parecía que los había perdido. Como una mala treta de su memoria, recordó aquellas palabras hirientes que Iruka le dijo cuando Kakashi lo llevó de vuelta al burdel tras su última huida.


“Tu hogar es este, y tu familia somos nosotros. Si nosotros no te queremos… ¿quién lo hará?”


Sin poderlo evitar unas lágrimas escaparon a sus ojos. Era cierto. Nadie lo quería, sólo Iruka, y aun así, él mismo ya estaba muerto. Entonces, el terrible y amargo llanto que sentía venir a su rostro se esfumó antes de si quiera comenzar. Aquél delicioso aroma lo había rodeado en un segundo, sintiendo su cuerpo estremecer entre esos fuertes brazos que lo levantaron y lo abrigaron.


Sin pensárselo dos veces, Itachi había abierto la puerta del auto en movimiento, corriendo a trompicones en dirección a su hogar, en dirección a Naruto. Se sintió desfallecer cuando tomó al pequeño kitsune en brazos y comprobó que era real, que en verdad había vuelto.


Recordando la situación se apresuró a abrir la puerta de la casona y entró hasta su habitación, poniendo al pequeño en su cama. Lo admiró por unos pocos segundos que le parecieron eternos; no sabía cómo expresar en palabras la alegría que sentía de que el kitsune volviera, y es que había pasado mucho tiempo desde la última vez que se sintió así de bien. Su última más grande alegría fue cuando finalmente halló a Sasuke en un hospital en Bruselas tras su larga desaparición, y con él no tuvo que ser tan efusivo para demostrarle lo feliz que estaba de recuperarlo con vida; eso no era necesario entre ellos.


La profunda mirada que le dirigió al pequeño Naruto fue la mejor manera que encontró de comunicar su alegría, pero el rostro cabizbajo y sonrojado del menor, con los ojitos a punto del llanto, fue todo lo que vio. Poniendo más atención, Itachi se dio cuenta de la suciedad en la ropa con la que le habían vestido Sasuke y él la primera noche; incluso había manchas marrones que parecían sangre seca pero claro, a esta altura el kitsune ya no tendría las heridas. Se preocupó.


Mientras tanto en el auto, aquél inesperado y completamente estúpido acto por parte de Itachi había despabilado de su ensimismamiento a Obito, quien sólo atinó a frenar en seco a la vez que maldecía en voz alta a su sobrino. No iban demasiado rápido, por lo que apenas y sintieron la fuerza del auto enviarlos hacia adelante; sin embargo, esa fue la excusa perfecta para que Sasuke armara una escena y distrajera la atención de sus familiares, ganándole tiempo a su hermano.


- ¡Carajo! Oh Dios… creo que me rompí el cuello… no siento nada.- El tono de preocupación era perfecto, y esa expresión de completo dolor en su rostro le daba el toque de credibilidad que necesitaba; Obito cayó redondo e intentó examinarlo con la misma preocupación impresa en él, pero por la expresión en los ojos de Madara, Sasuke sabía que no le estaba vendiendo el cuento a su abuelo, así que fingió un grito ahogado cuando su tío presionó con cuidado su cuello.


- Dios Sasuke… tranquilo, tranquilo, e-estarás bien. Te llevaré a un hospital, estarás bien, yo… yo…


- Ya basta Obito, es una broma.- Dijo Madara molesto por todo el alboroto que se había hecho, abriendo la portezuela del vehículo y bajando de él. Obito miró pasmado a Sasuke, quien volvía a tener su típica expresión de fría indiferencia.


- Creo que ya se me pasó.- Dijo el menor de los Uchiha saliendo del auto como si nada. El abogado se sintió tan estúpido de que incluso el más joven de su familia lo humillara así. ¿Qué carajo les pasaba a todos los Uchiha?


Soltando más maldiciones dentro del auto, terminó de aparcar apropiadamente frente al hogar de sus sobrinos, donde Madara se había quedado estático y con los ojos clavados en el derruido inmueble. Al bajar del auto, se dio cuenta de la incredulidad detrás del impasible rostro de su padre; ese talento de familia para ocultar las emociones bajo una fría máscara de indiferencia era un lenguaje que tuvo que aprender desde niño.


- No es tan malo como piensas, Madara.- La engreída voz de Sasuke les llegó repentinamente, ganando la atención de su abuelo. El joven Uchiha se quedó de pie a unos pasos de ellos, y antes de continuar hablando, se aseguró de obsequiarles la mejor y más ladina sonrisa que sus labios pudieron crear.- Por dentro es aún peor. Quizá hasta te toque un poco de techo en el té así que… entenderemos si no quieres pasar.- Seguro de su victoria, Sasuke sostuvo petulante la seria mirada que le dirigió su abuelo, casi fallando en mantener aquella máscara familiar cuando vio su misma sonrisa ladina dibujarse despacio en el rostro de Madara.


- Entonces mejor saltarnos el té.


Y sin decir más, comenzó a subir los escalones del recibidor. Sasuke miró con rabia la espalda de aquél Uchiha mientras se acercaba a su hogar, pasando de largo a Obito sin si quiera invitarlo a entrar.


- Qué lindo, Sasuke. Supongo que valió la pena.- Dijo su tío siguiéndolo por detrás.


- Diablos, no lo sé Obito. ¿Valió la pena?- Ese tono despectivo, junto con aquella mirada sagaz sobre el hombro… Obito sabía muy bien a qué se refería Sasuke: de nuevo la misma sandez que su padre le reprochara hace un rato. Pareciera que no importaba cuántas veces se disculpara, jamás le permitirían olvidarse de aquello. Estaba harto. Tomó la muñeca de Sasuke y lo haló con fuerza hacia él asestándole un buen golpe en el rostro; quería borrar esa estúpida y engreída mueca burlona de su linda carita, y para asegurarse que lo había logrado, tomó a su sobrino del cuello de la camisa y lo miró directo a los ojos con toda aquella furia que se moría por liberar.


- ¡Vamos! ¡Di algo, bastardo! ¡Estúpido mocoso de mierda! Ni si quiera porque salvé tu miserable trasero del imbécil de Yamanaka puedes dejarme tranquilo. ¡Ingrato infeliz!- Su pequeño sobrino, lejos de mostrarse asustado o si quiera sorprendido, mantuvo aquella típica actitud engreída frente a la ira con que le amenazaba, ampliando incluso más su cínica sonrisa a pesar del hilillo de sangre que le corría por la barbilla. Lento y claro le escuchó proferir su sentencia, enfureciéndose al notar el disfrute, casi orgásmico, en cada sílaba pronunciada.


- Jódete.


Estuvo a punto de ceder a sus más primitivos instintos y matar a su propia sangre a golpes, lo ansiaba, pero la severa voz de su padre le detuvo.


- ¡Basta ya!- Obito miró directo a los ojos de Madara, por primera vez estaba lo suficientemente molesto como para olvidarse del miedo que le hacía sentir y confrontarlo, pensó que incluso a él lo molería a golpes de ser necesario, sería demasiado satisfactorio… y también serían muchos problemas. Volvió la vista a Sasuke, su maldito cinismo seguía ahí; respiró despacio hasta recuperar su autocontrol, y sólo cuando lo consiguió, aflojó el agarre en la camisa de su sobrino y lo empujó al frente lejos de él, haciéndolo trastabillar un poco.- Qué maldito par de vergüenzas han resultado ser.- Sentenció Madara con notorio desdén; todo aquello era más que impropio de un buen Uchiha, una deshonra, y tal parecía que a sus descendientes no les importaba en lo más mínimo.


Antes de poder preguntarle a Naruto qué le había sucedido, Itachi escuchó todo el alboroto que se hacía en la entrada de su hogar; estaba seguro que tenía que salir a salvar a Sasuke antes de que se moliera a golpes con Obito.


- Naruto espera aquí, no hagas ruido. Esas personas se irán pronto.- Sin esperar respuesta, se levantó y cerró la puerta de su habitación dejando dentro al kitsune en completa oscuridad, justo como la primera noche en que se conocieron. Naruto se levantó con rapidez de la cama y corrió a la puerta, asomándose por debajo de ella para tratar de ver algo, pero sólo percibió la sombra de Itachi alejarse en dirección de la entrada.


- Sasuke, ¿acaso no invitarás a pasar?- Le reprendió Madara desde el recibidor.


- Invítate tú solo.- Dijo molesto el menor de los hermanos mientras se acomodaba las ropas y escupía un poco de sangre en la acera. Cuando se giró para encarar a su abuelo en el recibidor, Sasuke vio a Itachi asomarse detrás de él al abrir la puerta principal, al tiempo que le hacía una señal de aprobación. Parecía que Naruto estaba a salvo, de hecho, todo indicaba que sólo ellos dos se habían percatado de su presencia. Justo a tiempo.- Después de viajar hasta acá sin que nadie te lo pidiera, ¿para qué demonios quieres la formalidad de una invitación?


- Es parte de la tradición para recibir a los invitados.- Finalmente Itachi habló, ganando la atención de todos.- Una muestra de cortesía y educación ancestral que bien puede considerarse un arte, en algunos modos.


- Sí… sí, es correcto, Itachi.- Afirmó Madara con mucho placer de saber que al menos alguien de la familia seguía teniendo decencia y mantenía las viejas tradiciones. El mayor de los hermanos se inclinó en señal de reverencia y extendió un brazo hacia el interior de la casona.


- Sean bienvenidos a nuestro humilde hogar. Por favor, olviden los inconvenientes y permítanos honrar su estadía apropiadamente.- Madara sonrío complacido. En verdad Itachi se apuntaba como el mejor heredero de la familia; tan exquisita muestra de cortesía y recibimiento casi le habían hecho olvidarse del infantil desplante de Obito y Sasuke, así que se dispuso a ingresar a la casona. Sin embargo, antes de cruzar el umbral se detuvo repentinamente y clavó la mirada en Itachi.


- Aunque primero me gustaría saber qué fue eso del auto hace un momento, claro, si es que hay una explicación.- Sasuke se paralizó en donde estaba, tratando de armar alguna buena excusa en su mente que pudiera sacar a su hermano del aprieto, pero no se le ocurría nada; Itachi por su parte también trataba de pensar en algo lo suficientemente creíble como para hacer que Madara se olvidara del asunto, y aquello que tanto buscaba le vino a la mente como un rayo de luz en la oscuridad.


- Creí ver un perro en el recibidor.- Era una buena fachada en caso de que su abuelo o incluso el imbécil de Obito pudiesen haber visto la zorruna cola de Naruto husmear en la puerta; con suerte, ni si quiera eso habrían notado.


- ¿Oh, un perro? ¿Y sólo por eso saltaste de un auto en movimiento? ¿Para ahuyentarlo?- Madara giró levemente y puso los ojos sobre Sasuke; el joven Uchiha pudo percibir un fugaz destello escarlata en ellos, pero había sido tan rápido que no estaba seguro, de cualquier manera la mirada de aquél hombre le provocó un ligero escalofrío.- Haz de saber que tu hermanito se molestó en montar toda una escena para darte algo de tiempo… ¿y sólo por un perro?- El tono desconfiado y de absoluta incredulidad en aquellas últimas palabras, les decía a ambos hermanos que si no se apresuraban en detener la insistencia de Madara, podría descubrir a Naruto eventualmente.


- No, no es sólo un perro.- Empezó a decir Itachi.- Es un cachorro que recogimos de la calle; nos pareció… buena compañía.- Sasuke comenzó a preocuparse; su hermano no sería capaz de hacer algo tan arriesgado como revelar la existencia del kitsune oculto en su hogar… o al menos eso esperaba.


- Buena compañía…- Repitió Madara no muy convencido, entonces Obito intervino sin disimular su molestia.


- ¿El perro que vi el otro día? Idiotas, les dije que se deshicieran de él.- Y ahí estaba la salida.


- Lo hicimos, pero a veces insiste en regresar y quedarse en el recibidor.- Repuntó Itachi encogiéndose de hombros.- No quería que hubiese un problema cuando los viera llegar.- Madara lo miró por largo tiempo, como tratando de descifrar el extraño secreto que todo ese “teatrito” ocultaba. Bufó simple, restándole importancia al asunto e ingresando a la casona seguido por Obito; los ojos de éste parecían estar fijos en algún punto frente a él, por lo que no miró a Itachi cuando lo pasó de largo y le increpó.


- Al menos no lo cocinaron.


“A mí nunca me han recibido con tanta elegancia, hijos de puta…”


Fue lo que realmente quiso decirles. Sasuke se aproximó a la entrada, y después de asegurarse que ni Madara ni Obito le escucharían, se acercó a su hermano y le cuestionó lo más disimuladamente que pudo.


- ¡¿Qué demonios te pasa Itachi?¡ ¿Por qué los invitaste a entrar? ¿Qué pasa con Naruto?


- Está a salvo en mi habitación; Madara y Obito no tienen que entrar ahí.


- No imbécil, pero esos bastardos hacen lo que quieren. ¡Creí que era obvio!


- Sasuke, si no los recibimos ahora van a obligarnos de alguna manera después; aún no terminamos del todo con Obito. Como te dije antes, sólo hay que ceder un poco para hacerles creer que están en control, una pequeña reunión familiar y luego se irán. Sigue el plan ¿entiendes?- El Uchiha menor desvió la mirada muy poco convencido de lo que le decía su hermano, así que Itachi lo tomó de los hombros para recuperar su atención.- Sasuke, ¿entiendes?


- Sí, sí, ya Itachi.- Y de nuevo la comadreja de su hermano lo trataba cual niño chiquito; más le valía a Itachi que esos dos no les causaran más problemas. De pronto, la extraña sensación de una mano levantando su barbilla lo tomó por sorpresa, haciéndolo caer en cuenta de que Itachi le miraba fijamente los labios. Aquello era sumamente incómodo.


- ¿Q-Qué? ¿Vas a besarme?- Trató de hacerse el rudo, pero sólo consiguió que el mayor lo mirara molesto.


- No. Debería emparejarte ese labio por bestia.- Sasuke lo sabía bien. Si bien Obito tampoco le caía muy en gracia a Itachi, al menos él trataba de no meterse en problemas con su tío, era lo mejor dadas las circunstancias y se lo decía una y otra vez para que no sucedieran precisamente cosas como esta, pero Sasuke simplemente no podía resistir portarse como un verdadero bruto con Obito. El odio que le tenía era tal, que ofuscaba su sentido común. Como pudo, se zafó del agarre de su hermano y entró a la casona.


- Ya Itachi. Da igual.


Era lo más cercano a una disculpa que iba a obtener del pequeño pedazo de imbécil que era su hermanito; ciertamente, daba igual. Cerró los ojos un momento para concentrarse, después entró a la casa azotando la puerta tras de sí. A pesar del estruendo que aquello provocó, Madara seguía absorto pensando quién sabe qué, poniendo los ojos llenos de sorpresa en el techo, los muebles, las paredes, el suelo, y de nuevo en el techo. Era exactamente la misma impresión que tenía Obito cuando lo recibieron las primeras veces, después ya todo fue normal, por eso ahora había tomado asiento en el sofá con toda tranquilidad, esperando a que su padre terminara de escudriñar la “bella” morada de sus nietos.


- Pondré agua para el té.- Dijo Itachi tratando de interrumpir el casi morboso examen que hacía su abuelo sobre todo el lugar, pero fue el mismo Madara quien lo detuvo al levantar su mano y centrar su atención en él.


- No hace falta, Itachi. Seré muy breve.- Ambos hermanos se miraron de reojo, ansiosos.- Ya sé que mi visita es menos que tolerable para ustedes, así que iré al grano: Sasuke no ha hecho su estadía obligatoria en Japón, y sin eso, me temo que no podré considerarlo como un verdadero miembro de nuestra familia.


- Ay, pero qué tragedia.- Se mofó Sasuke recargado desde la puerta de la habitación de su hermano, ganándose una mirada de disgusto por parte de este. Madara continuó.


- Oh, ciertamente, Sasuke. Verás, sin eso, perderás más de lo que crees haber ganado con tu satírica rebeldía de adolescente hasta ahora.- El Uchiha menor rodó los ojos; ya se imaginaba el sermón que el senil de Madara estaba a punto de echarle.- Nadie te reconocerá como un Uchiha jamás, ni dentro ni fuera de esta familia.


- ¿En serio? De verdad, ¿pretendes que eso sea una amenaza?- Sin poderlo evitar, Sasuke rompió en carcajadas. Al parecer, su abuelo era tan anciano que creía vivir en una época donde los registros civiles y las bases de datos digitales no existían, sólo el renombre de pertenecer a una buena familia. Entre risas miró a Itachi, calmando un poco su alegría al ver que su hermano no se reía también sino al contrario, se mostraba bastante lúgubre y molesto.


- Bueno, considerando que no terminaste tus estudios por irte de juerga a Europa y básicamente no eres nadie sin ese apellido… sí, es una buena amenaza.- Sólo hasta ese momento Sasuke entendió el porqué del disgusto de Itachi, y sintió la sangre hervirle. Antes de decir nada, su abuelo continuó.- Una palabra mía y ni siquiera te darán trabajo de lavaplatos en el más sucio atascadero de comida que haya por aquí… y eso es sólo el comienzo.- Madara sonrió maliciosamente al menor de sus nietos, complaciéndose de ver que había provocado su molestia con éxito. Oh, sin duda que disfrutaría esto.- Cuando su padre decidió establecerse en América, dejó algunas cuantas pertenencias allá en casa; no diré que son cuantiosas o si quiera que posean un valor considerable, pienso más bien que es un asunto sentimental, pero a fin de cuentas, ahora son suyas… bueno, son de los hijos Uchiha de Fugaku. Temo que con estas circunstancias, perderás el derecho a reclamarlas, Sasuke.


- ¿Sí? ¡Pues quédate con todo lo que quieras, jodido anciano de mierda! No necesito de tu estúpida caridad con ridículos protocolos; trabajo en el taller con Itachi, puedo vivir por mi cuenta si quiero.- Los pozos negros de Sasuke refulgían como agujeros directo al averno. Después de todas las estupideces que había tenido que soportar con Obito, ahora resultaba ser que su abuelo era el que más se empeñaba en joderle la existencia, pero lo que le había respondido era cierto, no necesitaba del renombre Uchiha ni de las posesiones de su padre; podía labrar su destino con sus propias manos al lado de Itachi.


- Oh esa es la parte más bella, Sasuke.- El joven Uchiha estaba demasiado molesto como para detenerse a considerar la increíblemente descarada alegría de Madara; no así Itachi, quien ya se imaginaba lo peor.- Básicamente serás una deshonra para la familia por lo que, como cabeza del clan, tendré que repudiarte y expulsarte, y desde luego, quien quiera que se atreva a ayudarte, de la manera que sea… no terminará bien.- La furia se convirtió en temor, y después volvió a encenderse con ferocidad.


- No te atreverías, infeliz…- Madara sonrió.


- También expulsaré a Itachi, perderá su reclamo a las posesiones de Fugaku, incluyendo, desde luego, la última joyería Uchiha que tuvo a bien obsequiarle a su amigo y éste… triste páramo en el que viven.- Concluyó Madara tallando el polvoriento suelo con sus zapatos relucientes, admirando después la expresión en el rostro de los hermanos.


- ¡ERES UN BASTARDO! ¡No tienes ningún derecho, miserable serpiente!- Sasuke se había plantado frente a Madara para encararlo. Una palabra más, eso era todo lo que pedía para romperle la cara a golpes a ese anciano despreciable, pero la voz de Itachi le hizo girar en su dirección. A pesar de la expresión impasible en aquél rostro, su hermano estaba furioso como nunca antes lo había visto; ira y serenidad formaban una combinación peligrosa que sólo Itachi podía evocar, y era en verdad intimidante. Sasuke retrocedió unos pasos.


- ¿Ese ha sido el propósito de tu visita, Madara? ¿Recorrer todos esos kilómetros desde Japón, olvidar tantos años de indiferencia en un instante, sólo para traer amenazas a nuestro hogar y doblegarnos ante ti?- Ahora era Itachi quien le hacía frente al viejo Uchiha, ambos con el fulgor rojizo en las pupilas. La tensión en el espacio entre ellos le resultaba excitante al mayor, le hacía preguntarse cuánto tiempo había pasado desde la última vez que alguien le desafió con aquella genuina ferocidad. No pudo recordarlo.


Sonrió.


- Itachi… claro que no.- Dijo fingiendo total inocencia, evadiendo a su nieto y caminando en dirección a aquella triste mesa de tres patas; en un segundo, sus ojos volvieron a ser las gemas azabaches de siempre.- Yo soy el primero en oponerse a llegar a algo así. ¡Lo juro!- La incredulidad en los ojos escarlata del mayor de sus nietos lo divirtió un poco, pero se contuvo las ganas de reír.- Creo firmemente en el diálogo como la mejor manera de solucionar los conflictos. Mejor dicho, en la negociación.- Itachi enarcó una ceja ante ello, a la vez que el tono escarlata de sus ojos se desvanecía.


- Oh, ¿y qué pretendes negociar exactamente aquí?- Madara golpeó con los nudillos la mesa de madera, casi como entonando una vieja melodía.


- La treta de ceder y hacer sentir en control a quien engañas es… es excelente, porque es muy sutil y refinada, por su puesto, si tienes la habilidad para ejecutarla apropiadamente.- Ambos hermanos le miraron con atención; era increíble, todo este tiempo Madara lo supo.- Ceder… es una parte importante, no, CRUCIAL, al momento de hacer negocios, y como buen negociante que soy, sé que es mejor obtener parte de lo que quiero a no obtener nada.- Su blanca sonrisa resaltaba como un gesto desafiante.- Estoy dispuesto a ceder ciertos términos en mi interés… ¿y ustedes?


- Explícate.- Bramó Sasuke; en verdad no le gustaba el tono que las cosas estaban tomando.


- La estadía en nuestra tierra debe ser de un año al menos, y ello responde al calendario folklórico de nuestras tradiciones durante esos 12 meses; un Uchiha debe aprender sus orígenes, y qué mejor que viviendo la cultura que lo creó.


- No iré a Japón por un año.- Dijo Sasuke apretando los puños.


- Estoy de acuerdo. A finales de Octubre inicia un festival profundamente espiritual en la pequeña comunidad de la que forma parte la villa Uchiha, uno de esos ciclos de cosecha, vida y muerte, bastante colorido en verdad. Por todo lo que representa, además del tamaño de la festividad, me daré por bien servido con que cumplas tu estadía durante ese periodo.- Finalizó Madara con un tono relajado en su voz; sabía que sus nietos no tenían mucho de donde escoger, así que les permitió unos momentos para que se hicieran a la idea mientras abría la puerta trasera de aquél salón, pasando a escudriñar ahora el patio de la casona.


Itachi y Sasuke se miraron, ciertamente ninguno estaba de acuerdo con que el menor de ellos fuera al otro lado del mundo sólo para cumplir los caprichos de un anciano bastardo, pero el desgraciado los tenía bien acorralados. Itachi pensó que no importaba, que Madara hiciera lo que quisiera, ya saldría de esta con su hermano y ahora con Naruto, pero Sasuke pensaba las cosas diferente; tal vez esta sería la única oportunidad que tendrían de deshacerse de Madara para siempre.


- ¿Cuánto dura ese dichoso festival?- Preguntó disimulando su interés, pero Itachi trató de detenerlo.


- Sasuke…- El nombrado le hizo una pequeña señal con la mano; él quería encargarse de esto, se probaría a sí mismo que podía. Madara se giró de ver el patio y con una ladina mirada recibió la pregunta de Sasuke.


- Una semana.- El menor cerró los ojos analizando las posibilidades. Siete días. Siete días resistiendo las trágicas costumbres de su abuelo y serían libres. Ciertamente era más atractivo que pasar el año completo jugando a las geishas.- Honestamente, creo que sería un trato en el que todos ganamos.- Sus sobrinos le dirigieron una fría mirada de desprecio; no podía evitar disfrutar tanto causarles ese desagrado, pero a su parecer los pequeños hermanitos se lo habían buscado.- Odiaría tener que decirle a Obito que se encargue de todo aquí; bastante austero, pero es un lindo hogar.- Dijo mientras pasaba una mano sobre la pared y veía el polvo blanco quedarse en su palma.


Obito, que hasta ese momento permanecía en silencio escuchando cómo iban las cosas, se sobresaltó al ser repentinamente usado como amenaza para sus sobrinos por parte de su padre; sólo como un acto reflejo, miró en dirección de Itachi y Sasuke, arrepintiéndose al instante. Ellos también le estaban mirando, pero aquél odio asesino en sus ojos le indicaba que por más que les explicara su desconocimiento sobre los planes de Madara, no le creerían. Lo masacrarían igual.


“Puta madre…”


- P-Padre… eh… tal vez no sea el indicado para-


- Cállate Obito.- Igual que un perro amedrentado, Obito agachó la mirada en silencio. Por si sus sobrinos no le tenían el odio suficiente, ahora Madara les obsequiaba una razón más para repudiarlo, y ni si quiera podía protestar. Por su parte, Sasuke no estaba dispuesto a someterse a los desplantes de su abuelo después de aquellas palabras de chantaje; si había considerado ceder, ahora decidía que le voltearía los dientes a ese anciano malparido. Impertinente como era, se arrojó a su abuelo dispuesto a romperle la cara.


- ¿Sí? ¡PUES AQUÍ TIENES TU RESPUESTA, MALDITO INFELIZ!- Quedó a sólo unos pasos de alcanzar a Madara, pues un miedo indescriptible lo había paralizado. Sudó frío. Itachi se había aproximado tan rápido como pudo a ellos, no tanto para detener a su hermano menor, sino para evitar que Madara continuara con lo que estaba por hacer. No pudo llegar a tiempo.


En toda su rutina de examinar la casona, el Uchiha mayor abrió aquella puerta a un costado del salón que permanecía cerrada, ignorando completamente la furia de Sasuke que amenazaba con echársele encima. Apenas una milésima de segundo antes de que pudiera echar una mirada al interior del cuarto, lo único que podía reclamar su atención de aquél descarado examen a la propiedad, sucedió.


- ¡Iré!


 


 


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Caminaba con tranquilidad entre aquellos pulcros pasillos, resaltando así entre el mar blanco de batas y camillas que se movían presurosos. Los ventanales a ambos lados, aunque cubiertos, reflejaban su silueta con una claridad cristalina, siguiéndolo hasta donde terminaban en el cruce con otro corredor. Pasó unas cuantas habitaciones a su derecha, ya estaba cerca de la que buscaba. Contó los números ansioso, hasta finalmente encontrar el que le habían dado en recepción. El cortinaje al interior del cuarto le permitió ver que aquél paciente estaba solo, así que entró a hacerle compañía.


Cerró la puerta tras de sí, despacio, y sin hacer mucho ruido, se aproximó a la silla a un costado de la cama y ahí permaneció. Tomó el teléfono celular que traía en el bolsillo del traje y se centró en él. Pasaron unos cuantos minutos, hasta que finalmente habló.


- Lamento haber venido sin avisar, pero ya te imaginarás que todo esto es una situación… extraordinaria.- Los ojos dorados se levantaron de las noticias matutinas en aquella pantalla, no sin antes sonreír. La pálida mano que sostenía el aparatejo mostró su contenido a quien yacía en la cama.- Él es Obito Uchiha, un buen amigo mío que en verdad me encantaría presentarte; una lástima que hoy no pudiera asistir. Compromiso familiar.- Concluyó Zetsu encogiéndose de hombros.- Por lo que veo aquí, le fue bastante bien. Me alegro.


Zetsu apagó la pantalla del celular y lo guardó de vuelta en su bolsillo; después se quedó viendo por largo rato los vendajes con algunos rastros de sangre en ellos.


- Tal vez te sorprenda, y entendería que incluso no lo creyeras, pero no fui yo.- Sus pálidos labios se torcieron en una mueca de satisfacción; esa mirada que lo confrontaba seguía mirándole con el mismo desprecio y desconfianza que siempre. En verdad, hay cosas que nunca cambian sin importar qué.- Espero que sea de ayuda para que me creas, pero en cuanto te recuperes, dado que estarás libre… me gustaría hacer un pequeño negocio contigo. Te aseguro que la paga será muy gratificante.


El hombre millonario se levantó de su lugar y se aproximó a la persona en la cama; quería asegurarse de que la determinación en sus ojos se quedara grabada en el otro. Su voz seductora, igual a la de un demonio, lanzó el anzuelo.


- No puedo regresarte a tu novio, ni tampoco hacer que el daño en tu cuerpo se borre, pero sí puedo ayudarte a conseguir venganza por todo eso.- La mirada desconfiada en la cama le veía con rabia ahora, y aquél encanto de Zetsu pudo convertirla en ardiente interés con unas cuantas palabras.- Vuelve a ser un cazador, ayúdame a encontrar a Naruto… y que todos vuelvan a temer tu nombre… Kakashi.

Notas finales:

lel nos leemos en los reviews!! X3


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