Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Mercy por Isaku Uchiha

[Reviews - 70]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Un poco de tiempo libre así que conti!!!

- Escuché que estuvo a nada de perderlo.- Un hombre de cabellos verdes y ojos dorados miraba con insistencia a su compañero en la mesa, procurando no perderse ni el más mínimo gesto que su rostro pudiera expresar.- Dicen que de no ser por ti, hubiera perdido todo esta misma noche.- Kakashi sólo se encogió de hombros, no tenía ánimos de explicar nada a aquél sujeto de quien bien conocidas tenía sus intenciones.

- Qué rápido se hacen los rumores.- Fue su escueta respuesta mientras tomaba la botella de sake y se servía un trago. Había aceptado la invitación de Zetsu por mera cortesía; no le interesaba en lo más mínimo estar dentro del burdel de su amado con todo ese ruido, atestado de gente ebria que dejaba una estela de humo de cigarro al pasar. Esas cosas le resultaban particularmente molestas, pero bien sabía que su anfitrión tenía gustos buenos en cuanto a licores, producto de su acaudalada fortuna. Pensó que aceptar unos tragos no le caería mal, especialmente después del disgusto con la “bailarina de ballet” y su querido Iruka.

- No puedo evitar preguntarme… ¿Qué habrías hecho tú de no encontrar a Naruto?- El hombre rió por lo bajo.- Es decir, claro que hubieras regresado con las manos vacías y tu joven empleador te habría dicho lo inútil que eres, que quizá después de todo la magia que tenías se acabó desde tu última “cacería verdadera”.- En ese momento Kakashi lo fulminó con la mirada, sabía bien a qué se refería aquél hombre. La última vez que cazó, genuinamente y en toda la extensión de la palabra, a cientos de kitsune: indefensos, sobreprotegidos, viejos, jóvenes, abandonados o escondidos, a lo largo y ancho del mundo. A todos los encontró y a todos se los llevó. Solía venderlos a buen precio a quien pagara mejor: farmacéuticas, laboratorios, médicos y veterinarios independientes, gente extraña con los más depravados antojos sexuales que pudo conocer… pero eso ya no importaba, era el pasado. Ahora trabajaba para Iruka, una tarea más tranquila como parte de la seguridad del burdel y como recuperador de la mejor joya que éste tenía cada vez que decidía escapar. En toda su vida tras los kitsune aprendió bien cómo rastrearlos sin importar el escenario, la ventaja que tenía ahora es que cuando el pequeño rubio se escabullía, estaba seguro de que su ojo bueno no correría peligro. La cicatriz que había en su ojo izquierdo fue una de las muchas heridas que le quedaron de aquella ocasión de la que Zetsu hablaba, apenas podía percibir luces y formas con él.

- ¿Qué podría importarte eso a ti?- Su tono de molestia no pasó desapercibido por el de mirada dorada.

- Oh es sólo que me agradas Kakashi. Ustedes dos me agradan.- El nombrado sonrió disimulando su malestar.

- Naruto te agrada.- Los ojos amarillentos de Zetsu brillaron con intensidad, a la vez que su lengua se humedecía los labios.

- Me enloquece como no tienes una puta idea.

Y era verdad. La única razón por la que aquél millonario acudía a una de las zonas más sucias y peligrosas de la ciudad, a ese burdel de quinta en particular, era por el pequeño kitsune. Desde que escuchó los rumores entre los miembros de su junta directiva no pudo conciliar el sueño; jamás en su vida había visto a una de esas criaturas que se le antojaban maravillosas, salidas directo de los cuentos de hadas. No pudo continuar con su vida de manera normal hasta que se las arregló para satisfacer su curiosidad: reservó todo el lugar por una sola noche para ver al pequeño milagro de la naturaleza. Quedó embelesado cuando Naruto fue traído frente a él completamente sonrojado y sumiso, vestido con una playera a rayas y un pequeño pantaloncito de tirantes a modo de marinero, sus orejas zorrunas estaban caídas y su cola se enrollaba tímida en su piernita. De ahí en adelante no habría día que Zetsu no quisiera tenerlo para complacerlo en todos sus caprichos infantiles, y no habría noche que no quisiera poseerlo salvajemente hasta partirlo en dos y devorar cada pedazo de carne como una bestia hambrienta; no por nada la gente solía decir de él que se trataba de dos hombres atrapados en el mismo cuerpo, dos temperamentos completamente distintos.

Entre tanta gente finalmente se había hecho el silencio cuando Iruka abrió la subasta de la noche; Naruto siempre era ofertado cuando acudían personas con mucho poder y dinero, ciertamente era una estrategia brillante la de poner a los millonarios a competir entre sí, esperando quién diera más por el derecho de tener al pequeño un par de horas, y particularmente en día de paga. Zetsu se levantó de su asiento en uno de los exclusivos palcos que había en el burdel, apoyó sus manos sobre la baranda y con voz firme se dirigió al subastador en el escenario.

- 3 millones.

El burdel se llenó de un silencio absoluto. Iruka sonrió; la puja iba en 1 millón al momento, y súbitamente Zetsu la había puesto en un nivel prácticamente inalcanzable para todos. El castaño preguntó para disimular si había alguien más en la audiencia de esa noche que superara la apuesta. Nadie respondió. Iruka gritó felizmente “¡Vendido al hombre del palco número 2!” y todos aplaudieron; un deje de molestia podía apreciarse en los rostros de algunos de ellos. La subasta se les antojaba más interesante cuando el de cabellos verdes no hacía acto de presencia, pues cada noche que asistía sin duda era el ganador de Naruto, y por muy sobrada ventaja. Se giró hacia el de cabellos plateados y se excusó amablemente, dispuesto a reclamar su premio; Kakashi aplaudía pausadamente pretendiendo alegrarse por la compra.

- Muy amable, nos veremos después. Hoy tengo una noche agitada.

- Disfrútala.

El hombre de cabellos verdes se dirigió a la salida del palco, seguido por varios hombres de seguridad personal que permanecían cerca de él en todo momento, mientras que Kakashi se dispuso a terminar la botella de licor ahora que la tenía para él sólo; pensó que quizá, cuando el pequeño animal de Naruto fuera mayor, podría necesitar unos tragos de eso para superar su miserable existencia, especialmente tras las noches con sujetos como Zetsu. Una sonrisa burlona apareció en sus labios. Si bebiera un trago por cada vez que ese enfermo millonario le había hecho una propuesta a Iruka a cambio de Naruto, terminaría muerto de un coma alcohólico antes del amanecer.

Abajo en el escenario, Iruka bajaba con Naruto de la mano mientras que la música continuaba y un montón de mujeres con poca ropa subía a bailar, justo como en los burdeles de los años 30. El mayor lo llevó cerca de una puerta que permanecía cerrada, el pequeño kitsune sabía bien qué habitación era aquella; su cuerpo fue invadido por un asco horrible. Entre el mar de gente Zetsu apareció junto con su comitiva de seguridad para reclamar a su fantasía; tan pronto los ojos azules lo vieron, Naruto se sintió desfallecer.

- 50 millones.- Le dijo Zetsu sin rodeos a Iruka mientras le extendía un cheque con tal cantidad; él sólo sonrió y negó lentamente con la cabeza.

- No está a la venta.- Sin más que decir se agachó hasta quedar a la altura de Naruto.- Es hora de trabajar pequeño, recuerda que no hay nadie mejor que tú.- Revolvió los cabellos dorados al tiempo que se levantaba, dedicándole una última mirada a su cliente favorito.- 3 millones, por favor.

Zetsu arrugó el gesto, molesto por no haber podido comprar a Naruto de nuevo, pero no sería  la última vez que lo intentaría. Con un simple ademán hizo que uno de los hombres que lo escoltaba le entregara un maletín negro al castaño, abriéndolo de inmediato para que pudiera comprobar el pago. Iruka se sentía más que satisfecho.

- Que tengan una excelente noche.- Dio media vuelta y se esfumó entre la multitud. Zetsu puso su mano en la cabeza de Naruto y lo condujo dentro de aquella habitación que tanto despreciaba el pequeño; antes de cerrar la puerta le indicó a sus escoltas que permanecieran atentos, no quería ser molestado en lo absoluto. Colocó el seguro de la manija y se detuvo por varios minutos, simplemente contemplando al hermoso kitsune que estaba frente a él, con ese precioso atuendo de zorrito que lo calentaba a cada segundo que continuaba viéndolo.

- Naruto.- Lo llamó suavemente para que el pequeño levantara la vista del suelo, pero no lo hizo; entonces notó que el infantil cuerpecito temblaba. Se aproximó a él, tomando con delicadeza una de las orejas zorrunas, acariciándola con sus dedos, disfrutando de la exquisita suavidad del pelaje. Era aún mejor que la seda misma. Tragó pesado. Su cuerpo empezaba a reaccionar y también lo sintió temblar, pero su razón era distinta a la de Naruto, él estaba invadido por el deseo.

- B-buenas noches… Zetsu-sama…- Comenzó el kitsune, sabía cómo debía trabajar.- ¿Qué puedo… qué puedo hacer… qué…?- Lastimosos gimoteos escaparon de su boquita sin que pudiera contenerlos más; no quería hacerlo, decir esas sucias palabras que Iruka le había enseñado, tratándose de Zetsu sabía de sobra por qué clase de cosas lo haría pasar esa noche. La impotencia invadió cada rincón de su ser, no quería seguir con ello, pero debía hacerlo. Estaba a punto de armarse de valor y hacer de una vez la maldita pregunta, cuando el de mirada amarilla lo interrumpió.

- ¿Qué puedes hacer por mí?- Dijo serio; ya conocía bien la pregunta obligada que Naruto debía hacer. Despreciaba eso, era una de las pocas cosas que le recriminaba a Iruka. Si Naruto debía ser obligado a decir cosas humillantes y a la vez excitantes, debería de ser por él, no por un dueño de prostitutas.- Tú sabes lo que quiero.- Dando unas enormes zancadas tomó al kitsune en sus brazos y lo arrojó sobre la cama en la habitación, quedando sobre el pequeño e inspirando ese delicioso aroma que lo volvía loco; pasó descaradamente su lengua por la barbilla del pequeño, degustando su mejilla izquierda y recorriendo su sien, hasta llegar a donde iniciaban los rubios cabellos. Naruto tenía miedo, su cuerpo tembló más fuerte, como si lo hubiesen empapado con agua fría, sintió asco cuando Zetsu se separó de él y dejó un rastro de saliva por su cara. Ya había comenzado.

Ansioso, desesperado, el mayor comenzó a quitarse la ropa a tirones, era como si un demente intentara librarse de la camisa de fuerza a toda costa. Estaba demasiado caliente como para deshacerse de sus prendas con calma, y una vez que lo hizo se aproximó al rubio para mirarlo mejor, perderse en esos perfectos ojos azules que tanto temor y súplica reflejaban, en verdad parecía que mientras más vulnerable se veía Naruto, más exquisito se le antojaba. Tomó su pequeña carita entre sus manos y besó salvajemente aquella pequeña boca, su lengua se abrió paso entre los tiernos labios, degustando el interior, jugando agresivamente con la lengüita del menor. Lo desquiciaba. Se preguntaba cómo podía ser tan perfecta aquella criatura. Por su parte Naruto se sentía más sucio a cada segundo que pasaba; el obligado beso con el que Zetsu se metía en su boca le provocaba náuseas, para su buena o mala fortuna, había pasado tantas noches complaciendo a los hombres de esa manera que ya había aprendido a reprimir las arcadas.

El mayor rompió el beso para quitarle el traje a Naruto, le gustaba tomarlo desnudo, acariciando su piel morenita y tersa. Cuando finalmente lo logró descubrió las heridas frescas que marcaban la piel de su pecado: algunos moretones por aquí, otras cortadas por allá, sólo el rostro del pequeño se veía libre de maltrato, aunque Zetsu se dio cuenta que en realidad el pequeño tenía su naricita un poco inflamada. Frunció el ceño. Su pequeño tesoro no podía seguir en ese lugar, siendo destrozado por sus dueños y follado por otros que no eran él. No lo soportaría más.

- Dime Naruto, ¿quieres salir de aquí?- Finalmente el pequeño lo miró a los ojos, con un brillo de esperanza que resaltaba aún más el inocente azul en ellos. La respiración del mayor se aceleró; esa simple mirada había resultado en una ola de calor infernal que debía desatar ya, sentía que se consumiría hasta los huesos si no se liberaba de una buena vez. Antes de que el kitsune pudiera hacer o decir algo, el mayor lo empujó nuevamente de espaldas al colchón, girándolo bruscamente para tenerlo justo a su merced; tomó las pequeñas nalguitas de Naruto y las separó, deslizando su lengua perversa entre los pequeños muslos y llegando hasta la diminuta entrada, donde se detuvo a saborearla con fascinación. El rubio se estremeció al sentir todo eso, sus cabellos se erizaron desde su nuca hasta la punta de su colita zorruna, le resultaba una sensación sumamente extraña e incómoda; pronto su respiración comenzó a acelerarse por los nervios. Sin previo aviso, el mayor apartó su lengua y la sustituyó por su duro miembro que palpitaba intensamente, abriéndose paso dentro de Naruto con una simple estocada. Un gemido de placer y éxtasis escapó de los labios del millonario, opacando el quejido angustiante que el kitsune profirió; en cuanto fue penetrado el aire escapó de él y sintió sus entrañas como si fuesen perforadas y movidas de lugar, era un terrible dolor agudo que se extendía desde su abdomen hasta los pies, incluso dejó de sentir las piernitas.

El mayor regresó en sí, listo para disfrutar mucho más de ese cuerpecito de niño tan apetecible; comenzó a embestir a Naruto, al principio lento, después no pudo contenerse y como un animal comenzó a penetrarlo desquiciadamente sujetando con firmeza la esponjosa cola desde su base, deleitándose con los quejidos de dolor que el pequeño gritaba, éstos sólo hacían crecer su placer. Se agachó para morder el hombro derecho del pequeño, mientras que sus manos se aferraron a las pequeñas caderas, hundiendo las uñas en la tersa piel hasta hacerla sangrar. Lo quería, marcaría a Naruto como siempre para que todos supieran que era suyo, no importaba cuántas veces tuviera que repetirlo, siempre le causaría un inmenso placer hacerlo.

A pesar de que Zetsu le había dejado los guantes y las pantuflas de zorro, Naruto estrujó con sus manos las sábanas debajo de él tratando de no pensar en lo que estaba pasando; su trasero ardía, el peso del mayor comenzaba a asfixiarlo, el aroma del sudor de éste nuevamente le provocaba náuseas pero se contenía, el dolor de su piel mutilada lo ayudaba a distraerse, incluso las pequeñas cortadas que comenzaban a sanar se habían abierto; siempre era igual con ese hombre, nadie lo trataba con tanto dolor y desenfreno como él, por eso siempre que debía pasar las noches complaciéndolo prefería imaginar que estaba encerrado en una habitación diminuta, con las paredes llenas de vidrios rotos cortando su piel, en lugar de enfrentarse a la realidad. Así le era un poco más sencillo continuar despierto hasta el final. Y pensar que hace un par de horas pudo haber sido libre de todo aquello… si tan sólo hubiera corrido más rápido, si se hubiera escondido en algún callejón por unos minutos, si en su carrera no se hubiera distraído hasta chocar con toda esa gente… Sin poder resistir más, las lágrimas brotaron de sus ojos; se sentía miserable.

Cuando Zetsu cayó en cuenta de que el pequeño bajo él lloraba, sintió una descarga eléctrica descender ferozmente por su columna hasta la punta de su miembro; se corrió dentro de Naruto con un fuerte gemido de placer, liberando su alma después de tantas horas sin estar cerca de esa inigualable carne. En cuanto terminó se dejó caer a un lado del pequeño pero aun permaneciendo dentro de él, su agitada respiración se normalizaba de a poco, al igual que el desbocado palpitar en su pecho. Atrajo hacia él el rostro del menor depositando un beso en uno de sus pómulos, quedándose con el sabor salado de las lágrimas del kitsune en sus propios labios. Aquella sesión había sido increíble.

Durante las siguientes horas, Zetsu continuó poseyendo al dorado kitsune una y otra vez casi sin descanso entre sesiones, no importaba cuánto empeño pusiera, ni cuán agotado se quedara al terminar, él nunca se sentía satisfecho de Naruto hasta después de varias horas follándoselo. La entrada del pequeño se encontraba cada vez más roja, y de ella emanaban gotas blancas mezcladas con hilillos rojos de sangre cada vez que el miembro del de mirada amarilla salía de él. Al poco tiempo su garganta comenzó a arder por tanto gimoteo en respuesta al dolor que sentía, hasta que en las últimas veces que el mayor lo tomó, ya nada salió de ella.

El reloj colgado en una de las paredes de la habitación marcaba las 3:49 de la madrugada. Zetsu estaba sentado en el borde de la cama dándole la espalda a Naruto; abotonaba tranquilamente su camisa mientras pensaba en cómo sacar a la pequeña maravilla de ahí, llevárselo consigo y ser feliz para siempre, poseyendo esa deliciosa criatura cada noche. Necesitaba de él, y no podía esperar más. Se levantó de la cama alistándose por última vez mirando en dirección a Naruto, el pequeño estaba recostado en el centro del colchón completamente encogido en sí mismo, hacía mucho tiempo que dejó de temblar, pero el miedo seguía dentro de él. Zetsu contempló con satisfacción las marcas que sus uñas habían dejado en el pequeño, no sólo las de la cintura, también aquellas en las que lo arañó; entre el frenesí hubo un punto en el que mordió con demasiada fuerza la espalda del kitsune, sintiendo cómo algo crujía entre sus dientes y llevándose un pedazo de piel en su boca cuando se separó, consiguiendo un grito desgarrador por parte del pequeño. Por alguna extraña razón, la idea de destrozar ese dulce cuerpo infantil que tanto adoraba lo cautivaba, y el hecho de ver aquella herida abierta que le había causado lo calentaba de nuevo.

Tomó aire y lo contuvo por unos segundos, tratando de calmarse y no hacer suyo a Naruto de nuevo. Ya debía irse.

Se aproximó al pequeño una última vez, encontrándose con los ojitos cerrados del menor; pasó su mano por los cabellos dorados, y como había hecho al principio, tomó una de las orejas del kitsune y la acarició, sólo que ésta vez la estrujó con fuerza antes de soltarla, provocando una mueca de dolor en la carita infantil. Sonrió.

- Estaremos juntos, mi pequeño Naruto.

Sin decir más, Zetsu abandonó la habitación. Afuera aún había gente disfrutando del burdel, aunque considerablemente menos; buscó encontrarse con Iruka o Kakashi entre las personas pero no estaban ahí, sólo una rubia de busto pronunciado y notablemente ebria, tambaleándose entre las mesas junto con un montón de jóvenes igual de alcoholizados. Pensó aprovechar la oportunidad y volver por Naruto, después de todo parecía que nadie vigilaba pero era justo eso, una simple apariencia. Suspiró insatisfecho pero debía planearlo mejor; se dirigió a la puerta de salida del burdel seguido por sus escoltas. Justo cuando iba a atravesar el cortinaje de fantasía y salir, Kakashi apareció recargado en el muro, asintiendo levemente con la cabeza a modo de despedida. Sabía bien las intenciones del de cabellos verdes, ni de broma dejaría de vigilarlo aun después de estar con Naruto. Zetsu regresó el gesto acompañado de una sonrisa simplona, sin embargo estaba enfurecido por aquél hombre, claramente había descubierto su intención de robar al kitsune y le estaba marcando los límites sobre su territorio. Lo maldijo mil veces mientras cruzaba la salida.

El frío aire de la madrugada contrastaba notablemente con el cálido ambiente dentro del burdel; podía percibir un aroma entre humedad y madera recién cortada, algo típico de la estación del año. Pronto llegaría el invierno, y necesitaba a ese zorrito en su cama para darse calor. De uno de los bolsillos de su abrigo sacó un estuche, tomó uno de los cigarrillos en su interior, y tan pronto como lo puso en su boca uno de sus escoltas se apresuró a encenderlo con un fósforo. La primera bocanada le supo a gloria, tanto que fue una mágica inspiración para sus planes con el kitsune. Una luz pálida iluminó su rostro cada vez más hasta llegar a donde estaba y rebasarlo; su limusina había llegado. El mismo sujeto que le había dado fuego a su cigarrillo abrió la puerta del vehículo para que abordara, ingresando después de él. Una camioneta negra llegó detrás de ellos para que el resto de escoltas subieran. La comitiva partió.

Durante el camino el hombre millonario veía distraídamente las luces amarillas de los edificios, recordando la cabellera rubia de Naruto junto con sus suaves orejas zorrunas, y esa hermosa e incitante colita que le encantaba.

Tendría a ese manjar de una manera u otra.

Notas finales:

Un poco rudo supongo :v

Nos leemos!!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).