Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Don't Answer [JohnTen] [NCT] por Kuromitsu

[Reviews - 12]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

 

El calendario posicionado sobre la cabecera de Ten se empieza a llenar, día tras día, de nuevas cruces que indican el paso del tiempo; muescas que deja impresas con la ayuda de un lápiz antes de enterrar la cabeza en la almohada y esperar que el próximo amanecer sea mejor, o que su vida cambie al menos en algún sentido. Que deje de estar tan estancada.

No sabe cuándo es el momento preciso en que aquella manera de percibir las cosas da un vuelco radical y se encuentra ahora esperando ansiosamente un nuevo turno en el trabajo.

Pero lo que sí sabe a la perfección, es la causa detrás de ello.

—Johnny, estás espantoso, la verdad. ¿Un jugo de naranja para reponer energías?

Después de haber llorado vergonzosamente en sus brazos aquella noche, hace una semana atrás, las cosas han ido definitivamente diferentes en todo sentido. El hombre de negocios no ha vuelto a faltar ni un solo día. El bolsillo de su pantalón está cada día más lleno de dinero, después de las generosas propinas que sigue aceptando incluso a pesar de lo insistente que ha sido diciéndole que no es necesario, que una recompensa menor sería apropiada; Johnny simplemente sonríe y responde, con su aterciopelada voz vibrando en un susurro, que no se preocupe. Que volverán a verse mañana.

Siempre cumple y eso, sin saber por qué —o mejor dicho, sin querer saber la razón detrás de ello—, es la fuerza que permite a Ten salir de la cama y arreglarse cuidadosamente frente al espejo todas las mañanas, listo para un nuevo turno en el restaurante.

—Hay algo que me dejaría como nuevo.

Enarca una ceja, casi adivinando lo que Johnny le dirá a continuación. Lo ha estado esperando todo este tiempo de forma ansiosa,  preguntándose en mitad de la noche mientras sus pies se enredan en las sábanas, el resto del cuerpo al desnudo, si acaso el hombre de proporciones llamativas se dignará algún día a invitarle a salir.

Porque en la carrera que significa el tratar de olvidar la marca a hierro vivo que Ji HanSol le dejó en el pecho, latiendo dolorosamente día tras día, esperar a alguien a que mueva su próxima pieza de ajedrez no es algo factible. Ni siquiera a Johnny es capaz de esperarle por mucho más. No, porque no debe hacer distinciones con nadie.

Obviar, si es necesario, el calor que se extiende en su cuerpo cada vez que sus miradas se unen.

—Que… espera, ¿qué mierda quiere ese tipo? 

Sin ni una gota de sorpresa, voltea y posa su mirada en el comensal de cabellos negros que hace varios minutos ha estado allí, repiqueteando con sus dedos sobre la mesa, como esperando a que caiga en sus redes. Ríe bajito cuando le ve guiñar con picardía, y vuelve a enfocarse en el rostro de Johnny.

Su ceño fruncido no hace más que avivar los escalofríos que le recorren hasta la punta de sus dedos.

—Lo mismo que muchos —responde con naturalidad. Una sensación agridulce se instala en su boca al ver su reacción—, y ya que no tengo planes parece una buena idea aceptar la invitación que sé que me hará, ¿cier-

—Sal conmigo.

Aguanta las ganas de dejar salir un saltito de pura felicidad, y se remite a lamer su labio inferior mientras su mano desliza el lápiz sobre el pedido: ni siquiera necesita preguntarle qué quiere comer, eso ya lo sabe de memoria.

Tal como puede predecir con certeza la frase exacta que dejará a Johnny deseoso por más.

—Tal vez en otra ocasión, Johnny. Tal vez.

Un resoplido incrédulo resuena a sus espaldas al darse la vuelta y se aleja, sorteando mesas con sus respectivos comensales hasta que el ambiente caótico de la cocina le recibe como un bálsamo tranquilizador. YoonOh está ahí, concentradísimo en poner los platos correspondientes en su bandeja.

—Ten, ¿estás bien? ¿Quieres que te rescate de ese tipejo?

O al menos eso parece hasta que le ve acortar la distancia entre ambos y susurrarle aquello con tono de urgencia. El más alto siempre parece tan preocupado, aunque no es para menos; cualquiera se alertaría ante la presencia de un cliente que rehúsa ser atendido por cualquiera que no sea alguien en específico. En este caso, afortunadamente, ha resultado ser el objetivo de los vivaces ojos de Johnny.

—No creo que sea necesario. Estaré bien.

—¿Hablas del hombre de negocios? No, me refería al tipo de cabello negro que prácticamente te desnuda con la mirada. Menudo asco debe darte.

Los labios se le contraen en contra de su voluntad. Sí, ciertamente es molesto tener a ese desconocido mirándole así, en plena luz del día, y más sabiendo que lo que YoonOh no es en ningún caso una exageración: la forma en que ha sentido su cuerpo ser recorrido de pies a cabeza es sinceramente desagradable.

Pero vale la pena causar en Johnny el mismo efecto que realizaba en HanSol, en esas noches cuando volvía asustado del trabajo y relataba entrecortadamente cómo un nuevo hombre de apariencia intachable terminaba por susurrarle al oído cuánto quería “follarle brutalmente”. Siempre era una experiencia horrible, aunque con el tiempo comenzó a esperar de antemano el tener que pasar por ello y, ante la imposibilidad de hacer nada por evitarlo —solo de tomar acciones posteriores, como informarle al gerente para que echaran a esas sabandijas que se hacían llamar seres humanos—, estuvo obligado a ver el lado más amable de esas incómodas situaciones.

Y ese era la forma en que Ji HanSol le abrazaba posesivamente, maldiciendo en voz baja, logrando despertar un instinto de protección en el cual se sentía seguro y que se intensificaba al dejarse envolver por sus musculosos brazos. Sería capaz de darlo todo por causar aunque fuese una gota de celos en su ex novio, pero es imposible.

Johnny parece la única alternativa ante la necesidad muda de sentirse deseado por alguien.

—Déjalo. Estoy interesado en él.

Miente, en un susurro coqueto que deja a YoonOh más perplejo de lo que ya estaba, y se dirige al comedor con el mero objetivo de provocar un poco al desconocido de rasgos para nada atractivos; siempre considerando el ángulo a emplear y asegurándose que Johnny sea capaz de percibir cada instante de aquello. Tal vez tanto tiempo sufriendo a causa de los celos que los actos de HanSol dejaban en su corazón ha terminado por trastocar un poco su percepción de qué está bien y qué no. Ignorar a la vocecita interior que le indica casi a gritos que nada de ello es correcto parece más fácil que nunca.

Mas, algo le oprime el pecho cuando nota que en el comedor ya no está Johnny. Y ni siquiera ha sido capaz de entregar la orden a los cocineros.

Por eso es que, quizá, deja cualquier tipo de compostura de lado y se acerca al lóbulo del desconocido, susurrando palabras que le queman la lengua como si se tratase de ácido.

Sé exactamente lo que andas buscando conmigo. Mi turno termina en media hora más.

Le ve sonreír, satisfecho, y eso da pie a muchas cosas. A la salida de su turno se encuentra con el desconocido esperándole en medio de la calle y le sigue, silencioso. El primer y único beso tiene lugar a la entrada del departamento de aquel tipo, tan o incluso más desastroso que sus modales porque de cuidadoso no tiene nada: un dolor agudo le recorre hasta las entrañas cuando siente una intromisión en su parte baja sin siquiera ser preparado antes, y a pesar de las quejas y las maldiciones, el tipo continúa penetrándole. Una. Dos. Tres veces. Sus pensamientos revolotean a otro lado, incapaz de concentrarse en el pequeño placer que la excitación le brinda porque el dolor es muy fuerte para soportarlo sin sollozar en el proceso.

Piensa en lo mucho que Tailandia le llama, desesperadamente, para que vuelva a su hogar. A los brazos de HanSol. A gemir su nombre, asustado porque Yuta podría llegar en cualquier momento y enterarse de todo. A pronunciar temblorosos “te amo” y recibir fríos silencios como respuesta.

Pero más que concentrarse en eso, su mente divaga hacia otros rincones. Otras cosas que ha intentado ignorar con todas sus fuerzas, pero que terminan por ganar la batalla e instaurarse en sus pensamientos, haciéndolos un desastre.

Porque no puede evitar creer que Johnny jamás podría haberle hecho el amor de una forma tan fría, impersonal y carente de caricias.

Con él, realmente habría disfrutado al máximo.

———

—TaeYong, ¿qué demonios haces acá?

Su subordinado le sonríe e incluso tiene la desfachatez de venir y golpearle el hombro juguetonamente. De haberse encontrado en la oficina probablemente algo tan nimio como aquello habría causado un verdadero alboroto —porque, ¿quién ha sido capaz de ver al estricto gerente Johnny sonreír?—, pero en el restaurante donde creía poder comer un almuerzo tranquilamente nadie sería capaz de decirles nada. Afuera de la empresa simplemente son mejores amigos.

Sin embargo, ganas no le faltan para mandarle de vuelta a la oficina de un solo puñetazo porque el local de comida coreana en el que almuerza todos los días es su oasis. Suyo.

—Así que este es el lugar donde te están haciendo engordar, ¿ah? —le ve estirarse en el asiento del lado donde tomó lugar sin siquiera preguntar primero—. La verdad no creí que nos toparíamos, simplemente quise variar un poco, las ensaladas que venden al frente de la oficina son cada día más insípidas y… no puede ser.

Ni siquiera necesita voltear para saber por qué TaeYong ha dejado caer su mandíbula inferior sin más reparo, y un escalofrío le recorre toda la médula espinal. La estándar sonrisa de Ten parece quebrarse al posar la mirada en su acompañante.

—¿Qué puedo ofrecerles? El especial del día es-

—A la mierda con el especial. Ten, soy yo, ¿te acuerdas de la otra vez?

Es incapaz de seguir fijando la vista en TaeYong, tan emocionado que sería capaz de explotar en cualquier momento, y en cambio se concentra en cada uno de los gestos que el rostro de Ten hace de forma casi imperceptible. Está incómodo. TaeYong le pone así.

Y es que, ¿cómo no estarlo siendo que sabe a la perfección que su mejor amigo está prendidísimo de Ten después de haber tenido una noche juntos?

El irracional malestar vuelve a hacerle daño, tal como ayer, donde la presencia de un desconocido posando su lasciva mirada sobre la delicada figura de Ten fue suficiente como para hacerle huir de allí; motivado, además, porque el de nacionalidad tailandesa al parecer tenía ganas de dejarle esperando más tiempo antes de aceptar una invitación a salir.

Simplemente quería hablar con él un par de segundos. Volver a tenerle entre sus brazos como aquel día en que lloró desconsoladamente. Tener de nuevo esa conexión mágica que erizó hasta al más dormido de sus sentidos.

Ten es capaz de causar eso, y mucho más.

—Por favor, estoy trabajando —le escucha susurrar—. Les traeré la carta y…

—Es que no tienes idea de lo mucho que te he buscado. Me tienes embobadísimo desde aquella vez, ¿no te gustaría repetirlo? —no puede evitar mirarle con el ceño fruncido, ante lo que TaeYong sonríe, no dándose cuenta de lo nervioso que está Ten ante ese tipo de palabras a plena luz del día—. Y tú, Johnny, ¿cómo no me contaste que esta preciosura está trabajando aquí? De seguro puedo adivinar por qué no dejas de venir, a ti también te gusta, ¿verdad que sí?

—TaeYong, deja de molestar de una buena vez —las palabras salen antes de que sea consciente de la cantidad de rabia inyectada en ellas, y continúa al notar que el alivio se extiende en el bello rostro de Ten—. En la oficina hay unos papeles que mandar a la empresa para la reunión de mañana, los necesito urgente. Ve.

—¡Pero si cualquier otro puede hacerlo…!

Ve.

La satisfacción aparece finalmente en su corazón cuando le ve partir, no sin antes refunfuñar como un niño pequeño al ser reprendido después de cometer una travesura. Su mesero luce de pronto tan relajado que ganas no le faltan para tomarle de la mano. Decirle que todo estará bien. Que hará todo lo posible para que así sea.

Lo diría, si siquiera pudiesen considerarse algo; sin embargo, la palabra que mejor describe su relación es de meros conocidos y nada más.

Y dejar que eso siga por mucho tiempo sería un atentado contra los sentimientos que se arremolinan en su estómago cada vez que le observa.

—Gracias por salvarme de ese tipo —Ten murmulla, feliz después de mucho—. ¿Se conocen?

—Es mi mejor amigo, lamentablemente…

—…Supongo que empezaré a vérmelo aquí —le escucha reír con nerviosismo. Casi con miedo—. ¿Podrías decirle que no lo haga? No planeo volver a… ya sabes…

Casi puede adivinar el “tener sexo con él de nuevo” que viene a continuación, pero se muerde la lengua. Decirlo sería una estupidez cuando claramente ambos están evitando el tema de manera magistral.

Mas, hay un punto que no puede seguir ignorando por siempre.

—Lo haré. Pero a un precio.

Se inclina hacia adelante, reduciendo un poco el espacio entre ambos aunque Ten esté de pie, mirándole expectante con los ojillos temblorosos. Suficiente dejándose apabullar por esa belleza; necesita, de una vez por todas, demostrarle al tailandés que no está jugando.

Y que, asimismo, no sería capaz de jugar con sus sentimientos para satisfacer el capricho de una noche —tal como TaeYong hace— pues a diferencia de él va totalmente en serio.

—Salgamos en una cita. Nada más. No te pido que lleguemos a algo, no es necesario. Veamos las estrellas. Déjame intercambiar un par de palabras, o no digamos nada, o digámoslo todo. Simplemente déjame disfrutar de tu compañía. Por favor.

Da igual si la gente de las mesas cercanas puede oírle y cuchicheen por ello, realmente da igual. Lo único que importa es que el mensaje llegue hasta las llamativas orejas de Ten, cubiertas de piercings de distinto tipo, y que una respuesta positiva brote de esos labios que son humectados por esa lengua puntiaguda por milésima vez.

Sin embargo, la respuesta no es lo que esperaba.

—Te traeré lo que siempre pides, Johnny. Incluyendo el jugo de naranja.

Menos aun cuando después de muchas miradas robadas, la desesperanza acumulándose en su interior y el dinero vaciándose de sus bolsillos al dejar nuevamente una propina generosa, nota a las afueras del recinto que en su boleta hay algo escrito.

Unos trazos finos, delicados, frágiles, que a todas luces corresponden a la caligrafía del chico de iguales características.

“Hoy estaré en el Midnight Sun, encuéntrame si puedes. No me negaré.

Pd: ¿Qué pasaría si yo sí quiero llegar a algo?”

Y por mucho que TaeYong le molesta para que se apresure en revisar los papeles, que él no puede con toda la carga y que deje de sonreír tan estúpidamente como lo hace, es imposible.

Porque al fin ha logrado resquebrajar un poco esa barrera de falsa indiferencia que Ten lleva a todos lados.

Y no piensa, bajo ninguna circunstancia, desaprovechar esta noche. 

Notas finales:

¡Hola! Muchas muuuchas gracias por tenerle paciencia a esta historia, sé que ha demorado más de lo que debería pero espero no tomar tanto tiempo esta vez ;; un comentario es siempre agradecido <3

¡Saludos! 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).