Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

PRUEBA DE VIDA por MidNightFlower

[Reviews - 10]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Hola pequeños!! fFinalmente estoy actualizando despues de tanto (si 10 meses ;A; sorry)

 

Mil gracias por todos sus comentarios a lo largo de este pequeño fic (el cual tristemente me costó mucho trabajo terminar pese a su tamaño, pero finalmente lo logré :'D) Bella, Shantyumi, LRMV, CristineC, Karura y xinislovemeXD

 

Con un redoble de tambores doy incio al ultimo capi que espero les guste~

 

A leer se ha dicho!!

Parte 3: Proof of Life

 

Con una profunda inhalación regresó a la realidad. El oxígeno parecía que hacía años que no ingresaba en su sistema y le costó habituarse a estar despierto en ese extraño lugar.

 

La cama dura y el frío de la habitación lo descolocó al instante; no era nada familiar o reconocible. Hizo un esfuerzo por recordar apretando los ojos. La enfermedad más de una vez en el pasado le jugó esa mala pasada de hacerle olvidar donde se encontraba o que era lo que estaba haciendo.

 

"James... Estaba con James... lo besé..." se dijo rozando sus labios apenas con los dedos recordando su tibio tacto "me arropó con una sábana y yo..." entrecerró los ojos llevándose las manos a la cabeza que punzaba como un martilleo constante.

 

-¿Porque no me lo dijiste?- la voz de James proviniendo al lado de su cama sonaba agresiva en su dirección, nada del matiz dulce quedaba en ella. Su corazón se constriñó ante tan evidente cambio.

 

-Yo...- quería explicarle pese a lo tarde que era. Tenía una ligera esperanza de que comprendiera sus razones egoístas, pero en ese punto ¿Qué restaba por decir? Estaba muriendo y era un hecho inamovible, imposible de detener. ¿De qué le servía alimentar sus pobres esperanzas con James si de todas maneras lo dejaría más temprano que tarde?

 

Mordió su labio estrujando sus manos en su regazo imposibilitando la salida de palabras que ansiaban ver la luz.

 

-Lo sé todo- sentenció parándose de su asiento para encararlo -estás en San Mungo por si te lo preguntas; te desmayaste y estabas sangrando....- su rostro se ensombreció al recordar lo que apenas sucedió y que cortó sin miramientos su relación o ilusión de tal.

 

-Gracias...-fue lo único que pudo decir por el nudo que se hizo en su garganta, aunque no estaba seguro porque estaba agradeciendo.

 

El ojicafé hizo amago de irse, pero algo en su interior demandaba por hacerse oír y volviéndose sobre sus talones regresó las dos zancadas que dio a la minúscula cama, importándole poco hacer un escándalo descomunal.

 

 -¡¿Es por eso que quisiste que fuera solo un mes?! ¿Pensaste que soy tan idiota que no me iba a enterar? ¡¿Por eso me escogiste?! ¿Fue divertido burlarte de mí? -

 

-¡Claro que no es eso que dices! ¿Cómo puedes insinuarlo?-

 

-Pues tus acciones te delatan al mantenerte callado por largo tiempo ¿no te parece?- Scorpius no pudo decir más. El mayor lucia cansado por largos días en vela, pero su semblante claramente dolido lo traspasaba como una filosa daga en su corazón –bien, tuviste el mes que quisiste y ya no tenemos por qué estar juntos...-

 

-¡Rayos James! ¡No quería que me tuvieras lástima!- ambos guardaron silencio. Un silencio tan pesado se instaló en el recinto que los ceñía en impotencia. Heridos por causas distintas pero en partes iguales, compartían su dolor, resignados a perderse definitivamente al separar sus caminos -¿Habrías salido conmigo solo porque si sí te hubiese contado de mi enfermedad?- lanzó su pregunta capciosa, que James solo desviando la mirada, contestó con honestidad.

 

-No lo sé-

 

-Entonces si ya terminaste puedes retirarte- ambos se estremecieron a la llegada del tercero. Esa voz fría era inconfundible para Scorpius, quien ahogó un sollozo que estuvo conteniendo desde su despertar y que no esperaba mostrar frente del pelirrojo; tenía que ser fuerte.

 

-¿Padre?-notó la recta figura y el rubio cabello de su progenitor, sosteniendo la puerta de la habitación. “¿Qué hace aquí?” se cuestionó, pero como si el mayor hubiese leído su mente, contestó.

 

-El medimago me informó por lechuza que estabas aquí. Y parece que justo a tiempo porque tu mes se agotó- cerró los ojos al instante. Ya no quería oír más.

 

No quería ver a James marcharse, no quería ver el semblante severo de su padre, no quería enterarse sobre cuanto se deterioró su cuerpo por la previa libertad ni cuanto tempo le restaba. Tuvo noción que poco podía hacerse por él antes de emprender su emocionante viaje, pero ahora todo parecía perdido.

 

Escuchó la puerta cerrarse con un golpe sordo y su pecho se violentó llorando amargamente. Su primer y único amor terminó tan rápido como lo sintió. No era justo.

 

-Fue lo mejor Scorpius- dijo su padre rodeando su cuerpo con sus brazos. No quedaba más que decir por su parte. Ya lo había perdido y sus ojos lo sabían porque no paraban de derramar lágrimas en su nombre.

 

*°*°*°*°*°*°*°*

 

De la expectativa sobre sus hombros, hasta la indiferencia a su persona pensó que ya había pasado por todo los que tenía que pasar. Se enamoró perdidamente por primera vez en su vida y ahora resultaba que se trataba de alguien en etapa terminal. ¿Cuánto más podía burlarse la vida de él para ser feliz? No tenía idea.

 

Imaginó que aquel tierno momento duraría más del tiempo estipulado, tenía la esperanza de que fuera así. Encontrar el camino trazado a su futuro, recorrerlo de la mano de Scorpius le supo tan maravilloso y utópico como un sueño, pero en ese momento, no podía dejar de sentirse perdido, burlado y deprimido.

 

Sus maestros siempre le hicieron hincapié que no era de las personas más brillantes con las que alguien podía toparse y en ese punto comenzaba a creerles.

 

Tanta información por procesar tras el susto de ver al amor de su vida tendido en sus brazos, inmóvil y con sangre escarlata brotando, era simplemente demasiado que su cerebro se sentía que explotaría de un momento a otro.

 

El medimago que tan cuidadoso lo llevó a tratamientos intensivos e intentó como pudo, explicarle como a un pequeño de 5 años sobre la terrible enfermedad de nacimiento que aquejaba la vida de Scorpius y lo poco prometedor que era el tratamiento para tratar de prolongar su vida.

 

“-Lo que está mal, es su núcleo mágico- dijo con voz conciliadora palmeando su espalda –si la magia sigue escapando, dañará tanto sus órganos como sus sistemas, haciendo colapsar su cuerpo. Una nueva recaída y podría ser fatal”

 

-La vida apesta- suspiró tirando ligeramente sus cabellos antes de echar la cabeza hacia atrás, contemplando los pequeños copos de nieve que comenzaban a caer sin forma ni sonido.

 

-¿Tienes un minuto James Sirius Potter?- de mala gana, regresó a ver al mayor que se sentó a su lado en la banca con toda su prepotencia sangre pura. El padre de Scorpius era una versión de él mucho más seria y madura que le hizo dudar.

 

-¿Qué quiere?- no estaba para ser cordial, ni mucho menos para alguien que lo veía solo como una plasta en el zapato.

 

-Discutir sobre lo que quieres. Es la parte que te toca por haber salido con mi hijo y cumplir su ridículo trato. ¿Qué pedirás? ¿Galeones? ¿5 minutos de fama en el Profeta? ¿Asientos VIP para seguir por el mundo a tu equipo favorito?- su voz sonaba fría y distante, tal cual una transacción de negocios tan ajena a su persona que ya quería terminar de una buena vez.

 

Con honestidad ya se había olvidado de esa parte del trato por salir con Scorpius, de tan feliz que fue ¿Cómo es que terminó así?

 

“Así que al final de cuentas solo era un acuerdo…” murmuró cabizbajo sin despegar la vista del abedul que crecía a un palmo de ahí. Necesitaba pensar.

 

*°*°*°*°*°*°*°*

 

Con forme los días pasaba en su solitario refugio en San Mungo, Scorpius mansamente obedecía las restricciones que se le imponían. Su padre irradiaba un aura de esperanza, algo que hacía tiempo no veía, pero que en su propio afán de complacerle, no le instaba nada por contrariarle ni romper su espejismo, acerándole más a la realidad en la que el tratamiento no estaba funcionando.

 

Probablemente estaba alargando su vida escasos días, si a esa reclusión podía llamarse tal ¿Pero a qué precio? Cada vez su mente se sentía distante y desubicada, perdiéndose en islotes de su subconsciente. Siendo que en cada pequeño tramo de lucidez, su cuerpo dolía y sus manos temblaban más que nunca.

 

En momentos como esos recordaba aquel encantador mes junto a James donde finalmente pudo ser libre como si la vida que tenía no tuviera restricciones, los besos llovían dándose sin preguntar junto con las caricias, viviendo al máximo que los días lucían tan cortos y donde podía soñar una próxima primavera con todos sus colores.

 

-Pero todo acabó…- murmuró recargando su cabeza contra la pared. Ni toda la libertad del mundo, ni todo el amor que sentía por James podía hacer se aliviara de su mortal enfermedad. Nada lo haría “ni siquiera ese tonto procedimiento mágico” se dijo con un bufido viendo las finas motas de polvo bajo su escritorio.

 

El sanador intentó razonar con él, diciendo que había una posibilidad de encontrar alguien afín a su casi extinta magia, que de ser posible le brindaría soporte a su propio centro mágico, incrementando su esperanza de vida casi tanto como la de una persona normal, pero aquella probabilidad era solo del 50%.

 

¿Y qué hay del otro 50%? fue lo que le preguntó negándose a albergar esa quimera que era la esperanza. Era obvio que no podía ser bueno y tenía razón. Si estaba resignado a morir joven, no quería arrastrar a nadie más consigo.

 

-Como si ser un squib o morir en el intento tanto el portador como el receptor no fuera algo malo…- bufó cerrando al instante la cortina, negándose a ver el nuevo sol asomándose entre las nubes.

 

*°*°*°*°*°*°*°*

 

Le dolía ver a su hijo así.

 

Pese a estar haciendo todo lo disponible a su mano y sin escatimar gastos, confiaba ciegamente en su juicio de que haciendo lo imposible lograría evitarle el mismo destino que su fallecida Astoria. Se negaba a darse por vencido, pero al verlo cada vez más delgado, ojeroso y triste como una vela que se iba apagando, sus nervios comenzaba a crisparse.

 

Acomodando los narcisos recién cortados de su jardín, Draco se asomó por la ventana imposibilitado a esconder su sonrisa cuando procesó lo que sus ojos captaron.

 

-Ese idiota, bueno para nada- susurró apretando el puente de su nariz ante la ironía que aquello representaba.

 

-¿Dijiste algo, padre?- preguntó el pequeño rubio alzando la cabeza.

 

-No es nada importante- dijo restándole importancia.

 

Sabía de antemano que su hijo era el chico más dulce y encantador del mundo (o al menos lo era para él), pero lo que nunca esperó fue que llegaría el día de que alguien pudiera amarle casi tanto como él mismo, al punto de rechazar su oferta alegando que no necesitaba nada, ni un galeón suyo, salvo saber que Scorpius estaba en buenas manos “quien diría que un Malfoy se enamoraría de un Potter y al parecer el sentimiento es mutuo” se dijo negando ante tal ironía –es solo que, hay una buena vista esta tarde-

 

-¿A qué te refieres? Siempre es la misma vista. La fuente, los enfermos dando caminatas para tomar baños de sol… El abedul cubierto de nieve es lo único que cambia-

 

-¿En serio? ¿No quieres echarle un vistazo?- alzando una ceja por la insistencia de su padre, Scorpius se acomodó su chalina gris para averiguar que captaba la atención de su padre. Debía de ser algo importante.

 

Sus ojos se abrieron desmesuradamente y las palabras le faltaron. Su corazón que hacía tiempo no saltaba acelerado en su pecho, se expandió de esa delicada sensación de regocijo que pensó no volver a experimentar.

 

Todo el suelo de San Mugo hasta llegar a la copa del árbol estaba cubierto por flores preciosas que brillaban con el sol de la tarde. “Jacintos azules” meditó emocionado al ver las millares de espigas en flor que trazaban caminos apenas visibles por su espesura.

 

Regresó a ver con insistencia a su padre. Quería asegurarse de que no era una ilusión producto de su enfebrecida mente. Ansiaba saber que era cierto, tocarlas con sus dedos esperando que no se desvanecieran en el aire.

 

Dando un florete de su varita le colocó un hechizo para mantener el calor y asintió con la cabeza.

 

-Con mucho cuidado- Scorpius ni tardo ni perezoso aceleró el paso con el corazón latiendo con frenesí –¡pero ve despacio!-

 

*°*°*°*°*°*°*°*

 

No percibía el viento gélido por el hechizo de su padre, los barullos, ni lamentos, sus pies no dolían por la veloz marcha que adoptó. Se sentía revitalizado.

 

Las flores eran tal cual las vio tantas veces en libros, tan hermosísimas con su fuerte color azul que aún le costaba trabajo creer que lo estaba viendo en la vida real. Su tacto era tal cual lo imaginó. Tan suave pero firme bajo su palma y ya ni hablar de su fragante aroma.

 

Cuanto ansiaba quedarse ahí a contemplarlos. Tal vez la ida a Brúcelas era un cuento imposible, pero en el aquí y ahora no lo estaba tan mal. Era lo que siempre quiso ver y ser espectador de tal belleza, hacía que valiera la pena cualquier rato de sufrimiento y de desolación.

 

-Adoro esa sonrisa- esa fascinante voz lo erizó de pies a cabeza haciendo que se incorporara sobresaltado. Con sus ojos grises buscó de dónde provenía.

 

Algo moviéndose del árbol tupido de flores captó su atención. El cabello rojizo ocasionó que su corazón diera una sacudida en su pecho y más aún la varita que se agitaba levemente produciendo en un humillo blanco las flores.

 

-¿James?- cuestionó al verle ahí sentado en una rama. Bajando de un salto con su más grácil movimiento -¿Qué haces aquí?- había tanto que quería preguntarle, pero su pecho constreñía al pensar en ser rechazado nuevamente.

 

-Vine por ti- sonrió tomando entre sus dedos un mechón de su cabello. Scorpius aún no podía reaccionar adecuadamente pues estaba perdido en esos ojos castaños que no pensó volver a ver más que en sus ensoñaciones –después de mucho meditarlo, razonarlo, pensarlo y volver a pensar, me di cuenta que no podía superar este transitoria relación, no pude y no puedo... es algo imposible para mi…- su mirada era tierna, cálida que Scorpius no pudo detener la lagrima que escapó de sus ojos. Le creyó perdido y ahí estaba frente a sí.

 

-¿Por qué? ¿Por qué no puedes superarlo?-

 

-Porque te amo- las mejillas de Scorpius se ruborizaron al instante haciendo que desviara la mirada intensa.

 

-¿C-Como lo hiciste?- preguntó avergonzado por la súbita confesión que no esperó recibir ni en esa ni en un millón de vidas, pero ahí estaba, su querido James diciéndole su sentir.

 

-En estos 2 meses estuve pensando largo rato y moviéndome de un lado a otro, incluso llegué a Hogwarts donde obtuve una tremenda reprendida de un vociferador de mi madre por estar tanto tiempo sin comunicarme si seguía vivo- soltó una risilla nada recatada –total que no pude sacarte de mi cabeza ni mucho menos olvidar ese mes que tuvimos para nosotros dos… fui con el profesor Longbottom para preguntarle sobre los jacintos ya que como podrás notar no pude olvidar cuanto querías verlos y que estabas necio que no llegarías a verlos en primavera- ironizó esta vez haciendo reír al menor.

 

-Es lo mejor que pude conseguir y a diferencia de los reales desaparecerán en 12 horas. Lo siento por no conseguir algo mejor, pero las transformaciones ni la herbologia fueron mi fuerte- se alzó de hombros.

 

-No importa, son bellísimas. Muchas gracias- James inclinándose besó aquellos labios que hacía meses no probaba. Scorpius parándose de puntillas tomó su rostro acunándolo con sus manos.

 

-Esa sonrisa hace que todo valiera la pena- exclamó con una amplia sonrisa rodeando el esbelto cuerpo del rubio –y por cierto, aún no sé qué haré de mi vida en estos meses que me faltan para dar una decisión a mis padres, pero de que sin ti no puedo estar es un hecho cien por ciento comprobado- hizo una pausa -incluso con mi poca inteligencia me puedo dar cuenta de eso, tarde, pero lo conseguí-

 

-No eres tonto James, cualquiera se hubiese molestado y se hubiera ido sin dar marcha atrás al descubrir algo tan delicado como lo es mi enfermedad… yo no puedo tener una vida normal, ni siquiera sé cuánto tiempo me resta…- James cubrió su boca con sus dedos, silenciando aquel cruel presagio.

 

–Pensé que no sería lo suficientemente valiente para aceptar perderte, pero si tengo la certeza de tener la valentía de luchar a tu lado Scor. No me resignaré. Pase lo que pase, pelearé a tu lado para salvar tu vida-

 

*°*°*°*°*°*°*°*

 

Con la entrada de diciembre, la temperatura descendía casi tan rápido como la apenas recobrada buena salud de Scorpius.

 

James permanecía a su lado sin dejarle en ningún momento. Ya no lo volvería a hacer pese al miedo que constantemente lo invadía al ver como se deterioraba sin poder hacer nada más que observarlo mientras tomaba su mano. Tenía el conocimiento de un último recurso del cual el medimago le mencionó era muy delicado, pero el pequeño rubio se negaba con uñas y dientes a echar mano de él.

 

-Nuestras magias son afines y pueden entrar en sintonía- mencionó entrelazados sus dedos. Su cuerpo tibio contra el suyo y su pausada respiración era todo lo que necesitaba.

 

-Ni siquiera lo digas- se ofuscó negando la cabeza. No era la primera vez que lo mencionaba y aunque en otros momentos adoraba que lo dijera, esa insistencia e insinuación era lo que no le gustaba. Estaba decidido a declinar esa proposición de poner también en riesgo la vida de James por alargar la suya -prométeme que no harás nada tonto-

 

-No sé de qué estas hablado-sonrió enigmático besando su sien.

 

-Promételo- reiteró siendo ignorado por el mayor que con toda la delicadeza que pudo se quitó de su cómodo lugar, para dejar completa la cama.

 

-Ven y acuéstate que no quiero que te agotes. Además hace frío- no afirmó ni negó nada y eso le preocupó.

 

*°*°*°*°*°*°*°*

 

Notando lo profundamente que estaba dormido James a su lado, alargó su mano para tocar sus rojizos cabellos.

 

Siempre se preguntó si haría algo significativo con la escasa vida que le tocó, si la viviría temeroso de su destino incambiable, indiferente de lo que pasaría, sin embargo en esos últimos meses pudo decir que vivió más y disfrutó mucho como no tenía idea o como nunca lo soñó. Estaba agradecido.

 

Asomándose por la ventana vio que nevaba, tan tupidito que enfundándose en su grueso abrigo y botas, salió sin hacer ruido.

 

Su padre hacia guardia en la puerta, dormitando entre cabeceadas. Con cariño acarició su húmeda mejilla. Cuanto le dolía dañarlo y hacerle revivir por lo mismo que pasó con su madre. 

 

-Lo siento…- murmuró por lo bajo sin dejar de avanzar.

 

La nieve donde antes estuvieron los jacintos azules refulgía en un prístino blanco cubriendo todo el suelo.

 

Un medimago cuestionó su salida, tal cual era su obligación.

 

-Solo daré una vuelta- fue lo que le dijo con media sonrisa que le sabia ajena pues sus músculos perpetuamente entumecidos no reaccionaban con normalidad.

 

Ya afuera en la intemperie, extendió las manos temblorosas para sentir los copos junto con su fragilidad. Tan similar a la propia que le reconfortaba, como la primera vez que los experimentó.

 

-Gracias James…- murmuró al trémulo viento que soplaba tan distante que aligeraba su cuerpo frío sobre la nieve suave. Una amplia sonrisa se instaló en su rostro que mantenía incluso con sus ojos cerrados.

 

Tal vez no dejaría una gran prueba de su existencia tras su salida de escena, más se llevaría gratos recuerdos, emocionantes experiencias y un gran amor que expandía su pecho agradecido por la oportunidad de esa vida que disfrutó al máximo.

 

 

 

FIN

Notas finales:

Cuando planeé esta historia queria darles un final abierto para que ustedes interpretaran si se murió o vivió, sin embargo como es un regalo a un querido amigo, (probablemente me asesine cuando llegue, si es que llega a leer el final ;A;)

Asi que yo espero que para antes de que termine el año subir un epilogo!!

Mil gracias por leer este pequeño fic y si lo disfrutaron puedo darme por bien servida~

Los adoro y espero verlos en un nuevo fic!! <3


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).