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Instituto Houken [Zoro & Sanji] por TenshiNoTsubasa

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Notas del capitulo:

Narra Sanji. 

Sigo en el aseo, intentando no perder los retazos de placer que la boca de Zoro ha dejado sobre mi miembro. Si me concentro, aún puedo recuperar parte de la sensación. Lo noto húmedo y sucio, guardado bajo mi ropa interior. ¿Cómo ha sucedido? Sí, él está borracho, pero yo no y lo he permitido. No sólo eso, lo he disfrutado. Pero es que es innegable que a pesar de su imbecilidad es un chico demasiado guapo.

Me acerco al lavabo y mojo mi cara. Después me seco con la toalla y miro mi reflejo, aún nervioso. Suelto un suspiro y me dirijo a la puerta. La botella, quieren jugar a eso y no sé si estoy para más emociones fuertes.

Salgo del lugar, mirando hacia los dos lados en un intento de escapar de la fiesta. Es la mejor decisión, tengo que irme de aquí, pero justo cuando voy a doblar una esquina para marcharme, me encuentro con Yuta.

—Hey, ¿A dónde vas? —Me investiga con la mirada. ¿Me notará algo raro? Soy un saco de nervios—. ¿Te has enterado? Ahora quieren jugar a la botella y es la única opción que tengo ligar esta noche, aunque sea un mínimo —me coge del brazo y tira de mí—. Venga, seguro que a ti también te viene bien —¿Cómo le digo que yo no lo necesito? Que ya me han sorprendido en el aseo.

Llegamos al dormitorio de los padres de Yuta. Hay una gran cama de matrimonio en el centro, pero a pesar de su tamaño, el cuarto sigue siendo bastante espacioso. Lo suficiente como para que ocho personas estén sentadas en círculo sobre el suelo. En el centro está la botella del demonio que puede arruinarme aún más la noche.

Diferencio entre esa gente a cinco chicas de las cuales sólo me sé el nombre de dos, pero la parte difícil de aceptar es cuando miro quienes son esos tres chicos. Uno de ellos es Ryo, amigo de Yuta y conocido mío. Los otros dos… son Zoro y un amigo suyo. Se me cae el mundo encima. No, no, quiero irme de ahí, pero de nuevo no quiero. Me está pasando lo mismo de antes.

Yuta avisa de que nos vamos a unir y dos chicas se suben al borde de la cama para dejarnos espacio y que el circulo pueda ser más grande. Nos sentamos de forma que yo quedo casi justo al frente de Zoro, le miro y en mi interior espero una mirada de vuelta, pero no llega. ¿Me está ignorando? ¡Sabe que estoy aquí! ¿Es que no se acuerda? ¿O va a fingir que nada ha sucedido?

—¡Hora de comenzar! —exclama Ryo y lleva su mano a la botella—. ¿Me permitís ser el primero? —las chicas ríen y el amigo de Zoro le indica con un gesto de mano que siga. El peliverde parece más ido que aquí, sigue borracho.

Ryo hace girar la botella y le toca una de las chicas que está sentada en la cama, de cabellos coloridos, el tinte no le queda nada mal. Ellas empiezan a aplaudir y los chicos vitorean la situación. Yo permanezco callado, mirando hacia ellos, pero de vez en cuando observo a Zoro de reojo, que no muestra interés por mí, más bien observa la escena como todos.

Al final, después de un rato de timidez, terminan por besarse durante unos segundos. Nada interesante, es decir, comparado a lo que yo acabo de vivir en el aseo.

Ahora es el turno del amigo de Zoro. Hace rodar la botella y justo le toca una de las chicas que quería. La más pechugona, era algo fácil de deducir. Me dan asco. Se colocan en el centro y comienzan con un beso bastante húmedo. Aquello se corta cuando el idiota lleva su mano a uno de los senos de la chica. Ella le aparta la mano y se separa con un pequeño grititio, pero las risas que vienen después demuestran que no le ha desagrado del todo.

Es el turno de Yuta y el pobre tiene la misma mala suerte de siempre. Le toca besarse con el amigo de Zoro. Al principio todos reímos, incluido yo y Zoro. Me fijo en su sonrisa, llena de chulería, pero que le da un encanto especial. Suspiro, deshaciéndome de esos pensamientos y paso una mano por mi pelo. Todos les animamos y ellos se niegan, pero al final termínanos venciendo.  Se colocan en el centro y se dan un leve pico, muy puritano todo.

Lo que más he estado temiendo todo este momento, le toca a Zoro. El chico se acerca un poco torpe a la botella, riendo ligeramente—. A ver quién es la afortunada —se queda un pequeño tiempo callado— o afortunado —dice en tono jocoso eso último y espero que me mire, pero no lo hace. ¿Por qué espero que me dirija la mirada? ¡Es estúpido!

Hace girar la botella y me doy cuenta de que estoy en tensión por si no me toca a mí. Si mi mente tuviera poderes paranormales haría parar esa botella para que me señalara. ¿Por qué estoy deseando algo como esto? ¡No! Me niego rotundamente. Es sólo tu cuerpo, Sanji, que quiere más placer. Zoro es imbécil.

La botella se detiene, contengo la respiración y veo que señala a una de las chicas. Zoro hace un gesto de victoria y se acerca al centro bastante apresurando. La chica mira a sus amigas, bastante nerviosa y se podía ver en su mirada que estaba deseándolo. Normal, Zoro es uno de los chicos más guapos que he visto en mi vida. Otra vez pienso cosas sin sentido.

Ella se acerca a él y Zoro la rodea por la cintura en un abrazo—. No te preocupes, te gustará —le susurra con su típica chulería. ¡Maldito orgulloso! Me muerdo la lengua mientras observo toda la escena.

Quiero cerrar mis ojos, pero no me da tiempo. Cuando quiero darme cuenta están comiéndose la boca. Lo hacen un poco de forma desesperada, con bastante pasión, jugando con sus lenguas en un beso más que húmedo. Las manos de Zoro recorren el cuerpo de la chica y ella tampoco se queda corta con el de él. Rabio de celos y esta vez me da igual no encontrarle explicación. Mis ojos están puestos en eso beso tan sucio y asqueroso. ¿Sabe bien, zorra? Pues es el sabor de mi polla, porque me la acaba de chupar hace unos minutos. Pienso en un intento de sentirme especial y que lo que estaba viendo no me afectara.

Cuando termina al fin, me doy cuenta de que es mi turno para hacer rodar la botella. Estoy enrabiado por lo que acabo de ver y por eso me abalanzo hacia ella rápido. Quiero devolvérsela, quiero que por primera vez desde que ha empezado el puto juego me vuelva a mirar y que lo haga mientras me lío con una de ellas. Mis dedos se colocan en el vidrio y justo el amigo de Zoro habla.

—Hey, ¿El Sanji este no es un santurrón? —mira a Zoro y éste asiente sonriendo—. Pues vamos a ver si lo desvirgamos —da una palmada para que todos atendamos—. Cambio de normas. A quien le toque con Sanji, debe meterse en el armario con él cinco minutos.

Abro mis ojos ante la sorpresa y me quedo mirando fijamente a ese maldito cabrón. ¿De verdad? ¡Me ha jodido todos los planes! Quiero que Zoro lo vea y si me meto en un armario no sólo me tocará hacer algo que no quiero, si no que no tendrá ningún sentido. Me muerdo el labio por dentro y enfadado hago rodar la botella. Ésta lo hace con gran velocidad por lo que tarda más tiempo en detenerse de lo normal.

Veo que afloja y cada vez más. Se resiste en suelo, dando una leve vuelta y me quedo sin aire cuando veo con quien me ha tocado. Zoro. La botella está señalando a Zoro. En ese instante siento que me va a dar un infarto y no soy capaz de desenmarañar la mezcla de sentimientos que hay en mi interior. Felicidad, nervios, decepción, miedo, ¡Ni idea ya!

Las chicas hacen un ruido de diversión, Yuta se queda callado, Ryo se ríe, el amigo de Zoro también mientras golpea a su amigo en la espalda. Por primera vez desde que hemos empezado Zoro se digna a mirarme y no puedo descifrar lo que me quiere decir. No es una mirada mala, ni llena de picardía. Tal vez esté igual de sorprendido que yo. Tal vez esté recordando lo que acaba de hacer y esté avergonzado.

—Zoro, ten cuidado en el armario, no vayas a salir ahora de él —sigue bromeando su amigo con el tema y el peliverde se levanta.

Me mira con algo de ira—. Venga, cuanto antes terminemos mejor. No va a suceder nada, además —se dirige hacia el armario.

Yo obedezco un poco reacio y me levanto, caminando detrás de él. Escucho entonces que el amigo del peliverde vuelve a hablar—. ¡Recuerda! ¡Ten cuidado! —Rompe a reír de nuevo.

Zoro se gira para mirarle—. No sabes el miedo que tengo en el cuerpo de entrar con un maricón como éste —se ríe y abre la puerta. ¿Maricón? ¿En serio? ¿Me lo dice el que me la acaba de chupar entera?

Llego hasta el armario y con un gesto de mano me indica que pase yo primero—. Las damas primero —me susurra con una sonrisilla que le quiero borrar del rostro con una torta.

Entro y veo que el lugar es muy estrecho, me coloco de espalda ante la ropa y pared, apoyándome en esta última y después entra Zoro detrás de mí. Cierra la puerta y la única iluminación que queda es una leve que entra por las rendijas. ¡Estamos demasiado cerca! Siento las piernas del contrario enredarse a las mías y como nuestras pelvis chocan ligeramente frente con frente. Estoy incómodo, quiero alejarme, pero parece que Zoro hace todo lo contrario, ya que siento ahora más su cuerpo cerca de mí. Me oprime contra la pared y puedo ver sus ojos claramente. Me quedo embobado mirándolos.

—Tenemos cinco minutos —habla en voz muy baja, creando con ese tono tan sensual, una intimidad que yo agradezco. Estoy muerto de vergüenza.

—Tranquilo, se acabarán pronto —respondo en un susurro, pero sonando cortante. Él había sido el más borde de la noche, porque yo lo fuera un poco más. Pero de nuevo todas las barreras que había puesto se derrumban ante lo que dice.

—¿Y si no quiero que se acaben? —Está sucediendo lo mismo que en el aseo, hay algo en él que no me permite mantener mi cordura más allá de unos segundos.

Me aprieto más contra la pared, pero es una equivocación, porque ahora me tiene más atrapado. Lleva sus manos a mi cintura y acaricia esta, pega su cuerpo más al mío y puedo sentir la calidez. Me siento protegido, palpo sus músculos y libero un suspiro. ¿Por qué tiene un cuerpo tan perfecto?

—¿Por qué no ibas a querer? —¿Por qué has hablado, Sanji?  Mejor estar callado. Encima aquí no puedo fumarme un cigarrillo.

—Porque sé que esto me va a gustar demasiado —siento su peso sobre mí y ahora sé que ya no hay vuelta atrás.

Nos miramos una última vez a los ojos, una última vez antes de lo que va a suceder. Entrecierra sus ojos y yo por inercia le sigo, entonces siento sus carnosos labios sobre los míos.

El beso es suave, tenue como la iluminación, me está besando con calma y tranquilidad, como si quisiera saborearme. Yo correspondo de la misma forma, deslizando mis labios con ternura sobre los de él. Siento que sonríe ligeramente, atrapa mi inferior entre los suyos y tira ligeramente. Nuestros labios se separan en esa acción, pero no tardamos ni un segundo en volver a unirnos con un poco más de pasión. Sus manos se cierran sobre mi cintura y yo le rodeo el cuello, llevando una al cabello de su nuca para no permitirle escapar. ¿Por qué estoy haciendo esto? Pero es que el beso que me está dando es tan diferente al que se ha dado con esa chica. No es sucio y sin encanto, este tiene magia. Besa de forma delicada y dios Santo, besa demasiado bien. Es como un cachorro.

Me separo un poco de la pared para pegar más mi cuerpo a él y aprovecha ese gesto para rodearme con sus brazos en un abrazo. Nos apretamos y ahora el beso se torna un poco más húmedo. Las puntas de nuestras lenguas juguetean entre ellas, pruebo el sabor del alcohol de su boca y tal vez el de mi propia esencia de hace un rato. Trato de olvidar el beso que se ha dado con esa zorra y sigo bebiendo de sus labios como si me dieran la vida. Él actúa del mismo modo y cuando queremos darnos cuentas estamos sumidos en una pasión irrefrenable. Nuestras lenguas se pelean, pero con ternura, nuestros labios se abarcan y el calor aumenta. No sé cuánto tiempo llevamos así, pero no nos hemos separado ni un momento.

Siento mi bulto rozar con el suyo y noto que se le está poniendo dura como a mí. ¿Le excito? Esa es la mayor prueba de que sí ¿No? Eso me genera unos tontos nervios de primerizo. No sé porque lo hago, pero meto mi mano entre nuestros cuerpos y con ella busco el bulto del peliverde. Lo acaricio por encima de la ropa, sintiendo su grosor y pienso que nunca se va a terminar. Dios mío, es demasiado grande, has dotado a este chico con todo.

Acaricio con más fuerza y él libera un suspiro sobre mis labios. Le gusta. Intento abarcar más con la palma de mi mano. Puede que ahora fuera mi momento de devolverle lo que me había hecho en el aseo. Seguimos con el beso, pero justo alguien golpea con fuerza la puerta del armario.

Nos separamos velozmente, a regañadientes, eso sí, jadeando ligeramente. Nos da tiempo a mirarnos una última vez. Él se coloca a mi lado y le dejo espacio, miramos al frente y las puertas se abren. Nos encuentran de forma normal, como si nada hubiera pasado. Zoro lleva en su rostro la misma cara de mala leche y sale soltando un bufido.

—¡Qué mierda más aburrida, tío! Vámonos de esta fiesta, ya me he liado con la que quería —y con prisas se marchan de allí, riéndose de toda la situación.

Yo sigo en el armario y ni si quiera sé bien que ha ocurrido. Ya no sé si esos besos eran reales o no. Tal vez me los haya inventado. Salgo y sé que mi cara no es como la de Zoro, que en la mía se puede leer que algo ha pasado, pero nadie en la sala es lo suficientemente inteligente.

—Y-yo ¡También me voy! —le digo a Yuta de forma nerviosa y salgo corriendo de allí. 

Notas finales:

¡Espero que os haya gustado este capítulo! Aviso que el siguiente será más hot~ 

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