XII
El gobierno Británico Holmes siempre trataba de ser imparcial en cualquier situación, momento y hora. No importaba mucho con quien se encontrara, cuando o porque, su trabajo era fácil visto desde cualquier punto de vista. Ser la balanza de la política y dar a cada quien lo justo le daba cierta gratificación interna. Las cosas en su lugar, donde deben ir y con quien deban ir, era su trabajo. Nada más y nada menos.
Se encontraba en uno de esos días atareados, ciertos países de habla alemana y francesa se encontraban al borde de una disputa económica, y podría considerarse de mal gusto que ese mismo día China y América del Norte tuvieran problemas con los TLC, mientras tanto tenía la obligación de cuidar a su hermano las veinticuatro horas puesto que al parecer se había enojado con John y cuando eso pasaba lo único que se esperaba de ello eran problemas y su loca manera para llamar la atención, ahora lo que le había puesto la cereza a su pastel de porquerías era la llamada de su madre rogándole que fuera a verla con Sherlock este fin de semana o que se prepararan para lo inesperado ¿en serio?- esto no podía ponerse peor.
Pasaron un par de malos días más, entre juntas, papeles y café, sin darse cuenta del todo, el fin de semana llego y a Mycroft no le quedo de otra que redactar una breve carta a su madre sobre lo ocupados que se encontraban en este momento y la mediocre disculpa de que su cita se pospondría para otro momento, menos grave y con más tiempo. En resumen: no estés molestando; Sin embargo no le fue tan bien como esperaba, su madre llego a la ciudad con un único aviso de su llegada y aunque sabía perfectamente donde podría estar cada uno de sus hijos prefirió ir a dar un espectáculo a Scotland Yard diciendo que era una pobre anciana de pueblo que se había perdido en una enorme ciudad buscando a sus bebes. El ingenio, su manipulación y su espectacular manera de actuar (no por algo era la madre de Mycroft y Sherlock) la llevaron directamente con el detective en jefe y aunque lo escucho un par de veces decir: “esa no es mi división” logro convencerlo para pasar una linda tarde. – Mi hijo mayor es un trocito de pastel lleno de amor, trabaja muy duro y me parece que se emplea en algo de la política, no tengo muy bien entendido en que (mentira) y el menor es todo un gatito rebelde pero con tan buenos sentimientos como su santidad. ¡oh! Inspector si los conociera los amaría tanto como yo ¿podríamos pasar a la tienda de pasteles? Quiero llevarle unos a mis bebes, son tan lindos por cierto ¿Cuál dijo que era su nombre? Ya… Gregory Lestrade cierto, ¿Puedo llamarlo Gregy? ¿Está casado? El amor es tan bonito cuando se sabe corresponder, muchas mujeres se aburren del mismo hombre cuando creen que ya no las aman o por el simple hecho de salir de la monotonía, ¿tiene hijos? Seguro que no, no tiene cara de serlo pero si sería uno bastante bueno, yo se lo aseguro de todo corazón. Oficial no se sienta mal si llega a suceder el peor de los infortunios en su matrimonio que mi familia y yo no le deseamos por supuesto, pero hay que ser realistas de vez en cuando ¿no le parece? Pero si usted quiere, tengo un hijo soltero maravilloso si usted fuera gay no me molestaría que salieran juntos, tan bonita pareja que harían, me gustaría que mi hijo tuviera la suerte de enamorarse de alguien tan trabajador y atractivo – Lestrade se sonrojo pero rio fuertemente, no se imaginaba saliendo con un hombre y la idea en si le pareció graciosísima, la señora siguió hablando un par de horas más cambiando de tema a sus hijos y los buenos que eran y aunque a Lestrade a veces le parecía en verdad molesta también se le hacía un persona muy amable y a su manera simpática le recordaba brevemente a su propia madre y se despido cordialmente de los ancianos en uno de los barrios más lujosos de todo Londres obteniendo un mil halagos por parte de los dos y un mil de agradecimientos.
Cuando el automóvil del oficial desapareció el mismísimo Mycroft fue a recibirlos no parecía muy feliz de verlos y tampoco lo estuvo cuando mami se expresó de tan maravillosamente del Inspector Lestrade que los atendió y les sirvió de guía turístico mientras sus hijos estaban ocupados “pobre hombre” exclamo su madre a su padre muy preocupada sin importarle si su hijo mayor los escuchaba o no “no tuve la delicia de analizar a la esposa del inspector pero no me cabe duda de que le es infiel, le va a romper el corazón cuando se entere, tan buena persona que es el sujeto”- al escuchar el pelirrojo también sintió aquel dolor que le provocaría a Lestrade descubrirlo y lamento con cierta tristeza y empatía por primera vez la ignorancia de un hombre tan respetable como el detective, se hizo una nota mental de hacerle un favor y decirle que su esposa le era infiel como advertencia y no se había dado cuenta en que momento tenía en tan alta estima a DI, seguramente sería una buena forma de agradecerle por sacar a su hermano de las drogas.