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Amor imposible por Huitzil

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Notas del capitulo:

Actualizo pronto y muchos capitulos a la vez.

XIV

La gran cena había llegado, le llevo a su esposa un ramo de lilas (sus favoritas) y pidió reservación en el mejor restaurante que conocía, casi vacío su cuenta bancaria para llevar dinero para esa noche pero no le importo mucho, quería recuperar a su esposa a como diera lugar e incluso le había comprado un lindo anillo de plata de esos caros que costaban más de la mitad de todo su salario de un año, el sacrificio fue mucho sin embargo estaba convencido de que era el mejor plan de todos para tratar de hacer las paces con ella.

Mycroft se encontraba hablando por teléfono y debía ir en persona averiguar sobre una reunión que se llevaría en secreto para tratar de realizar un levantamiento en contra de la corona Inglesa propuesta por un subordinado (por eso la desconfianza al personal)  y tenía que conocer en qué términos se llevaría dicho plan, el lugar no era de sus preferencias y ya que nadie que no fuese su majestad le conocía realmente el solo pasaba como chacho o perro político de los demás, estaba seguro que no llamaría la atención de nadie.

Lestrade llegó temprano al restaurante, se veía guapísimo con su esmoquin negro y sus zapatos de igual color, algunas mujeres le miraron con lujuria ya que no era un tipo feo, los años en la policía y gimnasio le habían otorgado un buen físico y era simpatiquísimo. Se sentó en su mesa y  pidió una botella de champagne. Jugo con sus dedos y espero paciente a que ella llegara, checo el menú pero le pidió al mesero más tiempo en lo que llegaba su dama.

Mycroft se encontró sentado en la barra del bar disimulando ser un tipo más que gracias a su capacidad no llamaba la atención de nadie, lo suficientemente cerca para oír, lo demasiado lejos para no ser descubierto y pidió un simple Martini con hielo, su mirada brillo cuando se percató que llegaba el líder junto con un par de sujetos más de la banda que planeaba levantarse en armas contra la reina. Pobre idiota, Mycroft tenía todo ampliamente calculado.

Pasaron dos horas, una conmoción surgió en un bar cercano pero eso no molesto a Lestrade de todas maneras siempre en los bares pasaba algún contratiempo y la esposa de Lestrade se dignó a aparecer, llevaba un vestido negro ajustado como el de la última vez y su cabello estaba un poco alborotado y el maquillaje desacomodado, ella hizo una mueca al verle y se sentó de mala gana sin saludarlo pidiendo que cambiaran la botella de champagne por una bebida más fuerte. Lestrade fingió que todo estaba bien, le sonrió, le pregunto cómo le había ido el día, alago su vestido y como siempre agrego que se veía hermosa, su esposa soltó un suspiro y hablo al fin, confeso al moreno que ya no sentía lo mismo que en la boda, que le quería pero que ya no lo veía como un hombre y que sus intentos por acortejarla en lugar de honrarla la exasperaban y molestaban, que ya no le amaba y le pido el divorcio. La botella llego y sirvieron dos copas, ella dio un trago y tomo de la mano a su esposo, se disculpó y le sonrió pidiendo que la comprendiera pero que ya no le amaba, se fue sin decir más.

Mycroft glorioso prefirió quedarse en el bar un momento más para asegurarse que nadie más perteneciente a la banda llegaría, aunque era improbable porque ya se habían llevado a la mayoría y serian interrogados por personas capaces y desalmadas. Se había armado un revuelo cuando los agentes encubierto los acorralaron pero todo se controló enseguida y se llevó con tal discreción que ni la policía sospecho de lo que sucedió.

La esposa de Lestrade se marchó y él se quedó en ese restaurante caro en completa soledad, pidió un bocadillo como si nada y se terminó la botella, Anderson llego junto a Donovan no porque los hubiese invitado sino a petición de Sherlock y Watson, al preguntarle qué había pasado con la cena romántica, Lestrade se hizo el desentendido y excuso a su esposa con que un familiar se encontraba enfermo y ella había tenido que ir a socorrerlo, no lamentaba su ida. Les dijo que si querían ir por un trago al bar cercano, Lestrade se veía un poco ido y ebrio pero lo suficientemente cuerdo para pagar y marchar. 

El mayor de los Holmes estaba por terminar su bebida y dispuesto a pagar cuando vio a un hombre ebrio entrar tomado del brazo de otro por la puerta, se reía por algo que le contaron o que dijo muy seguramente lo último  y cuando le vio le pareció tan perfecto como la última vez a lo que decidió quedarse para convencerse de que estaba siendo un poco condescendiente con sus sentimientos.

Estaba tan dispuesto a probarse a sí mismo y a encontrar todos los defectos que Gregory Lestrade podría representar en este momento que los enumeraría, los dividiría alfabéticamente, los acomodaría por incorregibles e insoportables, pondría de ellos un moño rojo y se los enviaría así mismo para recordarse porque el tener alguna clase de emoción por una persona era incorrecto y hasta vulgar y entonces…

Lestrade se tropezó y cayó al suelo.

Pero por alguna razón al verle tan despreocupado e inocente en el suelo riendo a fuertes carcajadas no pudo sino que pensar que ninguna sonrisa jamás se había visto tan hermosa como esa y su corazón latió fuertemente, soltó una sincera risita disimulada ante todo, no había reído de placer por algo desde hacía bastante y se quedó disfrutando de todo lo que el inspector le podía brindar. Greg se puso de pie, había tirado algunas copas y entre ellas la copa de Holmes, el ultimo no le dio importancia ya que su traje no se ensucio por su capacidad de prever los movimientos del moreno, solo se alejó un poco más era  apreciando que el traje negro que llevaba puesto el inspector le quedaba de mil maravillas, entallaba su masculina figura, se veía más jovial y simpático además de que le daba un aire de galantería y coquetería infinitas.

De un momento una canción se escuchó en el lugar, Lestrade intento bailar pero tan pronto como empezó, termino, miro a todos los que le veía se burló de todos su mirada café, ardiente y sensual se cruzó con el insípido azul frio calculador de la mirada del mayor de los Holmes pero en lugar de desviar la mirada como siempre hacia, la sostuvo con fuerza y determinación, le saco la lengua enseñándole el dedo de en medio para concluir con una sonora burla hacia el político. Su sonrisa era hermosa y simpática, algo juguetona e infantil, se sentó resignado mientras sus compañeros lo abandonaban seguramente estaban hartos, le habían suplicado que salieran de ahí pero el cano insistió tanto en quedarse que se cumplió su voluntad aunque fuese completamente solo.

  XV

Lestrade se puso de pie tambaleándose un poco y choco con un par de mesas más, se encontraba completamente ebrio, insulto a un grupo de personas. Hablaba rápidamente y aunque la mayoría de lo que decía eran incoherencias, sus incoherencias estaban bien fundamentadas o por lo menos eso le pareció al hermano de Sherlock quien por más que quería no podía apartarle la mirada al inspector, se sentía hipnotizado no le importo cruzar un par de veces la mirada con el cano que comenzó a caminar hasta donde estaba. Finalmente llego donde Mycroft. Llevaban rato mirándose, el egoísmo y la soledad que demostraba el inspector cautivaron de alguna manera la total atención de todos sus dotes y capacidades del político quien le vio sentarse a su lado, el detective seguía sonriendo, tomo la copa aun viendo que Mycroft la sostenía y bebió su contenido.

- No has dejado de verme desde hace rato ¿me conoces? – pregunto arrastrando las palabras el detective.

- Al parecer la cena con su esposa no fue tan bien como esperaba ¿le pidió el divorcio?- Pregunto Mycroft con toda la caballerosidad posible por un momento le pareció que el detective le reconocía pero parecía que no sabía ni donde estaba, Lestrade asintió con la cabeza sin mirarlo y pidió con la mano dos cervezas y dos dobles de Bourbon al dueño del bar quien le atendió brevemente y este siguió bebiendo como alma que lleva el diablo, invito un trago al pelirrojo pero al negarlo Gregory solo levanto los hombros y se bebió la parte que le correspondía al otro, fue entonces que pidió la botella entera de Bourbon, parecía ignorarlo y cambio de conversación – No debería beber tanto ya no es un chico de dieciséis -  

Greg levanto una ceja y risueño contesto - ¿Quién eres, mi madre? – rio tapándose la boca con la mano dirigiéndole una mirada agraciada  - ¿Te cuento un secreto?- dijo el cano hablando con el pelirrojo, Mycroft contesto positivamente moviendo la cabeza y encendió un cigarrillo - Nunca le digas a los Holmes o a Watson, bueno… ni los conoces pero si los conoces no les digas porque se burlarían de mí, pero yo… bueno yo la quería de verdad y sabía que me era infiel pero eso no quitaba que la quisiera aunque sus besos me sabían a arena y ya no hacíamos el amor, quería que estuviera a mi lado por siempre –

Mycroft había escuchado claramente al detective hablar, sintió de nueva cuenta un pinchazo en su pecho al saber que el detective estaba ebrio por esa mujer que ni se lo merecía y como había previsto su madre se le rompió el corazón a Gregory; pero a pesar de eso no le pareció para nada educado que Lestrade les tuviera en tan mal concepto, nadie se burlaría de una desgracia así y mucho menos él quien le respetaba enormemente - ¿en verdad cree que se burlarían de usted?- pregunto, bueno quizá Sherlock un poco, aunque no sería burla en su totalidad solo sería un simple y orgulloso “te lo dije” así que no contaba como burla.

- No les conoces amigo, en absoluto, me advirtieron tantas veces que me era infiel y yo por estar jugando a la familia feliz no les hice caso ¿crees que no se reirían de mi al darse cuenta? y mírame… – se sirvió lleno la copa del wiski que le quemaba la garganta perdiendo poco a poco la noción de lo que pasaba – Me dirían: “te dije que te era infiel, eres un idiota” y ¿sabes? Tendrían razón y estoy cansado de ser el idiota en el grupo. Oh… mira ¿no es una preciosura?- pregunto dejando el tono de voz amargado que no pasó desapercibido por el Holmes mayor, viendo que sacaba algo de un estuche negro de terciopelo - Hermoso, puro, brillante y tan malditamente perfecto. Esto no lo debería tener una persona tan asquerosa como yo, pero… - Gregory tomo de la mano a Mycroft quien sorprendido estuvo a punto de retirarla pero la dejo ahí al sentir la calidad del contrario y se relajó al verlo. Las manos ajenas temblaban, se le veían desgastadas, cansadas, tenía callos por el uso del arma y cicatrices, aun asi sus uñas estaban limpias y nunca ningún agarre le había parecido tan placentero y le había transmitido una corriente eléctrica de alegría aunque no podía sentirse más desdichado por la tristeza de Lestrade y vio más de cerca sus facciones – no sé cómo, pero mira nada más. Se te ve fantástico… quédatelo, vale más de lo que ganare en estos meses pero quiero que te lo quedes. Te has quedado con alguien a quien nadie ama y al que todos detestan, es tu recompensa, vamos tómala y no me la regreses iba hacer un bonito detalle para ella pero no se lo merece, no quise ni dárselo… olvídalo, quédatelo o tíralo haz lo que quieras con eso.- Lestrade le soltó y Holmes extraño su calor, el cano bajo la mirada parecía que iba a llorar y Mycroft no soportaría verle derramar una lagrima por una adultera aunque no entendía el porqué.

- Me gusta… - dijo con un tono de voz suave, sincero, cariñoso, como si le hablara a alguien importante porque sentía que hablaba con alguien importante –Gracias – y le sonrió, casi nunca agradecía las cosas de corazón, no le gustaban los regalos de las personas le parecían hipócritas y como pago les devolvía la hipocresía de igual manera, con una sonrisa falsa y nada más. Se sorprendió al notar un leve sonrojo del detective quien le devolvió la sonrisa más hermosa que había visto y siguió bebiendo sin ser interrumpido por un consternado Mycroft Holmes que solo se dedicó a mirar como el inspector se hundía en una depresión por culpa de una mala y odiosa mujer.

XVI                                                                            

El pelirrojo en ningún momento dejo de mirar a Lestrade, su cabello, sus orejas, sus mejillas, sus ojos vidriosos, sus cejas pobladas, su perfil, algo de entre toda esa obra de arte llamo su atención, los labios. Parecían suaves, tersos y ese color rosado le recordó a alguna fruta exótica, tuvo unas incontables ganas de acariciarlos con las yemas de sus dedos para comprobar su textura y se recrimino mentalmente por querer probar de ellos porque ningún Holmes pensaba en otro ser vivo, mucho menos un ser humano para hacer algo tan primitivo como un acto carnal, era por mucho una acción estúpida.

Escucho otro suspiro, quería huir de los encantos del detective pero era demasiado tarde, su cuerpo no respondía a las órdenes directas que le daba la razón y se quedó sentado en el mismo lugar con música ligera de un bar cualquiera, fingiendo ser un hombre cualquiera.

XVII

No pudo contenerse al ver como Gregory soltaba otro largo suspiro terminándose el Bourbon sin saber exactamente porque le tomo de nuevo la mano con cariño cuando estaba por pedir otra botella. No era justo que por una arpía con vagina Lestrade se la estuviera pasando mal aunque era claro que Mycroft no sabía cómo debía consolar a una persona. Las etiquetas ordenaban que el contacto físico era algo muy favorable, su padre les daba un abrazo de niños y mágicamente el dolor desaparecía aunque con forme fueron creciendo el truco perdió su encanto y nunca más los hijos Holmes lo utilizaron,  sinceramente nunca espero tener que utilizar algo tan estúpido como un abrazo, ¡Dios no! tacto físico era lo que menos necesitaba de las personas ¡las repudiaba! pero al observar a alguien tan vulnerable como al niñero de su hermano la opción le pareció simplemente la más factible, tenía que reconocer en parte que estaba desechando las demás ideas solo por el simple hecho de “querer” saber cómo se sentía tocar al inspector.

XVIII

En un acto impropio, impulsado por algún mecanismo desconocido suyo y aprovechando la cobija de la obscuridad, Mycroft Holmes jalo del brazo a Lestrade tomándolo por sorpresa, le tuvo entre sus brazos sintiendo como el otro se crispaba. Olía delicioso, no solo por el aroma dulzón y jovial que soltaba el detective sino por esa esencia natural que jamás había percibido ni en las mejores perfumerías del mundo.

Greg no se movió, le miraba confundido.

Mycroft solo se separó unos milímetros.

Se acercó peligrosamente a los labios del detective sin planearlo, su respiración pareció acompasarse a la otra, solo le basto inclinarse un poco más para besarle tiernamente encogiéndose de hombros y cerrando los ojos, esperando contagiarse con algo de magia que tenía Lestrade.

 XIX

Fue algo espontaneo e incluso torpe y en definitiva ningún momento tan ridículo le había parecido jamás tan perfecto. Toda una vida buscando la perfección y resultaba que existía en una sola persona, se sintió como si todo estuviese preparado, de una loca manera actuado y ensayado para que resultase de esta manera y lejos de molestarlo le pareció perfecto, a pesar de que el detective le respondió con una fuerte bofetada seguido de lágrimas y una huida atropellada a la salida del bar.

No mentiría… se lo esperaba y valía completamente la pena haberlo hecho.

Notas finales de la autora: 7u7 ese Gregy-boy si bien que le gusto aunque lo niegue.

 

En estos capitulos me inspiro mucho una canción de los malditos autenticos decadentes de "loco" no me culpen, no todo es de lesbianos en mi vida :D espero leerlos mas pronto de lo que me espero

 

XX

- Ese hombre parece solo dar problemas – menciono el dueño del bar viendo marchar al cano tambaleándose un poco, no había notado el beso del Político y si lo vio no pareció importarle mucho y continuo hablando para terminar con su oración recogiendo la botella vacía del Bourbon y seguir trabajando – solo espero que este bien, es muy noche y estas calles pueden ser muy peligrosas para alguien con el corazón roto – Mycroft vio que el sujeto hablaba con sinceridad y pesar, conociendo por experiencia más que nadie a personas derrotadas como el detective, a lo que simplemente pago las bebidas incluyendo la botella y se fue.

XXI

Lestrade estaba a fuera, comenzaba hacer frio y parecía que iba a llover. Estaba llorando y no por que el desconocido le hubiere besado (aunque no se lo esperaba) sino que un lado suyo pensó que había sido para burlarse y le dio tanto miedo saber que ese pequeño rose de labios le provocó una oleada de placer que nunca en su vida había sentido e inicio un debate interno al tener plena conciencia de que se lo proporciono un hombre y fue ahí cuando comenzó a llorar, al creer que ese sentimiento era solo una burla. Aterrado y confundido se siguió caminando sin saber absolutamente nada, dejando que el frio le arrullara y así se hubiera seguido sino fuese porque un automóvil negro se detuvo en la acera, abriéndosele de pronto una puerta que le invito a pasar sin hablar, se limpió las lágrimas, creyó saber de quien se trataba aunque desecho la idea por parecerle ridícula, en otro momento se habría abstenido pero esta vez mansamente accedió sin reparo alguno.

- Hey, el tipo del bar otra vez – dijo sin molestia.

- Exactamente. Permítame llevarle a su hogar –

- ¿Hogar? No gracias en ese caso prefiero caminar, valla usted a su hogar señor… ¿Cuál me dijo que era su nombre? No logro recordarlo –

- Porque está claro que no se lo dije y eso no importa en lo absoluto ya que usted posee la información suficiente para saber quién soy, lo que me importa es que parece que el beso no le molesto sino que le entristeció ¿Por qué? –

Lestrade bacilo y no volvió a ver a la cara al desconocido por vergüenza, quizá fuera por ello que no reconocía al hermano de Sherlock a pesar de tenerlo tan de cerca – Porque…

- Yo no me burlaba de usted – interrumpió de manera impropia el pelirrojo y se acercó más al detective acorralándolo contra el asiento de piel fina y la puerta de salida, sus respiraciones se acompasaron lentamente y no se podía escuchar nada más que el silencio de una ciudad como Londres ¿Por qué alguien que tenía todo el poder del mundo y todo el dinero para vivir una eternidad en la comodidad se atrevía a querer algo tan simple como a otro hombre?

- Yo no dije que…

- Usted me agrada detective y no soy persona de exteriorizar sentimientos ni de pedir las cosas que me gustan – Lestrade sintió como la mano contraria se depositaba en su entrepierna con descaro, culpa del alcohol o  por su sorpresa de que le acortejara un hombre no reacciono como hubiese reaccionado en otro momento. Se quedó como un tonto viendo los centellantes ojos del contrario, se perdió en esa sonrisa ladina y reconoció al hombre que se hallaba frente suyo ya que jamás confundiría ese mortal brillo de orgullo e inteligencia que solo los Holmes poseían – Si quiere detenerme hágalo ahora porque no creo poder dominar con mi buen juicio estos instintos que me tienen loco por usted –

XXII

 

Fue así como Mycroft movido por algo a lo que se creía inmune volvió a besar al inspector, pidió acceso con su lengua a entrar a la cavidad del otro sin obtener resistencia, se complació al saber que la boca del inspector sabia tan dulce como se la había imaginado y que muy al contrario de lo que esperaba el DI se encontraba tan atascado en alcohol que seguramente todas sus defensas o barreras mentales estaban bajas y pudo romperlas sin prejuicio alguno.

Mycroft Holmes no entendía del todo lo que le pasaba, no estaba preparado para amar, había estudiado bastantes libros por bastante tiempo sobre la conducta humana pero ninguno de ellos se comparaban con la experiencia de tener a alguien entre tus manos, probando su dulce saliva y deleitándose del delicioso aroma que expedía, besarle ya no le satisfacía, quería más, quería probar la sal de su piel, escuchar más de aquella suave melodía que hacían los gemidos y suspiros de Lestrade cuando le tocaba, quería unirse al inspector y volverse uno solo así que rápida y cuidadosamente el pelirrojo había retirado al inspector de su saco y comenzaba hacerlo con la camisa blanca exponiendo el pecho apiñonado del detective y paso sus manos sobre el mismo lenta y cuidadosamente queriéndose gravar mentalmente su textura. Le miro y sediento de aquellos labios volvió a ellos.

XXIII

Greg se encontraba extasiado de aquellos labios expertos y de aquella suave lengua ¿realmente un hombre podía ser tan suave y cálido como una mujer? Se preguntó sintiendo como el pelirrojo llevaba sus manos a su nuca para profundizar el beso – Gregory…- murmuro el desconocido con su voz grave en un susurro vertiendo un sentimiento de excitación en el detective, sin saber cómo es que las palabras que salían podían hacerle feliz, quería entender este sentimiento que comenzaba a embargarle, que comenzaba a ahogarle.

Comenzaron a desvestirse en el asiento trasero del automóvil, el mayor de los Holmes quedo arriba de Lestrade y le miro, se veía tan perfecto jadeando y tratando de tomar aire después del beso, ofreciéndose a todos sus encantos a pesar de que era más que elemental que era la primera vez del Detective, su inexperiencia y torpeza lo delataban totalmente, aunque eso sí, muy cooperativo.

- ¿Ya sabe quién soy Inspector?- pregunto roncamente Mycroft Holmes excitado pero sin perder sus buenos modales. Lestrade solo asintió con la cabeza llevándose la mano a la boca cuando sintió como el otro le acariciaba su pene y bajaba sus pantalones para engullir todo el miembro de Lestrade arrancándole un fuerte gemido.

- es-espera, n-nha…no te lo metas yo….- y su espalda se arqueo hacia tras sintiendo el placer expandido que le daba el alcohol. Holmes subía y bajaba con esmero degustándose de tan magnifico sabor salado – Aaah ¡Jod…!-  las manos suaves del otro subían y bajaban sobre su tronco, la boca le brindaba fruiciones que jamás imagino vivir, apretó de los cabellos rojizos al hombre que seguía haciendo su tarea con escrupulosidad – me voy a venir – murmuro encogiéndose para separar el rostro del pelirrojo y alejándolo pero ensuciándole de todas maneras, se estremeció al darse cuenta que había tenido un sonoro orgasmo y seguía corriéndose.

Mycroft a pesar de que era muy calculador, limpio y pulcro y de todas  sus “planeadas” y bien ejecutadas deslizadas para el sexo con intereses de por medio, siempre exigía que sus amantes varones nunca le eyacularan y de preferencia que tomaran un baño antes de llevar el coito, odiaba la mugre y los olores corporales sin embargo estar embarrado de la esencia de Lestrade no le molesto en absoluto.

- ¡Lo siento tanto!- grito avergonzado Gregory quitándose su saco y limpiando con el él rostro pecoso del otro – No creí que…- se aseguró de no dejar ni un solo residuo en el rostro ajeno y la ropa.

- No importa – murmuro el político confundido, era la primera vez que decía eso ¿Cuándo se convirtió en alguien a quien no le importaba algo? Tan calculador y perfecto, tan obsesivo y métrico ahora… no importaba, con Gregory Lestrade no importaba por que estaba perdidamente enamorado del mismo.

XXIV

-¿está dispuesto a continuar? Ya no hay vuelta atrás - Lestrade extendió los brazos para rodear al pelirrojo.

-  Quiero hacerlo, total ¿Qué importa? – gimió al sentir los dientes del otro sobre su cuello morder fuertemente. Gimió fuertemente sin contenerse, saber que su esposa le había dejado que ya no le quería y que todo cuanto había hecho fuese en vano le daban el valor suficiente como para hablarle al temible pelirrojo Holmes - porque no encuentro nada que me hiciera más feliz que tú, a quien siempre admire me tome a pesar de ser simplemente un policía, sin embargo debo preguntar ¿estarías dispuesto a detenerte? –

Mycroft se sorprendió y no solo ante esta pregunta sino por saber que Gregory Lestrade le tenía en buena estima, le hizo completamente feliz saber ese estúpido detalle. Seguramente sonreía como un idiota, se acercó al rostro moreno del otro y movió negativamente la cabeza – no me detendría llegando a este punto aunque la mismísima reina de Londres me lo pidiera, aunque nunca espere que quisiera llevar el papel de una mujer en una relación entre hombres, me lo imaginaba defendiendo su masculinidad –

- Como hombre en la cama soy un asco pregúntele a mi esposa quizá empleando otro papel pueda ser mejor –

- Usted siempre será el mejor para mí, no importa que papel desempeñe y no importa lo que su “ex”esposa piense, llevo de conocerle el mismo tiempo que ella y le sé más de lo que se imagina, sus secretos no son más que juegos para mí, porque le quiero y cuando quiero algo lo quiero con todo lo que me pueda ofrecer -

XXV

Lestrade al fin sonrió de medio lado conmoviendo el corazón del pelirrojo y fue así como Mycroft Holmes lentamente comenzó a adentrarse dentro del otro arrancándole un sonoro grito de dolor. Lestrade apretó con fiera rudeza los hombros del hermano mayor de Sherlock, su entrada no había sido creada para introducir en ella algo y sentía con incomodidad evidente como el otro acariciaba sus paredes internas con su enorme miembro, quiso tenerla fuera cuanto antes, que se saliera y le dejara con su dolor pero se odiaba tanto y de tal manera que creyó que eso era lo que se merecía por ser un mal hombre, un pésimo esposo y un cobarde.

- tranquilo… - murmuro la voz de Mycroft con cierta paciencia y confort para el otro – No eres nada de eso, solo relájate un poco más- Lestrade estaba llorando y con la voz cortada logro articular un simple y llano pretexto – permíteme ayudarte, no se concentre en el dolor, concéntrese en el placer, concéntrese en mí, inténtelo Inspector –

- Greg…

-¿disculpe?

- Llámame Greg–

- Esta bien Gregory, voy a empezar a moverme dentro tuyo ¿listo?- el otro lo miro asustado y no dio una respuesta hasta que el pelirrojo ya se estaba moviendo, estar en un automóvil en movimiento en verdad era incomodo pero sintiendo las suaves manos del otro acariciándole y aquellos labios besándole le hicieron sentir bien nuevamente, alguien que es deseado, querido y hasta amado.

- te quiero Mycroft, te he querido desde siempre – murmuraron sus labios temblorosos a la luz de la luna que les miraba a través de los cristales del vehículo en el que viajaban mientras seguía siendo embestido por el hermano de Sherlock.

XXVI

A la mañana siguiente Lestrade despertó en la suite de un hotel, no sabía que carajos hacia ahí y tampoco recordaba nada congruente eran recuerdos vagos y sin sentido de su esposa diciéndole que no le amaba, recordaba a Donovan y ya nada más que un par de copas. Sabía muy dentro que no debía emborracharse pero el coraje pudo más y ahora se encontraba en quien sabe que parte del mundo con una maldita resaca. Quiso levantarse pero sus músculos adoloridos confirmaban que no había ido simplemente al hotel a pasar la noche para descansar, se sintió como el hombre más asqueroso del mundo por pagarle a su esposa con la misma moneda.

Se levantó de la cama pero en cuanto sus pies tocaron el suelo calló rápidamente, el dolor de caderas y de piernas era más que evidente y aunque orgullosamente él se creía un hombre muy potente en la cama nunca en su vida ni de adolecente le había pasado algo igual, se miró complejo las piernas y las entrepiernas para notar aquellos moretones extraños que se le habían formado sin mencionar que algo pegajoso se escurría por ellas. Un poco atormentado y por completo adolorido logro ponerse de pie para llegar al baño, ahí se encontró con su imagen acabada y se asustó de ver en su cuello lo que parecía una marca rojiza muy visible. “¡mierda!” exclamó horrorizado “¡mierda, mierda, mierda!”- quiso que se lo tragara la tierra y esa punzada de dolor en su parte baja le confirmo lo inevitable “¡Mierda me acosté con un hombre! ¡Carajos! ¿Cómo fue que tan fácilmente me revolqué con alguien? Joder ¡Bravo Gregory Lestrade! Tu madre estaría orgullosa” y mientras pensaba eso no se percató de que tenía el tiempo golpeándole en la nariz hasta que su celular sonó.

- ¡Jefe! ¿Dónde diablos esta? – Sally preguntaba preocupada -¿sabe la hora que es? El supervisor ha estado como loco buscándolo todo el día y nosotros no podemos darle más excusas ¡Tiene que mover su trasero de donde quiera que este y venir a la Yard cuanto antes!- Lestrade se golpeó con la palma de la mano la frente y solo atino por contestar positivamente y abrir la llave del agua.

 XXVII                                                                                                                                          

Su día fue alguna clase de mezcla entre amargo, confuso y agotador, además de que vergonzoso al no poder sentarse o caminar como otras tantas veces. No sabía cómo los hombres disfrutaban tanto de acostarse tanto con otro de su mismo sexo si terminaban tan adoloridos ¡Lo odiaba! Pero lo peor no era eso sino los constantes bombardeos de preguntas que le lanzaron sus compañeros al verle la marca rojiza en su cuello, fue en verdad incómodo tratar de poner una excusa buena que seguramente no se creyeron. Su resolución fue mandarle un mensaje a su esposa de que no llegaría a dormir y se excusaría con todo el trabajo que tenía en la oficina, iría a casa cuando su mujer no estuviera y saldría antes de que llegara. Era un plan perfecto hasta que la prueba de su infidelidad se borrara. Mientras rezaba al cielo que le ayudase para no tener que encontrarse con ninguno de los Holmes.

XXVIII

Le basto con saber que el trabajo le reconfortaba y que la persona con la que paso la noche no apareció, debía ser un personaje lo suficientemente rico para pagar una suite pero lo suficientemente inteligente como para irse sin decir adiós. Y mientras daba un sorbo a su café cargado con el doble de azúcar y doble de café que de costumbre, recordó el anillo que le iba a dar a su esposa pero que se guardó con sus sentimientos y con sus ganas gritar ¿Dónde lo había metido? Lamento en verdad mucho esa perdida y durante todo el día estuvo como ido y actuaba como si no estuviera trabajando, se sentía cansado, fatigado y sin ganas de hacer absolutamente nada que no tuviera que ver con Bourbon.

XXIX

Fue gracioso como después de una semana por la noche Mycroft Holmes lo abordo, se estaciono frente a la acera y abriendo una puerta le invito a pasar, el cano sintió un extraño dejavu y, antes de entrar sopeso un momento la idea, no le parecía de todo correcto estar con un Holmes a solas y más si este le producía pensamientos confusos – prefiero caminar gracias – dijo amablemente pero el pelirrojo solo extendió la mano en una cordial invitación para que entrara y este acepto sin más.

- Buenas noches Inspector, disculpara usted que le aborde de esta manera pero no me apeteció subir a la Yard ya que a veces me inclino a pensar que  mi presencia le molesta o le intimida y que prefiere no atenderme, no crea usted que no medite demasiado esta opción antes de venir –

Lestrade se mostró nervioso al ser descubierto, alzo las cejas y apretó los labios término por levantar los hombros como un  niño pequeño al que le acaban de descubrir una travesura  – Me ha descubierto señor, pero eso no es un crimen –

- me agrada que no lo niegue y si no le representa un mayor problema…- el hermano mayor de Holmes pareció titubear pero continúo hablando fluidamente - me gustaría que me acompañase a cenar, he tenido un día muy atajado y estoy seguro que usted igual –

- No se preocupe señor Holmes, no se moleste en invitarme a cenar, en el transcurso del viaje puede darme los detalles de su visita y prometo no interrumpir en su agenda, la verdad no me siento con muchas ganas de ir a cenar y no creo estar vestido para la ocasión, será otro día, con menos trabajo y más tiempo  – respondió preocupado y nervioso el inspector, nunca antes se había subido al automóvil del hermano de Sherlock o cruzado más que las palabras formales para un trabajo,  era extraño que una de sus fantasías o sueños más locos le estuvieran pasando, se pellizco la mano derecha esperando despertar, quizá se había dormido y seguía sentado en la Yard con la cara pegada en las hojas y muy seguramente babeando sobre su documentación; pero al seguir en el automóvil del pelirrojo deseo con todo su corazón estar en la Yard con la cara pegada en las hojas.

 - Más tiempo es lo que me gustaría detective; pero soy un hombre ocupado y como podrá ver sin muchos amigos, no me niegue una cita con usted a la víspera de su divorcio, en verdad me haría muy feliz que me acompañase- Mycroft veía inconforme los movimientos ansiosos del contrario - ¿no es lo que se pide cuando se quiere intimidar con una persona?- preguntó en voz alta, realmente no sabía cómo tratar o que decir a la persona que tratabas de acortejar - Tal vez es demasiado pronto pero el tiempo no cede terreno a nadie ni al hombre más rico y poderoso del mundo – Lestrade se sonrojo y quiso decir algo pero se quedó con las palabras en la boca y sin que ninguna saliera – Al parecer el recuerdo de los más inteligentes podría ser una de sus peores armas – Mycroft traía colgando el anillo al cuello que el inspector le dio aquella noche en el bar y lo saco con la intención de que el otro le admirara – no es que me sienta orgulloso de lo que hice  – y cuando  Greg reconoció la sortija se sonrojo tan bruscamente que sentía las orejas quemarle.

- No es lo que cree señor Holmes- interrumpió en un grito, su moral pudo antes que toda la lógica - ¡Rayos! Lamento tanto mi actitud, cualquier cosa que dije o haya hecho para ofenderlo le suplico que lo pase de largo y que por favor, por favor no le diga a Watson o a Sherlock de esa noche, por lo que más quiera, por lo que más ame en este mundo se lo ruego –

- ¿por quién me toma para ir a contarle a mi pequeño hermano menor todo lo que hago? Soy su hermano mayor no estoy obligado a decirle nada, Además…- Mycroft sonrió al recordar al detective suplicándole después del coito cuando trataba de recuperar el aliento con los ojos llenos de lágrimas y antes de empezar nuevamente con lo terminado en la limosina en aquel ostentoso cuarto de hotel que guardara el secreto a los hermanos Holmes ya que le avergonzaba haberlo hecho con un hombre ya que no era el mejor ejemplo que podía dar un Detective Inspector – No le he dicho nada a los hermanos Holmes de lo que sucedió esa noche, se lo juro –

- ¡¿Qué?!- Lestrade abrió tanto los ojos que sintió aún más vergüenza, se golpeó con la mano la frente  – Discúlpeme, en verdad que le haya dado tan mala concepción de mí, estoy seguro que no volverá a confiar en mí y no le culparía, me aproveche de su buena disposición, nunca me había metido con un hombre y no soy de acostarme con alguien a la primera cita, no sé qué fue lo que me paso, se lo juro  –

- de eso quería hablar con usted personalmente inspector, durante toda la semana me carcomía la curiosidad y tendrá que disculparme si más de una vez le mande a vigilar para verificar que no estuviera con alguien ajeno al trabajo, puesto que con el corazón roto parece que usted tiende a buscar afecto en otras personas – Lestrade solo quería que se lo tragara la tierra – y la verdad me considero una persona que no tiene mucho afecto que ofrecerle y me costó mucho tiempo llegar a una resolución y convencerme a mí mismo que no soportaría la idea de que usted buscara a alguien para mantener relaciones sexuales o siquiera a alguien que le quisiera; aunque lo quisiera más que yo y fuera usted más feliz que conmigo – Greg creía que su corazón latía tan aprisa y con tanta fuerza como queriendo que el hermano de Sherlock lo escuchara – soy un completo egoísta cuando se trata de mis sentimientos y tuve más de una ocasión de pensar que lo que sentía era alguna clase de amor imposible de esos amores que no se dan y por alguna razón cuando se trata de usted no necesito muchas excusas que darme para querer verlo y tampoco puedo resignarme a dejar que otras personas se enamoren de usted y me alegra infinitamente, no se imagina cuanto, que se esté divorciando de su esposa –

Lestrade parpadeo y le siguió viendo, sonrió con evidente vergüenza – No sé si lo último que dijo fue un cumplido o solo pensó en voz alta para sí mismo, pero nunca en mi vida alguien me había hecho tan feliz con unas palabras así que… gracias -

 - De nada; pero hágame un favor si quiere volver a desahogarse y llenar sus venas de alcohol y no estoy presente para calmar sus deseos tenga la prudencia de abstenerse hasta que llegue yo, moriría de celos si descubro que alguien más se ha enamorado de su forma de ser.

XXX

Lestrade se quedó viendo sus manos y jugaba con sus dedos, estaba por completo sonrojado y creía que era alguna especie de mala broma, esperaba que en algún momento saltara Sherlock con Watson y dijera algo como “usted callo en cámara escondida” o alguna tontería así. No podía sin embargo controlar a su maldito corazón, sabía que lo que Mycroft le estaba ofreciendo era un cariño sincero, un amor incondicional y que era un honor que le amara; pero él no se creía merecedor de tal honor o de tal amor, Lestrade creía que se merecía lo peor y que debía ser castigado, que aunque Mycroft Holmes fuese el mejor hombre del mundo y con quien se había acostado, no era más que un amor imposible, algo que no se debió de haber dado, ya que el pelirrojo podía ser feliz con quien quisiese pero Greg estaba tan roto y sucio que no quería contaminar con su estupidez al hermano de Sherlock, jamás se lo perdonaría. Se aclaró la garganta y hablo calmadamente.

XXXI

Sherlock se encontraba tocando su estradivarius sin ser interrumpido por nada ni nadie. John nunca lo molestaba, no, él no. El rubio siempre atinaba por poner de buen humor al detective e  incluso por las mañanas hacia un comentario sobre alguna de las canciones que había escuchado y que había reconocido, por lo general el pelinegro lo hacía adrede y sonreía al darse cuenta que Watson lo apreciaba pero esta noche era distinto no tocaba para quitarse el aburrimiento o para su doctor, puesto que estaba pensando y no por el hecho de no hacer nada y tampoco podían culpar a la cede de criminales de Londres o del mundo en general, no significaba ni siquiera algo que realmente le importase pero si era para andarse con cuidado ya que tenía que ver con una cuestión familiar, su hermano.

Era de sobra saber que Mycroft quien le ganaba por siete años y en inteligencia era un ser frio y calculador, amable  pero no por eso sociable, de gustos simples y de importancia enorme, quien trataba de hacer lo correcto para todos en general y que jamás haría algo si no lo creía en su totalidad necesario, quizá su consanguíneo era el único que al observarle con esa terca y ciega devoción de hermano menor quien reconocía un cambio imperceptible pero enorme en el mayor.  Cuando su hermano Mycroft le cogía cariño a algo lo cuidaba y protegía con tal devoción que era incluso imposible sepáralo de aquello o hacerle entender que adquiría una enferma obsesión por ello, como esa sombrilla negra que tanto le gusto como regalo de su padre en su graduación. No era normal que un padre le regalase a su hijo una sombrilla por su graduación pero tampoco es normal que un hijo se obsesione tanto con alguna cosa así, a tal punto de gastar más en reparaciones que en una nueva, definitivamente era una obsesión y para desagrado del menor se percató muy demasiado tarde que su hermano tenía algo nuevo que querer o en el peor de los casos que amar y eso era peor que darse por declarada la tercera guerra mundial, muy malo definitivamente. Se preguntó internamente si preguntarle directamente era mejor idea, quizá un golpe de frente sería mejor que dar uno de espaldas donde era muy probable esperarlo. Maldijo que Mycroft fuera más inteligente y más grande, que le conociera más que su propia madre y que lo cuidara de igual manera tanto era así, que necesitaría toda la ayuda posible para devolverle el favor  y no por venganza, o bueno… a quien se quería engañar, si era por  venganza, quería que el mayor probara un poco de la asfixia que le provocaba con todos sus reproches de preocupación y sornas burlas por haber descubierto que Sherlock se había enamorado de cierto rubio escritor.

Notas finales:

Habia actualizado primero en Wattpad pero fue porque amor yaoi tiene muchos virus y mi lap no tiene antivirus y la experiencia algo me ha enseñado y bueno gracias por ser fieles a esta lectura o a mis masturbaciones mentales, no es la gran cosa lo que les comparto pero es desde mi hart :)


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