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Amor imposible por Huitzil

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Notas del capitulo:

Mañana entro a la uni :,,,,,v

XXXII

Todo paso cuando se  fue a vivir a Londres, resolvió por rentar un departamento económico en uno de los barrios más pobres de la ciudad ya que no traía consigo más que doscientos dólares y estaba buscando una nueva vida.

Su vecina no estaba en casa por la noche y regresaba ya muy temprano por la mañana. Fue una vez que se toparon en el pasillo y entablaron una cómoda charla con la cual se hicieron amigos y comenzaron a frecuentarse más seguidamente y fue así como el joven castaño se dio cuenta de la profesión nada correcta de su amiga.

La prostituta Lilia le confeso a Greg que había empezado esa vida desde los catorce, que vivía de mala manera en su casa y muy pobre que se fue de ahí para buscar una mejor vida en Londres pero que en lugar de eso le había salido muy caro, nadie quería contratarla por ser menor de edad y no tenía hogar, un día un hombre le ofreció dinero a cambio de sexo y ella acepto, de ahí se dio cuenta que tenía que dedicarse a eso si quería sobrevivir, la chica era castaña, de ojos verdes muy vividos y la verdad es que era muy amable con él y le había enseñado a cocinar, le ayudo económicamente cuando no tuvo trabaho, y era por muchos sabido que esa prostituta se había enamorado de Lestrade y todas sus manías, el joven castaño jamás la rechazo, se hicieron novios y comenzaron a vivir juntos como amigos, ella nunca lo sedujo y él jamás le falto el respeto.

Su relación era confusa pero internamente había una calidad hogareña y cuando se hubo pasado el examen de policía, ella salió embarazada y a petición e insistencia de Gregory opto por tener al bebe y dejo el trabajo para descansar, él prometió casarse con ella en cuanto naciera su hijo, entablando una relación que ninguno de los dos soñó, no habían pasado ni tres meses del embarazo cuando se le detecto diabetes a su novia pero ninguno de los dos quiso darse por vencido y Lestrade comenzó a trabajar día y noche para ellas.

Ella en verdad lo amaba, le quería con mucho fervor y desempeñaba a la perfección su papel de futura madre dedicándose a las labores del hogar. Tan rápido paso el tiempo a los ocho meses de embarazo ya se había cambiado a un mejor barrio de la ciudad. Ella tenía tan solo veinte años y Gregory veintidós era una pareja joven y alegre hasta que el día del parto… ella no pudo soportar y murió dando a luz a su pequeña. Lestrade le dio un nombre y apellido de la madre en su honor, la cuido y protegió.

Glorían era una niña preciosa, ojos grandes y soñadores, iba hacer toda una belleza cuando creciera y él la amaba con todo su corazón, solo tendría dos años cuando paso el desafortunado accidente. Una noche que Greg la dejo con la niñera la pequeña se escondió en la lavadora enojada por que su padre la dejaba por volver al trabajo, la niñera que era muy joven, distraída y con los audífonos puestos, tomando las indicaciones del policía puso a lavar la ropa sin darse cuenta que a la que debía cuidar se encontraba ahí. La niña murió ahogada y Lestrade no pudo guardarle rencor a la chica puesto que su corazón no se lo permitió al ver el arrepentimiento de la susodicha cuando le llamo asustada sobre su bebe. Fueron unos días difíciles para Greg y pareció que no saldría de esa depresión. Al funeral solo fue él, fue privado y pidió discreción a un amigo que le debía un enorme favor quien ayudo para que el caso no se supiera. Después de eso Lestrade conoció a la mujer que se convertiría en su esposa y jamás le comento de lo sucedido, a nada ni nadie pero siempre se culpaba de la muerte de su pequeña hija y nunca en su vida se perdonaría por el daño que le causo.

XXXIII

Recordando toda la culpa que le rodeaba y toda su sensación de impotencia miro melancólicamente al pelirrojo, sonrió de medio lado tristemente y soltó un largo suspiro, llevaba rato jugando con sus dedos y al fin hablo.

- No le merezco señor Holmes, usted es una persona importante, es interesante y en toda su persona detona amabilidad. No quiero hacerle esperanzas ya que soy una mala persona corrompida y sucia, ni siquiera merezco ser oficial de policía, he intentado con creces tratar de redimirme pero como usted lo ha dicho solo soy un simple oficial de policía que no merece su importancia, hijo de padres pobres que a su vez fueron hijos de padres pobres, no tengo idea de que se me metió en la cabeza para tratar de cambiar lo que soy –

Mycroft se quedó un rato atónico, era él quien no entendía al inspector, le estaba brindando una oportunidad de intentarlo de nuevo y de ser feliz pero se negaba a esta idea ¿Por qué? Le analizo nuevamente un poco más dubitativo.

- ¿Por qué dice eso? No es como si una persona no pudiera cambiar lo que es por algo mejor, si usted lo logró no es para que lo menosprecie y sobre mi persona no tomo esos halagos por ciertos, si bien soy importante pero lo de interesante y amable me viene sobrando; pero eso no tiene nada que ver con el ahora ¿Por qué quiere censurarme de su afecto? Acaso cree usted que no soy  merecedor de él o que en el peor de los casos es usted quien no se merece el mío, venga caballero que le he sido honesto con mis sentimientos es justo que me dé una respuesta – Mycroft parecía molesto y la explicación del detective no le parecía absoluta ni convincente.

Lestrade se mordió el labio, hace tiempo que no mencionaba lo de su hija y no le apetecía hacerlo con un Holmes que podría quitarle su puesto, respetaba a Mycroft pero no confiaba en las personas ni aunque se hubiera acostado con ellas o llevara años de amistad, algo dentro de él le decía que era correcto hablar, que había llegado el momento de desahogarse pero por el otro, no quería revivir lo que sentía y opto por lo segundo. Apretó los puños con decisión.

- Simplemente no puedo - alego levantando los hombros –tendrá que disculparme, soy un hombre de sentimientos y requiero más tiempo para olvidar a mi esposa, lo que sucedió entre nosotros no fue más que un mero accidente, un revolcón, no se confunda con mis sentimientos si le di a entender algo más, en verdad lo lamento mucho.- poner de excusa a su esposa no fue ni de cerca lo más valiente que hubiere hecho en su vida pero quizá si lo más inteligente.

Mycroft entendió lo que significaban esas palabras, por un momento a Greg le pareció ver que le había dolido ese rechazo pero enseguida el pelirrojo cambio a su típico semblante frio y lleno de desdén.

- Lo entiendo Inspector, discúlpeme por ser tan atrevido y demostrarle mi afecto tan abiertamente cuando usted no siente absolutamente nada por mí, fue mi culpa por creer en cosas que no hubieron esa noche, le dejo en su antigua casa por favor – Lestrade insistió que podía caminar pero el pelirrojo fue más perseverante y termino por acceder. El viaje fue en silencio a lo que incomodaba bastante al inspector pero cualquier cosa  hubiera dicho parecería una falta de respeto y no quería parecer más grosero de lo que ya había sido. Volvió a jugar con sus dedos impaciente, a veces levantaba la mirada para observar que estaba haciendo el hermano de Sherlock, si parecía molesto, triste, ofendido, pero su expresión tan serena y calmada no daba a enseñar absolutamente nada. Al fin llegaron a su destino Lestrade bajo del vehículo, el hermano mayor de Sherlock se despidió formalmente y se fue de ahí.

XXXIV

                Se la pasó toda la noche dando vueltas en la cama pensando en lo que le había dicho al pelirrojo, se enojaba consigo mismo, después se recriminaba por su estupidez terminando en la resignación y lastima, se preguntaba en que momento le despedirían o en qué lugar le harían la vida imposible pero nada de lo que imaginaba pasaba, por lo que podía ver Mycroft Holmes era más maduro que su hermano y seguro en este momento ya le había olvidado aunque Lestrade lo tenía más presente que nunca.

 XXXV

                Era año nuevo, su divorcio seguía en trámite, no se había vuelto a topar con el gobierno británico aunque así lo había deseado, quería disculparse por ser un grosero y lamentaba mucho su falta de autoestima para no ser capaz de aceptar el amor del pelirrojo ¿Qué hubiera sido de él de haber aceptado? Seguramente sería feliz.

Suspiro tratando de concentrarse en el trabajo que tenía pendiente, tenía que llenar informes y papeleo de casos resueltos, los formatos siempre le daban un dolor de cabeza y el dolor de cabeza siempre le ponía de mal humor. Tomo represarías con su equipo  pero como no podía ser tan cruel con ellos mando a descansar a cada uno de ellos y a celebrar el año nuevo con sus familiares quedándose con un par de personas más que tenían que quedarse por obligación.

Esa noche le avanzo mucho al trabajo y puso sus papeles en orden, no termino; pero su oficina ya estaba limpia y ya no parecía un zafarí o una jungla de documentos y eso le hizo feliz, le sobraba un poco de tiempo libre y pensó en varias cosas, su esposa fue la primera pero en seguida la olvido al recordar al pelirrojo y sus ojos se llenaron de lágrimas, se arrepentía de no decirle que sí, se arrepentía tanto y maldecía interiormente no poder olvidar a la pequeña de la foto que en estos momentos sostenía en la mano.

XXXVI

                Habían pasado cerca de cinco meses, se encontraba de nueva cuenta investigando un caso de asaltantes en una zona privada, parecía una finca con el mejor sistema de vigilancia del mundo y aun así alguien lo suficientemente inteligente se había colado y robado un par de casas sin ser visto por nadie ¿Cómo se había hecho? Bueno ahí entraba nuestro detective inspector quien pasaba el cuarto día de servicio buscando una anomalía, sentado matando el tiempo, se rasuraba en su carro cuando vio a unos sujetos que marcaban rápidamente con tiza un buzón y se iban tranquilamente sin llamar la atención, parecían unos mocosos de secundaria que se divertían pero no quiso pasarlo por alto y se levantó para ver que habían dibujado. Solo parecían rayas pero su instinto de detective le decían que era otra cosa, cuando se disponía a irse del lugar después de tomar unas fotografías con su celular escucho una voz conocida.

-¿detective? -

Lestrade se giró sorprendido para confirmar quien era – señor Mycroft… - murmuro nervioso – que sorpresa verle aquí – dijo escondiendo su celular.

- Bueno…- Mycroft Holmes dibujo una sonrisa – vivo aquí – dijo como si fuera lo más obvio – la pregunta sería ¿Qué le trae por aquí?-

Lestrade sintió como si cambiara de color – no le estoy espiando si es lo que piensa –

- aclare pues, porque le vi tomando fotos a mi buzón y eso es desconcertante –

Lestrade se relamió los labios pero antes de hablar alguien los interrumpió Anthea llamaba desde la puerta para que entraran- ¿tiene tiempo para tomar algo conmigo? – pregunto el pelirrojo llevando sus manos a la espalda, se le veía un poco nervioso y desconcertado, no esperaba ver al inspector y evitaba a toda costa ir a la Yard o a sus alrededores. El cano le había dejado bien claro que no le quería y que tampoco le interesaba salir con un hombre como él así que avergonzado le dejo en paz y quería olvidarlo obligándose a no volver a verlo pero cuando justo lo estaba logrando este había aparecido justamente en la entrada de su casa, lo mínimo que podía hacer era pedir una explicación.

XXXVII

La casa del mayor de los Holmes era inmensa, agradable y por extraño que pareciere cálida, sus muebles eran de madera fina, sus cuadros del mejor pintor y caminaba sobre una finísima alfombra carmesí, parecía un palacio con todo su esplendor y Lestrade no pudo más que dejar la boca abierta mientras seguía viendo todo el lugar como un niño.

Entraron a un cuarto más pequeño (aunque para Lestrade seguía siendo inmenso o por lo menos más grande que el departamento donde actualmente vivía y que fungía como hogar) sus ventanas eran enormes y de estilo victoriano, una chimenea a la izquierda, un escritorio inmenso a la derecha y tres sillones con ruedas para comodidad, también había una estantería llena de libros y enciclopedias, una figurilla de  piedra caliza de un búho, le pareció hermoso y de buen gusto todo aquello pero tuvo que pasar por alto varios detalles al notar la mirada atenta de Mycroft.

- No lo interrumpo inspector. Continúe, es un lugar pacífico y digno de admirar yo mismo lo diseñe en la construcción de la casa como habitación de descanso – Mycroft estaba complacido al leer las facciones de Gregory, muy a diferencia de su hermano no practicaba tanto ese pasatiempo con las personas que apreciaba puesto que creía que era una falta de respeto, pero en este momento no hacía falta esconder sus defectos.

- lo siento no quería parecer indiscreto – se sonrojo el detective.

- No para nada, me agrada que aprecie mi buen gusto, por lo general las personas que entran aquí no se toman la libertad de admirar el lugar como me gustaría y mi hermano solo ha soltado un vomito de críticas y traumas psicológicos que guardo ante mi mascara de perfección –

- No me parece un hombre con traumas – respondió enseguida el inspector.

- todos los tenemos, depende de cada uno saber cómo superarlos –

- Por supuesto – afirmo Lestrade consiente de que el hombre perfecto que se encontraba frente suyo tenía razón pero sin notar que aquel comentario iba dirigido igualmente para su persona. Silencio.

XXXVIII

Mycroft estaba entretenido viendo a un nervioso Lestrade que jugueteaba de nuevo con sus dedos y el cano desvío la mirada al suelo.

- ¿le pongo nervioso? –

- La verdad es que si y bastante –

- lo sabía –

- Bueno si, ¿no va a dejar de mirarme? -

- dije que lo sabía no que desistiría de hacerlo – Lestrade se quedó viendo sorprendido por la respuesta del pelirrojo – también puedo saber que no ha comido lo suficientemente bien a pesar de que sabe cocinar a la perfección, que su divorcio lo lleva mal y que le pone alcohol a su café para rendir más, mala costumbre ya que podría volverse un vicio –

- Ay no…-

- Adivino que siente una tracción hacia mí y que ha venido por un caso de robo, si le interesa va en el camino correcto si sospecha de esos chicos; pero no va a conseguir nada ya que son hijos de una persona muy influyente en estos lugares y que no pasara de un buen disgusto, si quiere atraparlos valla con sus padres y pídales que revisen el ático del chico rubio, ahí encontraran las cosas robadas –

- ¿si sabía a lo que vine porque me invito a pasar?- pregunto molesto el inspector por todo lo que le decía el pelirrojo, no le gustaba que las personas se metieran en su vida o en sus problemas, le ponía de bastante mal humor e irritable.

- sé que le molesta lo que hago, pido una disculpa de antemano pero debe entender que es por su propio bien, así que ahórrenos tiempo a los dos y dígame cual es el problema que le atormenta para no querer ser feliz ¿Qué parte de su pasado desconozco que le afecta tanto? –

- No existe tal problema – farfullo el moreno.

- ¿Seguro? –

- ¿necesita que se lo dé por escrito? –

- Yo quería hacer esto fácil para usted, pero si no quiere no me deja de otra, empecemos. Tiene que ver con su pasado ¿trabajo?, ¿padres?, ¿hermanos?, ¿amigos?, ¿esposa?, ¿novia?... novia. Bien, un avance – Mycroft hablaba rápidamente y estudiaba el rostro del inspector.

-¿Qué? ¡No¡ detente – ordeno sorprendido puesto que al escuchar la palabra novia se crispo al recordar a la prostituta.

- ¿Qué paso con esa novia?-

- nada que te interese ¿puedes dejar de tratar de adivinar?-

- Te dejo. La dejaste. Huyeron. Pelearon. Murió. ¿Murió? –

- No. ¡Ya basta!-

- ¿hace cuánto?-

- Me largo –

El inspector se levantó molesto pero Mycroft no le aparto la mirada y lo seguía estudiando cuidadosamente. El cano estaba por romperse y, aunque el pelirrojo como persona se había jurado jamás ocupar sus dotes con personas que le importaran fuera de su círculo familiar para desenterrar secretos o lastimarlas, necesitaba saber cuál era el monstruo que no dejaba dormir a Lestrade y que le estaba matando lentamente.

- Diez. Veinte. Treinta… treinta y uno, treinta y dos, treinta y tres, treinta y cuatro. Cuando usted tenía veintidós años ¿la amaba? No... Le apreciaba en demasía, pero no le amaba –

Lestrade se quedó sujetando el pomo de la puerta sin que esta cediera se desesperó, no podía aguantar que alguien le estuviera desnudando mentalmente como si fuera algo tan fácil, se sentía sucio, estúpido, impotente. Trato de abrir con más desespero pero esta no cedió por mucho que intento.

- Deténgase señor Holmes o no responderé a mis acciones – amenazo tratando que su voz gruesa intimidara al Holmes mayor

- ¿Porque le pesa tanto la muerte de esa mujer? ¿Quién era realmente para usted? No… ella no es el resultado de su tristeza solo una parte, usted… ustedes vivieron juntos, bajo el mismo techo ¿Tuvieron un hijo?- Mycroft dijo lo último celoso, él que había investigado por completo al detective nunca se había esperado que este tuviera un descendiente, toda su información estaba incompleta y en su caso errónea y le asusto no conocer en absoluto al detective – corrijo, hija – dijo viendo como el detective se giraba y le miraba furioso.  

39

Aunque no lo pareciere y nadie lo creyere jamás  Mycroft Holmes tenia fuerza o mejor dicho habilidad en la pelea, con un colérico detective celoso de su pasado a quien no le quedaron más argumentos y queriendo que el hermano de Sherlock parara a como dé lugar, cegado por su miedo e incompetencia ante su pasado se abalanzó contra el otro, su intención era darle con el puño en la boca, el otro previno las intenciones así que dejo que avanzara rápidamente para que callera utilizando el mango de la sombrilla, tomándole del tobillo para hacerlo caer en el suelo, un fuerte chasquido se escuchó una probable lesión ya que el detective había caído sobre su hombro derecho y se lo había dislocado.

-Dígame que lo que dijo esa noche cuando hicimos el amor era mentira, dígame que cuando dijo que me quería era una mentira, porque sinceramente no lo parecía -

 Lestrade volvió a reincorporarse sin importarle el dolor ni aquellas palabras que Mycroft soltó tan tristemente y tal como lo previo el pelirrojo antes de que el cano hiciera cualquier cosa el hermano mayor de Holmes le golpeo en la nariz para atontarlo utilizando el mismo mango de madera fina de su sombrilla rompiéndosela, esperaba controlarle y hacerle entrar en razón utilizando la fuerza del otro como arma; sin embargo le vio con amargura, cuando aquel detective tambaleante logro ponerse de pie, sangraba demasiado y había ensuciado la alfombra. El detective desfundo su pistola, el pelirrojo trago saliva preparado para lo que fuera, pero vio como el otro apuntaba a la chapa de la puerta y a pesar de la distancia disparo certeramente, haciendo volar el seguro y abriéndola. Vio como al otro le brillaban los ojos de rabia, le miraba con ganas de matarle, nunca un par de ojos marrones se había detonado tanto odio y rencor. Gruño como un animal herido y salió rápidamente cuando escucho las alarmas. Nadie le detuvo ni siquiera Anthea que le vio salir con arma en mano  y aunque Mycroft quiso detenerle de su boca no salió ninguna orden parecida puesto que el impacto de aquella mirada le basto para detenerle, y creyó por primera vez en su vida que había obrado mal.

40

Greg presento su renuncia por escrito esa misma tarde después de pasar a ver a un médico. Su jefe como era de esperarse y aconsejado de alguien importante en la política no le dejo marchar pero ante las lesiones que presentaba le dejo ir de vacaciones; más sin embargo Greg dejo su placa y pistola en el escritorio dispuesto a no volver. Estaba en el último mes de su divorcio y para agilizar las cosas mando al diablo los consejos de su abogado.

Su esposa sin recibir ninguna clase de objeción por parte del cano recibió más de la mitad de la pensión que le correspondía, la casa y el auto por haberse casado por bienes mancomunados cuando este firmo los papeles. Greg recogió todas sus cosas y dejo el apartamento por la madrugada sin avisarle a nadie, ni siquiera a John o a Sherlock, simplemente recogió lo poco que le quedaba en el banco y tomo el primer tren que le sacaría de la ciudad y de toda esa conmoción, no le tomo ni siquiera dos días, todo lo que quería era morirse, desaparecer y no saber ya nada de la vida o las personas.

 

41

Tuvieron que pasar dos meses para que en el departamento de Holmes notaran al fin la inesperada desaparición del detective, Sherlock desinteresado solo dijo que seguramente había ido a casa de sus padres tras el abandono de su esposa, que no le tomaran gran importancia y que le dejaran en paz; pero John se encontraba tan preocupado por el inspector que no le quedo de otra a Sherlock de ir en persona junto a su cronista para confirmarlo.

-¿Greg? ¿Está vivo? – había preguntado la mujer que abrió la puerta sus ojos avellana miraron los verde de Watson con entusiasmo, se encontraban en Liverpool y Sherlock se quedó analizando a la mujer rubia – ese chico rebelde…- agrego y el pelinegro pudo deducir que ella no era su madre y cuando soltó ese vomito de verdad y vanidad, ella se sorprendió bastante, le sonrió y le aplaudió – dos en la misma semana – dijo. Holmes y Watson se miraron como si estuvieran hablando telepáticamente, entonces ella comenzó a narrarles el cómo Greg se les había unido y ellos le habían adoptado – les diré lo mismo que le dije a la señorita que vino el domingo, Greg siempre fue un enigma, no nos contó de su familia salvo el apellido si bien o mucho me equivoco era Denver – termino por decir Sherlock quiso averiguar más de la mujer que vino preguntando por Greg pero la señora tomo el teléfono y se despidió de ellos.

Fue inesperado comprobar que Gregory no venía de familia tan pobre o de tan bajo estatus social y que sus padres pertenecían a una importante firma de abogados que se encontraba en Birmingham y grande fue su sorpresa cuando la madre les conto que Greg partió en disgusto y en mal acuerdo con su padre cuando era un adolecente de quince años y que nunca más se le volvió a ver, su madre era de pelo canoso y sus ojos eran de un iris azul, su piel era blanca y sus modales muy humildes, el padre se le veía cansado sus ojos eran castaños y su cabello a pesar de la canas era negro, su piel apiñonada y la sonrisa era idéntica a la de su hijo. Se dispusieron a hablar tristemente de su hijo menor con toda la disposición posible ya que les alegraba obtener cuando menos algo de información de a quien hace mucho tiempo consideraban muerto.

 42

- Largo – y cerró la puerta en la cara del pelirrojo pero este astutamente introdujo el filo de la sombrilla negra e impidió la intención de Lestrade.

- se fue sin dar explicaciones – dijo y notó como la puerta tenía nula resistencia, el inspector le había dejado con la palabra en la boca –investigue más a fondo y fui a su verdadera casa en chicago, fue la dirección que dio para entrar al servicio de la policía ¿Por qué dar el numero de una casa en la que ya no vive? Tan seguro estaba que no marcarían que proporciono un numero falso –

- No fue falso y lárgate, no quiero verte – alego el detective sin mostrar mucha ira. La casa donde se encontraba el detective estaba en un barrio pobre, era vieja, probablemente tenía goteras y no se encontraba en Liverpool  ni en Birmingham sino que en Castle Combe un simple pueblito. Greg se adentraba a su casa sin importarle si entraba o no el político.

- No puede estar huyendo por siempre de sus problemas. Vi a sus padres –

Lestrade se detuvo en el umbral del cuarto al que entraba y después negó con la cabeza – cuando uno no quiere ser encontrado es por algo Holmes, deja a mis fantasmas descansar en paz y lárgate de mi casa –

- Tiene los ojos de su padre y su madre es hermosa, idéntica a usted. Le extrañan y no les interesa que ahora sea inspector, quieren verle –

- Pues yo no quiero – Greg desapareció de la vista de Mycroft pero este lo comenzó a seguir, se veía en la imperiosa necesidad de disculparse pero no sabía cómo, entonces se percató que el cano no llevaba camisa puesta solo se encontraba portando sus viejos jeans de mezclilla azules y se dirigía a la cocina. En ella había una hielera de donde Lestrade saco el cartón de leche y empezó a beber sin servirse en un vaso, era muy temprano para el detective y aun tenia estragos de dolor en el hombro quizá eran solo mentales pero de solo ver al pelirrojo le dolía el recuerdo – mira Mycroft, sé que eres un tipo importante de esos que pueden arruinarme la vida con solo chasquear los dedos y que tienen a todas las personas lamiéndole la suela de sus pies, yo era uno de esos – Gregory rio con desprecio - y apuesto que si tú me encontraste pronto lo hará Sherlock y esto será sin lugar a dudas una bonita reunión donde los dos me tomaran como un simple conejillo de indias al que pueden analizar y humillar – Mycroft bajo la mirada arrepentido por lo de la última vez, le dolía la frialdad de las palabras del moreno, quiso decir algo o simplemente excusarse pero el otro continuo hablando y el pelirrojo decidió callar – la verdad no tengo tiempo, ni el dinero y mucho menos las ganas de estar con ustedes y ser el monaguillo para el deleite de los idiotas hermanos Holmes así que – Lestrade sonrió pero en lugar de sentir placer al ver aquella sonrisa de dientes blancos en fila india un escalofríos subió desde su espina vertebral a la cabeza – Ponte cómodo en tu humilde hogar, si no quieres irte pues el que se va soy yo, total lugares para llegar son muchos – Greg había levantado los brazos haciendo ademan de lo extenso que era el mundo pero Holmes pudo notar algo más, algo que le encolerizó el alma.

- Enséñeme su brazo – dijo tajante el pelirrojo después de analizar al detective a no más de cuatro pasos de distancia, sus ojos rojos, el temblor en sus manos, aquel evidente nerviosismo en sus andares y esa tranquilidad innata a pesar del dolor interno como externo detonaron todas las advertencias que existían en el pelirrojo.

- ¿Para qué? – pregunto temeroso el inspector retrocediendo dos pasos largos, dejando la leche en la mesa, escondiendo el brazo derecho tras su espalda en un acto de protección; pero Mycroft Holmes no se anduvo con ambigüedades y se acercó al detective, rápidamente le tomo del brazo con brusquedad y soltó un fuerte gruñido cuando le vio.

Esas marcas que Sherlock muchas veces había portado, que vio un sinfín de veces  y que conocía tan bien y de memoria ahora se encontraban en el brazo del inspector.

- Nos vamos a Londres, toma tus cosas Gregory nos largamos – gruño mirando con furia al detective pasando de largo esa mirada temerosa que el otro le dedico

43

-¡No!- había gritado en su momento Lestrade alejándose del pelirrojo - ¿Quién te crees que eres para decidir por mí? –

- ¿no es evidente? Soy Mycroft Holmes – respondió el pelirrojo enfadado, ahora era turno de Lestrade de probar toda la ira del hermano de Sherlock pero ¿Por qué? – y usted me acompañara. Está a tiempo de dejar la heroína y retomar su trabajo – le tomo de nuevo de la muñeca a un ofendido Gregory y empezó a caminar a la salida – no importa, no hay nada de gran valor en este lugar, mandare a alguien a que limpie este desorden y que mi hermano no pueda saber que estuvo aquí si tanto le molesta –

- espera Mycroft, espera, ¡déjame en paz! yo no quiero ir, n-no quiero volver hacer un inspector – la voz de Greg se rompió y comenzaba a llorar como un niño regañado – No quiero volver a Londres, no quiero ver a mi ex esposa, mis fracasos, no me obligues a volver a esa vida – el moreno se hincó en el suelo deteniendo en seco los pasos firmes rogándole al pelirrojo, suplicándole que le tuviera piedad pero al parecer el Holmes mayor solo lo fulmino con la mirada soltándole con desprecio la mano.

- ¿Y prefiere esta vida? ¿Una vida de prostitución, drogas, alcohol?

- Todavía no me he prostituido –

- Todavía…- Greg se quedó en el suelo con los ojos llenos de lágrimas, temblaba por causa de las drogas que  había ingerido - ¿Cuál es su pretexto para drogarse? Sherlock era el aburrimiento ¿y el de usted? ¿No le dijo mil veces a mi hermano que dejara las drogas, que tenía una buena vida por vivir y le enseño como hacerlo cuidándolo cuando yo no podía y cuando él no se lo pedía? –

- Mañana lo dejare se lo juro, s-solo déjeme quedarme aquí y…–

- Claro que lo dejara, para mañana a esta hora estaremos en mi hogar así que muévase –

- Por favor, por lo que más quiera déjeme en paz en esta casa. No molesto a nadie y tampoco le hago daño a nadie, le juro que no diré nada sobre usted o Sherlock créame… deje que me pudra solo en esta casa -

Mycroft vio con tristeza como Greg se limpiaba las lágrimas pero estas se empeñaban en seguir saliendo, parecía que estaba derrotado y a pesar de que el pelirrojo odiaba ensuciarse se hinco de igual manera, le levanto la quijada con la mano y cuando cruzaron miradas su corazón se descongelo.

- De todas maneras Sherlock vendrá a por usted y será peor, digame ¿Qué paso? - Greg entendió la pregunta pero negó con la cabeza, se limpió la nariz con el antebrazo y Mycroft volvió a repetir la pregunta – ¿Que le paso hace más de veinte años?

- Cuando era joven…- dijo tratando de calmarse, no sabía porque hablaba, quizá si Mycroft sabia el porqué de toda su vida llena de mentiras terminaría por abandonarle, al igual que todos los demás – mi padre pertenecía a una gran firma de abogados era un negocio familiar. La justicia corre por nuestras venas pero de diferente manera, cuando les dije que quería ser policía mi padre me golpeo de tal manera que me dejo bien en claro que sería abogado como él y como mi hermano Dan, como no pude hacerle frente. Esa misma noche hui y nunca jamás regrese, de alguna manera salve a un narcomenudista que provenía de Liverpool, nos hicimos amigos, me presento a su esposa, vivimos como una familia – Greg pareció sonreír pero no lo hizo, estaba roto – Me independice a los 18  diciendo que esas personas eran mis verdaderos padres y me fui de casa a los 20, la pareja insistió en que no pero aun así no quería ser una vividor y aprovecharme de todas sus buenas intenciones y  hui…- Lestrade no quería seguir contando, su rostro retorcido por el dolor gritaba que no quería revivir esas experiencias, que le lastimaban y que meter el dedo en heridas viejas era un acto de cobardía por parte de Mycroft, pero si quería ayudar a Gregory era lo único que podía hacer. Apretó sus manos con las suyas y sin palabras le animo a continuar – Cuando llegue a Londres conocí a una Prostituta… -


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