Sherlock dio con el que debería ser el hogar de Lestrade, era un lugar viejo y estaba en un barrio pobre. Se encontraba excitado tratando de adivinar la historia que la casa escondía, sin embargo vio con desilusión e ira mal disimulada que en ella habitaban unos estudiantes con bastantes años de residir y que no conocían a ningún Greg Lestrade. ¡Mentían! Sospechoso si, extraño también y solo existían dos personas para lograr todo esto posible, una (Moriarty) no le importaba y a la otra (su hermano) mucho menos, quería investigar pero tuvo que regresar a Londres con Watson cuando Lestrade se comunicó con ellos diciendo que se encontraba de vacaciones y que como había perdido el teléfono celular y apenas se había conseguido uno nuevo pero que como no le sabía muy bien había tardado en dar con ellos. Dijo que estaba bien y que regresaría en quince días a sus labores, intercambiaron un par de palabras con el doctor y se despidieron.
- Bueno… creo que en verdad no teníamos que preocuparnos – dijo John dejando el teléfono en la mesa.
- Todo lo contrario ¿te dijo dónde estaba? ¿Te dio la dirección de su hotel?-
- humm…- dudo un poco el doctor – algo sobre una playa ¿es importante? ¿No podríamos dejarle en paz? –
-¿John no te has dado cuenta de todo lo que nos ha escondido Lestrade?-
- ¿ahora resulta que te sabes su nombre? Sherlock… la verdad es que no me interesa que o quien fue Gregory y a ti tampoco, deberíamos retomar los casos que se nos han juntado para distraernos y cuando vuelva si tiene la confianza de contarnos nosotros lo escucharemos y si no… bueno tendremos que ser pacientes y ganarnos su confianza – El rubio bostezo cansado miro como Sherlock hacia una especie de puchero infantil y leyó en esa sonrisa maliciosa que dibujo insinuando que después lo que haría –oye vamos a la cama ¿quieres? –
- Yo no quiero dormir, no tengo sueño –
- Bueno yo no dije para que – respondió el rubio dejando tras de sí aun pelinegro confundido que después de adivinar las intenciones del doctor corrió a la habitación donde se encontraba el cronista personal, podría dejar la investigación para el día siguiente cuando John estuviera dormido, si… eso haría.
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¿Amor eterno?
Pasaron en total dos semanas para que Lestrade se recuperara por completo y Mycroft le hiciera entrar en razón de que el suicidio no era la solución y que realmente su vida valía lo suficiente como para darle otra oportunidad. Ya fuese por la amabilidad del pelirrojo, por la escasa comprensión que le daba, por esas palabras cargas de cariño en lugar de estacas de hielo, esos cordiales modales y si a eso le agregáramos que en todo ese tiempo ni una sola vez le toco de manera indebida, ni siquiera un beso o un abrazo así que por una u otra razón Greg se alegraba de tenerle cerca.
-¿Cómo fue que… ya sabes… terminamos juntos la noche que mi esposa me dejo?-
Mycroft enarco una ceja, torció la boca como diciendo “¿en serio quieres saber?” y respondió – créeme Gregory que si quisiera olvidar algo de todo lo que se seria tu patético y desaprobado comportamiento –
Greg estallo en risas y Mycroft no pudo más que negar con la cabeza mientras aquella risueña carcajada se le contagiaba – No pude estar tan mal si me ligue al mismísimo Gobierno Británico – era de noche, se encontraban viendo el fuego de la chimenea sentados en un cómodo sofá bebiendo un poco de wiski.
- Valla que debo darte créditos por eso, pero júzgalo tú mismo, en cuanto entraste al bar te caíste al suelo y me tiraste mi bebida –
- No te creo –
- después te pusiste a bailar y de manera impropia te burlaste de todos incluyendo de mí – más risas por parte de ambos – te juro en nombre de la reina que es verdad Gregory, después de eso te tomaste mi bebida y seguiste burlándote de mí para al final regalarme tu anillo y salir huyendo del lugar –
- ¿y luego? –
- De todas maneras a que viene toda esta platica, recordar no nos sirve de nada ahora –
Greg se acercó al pelirrojo, sus piernas se tocaron, el político no se apartó y el detective lo tomo como una buena señal – quiero agradecerte y al mismo tiempo tratar de acortejarte Mycroft pero estoy un poco oxidado en esos parámetros ya sabes… esa no es mi división –
Mycroft se quedó sorprendido por esa afirmación – sabes perfectamente que me sigues gustando y que todo lo que hago es porque te amo, no estás obligado a agradecerme de ninguna forma - le separo un poco.
Greg se acercó más al pelirrojo, sus respiraciones se juntaron y ambos cerraron los ojos para juntar sus labios en un tierno rose – siento algo más por ti que simple agradecimiento – murmuro el peligris, Mycroft sonrió y contemplo más de cerca al inspector, respiro su delicioso aroma, rogando al tiempo para que este momento perdurara por siempre.