- Bueno entonces si nadie más tiene algo que decir yo me voy – Greg iba a levantarse de la mesa pero Mycroft que estaba de pie tratando de sacar adrenalina promovida gratuitamente por su hermano se le acerco, tomándole de los hombros para tranquilizarlo.
- Gregory…- el hijo mayor de la señora Holmes hablo con tristeza y pesar a simple vista parecía tan tranquilo como la madre pero esta sabía que no era de esa manera, el pelirrojo se encontraba ante el un problema que con simple inteligencia no resolvería y que su nula experiencia no le permitía aderezar – no te vayas por favor, lo que paso hace un rato en la mesa no es tu culpa – el inspector jugueteo con sus dedos pensativo e inconscientemente su rostro revelo una expresión de tristeza e incomprensión pura, a los ojos del político todos los movimientos de Gregory eran importantes y saber que este no le creía le rompió el corazón, la madre, quien desde su lugar observaba todo detenidamente se vio cautivada su pequeño bebe rogaba por algo a alguien, cosa que nunca le había visto hacer por nadie, el político siguió hablando, tratando de convencer a su pareja – es verdad, créeme la culpa es mía, no debí traerte a este lugar en primer lugar aun sabiendo que estaría Sherlock. Te prometo que buscare una manera para que no tengamos que verle nunca más si es necesario solo tienes que creerme –
Greg negó con la cabeza y paseó una mano por sus cabellos tratando de disimular el dolor que el rechazo de Sherlock le provocaba, la madre hablo – Sabes de ante mano cariño – dijo refiriéndose únicamente a su hijo - que no es necesario que se dejen de ver ya que al igual que tú, aprecia a Sherlock y no merece su censura solo por una rabieta infantil que está haciendo- después de decir eso el moreno levanto la mirada centrándose en el rostro amable de la anciana, que esta vez lo observaba desde su lugar - siéntate a mi lado Gregy ¿te acuerdas de mí? – el moreno levanto una ceja sin terminar de procesar la pregunta cuando enfocándose en ella y en el padre de los Holmes les reconoció, no dijo nada ya que se encontraba catatónico por la impresión – estamos muy felices que en verdad estés con el maduro de nuestros hijos, comenzaba a creer que mis niños morirían sin saber lo que se siente amar. Para ellos es algo nuevo, más para mi Myck quien siempre trato de no tener sentimientos por nadie, y me alegra tanto que se hayan conocido como no tienes una idea porque ambos se complementan; no debes guardar rencor a la familia por Sherlock o creer que destruyes todo lo que quieres, solo es un revés en un camino lleno de ellos, además… les prepare un delicioso chocolate caliente para este frio y no puedes dejar a una anciana botada así nada más –
Lestrade sonrió, Mycroft soltó todo el aire que había estado resguardando en sus pulmones, finalmente aliviado, desde que habían llegado a casa de mamí Holmes no se pudo desanublar el ambiente y aunque el pelirrojo estaba acostumbrado a actuar en esta clase de escenarios, cuando Gregory se encontraba envuelto o involucrado con una mínima probabilidad de daño todas sus decisiones tiritaban y le parecían incorrectas. Tomo asiento a lado de su pareja
- Gregy ¿crees en mi bebe?- Mycroft quien sinceramente su madre siempre le pareció de las personas más deliciosas de analizar ya que ella solo mostraba al mundo lo que quería que creyeran de ella y no realmente lo que sentía la miro perplejo tratando de adivinar qué es lo que escondían sus palabras muy en cambio de Lestrade que cuando trago el chocolate caliente se aclaró la garganta miro a su pareja y sonrió cariñosamente – No – contesto - no creo en su bebe, creo en el hombre que es ahora- Mycroft Holmes se sintió feliz y avergonzado al mismo tiempo, se dio cuenta que la mano del detective buscaba la suya y se la brindo sin contratiempos. Le gustaba estar de esa manera tan tonta y ridícula, juntos, como dos idiotas tomados de las manos bajo la mesa.
- No pensaras lo mismo cuando veas las fotos familiares – dijo la señora alegremente poniéndose de pie.