Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

La Brecha por malugr

[Reviews - 191]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

 Mi madre no hacia mas que sonreir, se había acercado a Sebastian y estrechaba su mano, agradecida solo por el hecho de que el estuviera ahí; yo ni por asomo podía identificarme con su gratitud.

 Lo miraba intentado no reconocerlo, luchaba conmigo mismo por percibirlo solo como un doctor, como un desconocido que recién aparece en mi vida. Todo lo que yo podía hacer era huir y ya que no podía hacerlo físicamente, lo haría en mis pensamientos.

 ¿y porque no? Cierto, yo podía recordarle, pero habían pasado más de diez años ¿Qué me aseguraba que el me recordase?

 Grell y mi madre platicaban amenamente, mientras el simplemente veía la carpeta que había estado al pie de mi cama y que ahora yacía entre sus manos. Era naturalmente un persona fría, desinteresada, aunque ahora parecía tolerar mas a las personas a su alrededor… O aprendio a fingir mejor.

 Sin poder resistirme permaneci observandolo, aun contra mi buen juicio, y la verdad era que su rostro se había endurecido muchísimo más, pero seguía ahí plasmada toda la esencia del que en mis recuerdos me aterraba.

 Mientras leía sus parpados se movían, y largas pestañas cubrían sus ojos. Por un momento me sentí de nuevo en…

 Las voces de Grell y mi madre se fueron suavizando hasta que casi no pude notarlas y sentí un frio de tiempos lejanos erizar mi piel.

 

 

“- ¿Cómo puedes estar aquí?

 -…

 - ¿A caso estas sordo?”

 

 Seguia viéndolo fijamente, mientras en mi mente aquella lejana escena se reproducia… Era un recuerdo, de hacía unos 18 años atrás.

 

 Bajo un enorme árbol, aquel joven se había detenido y varios metros tras el me detuve yo. Le había seguido aquella mañana hasta el parque Richmond…

 Recuerdo que ese dia las clases fueron canceladas, el invierno había hecho de las suyas, el hielo cubria calles el transito era muy complicado y la nieve se acumulaba en todas parte a una velocidad abrumadora; Habia salido de mi casa, pensé aprovechar el dia, yo tenia 15 años y era un perfecto desgraciado, mi mayor pasatiempo era revolcarme en las camas de alguna de las desesperadas mujeres que rogaban por mi atención y precisamente a eso iba cuando me detuve en una cafetería por un café que menguara el frio, entonces lo vi…

 Sebastian, era parte de mi clase, todos hablaban de el, pero nadie con el. Se sabia que había perdido dos años de clases, según los rumores por la muerte de su padre. La primera vez que le vi entrar al salón pensé que era un perro arrogante que se creía demasiado como para hablar con los demás, luego de escuchar su historia comprendí que solo era infeliz traumado, sentado siempre en la solitaria esquina que se había vuelto su hogar. Nunca hablamos, nunca me importo, pero precisamente esa mañana a penas le vi a través de la vitrina mis pies se movieron solos, dejando el café huérfano en la barra. No se por cuánto tiempo le seguí, pero cuando por fin nos detuvimos, ahí estaba, bajo ese árbol.”

 El permanecia ahí, leyendo… Y yo seguía perdido con ojos fijos en su rostro, recordando.

 “En aquel boscoso lugar el viento era aún peor, el llevaba un abrigo, pero a leguas se notaba que no era demasiado abrigador, ni bufanda, ni orejeras, ni guantes, a penas podía creer que resistiera estar asi.

-          ¿Sabes? Moriras congelado.

-          ¿Qué asuntos tienes conmigo niño?

Fue la primera vez que le escuche hablar. Tenia una voz profunda, seca, cortante.

-          No seas imbécil, no eres precisamente un anciano.

-          Cierra la boca y lárgate.

 Seguia dándome la espalda y recuerdo que mi infantil orgullo estaba bastante herido, “el príncipe” estaba siendo marginado por ese “don nadie” Claro que no iba a permitir esa mierda, asi que hundiéndome en nieve que llegaba a mis tobillos comencé a acercarme.

-          No creo, ahora tengo curiosidad de…- dije mientras luchaba por no tropezar entre la nieve.-  de ver tu marginado culo congelado… Sera una gran historia.

 El no respondió, solo siguió ahí y yo por fin estuve a un paso de su espalda, pude notar cuan alto era, yo debía llegarle a penas por el hombro.

-          Para cuando eso pase... – murmuro.- tú ya tendrás horas muerto “princesa”

  Para cuando termino de decir aquello ya yo estaba bastante encabronado y a punto de escupir mi veneno y cientos de improperios sobre el, pero entonces comenzó a girarse.

 Recuerdo bien ese momento… Los hombros de su chaqueta negra estaban cubiertos de nieve y sobre uno de ellos su perfil comenzó a asomarse; Su rostro era de facciones duras, una mandíbula marcada y fuerte, una nariz perfecta y una tés blanca inmaculada; Note su oscuro cabello, espolvoreado por copos de nieve, parte de su flequillo caer por su frente hacia un costado de su cara y bajo aquello las firmes cejas que enmarcaban sus ojos.

 Por eso recordaba tan bien aquella escena, porque en el momento que estuvo completamente girado frente a mí, mi boca se quedó estática, las palabras que estaba por decir se ahogaron antes de formarse y por primera vez en mi vida me sentí genuinamente cautivado; Contra aquel fondo invernal resalto el hostil gris de su mirada que aunque me mostraba cierta arrogancia, me dejo completamente abrumado. Nunca había apreciado el rostro de un hombre de tal forma.

 Sostuvo su mirada contra la mía, en un principio parecía expectante, como esperando a que yo rompiera el silencio, pero luego se torno desconcertada, como si no entendiera mi reacción.

 De nuevo fue el quien hablo.

-          ¿Qué es lo que haces?

 Lo único en lo que puse concentrarme, fue en lo pálido de sus labios, sin duda castigados por el frio inclemente, y el denso aire blanco que abandono su boca.

-          Te estas congelando…

 Fue lo único que articule como si no hubiese escuchado su pregunta. El me vio con aun más extrañeza.

-          ¿A caso estas escuchándome? – Bramo algo irritado.”

 Dificilmente pudiera explicar que era lo que pasaba por mi mente en aquel momento y creo que no miento si dijera que estaba completamente en blanco.

 Ellos seguían hablando y yo seguía con mis ojos clavados en el, tan absorto como esa primera vez. Poco a poco las largas pestañas fueron levantándose, su mirada se apartó despacio de aquella carpeta, abandonando su lectura y los grises ojos que llevaba años sin ver, correspondieron a los míos.

 “Mis manos subieron a mi cuello y de nuevo ignorando sus palabras comencé a quitarme la bufanda y yo que jamás había sentido empatía por persona alguna, estuve de pronto, en medio de aquella nevada, siendo caritativo por primera vez en mi vida, impulsado por alguna fuerza completamente desconocida.

 La sostuve frente a él y como un gato callejero la vio con recelo, como si nunca en su vida hubiese recibido nada de nadie, como si aquel acto de altruismo le resultara completamente extraño e incómodo. Su expresión se volvió aún más hostil.

-          ¿Qué mierda es lo que intentas hacer?

-          No lo se.

-          ¿Por qué me ofreces eso?

 Una pequeña risa sarcástica se me escapo.

-          Porque te estas congelando.

 Al instante, su mano se aferró con fuerza a mi cuello y lo apretó con rudeza.         

-          ¿Te burlas de mí?

 Su mano estaba tan helada que todo mi cuerpo se crispo, ahí donde me tocaba su piel se sentía como una navaja.

-          ¿Para qué carajo me has seguido y porque haces esto?

 A pesar de la obstrucción por su mano apretándome, esboce una sonrisa retadora, típica de mi pretenciosa personalidad.

-          No tengo idea…- murmure como pude mientras entre cerraba los ojos por la incomodidad del frio y la falta de aire.-

 Tosí un par de veces y entonces hable de nuevo.

-          Tómala y me marchare… ¿Te parece?

 Por un instante no dijo nada, me veía amenazador mientras oprimía mi cuello pero increíblemente, luego de lo que parecía un deliberación, su semblante se relajó y su mano me libero. De nuevo tosí y cuando me hube recuperado pude notar que ahora el veía la bufanda que yo seguía sujetando.

 La sostuvo y la apretó con fuerza mientras su mirada se desviaba levemente de la mía, parecía ser indiferente, pero de alguna forma sentí como si estuviese incómodamente avergonzado, como si simplemente no supiera que responder ante ese simple gesto de amabilidad.”

 En un segundo grell toco el brazo de sebastian quien en respuesta le miro cortando aquel contacto visual que habíamos tenido.

 Desvie yo también mis ojos hacia el ventanal y y respire profundo tratando de alejar de aquel recuerdo que había revivivo.

 “incómodamente avergonzado” que gran estúpido era yo, ahora podía darme cuenta de que ese fue mi primer y más grande error, pensar que Sebastian michaelis podía sentir algo parecido, él no sabía de compasión, de lastima, de dolor o empatía… Era tan helado como su mano aquella mañana y asi de frio su interior; si aquel dia hubiese salido corriendo, si jamas le hubiese seguido, si nunca me hubiese empeñado en justificar sus reacciones y las terribles cosas que el hacía, diciéndome a mi mismo que el solo estaba sufriendo, que solo era dolor lo que le hacia actuar asi… tal vez entonces hubiese podido escapar a tiempo… Pero no, no lo hice, no quise hacerlo…

 Tal vez, si el no hubiese hecho... 


"Solo me quedé viendole unos segundos y entonces tal como prometí, me di vuelta y comencé a andar. 


 No lo había notado pero en ese breve instante que estuvimos ahí, el viento se volvió aún más fuerte; con cada paso debía alzar mis piernas a una altura considerable pues la nieve era profunda y ahora con el viento empujandome todo era más complicado, antes de dar un quinto paso caí de bruces. 


 Sentí la nieve en mi cara y me retire de inmediato, pero entonces mis brazos también se hundieron haciéndome caer de nuevo, era una vista condenadamente patética, bastante molesto y mientras luchaba por ponerme en pié sentí un fuerte apretón en mi chaqueta y un brusco jalón que me puso en pie de golpe.

 

 Estaba ahí sujetandome, no me veía a la cara, sus ojos estaban clavados en la distancia como si calculara la distancia y la dirección de la salida del parque. 


 - Para alguien a quien llaman "príncipe"...- bramo.- Eres una perra bastante torpe. 


 Bufé algo irritado, aunque secretamente agradecido por la ayuda. Sebastián lucía disgustado, pero no podía esperar más, había interrumpido lo que sea que planeaba hacer y este era un chico bastante hostil, ya me había quedado claro. 


 - Contigo si no se equivocaron. - Masculle entre dientes.- Si que eres un infeliz desagradable. 


 - Y te conviene no olvidarlo. - Dijo mirándome fríamente. - Ahora mueve tu culo, te llevaré a la entrada. 


- ¿por qué lo harías? 


De nuevo sus ojos se perdieron en la distancia. 


 - Porque te estas congelando. 


 Sebastián Michaelis comenzó a andar y dio varios pasos frente a mi mientras yo solo veía su espalda, pensativo, extrañamente confundido ¿Me estaba devolviendo el favor? 


 - Muévete. - Exclamó cuando giró a verme. - No tengo todo el maldito día. 


 Y entonces le seguí." 


 Pero de nuevo ese solo era yo queriendo atribuir humanidad a una bestia que nada sabía sobre gratitud. Probablemente aquello solo fue una forma de deshacerse rápido de mi, sacarme de ahí para que luego me largase lejos de él, ahora veía con más claridad, pero en aquella época me sentí como un domador de caballos y aquel potro salvaje, que pateaba a conciencia a cualquiera que se acercaba demasiado, había respondido ante mi y de nuevo mi infantil orgullo y enorme ego se inflaron hasta enceguecer mi juicio y distorsionar la realidad que nada tenía que ver con mis absurdas ilusiones. 


 Mientras serenamente respondía a preguntas de mi madre yo le vi de reojo. Durante todo ese tiempo me sentí el líder, cuando en realidad era yo quien estaba siendo usado y consumido.


 La puerta se abrió. 


 Mi padre entró y luego de saludar a Grell y Sebastián se acercó para abrazarme. Respondía a todas sus preguntas e incluso me esforce por sonreír un par de veces, todo en pro de lucir lo más relajado posible, aunque a partir de cierto punto comencé a dudar seriamente si aquello era necesario. 


 Luego de un par de hora el y Grell habían ido y venido constantemente, revisaban algunas cosas, máquinas y datos, información sobre mi, los estudios que me habían realizado y yo simplemente concentraba mi atención en los chistes de mi madre o en las anécdotas de papa, por primera vez en mucho días estábamos verdaderamente pasando tiempo juntos, sin embargo a hurtadillas, mis ojos se iban tras el, tratando de encontrar un indicio, una pista... ¿Podría ser que me olvidó? 


 Ni una sola vez su vista fue hacía mí, ni en una sola ocasión mostró reacción algúna ante mi nombre, la dirección de mis padres, que seguía siendo la misma desde aquellos tiempos, nada, absolutamente nada que yo pudiera interpretar y por un instante me permití tener esperanza. Si el me había olvidado significaba que tenía tiempo, aún sin saber cuanto, pero había una posibilidad de que mi cuerpo se recuperara antes de que me recordara, si salía de aquí antes de que eso ocurriera sería como volver a nacer. 

 

 Entre una cosa y otra se hicieron las 4 pm y con la hora de visitas por finalizar Grell entro a la habitación como era de costumbre. 


 - Bueno, se que están pasándolo bien, pero me temo que es hora de irse.


 - Pero aún nos queda una hora doctor.- Habló mamá.-


 - Lo sé, Pero he reservado está última hora para el Dr Sebastián. 


 Maldición...


 - ¿Disculpe?. - Pregunté fingiendo calma.


 - Pues no han hablado para nada y siendo un psicoanalista es fundamental que entablen cierto nivel de confianza. Entre más pronto pase esto más rápido será el proceso. 


 Mire a mis padres y aunque pretendí usarlos como excusa pronto note por sus rostros que no se opondrian a la petición de Grell así que simplemente respire hondo y asumí que aquello ocurriría de cualquier forma. Lo único que me quedaba ahora, era confiar en mi suerte.


 - De acuerdo.- murmuró papá.- Pero ¿Cuanto cree que dure esa charla? 


 - La verdad es que muy poco, tal vez media hora.  Solo será como una pequeña entrevista de reconocimiento. 


 - Perfecto, entonces no habrá provlema si esperamos fuera ¿no? Solo para despedirnos adecuadamente cuando terminen.


 Grell sonrió conmovido por el interés de mis padres. 

 

 - Me parece un trato justo.- Hizo una pausa algo chistosa. - De acuerdo, lo permitiré, así que ahora salgamos.

 

 Mamá beso me frente brevemente y entonces ambos siguieron a Grell, fuera de la habitación. 


 En un movimiento rápido seque mis manos contra mi sábana, no quería reconocerlo, pero estaba tremendamente nervioso. Si esto salía mal, estaría jodido. 


 Justo cuando el aire salió de mis pulmones en un suspiro largo, la puerta volvió a sonar y al instantes apareció el... Sebastián.

 

 - Hola ciel.

 

 Mi mandíbula se apretó por un instante, mientras le veía refrenando mi ansiedad. 


 - Hola doctor.


 Me asombre de lo bien que sonó mi voz aún cuando sentía el corazón en la garganta. 


 - Bueno, debo disculparme por la hora que he escogido. Son días ocupados y más tarde me será aún más difícil. 


 - No... No hay cuidado, no es como si tuviera otra cosa que hacer. 


 Mi intento por ser jovial fue correspondido y mientras avanzaba a la silla junto a mí, dónde había estado mi madre, me dejó ver una débil pero perceptible sonrisa. Eso era nuevo, pensé, Sebastián Michaelis no había sonreido para mi más que un par de veces durante aquellos años y hoy ya lo había hecho en tres ocasiones, con Grell, mis padres y ahora conmigo... Pero claro que luego de tantos años tuvo que aprender a fingir ser Cortés, como podría trabajar aquí sino hubiese aprendido a lucir amable... Olvidate del pasado ya ciel, concéntrate. 


 - Comencemos... - Dijo con voz baja, casi amable aunque su tono seguía siendo igual de grave. 


 Se sentó y su mano note una carpeta con mi nombre, y sus ojos comenzaron a ir y venir desde aquellas páginas hasta mi rostro, pregunta tras preguntas. 


 Al principio sólo eran vanalidades... mi fecha de nacimiento, nombre completo, edad. Luego fue profundizando de a poco.


 - Vi los estudios y según le dijiste a mi colega, un aproximado de años es lo que has perdido de memoria ¿cierto? 


 - Cierto.

 

Se dedicaba también a anotar algunas cosas. 


 - Correcto... Si tu vieras que decir cual es el último recuerdo que conservas ¿Cual sería? 


 - No lo sé, quizás mi entrada a mi primer trabajo luego de graduado...


 - Tengo entendido que luego de que Terminarás tus estudios de bachillerato te mudaste a América ¿cierto? 


 No pude evitar tragar con dureza mientras buscaba las palabras correctas. Alzó sus ojos hacia mi. 


 - ¿Puedes recordar eso?


 - eh si, es solo algo confuso, por el tiempo que ha pasado sobre todo. 


 - Lo entiendo... ¿Que edad tenías cuando te fuiste? 


 - 18 


 - Bastante tiempo sin duda... Pero coincide con la información que tengo así que pareces no haber olvidado eso.


 Mientras el tomaba apuntes y leía, me sentía seguro, pero cuando sus ojos me acorralaban el grado de dificultad aumentaba considerablemente. Solo rogaba por ser convincente y apostaba a su mala memoria mi salvación. 


 - Ese primer trabajo ¿fue en América?  ¿Como lo conseguiste? ¿De que trataba?


 - Bueno pues luego de que me gradue...


Y así seguí el relato, como si solo contará una historia, a un público invisible, como si el no estuviese ahí. 


 Una tras otra formuló sus preguntas, algunas obtuvieron respuesta y otras no, pero nada parecía estar fuera de su plan, supongo que siendo su especialidad sabía a que atenerse... Con el paso de los minutos mi respiración se fue tranquilizando. Ahí estaba frente a frente con el autor de buena parte de mis pesadillas y a cada instante me convencía más de que se había olvidado de mí. 


 Era una sensación extraña... Cuanto tiempo llevaría agobiado por el pasado y cuantas horas e dedicado a mantenerlo alejado, cuando aparentemente yo ya no estaba entre sus recuerdos, ya no era nada para el y en su memoria mi nombre, mi rosto y todo lo que había ocurrido, simplemente se había extinguido ¿Y porque no habría de ser así? ¿Porque recordaría al egolatra chiquillo de hacía tantos años? Solo fui uno de los tantos pobres seres que pasaron por tu vida para contemplar el horror que albergas en esa negra alma, pero nada más.


 38 minutos exactos transcurrieron y luego de eso simplemente se levantó y estrecho mi mano. 


 - Ha sido bueno conocerte ciel. Puede que parezca poco, pero ha sido una muy enriquecedora charla... Descubrirás que ha sido crucial para facilitar la fluidez en nuestro próximo encuentro. 


 - Supongo que sí...


 - Así será, no tengo dudas.- Me soltó y poco a poco fue alejándose de mi cama, camino a la puerta. - Va a costar un poco, lo sé, pero para cuando terminemos, habremos reconstruido tu memoria, voy a devolverte todo lo que dejaste olvidado. 


 Otra sonrisa casi imperceptible se dibujó en su rostro mientras sostenía la perilla de la puerta y la giraba, listo para abandonar la habitación. Antes de que lo hiciera le respondí con otra sonrisa, algo nerviosa pero asumo que lo suficientemente convincente como para no llamar su atención... Y así sin más Sebastián desapareció, cruzando el umbral de la puerta, saliendo de la habitación. 


 Al instante entraron mis padres, sonrientes y ansiosos por escuchar lo que había sido mi entrevista con Sebastián y mientras les contaba sin dar demasiada importancia, a penas podía creer lo que había ocurrido, me sentía como si acabara de sortear a la muerte, frente a los ojos del cazador resulte ser invisible.  


 


Horas más tarde, cuando el reloj daba las 8:30 pm y la oscuridad me hubo arropado, me permití disfrutar del silencio luego de aquel exaltado día. En parte me sentía en paz, pero, no sería sincero si no admitiera que los vestigios de mi infantil ego se agitaron...


 ¿Luego de todo lo que hiciste, me has olvidado?


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).