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La Brecha por malugr

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- Ella nunca está ¿porque?

   Sebastián separo su mirada del techo y la posó en mi.    - ¿quien?

     - Tu madre.

     Hizo una pausa, se que odiaba hablar de el, pero con los meses mi curiosidad no hacia más que aumentar, cuando se trataba de el cada vez quería saber más...

   - Viaja mucho.

   Desde aquella primavera había venido un sin fin de veces, semanas tras semanas, nos revolcabamos en cada rincón de la pequeña casa de Sebastián, siempre decía que no me iba a quedar, pero al final despertaba en la estrecha cama apretado contra su cuerpo.

     - no la he visto una sola vez en todo este tiempo.

     - ¿Y eso que tiene?

     - no lo sé, tal vez deba mudarme, para que no te sientas sólo.

     Volteó sus ojos como si mi broma le pareciera la peor de las estupideces y se giró hasta estar boca abajo.

     - Me temo que tu culo no lo resistiria.

     Me reí. Mientras me levantaba para ir hacia la ventana.

     - Probablemente, pero haría un esfuerzo por tu bienestar.    Contemple la calle un instante, yo estaba completamente desnudo, debían ser las 10:00 pm. Cerré con el cuerpo crispado por la fría brisa. Aquella era una noche de otoño...

   - No creo que pudieras soportar está vida humilde.

     Y en mi interior estuve de acuerdo, este lugar era demasiado distinto a la vida en casa. Sin servidumbre, sin lujos, sin kilómetros de propiedad llenos de vanidosos artículos. Sólo tenía algo en común, la soledad...

     Camine de nuevo a la cama, Sebastián fingida tener los ojos cerrados, pero yo sabía que podía verme desnudo ir hacia el. Lucía relajado, cada vez me gustaba más esa expresión.

     Me subí, pero no me acosté, me quedé sentado en la parte baja de su espalda y pasee mis dedos sobre ella... hace unos meses no me hubiese dejado, pero cada vez era más receptivo y ahora no las cubría... las cicatrices...

     - Aún no me dices como te las hiciste...

     Ahí estaba de nuevo mi curiosidad invencible.

     - Me metí en problemas cuando era niño.

   - Si eso dijiste, pero quiero la historia completa.

     Suspiro mientras mis dedos se paseaban por las enormes marcas acariciandolas. Seguramente fueron heridas muy dolorosas, pero ahora lucían como grietas en el mármol, blancas y superpuestas unas sobre otras. No imaginaba quien podría querer dañar ésta piel... ¿habrán sido azotes? Si, eso debieron ser, muy crueles azotes. Me parecían fascinantes.

   - No la recuerdo bien.

     Me reí de nuevo y me recoste sobre su espalda.

     - haz un esfuerzo... ¿fue tu padre?

     - No, ya estaba muerto para entonces.

   Maldición lo había olvidado.

     - Lo siento, se me olvidó...

     - da lo mismo, ahora que si pudieras callarte estaría agradecido.

     Tenía mis labios en uno de sus hombros y desde ahí comencé a trazar un camino rumbo a su nuca.

     - No seas desconsiderado, incluso traje la cena, deberías agradecerme.

     - Ya salde esa deuda.

     Si tenia razon... hacia unos minutos acabábamos de follar. Sonrei recordando y ahora me comía despacio su oreja.    - Phantomhive, te echaré a la calle si no me dejas dormir.     - oh ¿en serio?

     Pude ver como abrió sus ojos ante mi provocación.     - Mañana te despertare a las 6 y si no te levantas al instante te haré ir al Instituto con un consolador en el culo.

     - No pasará nada por llegar un poco tarde...

     - Dilo por ti mismo.

   Sebastián ya me había contado esas historia hacia un tiempo, su padre había muerto, sus negocios quebraron y poco fue lo que quedó para el Y su madre tanto que incluso pagar el colegio resultó imposible pero en vista de la situación le ofrecieron permitir que se quedara sin pago alguno a cambio de récords perfectos, como si fuese un becado. Su asistencia y calificaciones son monitoreadas siempre, por ello debe permanecer en el cuadro de honor. Adicional a ello tiene también un trabajo de medio tiempo... ¿increíble no? Dejar de ser un niño rico y en un instante volverse un adulto casi independiente.

    - Cierto, el estudiante estrella...

    - podrías aprender algo de mi, tus notas son poco más que basura.

     - Si que aprendo cosas de ti... Pero tengo prioridades...      Sujete sus manos despacio y las fui subiendo por encima de su cabeza.

   - tal vez sea yo el que te folle ahora... -le susurre deslizando mi mano hasta uno de sus glúteos.-

   Se volteó, casi derribandome aunque me mantuve sobre mis rodillas y ahora estaba sentado sobre su pelvis. Sebastián estaba completamente erecto, mis caricias no habían pasado desapercibidas.

     - Quiero ver eso.

     Sebastián había dejado las manos tras su cabeza, como si reposara tranquilamente mientras que su entrepierna palpitaba contra mi trasero desnudo. El no era alguien que disfrutará de la pasividad, siempre llevaba el mando de todo así que la oportunidad me pareció apetitosa.

     Sostuve en mi mano su pene y lo fui guiando hasta que pudo abrirse paso entre mi carne.

     No entendía porque, pero aunque acabábamos de hacerlo se sentía incluso más apretado de lo normal.

     Dejaba ir mi peso para que fuera más profundo, pero me parecía inacabable. Sus ojos no se apartaban  de mi rostro. La vista era espectacular, su cuerpo era perfecto y su expresión ruda, esa que ponía cuando trataba de mantener la compostura pero en realidad estaba a segundos de abalanzarse sobre mi.     Cerré los ojos miéntras sentía cada centímetro de el invadirme por completo. seguía mirándome... Sentí un calor depredador arrasarme por dentro y quise cubrir mi rostro seguramente ruborizado.

     Estuvo completamente dentro de mi y entonces me moví muy despacio... no podía entender que pasaba, era demasiado apretado y demasiado profundo. Seguí con mi mortal vaivén, recibiendo toda su hombría y los gemidos comenzaron a escaparseme... lleve mis manos a su abdomen y sentí los fuertes abdominales y la piel calentarse a mi tacto. Llevado por mi deseo abrí los ojos buscando los suyos, el seguía ahí tumbado pero su expresión serena comenzaba a deformarse con cada movimiento que yo hacia.

     Ese rostro que sólo yo conocía...

     - hazlo más rápido...

     Exigió mi león de ojos grises y yo obedeci.

     Aumente el ritmo, y noté como su ceño se fruncia como en un gruñido. Se incorporó, y quedamos frente a frente mientras yo seguía subiendo y bajando deslizandome por su carne.

     - hazlo más rápido, más rápido.

     No quitaba sus ojos de mi y yo me quemaba por dentro. Pase los brazos por su cuello aferrandome con desespero a el y sus manos llegaron a mi trasero, Sebastián me guiaba ahora y me movía a su antojo, según el ritmo que me marcaba, que era ahora descontrolado, tanto que mi respiración se había descordinado.

     - mierda... ¿porque estas tan apretado?

     Eso mismo quería saber yo...

     - cállate...

     - hace un momento no dejabas de hablar, ¿Que pasa te excita mi voz?

    Sebastián respiraba fuerte contra mi rostro y su voz vibraba de deseo, no puedo describir como me encendía.

     - por favor... haz silencio...

     Poco a poco los temblores se adueñaban de mi.

     - Estas temblando ciel... ¿Qué pasa, te quieres correr ya?

    - s...si quiero... quiero correrme...

   ¿Que clase de placer era este que me entumecia hasta el pensamiento?

     Sus manos palmearon mi trasero y lo apretó de nuevo con violencia haciéndome ir más rápido.

     - Eso es, hazlo más rápido... si quieres correrte hazlo más rápido.

     - No... n...n puedo...

   Sentía el corazón al máximo de pulsaciones.

     - Escucha, ¿Lo oyes? Estas empapado mientras me succionas...

     En realidad no podía escuchar demasiado, su voz era todo lo que había en mi mente y el golpe de mi pulso en mis tímpanos como un tambor.

     - Eres un puto vicioso... apretandome así... cabalgando sobre mi... como una puta... - Sebastián cada vez hablaba mas entrecortado-

     Yo ya no podía ni hablar, sólo gemia con ojos desorbitados.     En mi interior me daba la impresión de que su pene se volvía más grande, aunque seguramente era yo quien se estrechaba, sentí los fuertes espasmos convulsionar mis entrañas aumentando rápidamente... ya no podía aguantarlo más...     

       - Ya... No puedo... no puedo..

    - Maldita sea me estas sofocando.

     Cada vez que mi interior se contraia lo apretaba a el con más y más fuerza entre mi carne.

     Sus manos me tomaban con aún más firmeza y las gotas de sudor se deslizaron por mi rostro...

    Sebastián jadeaba furisamente mientras su miembro palpitaba ansioso por liberar toda su esencia.

   Mientras mordia su hombro comencé a correrme, en una ola de deliciosos espasmos y casi al instante sentí el calor de todo su semen desparramandose dentro de mi...

     Me deje vencer y Sebastián se recosto conmigo sobre su pecho...

     - muy bien... muy bien... estas aprendiendo muy bien...    

 Fatigado a penas pude mirarle y reír, el también se burlaba.

    Esa noche de frío otoñal, dormimos plácidamente.

      ---

       Abrí los ojos maldiciendo esa parte de mi memoria... cada vez eran  más comunes estos fragmentos de historia con Sebastián, y cada vez los detestaba más.

     Era el tercer dia luego de aquel incidente, la tercera vez que despertaba en mi cama rodeado nuevamente por monitores, la tercera vez en la que despertaba y el estaba ahí...

     Sebastián no se había separado de mi cama ni un instante desde entonces, estaba sentado siempre en el sofá más cercano, o apoyado en el ventanal, o en una silla justo a mi lado, siempre rotaba entre las tres cosas, pero jamás se iba de la habitación, comía, dormía y trabajaba ahí. Sus citas fueron canceladas y sólo llenaba sus formularios o se dedicaba a la lectura. El que sostenía ahora era el tercer libro que leía. Era muy veloz para eso.

     No habíamos cruzado ni una sola palabra, bueno, yo no había cruzado palabra con nadie en realidad. Grell y enfermeras autorizadas eran los únicos que entraban y aunque hacían esfuerzos por saludarme animadamente y alimentarme con diligencia yo no respondía, se que eso les hacia pensar que mi estado era grave y justo eso quería Sebastián, pero no me interesaba, estaba demasiado cansado como para fingir, sólo quería estar en silencio y no pensar... No pensar en absolutamente nada y es increíble la energía que eso consume, cuando hay tanto para analizar y tantas ideas corren desbocadas mantener en silencio los pensamientos es una tarea terriblemente exhaustiva.

     El seguía allí, leyendo, no hacia contacto visual, sólo me miraba en contadas ocasiones, sobre todo cuando había más gente en la habitación, asumo que para guardar las formas. El jamás abandonaba su papel. Muy astuto como siempre.

   - ¿como está todo hoy Ciel?

     Grell habló pausadamente, disimulando toda la normalidad posible.

     Sólo le miré  y asenti en silencio.

   El sonríe y ahora saluda a Sebastián, este si devuelve un saludo amistoso.

   Como siempre Grell revisa todo a mi alrededor sin decir nada más que un par de trivialidades a Sebastián, se piensa que eso me estresa menos, lo que daría por que se diera cuenta de que el causante de mi estrés es el malnacido al que le ha cedido el cuidado de mi salud mental.

   Tras el un par de enfermeras entran en misma actitud apacible y dejan sobre mi mesilla lo que debia de ser el almuerzo.     Luego de unos largos minutos todos salieron, todos menos el claro.

     Acercó la mesilla plegable y comenzó a comer la comida que a el también le entregaron las enfermeras.

     Yo seguía con ojos fijos en la nada, la tv nunca estaba encendida pero a veces pasaba horas mirando la pantalla, el ventanal, la blanca pared frente a mi cama, el techo y las finas líneas de la pintura agrietada, miraba con ojos vacíos, objetos más vacíos aún como si quisiera encontrar en ellos algún consuelo o simplemente envidiandolos, envidiando la existencia pacífica de no tener ni alma ni conciencia. Si, eso sería fantástico.

     Era muy silencioso siempre, hacia tanto que no articulaba sonido alguno que incluso sentía que mis labios se habían fusionado, estaba seguro de que si me veía al espejo en el lugar de mi boca encontraría un espacio liso, pero también sentía que no podría verme, porque las cuencas de mis ojos estarías vacías y por sangre fluiria Brea y sin ojos oídos o lengua me desplazaria por recovecos de esa tierra maldita a la que quedan confinados todos los que han perdido el privilegio de vivir en paz. Sólo, donde mis mentiras no alcanzarán a nadie y mi inmundicia no pudiese contaminar ni un alma mas.

     Tic, tac. Como siempre preciso, indicaba una hora que no me importaba, pero podía confiar en su precisión, a veces me parecía que el tiempo me compadecia, otras sonaba como una risa odiosa que se burlaba de mi desdicha... pero de cualquier forma era justa, siempre marcaba puntual cada segundo; el tic tac era exacto siempre, tanto si me ayudaba como si me jugaba en contra.

   Los cubiertos sonaron en la mesilla de Sebastián, había ya terminado de comer. Yo no había aún ni ojeado mi comida.     Sebastián estaba mirándome, lo sabía aunque no estuviese viéndole, sentía sus ojos crueles en mi perfil. Cerré los ojos y escuche como las patas de su silla chillaban al ser movidas por el suelo. En nada estuvo junto a mi cama, tan cerca que le escuchaba respirar.

     No dijo nada, sólo se quedó ahí fulminandome con la mirada hasta que la tensión fue tal que no pude resistirla. Vencido gire mi rostro hacia el.

     Nuestras miradas por fin chocaron. El sonreia.

     - Ciel, vamos, tu y yo sabemos que no estás tan jodido como para no comer... nos tienes a todos muy preocupados.

     - Eres un hijo de puta.

     Sebastián estalló en una fuerte risa.

     - vaya vaya...- dijo mientras se levantaba.- resulta que no te habías quedado mudo. - rodeó la cama hasta estar del otro lado junto a mi comida. - esto debe ser un milagro.

    Permaneci en silencio y el se sentó al borde de la cama con el plato en sus manos. Pincho un trozo de pollo y lo extendió hasta mi boca.

     - No quiero comer.

     - y a mi me importa una mierda lo que quieras.

     Presionó la comida contra mi boca y entonces abri.

     - Eso es ¿vez que facil?

    Seguí masticando en silencio y cuando trague ya el sostenía otro pedazo frente a mi boca.

     - Vamos, de nuevo. No te lo pongas peor.

     Abrí y de nuevo recibí lo que me daba.

     - Mucho mejor.

     Siguió alimentándome.

     - Debo reconocer que tu desesperanzador estado de shock me tenía muy fascinado, pero como sabes mi trabajo es curar a personas como tú, no sería bueno para mi reputación que mi paciente pase tanto tiempo sin evolucionar, además tu y yo sabemos que esto solo es un berrinche...

     - No tienes idea de lo que me pasa.

   - Ciel no llevo 3 días haciendo lo que hago. He visto muchas veces lo mismo.

     - ¿Y estas feliz de que por fin me este volviendo loco?

   El se burló un poco.

     - no estás loco Ciel, aún te falta un buen pedazo de camino para llegar allí. Piensas que soy un vulgar mentiroso pero no lo soy del todo, cuando le dije a Grell que habías sufrido de un ataque de pánico no mentía.

     Seguí comiendo sin mirarle, pero sin ignorar sus palabras.     - ¿ah si?

   - Si. El estrés, cansancio y un agitado día de noticias fuertes y revelaciones bruscas te causo seguramente algunos delirios y luego de que te lastimaste bloqueo tu capacidad de notar el daño que te habías hecho ¿no es asombroso el cerebro? Podría explicarte paso por paso que ocurrió a nivel neuronal, pero perderíamos tiempo muy valioso.

     - ¿tiempo? Porque sería valioso algo así de inútil en esta pocilga?

   - Bueno habló más del mio que del tuyo... verás hay algunas cosas que debo averiguar para acabar con algo que está perturbandome.

   Antes de que me diera cuenta ya la comida se había acabado y Sebastián dejó el plato en la mesilla.

     - Se que lo que te llevo a tal estado fue el shock de algunas emociones fuertes combinadas...

   - ¿Y?

     - Que también se que "dichas emociones" no las produjo tu amada prometida phantomhive.

     Deje los ojos apartados de el, pero las Palmas de mis manos comenzaron a sudar... sentí panico de que pudiera escuchar mi corazón y me delatara. El rostro angustiado de alois volvió a mi.

     - jajajajaja Ciel el monitor te está delatando... - mis pulsaciones estaban en aumento. - aunque no necesito el pitido de una máquina, ¿sabes porque?

    No quise responder, pero mi silencio le bastó.

     - porque lo vi entrando aquí ese día...    Seguí sin mirarlo.     - No se de que hablas.

   - No te hagas el estúpido conmigo. Hablo de ese amigo tuyo Alois.

     - yo no se...

     - Ciel ¿Porque lo intentas? -Sebastian sostuvo mi mano y de la punta de mi dedo quitó rápidamente el aparato que indicaba mi ritmo cardíaco y en un instante lo colocó en su dedo, el monitor reflejo su pulso sereno. - no te aburres de fracasar en tu intento por burlarme?

     - El, el sólo quiso saludarme...

   - ¿en serio?... ¿sabes algo ciel? - sebastian se inclino hasta que pudo susurrar en mi oído.- No te creo una mierda... -murmuro-.     Antes de poder refutar o decir algo en mi defensa sentí como una toalla me cubría el rostro mientras el se afincaba en mi pecho evitando que me moviera.

   Había inmovilizado mis brazos apoyándose sobre ellos también y presa del pánico sólo pude intentar gritar... tarde.

     El líquido comenzó a empapar la toalla sobre mi rostro y la desesperación se apoderó de mi al tiempo que la sensación de ahogamiento empeoraba con cada gota que era absorbida por la tela.

     - ¿en serio pensaron que no iba a notar como se escabullia? ¿Que clase de imbécil se piensa esa rata que soy? ¿Y cuanta suerte crees que tienes como para intentar ocultarme algo?     Cada bocanada de aire que luchaba por tomar se convertía en un intento fallido, aspiraba con todas mis fuerza sin más recompensa que el agua que empapaba mi rostro cubierto, no obtenía ni un ápice de oxígeno.

     - Tu vas a contarme paso a paso que ocurrió cuando vino y que fue lo que te dijo... todo lo que sabes o crees saber de el me lo dirás...

     Sebastián retiro momentáneamente el paño, Y sofocado obtuve una bocanada de aire, al instante volvió a cubrirme.

     - ¿sabes como te castigaria si descubro que tratas de delatarme no es cierto?

     "Lo mataré a el, los mataré a todos"

     Claro que lo sabía, vivía con ese terror cada día.

     - ¿Sabes lo que haré si me ocultas algo importante?

     De nuevo separo la toalla y pude arrancarle otra bocanada al aire. Me estaba desquiciando la cruda sensación de estarme ahogando sin remedio.

     - Más vale que me estés prestando atención Ciel, porque si me desafías voy a cazar uno a uno a los pocos seres que aún te importan en este infeliz mundo... Y los haré pagar en tu nombre.

     Sebastián se levantó de un tiro y por fin puede moverme. Me incline sobre mi costado respirando fatigado, sentía que estaba a punto de desmayarme y me dolía el pecho mientras trataba de captar todo el aire posible.

     Mientras me serenaba pude notar que el en el monitor las pulsaciones que se reflejaban no habían variado ni un poco... era el pulso inalterable de un asesino maestro... No se había agitado ni un poco miéntras me torturaba.

     El permaneció ahí de pie observandome hasta que por fin me pude sentar. Seque mi rostro con la manga de mi bata y le miré agotado... cansado de todo.

   - Comienza a hablar.

   - ¿porque es tan difícil creer lo que te digo?

     - se perfectamente que no entro de esa forma sólo para decir hola. Algo quería y algo debió decirte durante el tiempo que estuvo aquí.

   - Sebastián yo en verdad...

   - No quiero escuchar tus malditas escusas. Quiero que me digas lo que estaba buscando aquí.

     - No hay absolutamente nada que contar ¿Que es exactamente lo que buscas michaelis? ¿Que es lo que te preocupa de Alois?

     - Lo que busque no es asunto tuyo, sólo debes responder y cerrar la boca sin hacer preguntas... así que comie...

   En ese instante el celular de Sebastián le interrumpió.

     - ¿Grell?... si... ¿ahora?... de acuerdo... si lo entiendo... No te preocupes... adiós.

     Sebastián colgó la llamada y me dedico una breve mirada antes de acercarse para poner de vuelta el aparato que había quitado de mi dedo.

     - Me temo que tengo que atender un imprevisto, tendremos que continuar con esta charla luego. - Sebastián se giró y despacio se fue acercando a la puerta. - utiliza este tiempo para reconstruir paso a paso tu conversación con ese Alois, porque cuando este devuelta quiero escuchar cada detalle.

     Y así sin más abandonó el cuarto.

     Me recoste con los ojos cerrados, un instante que pudo haber durado 10 segundos o 10 horas, aunque en realidad fueron 3 horas, 32 minutos y 17 segundos según indicaba el reloj de mi pared con su fiable tic tac.

     Respire profundo. No te preocupes Sebastián, claro que voy a emplear bien mi tiempo.

      "Tu y yo sabemos que esto es solo un berrinche"

   Por su puesto que no había estado tan grave como fingi estar, pero no era un berrinche sin propósito.

     Casi puntual La enfermera que siempre me atendía ingreso a mi habitación para finalizar su turno dando la medicación a su último paciente.

     - Hola Ciel ¿como estuvo tu día hoy?

     Permaneci En mi papel, sólo le ignore como había hecho los días anteriores, con ojos fijos en la pared de enfrente.

     Ella se acercó en silencio y como siempre me extendió un pequeño recipiente con una pastilla, la misma que me había dado cada tarde desde el incidente, siempre a las 5:30 pm. 

   Alprazolam... un psicotropico digno de un neurótico diagnosticado, o algún desgraciado esclavizado por la agorafobia y demás basura...

     La pastilla me fue entregada. Habían decidido bajo consideración de Sebastián que necesitaba de esa porquería para conciliar el sueño, era según el la forma más fácil de evitar los "ataque de pánico" que me ponían en peligro.

     La sostuve en la palma de mi mano y en un movimiento la puse en mi boca para luego tomar un poco del agua que la enfermera me ofrecía.

     Ella reviso que la hubiese tragado, luego se despidió y así sin más se marchó.

     Me recoste en la cama y mire hacia mi lado derecho, ahí estaría el sentado, leyendo su libro en silencio fingiendo no observarme. La primera noche fue sencillo, sólo la tome y deje que me llevará lejos en un profundo sueño, ayer había sido un poco más difícil...

     Abrí la boca e introduje mis dedos al fondo, ahí donde terminaba la línea de dientes en una muela.

     Anoche el estuvo junto a mi, sin dejarme por un instante. Sentí mucho miedo, más del que me gustaría admitir, pero no había más opción, si quería lograrlo no podía permitirme fallar. Me acurruque de mi lado izquierdo, como lo haría un chiquillo y entonces pude recuperarla y ponerla a salvo dentro de la funda de mi almohada sin que el lo notará y sin que mi pulso monitoreado le alertara.

   Esa sensación de triunfo Me hizo sonreír al recordarla mientras sostenía entre mis dedos la pequeña pastilla que había fingido tragar.

     Hurgue en la funda de la almohada y luego de unos instantes Di con la otra, oculta desde la noche anterior.

     Con orgullosa satisfaccion las sostuve a ambas entre mis manos, tenía ahí suficiente como para poner en sobredosis a la mayoría de personas ¿Que pasaría si adicionalmente añadimos alcohol? Con suerte el maldito entraría en coma o algo peor. 

   No pude evitar sonreír. Aunque era muy pronto para eso, aún debía resolver lo más crucial del plan, llegar a la oficina de Sebastián sin ser descubierto. Casi podía ver la botella en ese lugar oculto del librero.

     Me levanté y fui al baño. Me enjuague la cara con insistencia, como intentando borrar todo rastro de duda. Debía hacerlo, debía lograrlo. Lo había burlado anoche, en su propia cara y podía hacerlo una segunda vez.

     Luego de tomar unos pantalones y un sueter del pequeño armario donde permanecian algunas de mis pertenencias, camine despacio hasta la puerta ignorando los temblores en mis piernas.

     Puedes hacerlo, el piensa que no, se cree que ya estás acabado, pero esa mierda no es cierta... pude visualizar el pasillo que conducía desde aquí a su despacho; sólo debía girar la manilla y caminar sin Llamar la atención entre la gente que a juzgar por la hora debía estar inundando los corredores. Sólo uno más entre tantos que se paseaban por allí, nadie tendría que notarte.

     Jure que no iba a desaprovechar mis oportunidades Sebastián, y no lo haré.

  Estruje al par de píldoras ocultas en un trozo de papel de baño dentro de mi bolsillo y abrí la puerta.

     Hubiese sido normal y para nada inesperado que con mi suerte me reconocieran al instante, pero que curiosa era la vida, parecía que por hoy conspiraba en favor de mis planes, tal vez estaba también desesperada por deshacerse de esa rata asesina, o de los dos y simplemente nos dejaba jugar nuestras cartas para ver quien resistía más y ahora me daba luz verde para ejecutar mi movimiento. La luz naranja que entraba por los ventanales y se difundía por los pasillos era bastante calurosa, parecía demasiado caótico todo, enfermeras corrían de un lado a otro, pacientes y familiares iban y venían agobiados buscando doctores que al parecer se habían escondido, miéntras avanzaba pude escuchar algo acerca de un descarrilamiento, un enorme número de fallecidos y un aún mayor número de heridos. todos y cada uno de los que integraban el personal médico eran solicitados una y otra vez por megafonía, al parecer el piso destinado a urgencias estaba colapsando con la cantidad de ingresados en estado crítico producto del accidente. Mientras avanzaba pensé en lo escabroso del asunto, decenas de muertos eran necesarios para poder asesinar a michaelis... seguramente estaría orgulloso, aunque ahora seguro estaba jugando a salvar vidas, pobre del infeliz que cayera en sus manos.

     Mientras el hilo de mis pensamientos se alargaba el camino finalizaba y sin notarlo estuve ahi, girando la manilla de su puerta y adentrándome en el consultorio.

   Sabía exactamente como proceder, lo había visto millones de veces en mi mente, repetido la escena una y otra vez con emoción. Me acerqué a la biblioteca, el tramo más cercano al ventanal, retire al menos unos 10 libros de la repisa del medio y tras ellos vi la lámina de madera en falso que cubría ese hueco justo al fondo; al quitarla pude verla. Sólo unos 4 dedos de licor quedaban contenidos al fondo de la botella que permanecía oculta esperando ser vacíada por su dueño.

   La sujete con un pañuelo que había traído también de mi habitación con cuidado de no dejar ningún rastro y la deje reposar en la mesa, mientras que sacaba el par de píldoras de mi bolsillo.

   Tome una hoja de papel en blanco de esas que había en su escritorio y sobre ella comencé la meticulosa labor de pulverizar las pastillas ayudándome con un pisapapeles, en segundos estas se volvieron nada. Doble un poco la hoja, la acerqué al pico de la botella y despacio fui dejando caer el polvo en su interior, agitandola levemente, lo suficiente para que se diluyera totalmente en el ámbar líquido que sin duda alguna Sebastián bebería ansioso luego del agobiante día que estaba teniendo.

   Contemple mi veneno, imperceptible, luciendo inofensivo, pero listo para entrar en acción a penas michaelis posara sus labios en el. Por último coloque todo en su lugar con precisión mortificante; era el trabajo de un profesional, de un maestro de fríos nervios. Tal parecía que seguía aprendiendo de ti Sebastián y eso te iba a pesar terriblemente...

   Jaque al Rey, michaelis, ahora es mi turno de verte planear nervioso una forma de mantenerte en la partida.

     Tal como una sombra me desvaneci, hasta de nuevo estar en el pasillo, caminando invisible para el resto del mundo.

     Me fui deslizando con una sonrisa en mis labios y mientras imaginaba los suyos empapados del mortal licor, sentía que me moría de sed.    Estas a un error del jaque mate.

       ----

       Horas más tarde la clínica yacia en silencio en los niveles superiores, la mitad del personal estaba de guardia, todos en el nivel de urgencias. Todos menos dos.

     - ve a descansar, Sebastián.

     Ambos doctores, Grell y michaelis, habían salido al último piso, sentados en la escalera de emergencia que daba hasta la azotea. No era el lugar mas seguro para estar, sólo una baranda los separaba de una caída de 7 pisos, pero era el primer descanso que tomaban desde que los afectados por el accidente habían comenzado a ingresar a tempranas horas de la tarde. Ambos ojerosos, y con algunas salpicaduras de sangre, disfrutaban de un cigarrillo en la fría madrugada.

     - Ya has pasado bastantes noches durmiendo mal. Tal vez debas ir a casa.

     Sebastián dio una larga calada a su cigarro.

     - Si tal vez deba hacer eso ¿Y tu?

     - Estaremos bien, creo que ya hemos pasado lo peor. Además podrás venir mañana temprano y cubirme, entonces iré a dormir. Se que no es tu área pero...

   - No es problema, fue emocionante, siento que han pasado mil años desde la última vez que atendí heridos en urgencias, me recordó a la época de internos cuando estudiábamos.

     - jajajajaja tienes razón, recuerdo esos días, aunque luego no quisiste seguir ensuciandote, elegiste el glamour de un consultorio con aire y pacientes deprimidos.

     Ambos rieron.

     - Si, pero aún veo bastante inmundicia. La gente está cada vez más jodida. La psiquiatría y psicoanálisis son la llave a los vertederos más grandes de basura, dentro de una mente traumatizada y yo soy el infeliz que limpia el desastre.

     - jajajaja papá estaría muy orgulloso de escucharte, por fin estas acercandote a su nivel de amargura y cinismo.

     - Eso creo jajajajaja ¿Que tal está el viejo?

     - Bien, lidiando con la jubilación, se queja de todos los años que estuvo tragando mierda como psiquiatra, pero se que está extrañando esos días en clínica. Creo que es un poco adicto y masoquista.

    - Llevalo a la playa.

     - Dice que se morira si intento hacer que lleve la vida de hippie viajero que sólo vacaciona. - de nuevo un par de risas.- sólo irá en el mes de agosto, su unico mes de vacaciones.

   - Que cabeza dura. Dile que iré el fin de semana a visitarlo. Tal vez le lleve alguna historia clínica para que se entretenga.

     - Se lo diré, quizás así deje de ordenar ese escabroso archivo.

     - ¿tiene toda esa porquería aun?

     - Claro que la tiene, pasa horas leyendo esas historias de pacientes pasados y organizandolas. Tal vez deba pedirle una cita contigo, estoy bastante seguro de que es demencia.

     Sebastián rio al tiempo en que apagaba su cigarrillo, se levantó y extendió la mano.

     - Suerte con eso. - Grell apretó su mano. - el viejo es un hueso difícil.

     - Si si, lo sé. Nos vemos mañana, llega temprano.

     - Lo haré. Ah y Grell, chequea a phantomhive antes de volver a urgencias.

   - Cuenta con eso, bajaré en unos instantes.

   Sebastián cruzó la puerta de emergencia y estuvo de nuevo en los corredores de la clínica silenciosa. Subió al asesor y marco el piso al que se dirigía.

     Caminaba agotado, los últimos días en la incómoda silla junto a la cama de Ciel habían psado factura, a eso sumado el caos del día de hoy.

     Giró la perilla de su consultorio y se deslizó al interior, colgó su bata, busco su maletín, metió algunos informes que tenía pendiente por revisar y se entumecio al ver la cantidad de trabajo que tenía en pausa. Recogió un par de archivos que también debía organizar y también los guardo en el maletín que llevaría a casa. Descolgó su chaqueta de la percha y entonces se quedó inmóvil unos instantes viendo por el ventanal.

     ¿porque está todo tan solo?

     Saco su teléfono del bolsillo y consultó la hora.

     1:30 am.

     - maldición.

     Sebastián recordó la cama en casa que hacia días que no tocaba y la deseo con añoranza. Contempló la calle unos segundo y entonces dio un par de pasos hacia atrás.

     - No hay más remedio... será otro día.

     Guindo la chaqueta nuevamente en la percha y dejo el maletín en la mesa junto a su celular ¿de que serviria? Solo perderia tiempo valioso tratando de llegar a casa por un miserable par de horas de sueño. Dormiria en la butaca como ha hecho un sin fin de veces y asi podria adelantar trabajo.

   Se dirigió al librero junto a el.

     Saco unos 10 libros de la repisa central y los dejo en el suelo. Tras una lámina fina de madera vio el cristal que le llamaba provocativamente. Se extendió lo suficiente para alcanzarla y la sostuvo por un momento.

     Tal vez en otras circunstancias Sebastián hubiese notado algo distinto en el color del líquido, pero completamente agotado y a oscuras le fue imposible y sin reparar mucho en detalles michaelis vertió todo su contenido en un gran vaso.

    Sin más protocolo comenzó a beber. 

 


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