Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

La Brecha por malugr

[Reviews - 191]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Entonces mori!... ¡Pero sobrevivi!

Un saludo inmenso, les traigo actu y esta semana espero hacer una o 2 mas aprovechando el tiempo libre que tengo. ¿Me han olvidado ya? voy a torturarlas un poqui. Me encantaron sus comentarios alguien en particular me sorprendio, parece que esperaba algo mas truculento, creo que verdaderamentes tienes una mente algo oscura jajajajaa pero espero estar a la altura de tus expectativas, espero correr con suerte y que aun siga la historia. Lo mismo va para tod@s los he extrañado a montones y aceptando el reto de entretenerles me embarco nuevamente en mi labor de teclear cositas tan sordidas como me sea posible.

 Saludos!

 Un cementerio de buenas intenciones no dejaba de ser eso, solo un recinto de cadáveres, por ellos la frase “la intención es lo que cuenta” nunca me pareció tener sentido; o salvabas a alguien o no lo hacías, no había más.  Tal vez era solo porque me gustaban los extremos… supongo que es la razón por la que llegue hasta aquí, pero no podía evitarlo. El vaso estaba vacío o lleno…

 ¿Le darías a alguien que muere de sed solo unas cuantas gotas de agua? 

 Me pareció siempre más piadoso ir en sentido contrario… ¿Quién era yo para dar falsas esperanzas? Si igual va a morir de sed, que lo haga lo antes posible. Es menos doloroso. Para quien agoniza  y para uno mismo. Prometer ayuda solo para descubrir finalmente que no puedes hacer nada y ver los ojos defraudados de quien confió en ti, es una forma pasiva de suicidio… la culpa mata lentamente…

 

Cuando hube abierto los ojos, el fuego se había extinto.

 Hilos finos de humo subían de los leños ahora tibios ahí donde las llamas nos habían estado alumbrado; se habían desvanecido igual que nosotros.  Me descubrí agazapado, sobre su chaqueta y junto a mí su rostro dormido parecía solo una sombra, algun espectro de otro lugar, algun reflejo de un sueño.

 Mire alrededor buscando algo a lo que aferrarme, pero todo seguía viéndose como un espejismo.

 ¿Realmente estaba aquí?

 Las ventanas y persianas seguían cerradas y como guardianes celosos obligaban a la claridad diurna a permanecer a raya. Sin embargo el fulgor que parecía provenir del segundo piso hacía eco de mis sospechas, ya era de día. Mire en su dirección y apenas si su pecho se movía, pero sus ojos parecían apretados, tal como si hiciera fuerza por mantenerse dormido, como si dentro de su subconsciente luchara por no volver a despertar. No había ni un atisbo de paz en su expresión.

 ¿Desde cuándo sufres así?

 Suspire acongojado sabiendo que eran más años de los que podía contar…

 Me levante despacio, seguía desnudo y camine como un niño perdido. Vi el cadáver del reloj aun colgando en la pared y las siluetas de los muebles, vi aquel sitio como si fuese un santuario. Jamás hubiese podido entender lo que significaba para él, el alivio y el tormento que habían aquí contenidos.

 Me sentí como un espíritu del pasado mientras avanzaba escalera arriba.

 Tal vez eso era, tal vez yo era un fantasma que solo vivía en sus sueños. Quizás cuando el despertase todo acabaría y yo desaparecería como agua evaporándose.

 Todo era como una pintura antigua y las lágrimas me sobrevinieron…

 El tapiz en las paredes, el pequeño balcón lleno de flores al final del pasillo, su habitación…

La cama donde algun día me jugué la vida por instantes seguía en su lugar. El pequeño sillón gastado, libros apilados.

 La pequeña ventana donde tantas veces vi el sol morir y renacer me ofreció una mirada a mi propio mundo; por un instante me pareció ver aquel rostro juvenil que alguna vez fue mío, pero con detenimiento pude apreciar no existía ya, en su lugar estaba el hombre adulto en el que me había convertido, con un rostro cansado, con una mirada nerviosa que intentaba ocultar la pena que arrastraba incluso de mí mismo.

 ¿Desde cuándo finjo así?

 Me senté temeroso sobre las delgadas sabanas grises y la madera crujió murmurando un saludo, como si me hubiese reconocido y secretamente me permití devolvérselo. Recosté mi cuerpo sobre el cobertor y le respire suavemente solo para descubrir que ambos compartíamos ese aroma… Ambos llevábamos encima su esencia, desde hacía años, estaba enredada en cada fibra, sumergida en cada poro y su aliento tibio que tanto reposo sobre esta almohada, estaba también adherido a mis mejillas, a mi cabello húmedo, a mi piel erizada. Pero eso era en si una historia triste…

 Fuimos su refugio muchas veces, pero nunca su hogar. Nos impregnamos de su paso intermitente por nuestra existencia, pero no podíamos llamarnos suyos, así como el tampoco podía ser nuestro.

 Permanecí tumbado con mi resignación.

 Uno no puede entender ciertas cosas del alma, algunas solo pueden sentirse y lo que ocurría en la mía era una de esas. Era un tifón y no podía distinguirse nada, pero esos sentimientos no estaban ahí para ser comprendidos, solo querían arrasar con todo y lo habían logrado.

 Recordé la forma en como me había aferrado a el hacía apenas unas horas y lo fácil que resulto ignorar años de rabia. Lo único de lo que estaba seguro era que estaba aterrado y completamente perdido.

 Desde la puerta escuche el crujir de pasos pesados.

 No me moví, ni siquiera cuando sentí su peso sobre la cama.

-          ¿Qué debo hacer ahora?

  Note que mi voz estaba afónica y quebrada.

-          Estoy perdido…

 Llore con el rostro sepultado entre la almohada.

 Note como se movió hasta cubrirme.

-          No intentes buscar respuestas en mí. – murmuro tan suave que parecía estar a kilómetros, aunque su piel me rozaba. – No tengo siquiera las mías.

-          ¿Es eso cierto? Hace muchos años me dijiste que todos los caminos que tomase me conducirían a ti… Parece que tenías razón. Tal vez ahora puedas decirme que hacer.

 Esos vistazos al pasado eran peligrosos y dolorosos.

-          ¿Está mal cierto? Recordar. Quisiera tener tu determinación.

-          No quieras nada de mí.

-          ¿Entonces qué debo hacer, huir, morir?

-           …

-          No me ignores por favor…

-          Ciel…

-          Respóndeme…

-          Ciel…

-          Sebastian…

 

 Una mano helada toco mi espalda y mis ojos se abrieron.

-          ¿Ciel?

 Respire agitado y lo vi de pie junto a mí, confuso, casi tanto como yo.

-          ¿Qué… que ocurrió?

 Mire a mi alrededor, seguía en la cama de grises sabanas.

-          Hablabas en sueños.

 Me había dormido. Me frote los ojos y me incorpore avergonzado solo para darme cuenta de que seguía desnudo. Sebastian se giró y fue hasta el viejo ropero tras él, donde comenzó a hurgar

-           ¿Qué haces aquí?

-          Lo siento yo… solo estaba echando un vistazo… Todo sigue igual.

-          ¿Por qué no lo estaría?

-          No lo se, ha pasado mucho tiempo… Pensé que te habría dado tiempo de cambiar algunas cosas.

-          Yo no vivo aquí.

-          ¿No?

-          No, tengo un apartamento cercano al hospital.

-          ¿Y esta casa?

-          Solo es un cementerio.

 Sebastian se giró con una toalla y mi ropa.

-          Solo hay recuerdos aquí. – Extendió el montón hacia mí. -  Ten.

-          Como nosotros.

 El suspiro, como si sin querer me diera la razón. Sus ojos estaban cansados.

-          El baño sigue donde siempre.

 Salimos de la habitación y en efecto ahí estaba. El entro y abrió las llaves. Recordé con nostalgia que siempre estuvieron dañadas, solo él lograba que el agua saliera tibia.

-          Estará lista en un momento.

 Me acerque a su espalda.

-          ¿Dije algo mientras dormía?

El guardo silencio por unos instantes.

-          Si…

Hice que se girara.

-          ¿Qué fue?

-          No hagas esto.

-          Quiero saber.

-          ¿Ya no fueron suficientes verdades?

Me agazape en silencio. Claro que si… pero por alguna razón…

-          Ya no se… No sé lo que estoy haciendo. Anoche…

-          Solo déjalo atrás.

Sentí una punzada en el pecho, no pude más que reír amargamente. El siguió su camino hasta la puerta.

-          Ojala fuese como tú. Pero no… no soy así de fuerte.

Permanecio dándome la espalda.

-          Baja cuando estés listo. Ya debes irte.

La puerta se cerró y bajo el agua tibia deje escapar lagrimas mientras me tragaba mis lamentos.

 

 

Pronto estuve listo. Y baje las escaleras para ver como la claridad había pintado todo el lugar. Los vividos colores en el fondo me resultaron incomodos, parecía un sitio distinto al de la noche anterior. Él estaba en la mesa del comedor, parecía mirar por la ventana.

Desee poder leer su mente. Aunque seguramente no soportaría lo que allí encontrase.

-          Es un día muy brillante.

-          Lo es…

Baje y permanecí a varios pasos de su lugar, sin atreverme a acercarme más. La chimenea estaba limpia, como si jamás la hubiesen encendido, y nuestro lugar en la alfombra vacío… ni rastro de la lujuria con la que nos habíamos tomado, ni el miedo, ni la angustia.

-          Yo supongo que… - Sebastián me interrumpió.-

-          Mi nombre… - Hablo con voz sombría.-  dijiste que estabas perdido… y luego dijiste mi nombre.

Me estremecí.

-          ¿Qué piensas que significa?  

-          Ese es el problema, no quiero averiguar más, no quiero indagar ni suponer. No eres el único que está perdido.

-          Tú no pareces estarlo. Sabes que no quieres saber nunca más de mí, eso es bastante mejor que mi situación.

-          …

 Guardo silencio ante mi afirmación y sentí curiosidad… ¿Puedes negar que es asi? ¿Lo admitirás o me pedirás que me vaya?

-          Quieres que desaparezca ¿No es cierto?

-          No puedes entenderlo todo Phantomhive.

-           Yo también estoy harto de tener que adivinar, suponer y juzgar a ciegas. Eso fue lo que nos trajo aquí en primer lugar.

-          Cometimos muchos errores.

No pude evitar ofenderme un poco, aunque era cierto…

-          Así que ese es el plan… Decir que todo fue un error y correr en direcciones opuestas.

-          Seguramente es lo único que queda por hacer.

-          Entonces termina de pedirme que me largue, antes de que cambies de opinión y volvamos a follar.

 Se giró entendiendo el matiz cínico en mi voz, con un rostro irritado se limitó a observarme.

-          Hazlo de una vez, no quiero darte más cosas por las que arrepentirte.

-          Termina de largarte.

¿Qué estaba esperando que el hiciese?

-          Bien…

 No había nada por lo que quedarse así que solo me gire y comencé a andar hacia la puerta.

-          No trates de hacerte el ofendido.

-          Solo me estoy largando…

 Escuche la silla crujir y luego como tiro de mi brazo.

-          No tengo la respuesta a nada. Pero tú sigues empujando…

-          No empujo nada Sebastián, lo he intentado todo y sigo volviendo aquí.

El silencio se volvió algo denso por unos segundos.

-          ¿Sabes que soñé?

-          No quiero oírlo.

-          Era justo esto, yo pedía respuestas y tú decías que no podías dármelas y entonces te recordé cuando dijiste que todos los caminos conducían a ti. Parece que todas tus profecías se cumplieron entonces tal vez deberías darme una nueva. Lo único que dijiste fue que no debía querer nada de ti…

 

-          ¿Cómo es que puedes estar aquí parado buscándole sentido a cada maldita cosa?

 

-          ¿Por qué no debería?!

 

-          ¡Estos es una avalancha! No hay nada que puedas rescatar de lo que fuimos o de los que somos ahora! ¿Es que acaso no lo puedes ver? Solo somos una catástrofe.

 

-          Yo solo se que no quiero seguir odiándote.

 

Me soltó con rabia, como si me arrojase lejos y camino en círculos frotándose las sienes.

-          Ya lo olvidaba, todo debe ser a tu maldito antojo…

-          Eso es injusto…

-          Injusto es que hayas venido aquí. Debiste haber desaparecido ayer mismo mientras podías y sin embargo vienes aquí exiges verdades y duermes conmigo, te recuestas en mi cama susurrando mi nombre y luego hablas de desaparecer… ¿Qué tanto más de este infierno necesitas?

-          No se qué demonios estoy haciendo, por eso necesito que me digas que carajo es lo que sigue

-          ¿Por qué debo ser yo quien decida?

-          ¡Porque yo no puedo!

Grite mi honesto reclamo enojado.

-          ¿Y yo sí?

Enmudecí, sebastian solo me dio la espalda y se llevó las manos a la cintura mientras tomaba una enorme bocanada de aire.

-          Confundes tanto las cosas que le llamas fortaleza a mi patético intento de no volverme loco. No puedo curarme… No puedo abrir yo mismo mi mente y curar lo que he sido toda mi vida. No puedo corregir 35 años de atrocidades con una disculpa ni jugar a ser tu amante cuando te he estado odiando más de la mitad de mi vida… Somos como todo lo que hay en esta casa, un recuerdo, uno demasiado intenso como para borrarlo pero demasiado dañino como para querer evocarlo. Quieres hablar de lo que hubo, pero si alguna vez sentí algo me encargue de asesinarlo, lo deforme tanto que es irreconocible. Esta deformado por años ira. Lo mismo es para ti.

-          No quiero tus disculpas y no voy a darte las mías tampoco Phantomhive. Como te fuiste y tus horrores, los voy a repetir una y mil veces en mi mente y te seguiré detestando. Lo que vi en ese video…

 Trague ahogado, desolado…

-          No importa si es cierto que aun te deseo… Te seguiré despreciando, porque eso es lo único que puedo hacer. Y tú debes hacer lo mismo…

 Quise llorar, aunque no pude.

-          Cruzaremos esa puerta, continuaremos la farsa y cuando todo haya terminado desapareceremos y si alguna vez recuerdas mi nombre será como tu enemigo, alguien que te hizo demasiado daño… como un lugar terrible al que jamás querrías volver.

-          ¿Y es eso lo que en verdad quieres?

-          Ya te lo he explicado, eso es es lo más sencillo, lo más tolerable.

-          No respondes mi pregunta. – Me acerque tanto que pude sentir su aroma. - ¿Es lo que en verdad quieres? Porque cada vez que estoy a punto de irme de alguna forma me detienes.

 Cerro los ojos unos instantes y luego extendió las manos hacia mí, sus dedos en mi cintura y en mi cuello se afirmaron sutil, pero decididamente.

-          No soy fuerte, no quiero ver tu espalda mientras te alejas, no puedo dejarte ir, aunque es lo que más deseo no puedo. – La presión se fue intensificando. – Es la razón por la que no puedo matarte, ni dejar de acorralarte… Cuando pienso en que no volveré a verte jamás es como volver a este lugar… esperando y esperando, noche tras noche… Pero yo conozco ese suplicio… se que es infame pero puedo intentar resistirlo nuevamente si tu desapareces. Si vuelves a huir sin dejar pista ni rastro entonces no podre seguirte y luego de varios meses o quizás un par de años conseguiré asimilarlo y volveré a la rutina que construí sin ti. Podre sobrevivir… Pero si te quedas yo jamás podre echarte…

-          Entonces no lo hagas…

 Nos miramos con ojos humedecidos.

-          No puedes quedarte aquí… porque yo no soy un hombre capaz de dar nada, no puedo ofrecerte nada. Ni estabilidad, ni paz, consuelo o cariño… Yo no conozco esas cosas. Si te quedas a mi lado acabare por descubrir que soy más insignificante de lo que jamás creí… Te acabare perdiendo definitivamente porque jamás podre ser suficiente, jamás podre darte lo que esperas y eso si que no podre soportarlo, darme cuenta de lo miserable que soy en realidad… acabare matándome y la culpa te matara a ti. Lo que sea que tu y yo iniciemos será como sumergirse en un barril toxico.

 Sentí lastima de mí mismo, estaba ahí de pie sintiendo sus manos temblorosas y no pude decir nada. Era el momento más honesto que jamás compartimos y ante sus palabras abrumadoras solo pude temblar de miedo, porque yo también podía imaginar ese gris futuro del que el hablaba… era cierto, dejarnos sería un martirio, pero permanecer juntos era una condena.

-          Puedo ser un enemigo digno, eso lo sabes, y puedo ser lo suficientemente hombre como para admitir que te deseo más allá de mi raciocinio… pero no puedo ni podre jamás ser un compañero. Por eso, cuando todo esto termine debes ser tu quien huya sin avisar…y por eso mientras estemos juntos debo seguir odiándote… así cuando no estés me aferrare a ese odio y conseguiré tolerar que te hayas largado… Pero si me das algo más, si me envenenas con posibilidades y promesas, no lo resistiré.

 Sostuve su mejilla y sus ojos grises parecían turbios, emanaban desde lo profundo una especie de súplica “No me hagas prometer algo que no podre cumplir… No me ilusiones queriendo cambiarme, porque no podre… y me destruirás del todo”  

-          Con mis años y mi profesión me he vuelto un hombre bastante calculador y lo que me queda de razón está gritándome que esta es la única manera. Quizás no lo entiendas, pero no debes hacerlo solo debes creerlo… como una plegaria. Si quieres evitarnos un final fatídico entonces haz lo que digo.

Cerré los ojos y asentí.

-          Muy bien. – Musite.- Dejaremos aquí sepultada esta verdad, los deseos y anhelos y al cruzar esa puerta seguiremos siendo lo que hemos sido hasta ayer, hasta antes de anoche… Dos enemigos.

 Suspiro con resignación y algo de alivio. Así debían ser las cosas y si esta era la única forma en que podía mitigar tu sufrimiento, entonces lo haría. Me tragaría todo y luego huiría… Aunque eso me condenara a años de pena, a tener que vivir perdido nuevamente… Era el precio que iba a pagar a cambio de redimirme, vivir media vida, siempre huyendo de mis propios deseos. Mi paz a cambio de la tuya.

 En la mesa una vibración desvió nuestras miradas. La luz de un celular vibraba.

 Sebastian me soltó y se dirigió al aparato. Debía tener decenas de llamas perdidas.

-          Grell es muy persistente, pensé decirle que no llamara más.

 Sonreí forzosamente.

-          Supongo que eso también es mi culpa.

-          Ya inventaremos algo.

 Asentí.

-          Alo?

 Sebastian contesto sereno, a pesar de todo. Siempre estaba en su papel.

-          Si te escucho…

-          ¿Por qué, qué ha pasado?

 La conversación seguía y aunque no escuchaba los que Grell decía el rostro de Sebastián se endureció.

-          ¿Es grave?

 Ahora yo me ensombrecí.

-          Entiendo… Si... – El me miro por un instante. – Esta conmigo… Iremos para allá de inmediato.

  Un escalofrió me recorrió la espalda. Colgó la llamada y se pasó el saco sobre los hombros.

-          Debemos ir al hospital. La policía nos está buscando a ambos.

-          ¿Por qué?

-          No lo sé… Pero no parece ser bueno… - Me fulmino con la mirada. – Tiene que ver con Alois Trancy…

 

 El hormigueo en mis extremidades se intensifico.

-          Con Alois y Elizabeth

-          ¿Lizzy?

-          Hay que irnos ya.

 Gire despavorido y corrí hacia la puerta… Sebastian pasó el brazo por mi costado y giro de la perilla con la misma velocidad.

 Por un micro segundo nuestros ojos se encontraron. De alguna forma este era el final de algo, la realidad nos había encontrado y sus horrores no se hacían a esperar. Así que sin palabras dijimos adiós.  Las ideas platónicas quedarían tras nosotros, aquí encerradas, hasta que muriesen de olvido…

 La puerta se abrió, el sol nos golpeó la cara, y nuevamente se cerró.

 De nuevo estábamos en el cruel mundo que nos solicitaba, corriendo a largas zancadas hacia la desgracia.

 Subimos al auto del padre de Grell y sebastian conducía a toda velocidad.

 Y tal como debía ser, no hubo más palabras. De nuevo éramos dos hombres que se despreciaban, unidos por la cadena de farsas que aun debíamos sostener para librarnos de pagar el costo de nuestras atrocidades.

 Y luego, tal como debe ser, desaparece.

Notas finales:

Espero sus comentarios. ¿Alguna idea de lo que sigue? vengo algo cruel por el estres asi que echenle imaginacion... jajajaa

 

 Saludos <3 !!!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).