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La Brecha por malugr

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Notas del capitulo:

Seguimos con las act.!

 

 Saludos!

-          No te desmayes ciel,  colapsar aquí no te ayudara a la larga.

Cubrí mi boca con la misma temblorosa mano que había retirado la lona.

Era de un color que no había visto jamás, la piel de un chiquillo que debía estar próximo a los cinco años, lucia frente a mí, opaca, sin vida, de un blanco que se difuminaba con el morado...

-          Llevan todo este tiempo en la habitación al fondo del pasillo. Congelados para evitar la putrefacción aun así los cuerpos están bastante malogrados, el accidente fue terrible.

 La voz sonaba taciturna y lejana. En mi mente un centenar de pensamientos se mezclaban en una nebulosa de desconcierto.

 Veía su tierno rostro frente a mí, la mitad estaba desfigurada, cocida en muchos puntos.

-          Iba en el asiento trasero, al recibir el impacto su cabeza se fue contra la ventana del vehículo, una y otra vez… No solo la quebró, sino que los cristales restantes le rebanaron medio rostro y le vaciaron al instante ese ojo.

 No sentía mi cuerpo, al menos no la parte de afuera, lo que sentía eran arañazos que me abrían las entrañas. Una pena infinita que pesaba y me aplastaba.

-          Uno pensaría que sufrió mucho, pero la verdad es que esos mismos movimientos quebraron su cuello, los forenses creen que murió mucho antes de sentir las puñaladas del cristal.

 En silencio solo me lamentaba entre lágrimas.

-          Su nombre era Cory, tenía 6 años.

 Extendí la mano, como si quisiera tocarlo, como si quisiera darle un poco de mi existencia. Me detuve a unos milímetros, avergonzado de mi egoísmo; Sebastian tenía razón, siempre pensando en mi alivio, yo lo había puesto en esa cama y aun así pretendía tener su perdón solo llorando su muerte. No podía tenerlo, no podía disculparme, me merecía sufrir con su imagen en mi memoria.

 El frio que el emanaba era intenso y para mí fue como un lamento y me reprochaba la imprudencia que le había quitado todo.

 No sé cuánto tiempo transcurrió y cuanta culpa fui destilando en forma de amargas lágrimas. Su joven vida se había extinguido y yo estaba ahí, vivo, para verle, inmóvil y destrozado… ¿Cuan injusta era aquella escena? El culpable ve muerto al inocente ¿Cuan ofensiva era mi vida para todos los que frente a mi reposaban?

¿Cómo es que planeaba yo tocarle? Era un cadáver sí, pero ciertamente si alguien estaba podrido, ese era yo.

 Sentí asco de mí mismo.

 

  Mi mano se volvió un puño y despacio la aleje de él, de su pequeño cuerpo.

  Ahí reposaba, un pequeño que jamás conocí, el adolescente que jamás será, el hombre en el que no se podrá convertir…  Yo los llore a todos, los lamente a todos y sentí profundamente que la vida injusta no les haya permitido ser y haya elegido solo a un desgraciado para sobrevivir.

 

 Sostuve la punta de la lona, la lleve hasta arriba y ahí quedo su cuerpecito, el millar de cosas que pudo haber logrado y que ya jamás serian… Quedo sin color en sus mejillas, y solo mi pena y dolor como ofrenda, que de nada servían, que nada valían.

-           Adios Cory...

 Me supo a metal la boca, como si se me hubiese rasgado por dentro al susurrar su nombre.

 Me moví despacio, como un fantasma y sus cadenas, hasta la próxima camilla.

  Sebastian no había dicho una sola palabra desde el nombre del pequeño, y si las había dicho al menos no  las había escuchado.

 Voltee hacia ese lugar, donde estaba la puerta.

  Estaba a pocos pasos de mí, la puerta de vidrio tras el cerrada.  Avanzo y se puso del otro lado de la camilla; poco podía confiar en mi mismo en ese momento, pues el shock me mantenía en letargo, sin embargo podría jurar que ya no sonreía, casi por un instante me pareció que no lo estaba disfrutando tanto como debió pensar que lo haría.

 Tenía mi vista fija en la lona, entre ambos el siguiente cadáver.

-          Levántala.

 Su voz fue casi solemne.

 De nuevo obedecí.

 El me miraba con fuerza e insistencia, yo a penas le podía notar.

-          La noche del accidente se había enfermado, sus padres iban rumbo al hospital. Por eso fue que salieron.

 Permanecí estático con la mirada sobre aquel pequeñín.

-          Drake, era su nombre, 3 años y medio. Y Ella… - Dijo haciéndose a un lado.- era Jane 32 años.

Des cubrió con rapidez la camilla continua, con la joven mujer de casi mi edad.

-          El iba en los brazos de su madre en el asiento de copiloto, murió aplastado por ella cuando quedaron atrapados entre el asiento y la parte delantera del coche, Ella se fracturo las piernas, la columna, las costillas… completamente comprimida por el coche.

  ¿Cuántas cosas podemos ver en función de esas simples palabras?

 

 Mi mente dibujo la escena, entre metal y fuego, una madre agonizaba cubriendo a su hijo, muriendo gustosamente si a cambio de eso su pequeño pudiera sobrevivir.

 ¿Habrá muerto pensando que lograba su cometido? ¿O con amargura vio morir todo lo que más quería sabiéndose incapaz de hacer nada por ellos? Dicen que hay cosas peores que la muerte y si, si lo creo, pero el cómo mueres es la parte que a veces pasamos por alto… No, no solo murió, y no, no solo se fracturo todo el cuerpo, ella se quedó ahí, mientras sus fuerzas se volvían nada, probablemente sintiéndose más inútil y miserable de lo que nunca imagino posible.

 ¿Puede haber algo más Cruel? ¿Puedo yo, sabiéndome culpable, vivir con ello?

-          Tu…- Murmure sin atreverme a mirarle.- Tu… sabes ¿Por qué?

 

-          ¿Qué?

 

-          ¿Por qué estábamos ahí?

 

 

-          Si, lo sé.

 

-          ¿Me lo diras?

 

-          ¿Qué planeas hacer con esa información?

 

Mire a Sebastian.

-          Merecen que lo sepa.

 Y sí, me refería a ellos… helados, con el olvido de cobijo, merecían sin ninguna duda que yo me retorciera de culpa.

-          Llega al final, y veremos.

 No creía en la compasión de Sebastian, que no acabara de romperme solo lo interpretaba como una forma de extender mi angustia; el lucia sereno, yo estaba hecho añicos y para ser sincero, me sentía merecedor de la agonía.

 No rechiste, no quería exigir nada.

 Sentí cansancio, sentí apatía y dolor… pocas cosas me habían aturdido de tal forma.

 Sebastian se movio hasta estar en el centro de la habitación y se giró para de nuevo clavar sus ojos en mí.

-          Continua, Ciel.

 Solo restaban dos camillas, pero no era como si el peso se aliviara, cada vez que un cuerpo me era revelado, lo sentía sobre mis hombros.

 La lona fuera y me encontré de frente con el ultimo integrante de la familia.

-          El golpe dio directamente en la puerta del piloto, el mayor impacto lo llevo él. Quedo completamente aplastado en su asiento contra su propia puerta. Le fracturo todas las costillas, estas perforaron los pulmones, no murió en el acto, estuvo al menos unos minutos vivo.

Llegado a tal punto, cerré los ojos con miedo, estaba temblando a tal grado que mi dientes comenzaron a chocar entre sí.

-          Christopher, 38 años.

 Sebastian se movía por la habitación, yo solo veía el cuerpo con ojos vacíos.

 Me daba cuenta de que mientras mi mirada se quedaba sobre ellos, mi mente se iba más allá, tratando de imaginar lo que había ocurrido y como se sintieron, no sabía si era una forma de autocastigarme, pero me resultaba inevitable. Me iba allí, lejos, al tiempo donde sus ojos abiertos destilaban vida, adivinando las personas que fueron, las cosas que hicieron y lo que dejaron por hacer.

 Lucia como un hombre alto, brazos gruesos, cabello rubio… Su cuerpo estaba estropeado y aun asi casi podía verlo andar por las calles yendo al trabajo, alzando a sus hijos en brazos o besando a su mujer. Parecía fuerte, seguro decidido, debió tener una voz grave, y ser un hombre de acciones contundentes, protector y un adorador de su familia.

-          ¿Estuvo vivo todo ese tiempo? ¿Mientras el resto…?

 

-          Sí. Desde afuera lo llegaron a ver aún con vida, extendiendo el brazo hacia su mujer.

 

 Me mordí los labios, como en un intento por no gritar.

 ¿Cómo debió sentirse un hombre así mientras su familia moría?

 Su voz sonó tras de mí.

-          Pero no fue el último en morir.

 

 Cruce mis brazos, como abrazándome a mí mismo; era como un niño asustado, a punto de ser castigado, sollozaba con mis labios apretados, todo lo que el orgulloso Ciel phantomhive representaba se había quedado fuera de la habitación, dentro de ella, era un diminuto cumulo de desesperación, angustia y remordimiento.

 Sus manos se apoyaron en mis hombros, y con suavidad fue haciéndome avanzar, hasta la última camilla.

-          ¿Te has preguntado por qué elegí este orden?

 Mi mirada no se desviaba de la última lona, sabía bien quien estaba debajo.

-          No…

 Arrastraba las piernas en la dirección que sebastian me indicaba.

-          Haz un esfuerzo.

 Con mi cabeza solo pude negar infantilmente su petición, estaba aterrado de lo que iba a decir.

 Antes de lo que hubiese querido ahí estábamos, frente a el.

 Sebastian fue deslizando la mano sobre uno de mis brazos y sujeto mi muñeca. Entre quejidos y lágrimas quise apartarme pero solo logre pegarme más a su cuerpo.

 Guío mi mano con la suya hasta la esquina de la lona.

  Sentí  aliento en mi oído tibio contra mi piel helada.

  Sujete la tela casi sin fuerza, tan al borde de desmayarme que con un brazo sebastian me rodeo previendo mi caída.

 Suavemente la fuimos quitando…

 Y ahí estaba, mi tan querido y dulce finnian, destrozado.

-          Los coloque de menor a mayor, según lo que sufrieron al morir.

 Me sacudí en los brazos de sebastian con los ojos cerrados con un mar de amargura quemando mi rostro.

-          ¿Qué pasa? ¿No vas a verlo como a los otros, acaso vale menos o más?

 

-          ¡No es eso!

 

-          Entonces míralo.

 

Mis piernas se habían rendido, solo el me mantenía en pie.

 

-          Murió a segundos de que los bomberos pudieran liberar sus piernas; con el golpe el motor se movió hacia dentro del vehículo y casi todo su peso le aplasto las piernas. Seguía vivo, algunas piezas de metal le hirieron y muchos vidrios cortaron su rostro y torso, pero al final fue…

 

-           El humo…-murmure.

 

 Sebastian fue bajando al suelo y yo con el, mi respiración se había vuelto frenética, luego de estar casi paralizado un especie de crisis se apodero de mí.

 No podía respirar, el sabor metal en mi boca, a sangre, me dolían las costilas el cuerpo entero estaba atrapado… como una rata atrapado y escuchaba el sonido diabólico del cuero de los asientos arder…

 Finny, finny.

 Todo era oscuro, un humo denso un humo impenetrable, no podía verlo pero sabia que seguía ahí sentado , el venia conduciendo y el estaba ahí, lo escuchaba toser.

 Me estaba asfixiando, pero el humo tendía a subir y se acumulaba en el techo del coche. Mientras yo atrapado en la parte de abajo recibía la mejor parte, finnian con su cabeza en alto, literalmente se estaba ahogando.

 Quería hablarle, quería que él me dijera algo, pero solo nos escuchábamos toser.

 Mi visión se volvió nula, los ojos me ardían y el aire cada vez más caliente me quemaba el rostro.

 Con mis ojos cerrados y con mis pensamientos junto a él me fui quedando sin ninguna fuerza.

 Escuche los gritos de ayuda las alarmas, sabía que estaban rescatándonos, sabía que estaban ahí, pero no me enfocaba en ellos… Solo podía oír la tos de finny, mi querido finny… mientras su respiración se rendía, sentía las lágrimas deslizarse por mi rostro y arrastraban la sangre a mi boca. Un sabor metal nauseabundo…

  Era nauseabundo

 

 Mientras sebastian me acomodaba en el suelo el vómito fluyo por mi garganta.

  Apretaba mis puños, muerto de asco y el sabor a sangre no se iba, el humo, la presión…

-          Se ahogaba… Finny murió asfixiado…

 Entre gritos escupí la frase.

 Las imágenes de como desarmaron el coche casi entero hasta que por fin estuve afuera medio muerto.

 La gente gritaba que estaba vivo, estaba inconsciente, otros gritaban que estaba despierto, debía ser un shock, la verdad es que no se cual era mi estado, pero si sabía que solo yo había salido vivo de ese coche, lo sabía incluso sin que nadie me  lo dijera y en silencio sin responder a los rescatistas que luchaban por estimular alguna respuesta mía, cerré mis ojos y desee con todas mis fuerzas morir esa noche.

 Las luces del local, los brindis con Finnian y Bardroy, las copas una tras otra. El sonido de sus risas y la mía. Nuestra llegada a Londres el pacto cerrado y la celebración… Nuestra conversación y cada palabra. El sonido del coche al encender y el sonido de los coches al estrellarse. Las sierras cortando el metal para sacarnos, la insoportable luz blanca en la ambulancia, el dolor, las agujas, los sedantes y el vacío hasta despertar en el cuarto de la clínica.

 Como quien enciende una luz se iluminaron esos últimos días y los vi claramente.

 

 Abrí los ojos con desespero, intentando asimilar el caos en mi mente.

 Sebastian se había acuclillado a mi lado y en silencio me observaba, tan tranquilo que no podía soportarlo, me arrastre por el suelo hacia atrás lejos de él y del vómito y con la manga de mi bata limpie mi boca.

-          ¿Qué paso?

 En su rostro se habia de nuevo dibujado esa expresión arrogante, la que ponía cada vez que se salía con la suya.

-          No lo sé, porque no me lo cuentas tú, ahora que puedes recordarlo.

Una rabia inexplicable me invadió.

-          ¡¿Es esta tu maldita forma de hacerme recordar?!

 

-          No era mi plan en realidad, solo quería presentarte a esta dulce gente y claro, darte la oportunidad de despedir a Finnian; pero si, sabía que era muy probable que recordaras algunas cosas si te sometía a tanto estrés.

 

-           ¡Infeliz maldito!

 

  Lleve la mano a mi bolsillo y lidiando con el desconcierto me abalancé sobre él.  En su rostro se avivo una intensa chispa al ver el bisturí que blandí en su contra.

  Cayo sobre su espalda y yo sobre su abdomen, por un instante el filo estuvo tan cerca de su rostro que casi pude sentir como le perforaba un ojo, pero no, a un segundo de lograrlo su mano me capturo y en el forcejeo pronto me vi vencido. No podía lidiar con la fuerza del tosco sebastian, cuya corpulencia me dejaba en terrible desventaja.

 Nuestras posiciones cambiaron en un parpadeo.

-          Casi me da ternura pensar que estabas tan adolorido viendo a la gente que enviaste a su muerte, que se te olvido que podías apuñalarme teniéndome tan cerca.

 Forcejeaba con rabia mientras con una de sus manos sujetaba las mías con todo y el bisturí.

 Él tenía razón, lo tuve tan cerca y descuidado mientras me sostenía frente a finny y no pude siquiera recordar que llevaba aquello en mi bolsillo.

 Alzo mis manos hasta que estuvieron en el medio de ambos, pude ver que levemente sonreía mientras se fijaba en el bisturí.

-          ¿Así es como me pagas por devolverte tus recuerdos? No has dejado de ser un perro mal agradecido.

 Acto seguido escupí en su mejilla.

-          ¿Así está mejor bastardo?

  Me quito el arma, arrojándola lejos y se acomodó sobre mi sujetándome las manos por encima de la cabeza.

  Nuestros rostros quedaron frente a frente y como dos grandes enemigos nos descargamos en un vistazo un incuantificable odio.

-          Si, vas mejorando, aunque aún te falta si lo que quieres es matarme.

 De su bolsillo saco un pañuelo que parecía estar algo húmedo.

-          Pero no te preocupes Ciel, con todo el tiempo que vamos a pasar juntos podrás intentarlo cuantas veces quieras…

 

-           ¡Que así sea!

  Con fuerza apretó el paño contra mi boca y en un instante quede en tinieblas.

  Lo último que escuche fue su cruel risa…


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