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La Brecha por malugr

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A su tacto reaccione y por fin la miré apropiadamente.

 

 Lizzie resplandecía, aunque parecía estar a la expectativa de mis reacciónes, no podía evitar lucir emocionada de verme.

 

 Era preciosa no había duda, pero no podía concebir que fuera mía. Sujete la mano con la que me acariciaba y la sostuve entre las mías ¿Por Donde debía comenzar? 


 - Lizzie, no puedo imaginar que tan difícil es esto para ti pero yo necesito saber... 

 - ¿Nos sentamos? 


 Ella me sonreía con dulzura, y yo asenti. 


 Se acomodó en el diván y yo me senté junto a ella. 


 - ¿Que tanto recuerdas? 

 - 23 años... Luego de ahí no tengo nada.


 Salvo claro, los recuerdos que había recuperado gracias a los infames métodos de Sebastián, pero no hablaría de eso...


 - Esos son muchos años. 

 

 Sonreí como si me apenara hacerla ir tan lejos en sus memorias. 


 - Lo siento...

 - Lo dices como si esto fuese tu culpa.

 - Tal vez lo sea. 


 Se giró más hacia mi y apretó mi mano.


 - Ciel, esto fue una terrible desgracia, no fue culpa de nadie.

 

 Ella no sabía lo que había ocurrido... Eso era lo peor, no poder ser sincero con nadie. Tener que llevar todo por dentro y dejarme consolar, como si fuera cierto que la culpa no había sido mía. 


 Enmudeci y deje que tomara el mando de la conversación.


 - El día del accidente estuve tan asustada. Alois y yo volamos desde casa hasta acá tan pronto como pudimos y estuvimos con tus padres desde entonces. Yo sigo quedándome con ellos, Alois en un hotel cercano al hospital. El día que nos dejaron verte fue muy duro, no pensé que había sido tan afectada tu memoria. Me sentí tan avergonzada al despertar y tan abatida... No imagino como ha sido para ti. 

 - He dormido mucho, casi vacaciones.


 Ambos reímos 


 - Te he extrañado... Demasiado. 


 Estaba sonrojada, y miraba nuestras manos que aún estaban juntas. Hubiese querido decir algo para corredponderla, pero simplemente me fue imposible. Ella lo noto en seguida. 


 - Ciel, tu nos recuerdas a Alois y a mi como, ¿como pareja no es cierto? 

 - Así es. - Murmure - 


 Me levante y tome una bocanada de aire, frote mi rostro, estaba tan incómodo, era tan difícil.


 - Ciel debes creerme, no hicimos nada malo. 


 Me gire a mirarla casi con desespero.


 - Tu Ibas a ser su esposa lizzie. Estuvieron esos años juntos y era tan felices ¿como es que todo se convirtió en ésto? 


 El silencio en el despacho fue ensordecedor por unos instantes, pretendía no herirla, había sido mi querida amiga desde que sólo éramos niños, pero ¿como podía aclarar mis dudas con suaves palabras? ¿De que otra forma podía decirse la verdad sino crudamente? 

 

 - ¿Entiendes que para mi solo hay una forma de ver todo ésto? Para mi no somos... No soy mejor dicho, más que un traídor. 

 - No tiene nada que ver con traiciones ciel, ¿piensas que de haber sido así Alois seguiría a tu lado, a nuestro lado? 

 - ¿Como es que podemos justificar esto?

 - ¿Justificar?

 

 Tome aire mientras me movía por la habitación como un animal amenazado. 


 - Ciel se que no puedes recordarnos juntos, pero puedo decirte que nunca renunciaste a mi, a pesar de las apariencias decidimos seguir adelante. 


 Lizzie se levantó y puso sus manos al rededor de mi rostro. 


 - ¿No sientes nada teniéndome cerca? 


 Su mano hizo trayecto hasta estar sobre mi pecho. 


 - ¿También aquí me has olvidado?


 Lágrimas como diamantes se asomaron entre sus ojos y una profunda pena me invadió. Ella me amaba y mi indiferencia la lastimaba, era terriblemente consciente de eso y aún así en mi pecho no se manifestaba absolutamente nada más que un cariño similar al de un hermano por su hermana. 


 - Sabes que necesito oír toda la historia y sabes que no puedes mentirme. 


 Lizzie desvío su rostro, con mis dedos en su mentón la force a mirarme nuevamente. 


 - Prometelo, aunque sea dura me dirás solo la verdad.

 - ¿Porque es tan difícil creer que nos amamos y por eso nos juntamos? ¿Porque es tan difícil creer que no herimos a nadie y que todos festejaban a nuestro al rededor?


 Porque me conocía y sabía de mi suerte. No había precedentes en mi turbia vida, de haber logrado felicidad, sin que esta dañara a alguien. No cabían en la misma línea mi nombre y la paz. 


 - Lizzie, tu sabes mucho de mi, sabes que no he sido un santo y sabes que he hecho...


 - Por favor Ciel ¿Que diablos tiene que ver quien eras en ese tiempo? Un chiquillo malcriado, un mujeriego pretencioso, eso no tiene nada que ver con el hombre en el que te convertiste.


 Elizabeth no supo jamás absolutamente nada sobre Sebastián a pesar de que éramos muy amigos por aquella época, sin embargo siempre estuvo al tanto de lo muy mujeriego que fui y claro de mi tendencia a marginar y despreciar a la mayoría. Siempre fui un protector con ella, aunque con el resto era un desgraciado. Tal vez por eso éramos amigos, por su capacidad de apartar todos mis defecto y ver la bondad que según ella había en mi. Que equivocada ha estado siempre ¿pero como decírselo? 


 - No creo que alguien pueda cambiar tanto lizzie.

 - ¿ni siquiera por amor? 


 En especial por esa mierda... No existen los amores como la mente de lizzie los dibujaba, el amor de verdad era la más terrible de todas las drogas que alguna vez consumi, estabas en el tope y de pronto te retorcias como en el más cruel de los síndromes de abstinencia. 


 - No lo sé, solo se que el te amaba, y que no puedo evitar sentir que le hice algo terrible.

 - No hicimos nada malo, ya te lo dije.

 - Habló de mi.

 - ¡No puedes hablar solo de ti en esta situación Ciel! ¿No entiendes que somos nosotros? ¿Ahora debo sentirme como una ramera por amarte? 

 - Sabes que nunca insinuaria algo así.

 - ¿Ah no? ¿En serio pretendes decir que eres un bastardo por estar con la ex de tu amigo, pero que yo no tengo ninguna culpa? Si vas a decir que esto es algo malo pues tendremos que ser malos los dos.

  

 Me apoyé sobre el escritorio, me senté un instante y frote mis ojos. 


 - No quiero llevar esto a una discusión lizzie y no quiero lastimarte. 

 - Se que no. 


 Camino de nuevo hasta el diván y se sentó con sus manos sobre sus rodillas, Lucía como una chiquilla asustada. 


 - Voy a contarte todo Ciel, y no mentire y tu también vas a prometerme no juzgar todo como un pecado.


 Cubrí mi boca y tras un suspiro asenti. 


 Elizabeth comenzó con cautela, desde Aquellos días universitarios en el tiempo en que ella y Alois estaban juntos y yo era un buen amigo. 

 

 Cuando decidí ir a América a estudiar, lizzie pidió a su familia hacer lo mismo, crecimos juntos así que no hubo resistencia por su familia, creo que de hecho estában emocionados, era bien sabido que nuestras familias esperaron siempre poder casarnos, sin embargo yo jamás accedí y lizzie conociendo mi fama me prefirió como amigo que como pareja, éramos casi hermanos, tanto que apostaba a que ella sería algún día novia de Finny, siempre sentí que el la quiso de jóvenes, aunque jamás lo pude confirmar, tal vez prefirió no hacer nada porque sabía que yo la protegía demasiado. 


 Al llegar a América nuestra relación se afianzó, éramos nuevos en aquel lugar junto con Finny, tan lejos de todo lo que conocíamos y debo admitir que su compañía me era muy grata, aunque aún en ese entonces jamás la vi como algo más y hacia mis escapadas para entretenerme con mujeres de mi facultad. Ella estudiaba leyes, Finny y yo economía y fue entonces cuando conocí a Alois, se sentó junto a mi el primer día en clases, esa noche notamos que además éramos compañeros de habitación, desde entonces fuimos inseparables. 


 Pronto Alois y lizzie se conocieron, al principio sólo éramos un cuarteto normal de amigos, pero más adelante comencé a notar que su trato era más íntimo, faltaba un año para nuestra graduación cuando Alois me confesó que estaba enamorado de ella y que planeaba proponerle matrimonio. Alois finnian y yo siempre fuimos socios de crimen, habíamos ido a un sin fin de juergas y causado estragos en cientos de mujeres, pero hacia meses que se había alejado de aquella vida, me di cuenta que lo había hecho por lizzie y eso me bastó para aceptarlo. Elegimos un anillo juntos y hable con su familia para presentarlos aún en la distancia, sus padres dieron la bendición con la condición de que no se celebraría la boda en América sino en Inglaterra una vez que la familia le conociera en persona, por su puesto que eso también implicaba terminar sus respectivas carreras. Se hizo tal cual y lizzie una noche de suaves olas y velas recibió el anillo anhelado en un romántica propuesta muy íntima. 


 El tiempo pasó, la graduación llegó y por supuesto que con ella el tiempo de viajar a Londres. Mis recuerdos se pierden, teníamos los billetes ¿pero que pasó luego? 


 Ahí es donde entraba la versión de lizzie.


 Si habíamos abordado el vuelo que nos regresaba a casa y por supuesto que llegamos pero al parecer nada fue lo que debió haber sido. 


 - Mi familia no cumplió con su parte de lo dicho, al llegar allá no hubo boda, nos convencieron de que éramos demasiado jóvenes y que lo ideal sería esperar un tiempo más; aún así no nos desanimamos. Tu y finnian se habían marchado casi al instante de llegar luego de saber que la boda aún no se celebraría. Alois comenzó a trabajar para una empresa de la familia de mi madre yo comencé en el bufete de mi padre, no vivíamos juntos, mi familia no lo quería así hasta que nos casaramos, al final ambos nos acostumbramos a sus imposiciones y sin darnos cuenta paso un años y medio hasta que las cosas se volvieron insostenibles. La familia de Alois en América estaba terriblemente descontenta y el comenzó a presionar a mi familia, al final todo terminó en descontento e incluso despidieron a Alois de la empresa.  Ya nada era lo mismo entre los dos, pero me sentía culpable por abandonar las cosas sin antes luchar así que tome la primera decisión sería de mi vida que no había sido controlada por mi familia y renuncie al bufete y me fui con Alois, pero de inmediato supimos que no tendríamos una vida tranquila en Londres y el pensó en ti. Para entonces estabas en Italia, así que empacamos y nos fuimos con ustedes. 


 No me había movido ni un milímetro en todo aquel tiempo. La historia de lo años que se vaciaron en mi memoria me parecía tan lejana, el tenía razón, todo me resultaba ajeno. 


 - Al principio tu y finnian nos acogieron en su casa y para ser sincera fueron los meses más felices que jamás tuve, todos sonreían, éramos como hermanos todos juntos y la relación con Alois parecía mejorar aunque el anillo en mi dedo paso a ser sólo una decoración y la idea de una boda se fue alejando de nuestros objetivos, pero podía resistirlo porque todo parecía estar en su sitio, ahora me doy cuenta que confundimos el amor con aquella felicidad grupal que poco tenía que ver con nuestra pareja. Finalmente lo que tenía que pasar pasó, al año finnian Alois y tu habían comenzado una propia empresa y los viajes se volvieron más frecuentes y comunes mientras yo solo permanecía en casa con mi trabajo de medio tiempo en un buffet. Casi un año más tarde decidieron expandir la compañía y otra sede abrió en holanda, tu y finnian se mudaron y con ustedes las risas de la casa que quedó vacia. Alois y yo nos veíamos únicamente en las noches para dormir, si es que llegábamos a casa. Yo había sido ascendida y Alois manejaba toda la sede en Italia, casi no había tiempo de nada y en el fondo sabía bien que de no ser por que yo seguía ahí el se hubiese ido a holanda con ustedes, algo le faltaba y me sentí cruel porque de algún modo pensé que lo retenía. 


 De alguna forma nos queríamos, nos gustaba estar con el otro, pero ambos sabíamos que aquello no era suficiente, estábamos estancados desde hacía tanto tiempo que simplemente no supimos dónde retomar nuestra relación. Un buen día Alois nos compro una vacaciones, dos semanas juntos en una isla caribeña. Fueron geniales por supuesto, pero no era como una reconciliación. La última noche de esas vacaciones amanecimos en la arena y entre olas, al igual que el día que nos comprometimos, nos separamos; puse el anillo de vuelta en su mano, volamos regreso a casa esa noche y al día siguiente el recogió sus cosas y yo las mías, cada uno tomó su rumbo. Yo compre una casita a las afueras y el se mudo a Australia dónde otra sede estaba por abrirse. 


 Recuerdo que teníamos 28 años y tu volviste a Italia, debían encontrar a alguien que dirigíese el lugar pues planeabas ir también a Australia definitivamente, comenzaste a quedarte en mi casa cada vez que viajabas y al principio todo era como antes, éramos amigos y teníamos largas noches de confesiones... Pero de pronto... Los meses pasaron y tus visitas se hicieron más y más comunes y al final...


 Lizzie hizo una pausa y yo me tuve que esforzar para tragar ¿como demonios había podido dormir con ella?  A penas tolere que me besara ese día, la idea de tener sexo con ella me parecía casi desagradable, era como un hermana maldición. 


 - Comenzamos a salir y acordamos hablar con Alois y cuando hizo un viaje a Italia así lo hicimos. Todo resultó como lo esperamos, el lo aceptó tranquilamente y de hecho estaba muy feliz por nosotros, de nuevo pareciamos los amigos en días de universidad y todo tomó sentido. Al poco tiempo tu y yo también nos mudamos a Australia a la misma ciudad que Alois y vivíamos a una hora de camino. Desde entonces estamos juntos. 


 Tu y yo nos comprometimos hace dos años.


 Lizzie hizo una pausa y al instante se río.

 

 - Creo que me hice fan de los compromisos largos. 


 Yo solo podía mirarla como intentando comprender todo lo que me había contado. Intentaba asimilar cada palabra y sólo pude guardar silencio. 


 - Ciel juro que cada palabra es verdad. 


 Supongo que ella veía la incredulidad en mi rostro y lo único que quería era que yo le creyera. Claro que mi problema no era si creer la historia o no, mi problema era no saber como fui capaz de hacer esas cosas. Había perdido la memoria pero sabía quién era, sabía quién era ella y nunca la vi de ese modo, ni antes ni ahora. 


 - Te creo.

 - Tu rostro me preocupa.


 De nuevo las lágrimas se asomaron por sus mejillas. Le hice un gesto con mi mano y me incorpore del escrito, ella brinco del diván y corrió a abrazarme. Con fuerza le correspondi. Su pecho contra el mio delataba el pulso de su inocente corazón. Me sentía tan sucio, pero ¿como podía rechazar todo lo que ella había pasado y simplemente decirle que no sentía aquello que ella me había contado? 


 Acaricie su cabello.  


 - Ciel tu me amas, aunque no puedas creerlo ahora, en serio estamos juntos y no quiero que perdamos eso. 


 Por dios... ¿Que es lo que iba a hacer? 


 Alzó su rostro hacía el mio y me miró como si suplicara, ¿Cuantas veces había participado en esta escena? ¿Cuantas mujeres me habían rogado cariño y llorado por un beso? No podría contarlas, pero se con seguridad que a ninguna le di lo que pedían, ninguna significó nada para mi jamás y mi corazón se estrujo al pensar que lizzie tampoco, yo no podía verla como ella a mi, sin embargo la adoraba de otra forma y por eso no podía solo rechazarla. 


 "tengo una cámara escondida"


 Aprete mis dientes al descubirme frente al escritorio con ella entre mis brazos ¿sería cierto, lo de la cámara? 


 Lizzie se sonrojo hasta las orejas mientras la miraba con ojos fijos, aunque mis pensamientos estaban en otro sitio. Entonces me decidí y supe exactamente lo que debía hacer. 


 Sostuve su mentón y nuestros labios se unieron.


 Sentí el sabor salado de las lágrimas sobre sus labios y luego el inocente toque de su lengua. Debió ser la mujer más dulce a la que besé alguna vez, a diferencia de las vulgares con las que acostumbraba a estar, sin embargo hubiese preferido estar con cualquier ramera y no aquí corrompiendo lo único limpio que había en mi vida. El beso se disolvió y pensé cuidadosamente cada palabra antes de hablarle. 


 - Lizzie yo te creo, de verdad lo hago, pero aún así necesito tiempo ¿de acuerdo? Tengo que asimilar demasiado cosas y... 


 Sus dedos se fueron hasta mis labios. 


 - Se que es así y no debes disculparte o sentirte mal, yo entiendo perfectamente. 

  

 Sonreí agradecido. 


 - ¿Puedo pedirte algo más?

 - Sabes que si. 


 Sus manos en mi pecho temblaron.


 - ¿Me darías otro beso? 

 - Jajajaja claro, pero aún nos estamos despidiendo ¿Que tal si te acompaño abajo? 

 - ¿Te dejarían? 

 - Quizás no, pero no planeaba pedir permiso tampoco. 

 - Jajajajaa no has cambiado. 


 Ese es precisamente el problema lizzie. Que sigo siendo un malnacido, aún cuando aparento ser amable. 


 - Vamos. 


 Salimos del consultorio de Sebastián y lizzie colgaba de mi brazo como lo haría una novia enamorada. 


 Avanzamos rápido por los pasillos y con los ascensores llenos de personal preferimos las escaleras. Corrimos como niños entre las personas y el camino se terminó en un parpadeo. 


 No había visto el lobby de la clínica, no de día al menos y al frente la puertas ampilas de cristal directas a la calle. Lizzie apretó mi meñique y gire para darle una sonrisa. Pronto estuvimos en la calle llamando un taxi. 


 - ¿Puedo venir a visitarte? 

 - Siempre que quieras. 


 Su rostro Lucía resplandeciente y claro que cumplí mi promesa.


  besé su frente mientras roce sus mejillas hasta que nuestros labios se volvieron a encontrar.

 

 Un beso incluso más dulce que el de hacía un instante, como si fuese el primero. A mi al rededor sentí las miradas conmovidas de los transeúntes, el amor joven derretia cualquier corazon. Como si besara los pétalos de una flor, fui cuidadoso y tierno como jamás lo había sido. Sin ninguna duda, era una escena soñada. 


 La sonrisa de lizzie más brillante que nunca mientras subía al taxi y luego la vi alejarse entre el tráfico. 


 Me quedé ese instante con las manos en los bolsillos, rodeado por las enternecidas miradas a mi alrededor... Y claro que él... 


 Me di vuelta y camine por el lobby hasta la máquina de refrescos justo donde Sebastián se encontraba.


 - ¿Que tal el espectáculo? ¿Me acerque lo suficiente a tu cámara?


 Musite mientras fingia interés en las gaseosas dispobibles.


 - Esperaba más que una simple conversación Tediosa. Aunque esa tierna escena entre la multitud... un espectacular primer beso debo decir. 

 - Yo también lo creo. 


Saque un billete y luego de introducirlo al aparato recibí una Fanta, destape y bebí un sorbo dulce y refrescante. Nos miramos por un instante, y casi pareciamos dos conocidos amistosos con sonrisas amables en nuestros rostros. 


 - Muy bien doc, si me disculpa volveré a mi habítacion. 

 - Adelante sr phantomhive, lo veré más tarde. 


 Sebastián avanzó hacía lo que sería el cafetin, parecía acercarse a la mesa de más doctores, en dirección opuesta me fui yo, justo hacía los ascensores. 


 Mi felicidad no coincidía con la paz, ni con la dicha ajena, me repetí a mi mismo mientras avanzaba con la lata aún en mi mano y una expresión serena. 


 "tengo una cámara escondida" 


 Sebastián había dicho tener una cámara que vigilaba en su consultorio pero ¿si aquello era cierto, porque no vio que el primer beso fue en su oficina junto a su escritorio? 


 "como si fuese el primero" 


 una brillante actuación puede engañar a una tierna joven, a los espectadores e incluso a un astuto observador... El maldito no tiene ninguna cámara, solo trataba de hacerme sentir observado.


 Que imprudente Sebastián, con media botella de licor corriendo por tu organismo tu minucioso proceder se volvió descuidado... 


 "Media botella de licor"


 Porque en el fondo de tu librero, aguarda la otra mitad, lista para ser bebida.


 Pensé en el feliz rostro de lizzie 


 "Jajajaja no has cambiado" 


 Lamento que tengas razón hermosa, aún sigo siendo yo, el mismo de siempre. 


 "Entonces me decidí y supe exactamente lo que debía hacer" 


 Usar a mi favor la situación, tal como el manipulador bastardo que era. Debía usar a lizzie para comprobar si en el consultorio había vigilancia ¿Porque?  Porque si no la había, solo tendría que esperar a que Sebastián se alejará lo suficiente...


 Entre al ascensor y me pare justo al fondo mientras la multitud entraba parandose frente a mi. 


 Solo debía esperar que se alejará lo suficiente, para escabullirme dentro del consultorio, tomar la botella y agregar la dosis necesaria de narcóticos...


 aún rodeado de personas, no pude evitar sonreír emocionado. 


 El timbre del ascensor sonó lejano mientras divagaba en mis pensamientos.


 ¿del uno al diez, que tan dificil era envenenar a un psicópata? 


 Y las puertas se cerraron.


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