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La Brecha por malugr

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Notas del capitulo:

Aprovecho está actualización para disculparme porque no he podido responder a los comentarios que me han dejado. Resulta que estoy de vacaciones y a falta de pc debo actualizar por el celular lo que es bastante incómodo, así que decidí esperar a volver a la civilización para responder uno a uno, pero que sepan que los leo todos y que me resultan inmensamente gratificante. Espero que sigan disfrutando de las historia, que sea de su agrado está actualización  (adoro sus reacciones a los capítulos y basó mucho de lo que escribo en sus peticiones jajajaa) y nada, nos leemos pronto. Un abrazo enorme y gracias por el apoyo constante!

 Pd. Si hay problemas con los espacios pido mil disculpas. El capítulo es largo y antes de poder acomodarlos se me cierra la sesión :( no me odien, desde el cel es en serio complicado.

 Saludos!

Me guió casi suplicante al único sofá de la sala. 
 Observe las fotos en la mesita, todas eran de nosotros, de aquellos años de universidad y años siguientes en distintos países, en distintas ocasiones, lo extraño es que en ninguna estábamos realmente solos, siempre había más personas en cada retrato. Todos tenían los rostros tachados, o recortados, doblados o mutilados, como si alguien bastante frustrado y lleno de rabia hubiese querido arrancar a todos de las fotografías, a todos menos a alois y a mi, que éramos los únicos intactos. Era obra de el sin duda. 
 Alois tomo una de las fotos.
- Siempre quise una foto de los dos a solas. Pero nunca pudimos hacerlo. 
El hablaba distante, Con algo de amargura. 
- Habíamos alcanzado todo como socios, teníamos una reputación que guardar, nadie podía tener la más leve sospecha de lo que hacíamos. A veces me costaba entenderlo, pero tu tenías razón, había mucho en juego… tu siempre tienes razón. 
 Trague angustiado sumergido en mi shock, pero sin poder escapar de sus palabras. 
- ¿Recuerdas cuando nos conocimos Ciel? Tu te sentaste junto a mi ese día y luego resulto que también éramos compañeros de habitación… 
 Alois había rodeado el espacio y ahora hablaba tras de mi. Su mano acaricio un mechón de mi cabello. 
- Aún siento esa presión en el pecho, la que sentí al verte… tan hermoso, tan prepotente, era la belleza de las bestias majestuosas, orgullosas de su existencia y peligrosos por naturaleza…
 El siguió rondando a mi alrededor, alzando fotos al azar. 
- Jamás había querido a nadie… había dormido con algunas mujeres claro, pero todo era rutinario, ir, venir, entrar, salir, subir, bajar, nada especial, ni rastro de la magia y el estupor que relatan las grandes novelas de amor que siempre me resultaban odiosas ¿Quién escribirá estas mierdas? Pensaba, ¿Cómo le mentían así a millones de personas? No me parecía extraño que cada vez más incautos se decepcionaran del romance al ver que no estaban ni cerca de igualar esas mágicas escenas en las que la protagonista aparecía rodeada de un aura rosada con un coro de pétalos flotando a su alrededor que la bañaban con gracia y luego el tiempo se detenía ante los ojos del hombre, que sin remedio, caía prendado de su belleza y dulzura; que distinto era todo en realidad. Pensaba en esas cosas siempre, la forma en que nos vendían de mil y un maneras la idea de amores de cuento, prefabricados y perfectos, mientras en el mundo real los príncipes eran aficionados a las prostitutas y las princesas engullían pollas con la maestría de actrices porno.  Sexo, sexo y más sexo, creo que así fue como acabe perdiendo hasta el apetito sexual, a la tierna edad de 18 años ya estaba harto del desfile de culos que veía a diario sin disfrutar realmente de nada, como beber agua sin tener sed. Creía que tenía todo resuelto, iba por ahí sin buscar nada en específico, viviendo de rutinas, seguía metódicamente las instrucciones de “mi manual para la vida tranquila” por las mismas calles llenas de gente vana, carentes de contenido. Pero ese día cuando te sentaste a mi lado y mi manos sudaron me sentí como un niño de nuevo, ansioso por un primer beso que no tenía idea de cómo dar o proponer. 
 Cerré los ojos y con sus palabras la historia se fue dibujando en mi mente, hilando recuerdos que creía perdidos. 
 El siguió narrando todo desde el nefasto inicio. 
- Eras tan extrovertido. – dijo con una risa nostálgica. – la gente te escuchaba y te seguía por instinto, siempre sabías como mover a cada quien para que ocuparán el lugar exacto y yo que nunca había tenido una conversación de más de dos líneas con nadie, te vi como se mira a las estrellas de cine o a los premio Nobel, como si fueses una celebridad, una especie de genio. Estaba por primera vez en mi vida, honestamente interesado en alguien, más que eso, fascinado. Pero en cuestión de horas me di cuenta de cuál era tu lugar en el mundo y cuán lejos estaba del mio. El chico guapo de profundos ojos azules, carismático, altivo y aún así cubierto por cierta aura misteriosa, adorado por toda las mujeres que le veían, del que todos querían ser amigos, y del otro lado estaba yo, que tras unos lentes de gruesa montura pretendía esconderme de todos. Ese primer día, luego de clases, después de espiarte por todo el campus como haría un acosador me sentí algo repulsivo ¿Por qué lo hacia? ¿acaso era envidia? Meditada sobre ello mientras guardaba mi distancia y de pronto te detuviste frente a mi habitación y mi corazón dio un brinco, sacaste una llave abriste la puerta y sin más entraste. Note que eras mi compañero y todo el cuerpo me tembló. A mi lado una vitrina resplandecía y me gire agitado, viendo mi reflejo me di cuenta de que si quería acercarme a ti tenía que hacerlo todo desde el inicio. Esa tarde corrí fuera del campus y pasee por un sinfín de Bulevares. Corte de cabello, lentes de contacto ropa cara y “a la moda” ¿estas renovando el guardarropa? Pregunto mi padrastro numero 4 al llamarme por teléfono, que había sido notificado por el Banco de los movimientos abruptos en su cuenta, el era el titular. Todos mis padrastros eran hombres de dinero. “las chicas aquí son hermosas” el se rió, asumo que aliviado, luego de dos años viéndome ir y venir sin rastro de tener amigos o vida amorosa estoy seguro de que pensaba que yo era un pervertido o como el los llamaba, un maricon reprimido “me alegro Alois, compra lo que quieras, aunque a las perras de tu edad les interesa más lo que gastes en ellas que lo que uses, si llegas con unos zarcillos caros se te abrirán de piernas aunque vayas en pijama” fingí una risa “con los años se vuelven más quisquillosas e insoportables, así que aprovecha ahora” en mi interior supe que una de esas perras quisquillosas era mi madre, no me inmute “claro, lo haré”. Recuerdo que la última tienda a la que fui fue a por un par de maletas, pase al menos 1 hora sacando las etiquetas y cajas de todo lo que compre y lo guarde como si fueran ropa venida de casa. Nunca te había contado esto, incluso yo pienso que es una locura, pero estaba llevado por la insana idea de empezar con buen pie. Me doy cuenta que desde el primer momento estuve obsesionado. Pero valió la pena. Esa noche llegue disfrazado de lo que había sido a mis 15 años, algo engreído mirando por encima a los demás y cuando entre al cuarto tu me sonreíste como A un amigo de toda la vida, seguramente no notaste que había pasado la mañana a tu lado viendo las mismas clases. 
- Claro que lo note… - murmure despacio.-
 Recuerdo lo extraño que me había parecido el intenso cambio, aunque no preste demasiada atención. Todos hemos estado desaliñados alguna mañana, supuse que esa fue una, con el cabello sobre el rostro, la ropa gastada y lentes gruesos. 
- Dormimos cada noche desde entonces compartiendo el espacio entre esas cuatro paredes y cada vez yo me giraba en dirección contraria a la tuya sintiendo vergüenza de lo muy consciente que era de cosas como tu respiración o los jadeos que hacías al tener pesadillas. Las semanas se volvieron meses y con finny nos volvimos un gran trío; todos querían nuestra vida de buenos carros, fiestas interminables y una vitrina de Bellas mujeres a nuestra disposición. No diré que no sabía lo que sentía, pero si es cierto que lo intentaba ignorar con todas mis fuerzas, las chicas con quienes yo dormía siempre tenían las mismas características: diminutas, de cuerpos delgados, cabello azabache, piel porcelana… cuando las giraba en el baño de alguna discoteca y las follaba angustiado por saciar mi deseo no correspondido me concentraba en sus nucas y en mi mente se reproducían tus gemidos; los había escuchado siempre que te escabullias a nuestro cuarto con alguna mujer y la follabas pretendiendo no despertarme, no se que cara hubieses puesto si te dabas cuenta que debajo de mi edredón me mordía los labios y me masturbaba deseando que fuese mi nombre el que susurraras mientras te corrías.  
 Alois se fue por mi costado hasta sacar unas copas ya servidas de un mueblecito cercano, puso una frente a mi y dejó otra para si mismo. Ni si quiera me moví. 
- Pero yo era consciente de cuál era mi sitio, el amigo de copas, el confidente calmado, el reflejo en tu espejo siempre apoyándote y eso me bastaba. Viví cada día de nuestra carrera universitaria con miedo del final ¿Qué pasaría luego? Cuando todo acabara y fueses a buscar la vida que soñabas ¿Qué sería de mi? Podía tragarme un amor no correspondido siempre que al final del día fueses a nuestra habitación, me daba la sensación de que yo era tu hogar, tu consuelo y tu soporte, pero si llegaba el día en que no fuese así ¿Cómo lo soportaría? Me volvía loco sólo de imaginarlo; fue entonces, cuando luego de un sinfín de noches y madrugadas de insomnios aterradores encontré mi solución. Podías alejarte de Alois el colega universitario, pero no podrías separarte de un familiar, de un “cuñado” y ella no era tu hermana, pero la querías como si fuese tu sangre e incluso mas. Lizzie era mi boleto para incluirme en el resto de tu vida. Esa parte se que la recuerdas, como nos hicimos novios, como fuiste receloso al comienzo y luego lo mucho que te alegrabas al verla soñar con nuestra vida juntos y delirar con mis caballerosas atenciones. Ella siempre fue una buena chica, pero jamás la quise; su cabello rubio, su cursi forma de vestir y la timidez propia de una niña buena, no se parecía en nada a ti, no tenía tu perspicacia, ni tus elocuencias, tu libre y algo egoísta forma de vivir como si supieras que el mundo era tuyo, siempre contagiándome de toda la energía que yo no tenía y la felicidad que no era capaz de sentir sino estabas cerca. Así que aún a pesar de que a veces me resultaba odiosa, o me descubría sintiendo celos de que ella fuese más importante para ti que yo, me sentencie a fingir quererla a cambio de un puesto vitalicio junto a ti. 
 Buscaba las palabras correctas, pero todo era confuso y desconcertante…
- Eso no puede ser cierto Alois… tu y ella…
- ¿Éramos felices? Si lo éramos, ella me tenía a mi y yo te tenía a ti y eso fue suficiente. Comenzamos a salir faltando poco menos de un año para graduarnos y esa era toda la tranquilidad que yo necesitaba, me casaría luego con ella y no tendría que temer perderte nunca mas, o eso pensé. 
 Recordaba la historia de lizzie… 
- Pero no fue así ¿No? Volvimos a Londres y tu estuviste con ella y yo me fui. 
- Cierto, pero ella y yo ni siquiera vivíamos juntos. Creo que nunca podré agradecer lo suficiente a sus dementes padres. Estoy seguro de que si nos hubiésemos visto todos los días yo acabaría por volverme loco. Tu te habías ido y cada día me sentía más incapaz de lograrlo. Cada hora que tenía que estar con ella fingiendo adorarla, escucharla, extrañarla, era asfixiante, fingiendo las caricias y los besos que únicamente deseaba darte a ti.
Me levanté con un disgusto tal que me llevo casi a las náuseas. 
- ¡¿Cómo demonios puedes decir todo esto?! 
- Porque es cierto. 
 Me miraba cansado. 
- Tu siempre habías vivido para ti Ciel, tomando de la vida lo que querías sin arrepentirte, pero yo no. Siempre he tenido mi felicidad condicionada por alguien más… mi padre que se largo y ennegreció mi infancia, mi madre la zorra rubia egoísta y su forma de joder mi adolescencia, siempre preocupada de sus hombres, que eran tantos que sin problemas armaría dos equipos de fútbol y luego que pude alejarme de todo ese caos, de alguna forma me sentí libre pero vacío. En la Universidad me pareció que lo había logrado, que todo había cambiado y que tomaba mis decisiones, que tenía todo resuelto para conservar la preciada felicidad que tanto había anhelado, pero sólo era una ilusión, seguía siendo lo mismo e incluso peor. Me enfurecía más y más ¿Pero si la abandonaba tu que pensarías? Manejaba esa idea a diario pero siempre llegaba a lo mismo, si me rendía con ella perdería mis posibilidades y me arriesgaba a tu desprecio, no, no había forma de que Hiciera eso. Debía simplemente soportar y mantenerme y con suerte recibiría mi recompensa algún día ¿puedes juzgarme honestamente? ¿por intentar conservar lo único que he querido? 
- No quiero juzgarte, sólo quiero entender ¿Porque preferiste hacer todo esto antes de decirme como te sentías? 
 Alois parecía temblar, tiritaba con sus ojos abiertos. 
- Por miedo Ciel, si miró hacia atrás el siempre estuvo ahí, susurrándome, indicándome la decisión correcta. No quería perderte, no podía ni siquiera lidiar con esa idea ¿Si me hubiese confesado al popular y prepotente phantomhive que respuesta hubiese obtenido? Estoy seguro que me hubieses encontrado repulsivo y juro que en ese momento me habría ahorcado. 
 Me inspiraba lástima ver como el  Alois de mis recuerdos juveniles se había convertido en una frágil y patética cosa desquiciada. 
- Entiendo que lo que hice te parece horrible ahora, pero debes creerme si te digo que fue lo mejor ¿puedes recordar algunas cosas cierto? ¿puedes hacerlo? Cuando la situación en londres se volvió insostenible y lizzie y yo tuvimos que decidir que sería el próximo paso fue como si el cielo se abriera, por fin las nubes negras me dejaban respirar. Sin pensarlo dije tu nombre, Ciel, Ciel nos recibirá podremos estar con el, nos acogerá y ayudará. Al principio ella no estaba segura, se que también pensaba dejarme, pero no se lo iba a permitir, así que jugué mis mejores cartas y ella no pudo rechazar darnos otra oportunidad y entonces mandamos todo al carajo y nos marchamos a tu encuentro. Ese día que te vi en el aeropuerto fue como comenzar de nuevo. ¿recuerdas esa época en tu casa? Desayunabamos juntos, bromeabamos en la sala hablábamos de negocios, claro que siempre estábamos los 4 pero para mi finny y lizzie simplemente no existían, sólo me concentraba en ti, estaba tan agradecido por verte, tenerte cerca, por el tiempo juntos, Dios de nuevo me sonreía. 
 ¿Cómo podía decir algo asi? ¿Qué Dios nos sonreía? 
- Ese año fue maravilloso, pero no se compara con lo que siguió después. 
 Lo recordaba, si lo recordaba. Me recosté contra una pared con las manos en el rostro. El se acercó y me tomo por las muñecas. 
- Se que si lo recuerdas Ciel, mirame. Ese vez, Ese viaje al que finny no fue con nosotros, éramos solos los dos aquel fin de semana y Ámsterdam era preciosa ¿lo recuerdas? 
 No quería mirarlo, no quería escuchar más. 
- Bebimos tanto esa noche celebrando lo bien que había salido todo, pero esa vez era distinta a las otras, ésa vez no miraste en otras direcciones buscando mujeres guapas, no hablaste de tus amoríos, no apartaste la mirada de mi, éramos sólo nosotros y parecía que estabas tan absorto en mi como yo en ti. Esa madrugada pude haber muerto de felicidad cuando saliendo del bar, en aquella calle vacía y cubierta de niebla te giraste hacia mi y me besaste.  Se me eriza la piel sólo de recordarlo. 
 El seguía sosteniendo mis manos, yo le miraba queriendo huir. 
- Dime que lo recuerdas, dímelo
- Si, lo recuerdo Alois pero eso… nada de eso…
 ¿Cómo podía decirlo? La verdad estaba atragantada en mi garganta y sentía pavor de pronunciar las crudas palabras que le destrozarían. El sonrió.
- Sabía que lo harías, que nos recordarías. La forma en que te fuiste desvistiendo…
 Me sujeto con más fuerza y su cuerpo me fue presionando contra la pared a mi espalda. 
- Y yo solo no podía dejar de recorrerte, de respirarte de saborearte… 
 Detente, detente, detente…
- Y no importa cuantas veces me corriera no podía estar satisfecho, no sentía hambre, ni sed, ni frío, ni calor y tu te aferrabas a mi cuello susurrando mi nombre como en mis mejores delirios. Amaneció y anocheció un par de veces pero para mi sólo fue un suspiro, si hubiese podido congelar algún momento de mi vida hubiese sido ese. “te quiero, te necesito, te deseo, tócame”  si cierro los ojos puedo escucharlas claramente, todas esas palabras que siempre me parecieron vacías de pronto me resultaban enormes, dulces, maravillosas. Todo lo que había pasado se esfumó y todo lo que estaba por pasar dejó de asustarme, ya eras mío. 
- No es cierto… 
- ¿Qué? 
 Alois estaba sufriendo y yo me sentí miserable, más miserable que nunca…
- Todo es una quimera. Todo una farsa…
 Su rostro estaba frente al mío y yo buscaba el suelo con la mirada, intentando ocultar la vergüenza que sentía de mi propia existencia. 
- Ciel estas confundido, alterado pero tu mismo estas recordándolo. 
- Y por eso lo digo Alois, porque lo recuerdo bien. 
 Era esa extraña etapa de mi vida en la que la edad comenzaba a ser importante. Mis padres no hacían más que tocar los huevos con respecto al futuro, a negocios familiares y la familia en si ¿Cuándo te centraras Ciel? ¿Cuándo buscarás a alguien? El tiempo pasa volando. Todas nuestras conversaciones eran sobre lo mismo y claro que entendía ¿Pero cómo demonios podría yo establecerme? Mi vida de viajes me resultaba perfecta, siempre de aquí para allá revisando nuestras inversiones y más ahora que estaban en marcha las negociaciones para abrir la nueva sede en Holanda. Mi vida sentimental era prácticamente nula, no tenía absolutamente a nadie con quien dormir más de una vez, era mi regla particular, había aprendido que era lo mejor luego de un par de altercados, hacia tiempo un par de mujeres intentaron sobornarme y tuve que hacerles varios favores económicos para deshacerme de ellas y luego de mudarme algo parecido ocurrió con un tipo que luego de follar por algunas semanas consiguió tomarme unas fotos en su cama para chantajearme aunque más que dinero quería continuar con “la relación” era otro estúpido que se creyó más importante de lo que era Y fue una completa molestia, sobre todo porque si se descubría que iba por ahí dejándome follar por hombres quien sabe cuántos problemas me caerían encima, mis negocios, amistades, familia… un desastre, me costó aún más dinero y mandarle un par de golpizas y amenazas sacarlo de mi vida pero al final lo conseguí. Así fue como iniciaron mis días de brincar de cama en cama sin dejar pistas ni engancharme a nadie, solía preferir mujeres aunque no lo negaré, de vez en cuando también deseaba a algún hombre… era una vida desarraigada en todo sentido y para mi funcionaba, pero cada vez me era más difícil ignorar las exigencias de mi familia y las sociales ¿Qué era lo que los demás esperaban de Ciel phantomhive? Mujer, hijos, mucho dinero, hacerme con los negocios de la familia y revolucionarlos, era lógico que no podía pasar mucho más tiempo desentendiéndome de esas responsabilidades ¿Pero que podía hacer? Yo que jamás había soportado a una mujer más de un mes como diablos podría casarme con alguna? Era una locura desde todo punto vista, ya podía imaginarme el infierno que sería esa casa. Pero claro, yo era muy astuto, muy muy astuto y luego de unos meses dándole vueltas, mientras que los 4 compartimos esa casa siempre en una jovial armonía, pude resolver mi predicamento, la solución me era más que obvia… 
- ¿Recuerdas la condición… recuerdas lo que te dije un tiempo después?
 El me miro extrañado. 
- Había pasado casi un mes, finnian y yo estábamos por irnos y tu y yo nos escapabamos con la escusa de trabajar ¿recuerdas que te dije esa noche, que necesitaba algo de ti? 
 El siguió sin responder. 
- Te dije que si queríamos estar juntos teníamos que asegurarnos de no ser descubiertos, para que jamás nos intentarán separar… te dije que mi familia estaba a punto de intervenir en mi vida amorosa y que tenían muchas mujeres en mente para arreglar un matrimonio. 
- Si… lo recuerdo… 
- Te dije que sólo había un modo de evitar un matrimonio arreglado. 
- Dijiste que la única forma era anticipándose a eso.
- Exacto… y que por eso… Y que por eso tenías que dejar a lizzie, para que fuese yo quien se casara con ella. – trague adolorido al recordar mis venenosas y egoístas palabras.- porque ella era una mujer dócil, no sospecharia jamás de nosotros y podríamos estar seguros de que mi familia me dejaría en paz, te dije que sólo así permanecería a tu lado, por siempre. 
 Tenía lágrimas en los ojos, para eso era que servía mi intelecto Y astucia, para manipular a la gente que ilusa e ingenuamente me quería y hacer que se movieran como mejor me convenía sin que me importase un carajo que tan mal pudiesen acabar. 
- Y yo acepté Ciel. – dijo sujetándome por los hombros. – acepté sin dudarlo por que tu tenías razón, esa era la mejor forma de no levantar sospechas, de protegernos y mantenernos juntos, yo se que no la quieres y yo jamás la quise, es sólo lo que debemos hacer para permanecer juntos y yo acepto ese precio. 
- No, no es así Alois… 
- No digas que no…
- Yo no la quiero es cierto… pero tampoco a ti. 
 Me soltó. 
- ¿Por qué dices estas cosas? ¿Por qué te empeñas en separarnos? 
- Porque es la verdad ¿No lo entiendes? Se que hice algo horrible y que jamás mereceré tu perdón pero esto es todo lo que tengo para intentar enmendar mi daño, sólo tengo está cruel verdad que aunque duela es cierta. 
- Tu me quieres Ciel, me amas, tu estuviste años luchando contra eso por miedo pero al final pudiste besarme ese día y nos liberaste a los dos porque yo también te he amado siempre. 
- ¡No, no, no Alois, es mentira! ¿No lo ves? Sólo quería solucionar mi vida. Sólo me aproveché de tus sentimientos y te manipule para que la dejaras y poder tenerla, sabia que si había alguien a quien yo pudiese tolerar como esposa esa sólo podía ser lizzie, era la única mujer a la que yo apreciaba y veía como algo más que un trozo de carne. Ella era la única que podía servirme, me esperaría tranquila en casa cuidando a mis hijos mientras yo seguía viajando y siendo el asqueroso hijo de perra de siempre, sólo ella podría soportarme y ser lo suficientemente ingenua como para pensar que yo jamás la engañaria, que jamás le haría daño, que nunca le sería infiel, pero está tan equivocada como tu y por eso debes despertar Alois, yo no puedo volver a quererte no porque no te recuerde, sino porque nunca te quise. 
 Se abalanzó sobre mi con una mirada de otro mundo, como si se odiase por odiar la parte de mi que le odiaba. Yo he visto rabia en unos ojos, pero de lo que hablo ahora es de locura. Su mano fue ágil hasta mi nuca y la apretó de forma tal que el dolor me hizo encorvarme.  
- Todo tiene un límite Ciel, no puedes decirme cosas tan horribles y esperar que me quede tranquilo… 
- Alois suéltame maldición me estás haciendo daño. 
 Se movió tirando de mi y luego bruscamente me arrojó al suelo. 
- ¡No, tu me lo haces a mi! Yo sólo quiero que recuperemos nuestra vida, pretendía ser más paciente, hacer esto con más calma pero el nos está estorbando…
- ¿el? 
- Ese doctor hijo de perra. Todos los días y todas las noches está en esa maldita clínica y te ronda, siempre te ronda, mucho más intensamente que con un paciente normal ¿Por qué? Se como trabaja lo he leído…
- ¿lo has leído de que hablas? 
- Lo he estado investigando, el lo hizo con nosotros ¿Por qué no lo haría yo también? Se como trabaja y es distinto con nosotros, al principio parecía normal, pero luego pedía más sesiones para hacerme extrañas preguntas que parecían mas orientadas a mi que a ti... deje de ir en calidad de visitante y comencé a colarme, sin saludar a nadie evitando toparme con el, escabulléndome entre la multitud y entonces me Di cuenta de lo obsesivo que era el contigo, No importaba a que lugar se dirigía siempre procuraba pasar frente a tu habitación aunque fuese el camino más largo y engorroso, a veces sólo fingia tener cosas que hacer pero al llegar al final del pasillo simplemente se regresaba, nadie parecía notarlo pues estaban ocupados pero yo si que podía verlo. 
- ¿por qué alois? ¿Qué es lo que has estado haciendo? 
- ¡el maldito me quiere lejos de ti! No se porque pero es así, el permitió que tus padres te vieran y dejó que lizzie fuese para tener su momento a solas contigo, pero a mi no hizo más que negármelo, nunca me dio esperanza de verte, el sospechaba algo lo sé, pero me ha perdido la pista y pudiste venir aquí… 
 Intente levantarme pero su mano apretó mi quijada con fuerza obligándome a permanecer en el sitio. 
- Ahora sólo debemos aprovechar el tiempo y sacar esas absurdas ideas de tu cabeza… 
- No son absurdas, estoy diciéndote la verdad. 
- ¡No es cierto! El ha estado manipulando tu mente y también esa perra… 
 No tenía que decir su nombre para saber a quien se refería…
- Espero que no estés hablando de lizzie… 
- ¡por supuesto que Si! ¿crees que no vi como la besaste en la entrada de la clinica?
- ¿Estabas ahí? 
- ¡Siempre estoy ahí! Salieron de ese consultorio como una parejita de en cuento y luego dieron ese asqueroso espectáculo… Cree que puede engañar a todos con su dulce rostro pero yo se bien lo resbalosa que puede ser, otra ramera manipuladora como todas las demás.
 Golpee su mano, enardecido por sus palabras, apartándola de mi y esta vez puse más decisión en levantarme. Fue en vano, este Alois que yo desconocía era inestable mentalmente pero con un cuerpo muy controlado. Una patada dobló mi rodilla y de nuevo caí al suelo. 
- ¿vas a defenderla? ¿es por eso que estas diciendo toda esa basura? ¿fue ella no? Te convenció con sus mejillas rosadas de que era el amor de tu vida y manipuló tus recuerdos, pero yo estoy aquí para corregir eso Ciel, no dejaré que nos hagan más daño ni nos separen jamás y yo no sólo tengo palabras, tengo evidencia… 
 De nuevo sus dedos se clavaron en mi nunca y dolorosamente tiro de mi, obligándome a ir en la dirección que el quería y colocándome frente a la mesilla en el centro de la sala donde la laptop esperaba. 
- Nunca me dejaste conservar fotos o vídeos nuestros, siempre me obligabas a eliminarlos, pero en algunos casos me era imposible y logre hacer copia de un par de cosas y guardarlas como a un tesoro en este pendrive. He visto su contenido una y otra vez estos meses para mantenerme cuerdo, para disipar esas horribles pesadillas en las que al final todo era un sueño o producto de mi imaginación, he despertado un sinfín de noches ahogándome con ese miedo y me he sentado aquí a consolarme con la prueba de que todo fue verdad. Ahora es tu turno de recordarnos. 
 Alois se inclinó y pulso el tétrico play. 
 En la pantalla en una cama de satinadas sábanas yo fumaba desnudo mirando hacia la nada hasta que noté que me grababa. 
 “- ¿para eso has comprado esa camara?. – dije fingiendo sonreír. – sabes que es mala idea. 
- No te preocupes prometo eliminarlo. 
- ¿eliminar que? No grabaras nada.” 
 Éramos alois y yo conversando mientras el se acercaba a mi. El se detuvo al borde de la cama. 
 “- ¿Seguro que quieres desaprovechar esta oportunidad? Tengo una toma fantástica en mente. 
- Si eso parece.” 
 Apague el cigarrillo en un cenicero que tenía en la otra mano y lo dejé de lado para comenzar a gatear sobre la cama en dirección a el. La cámara capturaba la viciosa mirada con la que le provocaba. Era infernal recordar tal cosa pero verla era aún peor. 
 La cámara me fue siguiendo y Alois la posicionó para registrar perfectamente el momento en que con mi boca tiraba de su cierre sin dejar de mirarlo. Podía escuchar perfectamente la respiración de Alois, tanto en el vídeo como a mis espaldas. 
La grabación siguió su curso y no pude hacer otra cosa más que intentar apartar mi rostro, pero alois con sus manos a ambos lados de mi cara no me lo permitía. En la pantalla su polla se deslizaba dentro de mi boca. 
 “ - Lamela más Ciel… si… justo así” 
 Lo recorría de arriba a abajo, lo masturbaba y le cubría de mi saliva. Alois grababa mientras con su otra mano acariciaba mi rostro, y empujaba un par de dedos contra mis labios. Yo no dejaba de rozar su glande con mi lengua y luego engullia su erección mientras la saliva y su fluidos resbalaban por mi mentón. 
 “ – Trágala entera Ciel “ 
 Su voz en la cinta delataba lo cerca que estaba de correrse, y ahora sostenía mi cabeza con firmeza mientras las estocadas le empujaban hasta lo más hondo de mi garganta. También podía escuchar las arcadas que yo hacia y recordé claramente su sabor en mi boca… 
 “ – tragate todo… todo…” 
 En el monitor yo sonreía como lo haría una puta complaciente con su amo, pero ahora en la sala de Alois me revolvía de náuseas luchando por liberarme mientras recordaba claramente el sabor de su corrida caliente deslizándose por mi garganta y el palpitar de su miembro dentro de mi boca. Recordaba sentir asco entonces y sentía asco ahora. 
Me relamía los labios y regalaba mi actitud más lasciva a la cámara que me filmaba. 
 “ – Aún estás muy duro…” 
 Yo sostenía su pene entre mis manos y lo lamia con diligencia seduciéndole con cada movimiento. 
 “ – Sabes que no es suficiente… “ 
 Me reí burlonamente. 
 “ – que debo hacer entonces?” 
 La cámara cayó contra la cama, y aunque el ángulo no era el mejor se podía ver claramente a Alois con sus manos en mi cuello como si buscará estrangularme… yo me abría de piernas, sosteniendo mis rodillas. Me propició un beso bizarro, cubriendo toda mi boca y empapandome con su saliva mientras seguía estrangulandome y yo luchaba por respirar con mis ojos cerrados. Me soltó para acomodarse sobre mi y colocar su erección en mi entrada. 
 “ – No te detengas, apriétame más, hazme daño. – exigí fatigado” 
 La embestida fue despiadada y cruel y sobre mi se fue de nuevo contra mi garganta apretandola. El rostro de Alois lucia deformado, era como la expresión de un adicto disfrutando consumir su dosis y mis palabras sólo empeoraban todo obligándole a ser más y más cruel, exigiéndole ser el sádico amante que mi masoquista deseo aclamaba…
 “ – Más fuerte… hazmelo más fuerte… más fuerte” 
 Era grotesco desde todo punto de vista. 
- ¡Basta Alois, Basta!
 En un golpe furioso la laptop se fue contra el suelo. 
 Alois me soltó, y yo me aleje lo suficiente. Al girar el estaba ahí, sacando el pendrive y llevándoselo al bolsillo. El jadeaba, quizás excitado, quizás rabioso, tal vez era la mezcla de demasiadas cosas como para que un solo cuerpo las soportara, a cada segundo parecía estar listo para quebrarse. 
- Esa es la verdad Ciel. – su mirada era castigadora. – esa es la historia contada en una película… y como ese fragmento hay mucho, mucho más. Al menos un par de horas de esos lujuriosos momentos. Sólo yo puedo complacerte Ciel ¿crees que lizzie o alguien más tiene el poder y el coraje de complacer incluso ese lado sucio que te avergüenza? No, nadie más, sólo yo… y por eso me necesitas tanto como yo a ti y me adoras de la misma forma honesta y salvaje. Sólo yo conozco bien lo que eres y puedo darte lo que pides. 
 Cerré mis manos en puños y ahora miraba al suelo buscando en mis recuerdos, claro que recordaba esa noche y recordaba el sin fin de veces que folle con Alois, pero había algo que el no tenía en su vídeo y que yo si poseía en mi memoria… el recuerdo de mis pensamientos… recuerdo bien lo que pensaba mientras al principio, las primeras veces, entraba en mi, dulce, insegura y torpemente… y recuerdo bien como le fui entrenando para que cada vez fuese más rudo, más dominante, más agresivo y cruel… recuerdo bien porque lo hacia. 
 Comencé a reírme lleno de amargura, era una risa a carcajadas mientras alois me veía desconcertado. 
- No, no y no… el rostro que tu crees haber descubierto y las expresiones de las que piensas ser autor ya pertenecían a alguien más… 
 La atmósfera estaba cargada de electricidad y ahora estaba apunto de iniciar la explosión. Los ojos se me nublaron, porque en el fondo esa verdad también me llenaba de cólera. En aquellos años había bloqueado hasta su nombre de mi mente, pero ahora me daba cuenta que aunque no pensaba en el, mi cuerpo inconscientemente, le buscaba en todas partes…
- La forma tan detallada en que te pedía las cosas, se debía a que ya sabía exactamente lo que quería… 
- Cállate. 
- Porque hacia muchos años alguien más me había mostrado esa parte de mi…
- Cierra la boca Ciel. 
- Y yo simplemente te estaba amaestrando… para ser su reemplazo. 
 Alois gruño como una bestia herida y de inmediato se abalanzó sobre mi. Sus manos temblaban de rabia mientras forcejeábamos en el suelo y buscaba mi rostro como si quiera arrancarme la lengua. Su expresión estaba desfigurada de rabia. 
 Un rodillazo a su estómago me dio la ventaja, me arrastre tan rápido como pude hacia la puerta. Me sujeto con fuerza por un tobillo. 
- No vas a acabar con lo que tenemos Ciel, te haré volver a mi aunque tenga que borrar todo lo que sabes de ti mismo y reescribirte. 
 De nuevo llegas tarde Alois… El te había vuelto a ganar. 
- Suerte con eso. 
 La pierna que me quedaba libre impacto contra su rostro y el atónito alois quedo tendido soltándome.  
 Me levanté y corrí hasta la puerta gire la perilla y comencé a correr por el pasillo y escalera abajo mientras el seguía llamándome con desesperados gritos. 
 Empuje la reja de salida y salí disparado por el estrecho callejón dejando la lúgubre callejuela atrás dirigiéndome hasta el parque. 
 Corrí hasta que los árboles imponentes me rodearon y tuve que sortear de nuevo sus prominentes raíces… antes de poder dejarlos atrás sentí el empujón que envió mi cabeza directo a un tronco. La piel se abrió y la tibia sangre comenzó a brotar tras mi oreja. 
 Al girarme Alois me vio con desdén y colocó su pie en mi cuello presionando sin consideración alguna. 
 Me había alcanzado aún después de esa patada, ya no había rastro de desorientación. No podía dejarme acorralar o estaría perdido. 
 Aún tenía una carta más. saqué el exacto de mi bolsillo y lo blandí contra su pierna, pero el era increíblemente ágil y pudo apartarse a tiempo. Me levanté y agite el filoso objeto pero el sólo reía. Una secuencia de movimientos de su parte bastó para arrinconarme contra un árbol y despojarme de mi arma. 
- Me gusta este juguete… Hojillas, cables, vendas, fustas… te daré lo que prefieras. 
 Tiro de mi cabello y con una especie de llave a mis piernas consiguió derribarme, una vez boca abajo lazo mi cuello con una especie de cuerda, era tan delgada que podría cortarme si me movía demasiado. 
- Ahora vas a venir conmigo ¿de acuerdo?… te dejaré escoger si hacerlo por las buenas o por las malas. Si te levantas ahora y me sigues todo será más fácil, sino tendré que asfixiarte un poco ¿Está bien? Sólo hasta que estés inconsciente, así podré llevarte a un lugar seguro para ambos. 
 Comenzaba a fatigarme. 
- Se que no lo entiendes ahora, pero todo estará bien… yo voy a curarte… 
 Sus palabras se alejaban de mi y sólo percibía el olor de la tierra a centímetros de mi rostro… supongo que esto es lo que merezco, capturado y asesinado por el monstruo que yo había creado, suena muy lógico en realidad. 
 Cerré los ojos y me fui diluyendo. Lo siguiente que escuche fue un golpe seco segundos antes de poder desvanecerme. La tensión del cable en mi cuello se fue y de nuevo estaba respirando. 
 Alois, te faltó un poco más ¿Por qué me estoy moviendo? ¿me estas arrastrando? No no era eso, me cargaban, estaba trotando… 
- ¡Cieeeel!!! 
 ¿Quién me llamaba? Era la voz de Alois pero ¿Por qué sonaba lejana? 
 ¿Que era este frío? ¿esta helada superficie? 
  “abre los ojos” ¿de quién era esa voz? 
  “de prisa” ¿era mía? No. Pero sonaba tan dentro de mi cabeza que asustaba. 
 “abre los ojos” debo obedecerla, debo hacerle caso. 
 Y así lo hice. 
 Estaba tan aturdido que me tomo un par de segundos enfocar, cuando lo hice pude verle. 
 Yo estaba en un frío Banco del parque y frente a mi un par de enormes ojos grises me miraban ansiosos. 
- ¿Sebastián? – murmure. -
 Lucía terrible, aún peor que en su oficina. La sangre seca desde su boca, por su garganta hasta su pecho, la camisa rasgada, golpes y rostro demacrado. Estaba tan pálido y parecía muy agotado. 
- ¿Cómo puede ser? 
 Pregunté lidiando con mi propio desconcierto mientras el inspeccionaba mis pupilas. 
- Tienes que levantarte Ciel ¿me escuchas? Tienes que ponerte en pie. 
Tiro de uno de mis brazos y a penas conseguí el equilibro para no venirme abajo. El golpe en mi cabeza punzaba más y más. 
- ¿Dónde está el? 
- No es tu problema, sólo tienes que largarte… la policía está por llegar…
 Sebastián se giró ante el sonido de un chasquido, y yo me concentre tambien en aquella direccion a unos metros de nosotros Alois apareció, con la sangre emanando de su ceja, cubriéndole medio rostro. Su mirada estaba vacía y empuñaba el exacto que me había arrebatado sin dejar de mirar a Sebastián. 
- Hola doctor. 
 Sebastián no hablo, sólo se giró dándome la espalda. 
- Que mal momento para reunirnos, Ciel y yo estábamos en medio de una conversación. 
 Alois comenzó a acercarse y Sebastián movió su brazo hacia atrás, como haciéndome el gesto para que retrocediera. Di un par de pasos alejándome, el mantuvo su posición. 
- Aunque supongo que es lo mejor. Creo que ya hemos tenido bastante de este juego. 
 Yo seguí retrocediendo. 
- Ya has interferido bastante. Pero no mas. No te preocupes Ciel, está es la última vez que este hijo de puta interfiere en nuestros asuntos. 
 Alois inicio su sangrienta carrera, con su feroz deseo de sangre dirigido ahora a Sebastián. 
 Era aterrador. Sebastián parecía tambalearse, pero sorpresivamente sus movimientos eran precisos, esquivaba la filosa arma una y otra vez mientras luchaba por acercarse lo suficiente a Alois, pero este también era demasiado escurridizo a pesar del golpe en su rostro que no paraba de sangrar. No tenía duda de que ese fue el golpe estruendoso que había escuchado cuando ya estaba a punto de ser asfixiado. Nunca pensé que alguien pudiese levantarse luego de recibir un golpe de michaelis. Ambos aturdidos por razones distintas, pero igualmente era un combate reñido entre dos rivales igual de desquiciados… 
 Las sirenas comenzaron a sonar a la distancia, acercándose velozmente. 
 El filoso exacto rasgo la camisa y el brazo de Sebastián, pero a cambio el rubio recibió una patada que lo desplomó en el suelo. La sangre comenzó a empapar la manga blanca y Sebastián apretó el lugar adolorido. Alois arremetió estando aun en el piso y esta vez el corte fue al muslo de michaelis que tras un gruñido cayó al suelo. Alois se levantó y se fue sobre el, otro corte en el pecho pero antes de poder retirar su mano el ojos grises le capturó retorciendola hasta que le obligó a soltar el arma y le arrojó nuevamente a la tierra. Ahora era michaelis quien estaba sobre el rubio y acertaba un golpe contra su cara. 
 Las sirenas policiales ahora sonaban como si estuviesen sobre nosotros. 
- ¡Corre!. – gritó Sebastián en mi dirección mientras que su escurridizo adversario pasaba el delgado y mortal cable alrededor de su cuello. - ¡CORRE!
 Su angustiado grito me recorrió el cuerpo como un rayo y entonces obedecí. 
 Mis piernas se movieron frenéticas atravesando el último tramo de parque que me faltaba. Sentí de nuevo el asfalto bajo mis pies y luche por recordar el orden correcto de las calles mientras me alejaba de las sirenas y de la feroz pelea… El rostro de michaelis y su gritó aún me hacían hormiguear el cuerpo. Los pulmones me ardían, la herida en mi cabeza era como un taladro y mis piernas se quemaban. Cuando a lo lejos divise los amplios ventanales de la clínica me sentí como el condenado que ve la luz. 
 De nuevo hice uso de la puerta lateral, al igual que cuando salí el par de vigilantes de la entrada principal parecían más concentrados en sus cafés que en cualquier otra cosa. El lobby estaba prácticamente desierto con una luz menguada que me cubrió mientras lo atravesaba para llegar a las escaleras. El resto fue sencillo, una vez en mi piso recorrí el pasillo hasta que por fin estuve en la blanca habitación que había sido mi prisión durante tantos meses y ahora me parecía un cálido refugio. 
 Me dirigí al baño y retire la capucha de mi suéter, pude ver la sangre que bajaba por mi oreja y bordeaba mi cara. Me quite el suéter y comencé a enjugar mi rostro removiendo la sangre que comenzaba a secarse. Encontré la herida oculta entre mi cabello y me reconforte al ver que no era demasiado profunda, la limpie lo mejor que pude procurando que no se lastimara más y seque con cuidado mi cabello. Limpie la tierra bajo mis uñas, y los rastros de la sangre de Sebastián que había en mis manos. 
 Sebastián… era la segunda vez en esta noche que te abandonaba a punto de morir. 
 Mi pecho se comprimió. 
 ¿Por qué fuiste? 
 Recordé su cuerpo ensangrentado, el lazo tensándose alrededor de su cuello y su rostro lastimado, gritándome que me fuera, permitiéndome escapar…
- No debiste ir tras de mi. 
 Susurre contra mi reflejo, mientras una sensación desconocida me estrujaba por dentro. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
  
 
 
  
 
 
 
 
 
 
 
 
 

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