Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

La Brecha por malugr

[Reviews - 191]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Un saludo fuerte y un abrazo más intenso aun para todos. Espero que me hayan extrañado jajjaa me encantaron todos sus comentarios, lamento haber demorado, poco puedo decir sobre eso… universidad, trabajo, en fin, ya se harán una idea. Tome este lunes de descanso y me propuse firmemente traerles este capítulo. Alguien pregunto si estudiaba psiquiatría, la respuesta es no, pero si estudio algo en relación a las ciencias de la salud. Química farmacéutica para ser más exactos. En fin. Vengo con todo hoy así que amárrense, he tratado de expresar muchísimo en este capítulo, y espero trasmitírselos, para ayudar a eso les dejo este acompañamiento… Sitúense en youtube y busquen “Chopin – Spring Waltz (Mariage d’Amour)”  no es de chopin, lo explican en la descripción, pero lo importante es que disfruten esa melodía ¿Cuándo? Pues cuando “el olor de la polvora les sature la nariz” justo luego de que Sebastian dispare, a partir de ahí pueden dar al play cuando gusten.  

 ¿Sera el final del fic? ¿Qué diablos ocurrió? Me temo que deberán pasar y sumergirse en mis locuras una vez más.

 Saludos.

Las injusticias más grandes de este mundo parecían siempre quedar impunes. Se perseguía con más fiereza al ladrón que huía con sus manos llenas de dinero, pero aquellos que destruían vidas enteras eran difícilmente percibidos a pesar de lo infames y peligrosos que eran.  Tan buenos eran escondiéndose que volvían a sus víctimas cómplices, manipulando el miedo, convirtiendo en silencio lo que debieron ser gritos de auxilio y tan ocupados estábamos vigilando cosas banales, que lo importante se nos escurría y a veces hasta nos resultaba tedioso… Millones de billetes podían ser impresos en una hora ¿Pero cuantas décadas tomaba borrar un solo recuerdo? Un sórdido momento destruía todo lo que un chiquillo podría llegar a ser algun día…

 Pero no nos resultaba importante.

 No pudo hacerse nada, todos llegamos tarde; es una buena excusa, pero la verdad es que Jamás volteamos al rincón oscuro y fijamos la mirada. Nuestros ojos evitan esa clase de horror, como el niño que se cubre con la sabana por las noches. Sentimos que si no lo vemos no existe… por eso giramos el rostro antes de apreciar el desmembramiento de otro. Comienza a oler a sangre, pero no hacemos caso, y los aullidos de dolor los confundimos a voluntad con un murmullo insignificante… minimizamos cada señal hasta que todo termina. El resultado es un mar de gente fingiéndose dolida y un cadáver emocional al que ya nadie quiere acercarse.

 “¿Cómo paso esto? ¿Cómo no lo notamos?” siempre las mismas preguntas…

 Porque nadie quiso notarlo… esa era la única respuesta.

 Todos la vieron, todos sabían que algo era extraño en ella, todos pudieron haber indagado más… pero fue más sencillo ignorarlo y al final resulto en lo mismo de siempre. Ella huyó impune de este mundo en un suspiro de muerte y de la víctima solo queda el triste y desolado cadáver en el que su odio le convirtió… un cadáver que continuaba descomponiéndose aun ahora.

 Años después de aquellos horrores sebastian michaelis confrontaba su pasado y por primera vez lo hacía en voz alta frente a un testigo. Un testigo con el corazón en un puño…

 Veía las lágrimas rodando por su cara y no dejaba de preguntarme a mí mismo que haría ahora… ¿Tenía la fuerza para hacer esto? Temblaba de rabia y desolación recordando el sonido de mis pisadas ese día en el que Salí corriendo.  Yo también me había ido, siendo quizás el único que necesitaste… Me atormentaba tan profundamente que era desgarrador.

 No sabía si tenía la fuerza, pero esta vez me quedaría.

 Esta vez, con manos desnudas, recogería los trozos de esa vida quebrada que me mostraba el hombre al que de niño desmembraron, acariciando el cadáver plagado de pena y el mero polvo al que redujeron toda posibilidad de felicidad y paz…

 He vuelto, luego de tanto correr y si es verdad que soy demasiado débil para esta tarea no me importara. Esta vez voy a quedarme, aun si resulta ser muy tarde.

 

-          Era terrible. Cada beso que recibía me arrancaba una ilusión, una sonrisa, ya de por si eran pocas, pero ahora había encontrado la forma de matarlo todo en mi definitivamente. Lo azotes menguaron sí, pero esto era peor. Mil veces peor.

Ella despertaba tarde así que yo huía temprano por las mañanas y corria camino al colegio, corría como si fuese capaz de alcanzar otro mundo y otra vida, pero solo era una rata en mi ruedita, enjaulado por sus propósitos. No podía escapar. Yo solo era un niño, phantomhive, un niño lo suficientemente maduro como para entender que aquello era una aberración, pero demasiado joven como para hacerle frente, así que cuando mi madre entraba a mi habitación por las noches y me despertaba sentándose sobre mi regazo, solo podía temblar y contener el llanto. Me besaba a veces despacio, a veces frenética y sus manos tomaban las mías, obligándolas a recorrerle el cuerpo como lo haría un amante, tocando los lugares que mi padre había marcado mientras yo solo deseaba morir… Me di cuenta con el paso de los meses que cada vez que pasaba frente aquel estudio donde se había ahorcado, miraba la viga seducido por la idea de seguirle, sintiendo envidia de como el había tenido el coraje de acabar con su sufrimiento, mientras que yo temblaba con los cuchillos en mis manos incapaz de hacer lo mismo. Quería abrirme las venas hasta que no quedara nada de vida en mi cuerpo… pero simplemente no podía. Otra cosa que ocurrió con el tiempo fue que iba creciendo y conmigo mi oposición a todo aquello… las riñas se volvieron frecuentes, los golpes volvieron, cada vez que giraba el rostro negándole un beso, cada vez que me negaba a tocar su cuerpo, la venda que le hacía confundirme con mi padre se desvanecía momentáneamente y volvía todo su odio. Ella me odiaba, odiaba todo lo que yo era, pero aun asi me necesitaba y por eso no podía deshacerse de mi… yo era lo único tangible que quedaba de él, y esta vez se iba a asegurar de no perderlo…

 

 Para esa época a mi madre ya se le había prescrito medicación. Fue lo peor hasta entonces. Era como una somnolienta niña caprichosa, cruel e infame… El fármaco parecía haberla vuelto menos violenta, pero en absoluto había cambiado su conciencia o menguado la agudeza de su perversa mente… yo debía tener poco más de 14 años cuando entre por la puerta de aquella casa que debía llamar “hogar” y la vi sentada, con piernas cruzadas y un par de vasos sentada en una mesa de sala similar a esta. Fue la primera vez que probé el alcohol… claro que no estaba solo.

 

 “bebe mi hijo… bebe mi amor… hablemos… mírame…” lo que recuerdo es poco, pero sé que su cuerpo estaba sobre el mío, ardiendo… y yo la tocaba, como si no supiese lo que ocurría. Mis dedos iban ligeros, como los de cualquier adolecente ebrio, solo que la mujer sobre mí era mi madre… no lo percibía, simplemente no podía. Una dosis mínima de aquel alprazolam diluida en ese vaso de dulce licor basto para doblegarme… mi oposición se desmorono ¿de quién era la culpa? No era mía, ni de ella y la vez era de ambos. Me deje llevar por ese adormecimiento y lo sentí como el paraíso, porque aunque las cosas aberrantes que tanto odiaba seguían ocurriendo, al menos ya no las sentía. Así me volví un adicto.  Cada dia el mismo vaso estaba frente a mi y cada día lo bebí… no podía escapar del infierno, pero con ayuda de lo que mi madre me daba podia estar como ausente. Escudaba a mi consciencia envenenándola mas y mas, dejándome drogar hasta que a penas distinguía los colores de ese oscuro encierro… La culpa era de mi cuerpo desgobernado, no mía. Así construí mi retorcida defensa.

Cada vez las dosis iban a mas, lo sabía, ella era magnifica para eso… calculaba la dosis adecuada en el momento correcto y mi desvaío no acababa jamás; desde que volvía del colegio e ingería el contenido de ese vaso me convertía en un muñeco de trapo sin voluntad alguna… era un títere atado a sus dedos rogando por mas y mas. Pronto el vaso dejo de ser uno, pronto dejaron de ser dos, tres y cuatro… recuerdo las botellas empinadas en mi boca, deslizando alcohol puro por mi garganta y recuerdo que para entonces (cuando hube cumplido 15 años) ya no le era necesario triturar pastillas y diluirlas en tragos… ahora me las daba enteras y yo las sostenía en la palma de mi mano y las devoraba como un perro hambriento. Así se fueron los meses como agua,  hasta que la realidad nos arrolló… el dinero se había acabado y alguien debía conseguirlo.

 

“Debes hacerlo mi amor… Debes conseguírnoslo” y tenia razón pero no era solo para ella, era para ambos. El dinero y el fármaco que nos mantenía delirantes y absortos en aquel infierno. Ella no lo haría, asi que debía correr por mi cuenta.

 

 Ese año deje el colegio para conseguir un trabajo… al mismo tiempo comenzó lo que conociste de mí.

 

 Brent… estudio conmigo antes de marcharme… yo lo conocía bien. Un heredero y no uno cualquiera, era el sucesor de un hospital.

 

 No debí haberme dado cuenta de lo infeliz que era, de lo presionado que estaba, de lo frágil que su mente resultaba… pero lo hice. Yo era un simple adicto y el mi boleto para conseguir lo que necesitaba. La pregunta era ¿Cómo podía conseguirlo? No, lo que en realidad quería saber era como hacer para que EL me lo diera… ¿Cómo doblegar tanto a alguien como para que hiciera mi voluntad mientras pensaba que era algo que me debía? ¿Qué debía darle al perro para que ejecutara mi orden?

 

 Supongo que en las historias normales los hilos que la tejen suelen estar más definidos, pero en esta todo es una bola de estambre en la que ningún color se distingue de otro… Por eso mientras estas cosas surcaban mi mente y ocupaban toda la energía de mi cerebro, mi madre tramaba su siguiente movimiento.  

 

 Conseguí contactar a Brent… lo perseguí con ojos amenazadores, lo acose contra muros mientras el temblaba de pánico, lo amenace con murmullos cargados de palabras crueles y entonces la vara comenzó a torcerse hasta que el miedo se volvió deseo y mis amenazas se convirtieron en golpes que el cada vez disfrutaba más y más; ya había encontrado mi perfecta forma de soborno y esa fue la primera vez que me folle a alguien. Aun puedo recordar esa cara golpeada, su cuerpo lleno de los cortes que el mismo se hacía y un par de marcas mias. Supongo que no es la romántica primera vez con la que todos sueñan, pero por algun motivo para mí era casi terapéutico era un pecado mucho menor que los que cometía a diario y además servía a mis propósitos.

 

 Los récipes que charles le había dejado de dar a mi madre, ahora no eran necesarios. Ahora yo tenía a un niño rico, con acceso a las firmas de decenas de médicos que trabajaban en su hospital. Todo cuanto yo quisiera era mío, solo debía exigirlo contra su oído mientras lo golpeaba como a un perro. Pero como te dije, mientras me ocupaba de eso mi madre se ocupaba de sus propios asuntos. Tal vez debí poner más atención, no me di cuenta que aunque mi madre parecía complacida por mi habilidad para cubrir sus necesidades, comenzó a descubrir que tenía más cosas que pedirme, cosas que cobrarme, yo aún tenía que seguir pagando. Esa fue la época en la que por fin todo se fue al carajo.

 

 Estaba  sumido en la adicción al licor y fármacos, daba tumbos miserablemente con una existencia leve como un silbido, aparentemente nadie se atrevería a meterse conmigo, parecía alguien muy rudo, pero la verdad es que era vulnerable, débil mentalmente, fácilmente maleable, a eso me habia reducido mi madre y aunque yo no estaba consciente de mi precario estado, ella sí que lo estaba y entonces actuó. Se dirigio a una farmacia luego de hacer sus tareas investigativas y se hizo con un segundo fármaco, una segunda droga, una de venta libre, una que no requería de demasiado esfuerzo para ser conseguida… Sildenafil, viagra.  Un fármaco para tratar la disfunción eréctil... ¿imaginas su efecto en un chico de 15 años? Si… se la hubiese levantado aunque estuviese muerto.  

No necesitaba preguntar, ya era bastante obvio, pero aunque ya lo sabía y no quería oírlo de sus labios, permanecí en silencio.

-          Ese día el coctel de pastillas que me dio era distinto, había algo más, pero no lo note ¿Cómo podía saberlo? Para mí solo eran más pastillas que me permitirían estar casi inconsciente mientras ella me besaba o paseaba mis manos por sus pechos; claro que de nuevo yo estaba equivocado y una vez más hice el papel de víctima perfecta.

 

Estaba medio ebrio, drogado por el alprazolam y no entendía porque mi corazón latía tan rápido, sentía como si estuviese sufriendo un infarto pero no entendía bien porque ¿Qué era lo que me estaba pasando? Bueno, el sildenafil estaba haciendo su trabajo. En aquella sala oscura, fría y triste vi como ella camino cerciorándose de que las persianas estuviesen abajo, la puerta bien cerrada… ese espacio se convirtió instantáneamente en una tumba sellada; ni siquiera Dios podría haber entrado ahí ¿Y para que iba a querer hacerlo? Atrocidades así solo podían ser cosa del diablo.

 

La vi con mirada confusa y ojos entrecerrados, aturdido, adormecido, la vi irse desnudando, fue la primera vez que se desvistió completamente frente a mí y luego avanzo para sentárseme encima. Debían haber pasado un par de años desde la última vez que había sentido ganas de llorar. Me bajo la cremallera y sonrió satisfecha, feliz de saber que su receta improvisada había resultado como quería y entonces con mi cuerpo estimulado incontrolablemente por el fármaco por fin pudo saciarse a sus anchas.

 Los despojos de mi voluntad y mi cuerpo simplemente no alcanzaron para poder detener aquello, así que solo pude quedarme ahí botado sobre el sofá, asqueado de los besos que me daba, de su cuerpo desnudo frotándose contra el mío, de cada movimiento que hacía para empujarme más profundo dentro de ella... de sus gemidos, sus caricias, y por supuesto de mí mismo.

 

 Todo continuo hasta que agotada y conforme se levantó, recogió su ropa y subió a su habitación. Yo permanecí un par de horas más, tumbado en el mismo maldito sitio en el que ella me había dejado, con la camisa rasgada y los pantalones por las rodillas; completamente abatido, ni siquiera alcanzaba a enlazar un pensamiento. Cuando el alcohol y el alprazolam se fueron diluyendo mi cuerpo comenzó a reaccionar y asi como lo haría un zombie me levante y comencé a subir las escaleras, pase frente a su cuarto hasta que llegue al baño; me mire al espejo y note los rastros de su saliva por todo mi rostro, por mi cuello, los arañazos en mis hombros y pecho, sus fluidos y mi semen empapando el bóxer del que me iba deshaciendo. Ni siquiera gesticule, solo me saque el resto de la ropa y entre a la ducha. Estaba tan arruinado por dentro que fue como si mi cuerpo se hubiese quedado solo, mientras me suicidaba mentalmente.

 

 Intentaba imaginar aquel horror pero creo que escenas así de sórdidas no pueden concebirse, mi subconsciente las bloqueaba. Era escalofriante no solo la historia en sí, sino el abismo oscuro que se asomaba en la mirada de Sebastián mientras lo iba contando. Tenía una expresión dura cubierta de algunas lágrimas pero reflejaba la derrota absoluta, estaba completamente mutilado, ahí frente a mí.

-          Fue la primera mujer con la que tuve sexo si es que así se le pudo llamar, ojala pudiera decir que también la última pero no fue así. Todo el caos iba en una frenética espiral ascendente.

 

Luego de ese día comencé a negarme al alprazolam, pero era casi tan terrible como luchar contra ella. Yo debía seguir llevando esa porquería a la casa o sus ataques de ira serian mil veces peores, pero saber que aquello a lo que era adicto estaba tan cerca de mi era una tortura en si misma. No podía dormir y era un auténtico infierno porque estando completamente sobrio no tenía forma de escapar de mi madre que se estrellaba contra mi puerta una y otra vez gritando, llorando y suplicándome que estuviese con ella... pasaba las noches narrandome esa vez, como se había sentido al tenerme dentro de ella. Era insoportable, nauseabundo.

Luchaba cada día contra ella y contra mi mismo con todas mis fuerzas pero a veces simplemente no podía más y me rendía. Tomaba las botellas y bebía y bebía hasta que las cosas se iban diluyendo y luego subía hasta su habitación en búsqueda de las pastillas que me daban, al menos por un par de horas, esa libertad de sentirme completamente ausente. En esas ocasiones ella me abria radiante, feliz de darme lo que solicitaba, solo había una condición, también debía tomar el potenciador sexual. Me tumbaba en su cama vuelto añicos de fatiga y reducido a un pedazo de carne sin voluntad totalmente intoxicado, entonces era su momento de abalanzarse sobre mí. Miraba el techo, perdido en mi limbo de delirios, mientras ella se sacudía con su  vaivén macabro devorándome hasta sentir sus entrañas. En esos instantes me maldecía por mi debilidad toma fuerzas para unas cuantas semanas llenas abstinencia y de su guerra psicológica y entonces irremediablemente recaía. Era el ciclo perverso en el que estábamos ambos confinados y pensé que jamás saldría de ahí, no hasta que alguno de los dos se quebrara por completo y decidiera seguir a mi padre colgándose de la misma viga. Recuerdo que en sus peores momentos ella me esperaba en la entrada de casa cuando yo volvía de trabajar y luego de suplicarme que la follara, primero dulcemente y luego totalmente arrebatada de cólera ante mi negativa, me escupia directo al rostro con carcajadas macabras…

“- ¡¡¿Vas a jugar a ser el bueno maldito mocoso?!! Desde el infierno tu padre debe estar deseando poder colgarse una y otra vez de esa condenada viga sabiendo todas las veces que me haz follado! ¿Te corres dentro de su mujer y te das el lujo de hacerte el digno, de creerte mejor que yo? ¡¡NO HAY VUELTA ATRÁS!! ¡Tu destino es pudrirte aquí conmigo! Ni siquiera en el infierno hay sitio para ti…”

Sé que suena infame, pero esa era la verdad. Tal cual.

-          ¡No es cierto! ¡No digas eso! – Exclame muerto de rabia.-

-          Claro que lo es…

-          ¡NO! Nada de lo que paso fue tu culpa, ella orquesto todo, ella te arruino tu solo no pudiste…

-          ¿Hacer nada? Por favor… Seguramente pude haber hecho unas cien cosas para cambiarlo todo. Pude irme, pude matarme, pude matarla, pude haber hablado en la consulta de charles cuando aún era un niño, pude ir a la policía, pude gritar por ayuda…

-          ¡Solo eras un niño!

-          No… lo fui por un tiempo, pero luego solo fui un cómplice, un enfermo más, tanto o peor que ella. Estaba aterrado de cada mañana y de cada noche pero también tenia miedo de la vida fuera de ahí. Ese manicomio era lo único que conocía… como crecer en una cárcel y ser liberado de repente a un mundo que no conoces y con miles de miradas puestas sobre ti… si hubiese hablado y todo se descubría ¿Qué era lo siguiente? Cuando todos lo supieran, cuando mi rostro y mi nombre aparecieran hasta en las noticias “El degenerado par que se follaban siendo madre e hijo”

-          No…

-          ¿No? ¿Acaso no lo hubiese dicho tu también en aquel tiempo? Esa era la síntesis de todo y el contenido y explicaciones iban a estar demás, la gente no necesitaba eso, la gente solo señalaría. Por eso escogí ser un cobarde y esperar a que un día ella terminase de volverse loca y acabara con su vida o con la mía. A veces yo cruzaba la calle sin mirar, como esperando un milagro y esa espera era lo único que tenía…

 Note que me había levantado durante mi protesta y respire enardecido intentando no estallar.

-          Querías escucharlo, ahora lo tienes. Acepta lo que digo y calla, esto no se trata de que busques explicaciones, ni justificarme.

 A pesar de mis nervios triturados tome aire y obedecí.

-          No busco justificar nada, solo intento…

-          Intentas quitarme culpa, pero es en vano; Se bien lo que hice y cuál fue mi papel, lo que te estoy contando me ha atormentado desde siempre y se lidiar con ello. De quien debes preocuparte ahora es de ti mismo. Que me vuelvas una víctima solo te pondrá las cosas peor.

 Supe exactamente que lo siguiente en este relato era yo.

-          Las cosas siguieron igual para mi, incluso luego de que servicios sociales me obligases a regresar a la escuela. Lo único bueno era que entre eso y el trabajo pasaba menos tiempo en casa, lo malo es que estaba agotado entre el trabajo, la abstinencia, el alcohol, la beca, mi madre… a veces me pregunto cómo lo hacía y me parece increíble, cualquiera hubiese enloquecido con menos que eso y sin embargo ahí estaba yo aun lo suficientemente cuerdo como para sentir el dolor de cada día. Que poco me quería ese fulano dios al que tanto rezan…

 Tomo aire unos instantes y continúo, mirándome como si me diese la razón. Yo era lo siguiente.

-          Recuerdo que ese día las clases estaban suspendidas. Supongo que alguien normal se quedaría en casa durmiendo hasta tarde, pero por obvias razones quedarme en casa era lo último en mi agenda. Me levante, salí y comencé a andar. Hacía mucho frio, demasiado, tanto que tenía la mente entumecida y lo agradecí profundamente, así que no me detuve… Seguí y seguí caminando siguiendo el gélido viento. No sabía a donde iba, no importaba tampoco, solo seguía caminando pensando que quizás si me adentraba lo suficiente entre árboles y nieve moriría congelado… hasta que me di cuenta que alguien me seguía y me detuve frente a un árbol enorme.

-          Richmond… el parque Richmond…

El asintió.

-          Eras tu. Tu y la vorágine de sin sentidos que traerías a mi vida. Después de ese día no pude alejarme e hice lo que con Brent, te averigüe, te espié, te atraje a mi y luego te encerré en mi juego, la única diferencia es que para lo tuyo no tenía una razón, no había un propósito. Aun así quería seguir obligándote a estar conmigo… El tiempo seguía pasando y yo seguía enfermo te asfixiarte, de tenerte… ¿Por qué era eso? Me convencí a mí mismo que solo era rencor, eras otro niño rico acostumbrado a tu buena suerte tomando de todos cuanto quisieras y por eso yo debía ser quien te castigase, te haría lo mismo que a Brent, te reduciría a nada y eso me distraería de mi propia mierda de vida… El problema es que nunca me aburrí de tenerte y ahora no necesitaba alprazolam para dejar de escuchar los infames gritos de mi madre histérica frente a mi cuarto, solo me recostaba y pensaba en lo siguiente que te haría, pensaba en rostro que pondrías, lo que dirías… en la curva de tu espalda y en los gemidos que hacías cuando estabas tan cansado que a penas abrías los ojos y aun asi me apretabas como pidiendo más…

 Mirandolo asustado de mis propios latidos sentí lastima por los dos. Aquello que tuvimos no supimos reconocerlo y lo peor es que ya era muy tarde para hacerlo, sería demasiado doloroso.

-          Pero aun así, aun cuando mi mente estuviese llena de ti, no podia escapar de mi vida. Nunca deje de torturar a Brent, seguía necesitando el alprazolam para ella y luego, cuando descubrió el tiempo que pasaba contigo y mando a aquellos hombres a …

-          ¿Fue ella?

-          Si…

-          ¿Cómo es posible?

-          ¿Qué es lo extraño? Durante toda su vida fue una mujer poderosa, aun en la ruina conservaba esa clase de contactos, perros leales a ella. No necesitaba darles dinero, permitirle a algun miserable de esos follarla era suficiente pago. Yo había logrado dejar de desear esa maldita droga, pero ella había encontrado en ti la forma ideal de chantajearme… Se dio cuenta de que si había sido capaz de matarlos para mantenerte a salvo entonces aquello no debía ser solo un capricho y fuese cual fuese el motivo era lo suficientemente importante como para obligarme a negociar, y así fue. Cada quince días yo debía pasar una noche con ella a cambio de no enviar a alguien a matarte.

-          ¡¿Por qué no me lo dijiste?!

-          De vuelta haces preguntas innecesarias y estúpidas… ¿Qué pretendías que dijera?

-          Yo también podía pagar por protección

-          No se trataba de eso… Creías conocer lo peor de mí y seguías conmigo, pero ya vez que no estabas ni cerca… que ibas a hacer si descubrías toda la verdad? Exactamente lo que hiciste… correr.

 Llore de rabia e impotencia.

-          Y en el fondo siempre sentí que acabaría pasando, pero buscaba retrasarlo a toda costa, si era necesario moriría tratando de ocultarlo todo de ti. Cuando llegaba la noche de pagar por tu seguridad me lamentaba y cuestionaba ¿Por qué estaba haciendo aquello? ¿Por qué me sometía a todo ese asco solo para que tu vivieras? Me llenaba de tanta rabia mientras era forzado a poseerla que pensaba en matarte yo mismo. Me mentía diciendo que la razón era no querer que ella me arrebatase el gusto que acabarte, que lo haría por mi mismo y sería una victoria… pero luego cuando estaba contigo simplemente no era capaz. Me había enviciado de tu compañía… siempre trataba de alejarte y tu empujabas mas y mas y en el fondo no podia evitar ceder. Ya no queria hacerte daño, olvide los motivos falsos que me habia dado a mi mismo sobre castigo y venganzas y luego lo único que quería era estar contra tu espalda lo que durase, porque el fin se acercaba cada mes que pasaba y la graduación que tanto anhelaba para poder largarme lejos de pronto comenzó a preocuparme. Todo tenia fecha de caducidad y dolorosamente pensaba en ello sin saber porque me angustiaba. Pero parece que tu eras mejor para entender esas cosas que yo y resolviste una solución tan simple como eficaz aquella noche en la que prometiste seguirme. Nunca habia sentido esa clase de tranquilidad, como si por fin algo saliera bien en una vida de desastre ¿Tendria finalmente una tregua? ¿se me concedería lo único que genuinamente deseaba? Fantaseaba pensando que si y cuando ese día llego sonreí al espejo…

Sebastian se retorció como si se removieran dentro de el cristales quebrados y habla casi entre lágrimas.

-          Recuerdo incluso que iríamos a una estúpida playa algunos días… fue otra tonta idea tuya que por algun motivo me causaba emoción y ahí estaba la maleta lista al pie de mi cama susurrándome ideas de libertad y gozo. Yo creo que ese pudo ser el día más alegre de mi vida hasta entonces, incluso mi madre parecía un ser humano normal y solo debía fingir aquella ultima tarde mientras la graduación acababa y eso sería todo.

Pero me había engañado a mí mismo, había abusado de mi buena suerte y ahora era turno de que la balanza de mi Karma se compensara.

Entre susurros ella me hablaba de ti, de lo feliz que parecias, de lo buenos que lucían tus padres, del rostro que harías si ella te contaba cómo me la follaba, de cómo se vería tu cara completamente mutilada. Entre más avanzaba el día por se ponía, hasta que no tuve mas remedio que atender a su solicitud de retirarnos a algun lugar apartado. Fue entonces que echó a andar y yo la seguí hasta aquel baño.

No recuerdo demasiado… pero se que ella había visto la pequeña maleta en mi cuarto y por eso estaba tan histérica, estaba segura de que me iría para siempre al siguiente día y eso la desesperaba. Yo simplemente no decía nada, mientras ella lloraba y me maldecía entre dientes saco un cuchillo enorme de su bolso y lo apoyo contra mi cara.

“debería matarte ahora mismo, debería dejar de darte oportunidades y enviarte de una vez al infierno” yo solo permanecia en silencio, tratando de minimizar lo que decía, pero fui estúpido, yo sabia que aquello solo empeoraba las cosas, ella no era una mujer acostumbrada a ser ignorada “¿O debería dar orden para que lo maten a el? ¿Estan rondando por aquí sabias? Más de mis amigos dispuestos a joder la vida de tu amiguito?

Me enfureci lo suficiente como para apretar el puño en el que encerraba el cuchillo y llevarlo directo a su garganta.

“No tiene que ser así, si eres un buen chico no habrá castigo lo sabes verdad?”

Ella se fue agachando, yo no aparte el cuchillo de su cuello… Solo pensarba en degollarla, la quería muerta en ese mismo instante, mientras desabotonaba mi pantalón y se llevaba mi miembro a la boca, viéndome con el maquillaje corrido y sus lágrimas desesperadas… Pensé en ti, en las pocas horas que faltaban y entonces lo permití en silencio… Nuevamente me calle y solo deje que hiciese lo que quería a cambio de mantener a salvo mi ilusión.

Pero quien iba a pensar que estabas ahí…

 Se froto los parpados con un rostro terrible de disgusto, mortificación y vergüenza.

-          No importo lo que hice, lo que me había comprometido a sufrir a cambio de tener mi paréntesis de calma, la vida me escupió a la cara que yo no era más que un maldito enfermo si pensaba que seria feliz solo por permitir tan deplorables actos y me lo dijo crudamente. Tu no estabas ya por ningún lado… No entraban llamadas a tu celular, no apareciste por “mi casa” ni por donde finny… Ni siquiera estabas en tu casa. Completaba la misma ruta uno y otro y otro maldito dia enfermo de incertidumbre preguntándome mil y un veces que habia pasado y luchando por mantener lo que quedaba de mis nervios. Tal vez debio viajar con su familia, algun regalo sorpresa, alguna mierda familiar obligatoria… pero tus padres estaban ahí, ellos seguían ahí, todos en el mismo sitio menos tu. No sabia cuanto tiempo habia pasado acechando los lugares en los que podía encontrarte esperando que aparecieras pero recuerdo que incluso recibi una llamada del trabajo diciendo que estaba despedido. No iba a mi casa siquiera, me olvide del dinero, las pastillas, de mi madre que llamaba cada media hora cada dia. Echaba la mañana espiando tu casa, la tarde la de finnian y por las noches esperaba aquí, sentado en este maldito sofá aguardando por si cruzabas esa puerta. Borracho muchas veces me parecía que así era, pero al intentar hablarte no había respuesta… solo eras una ilusión.

 

Finalmente me di cuenta de que nunca ibas a volver, que nunca quisiste irte conmigo, que yo debi ser el hijo de puta más estúpido del planeta…

Cruce el espacio entre ambos sillones hasta que estuve frente a el de cuclillas y sujetando sus manos para obligarle a mírame. Mi vista era borrosa, las lágrimas no me dejaban ver.

-          ¡No es cierto!- exclame amargamente.- ¡Eso no es cierto! Ir contigo era lo único que yo desee de verdad… yo solo… solo…

-          Solo viste la verdad…

-          No, lo que yo pensé no tiene nada que ver con la verdad…

-          ¡Lo que viste fue real! ¿Qué importa de quien fue la culpa? El pecado estaba hecho de igual modo…

-          No es cierto, es diferente, para mí lo es! No me pidas que te responsabilice por algo así de ruin porque no lo hare… Todo fue obra de ella… No es justo… Tú lo hiciste por protegerme…

Sebastian se levantó violentamente.

-          ¡No intentes dar luz a actos tan infames phantomhive! No hay nada heroico en toda esa mierda.

 Sabía que era terrible, sabía que Michaelis hizo cosas terribles. Pero era verdaderamente el culpable absoluto ¿Era su juego? ¿O solo un peon obligado a jugar? ¿Merecia tanta culpa como la que habia estado cargando? ¿Merecía todo el odio que le profese?

-          No es justo…

-          No importa eso ¿Verdad? Porque el daño que nos hicimos ya está hecho.

 La historia no terminaba ¿cierto?

-          Te odie en ese momento casi tanto como a mi mismo… pensé en asesinar a los tuyos pero algo siempre me impedía hacerlo, una clase de miedo ajeno a mi.  Debi pasar un mes o dos asi hasta que me agote, estaba desquiciado por completo y tanto asi que entonces regrese a casa. Todo apestaba en ese maldito lugar… cigarros, alcohol, vomito… a través de las cortinas no se colaba ni un ápice de luz y avance despacio pensando que quizás ella había muerto por fin. Un golpe seco en la nuca me mando a la inconciencia respondiendo a mi duda, ella seguía viva y estaba deseosa de cobrarme por mi ausencia.

 

Rodo mi cuerpo escalera abajo, me colgó grilletes a tobillos y muñecas y ese hueco fue mi hogar por los siguientes meses. Nunca pudo chantajearme para follarla de nuevo. Amenazo con buscarte, con matar a tu familia, pero le dije que te habías largado, que me usaste y te largaste como era natural, que ya no me importaba lo que te hacia a ti o a tu familia y ella supo que no mentía así que enfurecida se dio cuenta que ya no tenía nada. Me ofrecio las pastillas, alcohol, comida, agua, pero nada le sirvió… pase días muriendo de hambre, días muriendo de sed, solo me daba lo justo para mantenerme vivo… Fui golpeado durante horas cada dia mientras colgaba de mis brazos tantas veces que mi sangre redecoro cada rincón del lugar. Ella me hablaba de ti, de mi padre, de las cosas que yo había echo tratando de volverme loco y yo la ignoraba sin decir una palabra sabiendo que nada la torturaba más que saberse ignorada, insignificante… Me dolía pensar en lo que aún faltaba para que yo muriese, pero me daba paz saber que tarde o temprano así seria y por fin todo terminaría. Acepte en ese hueco que iba a morir sin ninguna duda y ese era mi triste consuelo. Hasta esa tarde…

 

 Paso el dia dándome la mayor paliza que jamas habia recibido, tal que me desmaye varias veces… Me desvanecia y volvia en mi recibiendo los mismo azotes… Ya podia sentir los colgajos de piel despendidos de mi espalda y piernas… Casi toda la sangre de mi cuerpo estaba en el suelo y yo a penas podia abrir los ojos. Estaba en paz sabiendo que por fin había llegado mi hora. Ella se retiro por un tiempo que no pude calcular, lo único que pude percibir fue el saturado olor a gasolina.

 

 La esparció por toda la casa y dejo de ultimo nuestro sótano. Ella me daba por muerto ya, así que soltó los grilletes por primera vez en todos aquellos meses y me dejo como a un saco de carne tirado en el suelo. A penas intente mover los dedos de mis pies  y los sentí tan entumecidos, mis brazos acalambrados, mi piel rasgada… ella tensaba las cadenas con una polea cada vez que iba a azotarme y esa postura me había dejado el cuerpo casi inutilizable. A penas respiraba contra el suelo cuando ella termino su siniestra tarea y se sento a mi lado, alzando mi cabeza para apoyarla en su regazo.

 

“Estamos muriendo desde el día en que llegaste… desde ese dia la vida se volvió este infierno… tú me arruinaste y ahora yo te arruinare hasta la eternidad”

 

 Escuche los fósforos moverse entre sus manos y entendí a penas que iba a incendiar todo el lugar… pero no pensaba enviarme a mí solo…

 

Encendió el fosforo y lo arrojo a lo lejos… Yo entre abrí los ojos y pude ver el fuego esparcirse por el lugar siguiendo el trazo que la gasolina había marcado, subiendo por las escaleras y devorando todo.

 

Se acercó para besarme...

 

 “Jamas nos dejaremos mi amor… nos vemos del otro lado”

 

Recuerdo el pánico que me produjeron esas palabras y no sé como pero mi brazo se movio prácticamente solo y acerté un golpe seco contra su cara.

 

 Su cuerpo se fue de lado, estrellándose contra el suelo y yo me levante en un grito de dolor. El cuerpo se me abria por todos lados, pero lo hice de igual forma y dando tumbos entre fuego y sangre llegue a la escalera que crujía mientras las llamas se alzaban devorándola. Tome un cobertor de lana junto a ella y me cubrí aun estando por completo aturdido… La mire y vi como parpadeaba y se apoyaba sobre sus manos luchando por levantarse… En automatico y sin saber de donde provino la fuerza necesaria, comencé a correr escalera arriba sintiendo el fuego chocar contra mi escudo de lana. De la misma forma atravesé la puerta y el piso superior hasta llegar al jardín.

 

 Me desplome casi sin vida sobre la grama y contemple el incendio en todo su esplendor. Las llamas alcanzaba el techo y el humo negro ahumaba el cielo que ya era nocturno. Un infierno ardiendo dentro de otro.

 

 Todos los vecinos veían desde la calle habiendo alertado a los bomberos cuyas sirenas ya sonaban en el fondo. Yo permanecí ahí tumbado y entonces pude verla… Su ropa estaba comida por el fuego y la piel le ardía por el calor. Estába de pie, viéndome fijamente desde esa ventana, no hizo nada por salir, no grito si quiera, solo se quedo ahí mientras el incendio se la tragaba, mirándome… La vi quemarse viva, hasta que el segundo piso se desplomo y los escombros la aplastaron lejos de mi vista al tiempo que los bomberos me alzaban para sacarme de la escena.  Mi madre había decidido morir aun pudiendo haber escapado y ese fue su acto más noble… dejarse morir, aunque la sonrisa que esbozaba mientras ardía me acompañara por siempre.

Sebastian termino su relato y me dio la espalda para avanzar hasta la mesa del comedor. Yo me levante movido por la inercia típica que me halaba a el irremediablemente.

-          Ahí lo tienes panthomhive, el resto asumo que lo sabes. Esta es la inmunda verdad que querías. Ahora sabes de toda mi inmundicia.

-          No es eso lo que pienso…

-          Detente.

-          ¡No! No puedes obligarme…

-          ¡Si lo hare!

 Se giró confrontándome con firmeza pese a su desmoronado estado.

-          Tú tienes tu lado de la historia pero yo también el mío… Puedes decir que me odias cuanto quieras pero no obligarme a sentir algo que no siento…

-          Eres un idiota… ¿Para esto querías oírlo? ¿Para alzarte frente a mi con toda esa nauseabunda lastima? No quiero esa mierda.

-          ¡No siento lastima por ti! No es eso, ni antes ni ahora.

-          No importa lo que sea… no atrevas a decir nada más… nosotros nos odiamos y puedo lidiar con eso… no quiero oir nada más…

-          Yo queria seguirte y tampoco sabía por qué y he hecho cosas terribles solo para intentar sacarte de mi mente, puedo recordar eso, lo mucho que te pensaba y he creído siempre que era  odio… pero solo estaba lastimado yo solo estaba…

-          ¡Cierra la boca!

 Sebastian se giro de vuelta a la mesa y empuño su arma hasta dejarla frente a mi rostro.

-          ¡Dispara esa mierda entonces! No me creas tan patético como para tenerle miedo a morir…

-          Juro que lo hare.

-          Y yo te juro que no me importa vine aquí sabiendo que eras capaz de hacerlo, no perderé nada.

-          ¡Entiéndelo! Ya no hay tiempo para echar atrás ¿Vas a pedirme que olvide todo lo que pase cuando te largaste? ¿Vas a obligarte a olvidar el asco y lo traicionado que te sentiste? ¿Vas a perdonar a alguien que puso una fila de cadáveres frente a ti? ¿Qué debo hacer contigo sabiendo que cada día de los últimos meses planeaste la forma de asesinarme?

 El arma temblaba entre sus dedos como su voz y como todo mi ser.

-          Esto es lo único que tenemos, una secuencia interminable de horribles acciones… si comenzáramos a disculparnos ahora no terminaríamos jamás y lo que es mas cierto es que te darias cuenta de que entre tu y yo nunca hubo nada mas que eso. Hacernos daño una y otra vez a costa de cualquier cosa. Hay tanto mal que no hay sitio para nada mas. No puedes sobrescribir una historia así de negra ciel, así de oscura. Seguirnos odiando es lo único a penas tolerable que podemos hacer… no quiero nada mas de ti, no sabre lidiar con la lastima…

 El llanto cortaba mi respiración…

-          Ni podre lidiar con el “que habría sido de nosotros” no quiero pensar en ello… no puedo hacerlo, ya no tengo fuerzas para eso y estoy seguro de que tú tampoco…

 Con mis ojos cerrados sentía las vibraciones del arma que el seguia apuntando contra mi, contra mi y contra cada ápice de mis intenciones por acabar con lo único que ambos conocíamos. Queria decir lo siento, quería decir lo que en realidad pensaba… pero el tenía razón. ¿Cómo íbamos a suprimir todo aquello con una simple disculpa? Lo cierto es que yo también sentía miedo de encontrar el nombre adecuado para lo que ambos sentíamos, porque ciertamente yo tampoco tenía fuerzas para descifrarlo, ni para afrontarlo.

 La verdad era que lo más simple era seguir odiándonos, y que cada uno corriera en dirección opuesta al otro lejos del enorme desastre que éramos juntos.

-          Entonces dispara. Si seguimos siendo enemigos no tienes motivos para mostrar clemencia y yo no te daré el gusto de pedir piedad ¿o prefieres que me vaya y planee otro envenenamiento? ¿Quieres que corra lejos para que puedas atraparme? Dije que obedecería y eso hare.

 Sebastian permaneció en silencio a penas mirándome.

-          Me diste la verdad que solicite y pagare por ella. Esta noche cumpliré con tus demandas y si es verdad que este es el camino más fácil…

-          Lo es.

-          Bien, pues entonces ejecútalo y acaba con todo.

 Lo escuche destrabar el arma cargada y apretar el silenciador.

-          Si te disparo ahora sería lo más noble. Todo habrá terminado para ti ¿Entiendes?

-          Lo sé. Solo quiero pedir algo más.

 Medito un momento y luego hablo. Yo permanecí con ojos cerrados.

-          ¿Qué?

-           Sé que puedes hacer algo para que parezca obra de Alois, así que hazlo. Prométeme que no iras a prisión por este disparo. Prométeme que no serás aprisionado por mi culpa, no esta vez.  

 No obtuve respuesta, y mi respiración era tan estridente que no podía escuchar la suya. Supongo que no era necesaria así que solo aguarde estático el tiro de gracia, deseando con todo mi ser que cumpliese mi última voluntad.

 

La bala salió arrojada fuera del cañon en un rabioso disparo, firme y certero directo a su objetivo.

 Sebastian michaelis habia disparado dudoso pero con una puntería acertada. Un objetivo a tan poca distancia no podia ser fallado, no por él.

 Muerte camuflajeada en el oscuro entorno recogió su inmensidad en un cumulo más denso alejándose poco a poco de la triste escena.

 Nuevamente, regresaría sola.

 ---------  

 El olor de la pólvora me saturo la nariz pero no sentía nada. Espere el dolor de la herida pero no la sentía, no me desplome, no había nada.

 Abri los ojos tembloroso y vi a Sebastián jadeando. Su brazo iba en dirección casi opuesta a mi y al final el arma recién detonada aun dejaba salir un ligero humor de su boca. Segui la dirección y pude ver la bala.

 Justo en el medio del reloj tictac del comedor. Había estallado el cristal y detenido el funcionamiento de este destrozando los engranajes por dentro. Eran las 8:15 pm, fue la última hora que marco, justo ahí se detuvo.

 El no dijo nada y yo tampoco.

 Me acerque y tome su brazo, despojándolo del arma. Estaba tenso, pero no hubo resistencia.

 Sebastian respiraba tan dolorosamente que se asemejaba a un chiquillo, era suficiente para romper el corazón de cualquier testigo. El mío al menos apenas resistía.

 Apoyando el rostro en su pecho me di cuenta de que esto no era solo una cuestión de valor o cobardía. En un conflicto con el otro y con nosotros mismos. Ninguno de los dos podía decidir, o al menos esta noche, ninguno quería hacerlo.

 Con dedos torpes fui soltando cada botón de su camisa empapa de frio sudor y lágrimas. Entre la densa oscuridad de nuestro refugio, el fulgor de la pequeña chimenea era lo único que me permitía ver los cortes y golpes que en su torso hablaban de la lucha que había librado con Alois; cualquier pudo sentir gratitud y seguramente yo también, pero sentir aquello no nos estaba permitido, así que solo las acaricie sin emitir palabra alguna. Su boca se acomodó en mi frente y con cada exhalación el calor de su aliento casi febril me quemo la piel.

 La nostalgia era un veneno cruel, sobre todo en nuestro caso. Puedes añorar con cierta alegría lo que tuviste, pero el y yo jamás tuvimos nada y eso dolía lo indecible. Pensar en lo que nunca fuimos ni seriamos… ignorar todo cubriéndolo con rabia. Tanta pena se colaba por nuestros huesos y lo único que parecía prevalecer era esa polaridad con la que nuestros cuerpos se acercaban… quería decir que tal vez no era solo lujuria, tal vez solo era la necesidad de juntas lo suficiente nuestros cuerpos como para que ambos corazones se sintieses. Era una lastimas que las palabras y sentimientos no pudiesen atravesar la piel por si solos.

 Sebastian me dejo ir sobre la gastada alfombra, justo frente al tenue calor del fuego y sobre mi anclo su cuerpo despacio.

 Se quedó inmóvil, como si dentro de el luchara por convencerse de que no debía seguir. Mentiría en decir que yo no me debatía algo parecido ¿Pero quién habría tenido esa fuerza? el encanto de una noche sin tiempo era como el sueño de haber vuelto a aquellos días en que irresponsablemente nos hundimos uno en el otro sin imaginar nada acerca de los años venideros y el dolor que arrastrarían…

 En esta fantasía volvíamos a ser adolescentes y yo finalmente cruzaba la puerta en su búsqueda acabando con la espera llena de incertidumbre que le mantenía sentado en su empolvado sillón. No habían pasado años, solo días, yo regresaba de un viaje familiar tal como él había sospechado,  estaba deseoso de tenerle y el me recibía ansioso como siempre. Tumbados en el suelo, mientras yo me despojaba de mis ropas bajo su cuerpo, volvimos a ser dos chiquillos. No había un pasado ruin, ni verdades crueles, ni futuro desesperanzador. Era la burbuja del ahora tan efímera como eterna, éramos solo ganas envueltas en piel y existíamos solo lo que durase el fuego tras nosotros.

 ¿Quién hubiese querido abandonar tan dulce fantasía? La poesía cruda de nuestros tactos no sonaría bien narrada en otros labios pero en nuestro sufrimiento era una tonada dulce, triste y melancólica cierto, pero aun así apetecible como un oasis.

 Girándome, la espalda se me quemo con el recorrido emprendido por sus labios desde mi nuca yendo en picada por cada vertebra hasta llegar a lo más bajo y como si se tratase de un encuentro virginal fui tocado tan sutilmente que poco pude hacer más que  tiritar ante sus dedos gentiles.

 Nunca olvidas como tocar piano, aunque los años te dejen ciego y en el trayecto también pierdas el oído, tu tacto siempre recuerda cada tecla y cada sonido sube en forma de un vibrato por tus tendones estremeciéndote el pecho. Así mismo nunca olvida como acariciar a un amante… los años solo habían fraguado su técnica y la hicieron tan mía que cuando su hombría me hubo poseído suspire entre lágrimas, como si hubiese estado esperándole toda una vida.

 Fue tan lento, fue tan descorazonador… sentía las lágrimas rodar por su mejilla contra la mía mezclándose con mi propio llanto y el significado de cada una era distinto, algunas gritaban sobre añoranza, otras sobre dolor puro e incertidumbre por el futuro, algunas de alivio y gratitud por el ahora. Eran en síntesis el subtexto, narraban bajo perfil cosas que jamás pondríamos en palabras.

 “Cuanto te he extrañado”

 “cuanto lamento todo”

 “¿Cuánto te quedaras conmigo?”

 “¿Cuánto tardaras en volver?”

-          No seas tan gentil… por favor… - pedi entre quejidos, atormentado por lo que casi parecía ternura.- hazlo más fuerte…

-          No lo hagas… - dijo contra mi rostro sonrojado.- no te atrevas a hablarme como a los otros… muere conmigo ahora si en verdad fue a eso a lo que viniste.

 Poco más logro moverse dentro de mí antes de que finalmente nos dejásemos ir entre jadeos agónicos y llenos de vida al mismo tiempo. Lo sentí esparcirse en mi interior y escuche sus gemidos satisfechos armonizar junto con los míos.

 Michaelis volvió a girarme, seguía palpitando dentro de mí, ahora nuestros rostros estaban frente a frente.

-          Siempre te hable a ti… aunque no fuese tu rostro el que viera.

 Acaricie su mentón y deje un beso inocente y tembloroso sobre sus labios, el me correspondió como lo haría quien se enfrenta a lo que más teme solo por la recompensa de tenerme enteramente.

 Su rostro se hundió en mi cuello y comenzó a moverse nuevamente.

 Continuamos ignorándolo todo, ignorando los salvajes rugidos de la realidad que gruñía tras la puerta principal amenazando con alcanzarnos. Nos permitimos enterrar ese puñal dentro de nuestras almas y aunque mañana doliese el triple, durante esta noche sin tiempo, nos robaríamos la gloria en este breve paréntesis.

 Vale la pena sufrir por algunas cosas, dijo alguna vez alguien de cuyo nombre no me recuerdo. Supongo que al amanecer comprobaríamos si era cierto, pero por ahora…

 Por ahora estábamos solos y éramos inmortales.  

Notas finales:

¿Qué les parecio? Espero sus comentarios con locas ansias así que no se contengan. Espero que no me hayan olvidado y si hay algun error disculpen, el tiempo en que lo escribí fue bastante reducido, aun asi lleva todo mi esfuerzo.

 Saludos.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).