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Mánager [JaeYong] [NCT] por Kuromitsu

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—¡Es bueno verles aquí, JaeHyun, TaeYong!

Parpadeó, sorprendido ante la alegre voz del desconocido quien efusivamente les tendía la mano, con una cámara resplandeciente colgando de su cuello de aspecto tan profesional como su sonrisa de dientes perfectamente alineados. Miró a JaeHyun, quien asintió con ojos falsamente amables, y solo ahí tomó la mano de quien parecía resplandecer con su mueca de alegría.

—Creo que no me he presentado, pero probablemente ya le has hablado de mí a tu nuevo modelo, ¿no, JaeHyun?

—No ha estado dentro de mis prioridades, lo lamento.

Por el rabillo del ojo notó su tirantez en una sonrisa que intentaba a todas luces lucir lo más natural posible. Le conocía lo suficiente como para notar que realmente no estaba cómodo, mas, el hombre que todavía no soltaba su mano derecha no dio muestra alguna de haberse percatado. La acción que ocurría en el set detrás de él mantuvo su atención abstraída durante unos cuantos segundos: algunos de los modelos con los que tenía experiencia previa caminaban de aquí para allá por el set con el torso descubierto, vistiéndose apresuradamente en un acto al que todavía no se acostumbraba del todo. En el mundo de la moda, el tiempo era dinero. Que otros vieran su cuerpo cubierto solo por ropa interior era algo usual considerando los escasos segundos que tenía para cambiarse de un atuendo a otro antes de correr a otro set y repetir el proceso.

Sin embargo, aún era algo extraño hacerlo y quizá el motivo recaía en un suceso en particular: JaeHyun le había visto semidesnudo por primera vez mientras hacía el casting frente a él, a puertas cerradas, sin nadie más que le viera quitarse la ropa más que sus ojos suspicaces recorriéndole de punta a cabo. 

Recordaba todo quizá con demasiada nitidez. La comisura izquierda de sus labios levantándose ligeramente. La sensación de picor en las manos para cubrir su estómago carente de abdominales, completamente distinto —como lo supo con el tiempo— del tonificado cuerpo de su mánager. La forma antinatural que tuvo para voltear tal como él le indicaba, posando, moviendo su cabeza para hacer más notoria la línea afilada de su mandíbula y tratando de mantener la vista fija a pesar de lo mucho que le intimidaron los profundos ojos de JaeHyun. 

Incluso con todo el tiempo que llevaban conociéndose, esa sensación de escalofríos no hacía más que aumentar.

—¡¿Pero cómo?! —la cámara del hombre que tenían en frente se balanceó cuando este puso sus brazos en jarras, inclinándose hacia adelante en dirección a JaeHyun. TaeYong retiró sus manos y las puso detrás de su espalda disimuladamente al ser finalmente liberado del apretón de manos en que estaban envueltas antes. El tacto de esos delgados dedos, sin embargo, se mantenía de forma fantasma allí—. Inconcebible. Tendré que presentarme entonces. Soy Nakamoto Yuta, fotógrafo profesional y tu mejor carta al estrellato. Que mi juventud no te espante, soy bueno en lo que hago. Ah, no, no es necesario que te presentes porque te conozco bien —paró de inmediato la pequeña reverencia que estaba a punto de hacer y simplemente volvió a pararse derecho, demasiado incómodo. Yuta pareció paradójicamente relajarse más, ladeando la cabeza, confianzudo—. Eres Lee TaeYong. Ya puedo ver por qué JaeHyun te escogió para patrocinarte, es un genio encontrando gemas en bruto como tú y… hablando de eso, ¿cómo ha estado SiCheng?

—Su nuevo mánager está cuidando bien de él —no intentó siquiera espiar por la comisura de sus ojos pues sabía que JaeHyun se daría cuenta, por lo que solo agudizó el oído—. Claramente no está creciendo al ritmo que tendría si siguiese bajo mi tutela pero…

—Ah, no te pongas así, señorito arrogancia —a punto estuvo de sonreír pero recordó a tiempo que burlarse de JaeHyun no sería, jamás, una decisión acertada—. Por la única razón por la que me gustaría que siguiera siendo tu modelo es porque vaya que era una delicia fotografiarlo. Esos ojos luminosos, y esos labios tan…

Yuta.

Apretó los labios con fuerza, incapaz de mirar a su mánager quien a todas luces sonaba increíblemente molesto. Yuta, en cambio, siguió sonriendo con la misma blanca mueca que llamaba tanto la atención, y se preguntó si acaso no se trataba de un modelo encubierto pues no era un muchacho feo, al contrario; cada uno de los pequeños gestos que realizaba el fotógrafo eran cuidadosos y ciertamente rayaban en la perfección, incluso a pesar de su franqueza desmedida, como si supiese justo los límites de dónde empujar las cosas y cuándo era el momento exacto en el cual debía detenerse.

Tal vez estaba pensando demasiado. No era de sorprenderse; JaeHyun le había instruido a ser así.

—En fin, basta de cháchara —espetó de pronto Yuta, borrando de su rostro cualquier trazo de espontaneidad y actitud juguetona para reemplazarla por un aspecto formal, casi frío—. Necesito que estés acá en menos de veinte minutos. Hay otros modelos que esperan a que les fotografíen, y por mucho que me gustaría quedar hablando, el dinero va antes. Llévalo a que le pongan el primer vestuario, JaeHyun.

—No es necesario ni que lo digas —apretó los labios con fuerza al mismo tiempo que una presión casi invisible se posaba en su hombro. Y adivinó lo que diría a continuación, con éxito—. Sígueme.

Apresurando el paso, con la espalda recta y la cabeza gacha, tratando de no mirar a nadie más que la imponente figura de su mánager guiándole en medio del caos reinante, pronto se internó en el cubículo donde otros modelos como él estaban siendo vestidos por las vestuaristas. Ni siquiera les echó un vistazo: ver otros cuerpos semidesnudos o derechamente desnudos no constituía una buena idea.

No con Jung JaeHyun vigilándole.

—Acá está su vestuario —volteó, alarmado por una voz nerviosa que correspondía a un chico de aspecto incluso más nervioso, sonriendo dificultosamente—. Necesito que se desvista y…

—Deja las prendas acá. Yo lo haré.

Casi quiso morir ahí mismo de la vergüenza pero se mantuvo allí, estoico, mientras el chico al frente de ambos parecía entrar más y más en desesperación.

Que estuviese acostumbrado a que JaeHyun tomase las riendas del asunto era una cosa, que le agradase era otra. Y claramente constituía un hecho poco menos que humillante ser tratado de esa manera en cada ocasión que a su mánager le daba la gana.

Lamentablemente, además, sucedía con demasiada frecuencia.

—…Estoy aquí para ayudarle, dejaré a su modelo vestido para la sesión en un santiamén y así lo podrá llevar a maqui…

—A ver… —ver la sonrisa estándar, casi imperturbable de JaeHyun le mandó verdaderos escalofríos a través de la columna dorsal. Le vio acercarse a la etiqueta que el bajito hombre llevaba en su pecho, anunciando su nombre, antes de proseguir—. Creo que no has terminado de entender… ¿Moon TaeIl es tu nombre?   

—S-sí, ¿por…?

—TaeIl, pues, mi modelo lo visto yo, da igual si demora un poco más. El único que puede tocarlo además de yo mismo es el maquillista, ¿entendido?

Logró notar en el rostro de TaeIl unos atisbos de incomodidad, de miedo, y no le culpó. Por mucho que una sonrisa de oreja a oreja estuviese presente en el tranquilo rostro de JaeHyun, el tono áspero de su voz hacía que una mueca primeramente cálida terminase transformándose en algo amenazador, casi tanto como su postura. El vestuarista simplemente asintió y, haciendo una reverencia, le vio huir a paso rápido. A punto estuvo de decirle que por favor se quedase presente, porque por mucho que el pequeño saloncito estuviese repleto de personas igual o más apuradas que él mismo, nadie parecía reparar en su presencia ni en los ojos oscuros, turbios de JaeHyun.

Tragando saliva, comenzó a desabrochar el primer botón de la camisa azul a cuadros que llevaba puesta, con los dedos tan torpes que demoró tortuosos segundos en hacer una tarea tan simple que parecía ridícula. Sin embargo, cuando al fin lo logró, el pequeño suspiro de alivio se desvaneció en un santiamén por una mano que le detuvo en seco cuando ya iba en el segundo botón.

Y sin pensarlo mucho levantó la mirada.

—Lo haré yo.

Cuando JaeHyun pronunció esas tres palabras sin ni una gota de pudor, autoritario como siempre, simplemente no pudo negarse. Sus dedos le recorrieron con celeridad y eficiencia, desabrochándole la camisa y posteriormente el pantalón, dejándole casi desnudo, tembloroso, avergonzado a pesar de que casi todos en el set estuvieran en las mismas condiciones… y es que la razón recaía en algo muy simple.

Y eso era la forma lasciva, arrogante y casi divertida en la que las pupilas de su mánager se aseguraban de registrarle de pies a cabeza mientras le iba desnudando, como siempre, sabiendo que por mucho que pasara el tiempo JaeHyun seguiría empedernido en tomar la acción por sus propias manos, impidiendo que el resto se acercase a su persona.

Decir que estaba harto sería quedarse corto.

Un suave resoplido aliviado salió involuntariamente de sus labios cuando el ritual hubo terminado y las ropas color negro adornadas con múltiples lentejuelas empezaron a ser deslizadas por sus brazos y piernas. Ni siquiera fue capaz de revisar en uno de los tantos espejos si se veía bien con el llamativo atuendo; sin decir palabra se sintió arrastrado firmemente del brazo hasta la estación de maquillaje, donde más de una señorita se aseguró de corregir las imperfecciones de su piel, y en menos de un suspiro estuvo listo para entrar finalmente en el set.

Yuta estaba esperándole allí, sonriendo. Y luego de un corto asentimiento comenzó a posar para él.

Cuando hubo terminado, después de largos minutos entre tratar de hacerlo lo mejor posible y cambiándose de ropa cuando Yuta decidía que tenían la toma perfecta y que era tiempo de proseguir con el siguiente concepto, una ronda de aplausos se dejó oír con fuerza. No pudo hacer reverencias de agradecimiento por mucho tiempo porque el sorpresivo abrazo de Yuta le dejó sin aliento, palmeándole la espalda repetidas veces.

—¡Lo hiciste de maravilla para llevar tan poco en la industria, dios santo! ¡Mucho mejor que algunos de los experimentados, si me atrevo a decir! —sonrió, negando con la cabeza, dichoso a más no poder—. ¿No te gustaría posar desnudo para mí en alguna ocasión? Me encantaría retratar tu cuerpo, se nota que es fantástico si tan solo le quitamos esa molesta ropa… ¿me equivoco acaso?

—No es la gran cosa —susurró apenas, un poco avergonzado y eufórico ante las felicitaciones de los modelos a los que jamás había podido dirigir la palabra siquiera; eran todos demasiado buenos en lo que hacían pero ahí estaban, bañándole con palabras de elogio— Pero… supongo que no tendría problema algu-

—TaeYong, nos vamos.

Vio a Yuta alejarse, mirando con nerviosismo mal disimulado a la persona que tenía detrás y que no se atrevió a mirar. Los aplausos se apagaron en aquel mismo instante y todos parecieron volver a sus obligaciones, mientras él se quiso hundir ahí mismo en la tierra porque no había duda alguna: JaeHyun le había escuchado.

Y, por sus dedos agarrándole la muñeca con tanta fuerza que dolía, enterrándose en su endeble piel, supo que el más alto no estaba nada contento.

———

Los flashes iluminaron la tenue penumbra de la habitación, siendo el único elemento audible además de un murmullo débil, casi imperceptible pero que sin lugar a dudas estaba ahí.

El débil sonido que TaeYong hacía cada vez que respiraba con dificultad.

—Vamos, posa para mí.

JaeHyun volvió a insistir en su mandato, impacientándose ante los movimientos torpes del modelo que tenía enfrente con los ojos brillantes, casi como si se fuese echar a llorar en cualquier minuto; mas, el tenue temblor de su labio inferior fue pronto reemplazado por una actitud casi desafiante, palpable incluso a distancia.  

No era como si estuviese tan lejos de él, tampoco. El lente de la cámara estaba a la medida ideal para registrar cada uno de sus ángulos, recovecos y gestos; tal como la gota de sudor que bajaba lentamente por su mandíbula hasta recorrer todo el camino por su cuello tentador y que, de ahí, continuó su rumbo por todo el torso desnudo de TaeYong hasta caer en una pequeña porción de vellos púbicos de la cual nacía su miembro, erecto, respondiendo automáticamente ante las fotos que llevaba haciéndole desde el momento mismo en que ingresaron furtivamente al motel. Le vio abrir las piernas, tal como se lo había indicado desde que le había agarrado por el pelo y obligado a caminar hasta la cama, obteniendo gemidos quejumbrosos como respuesta y una resistencia lánguida que terminó por desvanecerse al cabo de pocos segundos.

TaeYong sabía que no debía resistirse, que solo empeoraría las cosas. Estaba bien aleccionado.

—Sonríe y mira a la cámara —le indicó. Su modelo obedeció, temeroso en un principio, menos indeciso con el correr de los segundos. Y sonrió también—. Ahora tócate.

—¿Qué?

—Me escuchaste fuerte y claro, TaeYong. No pongas a prueba mi paciencia —respondió, sin borrar la sonrisa del rostro—. Con tu mano derecha, ve y tócate. Estás duro. Lo sé.

Le vio abrir la boca, como si estuviese a punto de replicar, pero tan pronto como se abrió volvió a cerrarse. Su mano entonces se levantó en el aire hasta posarse justo en su erección latente y, viéndole cerrar los ojos, esos dedos delgados comenzaron a moverse rítmicamente por toda su extensión. Le vio sobresaltarse cuando un nuevo flash volvió a enceguecer la habitación de motel, al segundo sus hombros se perturbaron, al tercero apenas hubo un pequeño apretón en sus ojos fuertemente cerrados, y al cuarto al fin le escuchó jadear, como si no estuviese nadie allí retratando todo su cuerpo y posición mientras se masturbaba.

Pronto la compostura de TaeYong se fue perdiendo hasta quedar en nada, con la espalda recostándose en la superficie de las desordenadas mantas, la cabeza echada hacia atrás y la boca entreabierta deshaciéndose en suspiros ahogados. Un gemido salió de los labios húmedos de su modelo y el dedo con el que estaba tomando fotos se deslizó del botón correspondiente, pronosticando con éxito que estaba a nada de llegar al tan ansiado orgasmo.

Y justo antes de que eso pasara, le detuvo.

—No… —le escuchó quejarse, revolviendo sus manos en un acto inútil; dejando la cámara de lado unos instantes ahora le tenía bien sujeto desde las muñecas, impidiendo que esas manos buscaran el alivio que a todas luces tanto necesitaba—. JaeHyun…

—Sabes que cometiste un error —soltó sin lugar a réplicas—. ¿Por qué debería dejarte llegar al orgasmo?

—Por favor —su voz sonó suplicante—. Estaba tan cerca…

—¿Incluso si te estaba tomando fotos? Eres un lascivo de tomo y lomo —sonrió, quitando al fin la presión en sus muñecas; mas, negó lentamente cuando le vio buscar otra vez el camino hasta su miembro palpitante. Fue más rápido que él y tomó la dureza entre sus dedos mientras que con la otra mano sostuvo fuertemente la cámara otra vez, fotografiando otra vez la vista que tenía delante—. No, no. Yo lo haré.

Y así lo hizo; con paciencia y dándose todo el tiempo del mundo, intentando dilatar el inminente momento, le masturbó hasta que le vio soltar un gemido con fuerza y los dedos se le mancharon de semen, al igual que el abdomen plano de quien no dejaba de jadear en ningún momento. Todo quedó fielmente guardado en la memoria del dispositivo digital, el que guardó celosamente en el bolsillo de su abrigo, y que después de lavarse a consciencia en el pequeñísimo lavamanos se puso, aprontándose para salir al frío exterior.

TaeYong le miró, con los ojos confundidos, sus palmas haciendo presión como si estuviese a punto de levantarse de la cama. Mas, acercándose a él una última vez, le detuvo.

—Creo que ya entendiste que la próxima vez no seré así de gentil —pasó una mano por sus cabellos sudados antes de voltear y dirigirse hasta la puerta—. Mañana vendré a recogerte a las diez en punto.

—¡Espera! ¿Qué harás con… con esas fotos?

Con la mano en el picaporte, sonrió, sin voltear. Sabía que esas pupilas volverían a mirarle con miedo.

Conocía esa emoción demasiado bien.

—Digamos que las mantendré como un recuerdo de tu primera sesión fotográfica desnudo —una vibración en el bolsillo trasero de su pantalón le sobresaltó tan solo un poco e, intentando eliminar los súbitos pensamientos y conjeturas que vinieron a su mente en un instante, se concentró por última vez en TaeYong antes de dejarle solo en aquel motel de mala muerte—. Y más te vale no aceptar la invitación de cualquier otra persona, menos de Yuta… porque créeme que no será la última vez que haga esto contigo.

Ignorando su grito de pura frustración se retiró de la estancia, bajando los pisos que le separaban de la concurrida calle de Seúl en la que estaban insertos. El calor del sol parecía llevar un buen tiempo oculto ya, dejando el lugar en una oscuridad adornada y realzada por las luces de los establecimientos cercanos. Fue en uno de ellos que, aparentemente entretenido viendo los precios de los snacks salados, al fin se atrevió a sacar su celular iluminado por tan solo una nueva notificación.

Nuevo mensaje de DongYoung:

Llegas tarde.

Cuando el empleado de la tienda escuchó un gran estrépito en el pasillo de los snacks y fue a ver quién o qué lo había ocasionado, casi chocó de frente con un hombre de proporciones que rayaban en la perfección. Una rápida disculpa salió de esos labios y el tacto de unos billetes ajenos —para cubrir los daños ocasionados, tal como le escuchó decir— entregados por el desconocido y que permanecieron fuertemente asidos en su mano derecha fue lo último que alcanzó a registrar antes de verlo partir a largas zancadas.

Y estuvo casi seguro, después de calmarse y limpiar todo el desastre que aquel hombre había hecho en su huida, revisando que no faltase nada, que el culpable se trataba nada más y nada menos que de Jung JaeHyun. Salía años atrás en la portada de las revistas que vendía e incluso recordaba haberle visto tan solo un par de semanas atrás en la televisión, junto a un nuevo modelo de facciones igual de perfectas que las de él.

Tan solo un hecho le hizo desechar la idea y volver a la rutina con total normalidad. Y es que era imposible que, alguien de aspecto tan calmado y propio como lo era JaeHyun en sus entrevistas y apariciones públicas, tuviese una mirada tan llena de profundo miedo y pavor como la que tuvo el desconocido al huir a toda carrera.  

 

Notas finales:

Espero les haya gustado este capítulo, mil gracias a aquellos que apoyan esta historia (en especial a jaeffreyi <3) y me gustaría decir que a pesar de que esté actualmente pausada eso no significa que no la terminaré; es una historia que me apasiona demasiado como para dejarla sin su final apropiado.

Dicho esto, ¡nos vemos apenas mis  otros proyectos me dejen un respiro! ;; 

 


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