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Mánager [JaeYong] [NCT] por Kuromitsu

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Fue inútil para TaeYong tratar de contactarse nuevamente con Yuta. Ni siquiera obtuvo una pequeña palabra que le indicara que el fotógrafo se encontraba bien y que, de alguna forma u otra, había logrado zafar del embrollo en el que se había metido; más bien, el problema en que JaeHyun, sin lugar a dudas, le había puesto como una táctica cobarde de venganza. Haciendo uso de los escasos momentos donde su controlador mánager le dejaba a solas —cuando debía ir al baño de los sets de fotografía, o en esos momentos donde le veía discutir detalles con el equipo técnico—, logró al menos traspasar sus dudas al resto de los modelos con los que le tocaba colaborar. Tanto hombres como mujeres, viejos y jóvenes estaban al tanto del escándalo; nadie sabía nada más.

Ni siquiera intentó preguntarle a JaeHyun directamente al respecto. Agitar esas aguas cuando se veían tan inusitadamente calmas habría sido algo estúpido de su parte. Calmas porque, aunque esperó por su propio castigo, nada pareció fuera de lugar. Al salir de los entrenamientos de modelaje y de las sesiones de fotografía, los cumplidos dichos dentro del set, si bien no se repetían y el mutismo se instauraba sobre ambos mientras el ruido de fondo del motor tomaba protagonismo, no se terminaban transformando en críticas despiadadas como antes apenas se encontraban a solas. No, JaeHyun parecía otra persona. Comenzó a acostumbrarse, en contra de su voluntad, a la forma en que el más alto le despeinaba los cabellos al terminar una sesión de fotos especialmente difícil; a la manera en que sus labios se enterraban en su frente sudorosa después de tener sexo; al cómodo silencio que sobrevenía al último orgasmo, con tan solo sus jadeos ahogados de fondo; al beso de buenas noches, y al beso de buenos días. Adaptarse a esas pequeñas rutinas le tomó poco tiempo.

Comenzar a necesitarlas, incluso menos.

—Mañana y pasado mañana tienes el evento semestral de modelos internacionales, así que tienes que vestirte para impresionar, ¿sí?

Al frente, el espejo le devolvió la visión de sí mismo semidesnudo con los ojos entrecerrados, mientras JaeHyun hacía de las suyas en la piel sensible de su cuello con la lengua tan hábil que poseía. Se estremeció y pronto sintió un calor demasiado familiar en la parte baja de su cuerpo, algo que supuso un inconveniente más molesto que en anteriores ocasiones porque, para bien o para mal, la agenda señalaba que debían estar en la otra punta de Seúl en menos de dos horas.

—Llegaremos tarde —susurró, obligándose a sí mismo a recobrar la compostura. Su cuerpo le traicionó de la manera más vil posible, porque en el reflejo notó un creciente bulto oculto de la mirada directa bajo el calzoncillo color negro que acababa de ponerse… con ayuda de JaeHyun también, por supuesto—. Esa sastrería… ¿cómo conseguiste una cita tan tarde allí, si es una de los mejores en la ciudad? Es decir, los modelos con los que me he topado me han dicho que para conseguir un traje de esa tienda hay que prácticamente matar a alguien y- 

—La conseguí de la misma forma en que logré que te dejaran asistir a los días del evento pese a que aún eres un novato: tengo mis contactos —sintió sus uñas enterrándose en su hombro derecho—. Ahora deja de cuestionarlo todo un segundo y solo disfruta…

—¿Qué sucedió con el JaeHyun que conocía?

TaeYong no supo la razón exacta de la brutal honestidad de sus propias palabras. Lo único que supo, sin lugar a dudas, fue la reacción que ocasionó en su mánager: su ceño fruncido, como si nunca se hubiera ido de allí, y los labios fruncidos, tensos.

—¿Tanto así deseas que te trate como siempre? —negó compulsivamente con la cabeza. El contacto en su hombro se detuvo, y en su lugar un par de palmadas un tanto violentas le remecieron el brazo derecho—. Las cuentas están saliendo bien, tu progreso me tiene satisfecho, y no has jodido ninguna sesión de fotos últimamente. Todo el mundo está feliz contigo. ¿Necesito decir más?

Volvió a negar, y le observó vestirse con rapidez; con la misma clase de agilidad que su mente obtuvo de pronto al intentar hacer sentido a las palabras que JaeHyun acababa de pronunciar. Era poco probable o mejor dicho, imposible, que tan solo por llevar una semana y un poco más de trabajo constante con buenos resultados la actitud de JaeHyun fuese completa y totalmente diferente.

Ante el roce de sus labios en la nuca que se apoyaron en un beso suave, sin mayores intenciones, desistió en su actitud y de cierta forma volvió a obedecerle: sin embargo, esta vez fue de forma libre, sin el revoltijo en su estómago que siempre se instauraba al hacerlo. Dejó de cuestionar a su mánager y logró eliminar aquel ceño fruncido al ponerse en puntillas y alcanzar sus labios.

Una sonrisa pequeña, que dejó a la vista sus característicos hoyuelos, revolvió su estómago de una manera muy distinta.

—Vamos, termina de vestirte. Alcanzamos a comer algo ligero antes de irnos de compras.

Al llegar al auto y sentarse en el asiento del copiloto, JaeHyun mantuvo una velocidad lenta pese a la agenda ajustada en la que se encontraban. En el auto de vidrios polarizados estaban a salvo. Así se sintió al menos cuando, al llegar a uno de los semáforos en rojo, percibió su mirada recorriéndole de punta a cabo junto con la firmeza de su mano izquierda enterrándose en su cintura.

Cuando JaeHyun volvió a pisar el acelerador, sin embargo, tuvo que hacer grandes esfuerzos para dejar de mirarle y concentrarse en el paisaje que pasaba monótonamente tras los vidrios.

———

—Woah.

Intentar mantener el semblante frío, tal como JaeHyun acababa de aleccionarle mientras comían un sándwich en una estación de gas cercana, terminó siendo una tarea imposible. Por suerte, no recibió ningún tipo de reprimenda al susurrar en pleno asombro, y con cuidado caminó a través de los anaqueles y percheros que exhibían trajes confeccionados con telas de la más alta calidad, algo comprobable a través de un simple vistazo. Los colores variaban en un rango de tonos fríos y oscuros, en su mayoría azul marino y negro, aunque en la esquina izquierda unos cuantos de color blanco resaltaban contra los muebles rústicos de madera que servían de decoración en todo el lugar. JaeHyun se acercó al mostrador del fondo y tocó una campanilla que no habría notado de otra forma; era obvio que no era la primera vez de su mánager en aquel sitio. Se acercó a él e intentó hacer contacto visual, pero lo único que notó fueron las pupilas de su mánager temblando al fijarse en la puerta trasera que acababa de abrirse.

—¡Miren a quiénes tenemos acá!

Un hombre prácticamente igual de alto que JaeHyun les saludó con una sonrisa amplia, la que hizo que su boca se viera un poco grande y que, además, aparecieran unas pequeñas arrugas en sus ojos. Sintió sus vellos erizándose cuando se encontró directamente con los orbes negros del desconocido, y tuvo que desviar la mirada hacia la figura confiable de su mánager. Reconoció en él una emoción nunca antes vista.

Miedo.

—Pero si hoy es tu día libre…

—El dueño me pidió que me quedara por él hoy, debe hacer unas diligencias. Me pagará extra —el hombre mantuvo la sonrisa, y retrocedió casi imperceptiblemente cuando sintió nuevamente su mirada fija—. Además, ¿cómo perderme la oportunidad de conocer a Lee TaeYong? Aunque a decir verdad, ahora que al fin le veo cara a cara pensé que estaría más a la altura del modelo chino que antes tenías…

DongYoung.

—Perdón, a veces no sé dónde están mis modales.   

Apretó los labios con fuerza, como una táctica desesperada por mantener la boca cerrada y no responderle a ese desconocido de nombre DongYoung que acababa de prácticamente insultarle de forma gratuita porque, estuviera o no a la altura, la forma despectiva en que lo había pronunciado le dejó en claro que por alguna razón su presencia era no grata. Inspirando hondo para intentar cortar la atmósfera asfixiante que acababa de crearse, habló.

—Usted… ¿me conocía de antes? —susurró, mucho más débil de lo que jamás hubiera querido.

—¿Conocerte? TaeYong, he visto cada una de tus apariciones en las revistas de poca monta en las que apareces, la entrevista que diste por primera y única vez, todo —sintió la superficie de su espalda siendo recorrida por miles de escalofríos, los que se detuvieron solo cuando la presión de unos dedos le tomaron de la muñeca. Levantó la vista. JaeHyun le miraba de soslayo—. Pero no ha sido por decisión propia, para trabajar en esta industria debo ver y analizar las prendas que usan las celebridades todos los días. Y por lo mismo perdona pero, déjame decirte que la camisa que llevas ahora puesta no te favorece en nada.    

—Para eso venimos, justamente —casi suspiró de alivio al escuchar la voz grave de JaeHyun tomando parte finalmente en la conversación—. Necesitamos un traje nuevo y para mañana, si es posible.

—¡Ja! Mañana…

—Pagaré por todos los gastos que suponga realizar un esfuerzo como aquel. Además no necesito que le fabriques uno de cero,  a un traje preexistente no creo que debas hacerle muchas modificaciones, y recompensaré más que generosamente...

—¿Te das cuenta la forma en que derrocha tu dinero? —le vio sonreír burlonamente antes de desaparecer bajo el mostrador. Al levantarse de nuevo, su mano derecha sostenía una cinta enrollada para medir, y una cajita que resonó metálicamente cuando rodeó el mostrador—. Bueno, sea como sea, no es mi problema. Ven, que tengo el traje perfecto para ti en algún lado.

Apresurando el paso, mantuvo los labios fuertemente cerrados al seguir la figura larga y delgada de DongYoung. Le vio levantar uno de los trajes con una sonrisa, el que poseía un patrón extravagante que le hizo levantar las cejas con interés, mas, la voz de JaeHyun negándose ante la elección hizo que la percha pronto volviera a su lugar. Lo mismo sucedió con un par más, los que a sus ojos se vieron prácticamente indistintos el uno del otro, y avanzaron hacia el otro rincón de la tienda.  

Allí, fue JaeHyun el que le instó a que se probara un traje negro igual a los miles que de seguro debían existir en el mundo.

—No quiero que se enfoquen tanto en lo que vistes, sino que sirva como un marco para tu rostro. Nada más.

—Pero que asista viéndose tan simple… no, necesita un accesorio —DongYoung se adelantó un par de pasos, y su mano asió con cuidado sobre una corbata color negro con un diseño de puntos en color blanco—. Esto servirá.

De pronto la mano del encargado se posó sobre su muñeca, y tuvo que mirar a JaeHyun, quien asintió con una mueca de indiferencia mientras se sentía obligado a caminar a una de las puertas de la pared del fondo. Antes de desaparecer por ella, buscó otra vez sus ojos. Su mánager pareció mucho más interesado en palpar la tela de otro de los trajes, y no le devolvió en ningún momento la mirada.

Con el chasquido de la puerta, notó que dentro de la habitación desconocida solo existía un espejo grande de pared a pared donde ambos se reflejaron. DongYoung puso sus largos dedos en la superficie de sus hombros y los sintió enterrándose en ellos.

—Te puedo ayudar a desvestirte si quieres.

—¡No! —gritó, tan alto que estuvo seguro que JaeHyun acababa de escucharle al otro lado de la estancia. Inspiró hondo mientras DongYoung, sereno, seguía sonriendo—. Estoy… estoy bien. Lo haré yo.

La sensación fue completamente diferente al desvestirse frente al encargado, quien muy gentilmente se dio la vuelta y le entregó la privacidad requerida para probarse el traje que necesitaba. Lo único que dejó puesto además de sus calzoncillos fue la camiseta color negro que llevaba encima, y sobre ella primero se ajustó la parte superior del conjunto. Con cuidado de no arrugar semejante tela exquisitamente lisa y ordenada, deslizó los pantalones hasta que quedaron bien asegurados por sobre sus caderas.

Sonrió al mirarse en el espejo. Debía admitirlo: la elección de JaeHyun había dado en el clavo.

—Ya puede voltear.

DongYoung, sin embargo, no pareció tan complacido. Arrugando el entrecejo, comenzó de inmediato a medir largos con ayuda de la cinta, para después traspasar alfileres que ajustaron más la tela a su cuerpo. Al sentir el décimo alfiler hundiéndose en algo más que solo tela, gimió.

—¡Auch!

—¿Te he pinchado? —no contestó ante su voz demasiado infantil como para ser tomada en serio—. Es que tengo que arreglar demasiado para que te veas decente. Mírate, estás demasiado delgado. Casi pareces una vara que se fuese a quebrar en cualquier momento, ¿no crees?

Pese a la risa que inundó el amplio probador, ninguna carcajada salió de sus labios. DongYoung volvió a poner otro alfiler, enfocándose en la base de los pantalones. No se quejó esta vez.

—Tendrás que usar unos zapatos con plataforma además, eres demasiado bajito para él.

Le vio levantarse nuevamente. A su lado quedó en desventaja, la misma que se formaba al estar al lado de su mánager. Tragó saliva cuando le vio sonreír otra vez, porque notó la frialdad de su rostro mientras lo hacía.

A JaeHyun no le gustan los hombres así, tan pequeños, tan débiles.

—…Yo solo soy su modelo —susurró después de un par de segundos. DongYoung dejó de sonreír en ese mismo instante—. Lo que le guste o deje de gustar no es de mi incumbencia, nuestra relación es netamente de trabajo.

—Ah, es verdad. Y yo solo soy su costurero.

Escuchó el chasquido de la puerta y en el reflejo vio el rostro de JaeHyun. Su mirada atenta le hizo al fin sonreír, con las palabras de DongYoung aún en la cabeza.

—¿Todo bien?

—Sí, ya casi termino —sintió un último pinchazo, mucho más fuerte que los anteriores, y en el espejo vio cómo las lágrimas se le saltaban a los ojos. Como pudo desvió la mirada, lejos de cualquier superficie que pudiera delatar signos de dolor. La corbata puesta desordenadamente en su cuello le obligó a levantar nuevamente la cabeza, sin embargo, en el espejo no fue capaz de identificar ningún tipo de brillo especial en sus propios ojos. Suspiró—. Ahora sí. Este es el look final, ¿qué te parece?

—Es-

—La corbata realmente fue un buen accesorio —tardó un par de segundos en entender que dentro de la conversación su opinión no tenía validez ni importancia alguna, y volvió a callarse. La sonrisa de JaeHyun, sin embargo, le reconfortó—. TaeYong, luces precioso.

—¡Estamos listos! —interrumpió DongYoung. Ni siquiera intentó ocultar la falsedad esta vez, pues ninguna sonrisa apareció en su rostro mientras hablaba—. Ya puedes desvestirte, con JaeHyun discutiré el tema de los precios.

La puerta no impidió que pudiera escuchar todo con lujo de detalles: sobre todo la larga y detallada explicación que tenía DongYoung para cobrar una suma de dinero adicional exorbitante, porque lamentablemente carecía de la fisonomía típica de un modelo, y debía por lo mismo ajustar partes que en un profesional jamás habría tenido que retocar.

En otras palabras, su cuerpo no se ajustaba a los estándares de belleza mínimos.

Tal vez por eso no dijo palabra al salir, ni al despedirse o al subir al auto de JaeHyun y, esta vez, su mánager tampoco intentó entablar ningún tipo de conversación mientras se dirigían al nuevo punto establecido en la agenda.

———

Recibió la mano que JaeHyun le tendía para salir, y entró con él al salón opulento donde se realizaría la primera de las jornadas a las que estaban convocados modelos de las más variadas nacionalidades y edades, aunque todos allí lucían al menos con la edad mínima para beber alcohol que los garzones iban sirviendo en masa. Recibió una copa de champaña, más como cortesía que otra cosa, y pronto se la entregó a JaeHyun quien tardó un par de segundos en ingerirla como si no tuviese la obligación de manejar cuando quisieran salir del evento.  Pronto se dio cuenta que no era precisamente eso.

Más bien, JaeHyun no tenía intención alguna de hacerse cargo de nada en aquella noche.

Como nunca tuvo la oportunidad de relacionarse con el resto de los modelos presentes en el evento, mientras su mánager —ataviado en un traje demasiado similar al suyo propio, con la salvedad que llevaba una simple camisa debajo que hacía resaltar más su aura de obvio ex modelo— se unía al grupo recién conformado por otros agentes. Solo al confirmar que acababa de beber su tercera copa de champaña se alejó hasta dar con varios de sus conocidos, a los que saludó cordialmente mientras aprovechaba la instancia para preguntar otra vez acerca de Yuta. Ante sus negativas, desistió, y logró que los modelos a los que conocía se mantuvieran en semicírculo, el que se amplió ante la llegada de otras celebridades a las que desconocía.

Dentro de la obvia belleza de todos los presentes solo uno le llamó la atención por su nariz respingada, casi surreal, y las filas de piercings que decoraban sus orejas. La primera vez que le escuchó hablar no fue para presentarse ni nada por el estilo; con un acento extranjero que le fue imposible identificar, dentro de los chismes que ahora eran el centro de atención de la conversación grupal, el apuesto desconocido hizo uso de sus palabras mientras se aseguraba de que nadie más pudiera oírles.

Por suerte, el grupo de los mánagers se encontraba en la parte exterior, y por lo mismo JaeHyun fue incapaz de escuchar lo que decían sobre él. 

—Pero si ese no es el único caso del que he oído —el desconocido sonrió mientras hablaba. Sus dientes blancos le deslumbraron de la misma forma que habían hecho el resto de los elementos de su aspecto físico—. Sé que el que conocen ahora como “el mánager de la sonrisa encantadora” se retiró del modelaje por un escándalo también.

—Ah, eso todos lo sabemos —añadió uno de los modelos que acababa de unirse, ante lo cual asintió—. Estuvo envuelto en rumores de citas clandestinas con fanáticas y eso…

—No, no. Me refiero al otro escándalo.

Enmudeció, y sintió el estómago revolviéndose cuando un par de modelos más parecieron reír bajito, como si supieran algo que él no.

—¿A cuál? —preguntó con suavidad.

JaeHyun era claramente visible al otro lado del lugar, parado sobre el césped, con una copa vacía en la mano. Fue incapaz de sonreír cuando vio su mueca alegre, despreocupada como nunca, y en su lugar mantuvo la vista fija en el extranjero mientras empezaba a relatarlo todo.

—Si hubieran sido solo citas, un buen agente habría sido capaz de ocultarlo fácilmente. Pero el agente que tenía en ese tiempo no pudo hacerlo porque él mismo fue parte del escándalo. En Tailandia, de donde provengo, el asunto fue prácticamente un secreto a voces. Acá en Corea fue más fácil mantenerlo bajo control porque a ustedes, los coreanos, les gusta intentar ocultar ese tipo de comportamientos a toda costa.

Se escuchó a sí mismo preguntar “¿qué tipo de comportamientos?”; sin embargo, no fue plenamente consciente de ello. La sonrisa del extranjero mientras hablaba sin tapujos fue lo único que su confusa atención pudo captar.    

—Se dice que JaeHyun es gay y se acostaba con su mánager para así obtener trato preferente. Eso es lo único que explica que saltara tan rápido al estrellato. Cuando la verdad empezó a salir a la luz, su mánager dejó correr el rumor de que JaeHyun llevaba a chicas a su departamento y así dilapidó el éxito de su mejor modelo. Aunque no me sorprende de DongYoung, él podría perfectamente haber hecho algo así con tal de protegerlo y…

—Espera, ¡¿quién?!

La mirada atenta del resto de los presentes le importó poco y nada. Su corazón latió con tanta fuerza que por un par de segundos fue lo único que escuchó.

Y luego, volvió a oír el mismo nombre.

—Kim DongYoung, el ex mánager de JaeHyun. Ahora trabaja en una sastrería, creo. ¿Por qué, le conoces?    

———

En el exterior, Jung JaeHyun, con un par de copas de más, creyó ver la figura de su modelo abandonando el recinto a toda carrera. Se encogió de hombros, sabiendo que TaeYong sería incapaz de hacer algo tan estúpido como eso, y simplemente siguió bebiendo como si no hubiese un mañana. Ya se preocuparía de las consecuencias después.

Por ahora, solo necesitaba olvidarse de DongYoung y de la noche infernal que había pasado a su lado. 


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