Y tal como esperaban la declaración amorosa en público no fue tomada nada bien por parte del estúpido pelón homofóbico al que solían llamar director. Steve lo tomó con filosofía y simplemente pensó que esto era el inicio de algo mucho mejor, Sam le consoló diciendo que seguramente se le pasaría el berrínche y reconocería el talento antes que cualquier prejuicio pero sin duda no todos lo estaban tomando nada bien.
-¡Pero te juro que se arrepentirá!
Natasha estaba furiosa y lo demostraba con cada prenda de ropa que lanzaba a una caja de cartón, a Steve le habían dado quince minutos para llevarse sus cosas.
-Esta bien, Nat – consoló el rubio – seguro así debía pasar.
-¡Pero no es justo! – volvió a gritar ella mientras jaloneaba la caja de un lado al otro - Nos hemos esforzado tanto por llegar hasta aquí, trabajamos tantos años en disimular y todo ese esfuerzo no sirvió de nada porque el estúpido ese no es capaz de entender a su primer bailarín.
-Me encanta la manera en que se incluye en todo.
Susurró Sam al oído de Steve pero no contaba con los agudos sentidos de su amiga.
-Callate Wilson y ayúdale con la caja, debemos salir de aquí lo más pronto posible.
Pero antes de salir Steve se tomó un momento para contemplar los camerinos, había pasado tantos momentos bellos en ese lugar que seguro sería una de las cosas que extrañaría más. Cerró los ojos y suspiró, necesitaba toda la fuerza que tenía para tomar con calma la situación ya que seguro Bucky estaría lo suficientemente triste y molesto por ambos.
Afuera en la calle, el castaño miraba con odio aquella entrada del teatro que tanto había tenido en sus sueños, ya que por fin lo habían logrado tuvo el tino de echarlo a perder. Seguro él era una mierda pero ¿Por qué su ángel siempre tenía que pagar el precio de sus decisiones?
Mientras su mente continuaba crucificándolo por sus errores una voz conocida a lo lejos intentaba abrirse paso para conseguir su atención. Bucky giró la cabeza en automático y hasta que el sujeto estuvo muy cerca pudo reconocerle.
-¿Stephan? – cuestionó más para sí mismo que para el recién llegado.
-¡No puedo creerlo! – exclamó el hombre mientras lo envolvía en un abrazo.
Stephan Strage era el ex – jefe de Bucky pero sobre todo un muy buen amigo. Cuando Steve y Bucky comenzaron a trabajar en la compañía Stephan le ofreció al segundo un empleo de medio tiempo en su cafetería “Strage” que estaba en la acera de enfrente al teatro en donde el castaño solo debía tocar para la clientela del lugar. Nadie le había ofrecido un trabajo tan cómodo y bien pagado como ese, solo ganaba propinas pero la gente que frecuentaba Strange sabían valorar el talento y eso era suficiente para tener un buen ingreso.
-¿Dónde te habías metido todo este tiempo? – Pregunto el mayor sin borrar esa enorme sonrisa que adornaba su rostro – Pensé que volverías al terminar tu rehabilitación.
-¿Volver? – Respondió Bucky algo herido - ¿Cómo te imaginas que voy a volver con esto?
Y sin más le mostro el brazo metálico que era su prótesis esperando que su ex – jefe le mirara con lastima u horror pero nada de eso paso, por el contrario Stephan le miró con ternura como si lo que el menor acababa de decir fuera una locura.
-Yo sigo esperándote, es más ¿por qué no pasas un momento?
Bucky lo miró esperando que fuera una broma pero recordó que Stephan Strange jamás bromeaba así que solo respiró profundo y asintió siguiendo a ese gran hombre hasta el interior del negocio.
Al salir el viento frío le abofeteo el rostro consiguiendo que los chicos lanzaran una expresión de dolor y que Natasha aumentara sus quejas contra el destino.
-De verdad que no puedo creerlo, Steve. Eres tan bueno que no consigo entender porque te pasa todo esto a ti.
-Ya no te molestes más – volvió a insistir el rubio apenado por la situación – estas cosas pasa, la vida sigue y al final yo aún tengo lo más importante de todo.
-Si, si – cortó ella girando la cabeza – ¿y en donde demonios está cuando se le necesita?
Buena pregunta, en eso no habían reparado, él dijo “aquí estaré” y siempre está. En este caso él dijo “estaré allá afuera parado frente al teatro” y cuando James Buchanan Barnes dice “estaré allá afuera parado frente al teatro” con tono enfurruñado y mirado de gato malhumorado SIEMPRE es así.
-Tal vez se adelantó por algo – intervino Sam tratando de aligerar el ambiente.
Pero desde lo lejos una melodía conocida para Steve le inundó el corazón y como atraído por su hechizo caminó en dirección a ella sin nadad más en su mente que sus bellas notas. Para cuando reparó en sus actos se encontraba dentro de Strange seguido por sus fieles amigos que le habían gritado de todo para que pusiera atención al cruzar la calle sin resultado alguno. Frente al piano de cola se encontraba Bucky tocando como hacía más de un año no le escuchaba hacer. Le miraba pleno y satisfecho, lleno de emoción y pasión por su arte; la música para Bucky era su vida y por fin lo escuchaba vivir de nuevo.
Las almas enamoradas están conectadas, pueden sentirse a pesar de la distancia y como era de esperarse los amantes se sintieron con más fuerza al estar tan cerca; Bucky levantó la mirada y sonrió con inmensa alegría a su ángel quien nunca había perdido la esperanza de que este milagro pudiera pasar.
Ahora si estaba convencido de que este mal día solo era el inicio de un cambio maravilloso