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Los Ilusionistas por Huitzil

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Notas del capitulo:

Bueno la verdad como que creo que solo soy yo y una persona mas las retorcidas que ven yaoi en los ilusionistas pero no hay problemas 7u7 ya lo veran con el tiempo, mientras tanto los dejo con un poco de insesto besos!

TERCERA ILUSIÓN.

“EL ERMITAÑO”

 

“- Sólo intento crear un ámbito de sabiduría.

- Entonces eres como buda, si no estuviera tan iluminado.

- Y tú eres como Jesús, si fuera arrogante y todos sus milagros fueran falsos”

 

¿Cómo empezar a contar mi historia? E sido un chantajista la mayor parte de mi vida desde que mi hermano gemelo me engaño huyendo con todo mi dinero, la verdad no es como si lo odiara pero, si… creo que le guardo un poco de rencor.

Sabía que era patético, ir por ahí con una gran sonrisa como si no hubiera problemas por la vida, como si no estuviéramos viviendo en la nada con escasos recursos, como si la mitad del mundo no nos tachara de ladrones y la otra mitad nos venerara. Para los que están pensando si le estoy echando la culpa al sexy y candente detective Rhodes sobre mi actual paradero, la respuesta seria no. Ese hombre realmente en lo personal,  para mí, me había salvado el trasero al invitarme hacer parte del ojo y le estaba eternamente agradecido. Le quería, si… ¿le estimaba? También, posiblemente también lo amaba como se ama a tu hermano, como amas a un amigo, a tu perro, o alguna cosa buena que llega a tu vida cuando no tienes nada. Así lo amaba y no como siempre demostrada al acortejarlo para llevarlo a mi cama (que en el caso de caer sería un punto extra para mí) más que nada lo hacía para perder mí tiempo y porque mi naturaleza humana es así. Desvergonzada.

Pero no crean que nunca me enamore… claro que lo hice. A los nueve años siendo todavía un enclenque mediocre, me di cuenta que me atraían tanto las niñas como los niños y no me importaba menos de lo que me importa ahora.

A los doce estaba profundamente enamorado de mi igual. Enfermo… no lo negare, degenerado también pero nadie podía negar que lo que yo sentía era real.

No fue hasta que en esa fiesta donde mi hermano se enfermó que caí en la cuenta que tenía que alejarme de él antes de que fuera demasiado tarde. Lo malo es que ya era demasiado tarde.

¿Cómo se obliga un niño a auto convencerse que amar a alguien es algo malo?

Bueno pues yo lo intente.

Él no lo entendió en aquel entonces y mucho menos ahora...

Cuando le dije que teníamos que alejarnos; se molestó bastante, me grito, me insulto incluso me agredió cuando niños, al final de la tarde se arrastró con la nariz llena de mocos y lágrimas en los ojos pidiendo que lo disculpara por haberse enfermado ¿Qué tonto no? uno no puede cuando es niño saber cuándo enfermarse y cuando no, es lo mismo que ahora cuando eres adulto. No era su culpa y no tenía por qué arrodillarse a pedirme disculpas mientras lloraba y aun así, lo hizo.

Me confeso que me amaba, que me quería más que a mamá y a papá. Que quería hacer una familia conmigo para que siempre estuviéramos juntos, que no le dejase…

 Me partió el alma verle desecho y aun así lo rompí aún más.

Le sonreí restándole importancia a sus palabras y lo deje llorando en nuestro cuarto mientras iba a la casa de la vecina a “jugar”

Ese día me sudaron las manos al salir de nuestro cuarto y cuando llegue a la casa de la vecina, en cuanto pude la dormí para poder llorar en paz. Llore tanto que por un momento me quede sin aire y gemí de dolor. Algo dentro de mí también se había roto al dejar ahí llorando a mi hermano pero sabía que estando juntos todo iría a peor y aseguraba más para mí que para nadie que él amor que me profesaba no eran más que simples caprichos de niños.

Y aun hora puedo escuchar la canción que ambos cantábamos como una oración “el show de los pequeños McKinney, te harán saltar un brinco”

Crecimos y de alguna manera como siempre me imagine, después de ese día el amor que mi hermano me profesaba se convirtió en un feroz odio dirigido a mi persona.

Todo lo que yo hacía él lo rompía.

Todo lo que yo creaba él lo destruía.

Todo lo que amaba él me lo arrebataba.

Y siempre, todas las veces lo hacía con una gran sonrisa.

 Incluso una vez trate de hablar con él. Tenía un show en menos de tres horas. Show que seguramente mi hermano gemelo querría arruinar así que sin más considere que éramos los dos lo suficientemente adultos como tener una plática de mayores.

- ¡Viniste! – dijo con sonrisa socarrona pero sin sorpresa ¿internamente esperaba que se sorprendiera al verme? - ¡Ja! Creí que no podrá hipnotizarte – me quede callado ante su afirmación. Sorprendido más que nada. ¿Me había hipnotizado? ¿Cuándo? – No hagas esa cara hermanito fue fácil – dijo en tono burlón.

- A la próxima hermano ten la decencia de hipnotizarme cuando menos con una caja grande de pizza para que en lugar de quedarme oliendo a tu perfume barato disfrute de un delicioso aroma a queso y a salami.- el pareció molesto más no por eso borro su maldita sonrisa del rostro.

– siempre ha sido de mente muy, muuuy débil y estúpida. Infinitamente estúpido. –

- Eres un idiota.- dije dándome la vuelta para irme. Sorpresivamente mi hermano me empujo de tal manera que me estrelle contra la pared y rebote justo con la misma dándome de bruces en el suelo. Trate un rato de incorporarme mientras maldecía en voz baja sobándome la cabeza que por el impacto dolía horrores. Sentí su peso sobre mi cuerpo y lo vi sentado en mi vientre con esa sonrisa tan característica que empezaba a temer.

- creo que el idiota eres tú. Dime… ¿Qué es lo que más te molesta de mí? Mi comportamiento, mis bromas, mis insultos, mi sonrisa… ¿mi sonrisa? Enserio que eres raro hermanito – dijo leyendo mis expresiones. Acerco su rostro al mío, pude sentir su aliento en mi rostro, su calor en mi cuerpo. Era como verme a mí mismo (loco, perdido y con un toque maniático en todo mi ser, como si hubiera bebido como cuarenta tazas de café) y eso me enfermo. – ¿Sabes? Podría hipnotizarte para que me amaras, para que me besaras, para que me desearas… pero eso no es lo que quiero. Quiero que las cosas se hagan bien. Yo…- su voz se quebró y sus ojos se llenaron nuevamente de lágrimas. Quise consolarlo, abrazarle pero de mis labios solo salió un tajante “muévete”  

¿Qué si mi hermano gemelo se molestó por eso? Valla que lo hizo. Me abofeteo hasta hacerme sangrar del labio y cuando vio la sangre que de él emanaba, entro en alguna clase de histeria y preocupación a la vez. Dato curioso sobre mi  hermano, nunca y es decir nunca. Le había gustado ver la sangre.

-L-lo siento… lo siento Merrit, yo… es tu culpa – dijo llevándose las manos a la boca y después a la cabeza, y por ultimo a mi rostro – Es tu culpa, tu culpa, tu culpa, es solamente tu culpa que yo pierda los estribos…- mientras acariciaba mi mejilla se acercaba a mi rostro y comenzaba a besarme el labio desflorado, lentamente como tratando de curar la herida y probando de mi sangre. – lo siento Merrit, lo siento tanto.- seguía murmurando y sus lágrimas caían en mi rostro. Pidió permiso con su lengua para abrirse paso en mi boca para profundizar el beso.

Yo no me movía. Y no era porque esa forma de actuar de mi hermano menor me hubiese sorprendido o estuviera congelado por su comportamiento (el siempre había sido muy impulsivo), simplemente era porque no me molestaba. Internamente yo también deseaba ese beso desde hace mucho tiempo.

- ¿Por qué no quieres estar a mi lado? ¡Sé que es enfermo! – me recriminaba en susurros y en llantos, y en lágrimas dolidas –Merrit yo no pedí nacer así, ni ser tu gemelo, ni nada de esto.- sollozo en mi rostro - Solo dime que quieres estar a mi lado, que me amas como yo a ti, que todas las cosas malas que has dicho son una mentira. Y te perdonare. Te perdonare por todo lo que has dicho – me beso el cuello, bajo la quijada, besaba mi herida y mis parpados como si fuera la cosa más frágil del mundo - y me disculpare por todo lo que te he hecho y, seremos felices Merrit, lo seremos. Te juro que daré lo mejor de mí para que lo seamos.-

Empezó a desabrochar mi camisa lentamente, admirando los botones que en ella había y expuso mi pecho ante los dos. Lo acaricio y sin decir más succiono una de mis tetillas arrancando de mí un sonoro gemido que lo motivo a seguir.

Con suavidad su mano derecha a mi entrepierna y comenzó a masajear mi virilidad por encima de la ropa ¡Carajos que no sabía de donde había aprendido hacer eso pero sí que sabía que se sentía genial!

De haber querido una y mil veces me repito que lo hubiese detenido pero yo no quería que parara. Necesitaba ese contacto esos suaves y lentos besos que me brindaba con cariño. Le amaba… amaba tanto o más a mi hermano de lo que nadie se imaginó. Le quería tanto que lo aleje de mí con brusquedad y me retire de su lado.

¿Por qué?

 Se preguntaran muchos

¿Por qué?

Me pregunto yo mismo cuando me doy cuenta que nada de lo que hago es lo que pienso y nada de lo que pienso es lo que digo y todo lo que digo son tonterías a medio creer.

- No. ¡Basta! Por el amor a dios ¡Estas enfermo!- grite limpiándome con el antebrazo la boca como si de verdad el sabor que en ella había fuera desagradable.

Lo vi sentado sobre su trasero en el suelo con la mirada clavada en el suelo, rechinaba los dientes sin descanso y sus manos las apretó con fuerza hasta que los nudillos se le pusieron blancos.

- Oye hermanito deberías ir con un psicólogo y alejarte de mí. El amor que sientes hacia mí es enfermo no es que no lo agradezca es decir: gracias por la declaración pero, no gracias.- No dijo nada; siguió como tonto viendo el suelo – ¿sabes? Te daría todo mi dinero porque me dejases en paz, porque dejaras de molestar y por no volver a ver tu feo rostro en mi vida, dios sabe que si.- hable sin pensar, bueno tratando de no pensar. Tenía miedo de lo que las personas fuesen a decir de nosotros no solo era gay sino era un gay con un grave problema de incesto hacia mi hermano menor que era sin exagerar idéntico a mí, como dos gotas de agua y eso era extraño y difícil de asemejar.

- Bien… si es lo que quieres.- Dijo poniéndose de pie – eres mi presa Merrit, mi pequeño ratoncito y yo soy el gato “miau”- se tronó el cuello y volvió hacia mí con algo en las manos y me golpeo ligeramente el hombro y…

Bueno realmente creo que ese momento de mi vida está completamente borroso y no existe ni gota de recuerdo de él; pero no es como si no me imaginara lo que sucedió en ese lapso de laguna mental, pues según el reloj viejo de antaño cuando volví en mí, acostado en la cama completamente desnudo,  habían pasado un  buen trecho de ocho horas y por el dolor en mis caderas y el resto de piel en mis uñas declaraban visiblemente quien había sido el pasivo. Claro… no me asombraba en absoluto el hecho de que mi hermano gemelo quisiese ser el macho alfa en nuestra relación, aunque claro la marca en mi cuello roja, morada y entre negra por la sangre coagulada solo me demostraban la poca sutileza de mi menor y su posesividad hacia mi persona. No voy a mentirles. La atesore y la porte orgulloso hasta que esta se desvaneció de mi piel.

Ese era el último recuerdo que tenia de mi hermano gemelo: Owen Case McKinney, quien se llevó toda mi fortuna y desapareció. Debo confesar que no me había dado cuenta cuanto amaba todo ese dinero que mi hermano se llevó hasta que ya no estaba aunque más que nada extrañaba sus estúpidos intentos de acoso para que le prestase un poco de mi tiempo.

Ahora en Macau lo veía frente a frente nuevamente con ese extraño y vergonzoso cabello (quien quiera que le había dicho que se veía bien le había timado) su sonrisa se amplió al cruzarse con mi confundida mirada.

Todos parecían desconcertados Daniel arrugo el entrecejo, mi pupilo atino solo por levantar las cejas sorprendido pero era Lula (la nueva integrante del equipo) quien seguramente no terminaba de entender como había otro yo ahí sentado comiendo.

Lo miro a él.

Luego me miro a mí.

Volvió a mirarlo y volvió a mirarme con la cara retorcida por la duda para después soltar con verdadera admiración – es idéntico a ti –

- ¿ya les había contado de mi hermano quien huyo con todo mi dinero?-

Él volvió a sonreír complacido por mi comentario “no hermano mío, no les comente que me violaste”- pensé para mis adentros un poco enojado. Había mejores formas de pedirme una cita que en este restaurante chino donde a la comida china solo se le conocía como comida. Lo sé a veces me gusta repetir los mismos chistes para mi propio deleite.

 - Bienvenidos a Macau – comento alegremente, después de eso solo lo veía parlotear, mover la boca, pero no podía oírlo al igual que a los jinetes. Internamente por muy molesto que me viera por fuera me encontraba inmensamente feliz por verle de nuevo. Ahí estaba mi querido y muy amado hermano menor, al que yo había dejado roto en aquel cuarto cuando niños seguía estando roto frente a mí. Roto y podrido. Pero podía decirlo sin estremecerme era “mi” hermano, mío y de nadie más.

¿Seguiría guardándome rencor? Parecía que sí.

Por cierto…

¿Dónde estaba el sexy de Dylan?- pensé de un momento a otro y antes de poder preguntar sentí como nos comenzaban a empujar con brusquedad a la salida, por instinto comencé a moverme y lo escuche decir: “lo que pasa en Macau… oh bueno no recuerdo el resto por que está en chino”

Hay que admitirlo fue gracioso… No tanto como nuestro viaje en esa vagoneta donde mi hermano fue muy explícito sobre como él había descubierto nuestros movimientos, su destreza y superioridad ante mí. Como me había hipnotizado con su “pizza”- creo que el único que entendió el significado de ese chiste fui yo. Valla y yo que creía que el dolor de caderas se debía únicamente a la vejez-  Daniel me miro enojado y me reclamo, yo como ser sabio que soy, supe callar y tragar mi orgullo con fuerzas.

Tan concentrado estaba en contar “mi” historia que no les pude comentar que el último año en reclusión en aquel lugar con los otros jinetes; Daniel Atlas se había comportado no solo como de costumbre (arrogante y engreído) sino que sus salidas era más que misteriosas no era una sorpresa para mí que el chico no tuviera sexo cuando claramente decía que tenía sexo. Tal vez Dylan (el respetable detective) quien no estaba con nosotros más que una vez cada ¿Qué serán, cuatro o seis meses?  No se percatara de que la piel de Atlas no brillaba, o no parecía menos tenso como cuando practicaba el sexo porque él no le conocía del todo. No como nosotros… no como el resto de los jinetes.

También creo que tal vez me excedí al echarle toda la culpa mas no por eso me equivoque… aun ahora en este lugar Daniel actuaba extraño. ¿Por qué?...   

Notas finales:

Notas del autor:-

Baia, baia, baia… quien diría que Merrit también sospechaba de Atlas ¡pero es verdad! Cuando están corriendo él se lo dice al propio Daniel, como todo un macho peludo, pelo en pecho, lomo plateado, voz de espartano, que dice las cosas en la cara y no a la espalda cof, cof, cof –ardida por la universidad – sobre el gemelo de Merrit… la verdad no me acordaba como se llamaba el gemelo de este en la película y solo me salía un poco de información y de esa información baje el nombre. Sé que soy una enferma mental y psicológica por hacer incesto en esta obra. Creo que tenía el deber moral de  advertirles pero no me lo esperaba en un principio, además no es mi pareja principal que saldrá hasta más delante. Por cierto no sé qué voy a escribir sobre Jack…. Humm supongo que tendré que echarle ganas con el siguiente capítulo de “la muerte” además no sé si involucrar a Dylan con  Thaddeus por que tardaron más de media hora en la celda juntos y yo en la película solo les vi como cuatro minutos discutiendo y según yo, ya todo había quedado claro >:D que hicieron lo que restó del tiempo? 


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