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Las gotas de vida por 1827kratSN

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Notas del capitulo:

Holi~

Lamento la demora, pero aquí les dejo el capítulo recién fabricado muajajajja

Elena corría mientras sus lágrimas caían, estaba desesperada pero tenía prioridades que atender. Cargaba en su espalda a Tsuyoshi quien estaba un poco maltratado, herido pues había sido atacado de improvisto. Tsuna cargaba a Takeshi, quien sollozaba bajito para ya no causar más problemas, pero por sobre todo, porque no se perdonaba que lo último que le hiciera a Ugetsu fuera lastimarlo. Cozart corría por si solo, siendo jalado por Elena para que no cometiera la estupidez de regresar por desesperación de haber abandonado a su pareja con el enemigo

 

 

-ME ESCUCHAN DE UNA PUTA VEZ. ELLOS SE SACRIFICARON POR SUS PUTAS VIDAS – gritaba Tsuna mientras sentía sus lágrimas salir, pues en su memoria estaba la mirada dolida de Ugetsu… solo lo vio un segundo pero dolía, maldecía ser tan compasivo en ocasiones – ustedes llevan en el vientre a los hijos de los principales. Se callarán. Se tragarán las putas lágrimas y me harán el trabajo más fácil… o les juro que los voy a dejar inconscientes

-debo regresar… ¡déjame regresar! – sollozaba Cozart pero el agarre en su muñeca no lo dejaba retroceder – Giotto… debo ir a verlo… Giotto – soltaba en agonía, su corazón se estrujaba mientras veía las calles pasar

-USTEDES LOS ACABAN DE CONDENAR – gritaba Tsuna en desesperación, pues olía a los enemigos cerca. No uno, ni dos, eran diez y él solo pensaba en su madre, en su padre, en su hermano y… en Alaude – ¡nos acaban de condenar! – gruñía cuando ya sentía en sus talones a un oso negro que despedía intenciones asesinas

-corre – Elena miró a Tsuyoshi por encima de su hombro – corre y no sueltes a Cozart. Sigue a Tsuna a donde sea que vaya – dijo apuntando al castaño que apretaba el paso porque la prioridad era ponerse a salvo o la estrategia guerra se iría a la mierda

-lo haré – dijo con decisión saltando de la espalda de Elena y cumplió con el pedido. Tsuyoshi entendía un poco la situación de riesgo en la que estaba, escuchó a esos osos hablar de algo como acabar con la descendencia enemiga, de obtener el tesoro de los leopardos  – cuídese señorita – rogó con terror a que esa mujer que ahora sonreía comprensiva cayera en manos de tan horribles hombres

-lo haré… solo cuide de ellos, de su hijo, de todos – sonrió con ternura a pesar de que el aire le faltaba por tanta energía gastada

-¡Elena! – Tsuna entendió la estrategia y la miró con miedo – ¡no lo hagas! ¡Eres una de las líderes!

-y por eso protegeré a la descendencia – sonrió la rubia antes de detenerse de pronto y darle cara al enemigo que los seguía – CORRAAAAAN – gritó con fuerza mientras ella tomaba su forma animal con la que podía luchar sin vacilación. Elena la valiente guerrera mordió la pierna de un perseguidor hasta verlo caer, atacó el cuello del segundo y en pocos momentos terminó con el riesgo de que los demás fueran capturados… ella sería la pared a superar

-maldita sea – gruñía Tsuna apretando el paso de su huida – MAS TE VALE NO MORIR ELENA… VOLVERÉ CON AYUDA – Tsuna jadeaba y apretó el agarre de Cozart para seguir en su carrera

-ya no – sollozaba Takeshi, que por las lágrimas e hipidos apenas podía hablar – ya no… por favor, ya no

-ES TU MALDITA CULPA… ASÍ QUE TE CALLAS LA PUTA BOCA – Tsuna no estaba para ser gentil, mucho menos con quien causó todo ese caos, así que solo decía lo que estaba en su mente sin importarle las heridas emocionales en los demás

-¿cómo que su culpa? – Tsuyoshi sentía su cuerpo doler mientras seguía, el cansancio físico le pesaba a su edad – ¡no culpes a mi hijo! – defendía a su sangre con todo lo que tenía, lo haría siempre a pesar de que desconociera la situación

-cállese – dijo el castaño mientras percibía el aroma de la sangre de Elena a lo lejos, soltó un gemido de dolor al saber que la rubia estaba peleando con unos sanguinarios. Sacudía su cabeza para dejar los sentimentalismos a un lado y buscaba una vía de escape. La halló en una casa que no tenía habitantes, ingresó por la puerta de atrás, forzó la cerradura con un golpe y los lanzó a todos dentro. Jadeó desesperado atrancando todo y los guió al segundo piso para recuperarse, buscar un teléfono y pedir ayuda

-Takeshi, ¿qué paso? – Tsuyoshi no perdió tiempo y apenas pudo hablar se acercó a gatas a su hijo, que seguía llorando sin descanso

-lo siento – sollozaba Takeshi abrazándose a su padre apenas lo vio. Fue inevitable no ver también cómo Cozart se abrazaba a sí mismo mientras lloraba – lo… siento

-tu culpa, tu maldita culpa – seguía acusando Tsuna mientras gruñía porque no le contestaban rápido

-no sé qué pasó… ¡¡pero deja de culparlo!! – el mayor de todos abrazaba a su hijo cómo cuando era un niño. Lo veía tan destrozado que juraba vengarse de quien le causara tamaño dolor

-los líderes morirán porque su estúpido hijo no quiere tener al descendiente del futuro líder – Tsuna apuntaba a Takeshi con rabia, él no entendía qué maldito problema tenía ese humano con un hecho tan simple. Un hijo debería ser la dicha de cualquiera, una felicidad inigualable y sin embargo desde que llegó con los leopardos vio a ese pelinegro solo rechazar a Ugetsu y a su propio hijo – Todo esto es su culpa porque el estúpido huyó de la aldea… porque su estúpido hijo se escapó de la seguridad que Ugetsu le dio… su hijo destrozó el corazón de Ugetsu, lo maltrató, lo apuñaló y aparte de eso reniega de los niños que crecen en su interior – dijo con rabia arrojando el teléfono por la furia. Apuntándoles con rabia al pelirrojo y al pelinegro porque todo su odio venia de ellos – ¿no me diga que no tiene la culpa? – decía con ironía mirando a un Tsuyoshi confundido

-¿cómo que niños en su interior? – un padre en las nubes, eso definía a Tsuyoshi. Unas nubes oscuras llenas de confusión, dolor, incertidumbre, rabia también

-los reniegas aunque son tu sangre… ¡eres basura Takeshi! ¡Y tu igual Cozart! –  Tsuna tomó a Cozart de los hombros zarandeándolo levemente mientras apretaba los dientes – ¡Sabías del riesgo y no detuviste a ESTE IDIOTA!

-lo siento – gemía Cozart sin siquiera defenderse porque sabía que esas palabras eran acusaciones bien fundamentadas – lo siento… no quise… no quise que esto pasara… Giotto, quiero a Giotto – pedía entre su desesperación, pues en su mente solo la sangre de Ugetsu y Giotto se mostraba

-si no querías hijos nunca debiste casarte – refunfuñó Tsuna soltando a Cozart y mirando a Takeshi – ¡nunca!

-no sabía que yo podría darlos – soltó Takeshi mientras sus manos temblaban – ¡no sabía! ¡¿Cómo querías que reaccionara?!

-¿darlos?... ¿me darás nietos? – Tsuyoshi trataba de procesar la información en medio de esa discusión, pero simplemente era difícil

-es obvio – Tsuna ignoró al humano y vio sólo a Takeshi – Ugetsu debió explicarte lo que es un lazo para su raza. Un destinado. Una pareja de por vida

-lo dijo pero…

-te dijo de la descendencia, pero eres demasiado idiota… te negaste a aceptar la verdad que él te rebeló – dijo sin miedo a lastimar la autoestima de quien lo escuchase – eres ciego, eres imbécil

-yo no…

-¡CÁLLATE, NO QUIERO ESCUCHARTE!… SI NO QUIERES A TUS HIJOS HAZTE SEPPUKU Y MUERE… ME IMPORTA UNA MIERDA LO QUE HAGAS CONTIGO… PERO POR TU CAUSA UGETSU Y GIOTTO ESTÁN HERIDOS DE MUERTE… ELENA SE SACRIFICÓ Y…

-¡YA BASTA POR FAVOR! – pidió Tsuyoshi al ver el terror de su hijo – ya basta. Déjalo… Ha cometido errores pero ya déjalo

-mierda, mierda – susurraba Tsuna mientras volvía a tomar el teléfono – los tres pilares de los leopardos… Dios, ¿cómo iré a casa a explicarle a Kuri y a Taru?... decirles que… Dios, Dios – sus lágrimas de impotencia empezaban a salir mientras negaba y escuchaba el sonar del teléfono

 

 

Todo quedó en silencio después de haberse gritado los pensamientos no compasivos. Se formó un silencio que Tsuna les obligó a guardar mientras los metía a todos en un armario, enterrándolos bajo toneladas de ropa que arrancó sin medirlo, poniéndoles la colonia que encontró mientras gateaba por la habitación. Eso asustó a todos pues Tsuna tenía un oído mucho más agudo que los suyos. Les fue ordenado callarse, no hacer ni un ruido o moverse, cumplieron porque la seriedad de Tsuna asustaba. Por las rendijas vieron al castaño desaparecer detrás de la puerta de la habitación. Ruidos después de aquello, muchos ruidos que solo ponían más nerviosos a los que se escondían.

Cozart y Takeshi sabían exactamente lo que pasaba a su alrededor, sus sentidos agudizados por el lazo compartido les daba una clara muestra de eso. Tsuna peleaba con un oso, llegaban un lobo y un cocodrilo, las cosas se ponían peores a cada momento. Algo causó un gran alboroto en el pasillo, los pasos estaban muy cerca y la puerta fue rota cuando el cuerpo de un enorme gato con melena la atravesó. Tsuna era un león enorme en su transformación, rugía con furia mientras se defendía y evitaba que alguien ingresara a la habitación. Takeshi vio con terror como una gota rojiza resbalaba por el cuello de Tsuna, no podía ver bien por la rendija pero lo olía. Tsuna estaba herido y con eso los enemigos estaban más cerca del triunfo

 

 

-Alaude – susurró Tsuna cuando tomó su forma humana y miró al armario. Se arrastró para tomar las tijeras que de una cómoda cayeron – Alaude – dijo mirando a los que estaban escondidos. De su ceja izquierda la sangre brotaba a montones y eso asustó a Tsuyoshi

-llámalo – susurró el mayor de los azabaches y le cedió el teléfono, que Tsuna les arrojó antes de encerrarlos, a su hijo – sea quien sea ese Alaude, ¡llámalo!

-sí, lo haré – decía temblando marcando los números y agarrándose el vientre por mero instinto, estaba asustado. Demasiado – Alaude… Alaude – repetía hasta que del otro lado le contestaron

- ¿qué pasó?

-AAAAAAHHHH… MALDITO MOCOSO – pero ese grito enemigo le contestó al único pilar a salvo y de pie

-MALDITO OSO – gruñía Tsuna sosteniendo la tijera que clavó en el ojo de aquel oso enorme que se mostraba – JAMÁS ME TOCARÁS UN PELO… ¿ME OÍSTE?

-si matamos a los más poderosos leopardos… ¿crees que no podré con un niño como tú? –

-¿y los demás? – mientras los demás luchaban, la voz del rubio resonaba a través del teléfono

-ayúdanos – suplicó Takeshi al ver como Tsuna era agarrado por el cuello y empotrado contra una pared mientras otro sujeto ingresaba – por favor… Ugetsu… Giotto... Elena… Alaude, ellos fueron…

-tranquilos – decía Alaude con calma a pesar de que estaba sumamente preocupado porque escuchaba la pelea por teléfono. Confiaba en que Tsuna pudiera defenderse bien – la ayuda llegará pronto. Ustedes solo aguanten como sea

 

 

Tsuyoshi se puso delante de los dos jóvenes cuando escuchó la voz de alguien en la puerta del armario. Era Levi quien se mostraba, con esa risita terrorífica, causó el terror de los que estaban allí… la presencia del enemigo que casi los mata hace poco, sólo significaba una cosa… Giotto estaba… ni siquiera desearon pensarlo. Cuando la puerta se abrió de golpe, vieron la sangre manchando la mejilla de ese pelinegro, la ropa rasgada, los golpes evidentes pero nada que evidenciara que Giotto estuviera bien. “ahora tomemos lo que ese rubio me dejó… ¿quién era la pareja de ese difunto?” reía con malicia y Cozart se quedó en shock negando constantemente mientras ese oso mostraba una katana  cubierta de un líquido rojo y de olor agrio

Cozart no pudo controlarse, no cuando todo indicaba que su destinado había caído. De un momento a otro, el pelirrojo se había lanzado en contra del enemigo, derribándolo de una tacleada, luchando por desesperación o por venganza. Tsuna le gritaba que no fuera estúpido y que pensara en las consecuencias, pero Cozart solo quería una cosa y era aliviar su dolor. Levi reía al tener a ese zorro dándole pelea, lo iba a golpear pero fue Tsuna quien empujó al pelirrojo y esquivó el golpe. Tsuyoshi no quiso saber más de esa batalla entre cambia-formas, agarró a su hijo y atravesó la habitación para huir. Takeshi también estaba desesperado, apenas y había podido agarrar la mano de Cozart para arrastrarlo con él a pesar de los reclamos. “no sólo moriremos nosotros, sino ellos” decía agarrándose el vientre mientras obligaba a Cozart a correr junto a él fuera de su casa, con su padre guiándolos. Cozart lloraba mientras se agarraba el vientre. Sus hijos, en eso pensaban esos dos… la lucidez les llegó en diferentes cantidades… o importante era mantener con vida a los herederos, a sus hijos, a su sangre, a los inocentes

Alaude no mintió, la ayuda llegó poco después de que los tres salieran corriendo de esa casa invadida. Cuando ya estaban rodeados por los osos, muchos miembros de la aldea de leopardos y leones se interpusieron. Batallas campales en plena ciudad, con sus formas originales o humanas, poco importaba porque lo importante era rescatar a los suyos. Era muy raro lo que veían, especies felinas combatiendo a osos enormes que les doblaban su estatura, pero todo en ese mundo de cambia-formas era raro.

Ganadores y perdedores, vivos y caídos en batalla, héroes y… nada. Al final no quedaba nada más que dolor. Cozart, Tsuyoshi y Takeshi fueron puestos en custodia y dirigidos de inmediato al territorio de los leopardos en un auto particular y resguardado por dos guerreros de élite. “Fuiste estúpido mocoso. ¿Acaso no sabías que Ugetsu ya tramitaba el traslado de Tsuyoshi a la comuna para que esté contigo?” le recriminaba uno de los leopardos custodios, a un pasmado Takeshi que ahora estaba siendo acunado por su padre. Tsuyoshi sólo asimilaba con rapidez lo que le decían mientras en ese auto miraba las casas cambiar y desaparecer… ya salían de esa ciudad

 

 

Más allá…

 

 

-reporte – exigía uno de los guerreros de los leones, a los recién llegados al punto de encuentro antes de llegar al territorio – ¿quién está a salvo y quién no?

-seis caídos señor – informaba el que fue el conductor, mientras los demás salían reuniéndose en un pequeño grupo junto a una casa – heridos de gravedad cuatro. Osos muertos dos, un cocodrilo también

-los pilares – dijo mientras observaba a sus tropas en totalidad, pues el último auto llegó – ¿dónde están?

-señor – el subordinado se limpió el sudor y miró al león – Los pilares llegarán después, no están en buenas condiciones y los otros… los cadáveres llegaran después de pasar por la revisión

-¿cómo que cadáveres? – exigió Takeshi en desesperación al escuchar esa palabra. Quería saber de Ugetsu, de Giotto, de Elena. Apenas había despertado del shock y se aferraba a su dolor, a su padre y a su hijo – ¿qué pasó con Ugetsu?… ¡DIME!

-¡CÁLLATE! – ordenó el león sin siquiera ver a Takeshi – o me obligarás a…

-cálmese – suspiró un leopardo que se acercó de repente, ignorando el reclamo de Takeshi miró al humano para que controlara a su hijo – déjelo, terminemos con el reporte – y el león gruñó insatisfecho

-señor… se han llevado a Tsunayoshi Sawada. Aún no sabemos nada de la señorita Elena y… tenemos un rehén, es un oso de rango menor, está herido pero servirá para las investigaciones

-Elena – susurró Cozart pero cuando quiso preguntar por más, todos ya se distribuyeron para pasar al territorio correspondiente. Fueron callados sin opción a protestas e ignorados completamente sino se comportaban de forma sumisa y ordenada

 

 

Alaude junto a Taru fueron los que recibieron a todos, con la seriedad del caso dividieron en grupos a los recién llegados. Heridos de gravedad fueron llevados a los hospitales de los leopardos, los demás eran atendidos en los hogares de cada uno. Kuri llegaba con desesperación buscando con la mirada a su familia. Cuando localizó a Takeshi y Cozart, no dijo nada, sólo sonrió abrazándolos y llevándolos a su casa. Los curó y cuidó ella misma, platicó con Tsuyoshi, explicó la situación y al final les dio de comer con una sonrisa maternal como cualquiera haría con los de su sangre. Cozart lloró mientras llevaba a su boca el primer bocado, no dijo nada pero sus lágrimas dolorosas lo decían todo. Arrepentimiento, disculpas, súplicas por información, todo en aquel gesto que poco después compartió Takeshi también. Pero nadie sabía nada aun. Sólo debían esperar

 

Alguien daba la noticia esperada después de horas angustiosas y muchos salieron de sus casas hacia la entrada de la aldea. Leones y leopardos unidos para ver llegar a los últimos miembros de sus clanes. Pequeños grupos llegaban cargando camillas que se usaba para transportar heridos, se los veía en el horizonte, pero la tristeza ya se reflejaba en los demás porque solo faltaban llegar los muertos en batalla y líderes. Blancas sábanas cubrían un par de cuerpos, los primeros visibles y las lágrimas de muchos se daban a notar. Alaude estaba destrozado, eso decía Kuri, puesto que Tsuna le fue arrebatado ese mismo día. Aun así, ese rubio estaba de pie dando la bienvenida a su gente, con calma y seriedad miraba a los heridos y caídos dando las órdenes respectivas. Taru levantaba una de las sábanas blancas y ya sin poder aguantar su dolor se resquebrajó con facilidad. Kuri se acercó con rapidez teniendo la misma reacción dolorosa con la diferencia que ella se dio el lujo de gritar por el dolor de la pérdida… los cercanos sabían lo que eso significaba… uno de los pilares cayó

 

Takeshi y Cozart se acercaron desesperados a saber quién venía allí, pero sus pasos perdían fuerza por el miedo, hasta que quedaron a una distancia prudente, solo esperando. Cuatro camillas llevaban encima dos leones y dos leopardos en su forma animal, no era posible identificarlos puesto que la sangre cubría esos cuerpos y fueron enseguida llevados al hospital. La razón de estar atendiendo a tamañas bestias era simple, cuando una herida era mortal, su lado animal tenía mayor aguante e instintivamente los guerreros la tomaban para alargar un poco su muerte. El enemigo capturado era llevado a la sala de interrogatorios, por órdenes de Dino los leones se encargarían de la investigación, puesto que Tsuna estaba en manos enemigas y debían recuperarlo como fuera. Seis camillas entonces fueron puestas en la mitad de la plaza en el terreno de leopardos, seis cuerpos cubiertos de sábanas blancas manchadas en ciertas zonas con el líquido vital, estaban a disposición. Muchas personas se acercaron, pues querían ver a quién debían llorar. Con calma, los rostros fueron descubiertos uno a uno

Para muchos era un alivio el saber que no era un miembro de su familia, para otros era el inicio del dolor inminente. Lágrimas, gritos, protestas, abrazos y desmayos, eso era el resumen de lo acontecido cuando los seis rostros se hallaban bajo las últimas luces de sol. Taru lloraba de rodillas junto a Kuri, en evidencia de que uno de los suyos fue abatido en la pelea, se hallaban cubriendo el cuerpo imposibilitando a alguien a observar de lejos. Cozart cubrió sus ojos con terror, Tsuyoshi abrazó a su hijo para que no viera aquello pero al final, esos dos necesitaban saber si una de sus parejas estaba en esa camilla. Un paso, dos, tres, contaron cada movimiento de sus piernas hasta que llegaron junto a los dos líderes que se desahogaban a plenitud y sin miedos. Alaude se les adelantó para mirar aquello, se quedó quieto unos momentos e hizo un movimiento como limpiando sus lágrimas, luego se alejó de allí, y apenas mostró debilidad antes de seguir con su trabajo. Alaude debía planear estrategias de rescates de su pareja, de afrenta ante el enemigo, de muchas cosas… que le quitarían el dolor de la pérdida de su... familiar

Kuri sacaba un paño blanco de entre sus ropas y lo usaba para limpiar el rostro inerte para que estuviera presentable. La sangre empañó la tela con facilidad y eso solo lo hacía más doloroso para la mujer. Taru se aferró a la mano de su única hija y la besaba con devoción mientras sollozaba bajito. Elena estaba recostada en el suelo, con el rostro tranquilo, ojos cerrados, piel pálida, manchas rojizas por todos lados y la paz que le cedía el final de su vida. Kuri susurraba cosas en el oído de su hija mientras la abrazaba, la acunaba como si su pequeña niña estuviera dormida y solo le contara un cuento antes de dormir, tal y como hacía cuando era pequeña. Taru trataba de calentar esas manos frías de Elena, arrullándolas con las suyas mientras las besaba con amor y también le decía muchas cosas a su heredera. La rubia, jamás despertó, no se movió, no respiró, sus latidos eran nulos al igual que los otros cinco miembros de ese pequeño grupo… su nombre formaría parte de la lista de caídos… su calidez se apagó… el brillo de sus ojos no estaba… todo se hizo añicos

 

 

-TÚ TIENES LA CULPA – el revuelo después de ver a los caídos, se dio. Las acusaciones eran predecibles, los dos ajenos al clan y destinados de los pilares fueron los objetivos – MI DESTINADA MURIÓ POR TU CAUSA

-¡los culpables son ellos!

-¡que alguien los saque de aquí!

-no merecen vivir

-ustedes debieron morir… no ellos

-por su maldita imprudencia

-¡mi hijo esta con el enemigo por su culpa!

 

 

Cozart y Takeshi se quedaron callados con las lágrimas a flor de piel, pues Elena se quedó a defender su escape. Se sentían culpables, aun recordaban la sonrisa de la rubia la última vez que la vieron. Las acusaciones de los demás sólo acrecentaban su dolor, apuñalaban su conciencia, los hacía caer en un pozo de agonía… pero no se detenían, nadie decía nada para callar esas voces. Merecían todos los insultos y agresiones que nunca llegaron, porque Alaude y el propio Dino los detuvieron, todos sabían que sólo lo hacían por obligación, pero al menos algo era algo. No era hora de culparse unos a otros aun si así fuese la cruel realidad. Estaban en guerra, eso era lo que importaba ahora. Pero eso no quitaba el dolor del alma de los dos “culpables” de la masacre en los leopardos y leones. Lo que fue hecho no se borraría porque seis vidas se extinguieron por su causa… Takeshi y Cozart tenían en su conciencia la muerte de seis personas  

Cozart y Takeshi entonces fueron aislados de la comuna, Kuri aun los tenía en su casa, ayudada por dos pequeñas más, que cuidaba como sus alumnas. Ellas no hablaban, solo atendían la casa y a los habitantes, por el momento era lo mejor para evitar problemas. Ellos fueron impedidos de salir de esa casa por seguridad, tenían un vigilante aunque no era necesario porque tanto Takeshi como Cozart jamás volverían a ir en contra de las decisiones del clan, ya trajeron muchas tragedias por hacerlo una vez. Aprendieron la lección a las malas. Tsuyoshi era el humano de la comunidad que ayudaba en la casa de Kuri, aceptado por los demás humanos que allí estaban y al que le dieron el permiso de ir por las calles con libertad. Con eso, Tsuyoshi se volvía el único enlace que Takeshi y Cozart tenían con el exterior y con el hospital

Tsuyoshi, acudió de lejos a los funerales de los caídos. Vio la hermosa despedida de cada uno. Flores, canciones, tumbas adornadas por decenas de grullas de papel y al final el fuego que consumía los cuerpos hasta volverlos cenizas que serían repartidas en el viento o en el río según decidieran los familiares. Elena al ser una de las hijas del jefe tuvo un leve trato especial que consistía en ser vestida de blanco, adornada con decenas de collares y pulseras de colores, fue maquillada y tratada como si solo estuviera dormida. El destinado de Elena había muerto años atrás, y ella decidió ser enterrada junto a él. Sus cenizas fueron puestas en una urna de color blanco y junto a otra de color verde claro, fueron llevadas por Kuri, quien las trasladaría al río. Los restos de ambos amantes serían arrojados juntos, navegarían por las aguas hasta hundirse

 

 

-ustedes no saldrán de aquí hasta que la guerra termine – Alaude había visitado a Takeshi y Cozart cuando los funerales terminaron, neutral y serio como siempre, pero escondiendo la preocupación latente por Tsuna – espero lo entiendan

-lo entendemos a la perfección – Takeshi miraba al rubio con calma – pero al menos dime…

-cuando deban  saberlo, lo sabrán – cortó las palabras del pelinegro y siguió – ya vieron que Elena era la persona que murió, obviamente mis hermanos están en terapia intensiva

-quiero ir con él – susurraba Cozart – déjame ir con él… con Giotto

-no – habló con seriedad y autoridad – ustedes dos no los verán, puesto que sería solo una molestia

-¡no le haré daño! Giotto es mi pareja, quiero cuidarlo

-¿entonces por qué lo abandonaste antes? – Alaude chasqueó la lengua y suspiró – lo siento… estoy enfadado

-solo quiero verlo

-cuando despierte lo harás – Alaude miró a Cozart en advertencia de que se callara y el pelirrojo aceptó porque ya tenía otros planes

-¡exijo que me dejes ver a Ugetsu también! – Takeshi no se quedó quieto,  necesitaba ver a Ugetsu como fuese. Ya demasiados errores cometió, era hora de repararlos de a poco

-¿ya reconsideraste la idea de no querer a tus cachorros? – Alaude miró a Takeshi con enfado – aun te veo dudoso

-es normal, tengo miedo de esto

-tus cachorros nacerán aquí, se quedarán aquí… después del parto tú te irás junto a tu padre y no sabrás más de este clan

-¡NO PUEDES! – estalló de inmediato. Jamás esperó una orden de ese tipo. ¡No iba a abandonar a Ugetsu de nuevo! ¡No iba a irse y mucho menos sin… su hijo!

-¡puedo y lo haré! – habló con seriedad – estamos en guerra, nos arrebataste a nuestro líder a causa de tu falta de tacto. Los ancianos, los jefes, todos hablamos de eso… tú te irás y no hay nada más que hacer

-es mí destinado, es mi pareja, el padre de mis hijos

-tú los negaste desde el inicio. Ugetsu te amaba y lo alejaste por un simple temor, lo culpaste de todo lo que te pasaba a pesar de que sólo era el hecho de aceptar que le darías hijos a mi hermano – dijo con rabia acercándose a Takeshi y gruñendo bajito – tú lo lastimaste tanto como para que cada vez se derrumbaba más y…

-¡eso lo tiene que decidir Ugetsu! Él tiene que decirme si me quiere lejos o no

-lo dijo antes de que fuera por ti – Alaude miró a esos dos y se levantó – tú querías volver a tu casa y Ugetsu decidió dejarte, porque no quería verte sufrir.

-¡no te creo!

-Ugetsu te buscó muchas veces para decirte que traería a tu padre. Hizo todo para que te sintieras en casa, se enfrentó a los líderes hasta que logró el permiso de traer a un humano sin lazo, pero tú jamás escuchaste. Él quiso saber si su amor podía superar ese pequeño problema, y tú simplemente le gritaste que no lo amabas, que no querías esos hijos… cosas como tú los llamaste… le gritaste que no querías estar a su lado – el rubio miró a Takeshi con seriedad y Cozart estaba impresionado, esos detalles no los sabía – tú mismo decidiste esto

-estaba solo, asustado, confundido – se defendía como podía porque aún le dolían sus recuerdos. Era verdad que le gritó a Ugetsu todas esas cosas, pero era porque no podía procesar tantas rarezas de un solo  impulso – no quiero dejar a Ugetsu. Yo lo amo

-no necesitamos un amor como el tuyo en la manada. Un amor que se destroza por la mínima situación adversa es innecesario, es lacerante, debe ser cortado de raíz. Todos en la aldea escuchaban tus gritos, escucharon tus rechazos hacia Ugetsu, todos escucharon cuando te negabas a tener a esos niños… todos en la aldea escucharon tu negativa a seguir en los cambia-formas… atente a las consecuencias Takeshi

-PERO YO…

-ya tienes lo que quieres

-¡no quiero eso!

-Ugetsu te ha dado libertad – dijo con calma – ha despertado y lo ha certificado. Te dejará ir porque eso es lo que quieres

-¡pero ya no lo deseo más!

-Ugetsu es un líder, nuestro líder, quien ha soportado tus rechazos constantemente y eso no está bien

-pero…

-Ugetsu debe tomar su papel en el clan. Él lo sabe, tú lo sabes, todos lo sabemos… Ugetsu debe hacerse respetar, debe tener la mente centrada y un mocoso que le cause desequilibrio emocional no es necesario – Alaude estaba harto de la infantil forma de actual de Takeshi, egoísta y sin razonamiento

-¡déjame verlo! Quiero ver a Ugetsu

-tú no quisiste verlo antes… ahora él no quiere verte a ti

-¡NO TE VAYAS! ¡AUN NO ACABAMOS ESTO!... ¡ALAUDE!

-tengo que arreglar otra desgracia que ustedes ocasionaron. Iré por Tsuna hoy… y por el bien de todos, Tsuna debe aún estar vivo – Alaude soltó aquello con rabia arrojando una de los cuadros de la casa por la ventana – así que mejor te callas, porque a mí no me alzarás la voz… ¡en este clan tú ya no tienes opción a opinar Takeshi!... y tú Cozart, sabes el lugar al que perteneces

 

 

Continuará…

 

 

Notas finales:

Bueno, debo disculparme por la tardanza... pero es que me cambié de fandom momentáneamente (me onsesioné con YOI)... sorry, pero ya regresaré... sólo me deje llevar pero ya volví 

Espero que hayan disfrutado de esto tanto como yo sufrí al escribirlo. Adoro cuando mi propia historia me hace llorar.... carajo, sí que lloré... ok no tanto, pero lo hice XD

Muchas gracias por leer

besitos~~

 


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