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Las gotas de vida por 1827kratSN

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Notas del capitulo:

Holi~

Bueno, les traigo una actualización muajajjaja

espero lo disfruten

 

Las tropas salían con prisa, les tomó algunos días hallar el rastro correcto hacia Tsunayoshi pero lo lograron. Debían ir por él hasta una ciudad cercana a las fronteras con los humanos y el territorio de los osos negros. Todo parecía ser una trampa, era más que obvio que eso era, pero no tenían más opción. Alaude era un ser pensante a pesar de que el corazón se le estrujaba al pensar en su destinado, pero los leones eran guiados por instintos y Iemitsu  ordenaba el rescate inmediato de Tsuna. Iban a ir y triunfar. Iban a recuperar a uno de los pilares en la guerra, porque a pesar de ser demasiado joven, Tsuna era el que mejores instintos tenía. Una intuición en extremo desarrollada y con ello se aseguraba triunfos inigualables

Alaude sentía punzadas en su pecho, llamaba a su destinado sin poder evitarlo, quería enviarle fuerza para que aguantara, solo faltaba un poco para verse de nuevo. Susurraba el nombre de Tsuna de vez en cuando mientras caminaba liderando el grupo, afinando sus sentidos y apretando sus puños. Nunca tuvo tanta ansiedad como en ese momento, no sabía lo que era sufrir por tu destinado, pero ahora tal vez entendía las acciones de su hermano Ugetsu y de Giotto, pero debía calmarse y tener su mente centrada o el caos reinaría. Alaude debía ser el protector de todos los leones a su cargo, porque sabía que ellos, por la mínima provocación se lanzarían al ataque y no era bueno dejarlos hacer lo que deseaban

 

 

-cálmate – Dino interrumpió las meditaciones del rubio colocándose a su lado – Tsuna es más fuerte de lo que parece

-hum

-si dices “hum” todo el maldito tiempo desesperarás a cualquiera – gruñía furioso pero se aguantaba y respiraba profundo, no podía ceder ante la provocación

-siento su miedo en ocasiones

-¿tan fuerte es su lazo? escuché que las emociones solo se comparten si es que ambos sienten… ¡oh por dios! – Dino cambió su expresión molesta por una llena de asombro, de terror incluso, cuando entendió el significado de todo eso – ¡Mi hermanito está muerto de amor por ti!

-escandaloso – Alaude ignoraba las miradas posadas sobre si, debido al grito de Dino  y seguía mirando el horizonte. Estaban a poco de cruzar la frontera y llegar la civilización humana para  tomar su faceta normal y mezclarse entre ellos

-¡demonios! ustedes están compartiendo emociones – se quejaba Dino armando un drama debido a su complejo de hermano mayor – mi Tsu-chan ya cayó bajo los encantos de tu…

-¿Podrías callarte? – se quejó con enfado sintiendo su cien palpitar – quiero tratar de sentir si está bien

-al llegar a la ciudad me iré con un grupo de cinco – Dino se forzó entonces a guardar compostura y actuar como el líder de su gente – te dejaré el resto

-no seas imprudente – le pidió con sutileza

-puedo ser un león, pero soy prudente, mucho más si se trata de mi familia

-eso espero – susurró antes de pisar el filo del acantilado y respirar el aire lleno de posibilidades – porque Tsuna es… mi debilidad – admitió ates de cruzar aquel sitio

-wow… que profundo para alguien tan… tan inexpresivo – susurró Dino antes de disminuir su paso para llegar con su pequeño grupo de búsqueda. La misión debía salir perfecta

 

 

En casa…

 

 

Cozart estaba perdido en sus pensamientos, ignorando a todos a su alrededor, incluyendo a Takeshi, Tsuyoshi, incluso a Kuri y a Taru. Sólo se quedaba viendo por la ventana y se mantenía con las manos en su vientre, era extraño e impresionante a la vez. ¿Habría caído en un shock por todas las cosas que pasaron? ¿Tendría algún problema mental? ¿Estaría simplemente deprimido por no ver a Giotto? ¿Se sentiría culpable por todo lo sucedido? Eran las preguntas constantes que todos en esa casa se hacían. Takeshi se alejó de él un tiempo, dándole su espacio, pero no pudo aguantar demasiado tiempo cuando preguntó qué era lo que pasaba. Necesitaba saber si es que debía ayudar a Cozart en lo que fuera

 

 

-Giotto me está hablando – Takeshi lo miraba como si estuviera loco, ¿cómo podría Giotto hablarle desde el hospital y sin un teléfono? – está herido y pocas veces está consciente – sonreía el pelirrojo con sutileza

-Cozart… ¿te ha hecho daño este asunto? – el pelinegro tomó una de las manos del pelirrojo entre las suyas en signo de apoyo – bueno es comprensible

-¿no lo puedes hacer, Takeshi? – sonreía el pelirrojo mientras cerraba sus ojos de nuevo y suspiraba – es lamentable

-llamaré a Kuri – Takeshi tocaba la frente del pelirrojo buscando algún signo de fiebre pero nada, se estaba preocupando al ver a su amigo de esa forma

-cuando te unes a tu destinado, puedes sentir sus emociones. Cuando la relación es fuerte por parte de ambos lados, las emociones se proyectan – explicaba Cozart mientras se ruborizaba levemente

-entonces... ¿me estás diciendo que tú puedes enviar tus emociones a Giotto? – Takeshi no pudo evitar mostrar su sorpresa, ese asunto cada vez se ponía mas extraño

-lo he estado haciendo con constancia desde que nos prohibieron salir de aquí – suspiró mientras miraba a Takeshi con detenimiento – me dijo que me quedase tranquilo y solo piense en nuestro hijo. Así lo he hecho y así lo ayudo a que se sienta mejor – suspiró de nuevo cambiando su expresión por una mueca de desagrado – se ha quedado dormido

-¿te ha dicho algo? – preguntó con esperanzas de usar esa conexión para su beneficio

-no funciona de esa forma… al menos no hasta que forjemos un lazo más profundo – sonreía con sincera felicidad – y espero que eso suceda pronto

-entonces, ¿de qué sirve? – no pudo evitar decepcionarse. Tenía la esperanza de que si ellos dos se hablaban mentalmente o como fuera… tal vez podrían darle noticias de Ugetsu

-así la soledad se acaba, sabemos que el otro está bien. Es una relación hermosa la que se crea – suspiró mientras miraba a Takeshi – ¿no lo sientes?

-no – dijo desanimado

-no lo entiendo – dijo mirándolo con curiosidad – Ugetsu sentía tus emociones con claridad. Tus miedos, tus dudas, tus alegrías

-¿qué?

-lo vi un par de veces – Cozart se concentró en Takeshi – era por eso que no dormía en ocasiones. Me decía que sentía tu dolor… lo agobiaba

-no lo sabía – se sorprendió al escuchar el dolor en las palabras de Cozart

-entonces… ¿le has estado enviando tus emociones y negándote a recibir las suyas? – dijo con el ceño fruncido, separándose del agarre como si le quemara – ¿cómo pudiste?

-no sé si hice algo malo – se quejó indignado por el trato grosero – apenas estaba aprendiendo las bases de todo esto

-Ugetsu debió haberte explicado

-pero no lo hizo

-la guerra ha cambiado la dinámica de todo – dijo bajando su mirada y masajeando el puente de su nariz para calmarse – lamento haberme exaltado… creo que estoy teniendo cambios de humor

-no importa – sonrió forzosamente, él entendía como era esos cambios de emociones repentinas, las había estado teniendo constantemente

-Takeshi… puedes ser humano pero has cometido muchos errores y por eso ahora las cosas se complican para ti – Cozart miró al azabache con calma, con seriedad a la vez – pero no debes rendirte, puedes enmendarlas

-no quiero perder a Ugetsu – confesó en un susurro, como si contase un secreto de importancia mundial

-y no lo harás – le sonrió para animarlo

-¿cómo puedo sentir lo que él siente? ¿Pensar lo que él piensa? – pidió con desespero, necesitaba alguna forma de acercarse a Ugetsu y explicar las cosas

-es fácil – sonrió divertido por la ignorancia ajena – el amor es lo primero que se transmite Takeshi. Si lo sientes y lo dejas fluir hasta tu marca… Ugetsu lo sentirá también – se tocaba la piel de su mano con delicadeza, recordando cómo lo hacía él con Giotto

-dices que le he enviado mis emociones, entonces lo hago naturalmente, ¿pero por qué no recibo las emociones de Ugetsu?... ¿no las está enviando? – se mordía el labio mientras miraba al pelirrojo – dime, por favor

-él las envía. Si él recibe tus emociones instintivamente las devolverá

-entonces, ¿por qué no las siento? – bufó insatisfecho por la respuesta

-de algún modo, tú inconscientemente no quieres sentirlo – su mirada mostró tristeza y compasión

-pero lo deseo, con desesperación – decía mientras movía su pie constantemente – quiero hacerle saber a Ugetsu que no me iré sin él, que quiero tenerlo cerca… quiero disculparme

-entonces cálmate, relaja tu cuerpo y mente. Solo deja fluir tu emoción – Cozart trataba de explicarse lo mejor posible, no era fácil enseñar algo que tú hacías por naturaleza – una por una, una emoción a la vez. Y toca tu cuello, así sabrás a dónde dirigir tus energías

 

 

Takeshi lo intentaba con empeño, concentrándose sólo en la calidez de su pecho, pero no había respuesta. Cada hora, cada minuto, cada que sentía necesario lo intentaba, pero sus lágrimas brotaban cuando no había respuesta. Cozart lo acompañaba en su desesperación y cuando las cosas se ponían ya en el límite de la desesperación, decidió ayudarlo. “Iré al hospital Takeshi… yo puedo tomar mi forma animal, es pequeña y sigilosa. No me descubrirán, tu solo espera”. Un enviado del cielo, así lo vio Takeshi y lo despidió con una sonrisa en medio de la noche. Un pequeño zorro se escabullía entre las casas en dirección al hospital, él le traería noticias en cuanto pudiera, pero no fueron buenas como las esperó.

Fueron un par de horas en verdad horrendas, donde la espera, mataba la esperanza y la desesperación le daba nauseas, pero al final llegó la ansiada noticia. Ugetsu no estaba despierto, ni siquiera podía respirar por sí solo, aunque al fin había podido retomar su forma humana, seguía inconsciente. Giotto era el que despertó para charlar con Cozart, informándole de todo lo acontecido en esos días, escasos cambios desde que se internaron. Alaude no había mentido cuando dijo que Ugetsu rectificó su decisión de dejar ir a Takeshi, pero habían sido palabras dadas en un momento de delirios que Ugetsu enfrentó cuando su cuerpo empezaba a rechazar los medicamentos y la infección de su herida le dio peligro de muerte. Takeshi se sentía peor que antes al saber que su pareja ni siquiera estaba en posibilidades de sanarse con prontitud, sentía la culpa carcomerle por cada error cometido. Sentía que si hubiese escuchado a Ugetsu desde el inicio ahora lo tuviese con él sin ningún tipo de problema… y eso le llevaba a hundirse en una leve depresión contra la que luchaba por el bien de su pequeño hijo, quien era su compañero en esa etapa difícil

 

 

Rescate…

 

 

Jadeaban debido al apuro que los guiaba, en silencio tenían que correr entre las calles oscuras, pero con sus sentidos adaptados a la noche, era fácil seguir. Habían revisado más de 40 casas pero no había rastro, aun les faltaban unas cuantas más para terminar su sección correspondiente y toparse con el grupo de Dino. Alaude gruñía bajito pues sentía la desesperación invadirle con cada negativa, eso hasta que su nariz le trajo un leve rastro, uno suave pero inconfundible. “Tsuna… está cerca” susurró mientras se adelantaba entre sus hombres  y les ordenaba tomar sus formas animales para ser más sigilosos. Leones y leopardos entremezclados se saltaron las casas incorrectas y se adentraron en el patio de una casa sencilla, pero que Alaude verificó que tenía el rastro

Entraron con sigilo, burlando a los dos primeros guardias, mejor dicho, distrayéndoles y dejándolos como rehenes en un extremo de la calle. Alaude percibía ese aroma un poco más fuerte mientras subía entre los cuartos, pero se halló sólo con la ropa de su pequeño esposo y con el enemigo esperando para atacar sin aviso. Pelearon sin dejarse tiempo de reaccionar, cada golpe con la única intensión de derribar o asesinar al contrario. Con el bullicio alertaron a los otros, las mini peleas en el lugar se daban con furia y el llamado al grupo de Dino también, pues necesitaban gente porque la masacre era inevitable. “¿buscas a tu querido esposito? Pues arráncame la garganta y llega hasta él” fueron las palabras de un enorme hombre de cabellera platinada que Alaude reconocía como al mano derecha del jefe actual de los osos negros

Dino corría entre las casas con prisa antes de sentir la fragancia de Tsuna llamándolo. Había tres lugares específicos, en uno de ellos estaba Alaude, pero parecía ser una trampa, así que tenía que escoger uno de los otros dos puntos y atacar. Escogió el del este, corrió arriesgándose a un ataque directo y mortal, pero con sus instintos protectores a tope, supo darle frente con total calma. Un rubio lo esperaba en la entrada, seis hombres más coordinaban en ataque enemigo y la batalla se ponía seria, pues algo explotó en una de las casas despertando y alertando a todo humano cercano. Tomaron sus formas animales para no ser descubiertos en apariencia humana, con eso las cosas se ponían mucho peor pues el tiempo se limitaba a la llegada de la policía humana o algo peor

 

 

-¿dónde está? – Alaude apretaba la garganta de enemigo a quien había derribado tras romperle una de las piernas, sacrificando el bienestar de su brazo izquierdo

-eres fuerte, no te lo negaré – sonreía el de hebras platinadas mientras sonreía – pero traicionar a mi… AAAAAAAHHH

-lo repetiré… ¿dónde está Tsuna? – con fiereza había pisado la pierna maltrecha del enemigo, presionándola justo en la rotura, haciendo de la lesión mucho más grave. El grito enemigo era la satisfacción de Alaude, quien gruñía mostrando colmillos

-jódete – jadeó mientras sus lágrimas brotaban, el dolor le recorría la pierna y se esparcía como veneno por todo su cuerpo. Aun así se negaba a decir algo

-mi piedad se termina contigo – habló el rubio con rudeza mientras se sostenía del brazo que le punzaba, pues se lo había dislocado – habla o como pediste… te arrancaré la garganta

-mi gente

-tu gente fue ejecutada – con seriedad absorbía el aroma de cada cuerpo caído, la mayoría del grupo de osos y cocodrilos – así que no tienes opción

-morir bajo tus manos, o morir después de la tortura – sonrió divertido mientras mostraba sus fauces – elijo suicidio

-como quieras – de entre su ropa, Alaude sacaba una filosa navaja cedida por su padre para defensa personal y sonreía con malicia – lo haré lento para que sufras y entiendas un poco de mi desdicha

-jódete – gruñía adolorido mientras observaba la crueldad en la mirada de ese hombre – ¿en verdad… eres un leopardo?

-evítame la molestia de escucharte – le susurró mientras acercaba la navaja al cuello del caído, quien no podía moverse por la pelea que tuvieron anteriormente – ¿dónde está Tsuna? – Alaude le iba a dar solo una oportunidad más, si fallaba no se iba a detener

-pensé que tu gente era… más amable – gimió de dolor al sentir el filo de aquel instrumento clavarse en su garganta

-si te llevas lo mío… éstas son las consecuencias – susurró Alaude antes de deslizar la fila hoja por la garganta ajena y ver el cuerpo de aquel monstruoso hombre saltar en una leve convulsión, la misma que solo era el inicio de una muerte lenta

 

 

Alaude no se quedó a pedir indicaciones, simplemente salió y señaló la habitación que dejó atrás. Su gente lo conocía demasiado bien para saber lo que aconteció momentos atrás, además el aroma a sangre y las manchas en la ropa de Alaude eran la mejor evidencia. “Tenemos quince minutos antes de que los humanos lleguen” informó uno de los leopardos antes de tomar su forma y seguir al líder, quien con su forma animal no se detenía ante nada. Sin importarle que algún humano lo viera, Alaude corría siguiendo el aroma que no estaba mezclado con el del escuadrón de Dino… algo le decía que el tercer punto de aquella trampa era donde retenían a Tsuna y no se equivocó. El enemigo intentó detenerlo a mitad de su camino, dejó a sus subordinados encargarse y en soledad ingresó a aquel lugar donde el perfume de Tsuna era intenso.

Alaude mantuvo sigilo mientras percibía el aroma de alguien más aparte de Tsuna en la habitación de arriba. Tomando su forma humana se desvió hasta una ventana en la parte de atrás del patio para usarla como entrada. No tenía tiempo de pensar o de solicitar ayuda, tampoco la quería, solo atacó sin siquiera saber a quién tenía esperándole en esa habitación. Vio un cuerpo en la mitad del lugar y saltó hasta él sin importarle nada. Escuchó un gruñido y un ataque con un arma que apenas logró esquivar mientras cargaba el cuerpo menudo en sus brazos. Gruñó indignado pues las armas estaban prohibidas en una guerra entre cambia-formas, era decreto, todos lo respetaban como tal

 

 

-no me equivoqué – una risa estruendosa se dio en el lugar, del que Alaude poco vio pues salió con rapidez al pasillo. Seguía sosteniendo con firmeza el cuerpo que se mantenía cubierto entre cobijas y lo destapó con apuro

-Ala… agh – Tsuna jadeaba tratando de tomar oxígeno con desesperación, su prisión poca ventilación tenía y sintió la inconciencia muchas veces debido a la falta de aire – Alaude – susurró y el mencionado soltó un suspiro largo

-Tsuna – fue lo único que dijo antes de abrazarlo con fuerza y con rapidez verificar su estado – demonios – jadeó cuando tuvo que correr porque otra bala se lanzaba en su dirección. Bajó las escaleras de dos en dos, ocultándose en la cocina – Tsuna… yo

-Alaude… el de ahí es… es el hijo de Ricardo – jadeaba Tsuna tratando de quitarse las malditas sogas de las manos, cosa que Alaude cortó usando su navaja – está… está…

-quédate aquí – le dijo con dulzura mirándolo a los ojos directamente – por favor

-no – el castaño le agarró de la mano antes de que Alaude se fuera – te matará – lo miró de frente con desesperación – él no negocia Alaude – sentía que si dejaba ir al rubio, lo perdería definitivamente y no estaba dispuesto a hacerlo

-ni yo – gruñó mientras empujaba al castaño hasta dejarlo en una de las esquinas entre el mesón y la cocina – quédate aquí… yo lo enfrentaré

-no – susurró agarrando a Alaude por los hombros y sin pensarlo unió sus labios con apuro. Lo besó con desesperación en una súplica de que no lo dejara – no me dejes de nuevo – susurró con su cuerpo temblándole ante la idea  

-que linda pareja – un hombre se asomaba de pronto apuntándoles con dos armas y Alaude instintivamente colocó a Tsuna detrás de si – Alaude de los leopardos –  ese hombre tenía el cabello negro, quemaduras en la piel morena y ojos rojos sedientos de sangre – y Tsuna de los leones. Basuras inservibles

-hum, un reto – sonrió Alaude y en un movimiento imprevisto, asestó una puñalada que el otro esquivó de inmediato. Ambos oponentes se desafiaban con la mirada, diferenciados tan solo con las armas usadas y por los centímetros de diferencia que el oso superaba

-Xanxus, maldigo tu existencia – susurraba Tsuna mientras se levantaba con dificultad y se sostenía de un mueble para dar frente, mostrando colmillos y ojos fieros dignos de su clan – maldito seas

-no aprecias como trato a mis invitados – susurraba Xanxus mientras se relamía los labios y Alaude enfurecía de inmediato. Atacaba al oso sin aviso alguno

-¡¿qué le hiciste?! – Alaude no esperó respuesta y esquivando uno de los disparos que le rozó la mejilla, se lanzó a matar al bastardo

-¿qué no le hice? querrás decir – se reía en estruendoso tono mientras daba pelea – fue divertido

-te mataré – amenazaba el rubio, sin pensar en nada más que en el pánico que Tsuna sintió en esos días. Muchas cosas pudieron pasar, todas se agolpaban en una mente que sólo conoció la desesperación ajena en días – malnacido, maldito seas

-así me gusta basura – sonreía con malicia mientras soltaba sus preciadas armas gemelas y enfrentaba al otro a mano limpia. A los retos se las trataba dignamente, las balas eran solo para deshacerse de la escoria molesta que solo le gastaba tiempo – dame una buena batalla

-tu gente  a traído la desgracia a la mía – bramó furioso mientras tacleaba al oso para llevárselo a la habitación contigua y alejarse de Tsuna. Alaude jamás pondría a su destinado en peligro de nuevo – una guerra, una batalla

-¡una divertida masacre y la entrada al infierno! – se exaltaba el de rojizos ojos mientras pateaba a Alaude lejos – ¡vamos! ¡Hazme sentir vivo, leopardo!

 

 

Tsuna sabía que el aroma a sangre no era buena señal, mucho menos en su estado, porque no tenía fuerzas para moverse mucho. Cayó al suelo por la desesperación de llegar hasta donde estaba Alaude. En esos días vio el descaro, crueldad y demencia de ese oso, el heredero del clan de nombre Xanxus. Sus manos le temblaban y aun así se forzaba arrastrarse para al menos verlos, su mente estaba levemente perturbada y sus sentidos no le daban lo que él quería, así que debía usar sus ojos para verificar la situación. Tsuna se asustó mucho cuando alguien lo tomó en brazos, quiso morder al atrevido, pero cuando diferenció la cabellera rubia de su hermano mayor se relajó. Poco le duró el estado de calma, pues la sangre brotaba de un lado de la cabeza de Dino, estaba herido y parecía grave. Pero no podía hacer mucho, solo preguntarle por su bienestar y rogar porque ayudaran a Alaude, porque lo único que buscaba Xanxus era matarlos a todos.

Ricardo era el de los planes, pero en general, Xanxus no los seguía al pie de la letra… por el contrario, hacia todo a su maldito gusto. Dino entendió todo con la corta explicación de Tsuna y dejando a su hermanito en manos de uno de sus subordinados, corrió a la habitación de donde un alarido surgió de pronto. Al rubio no le sorprendió encontrar todo hecho ruinas, mucho menos a esos dos con heridas sangrantes, pero si le admiró que Alaude estuviera mostrando una mueca de dolor mientras se agarraba el hombro. Dino quiso ayudarlo pero no fue posible por el arma que le apuntaba y a los escombros que interrumpían su paso

 

 

-matarlos ahora sería demasiado fácil – sonreía Xanxus mientras disparaba una sola vez y el brazo herido de Alaude caía sin movilidad a un lado de su cuerpo. Un hombro dislocado, una bala en el músculo, un dedo roto, cualquiera se desmayaría con el dolor desgarrador pero Alaude solo hacia una mueca y se paraba a dar frente al enemigo

-joder – susurró Alaude apenas, mientras intentaba mover sus dedos pero era imposible, su brazo estaba inútil – ¿qué quieres?

-un día de guerra – sonrió Xanxus mientras caminaba dos pasos hasta agarrar la botella sana de un mueble de la sala – un día pactado para que todos nos matemos como debe de ser… a menos que tu gente sea tan débil como para simplemente caer por un simple ataque de debiluchos como mis subordinados

-¿te refieres a Giotto y Ugetsu? – sonrió Dino con diversión – ¿cómo puedes creer que ellos caerían así de fácil?

-me alegra escucharlo – la sonrisa maniaca de Xanxus le dio escalofríos al castaño, quien miraba por la puerta junto a su protector – porque todos los herederos del liderazgo deberíamos enfrentarnos cara a cara

-allí estaremos todos – gruñó Alaude – pero… tú no – quiso atacar a Xanxus pero lo detuvo una sola cosa y era la súplica de Tsuna que le llegó a la marca de su cuello – tsk – marcó a Tsuna con la mordida en el cuello antes de que se separaran. Sin nada más que eso formaron la marca correspondiente en su nuca… Tsuna seguía puro y quería creer que seguía así porque si no era capaz de darle frente a los osos él solo, sin importarle nada

-espera un poco para tu venganza – sonreía el ojirojo – hay que tener paciencia para degustar de un bistec

-malnacido – gruñía Alaude soportando el dolor que su cuerpo mantenía

-esperaré a tus hermanos y a ti en el campo de batalla

-ahí estaremos – sonrió Dino, quien se adelantó hasta estar frente a Xanxus – es un pacto entonces – extendía su mano y la carcajada de Xanxus resonaba. Risa maquiavélica que causó el terror de algunas personas que ya entraban al patio con linternas y armas

-¡alto, policía!... ¡quietos!

-maldición – se quejó Dino al ver a los humanos juntarse – se nos terminó el tiempo

-basuras. Ustedes no valen nada – el disparo que Xanxus daba, acabó con la tensión y dio a los demás un respiro – humanos de mierda, ¡desaparezcan!

 

 

Dino apenas tuvo tiempo de jalar a Alaude y llevarlo a la cocina antes de escuchar los disparos y las risas de Xanxus. Algunos de los subordinados supervivientes, llegaron para sujetar a los líderes y escapar en sus formas animales. El resto se quedaría como humanos, identificando los cuerpos de su gente caída y luego los llevarían a sus tierras, pero por el momento la misión concluía con un escape estratégico. Tener problemas con los humanos no era buena idea, no si querían formar una paz a futuro… sólo esperaban que Xanxus no ocasionara una masacre injustificada

 

 

Sus palabras…

 

 

El rescate de Tsuna fue la noticia primordial entre los cambia-formas. Fue el mismo lío que cuando llegaron los demás hermanos la primera vez después de la batalla contra los osos. Ceremonias fúnebres, un líder hospitalizado, los interrogatorios a los sobrevivientes, la agonía, pero con el simple cambio que la gente ya tenía fecha para ir al campo de batalla. En quince días las cosas debían prepararse con apuro… eso incluía el despertar de los dos hermanos y herederos de los leopardos, quienes todavía estaban en pronóstico reservado

En el hospital, Tsuyoshi buscó información de los heridos. Ya era una semana y nadie decía nada de ellos, pero en esa fecha se les daría de alta. Tsuyoshi había escuchado las súplicas de su hijo porque contactara con Ugetsu y lo hizo, se escabulló entre las salas de ese lugar frío y blanco hasta encontrarlo. Allí estaba, en esa cama en la nueva habitación. Se hallaba sentado platicando con el otro herido rubio que suponía era Giotto. Ambos tenían vendas en su cuerpo, estaban casi en huesos y pálidos, pero estaban conscientes. Cuando Tsuyoshi ingresó, ambos hombres mostraron las heridas más problemáticas, cuellos vendados y Ugetsu tenía uno de sus ojos cubierto con cuidado. Pero eso no importó, el mayor sólo quería hablar con ellos y confirmar lo que le dijeron días atrás

 

 

-al fin puedes abrir los ojos – Tsuyoshi ingresó y cerró la puerta detrás de sí, para no ser interrumpido – no sabes lo duro que ha sido para Takeshi el esperarte

-le pido que respete nuestro dolor – Giotto habló con un poco de rudeza – váyase ahora

-¿dolor? El dolor es el que mi hijo soporta al saber que lo separarán de sus hijos – caminó con apuro hacia esos dos, enfadado por el trato

-¿y dónde queda el dolor que nosotros sentimos ahora? – Ugetsu al fin levantó la mirada hacia el humano, de su azul ojo descubierto brotaban lágrimas gruesas

-por favor Tsuyoshi-san – pidió Giotto, quien también lloraba amargamente y su voz se quebraba – por favor

-no, ya es hora de que hablemos

-¡acabamos de enterarnos que nuestra hermana ha muerto! – reclamó Giotto para al final morderse el labio y aguantar un sollozo, pero Ugetsu no lo hizo y soltó un doloroso gemido lastimero

-Elena – susurraba el pelinegro mientras se agarraba la cabeza – mi hermana Elena – hipaba con dolor mientras hacía una mueca por la punzada en su vientre

-lamento su pérdida – Tsuyoshi se percató en ese pequeño detalle. Ese par no debía saber nada, suponía que apenas le informaron sobre los funerales, las bajas, el secuestro y el rescate… pero para él ya pasaron los días, transformados en semanas ahora – es duro perder a un familiar

-si lo entiende entonces lárguese – sollozó Giotto mirando con rabia al recién ingresado – ¡ahora!

-cálmate – pero Ugetsu suspiró profundo, aguantándose el dolor de la noticia y negando – cálmate Giotto – suplicó mientras él mismo se limpiaba las lágrimas y se calmaba – nosotros… ya perdimos semanas… es comprensible que…

-¡nada de comprensible! – se quejó Giotto con la mirada apagada – no quiero entender que la sonrisa de Elena nos faltará, que ni siquiera pudimos verla una última vez

-ya basta – Ugetsu entonces miró a Giotto para que se callara. Respiraba profundo y se aguantó el dolor en su pecho y garganta – ¿qué desea, Tsuyoshi-san?

-lamento no poder esperar para hablar de esto, pero así como ustedes protegen a su familia, yo protejo a la mía – Tsuyoshi miró a ambos leopardos y sintió el dolor en ellos

-puede hablar – dijo Ugetsu mirándolo aunque algunas lágrimas se le escapaban todavía

-mi hijo espera hablar contigo, pero le han prohibido salir de esa casa. Han dicho que planean tenerlo aquí hasta que su hijo nazca y luego nos enviarán lejos porque no llevamos los genes que ustedes poseen… vine a verificar que eso es una mentira

-no lo es – Ugetsu mostraba seriedad mientras se erguía de esa cama, se levantaba con dificultad mostrando su deteriorado cuerpo – no es mentira

-me niego a creer que esa orden es tuya – Tsuyoshi enfrentó la mirada dolida de Ugetsu – no lo acepto

-no fue mi idea – se limpió las lágrimas y se mentalizó ser fuerte para seguir – lo decidieron los altos mandos

-entonces haz algo para que eso no se lleve a cabo

-¿exige eso, cuando su hijo fue el causante indirecto de la muerte de nuestra hermana mayor? – Giotto levantó su voz con indignación – ¿en serio? – susurró dolido – ¿qué quiere que digamos? ¿Qué quiere que sintamos? ¿Cómo quiere que actuemos si no de esa forma?

-¡BASTA! – Ugetsu mostró una mueca de dolor intenso que lo hizo doblarse y casi caer, de no ser porque se sostenía de la cama – basta

-hermano – Giotto se levantó para ayudar al pelinegro, lo ayudó a erguirse y a respirar con calma – no te sobre esfuerces… Tsuyoshi-san, ahora no es momento para hablar. Le exijo que se vaya

-lo entiendo, pero me niego –

-ahora estamos nublados por el dolor – Ugetsu miró a Giotto y le sonrió con dolorosa culpa – no diríamos las cosas correctas. No actuaríamos como líderes sino como humanos dolidos

-pero necesito saber – presionaba Tsuyoshi

-es verdad, Takeshi se irá con usted. Es mi orden – habló Ugetsu con la voz ronca y cargada de amargura – ahora… Tsuyoshi-san, le pido se retire y respete nuestro luto

-estás segado por el dolor

-y es por eso que solo puedo darle esta respuesta – miró a Tsuyoshi con súplica – por favor váyase… cuando estemos en plena conciencia podemos discutir este tema… por ahora, necesitamos descansar… por favor

-volveré – Tsuyoshi miró a ambos leopardos con un poco de resentimiento – y más te vale darme otra respuesta

-no lo sabría asegurar

 

 

Continuará…

 

Notas finales:

Bueno, ya está la fecha para la guerra, todos en casa, los heridos despiertos... creo que no me falta ningún detalle para empezar con la guerra... pero insisto no esperen mucho porque narrar una guerra es complicado. Mucho más si ni siquiera puedo expresar bien las peleas... será un reto pero me esforzaré ^^

Muchas gracias por leer~

Besitos!


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