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Sombras y luz por Liyis

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Notas del capitulo:

Hola mazapanes!

Aqui esta el octavo capitulo, algo cruel.

Espero les guste.

Sentía que mis rodillas temblaban, pero estar a su lado me ponía nervioso. No tenía idea de porque me sentía atraído por una persona así. Se supone que los odio, odio a esas personas a las que les gusta matarse lentamente, odio las cosas que hacen que mamá muera lentamente de cirrosis. Pero aun así no podía dejar de observarlo como un retrasado mientras fingía que leía en su cuaderno.

Tenía ganas de encogerme y solo observarlo con timidez, soy un asco, más con el hecho de que mi madre podría llegar en cualquier momento. Pero no estábamos haciendo nada malo, solo estábamos estudiando.

Le había prestado mis apuntes para que pudiera ayudarse con la materia y todo se mantenía en completo silencio, solo escuchaba el sonido de su lápiz escribir el en papel.

—¿Y haz estado con la profesora Britt antes? —pregunte tratando de desviar el tema de mi mente.

—Sí, el año pasado.

—¿Y es buena maestra?

—Sí. —de nuevo demasiado seco.

—¿Qué tal evalúa?

—Pues, cree que cada calificación cuanta. Tu D te meterá en problemas. —tenía una sonrisa en los labios.

—¿Da algunos puntos extra? —me importaba mi calificación.

—Claro, si con puntos extra te refieres a acostarte con ella da muchos.

Lo mire en cierto modo asustado. —¿Tu haz hecho eso? —no quería saber la respuesta, pero el resoplo y borro su sonrisa.

—Claro que no, es sarcasmo, ¿no lo entiendes? —Rodo los ojos —te expulsarían de la escuela, además la profesora es demasiado recta. —frunció los labios.

—Oh... —volví a encogerme.

—Lo cual quiere decir que no, no da puntos extra. —fruncí el ceño.

—Ya entendí. —lo mire molesto, tampoco era un estúpido.

—Pues no actúes como si no lo hicieras.

Abrí la boca para reclamar pero fue cuando el sonido de su celular me alerto. Simplemente saco el aparato y contesto a la llamada mientras se iba a un lugar más alejado para que no pudiera escucharlo. No estoy seguro de que era lo que decía, luego colgó y se acercó.  —¿Terminaste? —pregunto mientras me daba mi cuaderno.

—Claro. —no había escrito nada. Le regrese el suyo.

—Tengo que irme, gracias por los apuntes. Nos vemos en clases.

—Sí. —trate de sonreír. Me levante para a acompañarlo a la salida pero él me detuvo. No lo necesitaba. Así que solo me limite a observarlo por la mitad de las escaleras irse.

Hice un gesto con la mano que creo no alcanzo a ver, y al sentirme frustrado comencé a caminar por toda la casa con la idea de encontrar a mi mamá, pero como siempre, desaparecía. Fui a la cocina, tome otra lata de frutas en almíbar y comencé a comerlas con un tenedor directamente. Después escuche risas, desde la ventana que había de la pequeña cocina, Iván estaba platicando cómodamente con Amy, iban sujetados de las manos, abrazados y bastante cariñosos pasando por la calle.

Me encogí en mi lugar y se me revolvió el estómago. Ni siquiera sabía si tenía novia. Sentía ganas de vomitar cuando me sentía así de nervioso, o no sabía que tipo de sentimiento era este. Deje las frutas a medio terminar.

 

En la noche, Megan me envió un mensaje, estaba enojada porque no entendía un tema y cuando le pedía ayuda a algún compañero la trataban como estúpida, con lo que más se ofendió fue de que parecía que se desesperaban de explicarle, les aclaro que no era una retrasada y prefirió ya no pedirles ayuda. Así que me la pidió a mí. Megan no era una retrasada, era muy lista, pero estaban tan metidos en el estereotipo que realmente se lo creían. Le envié un mensaje diciéndole que contaba conmigo. Y al menos me senti identificado con ella.

 

 

El resto de la semana había sucedido tranquila, seguía mirando detrás de mí esperando encontrar a Iván cuando caminaba a mi casa después de la escuela. Iván entrego su ensayo de nuevo y me sentí realmente feliz de haberlo ayudado. Al siguiente día tuvo una calificación increíble. No quería pensar mal o ser un egoísta pero había sido muy raro que obtuviera esa calificación cuando la mía había sido una D, comenzaba a creer que la profesora le tenía preferencia.

Lo que empezó a preocuparme más aun, fue el hecho de que la fecha del examen se acercaba y el jueves en la tarde me la pase estudiando arduamente. Mis calificaciones me preocupaban demasiado. Tanto que toda la semana me la había pasado concentrado en eso y en Iván, evadiendo a todos los demás.

 

 

Caminaba por los pasillos leyendo mi mapa otra vez, creo que no era muy bueno para orientarme. Era hora libre y baje el mapa cuando escuche el tintinear de mi celular anunciando que tenía un nuevo mensaje, apenas lo desbloquee, estaba tan entretenido y caminaba tan a paso lento que de repente fui estampado contra los casilleros. El mundo me comenzó a dar vueltas y de repente ya no tenía ni mi mapa, ni mi mochila, pero el celular lo sujetaba con fuerza. Cuando pude enfocar bien reconocí las chaquetas del equipo de Lacrosse, específicamente la del chico que me había bañado en soda la vez pasada.

—Hola pequeña ratita. Tenemos una cita pendiente ¿recuerdas? —Tenía una hora libre que apenas había comenzado, por lo que no había timbre que pudiera salvarme. Me sujetaba con fuerza de los hombros, por completo pegado a la pared de casilleros.

—¿Quieres esto? —me pregunto mientras me mostraba mi mochila, se comenzó a acercar y yo instintivamente metí mi viejo y golpeado celular entre los dos. Observe el mensaje de Megan.

Recuerda sonreír con las personas nuevas que conozcas, se enamoraran de ti. Te lo aseguro xD

Gemí en mi interior. —Nos dirigíamos a practicar, pero podemos posponerlos para nuestra pequeña reunión. O mejor aún, ¿Por qué no vienes a practicar con nosotros? —la manera en la que sus ojos brillaban era peligrosa y asustaba.  

—Adam, no aguantaría ni una sola jornada. —escuche decir a unos de los chicos de atrás entre risas. Recordé cuál era su nombre.  

—Puede intentarlo. —les contesto, luego me volvió a observar —Te entrenaremos personalmente, así estarás listo para las pruebas. —no borraba su sonrisa y esa sonrisa era tétrica.

 

Antes de que pudiera siquiera responder todos me comenzaron a empujar hasta que llegamos a las canchas, con el pasto recién regado y sus empujones termine resbalando y caí al piso. Mentiría si dijera que ahora no estaba muy asustado y que no me había dolido. Pero aun así fingía ser fuerte.

No me espere la primera patada, en una de mis costillas que me había hecho revolverme. Adam se reía como si fuera algún tipo de deporte golpearme.

—Eres una maldita basura despreciable que a nadie le importa, dentro de poco dejaras de ser el chico nuevo para convertirte en el blanco de mis humillaciones —me obligo a levantarme y apenas y pude respirar después de que me golpeara en la boca del estómago con fuerte puñetazo, volví a caer de rodillas. —No sirves para hacerte el valiente, no lo eres ni un poco. —escuchaba a todos los demás reír. Después siguieron más, que solo ocasionaban que me encogiera y cerrara los ojos, tan fuerte como me era posible, dolía y dolía demasiado, ni siquiera podía respirar bien, y llegue a un punto donde solo escuchaba zumbidos. Las patadas se detuvieron en un segundo, me atreví a abrir los ojos aunque sea un poco mientras me sujetaba con fuerza del estómago intentando mantenerme sentado, porque mis piernas temblaban tanto que dudaba el poder ponerme de pie.

—¡Lárguense! —las risas de los demás se callaron, y ahora solo permanecía el zumbido. —Me quedare con esta mierda a solas. —su sonrisa fue peor, los demás obedecieron sin objeciones pero aun riendo, no quería saber lo que me esperaba con él.

Volví a cerrar los ojos con fuerza, ahora me sentía impotente y con ganas de vomitar, no era capaz de pelear contra todos ellos y mucho menos con él y me sentía tan enojado, que no dejaba que sollozara ni un poco. No me quería demostrar débil, no frente a él.

Adam estaba tan cerca de mí que podía sentir su respiración. —Te dije que me las pagarías, vete acostumbrando porque esto es solo una pequeña parte... —ahora su mirada era tan seria… —¿Acaso creíste que podías humillarme y que no me molestaría en darte tu merecido maldita escoria?

Sonreí amargamente —Ralamente… —me costaba hablar —ni siquiera lo había tomado en cuenta. —observe como sus ojos se abrían y se había quedado estático, pero inmediatamente su furia volvió.  

Y como si no pudiera controlar mi cuerpo, levante mi pierna hasta que le di un rodillazo en la entrepierna, el gimió encorvándose por el dolor con la fuerza con la que le había soltado ese rodillazo, tanta que hasta a mí me había dolido mi mallugada pierna. No  me detuve a gemir por el dolor, solo fingí que no existía y comencé a correr hasta los vestíbulos, para ir a mi siguiente clase.

No me detuve ni a mirar si venían detrás de mí. Corría con todo lo que me daban las piernas aunque nunca fui bueno para esto.

 

Llegue al pasillo, donde algunos de mis compañeros esperaban fuera del salón, la clase de geografía de la profesora Britt, yo tenía mi respiración agitada y ellos me observaron como si fuera un loco por haber llegado tan repentinamente.

Me quite la mochila y me senté en el piso abrazándola, lo primero que intente fue tranquilizarme, respirar lentamente, intentar no llorar, nunca me habían golpeado, así como nunca había pasado por mi mente la idea de defenderme porque ni siquiera pensaba méteme en problemas, solo hice lo que me decía un tipo de instinto. Estaba tan preocupado de que regresaran que apenas y podía sentir el dolor, pero juraría que mi cuerpo estaba morado. Mi labio temblaba y mis ojos ardían, pero no podía hacerlo, no frente a todos.

Cuando el timbre sonó la profesora Britt apareció y abrió la puerta permitiéndonos pasar, corrí a sentarme junto con el resto de estudiantes que entraban tranquilamente, observaba la puerta, viendo a todos los que entraban aun sin reconocerlos muy bien, hasta que los del equipo comenzaron a entrar, con Adam al frente el cual me miraba como si quisiera matarme. Era tan venenoso. No le había quitado la mirada de encima hasta que la maestra comenzó a hablar.

—¡Muy bien chicos! quiero que guarden todo, celulares, cuadernos, no quiero nada sobre la paleta más que sus lápices, haremos el examen. —la observe a ella, y luego cerré los ojos, había olvidado que era el examen y no había podido dar aunque sea un último repaso. Obedecí y saque mis cosas, notando como  mis manos temblaban y mis nudillos estaban raspados.

Todos mis sentidos me decían que no debía mirar hacia el lugar del rubio, pero no sabía cómo retenerme entonces, fue así hasta que Iván entro, atrayendo todos mis sentidos, a veces pensaba que no llevaba nada en su mochila, iba sonriente y agitado.

—¿Puedo pasar? —pregunto coquetamente como lo hizo cuando le pidió a Amy que hiciera su tarea.

—Rápido. —respondió la mujer sin mirarlo a la cara. El obedeció camino hasta su lugar.

De un momento a otro el salón había quedado en completo silencio, donde solo escuchaba el sonido de la manecillas del reloj girar y el sonido de las hojas del examen pasar de adelante hacia atrás, después solo fueron los tacones de la profesora al pasar por las bancas y los lápices escribir, chocar o ser mordisqueados.

Yo quería mantener mi atención en el examen, en serio lo quería, pero sentía la mirada de Adam del otro lado del salón y si intentaba escribir mis letras quedaban horribles y temblorosas, me encogí en mi lugar y golpeteaba una y otra vez el lápiz en la hoja del examen. Respire de nuevo tratando de calmarme, sentí otra mirada, esta venía detrás de mí y era Iván, si quería que le pasara las respuestas iba a tener que esperar. Respire profundo tratando de tranquilizarme y levante las mangas de mi sudadera para disponerme a resolver el maldito examen, pero las miradas no desaparecieron y las respuestas del examen sí.

 

Cuando la profesora nos dejó salir no sabía qué hacer, volver a correr a todo lo que daba o esperar a que ellos se fueran, suponía que la segunda opción no era muy buena porque podrían esperar por mí y volver a golpearme y no era como si tuviera amigos para tratar de protegerme.

Así que guarde mis cosas rápido y comencé a correr de nuevo. Agradecía que fuera la última hora, iba hacia la salida hasta que alguien me detuvo tomándome del brazo. Cuando gire me encontré con Iván mirándome extrañado.

Suspire aliviado, pero aun quería seguir mi camino por si ellos llegaban.

—¿Estas bien? —me pregunto de pronto. Era raro verlo aquí, normalmente se quedaba con la profesora después de clases.

—¿Eh? —no entendía su pregunta.

—Estabas temblando en el examen. —no me había dado cuenta de eso.

—Solo estaba nervioso, fue difícil. —ni siquiera recordaba de que trataba. Él nunca me soltó y cuando jale un poco mi brazo para que me dejara ir, lo sostuvo y levanto más la manga de mi sudadera, tenía varias marcas de los moretones que me habían dejado. Mordí mi labio, no quería dar explicaciones. —¿Y esto? —me miro alzando una ceja.

—No es nada, estoy bien. —ahora recordaba todo el dolor de mi cuerpo, quería regresar a casa. Pero parecía que no se lo creía, volvió a resoplar y dejo mi brazo libre. —De acuerdo. —comenzó a caminar pasando a mi lado, pero aun así no quería estar solo, lo seguí como si lo acompañara, a fin de cuentas, vivíamos una casa frente a la otra.

 

Lo único que agradecía es que no me habían hecho sangrar, pero me dolía mi pierna izquierda y cojeaba un poco, cuando comencé a llegar a casa acelere el paso, y sin mirar a Iván ni nada por el estilo prácticamente corrí por el camino rocoso hasta entrar a mi casa. No levante la mirada en todo el camino.

Subí las escaleras y me encerré en mi habitación, sabiendo que mi madre no debería esta. Deje mi mochila y me quite los zapatos, después la playera. Apretaba mis parpados, esperando no encontrar nada grave, pero al verme al espejo solo pude ver las marcas de los golpes en mi torso y mis brazos. Se veían fatales y me daba miedo tocarlas, moradas y verdes, algunas azules, tendría que buscar algún tipo de pomada que pudiera aliviar la hinchazón de las que más dolía, el vómito estaba a punto de ganar esta vez. 

Una corriente de aire me hizo abrazarme a mí mismo, tenía frio. Mire de donde venía y me encontré con la ventana abierta y en la casa del frente estaba Iván, recargado en el marco de su propia ventana, mirándome con un rostro completamente neutro, y lo que es peor, notando todas las marcas moradas que me habían dejado.

Por un momento no  supe cómo reaccionar, me acerque a cerrar las cortinas con rapidez y después sin poder evitarlo me encerré en el baño. El vómito gano.

Notas finales:

¿Comentarios? :3

Liby.


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