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Sombras y luz por Liyis

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Notas del capitulo:

Hola mazapanes!!

Aqui esta ya el capitulo que prometi, la segunda parte de Incomprendido.

Disfruten.

El calor era demasiado, tanto que me quite la sudadera al sentir que comenzaba a sudar. El autobús tenía poca gente, y no estaba realmente seguro de que hacer ahora.

Mamá simplemente no quería tenerme en casa. El autobús hizo la última parada justo cuando llegaba la entrada al bosque. Con muy poca personas alrededor.

No me había dado la oportunidad de explorar el lugar y suponía que era buena idea, al menos para distraerme un poco. Así que me metí por el sendero y comencé a caminar siguiendo las flechitas que guiaban a los turistas.

La temperatura disminuía un poco entre los árboles y el olor a pino estaba bastante presente, me mantuve caminando por horas pensando en todo lo que me había pasado últimamente. Lo que me tenía más angustiado era la relación que tenía la profesora Britt con Iván, no podía estar saliendo con un alumno, es contra las reglas del colegio. Creo. Aun así no quería pensar que era real. Iván se había enojado conmigo por haberlos interrumpido, creo que lo hizo. Y no quería que lo estuviera.

Sin ni siquiera darme cuenta termine siguiendo el sendero que me llevaba al lago más popular de la zona. El enorme y brillante lago que vimos al llegar. Era tan grande, con tantos barcos pesqueros que no podía evitar convertirse en una de las principales zonas turísticas del pueblo. Como una playa en este lugar.

La peculiar música hizo que dirigiera mi vista a un gran grupo de adolescentes bailando y conversando en un lado del pueblo. Me sorprendí. Se parecían bastante a las fiestas de Megan en la playa. La gente alrededor los observaba con algo de fastidio por no poder controlarse, algunos nadaban en grupos, habían grandes bocinas y luces de colores, incluso había un coctelera sirviendo diferentes tipos de cervezas.

Odie especialmente eso.

Me di la vuelta dispuesto a salir de ahí cuando Amy me detuvo.

—¡Luca! —no sé porque no me detuve cuando me llamo. —Qué bueno que viniste. —sonreía, su cabello estaba suelto y se movía con el viento y brillaba con el calor, llevaba solo un short con una camisa blanca bastante holgada, podía ver el sujetador mojado que indicaba el tiempo que había pasado en el lago. Ahora que lo notaba, yo no traía bañador.

—Si… bueno. —no sabía que responder, sabía que ella no quería que estuviera aquí. Solo lo sabía. Y, además de eso, seguía siendo su cumpleaños y no quería lastimarla diciendo que no estaba ahí por ella.

—¿Entraras al agua con eso? —me miro levantando una ceja.

Observe mi atuendo. No era tan diferente a lo que usaba todos los días. Solo cambie los jeans por un short de mezclilla y las vans, por sandalias que parecían zapatos.

—Olvide el bañador.

—No importa. —me sonreía de una manera que me hacía sentir aún más extraño. Extendió su mano —Vamos… acompáñame.

Comenzaba a tornarse extraño. Sin que pudiera evitarlo me jalo hasta que quedamos en el centro de la fiesta. Con el baile y la música extrema. Con todos alrededor bailando no sabía qué hacer. No conocía a la mitad de las personas y Amy bailaba junto a mí riendo y moviendo su cabello de un lado a otro.

Sonreí tratando de seguirle el juego y comencé a bailar solo para que no me molestara. Ignorándola un poco comencé a ver el lugar esperando encontrar a Iván, tan solo a él, pero eran demasiadas personas.

A Iván no lo vi por ningún lado, y ya me había rendido. Tampoco quería hablar con Amy con lo alcohólica que estaba. Estaba distraído y sin que lo midiera ella se acercó a mi hasta que se pegó en mi cuerpo, si yo estuviera mal podría jurar que comenzó a abrazarme. Hice lo posible por separarla. Esto estaba mal.

—Amy, detente… —mi voz era la misma que cuando regañaba a mamá.

—Aprovecha la oportunidad que tienes de estar con una chica de verdad.

—No. —fui duro y la detuve hasta separarla algunos centímetros, ella me miro con un puchero.

En eso nos distrajo el sonido de un auto. Vi a Adam montado en un  Mustang convertible del que hasta yo me sorprendí que luciera. Con velocidad lo estaciono y todos sus amigos comenzaron a bajar de él. El ruido del motor había sido tan fuerte que todos lo miraban asombrados. Adam bajo del auto, con unas gafas de sol y por un momento me pareció atractivo. Pero negué con la cabeza.

Le quite a Amy la botella de cerveza de la mano.

—No… —volví a repetir un poco más suave y me lleve una mirada interrogativa de su parte. Pero no me detuve a verla.

Me fui de la fiesta tan rápido como había llegado.

 

 

Comencé a vagar por el bosque no muy seguro de a dónde dirigirme. Era un hecho que era pésimo orientándome. Y el calor comenzó a hacer que los mosquitos abundaran por el lugar, con mi piel expuesta, subía por la colina golpeándome a mi mismo cada que sentía que se me acercaban.

Había subido mucho cuando el cansancio comenzó. Y me detuve únicamente por algo peculiar que encontré atorado en la rama de un árbol.

Era un letrero. Un pedazo de madera, pintado con un tipo de letra infantil y apenas clavada al tronco. La leyenda era apenas legible.

“Lago perdido”

Y una flecha hacia la izquierda.

Seguí la flecha. Como si fuerza inevitable no seguirla, aun subiendo por un sendero hasta un punto donde el paisaje exactamente igual de los arboles dejo de serlo.

Solo me acerque un poco cuando note lo cristalina del agua, de verdad era un lago. Uno pequeño.

El atardecer comenzaba a  hacerse presente. Del otro lado había una enorme muralla arriba del lago, donde parecía que el bosque subía y se abrazaba. Todo había comenzado a tomar un tono naranja y la manera en la que el sol reflejaba en el agua no me dejaba ver. Al frente, unos metros lejos del lago había lo que parecía un acantilado. Solo asomarme me recorrió escalofríos por la altura. ¿Tanto subí?  Deje de mirar a bajo. Lo único que te distraía del calor era la suave brisa tan refrescante movía suave mi cabello. Y al frente, el sol comenzaba a esconderse, de una manera que no había visto nunca. Cerré los ojos por el resplandor, se sentía tan bien, que incluso había olvidado por un momento mis problemas.

—¿Qué haces aquí…? —cosa que se había desvanecido en cuanto escuche su voz.

Abrí los ojos estrepitosamente y gire a verlo de repente. Fui tan rápido que apenas sentí como las roquitas bajo mis pies se rompían y me tambaleaba. Iba a caer. Si no hubiera sido porque Iván me sujeto de la sudadera a tiempo y me jalo con fuerza de regreso al piso, literalmente, mi cara choco contra el pasto.

— ¡¿Cómo llegaste?! —grito. Se escuchaba enojado. Me senté y observe sus tenis blancos.

Levante la mirada. Iván nunca se había visto tan alto. —Lo siento… —y yo me encogía aún más. —S-solo… —me levante tan rápido como pude —pasaba por aquí…

—¡Pues no vuelvas a hacerlo! —¿Por qué estaba tan enojado? —¡Lárgate! No te quiero aquí ni quiero que vuelvas a acercarte a este lugar. —seguía gritando. —Y si se te ocurre decirle a alguien más sobre esto te las veras conmigo ¿Entiendes…?

Lo observe más que sorprendido. Apenas y podía sostenerme. Parecía que me estaba hablando una personas completamente diferente. Una que era más cruel, y más dura. No sabía que hacer… si contestarle, solo irme o intentar al menos parpadear. Pero sentía que algo se había roto en mi interior. El me gustaba mucho. —Si… —murmure.

—Lárgate…

Únicamente asentí y salí corriendo lo más rápido que pude. Ahora estaba asustado. Perfecto.

 

 

Llegue a casa tarde, con los ojos llorosos y con frio.  De repente todo el día se nublo.

Me había sentido mal, muy mal. Había hecho algo mal otra vez. Mis problemas regresaron de nuevo de camino a casa porque tuve suficiente tiempo a solas para pensar. Odio eso.

Tenía esa enorme sensación de querer estar de vuelta en casa. Donde se supones que es el único lugar donde te puedes sentir cómodo, había veces en las que me sentía tan fuera de lugar que lo único que realmente necesitaba era mi casa, con personas que te aprecien. Pero esta no era mi casa, y no tenía personas que me acompañaran, ni siquiera mi mamá  me quería en casa. Y otra vez… me sentía tan solo. Que ya estaba comenzando a hartarme a  mí mismo.

Deje mi mochila en el piso y comencé a subir las escaleras, escuche el sonido de la cena que mamá tenía con Richard en el comedor. Con música romántica y la luz baja. Hice el menor ruido posible.

No me sentía bien. Quería huir, quería desaparecer. No podía ser otra interrupción.

 

De nuevo estaba de pie frente al instituto repasando si podía entrar o no. El viento era más fuerte que antes y era una pésima señal, tratando de acomodar mí cabello me di cuenta de que mis manos estaban temblando. Nunca me había sentido tan asustado por tener que ir a la escuela, pero esta vez era diferente.

Me aterraba la idea de pensar que Iván se había enojado conmigo, nunca fue mi intención entrar en ese bonito lugar del acantilado, me había perdido por un momento. Y no era realmente el pensar si estaba enojado, sabía que lo estaba y lo que más me asustaba era como me trataría ahora. Me costó trabajo acercarme lo poco que había logrado. Y si ya no quería protegerme... entonces Adam...

Retrocedí dos pasos.

No. No soy un débil. Soy perfectamente capaz de defenderme solo. Ya lo he hecho, aunque salí herido evite que fuera peor, o tal vez solo lo empeore aún más.

Entre al instituto detrás de varios chicos que entraban al mismo tiempo, ir de incógnito es mejor por ahora. Observe mi casillero desde lejos, no había nadie alrededor de él, ningún rastro de Adam y nada defectuoso o abollado.

Fui rápido y sigiloso, Adam seguía teniendo su casillero al lado del mío, y en cualquier momento podría llegar.  Pero cuando logre meter la combinación de los números sin que mis manos temblaran, no encontré ninguno de mis libros dentro. Estaba completamente vacío de las pocas cosas que habían comenzado a acomodar en él.

Observe ese vacío sorprendido y sin poder creerlo. Y luego como tratando de rectificar lo que veía lo empecé a tocar, sin nada. No sabía cómo reaccionar. ¡Se habían robado mis cosas! No quería simplemente cerrar el casillero y caminar a la siguiente clase como si no hubiese pasado nada mientras ellos se reían desde donde quiera que estén, porque ya sabía quiénes eran los culpables. Pero tampoco podía quedarme quieto y no hacer nada.

Cerré el casillero con algo de fuerza que trate de disimular y luego sentí como una hoja caía lentamente, era una nota, esas malditas notas amarillas que ahora marcaban mi destino y tenía miedo de saber cuál era. La sostuve con cuidado y la abrí como si fuera a atacarme.

"Has perdido algo? Espero y no lo encuentres"

La letra era horrible. Arrugue la hoja con la enorme furia contenida mientras caminaba hacia mi salón. ¡Era suficiente! Si iba a cumplir lo que había pensado tenía que hacerlo ahora. Nadie iba a protegerme. Tenía que darme cuenta de ello de una vez.

En cuanto llegue localice a Adam conversando cómodamente con el resto de sus amigos. Estaba furioso, y con la bolita de la hoja en la mano se lo lance atinando a su cabeza.

—¡¿Dónde están mis cosas?! —exigí saber, llamando su atención y postrándome frente a él. Aún faltaban personas en el aula y si, estaba enojado.

—¿Qué cosas? —pregunto haciéndose el inocente.

—¡Vaciaste mi casillero!

—¡Era mi casillero! —se levantó de repente, empujando la silla donde estaba sentado y haciendo que las pocas personas en el salón soltaran exclamaciones de sorpresa. Su mirada era realmente seria y su altura intimidaba. Tan seria que en un segundo relajo su rostro y sonrió, causándome más miedo —¿Sabes qué? No importa. ¿Quieres tus cosas? Te las devolveré.

De nuevo me quede sin palabras. Me tomo de la manga de la sudadera y me empujo hasta que salimos del salón. Después continúo moviéndome. La escuela era mucho más grande de lo que pensaba, llegue a un punto donde ya no reconocía el lugar.

—¡¿A dónde vamos?! —me había cansado de gritarle que me soltara.

—Querías tus cosas ¿no?

En eso abrió la puerta de uno de los tantos baños que hay y me volvió a empujar dentro, hasta que caí al piso. Ahí fue donde vi mis libros y cuadernos de mis otras clases, encimados y aplastados.

Apenas trate de sostenerlos cuando él me gano, sujetando el gorro de mi sudadera, comencé a patalear para que me soltara cuando me arrincono en la pared.

—Yo los haz visto. Ratita. —sonrió.

—Son míos...devuélvemelos, a ti no te sirven para nada.

—Claro que me sirven. Me sirven como una prueba para tenerte dominado, basura, y para que recuerdes quien manda.

—¿Si? Hace una semana no te veías igual te confiado. —le recordé, y sonreí por un momento. Recordarle a Iván me daba confianza.

—No será por mucho tiempo. —sin que lo esperara me golpeo en la boca del estómago, haciendo que me encogiera. —Así que permíteme aprovechar mi tiempo contigo.

No lo escuche muy bien, había vuelto a golpearme en la espalda y piso una de mis piernas haciendo que terminara de caer al piso. Había dolido mucho y me aguantado de gritar. Tenía que pedir ayuda.

No lo escuche muy bien, había vuelto a golpearme en la espalda y piso una de mis piernas haciendo que terminara de caer al piso. Había dolido mucho y me aguantado de gritar. Tenía que pedir ayuda.

Lo sentí acercarse de nuevo y retrocedí lo más que pude con la pared detrás de mí. Comenzó a quitarme la chaqueta, y eso me tomo tan desprevenido que reaccione instintivamente tratando de alejarlo. Recordando a Logan entrar al ático. Cuando intentó quitarme la camisa lo empuje hasta que sentí como se rompía la tela.

Intente cubrirme cuando lo vi alejarse, pero en ese momento apenas reaccione cuando sentí como vaciaba por completo una enorme cubeta del agua sucia del aseo. Lo sabía por lo negra que era y lo fría que estaba. El vómito intento regresar con el olor. Estaba mojado y temblando y sabía que estaba llorando, pero mis lágrimas se perdían. No quise abrir los ojos el resto del rato. Y todo el tiempo me la pase pensando en una persona.

Notas finales:

Que les parecio? :)

Espero les haya gustado.

Nos leemos.

Liby.


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