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Sombras y luz por Liyis

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Notas del capitulo:

Hola mazapanes!

Perdon por la tardanza, pero aqui esta ya el capitulo. No se porque, pero siento que si una persona normal leyera esta novela hasta este capitulo, comenzaria a notar que se esta tornando algo retorcido.

Pero bueno.

Disfruten el capitulo! Quedo un poco mas largo de lo que esperaba.

Me había encogido dentro del cubículo y a un lado del retrete, todo mojado y  con la ropa rota. Temblaba mucho por el frio y me dolía el cuerpo.

Aun no me cabía en la cabeza, pero era cierto el hecho de que Iván amenazo a Adam para que no me siguiera molestando. Creo que había hecho a Iván enojar más de lo que pensaba, lo suficiente como para que me quitara la protección que me había brindado y es por eso que Adam se desquito todo lo que pudo conmigo. Al menos, si era verdad que Iván me estaba protegiendo y eso era más patético.

Abrace mis rodillas tratando de entrar en calor.

Adam me había empujado dentro del cubículo y había atrancado la puerta, no tengo idea de con que, tampoco sabía cuánto tiempo llevaba aquí, pero era posible que las clases ya hayan terminado.

Había intentado abrir la puerta de mil maneras diferentes. Intente salir por arriba, pero con mi pierna aun adolorida, resbale y termine lastimándome más, con un dolor agudo. Y por debajo el espacio era más pequeño que yo, así que no cabía. Debí haber gritado por ayuda desde hace horas, pero Adam golpeaba tan fuerte que me había dado uno en la garganta y no me dejaba en paz. Al contrario. Tampoco quería que todos me encontraran aquí y comenzaran a burlarse. Estaba tan cansado.

 Observaba la puerta con pena, no quería salir y ver todos mis libros destruidos en el lavabo. No quería hacer nada. Solo quería conservar el calor y si podía, dormir un poco, al menos podía estar tranquilo un momento.

Mis ojos se estaban cerrados cuando escuche el sonido del baño abrirse.

Escuche los pasos por la loseta mojada avanzar entre los cubículos, hasta que se detuvieron en el mío, observe el piso, eran unas zapatillas negras y algo gastadas. En eso, me sorprendió un golpe en la puerta que me hizo saltar hacia atrás, pegándome a la pared lo más que pude. En eso, esta comenzó a abrirse lentamente.

Iván estaba ahí, observándome desde arriba y yo no me creía la sorpresa de que estuviera aquí, o de que haya venido a buscarme ¿Qué hacía aquí tan tarde? Seguro y se quedó un buen momento con la profesora de geografía. Me abrace más.

—Luca. —su voz se escuchaba sorprendida. Lo sentí inclinarse. —¿Estas bien?

Asentí con la cabeza, pero no, no estaba bien. Estaba sin mirarlo ni despegar la mirada de mis rodillas.

Me toco un hombro, y era tan cálido, que deseaba que también me acariciara la mejilla.

—Tenemos que irnos... —hablaba en susurros, como si tratara de tranquilizarme.  

Seguía sin mirarlo y sorbía mis mocos, probablemente daba asco en estos momentos. Me gustaría vomitar, si no fuera porque mi garganta me dolía de más.

En eso sentí un peso de más en mis hombros.

—Hace frio y estas mojado. —lo observe por primera vez, me había prestado la chaqueta que el llevaba antes, ahora se la había mojado. Pero, el lucía apenado. —Puedes enfermar.

Ahora yo me había puesto tan nervioso y probablemente se veía mi sonrojo hasta en la oscuridad.  Está bien, confiaba un poco más en él.

 

Se levantó, sin que yo pudiera quitarle la mirada de encima y me extendió la mano. Dude un momento pero le correspondí observando lo negros que habían quedado mis nudillos, igual que el día anterior y con algo de esfuerzo logre levantarme. Aunque mi pie me estaña matando y trataba de disimularlo. Pero él lo noto y me sostuvo por la cintura para ayudarme.

—Tienes que ir a la enfermería.

Sentencio. Pero aun así parecía que me lo había dicho porque quería que yo estuviera al tanto de todo lo que intentaría hacer por mí. Todo tenía su buena intención pero no quería acceder a ella.

Negué con la cabeza —Estoy bien... —mi voz era rasposa y adolorida. Y hacia que mi "estoy bien" fuera tan falso...

—Te llevare a la enfermería.

Sin que ni siquiera yo pudiera detenerme, porque no tenía no fuerzas para eso, deje que me llevara hasta la sala de enfermería. Y como el colegio estaba vacío y aún faltaba bastante para que el conserje nocturno llegara, la sala estaba cerrada en cuanto llegamos. Pero parecía que no se rendía.

—Quédate aquí, iré a buscar las llaves en el armario del conserje. —volvió a avisarme aun sabiendo que no iba a ir a ninguna parte y dejando que me sostuviera de los que pudiera se fue. Ahora estaba más nervioso, me dolía todo el cuerpo y mi garganta en especial. Aun goteaba un poco de mi cabello y mi tobillo estaba torcido. Nunca me habían golpeado tanto. Y estar a solas con él era aún más... estresante. Me atraía mucho. No podía decir que me gustaba porque eso se escuchaba extraño, pero aun así, parecía que tenía que pensarme que decir antes de hablar con él, y tampoco estaba siendo yo mismo. No quiero intentar nada, nunca había tenido una relación amorosa antes y creo que aún sigo con la inocencia del primer amor, que ridículo.

—Aquí están. —llego rápido y abrió la pierna en lo que me ayudaba a entrar al cuarto y de inmediato me dejo sobre una camilla. Comenzó a abrir las gavetas y a sacar muchos medicamentos, gasas y vendas.

—No... no estoy hospitalizado. —trataba de sonar como si fuera una cosa de nada, casi bromear. Pero el me miro enojado.

—Estas peor. —recalco mientras dejaba una crema junto a mí.

Comenzó a ayudarme y a curar todas mis heridas. Desde los hematomas hasta algunas de mis cortadas y todo lo hizo con una suavidad que me sorprendía. Me había quedado en silencio únicamente observando y fue hasta que me comenzó a vendar el pie cuando decidí disculparme. Parecía estúpido, pero si necesitaba que me protegieran.

—Lo siento...

—¿Qué? —se detuvo.

—No quise entrar a ese lugar. —me refería al acantilado —Yo... sé que te enfadaste por eso. Perdóname y gracias por ayudarme.

En eso se detuvo. ¿Ya no me ayudaría? Los nervios aumentaron.

—¿Porque no estás enojado? —no lo entendí —¡No tienes que agradecerme...! —se levantó del piso para mirarme exaltado, pero luego suspiro relajándose —Al contrario. Yo lo siento. No debí tratarte así y mucho menos dejar que te hicieran esto. Yo... no dejare que te hagan daño. Si ya no quieres volverme hablar, está bien.

Nos habíamos metido en un conflicto.

—¡No...! —me escuche necesitado. —Yo no estoy enojado contigo y lo siento. Bueno no... yo... quiero seguir hablándote. Me gustaría ser más cercano a ti... y... dios… —me rendí. Estaba comenzando a hablar de más de nuevo y desvié la mirada solo para no verlo burlarse.

—Me alegra que no estés enojado conmigo... —lo sentí sonreír. —Pero aun así lo sigo lamentando. Es que... es difícil. —volví a mirarlo, esta vez tan fijamente que no podía despegar mi mirada de él. —Yo tenía una hermana y ese era su lugar favorito, eso es todo. Puedes ir ahí cuando quieras. Si necesitas ayuda. Yo siempre estoy ahí. —me dio otra sonrisa. De esas sonrisas que te sientes en confianza, de esas sonrisas que son cálidas. Me había quedado un poco en shock con lo que me dijo… pero no quería arruinarlo más y solo asentí devolviéndole la sonrisa.

 

Iván me ayudo a llegar a casa y le pedí que solo me dejara en la puerta de esta.

Aun no atardecía y las luces de casa estaban apagadas. No parecía que hubiera nadie. Eso solo quería decir que Richard seguía aquí y que probablemente había salido con mamá.

Entre despacio a casa después de despedirme y me quede recargado en la puerta suspirando y viendo a la nada.  Estaba solo y lo disfrutaba bastante. Nada podía arruinarme el recuerdo de haber estado tanto tiempo con Iván y de verdad que sentía algo estando con él. Subí a mi habitación y tenía cierta esperanza de verlo del otro lado de la ventana, pero no estaba ahí y como ya comenzaba a ser costumbre apenas lo vi cerrar la cerquita de su casa y escaparse al escondite de su hermana. A la misma hora, en el mismo lugar.

Recuerdo que la señora Davis había dicho en la boda que solo tenía un hijo, pero también que estaba divorciada, podría ser que la hermana de Iván estuviera con su padre, puede que de ahí tenía tanta rebeldía. Era posible.

Me agradaba pensar que ahora yo también era bienvenido en algo tan privado para él. Aun así no me creía capaz de volver a alterarlo.

 

 

Me quede en mi habitación un buen rato comiendo y viendo películas. Escuche por primera vez el CD de vinilo que compre en las tienda de discos. Deje que el maletín hiciera todo por si solo y las canciones de The Beatles, mientras comía palomitas, fueron mi única compañía mas el sonido a viejo. La primera canción Come Together ya la había escuchado antes.

Cuando el disco termino me quede dormido y desperté con el estruendo de mi madre llegar a casa. Ya había oscurecido y me había olvidado por completo de los deberes. Del otro lado, la ventana de iban tenía la luz prendida.

Baje las escaleras para recibir a  mamá, pero solo verla la note algo extraña y pensativa.

Llevaba un vestido azul y el cabello recogido en un chongo, de esos días es los que se veía hermosa. Richard le ayudaba a quitarse el saco mientras ella veía a la nada.

—¿Mama? ¿Estás bien?

—¿Eh? —apenas me miro. —Claro. —después solo fue a sentarse a la pequeña mesita de la cocina. Le dirigí una mirada acusadora e interrogante a Richard, lo que sea que le pasara debería tener que ver con él. Y el solo me dio una sonrisa burlona.

—Cielo ¿Porque no le cuentas a Luca lo que hablamos?. Después de todo. Es algo que también le incluye.

—¿De que hablaron? —fui rápido.

—Luca... por favor. Es una buena noticia.

—¿Dónde estaban? —mis preguntas iban unas tras otras.

—Dimos una vuelta por la ciudad hijo... —elimine esa última palabra de mi mente en cuanto lo escuché.

—Ya me he decidido. —Ella hablo antes de que pudiera contestarle —voy a ir a visitar a tu abuela. Y voy a arreglar todas las cosas con ella.

—¿Qué? —no podía reaccionar.

—Es una excelente decisión amor, si quieres puedo acompañarte, después de todo yo te incite a ello. —Richard no perdió tiempo y se acercó hasta ella estrechándola en brazos.

—No amor. Esto es algo que debo hacer yo sola.

Mi mamá también lo abrazo feliz de su decisión. Y no es que no me guste que ella quiera arreglar las cosas con la abuela, pero algo me dice que no va a salir bien.

—Lo respeto entonces.

—¿Porque? —pregunte rápido.

—Mi instructor de yoga. Me di cuenta, que aún no podía estar en paz conmigo misma hasta que estuviera en paz con todo lo que hay a mi alrededor. Y tu abuela está ahí. —seguía siendo un buen argumento. ¿Entonces porque no quería que fuera?—¿No te parece bien Luca? —me pregunto, abrazando al hombre y sonriendo extensamente.

No se podía ver demacrada.

—Si... —murmuré, aunque de todas las emociones que tenía en ese momento, la de felicidad era la menos apropiada.

 

 

Mi madre empaco sus cosas en una pequeña maleta y compro un boleto de autobús hacia Colorado. Se iría mañana y regresaría el viernes. Estuve en mi cuarto unas cuantas horas tratando de cubrir algunos golpes. Mamá nunca se daría cuenta, no con lo distraída que estaba y en la cena, mi madre me dijo que Richard tenía una semana de vacaciones y como ella se iría sola, me pidió que era un buen momento para que comenzáramos a tratarnos como "padre e hijo" pero eso era algo que jamás iba a poder pasar. Yo no temía un padre y la verdad sentía que jamás lo iba a tener.

Cundo Richard se fue un momento al baño volví a preguntarle.

—Mamá… ¿Estas segura que quieres hacer esto?

—Claro. —respondió como si nada y siguió comiendo de sus patatas. Ni siquiera me miro.

—Es que… creo que deberías esperar.

—¿Esperar? —me miro como si lo que hubiera dicho era extraño o sorprendente.

—No lo considero buena idea. —decidí ser franco. Ella dejo los cubiertos en la mesa y tomo un poco de la copa de agua. Pero tenía la misma mirada de cada vez que estaba inconforme.

—Luca… estoy tratando de mejorar las cosas. Te pasabas quejándote de lo mal que nos tratábamos tu abuela y yo. ¿Y ahora me estás diciendo que no quieres que intente resolverlo? ¿Qué es lo que quieres entonces?

—Yo nunca dije eso…

—¿Qué sucede? —Richard llego, interrumpiéndome.

—¡Esto es increíble! —mamá bufo.

Intente hablar, pero lo único que saque fue un quejido. Richard insistió de nuevo mientras volvía a sentarse.

—Luca no quiere que vaya con mi madre.

—¿Y eso porque?

—¡No dije eso¡ Claro que quiero. Pero… aun no me parece correcto…

—Luca… esto es importante para tu madre, intenta no ser egoísta por una vez. —¡¿Yo soy egoísta?!

—Es verdad. —la mire incrédulo. —Que no estés de acuerdo no hará que cambie mi decisión.

—¡No es que no esté de acuerdo! ¡Mamá…! solo tienes que escucharme… —la mire suplicante. ¿Por qué no podía confiar en mí?

—¡No! —grito. —La decisión está tomada. Vete a tu cuarto. No te quiero aquí.

Otro quejido. Me levante bruscamente, pero aun no podía caminar bien, y eso es algo en lo que nadie se había fijado. Entre a mi cuarto con la garganta apretándome y asfixiándome. ¡Que hiciera lo que quiera entonces!

 

 

 

Para el siguiente día no pude acompañarla a la estación de autobuses. Pero tuve que regresar a la escuela, por lo que tuve que dejar el tema de lado lo más que pude, llegue deprimido y midiendo mis pasos. Al menos la idea de que todo iba a estar bien de nuevo con Iván me hacía ver un poco el lado positivo de ello. Nadie me golpearía hoy... nadie lo haría.

Llegue al colegio sujetando con fuera las correas de mi mochila, al igual que un niño pequeño y me dirigí a mi casillero. Pero recordé que todos mis libros habían sido destrozados e, incluso, me dio algo de pánico acercarme al casillero de alado. Olvide decirle a mamá que necesitaba nuevos libros, en realidad, ella ni siquiera noto mis golpes. Mis ánimos volvieron a bajar, así que me salte por completo el pasillo y fui directo al salón.

Pero apenas lo hacía, cuando Iván llego hasta mí cagando una gran cantidad de libros.

—Extiende las manos. —y no sé porque lo notaba de tan buen humor.

Sonreí y extendí las manos como él dijo. Sin miramiento dejo caer toda la pila de libros sobre mi e hice lo posible para no caer al piso. Aparte de que el me ayudo a sostenerme. Observe los títulos sin tener que adivinar que eran todos los libros que había perdido.

—¿De dónde los sacaste? —pregunte sorprendido.

—Tengo contactos con la bibliotecaria. Son para remplazar los que tenías y... es también una disculpa.

—Te dije que todo estaba bien... —le sonreí tímidamente.

—No lo estaba. —su rostro apenado me hacía sentir especial. Cada vez éramos más amigos. —¿Cómo te sientes?

—B-bien. Ya no me duele tanto, me ayudaste mucho.

—Debes cubrirte más. —tomo mi bufanda y volvió a enrollarla por mi cuello. —Aun puedes enfermar. Parece que tienes fiebre. —no era fiebre, era la sangre correr por mis mejillas al sentirlo. Al menos agradecía tener la pila de libros cubriéndome. —Vamos... te acompaño.

Dejamos mis libros en mi casillero y cambie la combinación. Entre los dos caminamos de regreso al salón, agradecí con mi alma que Adam no estuviera por el camino. Pero entonces note algo que no había visto antes.

—¿Qué le ha pasado a tu labio?  —pregunte, algo sorprendido al ver que estaba roto y rojo, era una cortada larga.

El sonrió. —No es nada.

—Se ve mal. Eso no es nada, deberías ir a la enfermería. —iba a tocarlo, pero me detuvo antes de siquiera acercarme bajando mis manos.

—Ya te lo dije… es una disculpa.

Notas finales:

Okey mazapancitos.

¿Que les parecio? De una vez les anuncio que hasta ahora Luca no ha sufrido NADA... todavia. Mi niño se olvida de los problemas rapido.

Nos estoy segura si va a ser en el proximo capitulo pero se acerca un gran golpe en la historia que va a iniciar con el verdadero dolor y drama. Y aun falta mucho.

¿Pueden adivinar cual sera?

Tratare de actualizar mas rapido. Espero les haya gustado.

Yyyy nos leemos!!!

Liby.


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