Sentía el sabor de la paleta de cereza que comencé a morder, estaba distraído y recargado sobre la caja. Una señora con aires de adolescente llego con un disco y unas postales. Me reincorpore y me esforcé por sonreír.
—Bienvenida. ¿Puedo ayudarle?
—Solo esto.
Pase la pistola por la barra de las cosas. Sentía la mirada de la mujer mientras mascaba un chicle y se colocaba en una posición "provocadora", pero no podía insultar a los clientes.
Metí las cosas a la bolsa lo más rápido que pude y se la entregué.
—Gracias por su compra.
—Gracias a ti, guapo. —me guiño un ojo y salió de la tienda. Ese tipo de actitudes eran normales conmigo, y había llegado a acostumbrarme. No era por ser egocentrista o vanidoso. Pero era la única razón por la cual se acercaban tanto a mí las chicas.
Era medio día y mi turno duraba todavía dos horas más. Pero la tienda estaba completamente desierta. Ni siquiera veía personas por la calle. Y estaba seguro que tenía una expresión tan aburrida, porque George, mi jefe, me dejo salir antes.
Me quite el mandil y lo deje en el vestidor, y después de despedirme y recibir mi paga, tome mi mochila y me fui al lugar de siempre, el acantilado.
Sé cómo me ven los ojos de los demás. Era el chico que había sido un desastre en el colegio y que se había aplacado solo un poco en vicios. Con los adultos, iba de mal en peor. Y con los demás adolescente de mi edad, era como un tipo de ídolo para algunos. No sé si era porque eran estúpidos, como los amigos de Adam. Y para otros, era alguien a quien debían de temer. Como el resto del colegio. Estoy seguro de que no luzco tan mal, pero a veces las personas tienden a ser tan ilógicas, que empiezo a pensar que estar solo es la mejor opción.
Yo tenía una única filosofía de que, en la vida, no somos más que oscuras y espesas sombras. De esas en donde buscamos esconder todo lo malo. Y es tanto aquello que guardamos que terminamos convirtiéndonos en nada más que eso, puras sombras. Yo soy una sombra. Mi madre y mi padre son sombras. Mi hermana era una sombra y una de las más oscuras.
Pero, podía jurar que ella antes no era nada más que pura luz, de las más brillantes y lo peor es que ahora se cómo apagarlas
Baje de la montaña después de haber tenido un tiempo para filosofar un rato. A golpes y saltos, por querer bajar rápido que termine rasguñándome con las ramas. Llegue a casa observando como las luces estaban encendidas. No quería volver a encontrar a mi madre dentro como la última vez que agradecí no haber fumado esa tarde, porque ahora que lo notaba, estaba comenzando a dejar de hacerlo. Como si simplemente ya no me llamara. O tal vez era porque tenía la cabeza en otras cosas.
Mi relación con mi madre es mala, no en toda la extensión de la palabra, pero tampoco es buena, ha estado tanto tiempo fuera de casa que comienzo a olvidarla, aún más desde la muerte de Ellie. Dice que parezco más frio y serio.
Estoy convencido que lo que me diagnosticó como psicóloga y como madre desesperada.
Estás enojado con el mundo.
Antes de entrar observe la casa del frente. Había comenzado a ser una rutina observar. Siempre la había guardado en mi mente como la casa de enfrente. Nadie había vivido ahí por años y me gustaba llenar su pasto de basura. De niño, meter lagartijas que cazaba en el bosque y apenas hace poco apagar las colillas de cigarro en los marcos de sus puertas.
Me sorprendió cuando llegaron a pintarla. Me sorprendí más cuando una nueva familia llego, y, como estoy enojado con el mundo, paso por un momento de mi sombría alma querer hacerles la vida imposible. En especial a Luca. Pero no pude, me sentía mal cada que lo hacía sentir mal, y eso era algo que no me esperaba volver a sentir. Ahora estaba preocupado. Y no estaba seguro de porqué.
No veía las luces encendidas en su casa. No sabía si su padrastro estaba con él. Había faltado a la escuela otra vez. Y si estaba el solo podría incluso vivir en mi casa.
Cuando entre y deje colgadas mis llaves mamá estaba en la cocina preparando brownies. Amanda había decidido quedarse más tiempo aquí. Y creo que es porque la noticia de que la madre de uno de los pocos amigos de tu hijo que conoces había muerto, debió ser impactante y de reflexión para ella.
—¿Todavía sigues aquí? —deje mi mochila en la silla de la mesa.
Podía ser busco. Podía hablarle mal. Podía rechazarla. Pero a mi también me había hecho reflexionar.
Ella metió las brownies en el horno y se recogió el cabello.
—¡Llegaste del trabajo! Si estoy aquí, y que bueno que llegaste, porque no me iré.— limpio la harina de sus manos en su mandil
—¿Qué? —no entendía de lo que me hablaba.
—Pues, como no quiero que estés solo todo el tiempo, me he conseguido un trabajo más cerca de ti de lo que crees.
—¡¿Qué…?! —aun no lo rectificada.
—¡Seré la psicóloga en tu insultito! —hablo emocionada y dando saltitos. —Por eso los brownies.
—¡¿Por qué…?! —creo que no captaba la pequeña molestia que me comenzaba a formar.
Pero ella parecía que esperaba esa pregunta, apenas y abrió sus labios, aun limpiando sus manos con el trapo y observando por la ventana, como si estuviera perdida en la casa del frente.
—Es que... la simple idea de que... su madre muriera... es horrible. —hablaba de Luca. —Está solo. Y... yo no quiero que tú lo estés.
Se acercó y me abrazo. Mi madre era tan diminuta que podía cubrirla sin problema con mis brazos. Ella me quería mucho, lo sabía. Podía ser todo lo malo que quisiera, pero ya había perdido a mi hermana, no podía perder a mi mamá.
Cuando regrese a mi habitación observé que la cajetilla de cigarros que tenía aún estaba llena. No había tocado un solo cigarro en varios días. Antes creía que iba a ser muy difícil dejarlo y por eso me había mentalizado que nunca lo dejaría. Observe por la ventana después de tirarla por la basura. La habitación de Luca tenía la ventana abierta y estaba oscura. Esperaba que estuviera durmiendo. Lo había visto tantas veces llorar frente a las ventana... que me preocupaba todavía mas.
En la escuela, Luca entro con sus sudaderas, usando la capucha y la bufanda. Como si estuviera enfermo. Y vaya que lo parecía. Tenía ojeras y la nariz roja, los ojos apenas un poco hinchados. Sus pupilas azules brillaban un poco más por las lágrimas. No hablaba con nadie y nadie le hablaba. Se sentó en el rincón. Lo observaba sentado desde el escritorio mientras esperábamos al profesor. De repente sentí a Amy sentarse a lado mío.
—Esto es un asco. —murmuro con molestia. Observando a la misma dirección a la que yo no temía mirar.
—Debo hablar con el…
—No quiere hablar con nadie. Por eso no ha llegado a clases.
—El viernes estuvo aquí. —le recordé. Estuve con él todo el día. Solo para hacerlo sentir mejor.
Ella suspiro. —A veces creo que el enamorado eres tú. —la mire extrañado tras su comentario.
Aun no le creía que le gustara Luca. Me había dicho que me ayudaría a hacerle la vida imposible, porque tenía una sombra tan grande como la mía, pero creo que tampoco pudo. No dejo que Adam lo golpeara en el lago. Y dejo que se fuera conmigo hasta el acantilado, sin que Luca se diera cuenta.
Ella era más lista y aun así, podía elegir a Chad sin ningún problema, Chad era... bueno era más alto. Y Luca, era ingenuo y pequeño y débil. Y por eso, era un blanco fácil.
—No quiero que le hagan daño. —admití con mis pensamientos.
—¿No quieres que le hagan daño o que se haga daño a sí mismo? Deja de ocultarlo. Te recuerda a Ellie. —me observo… con esa mirada.
—Ellie está muerta.
—Piensa lo que quieras entonces. —se fue. En un segundo las vi acercarse a Luca y en movimientos le dio su cuaderno con los apuntes de los días que había faltado. Y él los recibió. En serio, intento sonreír. Pero no lo logro.
Me llego un mensaje por Messenger. Sarah quería verme en la sala de profesores. Estaba vacía.
No tenía ánimos de tener sexo en la escuela. El sentimiento de peligro al poder ser descubiertos se había perdido hace mucho. Mi relación con la profesora Sarah Britt había comenzado desde que le toco darme clase el año pasado. Solo porque era guapa. Y por un momento me dije que estaba enamorado de ella. Tal vez si, o realmente no lo sabía.
Le contesté que estaba en clase, no podía faltar más. Aunque el profesor aun no llegaba y dudaba que llegara. Pero ella me creyó sin problema. Ya escuchaba sus gemidos de decepción. Mientras mi única decepción era ver a Luca arrinconándose contra la pared, con los audífonos puestos y la vista pérdida. De un momento a otro, sus ojos chocaron con los míos. Y sentí algo en mi pecho.
A la salida quería acompañar a Luca de nuevo a su casa. No me había dado oportunidad de hablar con él en ningún momento. Pero no pude hacerlo porque Sarah me atrapo en el pasillo y me obligo a acompañarla en un salón.
Fue rápido y excitante.
Los primeros diez minutos.
La había estado besando casi hasta el cansancio, hasta notar como se humedecía aún más y se refregaba a mí sentada en el escritorio. Pero después. De repente. Volví a ver los ojos azules de Luca mirarme en el salón. Me detuve y ella aún seguía, comenzando a desabrochar mi camisa, besando mi cuello y bajando sus manos hasta las hebillas de mi cinturón. Pero la detuve antes de hacerlo.
—¿Qué pasa? —me miro sorprendida.
—Hoy no —volví a ser brusco. Enojado con el mundo.
—¿Qué? ¿Por qué?
—Solo no tengo ganas. Además, mi madre está en el colegio.
Ella sonrió aún más. —¿Y eso no lo hace más... excitante? —susurro sobre mis labios. Pero volví a girar el rostro.
La sentí fruncir el ceño. —¿Esto no es solo por tu madre verdad? —tenía esa mirada inquisitiva, pero seguía sin verla a los ojos. —¡¿Es de nuevo por ese chico?! —reclamo. —Comienza a serme molesto. Sé que debe ser difícil que su madre muriera. Pero ya pasaron dos semanas. —se sentó en el escritorio —y en el pueblo siguen nombrándolo.
—No es eso.
—Por dios Iván. No eres un niño. Y no tiene porqué importante tanto. Mejor olvídate de él. —volvió a acercarse y su sonrisa se ensancho, mientras rodeaba mi cuello con sus manos. —Y bésame de nuevo.
Admito que me deje llevar el resto de la hora. Pero aun así, no pude quitarme a Luca de la mente.
Camine por el pueblo comprando la lista que mi madre me dejo por mensaje para la cena de esta noche. Había estado trabajando en la tienda un tiempo extra, ayudando a mi jefe a cargar la mercancía. Y fue justo cuando iba de regreso que Adam Walk me detuvo.
—No he terminado contigo. —en su voz escuchaba su furia.
—Pero yo sí. —no me detuve. Hasta que lo sentí acercarse y sujetándome de mi chamarra me jalo para encararlo, reaccione empujándolo para que se apartara de mí.
El sonrió. La pelea que habíamos tenido hace poco me había ayudado solo a dar un poco más de tiempo. Tampoco era como si fuera su culpa lo que paso con Luca en los baños, todo había sido mío. Pero nunca me molestaba golpearlo y desahogarme un poco, y mientras él me regresaba los golpes me ayudaba a aliviar mi culpa. Era un castigo que ambos nos merecíamos.
—¡¿Qué quieres?! —mi voz sonó más dura.
—Me canse de dejar de molestar a ese niño. Si no me pagas el dinero acordado lo enterrare vivo.
—Te pagare después.
—El tiempo corre.
—Su madre está muerta. Ya está sufriendo demasiado. ¿No puedes dejarlo en paz?
—Me atrae un poco. Simplemente me es satisfactorio. Y no quiero estar alejado tanto tiempo.
—Das asco.
—El mismo que tú. —otra sonrisa y luego el silencio. —…¿Sabes? No me importa el dinero tampoco. Estaba pensado en dejar esta pequeña tregua que hicimos y poder hacer lo que me plazca con él. —sus malditas palabras encendieron algo en mí que creí que estaría escondido por mucho tiempo.
Me acerque hasta tomarlo del cuello de la camisa, cosa que el tampoco perdió tiempo en hacer. Estaba retándolo, a poco de querer romperle los dientes.
—¡No te dejare acercarte a él para que le hagas lo mismo que le hiciste a Ellie!
—Yo no le hice nada a Ellie y lo sabes. ¡Ella y yo éramos muy felices juntos hasta que llegaste a arruinarlo todo! —su sonrisa había desaparecido para luego poner una más complaciente —¿De quién fue la verdadera culpa? ¡¿Eh?!
Lo solté. El continuo hablando —Escuche un poco de tu pequeña conversación con Amy en la escuela. Y me di cuenta que tiene toda la razón, ya veo porque me molesta tanto ese niño. El sí que me recuerda a Ellie. Después de todo, tiene su casillero.
—Atrévete a tocarlo…
—¿O qué? ¿Me golpearas…? Si no hiciste nada para protegerla a ella ¿porque harías algo por él? Al menos yo si trate de ayudarla, ¡ella confiaba en mí hasta tu maldita pelea! La tregua se rompe. Ya veremos que sucede a partir de ahora.
Me soltó y me empujo, haciendo que nos separáramos más. Había arruinado aún más mi día. Ahora tenía que tener más cuidado.
Adam dio por terminado todo y se fue por el lado contrario de la calle y yo retome mi camino a casa.
—¡Iván! ¡Ven a cenar! —mi madre interrumpió mis pensamientos. Estaba recargado en el marco de la ventana viendo la casa del frente. La ventana de Luca seguía apagada. Y sentía la necesidad de querer correr a su cuarto a ver qué le sucedía. Cada minuto que sentía que estaba solo, imaginaba lo peor.
Baje aun sintiéndome extrañado de tener compañía. Ella había puesto la mesa y acomodado la comida en todo el lugar. Me senté mientras me servía en mi plato. Puré de papas y pollo frito casero.
—Oye, olvide encargártelo, pero hay descuentos en las dulcerías por día de brujas. Hay que darles dulces a los niños. —sonrió complacida. Solo faltaban unos días para Halloween. El tiempo pasaba muy rápido.
—De acuerdo.
—¿Has visto a Luca en la escuela? —su voz y su tono preocupado me hizo observarla.
—Sí, pero no se ve bien…
—La directora me dijo hace algunos días que Luca tomaría consulta conmigo por lo de su madre, pero… no ha ido y comienza a preocuparme. ¿Si lo vez en el colegio podrías llevarlo? Creo que de verdad lo necesita.
—Sí, lo intentare…
Otra preocupación.