Tú, él y yo.
II
Dulce y miedo.
“Tener poderes sobre naturales hace posible lo imposible.”
Saiki suspiro, acomodo sus gafas y observo su entorno.
Lo había hecho otra vez, cerró sus puños con cierta fuerza y sus piernas temblaban… sólo un poco, sintiéndose en parte aliviado por estar lejos de su más grande miedo y ciertamente un poco disgustado, puesto que aun no conseguía controlar su nuevo poder.
— ¿A qué mundo he llegad ahora? — Saiki comenzó a caminar, las calles lucían vacías pero estaban bien cuidadas; hacía calor, mucho de hecho, suerte que llevaba ropa ligera. —Creo que caminare un rato por aquí. — Nunca se quedaba demasiado tiempo en otros universos, no quería hacer nada que pudiera poner en peligro su integridad o la del curso de tiempo del universo en donde se encontraba, pero esta vez era diferente. —Esperare un poco hasta que sea seguro regresar.
Sus padres no estaban en casa, así que no debería preocuparse por ellos durante un tiempo, cuando su padre y su madre salían juntos solían regresar hasta tarde.
Un escalofrió recorrió su cuerpo.
Se supone que los domingos eran para descansar, de la escuela, de la presión que conllevaba mantener en secreto sus poderes y sobre todo mantener un perfil bajo en la escuela, ¿Sabes lo difícil que es medir su fuerza?
Saiki volvió a suspirar.
Últimamente estaba atrayendo demasiada atención hacia él, especialmente de las personas más raras.
— ¿Podría probar algún dulce de aquí? — se pregunto, ya que tenía la oportunidad de viajar a diferentes mundos (aunque generalmente siempre llegaba a Japón).
Poco más de cinco minutos habían pasado ya.
Faltaban quince minutos más para que pudiera regresar a su universo. La tele trasportación normal requiere un descanso de tres minutos, pero la de universo a universo requiere exactamente veinte minutos con tres segundos. Saiki piensa que podrá reducir el tiempo de espera cuando se acostumbre a ese nuevo poder.
Buco en su pantalón cuando llego a una calle más concurrida y observo algunas tiendas.
—Tsk. — Su billetera se quedo en casa. —Podría simplemente tomar algunos. — Susurro indeciso. — Y regresar después a pagar. — Esa era la mejor opción. —Técnicamente no estaría robando nada. — Saiki piensa seriamente sobre eso.
— ¡Helados! —Gritan, Saiki detiene sus pasos y regresa su mirada hacia la hermosa mujer que grita y sonríe, dando pequeñas pruebas a los niños y a los no tan niños. — Chocolate, vainilla o fresa… tenemos también de limón, té verde y el nuevo sabor de café.
La pequeña figura y sus ojos cafés le recordaron a una inusual persona.
—Me pregunto cómo estará ese chico…
—Yo estudio en la preparatoria Seirin, estoy en segundo año clase 2, me llamo Furihata Kouki. Ahora mismo no tengo mucho tiempo, voy atrasado a las prácticas y la entrenadora me va a matar, la próxima vez que vengas por aquí, te invitare un helado como disculpa. ¿O quizás una gelatina de café? Aprendí a hacerlas recientemente.
Él no pudo leer su mente para nada. Vio su sonrisa, vio su rostro y no una asquerosa masa de músculos, como usualmente es cuando se descuida (una de las razones por la que no está interesado en mantener una relación).*
Saiki podía recordar perfectamente su rostro.
—Furihata Kouki. — También su nombre, negó varias veces, había decidió olvidarlo. — Concéntrate en ese helado de café. —Habría sido muy fácil para Saiki tomar ese helado. Tan fácil como saber los pensamientos de ese chico que insistía hasta el cansancio por una cita a esa otra chica, él sólo quería un poco de diversión, nada serio como le decía.
— ¿Quieres un helado de café? — Su rostro no le demostró, pero estaba realmente sorprendido al ver al castaño a su lado, Kouki ladeo su rostro y sonrió nerviosamente, desviando su mirada de inmediato al percatarse de lo que había hecho.
Se vieron por poco tiempo, hace ya más de un mes… seguramente ese chico ni se acordaba de él, entonces de la nada va y le habla, como si le conociera desde siempre.
—L-lo siento… Quizás no me recuerdes… — Kouki efectivamente está nervioso, Saiki no necesita leer sus pensamientos para darse cuenta de eso. — ¿Ehmm? Yo soy Furihata Kouki… ¿Recuerdas al perrito que salto sobre ti? — Hace muchos movimientos innecesarios son su mano izquierda y de no ser por la bolsa que lleva en la derecha ambas manos harían lo mismo.
Saiki no puede evitar soltar una pequeña risa.
—Te recuerdo. — Asiente varias veces y observa a Kouki soltar un suspiro, quizás de alivio.
¿Entonces, eso quiere decir que ha vuelto al universo que visito primero? ¿Por qué? Hasta ahora, las veces que ha viajado nunca ha ido al mismo universo dos veces.
— ¡Qué bien! — Kouki da pequeños saltos e incluso aplaude, es como un niño pequeño. — Ummm… ¿Tienes tiempo ahora? — Saiki sabe que no debería involucrarse con nadie, especialmente con esta persona…
Debería decirle que no.
—Es un buen tiempo… — Kouki alza la bolsa que lleva con cuidado, para mostrársela a Seiki. —Hice gelatina de café.
—Tengo un poco de tiempo, si.
— ¿En serio? — Saiki asiente. — Vamos a mi casa. — su rostro se ladeo levemente, su sonrisa era amable, sus ojos eran sinceros y no podía percibir algún tipo de malicia en él.
Así que Saiki llego a la conclusión de que si no quería hacerle nada malo, entonces Furihata Kouki era un chico extremadamente ingenuo.
¿Quién invita a un desconocido a su casa?
Furihata Kouki.
¿Y qué tipo de persona acepta la invitación de un desconocido?
Yendo contra todos sus principios y contra las advertencias de su madre: Saiki Kusuo.
II
—Come, por favor. — Saiki acepto el plato y la cuchara, Kouki se sentó justo al frente de él y sonreía, le observaba atentamente y comenzaba a sentirse nervioso.
— ¿Hay algo mal conmigo?
—N-no… — Kouki desvió su mirada. Se sentía un poco apenado, muy tarde se dio cuenta de la situación en la que él mismo se había metido. Invito a una persona totalmente desconocida a su casa, para empeorar las cosas, su madre había salido.
No lo pensó, las palabras simplemente salieron de su boca, quizás tuvo tanta confianza por su voz, idéntica a la de Akashi y ahora que veía su rostro, podía encontrar ciertos rasgos que le hacían recordar a Akashi.
—Sabe bien. — Confirmo después de probar el postre. Kouki automáticamente sonrió.
—Se supone que hoy saldría con Akashi—san y por eso prepare la gelatina, pero al final él tuvo una emergencia. — Kouki se quedo con la boca abierta, dándose cuenta de la confianza que tenia para hablar con él, como si fueran amigos de toda la vida, aun más prácticamente le había dicho que esta comiéndose algo que no era para él. — N-n-no p-piense que e-estas co-comiendo las sobras o algo… — Saiki termino su porción en menos de un minutos, Kouki seguía balbuceando cosas sin sentido.
— ¿Puedo tomar otra? — Interrumpió el ataque nervioso del castaño. — Es mejor comerse esto a que termine en la basura.
—Sí. — La sonrisa de Kouki vuelve y Saiki es feliz al verla o quizás es feliz por la gelatina que Kouki le da.
II
Cuando Saiki vuelve a su universo, el sol ha comenzado a ocultarse. Prefiere quedarse fuera para esperar a sus padres cuando se da cuenta de que su enemigo aun está en casa.
Suspira.
Odia a las cucarachas, odia a cualquier tipo de insecto. Y no es porque sean asquerosos… quizás eso tenga algo que ver.
Los odia porque sus acciones son impredecibles…
Sería fácil deshacerse de la cucaracha que se había apoderado por completo de su casa, pero no soportaría saber que sus poderes tocaron a una de esas cosas.
—Prefiero morir. — Susurro. —Podría ir New York mientras espero… — Le dejaría a su madre aquel deber, ella fácilmente las atrapaba y lanzaba tan lejos como pudiera. — No, debería ir a un lugar frio para que estas estén bien. — Se dijo, levantando la bolsa que Kouki le había dado. — ¿De verdad pensaba comerse esto él sólo? ¡Ah, es verdad, me dijo que también eran para Akashi! —
¿Qué tipo de persona seria ese tal Akashi? Por como Kouki hablaba de él… seguramente era una persona importante.
—Olvídalo, ya conseguiste la gelatina… no debes involucrarte más con ese otro universo.
Un lugar frio… el monte Everest era una buena opción.