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Spiritual Souls por Airy Calith

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Caleb miró de soslayo hacia su derecha mientras conducía, para confirmar que el menor siguiera durmiendo; y así era, su protegido dormía plácidamente.

Volvió su vista al camino, ya pensaría que hacer cuando el mocoso despertara.

Era ya de noche y estaba realmente cansado, la tormenta había cesado y sólo se escuchaba el suave murmullo de una llovizna.

A esas horas no circulaba nadie y menos con el clima tan malo, pero agradecía eso, quería llegar rápido a casa y dormir.

Vió movimiento de parte de su acompañante y se tensó disminuyendo la velocidad, no quería sufrir un accidente si la pequeña bomba de tiempo despertaba, pero se relajó al ver que sólo se había acomodado mejor en el asiento.

Eso era bueno, todavía quería seguir viviendo.

La conversación con Andrew lo tenía inquieto, por alguna razón que desconocia no confiaba completamente en su jefe. Pero el trabajo era trabajo y además no era como si pudiera negarse. Las órdenes venían de muy arriba y el tenía que acatarlas.

-¿Crees que nos ocasione problemas en el viaje?- había preguntado esa mañana un poco dudoso, el menor era casi un prisionero, seguramente los odiaba.

-Tal vez, por eso tienes que tratar de ganarte su confianza y lograr que coopere.

"¿Cooperar?" Eso lo desconcertó pero no preguntó nada al respecto.

-Todavía no me has dicho para que lo quieres en Zelghast.

-No es necesario que lo sepas.

-Ya me harté de esa basura de los secretos ¿Porqué no me dices nada? Se supone que el mocoso va a estar conmigo por semanas, necesito... No, exijo que me lo digas.

Esa mirada, la forma indescifrable con la que lo había mirado Andrew, despertó por primera vez, el miedo en él, haciendo que se callara.

-Mientras menos sepas, será mejor para ambos, Caleb.

Y con eso dió por zanjado el tema.

Después de eso, Andrew le entregó algunos papeles para que firmara y le entregó los del chico para poder cruzar el sistema de control y cruzar al otro lado. Ya estaba todo arreglado, partirián en una semanael nuevo nombre de su protegido era Keith Beckett.

Giró su auto hacia la derecha y paró frente a un semáforo en rojo, apretó el volante y siseó de dolor al acordarse que tenía una herida de mordida en su mano, el culpable; Keith.

Sonrió de lado al recordarlo.

Al bajar al estacionamiento abrió mucho los ojos ante la escena frente a él, su protegido no dejaba de patalear y golpear a los guardias que lo tenían agarrado. Se acercó hacia ellos con una expresión sería, no podía creer que un niño pudiera con ellos.

-¿Cuál es el maldito problema ahora?

Uno de los guardias al que reconoció como Leo fue el que contestó.

-Lo sentimos señor pero este crío no ha parado de luchar desde que lo soltamos de las ataduras, no quiere subirse al auto.

-Maldición ¿Qué hacen ahí parados mirándome? ¡Subanlo ya!

Le lanzó una mirada de fastidio al más pequeño y se acercó hasta la puerta trasera, lanzó los papeles dentro y cerró de un portazo.

Hacer que el menor subiera fue un verdadero escándalo, aunque tuviera los ojos vendados no se dejaba y mucho menos obedecía, luchaba con sus delgados brazos y piernas, mordiendo y arañando como un gato, estaba claro que no se los pondría fácil; era totalmente salvaje. Caleb bufó fastidiado, no tuvo otra opcion que mandar a buscar un sedante. Esa fue la razón de la herida en su mano, Keith se negaba a tragar la pastilla y en un descuido Caleb se ganó una mordida. Después de que el menor quedara inconsciente, que por cierto pasó después de media hora, lograron subirlo.

Esa imagen del menor luchando como un gatito se le hizo tierna, definitivamente sería un reto amaestrarlo para que se portara bien; ya pensaría en la manera.

Después de manejar durante veinte largos minutos al fin llegó a su destino, vivía en un edificio de veinticinco pisos que era exclusivamente para los agentes contratados, Caleb suspiró al recordar que tendría que cargar al mocoso hasta el Penthouse y mientras maldecia internamente al viejo, se metió al estacionamiento privado que tenía el edificio.

A esas horas no había mucho movimiento y el estacionamiento estaba casi vacío, apagó el motor y se quedó en silencio recargado en el asiento tratando de asimilar la situacion, la idea de viajar a tierras enemigas no le gustaba para nada, no es que fuera un cobarde, pero todavía no quería viajar al mundo de los difuntos.

Pasó la mano por su oscuro cabello haciéndolo hacia atrás en un claro signo de estrés y miró a su derecha, Keith seguía dormido acurrucado en el asiento, después de mirarlo detenidamente sintió la necesidad de estirar su mano y acariciarle el cabello, pero se contuvo, definitivamente estaba perdiendo la cordura, él jamás sentiría afecto con nadie y mucho menos con un mocoso salvaje y desconocido.

Salió enfurruñado, dando un portazo rodeando al vehículo para sacar a su protegido.

Le desabrochó el cinturón de seguridad y sujetandolo de la cintura se lo hecho al hombro como un costal de papas, lo menos que quería en ese momento era ser delicado con un chico que lo único que le había dado era problemas y una enorme mordida.

El estacionamiento contaba con un ascensor, se dirigió hacia allí y después de pasar una tarjeta de identificación por una ranura las puertas se abrieron y se introdujo marcando el último piso en el panel.

"Por fin en casa"

Mientras subían sintió que el menor se empezaba a remover y emitir uno que otro gimoteo.

"Por favor ahora no" rogó internamente al sentir el movimiento del chico en su hombro, no tenía la paciencia ni las ganas para aguantar sus gritos y pataletas en un lugar tan reducido, definitivamente perdería la paciencia y lo golpearia.
Pero Keith pareció volverse a dormir ya que no se movió en todo más.

Le agradeció a todos los dioses existentes.

Las puertas del ascensor se abrieron y dejaron a la vista una enorme sala, la cual se iluminó automáticamente cuando Caleb salió del elevador.
Desde los grandes ventanales podía verse toda la ciudad iluminada y a pesar de todo el caos y las muertes que estaban padeciendo, en esos momentos parecía tranquila.

Acomodó mejor al mocoso en su hombro y después de activar la alarma por si a Keith se le ocurría escapar, se dirigió a su habitación.

Abrió la puerta y encendió las luces. Se acercó hasta la cama y depósito al mocoso boca arriba sobre ésta.

El menor soltó un quejido y se acomodó mejor, Caleb notó que estaba temblando y supuso que tal vez tenía frío, ya que sólo estaba vestido con unos pantalones cortos y una camiseta sin mangas, rodó los ojos ante aquella imagen, era ahí donde entraba al papel de "protector", no podía dejar que Keith se enfermara, eso conllevaría a un mocoso más insoportable y su labor se duplicaria; de mala gana se acercó hasta un interruptor que había en la pared y encendió la calefacción.

Se quitó el saco y lo tiró hacia un sofá que estaba en el cuarto, se aflojó la corbata y mientras se la quitaba se dirigió hacia el baño, necesitaba relajarse un momento y nada mejor que una buena ducha para eso, mientras se introducía bajo el agua, la imagen del menor sonriendole se le vino a la mente de nuevo, eso había sido extraño, tenía la vista vendada pero juraría que estaba viéndolo directamente a él.

"Es alguien importante" las palabras de Andrew resonaban en su cabeza. Nunca le dijo quien era en realidad Keith y eso lo llevó a otra finalidad; investigarlo.

Después de darse una merecida ducha salió del baño envuelto en una toalla blanca dejando su trabajado cuerpo al descubierto. Años de entrenamiento habían logrado un cuerpo escultural. Podría decirse que estaba orgulloso de eso.

Se acercó hasta el closet y buscó ropa para dormir, se colocó una camiseta gris y un pantalón de chándal negro, caminó hacía la cama donde Keith todavía seguía dormido e hizo cuentas mentalmente; tendría al menos una hora de paz. Pero su calculo se vio interrumpido cuando el pequeño abrió de golpe mostrando sus enormes y extraños ojos verdes brillantes.

¿En que momento se había quitado la venda?

Caleb observó la reacción de Keith en silencio; lo miraba con confusión, seguramente los efectos del sedante todavía seguían en su sistema.

Se quedó estático en su lugar, no quería moverse y asustarlo, eso sería un verdadero problema ya que intentaría huir y armaria un alboroto, evitaría eso a toda costa. Y para eso tendría que ser suave amable con él; consideró tirarse por el balcón.

-Tranquilo no voy a hacerte nada- Caleb trató de sonar lo más suave posible, y se acercó de golpe; grave error. Keith salió de la cama disparado como una flecha y corrió hacia una esquina de la habitación.

Caleb se estaba poniendo malditamente nervioso, no sabía que hacer, jamás habia lidiado con una persona salvaje antes. Y eso lo estaba frustrando.

-Esta bien, no voy a lastimarte-esta vez se acercó un poco menos brusco. -Keith... Keith ¿Me escuchas?

Caleb frunció el ceño ante la extraña concentración del menor y giró la cabeza buscando con la mirada, el motivo de su atención; la puerta. Una media sonrisa se dibujó en su rostro cuando entendió lo que pretendía.

Por supuesto que no, no iba a escapar tan fácilmente. Un golpe de aire lo dejó aturdido. Jamás en su vida creyó que presenciaria algo como eso. En el momento que trató de agarrarlo Keith ya había llegado a la puerta y salido de la habitación, dejándolo perplejo por la velocidad en la que se había movido. Andrew tendría que darle muchas explicaciones, demasiadas explicaciones.

Antes de ir tras él, buscó unos sedantes y entre maldiciones salió a buscarlo.

La alarma no sonó así que supuso que todavía seguía escondido por ahí, dió un respingo cuando escuchó el ruido de un plato estrellándose en el piso; bingo. Estaba en la cocina.

Ahí estaba, detrás de la mesada, temblando como una hoja.

-Maldito seas Keith, ya estoy harto de ti, y todavía es el maldito primer día ¿Podrías dejar de darme problemas?- Caleb estaba realmente cabreado.

Y su enojó incrementó aún más.

El chico estaba sujetando un cuchillo con las dos manos apuntando hacia él.

-Baja eso, vas a lastimarte- negación- Que lo sueltes ¡Ahora!

El chico negaba con la cabeza a todo lo que Caleb le decía, estaba asustado no quería estar ahí, quería volver a casa, las lágrimas empezaron a salir de sus ojos y comenzó a sollozar, aprovechandose de la guardia baja, Caleb se abalanzó sobre él; quitandole el cuchillo de las temblorosas y torpes manos.

-Escuchame bien- dijo agarrandolo bruscamente- no se como te comportabas con los guardias o con Andrew, pero conmigo no vas a hacer lo mismo.

Lo sujetó de la muñeca y lo jaló camino hacia la habitación, Keith comenzó a revolverse tratando de liberarse pero fue inútil, Caleb abrió la puerta y empujandolo dentro la volvió a cerrar poniéndole llave.

Suspiró de cansancio, mientras el menor golpeaba la puerta para que le abriera; se dirigió a la sala y se tiró en el sofá boca abajo.

"Diablos, olvidé darle el sedante" maldijo internamente.

Los brazos le comenzaron a arder y al revisarlos notó que tenía arañazos que comenzaban a sangrar, definitivamente el chico era un gato salvaje, sonrió de lado, reconocía que su protegido era valiente, nunca nadie se había atrevido a siquiera levantar la mano en su contra. Ya que eso era sinónimo de muerte segura; pero la sola idea de golpear al mocoso borró su sonrisa, jamás arruinaria esa carita tan tierna y delicada que poseía, eso sin duda sería un pecado.

El sonido del teléfono lo sacó de sus cavilaciones, se levantó a regañadientes y caminó hacia la cocina para contestar.

-¿Que quieres ahora?- dijo de mala gana; era Andrew.

-Parece que alguien no esta pasando una buena noche ¿Que pasa? Pensé que la estarías pasando genial- se mofó, enfadando más a Caleb.

-Deja de decir estupideces y dime para que has llamado.

-Tranquilo, sólo quería informarte que ya tenemos una pista de los posibles sujetos que van a estar esperándote en la entrada a Zelghast.

-Eso es bueno, no quiero tener que lidiar con esa escoria.

-Tobby los seguirá de cerca en caso de que necesiten ayuda.

-Eso suena bien, no nos vendría mal un poco de ayuda... Andrew hay algo que quiero preguntarte - Un ruido sordo hizo que saliera de la cocina- Espera un segundo.

Los sonidos provenían de la habitación y ya se imaginaba quien era el causante. 
Le daría una lección que no olvidaría en su vida.
Ignorando a Andrew al otro lado de la línea camino hacia su habitación hecho una furia, pero se detuvo en la puerta inhalando profundamente; tenía que controlarse, pero la voz irritante del mayor no ayudaba mucho.

-Caleb ¿Me escuchas? ¿Que pasa? Si es Keith tienes que ser paciente, no esta acostumbrado a las personas.

¿Paciente? Él no quería ser paciente, quería entrar y golpear al maldito mocoso.

Se pasó una mano por el rostro tratando de calmarse, tenía unas intensas ganas de golpear algo.

-Andrew voy a colgarte estoy muy cansado, tuve un día de mierda y ese mocoso no ha parado de molestar desde que despertó hace unos minutos... Hablaremos después.

-Esta bien, pero no te olvides de lo que te dije, debes tener cuidado y tenle un poco de paciencia hasta que se acostumbre a ti- Caleb rodó los ojos eso no le importaba, quería entregarlo al Gobierno de Zelghast en cuanto antes.

-No te preocupes, te avisaré si llega a pasar algo.

Escuchó una risita del viejo al otro lado, seguramente estaba divirtiéndose con la situación, sin esperar a que dijera algo colgó. Seguía parado frente a la puerta.

Los golpes y ruidos habían parado, ¿Acaso el mocoso se había calmado? Al abrir la puerta abrió lo ojos como platos, todo estaba hecho un desastre; el televisor estaba tirado en el piso, las cortinas arrancadas y en pedazos esparcidos por todos lados, la cama toda revuelta y las lámparas hechas añicos a sus pies.

Keith estaba parado en el centro de la habitación retandolo con la mirada levemente agitado, Caleb dio un paso y cerró la puerta tras él sin quitarle la mirada de encima.

-Veo que te divertiste aquí dentro.

Se cruzó de brazos.

-¿Algo que decir en tu defensa? Al parecer no entendiste lo que te dije hace un momento- caminó hacia él- Ven para acá ¿O pretendes dormir en este desastre?

El menor retrocedió negando con la cabeza, pero no apartó la mirada.

-Keith, ven aquí maldita sea, no voy a repetirlo- tal vez lo estaba espantando aún más, pero ya estaba hastiado con el asunto.

Detuvo su avance en cuanto vió que el menor abría y cerraba la boca como un pez fuera del agua, sonrió internamente al ver como fruncia el ceño en un gesto de frustración, nunca lo escuchó decir nada así que estaba un poco, sólo un poquito emocionado por hacerlo, según Andrew; no sabía hacerlo o  simplemente  no quería. La duda y emoción murió cuando Keith pronunció sus primeras palabras.

-Mu-muerete i... idiota.

Y esas dos palabras bastaron para detonar a un furioso Caleb.

-¡¿Que has dicho?!- la palabra que definiría el estado de Caleb en estos momentos era; sorpresa. 
Si, jamás pensó que le diría eso. Jamás pensó que alguien, le diría eso.

Keith parecía no querer repetirlo.

-¡Contestame! ¿Que pasa, se te esfumó la valentía? Maldito engendro- se acercó dispuesto a golpearlo, tal vez eso no era lo correcto, pero no podía detenerse; simplemente explotó.

Levantó la mano dispuesto a cumplir su cometido, pero la detuvo en el aire al escuchar lloriqueos y las súplicas del menor.

-N-no l... lo siento, por favor n... no, no me pegues.

Reaccionó.

"Demonios ¿Que iba a hacerle?"

Esa expresión, esa maldita expresión de cachorro abandonado pudo con él.

-¡Mierda!-gritó pateando una lámpara mandandola lejos- Dormirás en el cuarto de invitados, y ni se te ocurra hacer lo mismo ¿Entendiste? La próxima vez no voy a detenerme.

Keith asintió tembloroso. - E-esta bien.

-Hablaremos mañana, necesitas aclararme muchas cosas.

Keith volvió a asentir mientras mordia su labio inferior.

-Bien, ahora a dormir ha sido un largo día.

Esta vez no necesitó arrastrarlo. Eso lo dejó confundido. ¿No iba a pelear más?

Lo condujo a la habitación asignada; encerrandolo de nuevo. Pegó su frente a la puerta soltando una bocanada de aire.

Dios, necesitaba un descanso o moriría.

-Demasiadas emociones por un día-sonrió de lado- maldito mocoso problematico.

 
Notas finales:

Aqui les traigo el segundo capitulo! n.n 


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