#9. Primera vez.
450 palabras | G
—No seas tan infantil Saga —dijo Milo por quinta vez mientras terminaba de acomodarse la capa.
— ¡No pienso quedarme con ese demonio!
—Perseo no es un demonio —trató de persuadir— Es el cachorrito más dulce del mundo. A Camus y a mí nos obedece, incluso a Kanon y Aioria.
—Es porque tu endemoniado amigo a entrenado a tu endemoniado perro —gruñó cruzándose de brazos.
Milo rodó los ojos aburrido y bufó. Desde aquel día en el que Saga y Perseo tuvieron su “pelea” Saga se rehusaba a quedarse con el cachorro alegando que era muy problemático, incluso volviendo a discutir sobre la estadía del can en Géminis. Pero luego de una noche desenfrenada de sexo había logrado calmar los instintos asesinos de su pareja, hasta ahora…
—Deja de decir que todos son endemoniados —se cruzó de brazos y lo miró con la frente arrugada.
—Es la verdad. Ni siquiera Kanon era un demonio cuando era niño —bufó— Milo tienes que llevarlo a tu misión.
—Primero, la misión es peligrosa, Camus y yo tendremos que ir al templo de un dios. Segundo, Perseo es muy pequeño y se puede perder.
“Mejor para mí” pensó mientras suspiraba.
—Tercero, Saga eres mi novio, y me prometiste que me ayudarías a cuidar a Perseo cada vez que saliera de misión.
— ¡Eso no es justo! ¡Me sedujiste para que cayera en tu embrujo! —Se defendió— Ese día yo llegué cansado y tú ya estabas desnudo en la cama —lo último lo dijo bajito logrando que las mejillas de Milo se calentaran al recordar.
—De todos modos, esta será la primera vez que te quedarás con Perseo. Imagina que es un nuevo reto para ti, solo tendrás que alimentarlo y jugar con él, además cualquier cosa Aioria e incluso Deathmask te pueden ayudar.
— ¿Ese cretino también se lleva bien con tu demonio? —preguntó sorprendido.
—Te dije que Perseo era muy dulce —dijo con una sonrisa orgullosa— Anda, di que sí.
La cercanía entre Milo y él empezó a disminuir, luego de sentir el cálido aliento de Milo en su oído aceptó.
Despidiendo a Milo desde la entrada de Géminis, decidió que lo mejor sería llevar al perro dentro del templo y darle algunos de sus juguetes para que se entretuviera.
—No creo que sea tan malo —se dijo así mismo al ver como las siluetas de Acuario y Escorpio desaparecían— Bien perro endemoniado ni se te ocurra…
Giró para ver a Perseo pero éste había desaparecido.
—Oh no —se puso azul al escuchar un estallido, corrió hacia dónde provenía encontrando su cocina hecho un desastre— Mierda, ni siquiera pasó un minuto —pensó con molestia.
Esa sería la primera y última vez que aceptaba cuidar a Perseo.
#10. Mito.
482 palabras | G
—Creo que debería quedarme…
—Ni lo pienses Milo, hemos planeado esto por días, incluso antes de que apareciera ese demonio.
—Pero esta vez saldremos los dos…
—Milo —advirtió, el menor suspiró y recargó su cabeza en el hombro de Saga.
Luego de casi sufrir un destrozo en Géminis, el patriarca había accedido a las vacaciones que solicitó Saga, con la excusa de tener días de “relajación” al lado de Milo y lejos del endemoniado perro que parecía llevarse bien con todos menos él. Claro que Shion le había catalogado como “exagerado” solo por pelear con el pequeño Perseo, incluso se había burlado de su incapacidad de cuidar y entrenar a un perro. Pero si con eso le otorgaba el acceso libre, Saga lo soportaría.
—Saga…
—Si vas a volver a hablar de tu perro, te advierto que no te escucharé.
—No es eso —hizo un mohín de disgusto— Quería preguntarte ¿A dónde iremos?
—Será una sorpresa —confesó con una sonrisa amplia. Milo alzó una ceja divertido.
—No tienes idea a donde ir ¿verdad?
—Cállate —contestó mientras que escuchaba la suave risa de Milo.
Por supuesto que si había elegido un lugar para pasar sus vacaciones. Solamente no se lo diría a Milo. Quería sorprenderlo con todo y lujos.
Cuando la ciudad de Cancún ya era visible, Milo sonrió entusiasmado. Había escuchado por boca del mismo Kanon que era un buen lugar para relajarse y disfrutar su tiempo de parejas, tal vez podrían fortalecer cada día más su noviazgo.
Al pisar el enorme hotel Milo se entretuvo leyendo los panfletos mientras que Saga los registraba. Había tantas actividades que podían llegar a realizar juntos que no sabía por dónde empezar, tan concentrado estaba que dio un pequeño brinco al ver frente a él una pequeña niña de no más de siete años, con el rostro redondeado y cabellos oscuros. Su vestido algo desgastado era blanco con pequeñas flores amarillas.
—Hola… —saludó algo extrañado. La pequeña sonrió y juntó sus manitas detrás.
—Dile a tu novio que no pida la suite 307, escuché que ahí habitan fantasmas —dijo con una voz tierna que le causó escalofríos.
—No creo que los fantasmas existan —dijo tranquilamente, sintiendo algo de incomodidad por la cara risueña de la menor.
—Milo ya nos registré ¿Has decidido a dónde ir? —al escuchar a Saga Milo suspiró aliviado, dando un rápido vistazo a la niña se acercó a su pareja.
—Mmm sí. Saga dile a la niña que los fantasmas no existen —dijo en voz baja, para que la pequeña no lo escuchara
— ¿Niña? ¿Cuál niña? —preguntó mirando por todos lados. Milo al ver que la niña había desaparecido se quedó quieto.
—Olvídalo… —dijo no muy convencido— ¿Qué habitación nos toca?
—La suite 307 —respondió con una sonrisa— Tiene una bella vista al mar además…
Pero Milo ya no escuchaba, en su mente las palabras de aquella niña le tenían nervioso.