#13. Reconciliación.
380 palabras | NC-17
Arreglar sus diferencias con Saga era a veces muy satisfactorio, sobre todo cuando luego de hablar el sexo seguía. Por eso cuando volvieron de la playa, Milo quiso darle una sorpresa. Logrando que Saga saliera por unos minutos de a habitación ambientó todo.
Una sonrisa se formó al recordar abrió sus ojos al sentir más profunda el miembro del mayor. Su mirada empezó a oscurecerse mientras que su cuerpo cubierto por una fina capa de sudor caía sobre la cama de manera brusca. Enredando sus piernas a la cintura y aferró sus uñas en la ancha espalda, sintiendo como las estocadas empezaban a hacerse cada vez más fuerte. Soltó un gemido gutural cuando tocó esa zona sensible y cerró los ojos dejando escapar su semilla entre ambos vientres mientras su amante seguía las fuertes estocadas. ¿Cuántas veces se había derramado? Ya había perdido la cuenta completa.
—Saga… —gimió con fuerza cuando de un solo movimiento lo hizo cambiar de posiciones, esta vez enterrando su rostro contra la almohada.
Saga acarició a piel tersa bañada con su sudor y llevo sus labios hacia la espalda descubierta. Con sus dientes hizo un camino de mordidas hasta llegar a los redondos glúteos donde mordió con más fuerza hasta dejar su marca en él.
— ¡Oye! —Gritó con un fuerte sonrojo— ¿Por qué diablos hiciste eso?
—Estoy marcando territorio —dijo con simpleza— Quiero que todos sepan que me perteneces.
—Puedo entender tu posesividad, pero… ¿Por qué en el trasero? ¿Quién carajos me verá ahí?
—Upss —soltó sin pena. Mientras seguía arremetiendo contra Milo— Entonces te dejaré en el cuello… —canturreó con una sonrisa.
— ¡No te atrevas! —dijo intentando controlar los gemidos que escapaban de sus labios.
Aprovechando el descuido del menor se acercó para morder y succionar su cuello con fuerzas.
— ¡Saga!
—Ahora si estas marcado… —susurró en su oído— Aunque creo que necesitas más marcas…
—Si lo haces te clavaré las quince agujas… —gruñó bajito mientras aferraba sus manos a las sábanas.
— ¿Qué? —siguió dando fuertes estocadas que lograron sacar más gemidos de los labios de su amante.
Milo no se lo diría, pero disfrutaba esas marcas que el mayor le daba. Adoraba ese lado posesivo que mostraba por él. Aunque debía admitir que él también estaba ansioso por dejar sus marcas en Saga.
#14. Libro.
458 palabras | G
Se miró por tercera vez y suspiró resignado, la camisa que Saga le había dado para que usara ese día como pijama le parecía extremadamente grande, por no decir, demasiado. No entendía que era ese fetiche de Saga de hacerlo vestir con su ropa, generalmente había visto a las mujeres usar la ropa de su pareja haciendo que luzcan sexys, pero él no era mujer, y para sus ojos no se veía sexy… ni tierno. Saga siempre había sido más alto y su torso más ancho al igual que sus músculos, era normal que su ropa le quedara grande, o eso quería hacerse creer.
El inusual silencio que se sentía en la habitación cuando salió del baño le empezó a preocupar. Creyó que Saga brincaría hacia él y le diría que tuvieran sexo pero cuando miró hacia la cama, no estaba.
—Qué extraño —susurró.
Fue cuando el ruido de alguien cerrando la puerta lo hizo girar. Saga venía leyendo una carta mientras en su brazo cargaba un paquete forrado de plateado.
— ¿Qué traes? —preguntó curioso al verlo tan concentrado.
—Un paquete —respondió ausente, sin embargo al recordar que con quien hablaba era Milo y no Kanon sonrió apenado— Lo siento…
—Más te vale —susurró y luego alzó una ceja— ¿quién te envía un paquete aquí?
—es de Sigmund, el amigo del tal Surt. Al que enfrenté en Asgard…
Milo dejó de escuchar al oír la palabra “Asgard” para ser sincero no guardaba gratos recuerdos de allí primero por la amistad entre Camus y Surt y segundo por –también-en- la amistad de Saga y Sigmund. ¿Es que estaba condenado a siempre estar rodeado de Asgardianos? Y ahora lo que le preocupaba era… ¿Por qué le envía paquetes y cartas a Saga? ¿Cómo supo dónde estaban?
— ¿Me estas escuchando? —la voz de Saga lo sacó de sus pensamientos.
—Si… lo siento. ¿Qué me decías?
Saga suspiró mientras negaba con la cabeza y dejó la carta sobre la cama mientras tomaba asiento. Milo imitó esa acción y por un momento estaba tentado a leer el contenido de la dichosa carta, pero debía esperar a que Saga se lo permitiera. Además debía confiar en él ¿no? Miró a Saga esperando que se dignara a abrir y cuando al fin lo hizo Saga se paralizó.
— ¿Saga? —preguntó con cautela al ver lo rígido que se puso.
—Lo voy a matar —susurró mientras se levantaba y buscaba el teléfono.
Sin esperar Milo tomó el paquete y sacó el contenido, sorprendiéndose al ver que era dos libros.
“10 pasos para complacer a tu joven pareja” “Cómo hacer que se te paré cuando ya estás viejo”
Escuchando el grito de Saga al otro lado de la habitación Milo no pudo evitar reír divertido. No debía preocuparse.