#15. Distancia.
498 palabras| G
Suspiró por enésima vez en ese día, ocasionando que su acompañante soltara un gruñido en protesta. Hace unos días había regresado con Saga al santuario, siendo recibidos por la misma Athena que envió al mayor de misión quedándose solo con Perseo y Camus, quien apenas se enteró lo arrastró al octavo templo. Pero desde hace días no sabía nada de Saga y la distancia con el gemelo era tanta que ya lo extrañaba.
—Saga —soltó como suspiro, Perseo a su lado ladeó la cabeza con curiosidad y lamió su mano. Sin embargo su acompañante gruñó esta vez más fuerte y dejó el libro que intentaba leer.
— ¡Ya basta Milo! —Gruñó— Saga se fue de misión no está muerto…
—Pero no me ha llamado —se quejó desparramándose en el sillón hasta que su cabeza cayó sobre las piernas de su amigo— Desde que salió no se ha comunicado conmigo… ¿y si le ha pasado algo?
—Mejor para mí —pensó mientras acariciaba los cabellos de su amigo. Pero al verlo tan decaído dijo— La misión debe ser algo complicada, tal vez por eso no tiene tiempo de llamarte, o quizás a donde se ha ido no hay señal ¿Recuerdas que nuestra misión era en un templo que intentaban profanar?
—Sí…
—No había señal —dijo— Por eso te digo que tal vez él no puede. Intenta relajarte y deja de suspirar su hombre.
Milo alzó una ceja con curiosidad al notar el malhumor que invadía a Camus y sintió que algo no le quería decir.
—Camus, ¿estás bien?
—Si —contestó con su habitual indiferencia, pero al sentir la mirada insistente de Milo suspiró— ¿Qué?
—Cada vez que mención a Saga te enojas.
—No lo hago —contestó enojado.
—Lo acabas de hacer.
—Milo…
No le dio tiempo a terminar, pues lo pasos apresurados de Kanon al entrar a la sala de Escorpio interrumpió. Llevaba en sus manos una laptop donde hablaba con Saga. Al verlo sus ojos brillaron emocionados y le quitó la computadora.
— ¡Saga!
—Lamento no llamarte antes Milo —dijo apenado— La misión fue algo difícil pero creo que estaré en el santuario mañana por la tarde.
— ¿En serio?
— ¡Claro! Nunca rompo mis promesas —al decirlo sonrió ladino, sabiendo –gracias a Kanon- que Camus estaba ahí. Y al parecer la indirecta le llegó pues el acuariano dio media vuelta saliendo más molesto que antes dando un fuerte portazo. Estaba en su habitación.
—Saga…
— ¿Qué? No dije nada malo —contestó con falsa inocencia— En fin, te tengo una sorpresa que te va a encantar.
— ¿Qué sorpresa? —preguntó curioso.
—Si te digo ya no lo será —contestó, un hombre apareció detrás de su novio llamándolo y Saga lo miró mientras se disculpaba y prometía llamarlo luego.
Milo se quedó pensativo intentando descubrir que era lo que Saga le daría y sobre todo como debía hablar con Camus que seguía molesto. Le devolvió la laptop a Kanon y se despidió de él mientras se sentaba, ya después se encargaría de calmar a su amigo.
#16. Animales.
470 palabras | G
— ¡Apresúrate Kanon! —gritó mientras seguía limpiando la sala.
Kanon suspiró con resignación y siguió sacudiendo los adornos que ambientaba el lugar, dio una rápida mirada a Camus que también lucía frustrado y siguió con su labor.
Hoy era el día que saga regresaba al santuario, y hoy era el día que Milo los obligó a trabajar para recibir al mayor. Kanon no iba a admitirlo nunca pero envidiaba a su hermano mayor. Ese día Milo había preparado un festín por el regreso de su igual, algo que nunca le habían hecho a él. Tenía celos. Era tan grande el amor de aquel muchacho que lograba hacerle sentir extraño y anhelar tener una persona similar para él.
Volvió a mirar de reojo a Camus que miraba cada cierto tiempo al menor. Parecía que sentía lo mismo. Milo era un hombre excepcional, y Saga tenía mucha suerte.
— ¡Milo! —la voz de su hermano rompió el silencio. Saga venía con un enorme paquete de color celeste que extendió hacia Milo— Sorpresa…
No pudo terminar de hablar cuando sus ojos vieron el enorme cartel de “Bienvenido Saga”.
— ¿Qué es todo esto? —susurró sorprendido, a la par que Milo tomaba el regalo de las manos de Saga.
—Quise hacerte una gran bienvenida —susurró el carmín pintaba sus mejillas y la vergüenza se hizo presente— Ahora siéntate para seguir con tu bienvenida —ordenó con la voz nerviosa.
—Lo haré pero primero abre tu regalo —dice con una sonrisa, mientras que Perseo miraba la caja con curiosidad.
Cuando Milo se acercó al sillón, Perseo se sentó a su lado. Cuando la caja se abrió, una cabecita de color café claro y ojos claros se asomó, haciendo que Perseo soltara un bufido disconforme.
—Saga… —susurró sorprendido. Kanon y Camus que estaban cerca estaban más sorprendidos— Pensé que no querías a los animales.
—No me gustan —aclaró— Pero el viaje me hizo entender que es necesario tener mascotas y por ese te traje a Lila, es también de la misma raza que tu demonio y tal vez se lleven bien.
—No sé qué decir… —susurró sintiendo el cosmo molesto de Camus atrás de él y la incomodidad de Kanon. Perseo también demostraba su inconformidad al ver a la cachorrita que parecía tener tres meses.
—No te vas a deshacer de Perseo —gruñó al fin Camus mientras el pequeño Husky siberiano gruñía apoyando a su segundo dueño.
—Lila se quedará y punto —devolvió el gruñido Saga. Lila sato de la caja y se puso de lado del mayor en la misma posición que Perseo.
Milo que estaba en el medio soltó un suspiro resignado por la pelea que humanos y canes empezaban. Kanon ya se había escapado dejándolo solo. Pero no podría enojarse, le gustaban los perros y tenía la seguridad que Lila se llevaría bien con Perseo… algún día.