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Destronado por MyDarkestDesires

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Notas del capitulo:

Hola mis queridas lectoras!! Llevo un tiempo leyendo que os gustarían capitulos mas largos y bueno...os he escuchado y me he esforzado por hacer un cap casi el doble de largo de lo habitual y no haceros sufrir con la espera hasta el proximo sabado XD

 

Espero que os guste :)

-¿Naruto?-Tsunade irrumpió en la habitación-. ¿Qué estás haciendo?

-Estaba buscando unos libros de cuentas- dije tratando de ocultar el susto que me había dado.

-Son esos archivadores de ahí, baka- respondió señalando unos muebles de metal al otro lado de la habitación.

-Gracias. ¿No habéis pensado en poner los libros de contabilidad en una sala distinta a los historiales médicos?

Ella se encogió de hombros.

-Llevamos años funcionando así y nunca ha habido problema. Lo que pasa es que eres demasiado despistado-dijo en tono socarrón.

Tsunade se acercó a coger un historial que necesitaba y yo hice lo propio con los documentos que buscaba.

-Hasta luego, ba-chan- me despedí.

No pude echarle una hojeada a la historia de Obito Uchiha pero ahora sabía dónde podía encontrar respuestas, o al menos, parte de ellas.

***

Tal vez venir de noche no había sido la mejor idea. Creí que así tendría menos posibilidades de ser visto. El hospital, aunque más tranquilo, nunca descansaba. Todas las luces estaban encendidas y siempre había algún médico paseándose por los pasillos.

Había estado dando vueltas en mi cama, intentando dormir, pero el hecho de tener las respuestas tan cerca, saber donde estaban, me hacía permanecer en vela. Tenía demasiada curiosidad, tanta que no era capaz de esperar al día siguiente.

Sin embargo, había tomado ciertas precauciones por si alguien me reconocía y le comentaba algo a Tsunade oba-chan. Me puse unas gafas de pasta y un gorro de lana que me picaba demasiado, pero tenía que aguantarme si quería ocultar mis cabellos. No era el mejor disfraz del mundo, pero supuse que serviría.

Me deslicé con sigilo a través de los pasillos, sin llamar la atención y abrí con cuidado la puerta del “almacen” donde se guardaban todos los documentos. Miré a mis lados, cerciorándome de que nadie estaba rondando por los corredores cercanos y me adentré en la habitación.

Rebusqué entre los expedientes a oscuras. Apenas podía distinguir los nombres en las fichas. Cuando encontré la de Obito, me di cuenta de que su historial era bastante grueso. Lo metí bajo mi chaqueta y me refugié en mi despacho, el cual cerré con llave por dentro para evitar que alguien entrara por sorpresa y me dispuse a leerlo.

 

Consulta de psiquiatría

Paciente: Uchiha Obito

Sexo: Doncel

Edad: 36

El paciente ha sido remitido a consulta de psiquiatría debido a una crisis. El paciente asegura que hay un complot para eliminar a toda su familia. Presenta ideas obsesivas respecto a este tema. Se mantiene constantemente alerta y durante la entrevista ha presentado signos de inquietud, sudoración, temblores. Su discurso es poco fluido, con ideas inconexas, no mantiene contacto visual con su interlocutor, dirige la mirada a todas partes, temiendo que alguien le esté escuchando. Llega a sentir sospechas de cualquier individuo, ya sea desconocido o de su propia familia.

Muestra un comportamiento hostil y una personalidad cerrada.

Durante la entrevista el paciente ha sufrido una crisis de pánico. Los profesionales médicos han conseguido estabilizarlo y calmarlo exitosamente.

Tras este ataque, el paciente no es capaz de reconocer su propio nombre. Ahora responde al nombre de Tobi. El paciente ha desarrollado una personalidad aparte, en la cual se refleja a un ser inocente y asustadizo, con mentalidad y comportamientos similares a los de un niño pequeño.

Diagnóstico: trastorno de personalidad paranoica junto a un trastorno de personalidad disociativo.

Tratamiento: ingreso inmediato en el área de psiquiatría hasta notar mejoría. Psicoterapia y tratamiento farmacológico.

Revisé todas las fechas de ingreso al hospital y me di cuenta de que la última era de hace apenas cuatro días.

Sentí pena por Obito, tenía que estar pasándolo verdaderamente mal. Necesitaba a alguien que le brindara apoyo y que estuviera a su lado y era obvio que esas personas no eran su familia.

Devolví el expediente a su sitio y me adentré al área de psiquiatría. Oí a gente gritando histérica, murmullos y frases inconexas y vi a familiares preocupados, al borde de las lágrimas.

A pesar de lo mucho que quería hablar con Obito, me di la vuelta y me fui pues atisbé a mi madre al final del pasillo. No había pensado en que ella podría estar trabajando esta noche. Tendría que acercarme en otro momento.

***

Había prometido a Deidara que iría a su exposición, y ahí me encontraba. Sin embargo, Deidara no estaba por ninguna parte. Miré sus cuadros con detenimiento, la mayoría eran abstractos y en ellos había una auténtica explosión de colores. Eso me recordó a una conversación que tuvimos. Él me dijo “El arte es una explosión”. A Deidara más que pintar, le gustaba el arte efímero, pero no cualquier tipo de arte efímero; a él le gustaba hacer grandes y preciosas esculturas de arcilla y después hacerlas explotar. Era una pasión bastante  extraña y la primera vez que me lo contó llegué a pensar que era algún tipo de psicópata reprimido o algo así. Él me explicó que quería reflejar la brevedad y la fragilidad de la vida ya que “nada dura para siempre” según él. “¿Y qué hay del amor?” recordé haberle respondido. Él simplemente me sonrió y me dijo que eso me tocaba averiguarlo a mí.

Algo más me llamó la atención: la firma de Deidara. Ninguno de sus cuadros tenía escrito su nombre sino una especie de garabato a modo de firma. De pronto caí en la cuenta de que si él quería ocultarse, no firmaría nada con su nombre ni tampoco haría acto de presencia en su propia exposición. Miré el folleto que llevaba entre las manos; su nombre tampoco figuraba en la lista de artistas locales que participaban en aquella galería de arte.

-Vaya, no sabía que eras un amante del arte- oí a mis espaldas.

Cuando me di la vuelta, vi frente a mí a Sai, desplegando una amable sonrisa en su rostro que parecía demasiado artificial.

-La verdad es que no sé gran cosa sobre arte-dije avergonzado.

-Conozco a la persona que hizo esto- señaló las pinturas de Dei-. Hace mucho tiempo que no sé de él y no lo he vuelto a ver ni siquiera en sus propias exposiciones. Es raro, ¿no crees?

-Los artistas sois todos unos raritos-comenté tratando de quitarle hierro al asunto-. ¿Y tú? ¿No expones alguna de tus obras?

-Sí, sígueme.

Me quedé maravillado ante las obras de Sai. Maravillado no era la palabra correcta. Más bien estaba impresionado. Sai tenía obras preciosas y realistas, sin embargo, las que me causaron verdadero shock fueron otras más oscuras y abstractas que producían una sensaciçon de angustia e inquietud en mi interior.

-Ya sé que no son tan buenas como las de Deidara-san pero…

-Son maravillosas-respondí embelesado y perturbado al mismo tiempo.

Sai pareció sentirse incómodo ante mis halagos así que optó por cambiar de tema.

-¿Hoy no estás con el Uchiha?

-No quiero hablar de él- murmuré con un deje de tristeza.

Nos quedamos sumidos en un incómodo silencio. Sai se apartó de mi lado cuando alguien le preguntó interesado por uno de sus cuadros. Me quedé vagando solo entre las pinturas con un sentimiento amargo en la boca.

De pronto me sobresalté. Unas manos frías rodeaban mi cintura.

-El trabajo es más triste y aburrido sin ti, rubito.

-Déjame en paz, Gaara.

-¿Por qué te fuiste? Nos lo hubiéramos pasado muy bien.

Intenté librarme de él pero sus dedos se hundían en mi cintura, reticentes a dejarme ir.

-¿Quién es este pelirrojo?-gracias al cielo, la aparición de Sai distrajo a Gaara y logré soltarme.

-No es nadie-bufé airoso-. Vámonos Sai- y le agarré de la muñeca.

Lo conduje hasta una cafetería cercana.

-Lo siento, no debería haberte arrastrado conmigo. Tienes clientes que atender y…

-No importa-se acomodo en su asiento-. Así que, ahora dime, ¿quién era ese pelirrojo?

-Un acosador.

-Parecía conocerte.

-Es mi exjefe.

-Oh, vaya.

-Sí, vaya. Parece que ni siquiera huyendo de mi trabajo voy a poder librarme de él.

-Hay algo más, ¿verdad?-inquirió.

-¿A qué te refieres?-le miré confundido.

-Tu expresión. He leído sobre el tema. Tienes el ceño fruncido, eso quiere decir que hay una razón subyacente a parte de lo que me has contado para que le odies tanto.

-Él y Sasuke…-susurré-. No, no lo sé. No sé lo que pasó pero me lo imagino. Esos dos…se besaron en mis narices y luego se fueron y viendo como es Gaara, puedo imaginarme el resto- un lamentable gemido salió de mi boca.

-Oh, vaya.

-Sí, vaya.

***

Esperé a la hora del descanso para internarme en el área de psiquiatría. A pesar de que esta vez Kushina no estaba, me encontré con otro problema: la habitación de Obito estaba vacía.

Volví al almacén y comprobé en su ficha que lo habían trasladado al psiquiátrico a las afueras de la ciudad. Su condición había empeorado y necesitaba unos mejores cuidados que los limitados servicios que podían ofrecerle en el hospital.

Maldije por lo bajo. Últimamente nada parecía salirme bien.

***

¿Qué estaba haciendo? Realmente me estaba volviendo loco. ¿Por qué estaba tan obsesionado con la familia de la persona que más daño me hizo? Tal vez era mi naturaleza curiosa que no me permitía dejar un misterio a medias o tal vez mi forma de ser, ya que quería comprender el sufrimiento de la familia Uchiha y ayudar al pobre Obito aunque ni siquiera lo conocía.

Todos estos pensamientos daban vueltas y vueltas en mi cabeza mientras miraba la imponente fachada del psiquiátrico.

Suspiré. Ahora que había llegado hasta allí, no era momento de echarse atrás.

Me adentré a una pequeña salita de recepción. Una mujer entrada en sus cincuenta, me preguntó con una sonrisa lastimosa si podía ayudarme en algo.

-Vengo a visitar a Obito Uchiha.

-¿Es usted familiar suyo?- preguntó mientras miraba la pantalla de su ordenador.

-S-sí-respondí no muy convencido.

-No parece usted un Uchiha-examinó mi piel tostada, mis ojos cerúleos y mi cabello dorado. Obviamente no encajaba entre los Uchiha.

-Verá…-me iba a arrepentir de lo que estaba a punto de decir pero si me iba por la puerta a estas alturas iba a resultar todavía más sospechoso- soy el esposo de Sasuke Uchiha, el sobrino de Obito.

-Muy bien-dijo no muy convencida. Sin embargo, sacó de un cajón un libro de visitas y me lo extendió-. Ponga sus datos aquí.

La mujer me dio las indicaciones para encontrar el locutorio donde se realizaban las visitas; obviamente no me iban a dejar entrar en las habitaciones de los pacientes. Esperé impaciente en la sala. Inspeccioné cada rincón. Era una sala sobria, con apenas muebles y colores suaves para no excitar demasiado a los pacientes. Todos los objetos que habían considerado potencialmente peligrosos para los pacientes, ya sea para herir a alguien o para autolesionarse, fueron eliminados de la sala hace mucho tiempo; de hecho, solo permanecían las sillas y las mesas en la sala porque estaban ancladas al suelo y nadie sería capaz de moverlas.

Un enfermero entró en la sala. Acompañaba a un alegre Obito. La escena era un tanto extraña ¿Cómo alguien podía lucir así de entusiasmado cuando estaba ingresado en un centro psiquiátrico, lejos de las personas que ama?

Cuando Obito se sentó frente a mí, el enfermero se retiró a una esquina de la sala, para darnos un poco de privacidad.

-¿Te conozco?-inquirió él.

-Me temo que no-sonreí con torpeza-. Me llamo Naruto.

Silencio. Obito miró a su alrededor con aire preocupado.

-¿Qué quieres de mí? ¿Vienes por orden de ellos? Yo no sé nada, de verdad. Ya conté todo lo que sabía- gimoteó acongojado.

Sabía que no podría sacarle la información así sin más a Obito. Tenía pensado ganarme su confianza primero pero, para estar loco, parecía haber leído muy bien mis intenciones. Tendría que andarme con pies de plomo.

-Soy amigo de Sasuke. Me habló de ti y me pareció que estabas muy solo y que tal vez necesitases a alguien con quien pasar un rato entretenido ya que Sasuke está siempre tan ocupado…

-Ja-respondió cínico-. No creo que te hayan hablado de mí. Soy una vergüenza, algo que quieren ocultar y actuar como si jamás hubiese existido. ¿Cómo crees que reaccionaría la gente al enterarse de que un miembro de una prestigiosa y respetable familia como los Uchiha se ha vuelto completamente loco? Caeríamos en completa desgracia, mucho más de lo que ya estamos.

-¡Pero son tu familia! Seguro que a pesar de las apariencias ellos te quieren y vienen a visitarte a menudo y…

Obito rio divertido.

-Nadie viene a visitarnos. Ni a Obito ni a mí. Tobi no lo entiende. Tobi ha sido un chico bueno.

Me quedé de piedra. De repente Obito había dejado salir a Tobi. Traté de recomponerme como pude y seguir adelante con la conversación.

-Y por eso estoy yo aquí-le sonreí con ternura-. Porque has sido un chico bueno te he venido a visitar y pasaremos  un rato divertido juntos, ¿sí?

A Tobi se le iluminaron los ojos como si de un niño pequeño se tratase.

-¿De verdad?

-Claro que sí.

-El tiempo de visita se ha acabado- nos anunció el enfermero.

Vi cómo arrastraban a Tobi de vuelta a su habitación y antes de cruzar la puerta se giró hacia mí y me preguntó:

-¿Vendrás de nuevo?

Asentí con una sonrisa en mis labios.

-Nos vemos-me despedí.

Cuando salí de la institución no pude evitar pensar que la vida era injusta. Obito era una buena persona, de eso estaba seguro. Me horroricé de la crueldad de su propia familia; nadie merecía ser tratado así. Mi odio creció hacia el teme y su familia. Por lo visto trataban como basura a todo el mundo, incluido a su propia familia. ¿Qué atrocidades habrá tenido que pasar para estar aquí? Dicen que el tiempo cura las heridas, pero temía que las suyas eran demasiado profundas como para poder sanarse por sí solas. Él necesitaba a alguien a su lado, y por lo visto, ese alguien no iba a ser su familia.

Notas finales:

Espero que no haya quedado muy confuso ya que hay un monton de escenas distintas...

Decidme que os ha parecido :D


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