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Un regalo desde Rusia con amor. por LaGataenelTejado

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Capítulo 5. Como el perro y el gato.

 

No podía dejar de mirar a Mello. Le era imposible apartar los ojos. Y no era simplemente por el beso, o mejor dicho, los besos tan húmedos y calientes que habían compartido el día anterior sobre el sofá. Si se ponía a recordarlo, Matt comenzaría a tener un problemita entre las piernas.

 

Le miraba porque no podía creerse que el rubio estuviese sentado sobre uno de los muros bajos del instituto, comiéndole los morros a Kevin Peters, uno de los universitarios que estudiaba cerca de allí. El tío era conocido por su bisexualidad y sus numerosas conquistas amorosas, teniendo además un cuerpazo de escándalo.

 

Si. Matt quería matarlo y trocear su cadáver en cachitos pequeños para tirarlos al mar.

 

-Si sigues mirando vas a terminar fusionándote con ellos.

 

Ya estaba Lawliet recordándole lo patético que era por no poder dejar de gruñir por lo bajo y mirar al rubio.

 

-Es que no puedo creer que esté con ese imbécil. - cruzándose de brazos, se tumbó sobre el césped, dándole la espalda a esa escenita de baboseo que se estaba llevando a cabo a varios metros de distancia.

 

-¿Y a ti que mas te da?. Si a ti Mello no te interesa, ¿no?. - su risita y la mirada socarrona que le dedicó, hicieron que Matt apretase los dientes.

 

-¡No! ¡No me interesa en absoluto!.

 

Que vil mentira. Matt estaba desesperado. Y no quería admitir que le gustaba Mello casi tanto como sus consolas portátiles.

 

-Ya veo, ya... - se sacó el móvil del bolsillo, sonriendo de medio lado y relamiéndose el labio cuando vio la foto de Light semi desnudo. Eran muy aficionados a eso de intercambiar fotos sensuales.

 

-¿Como está Light?. ¿Sigue enfermo?.

 

-Caliente. Y no solo por la fiebre.

 

-Oh, gracias por el dato innecesario. - enfurruñado, volvió a sentarse para observar como Mello reía junto al tal Kevin, caminando ahora hacia el interior del edificio. - ¿Donde irán?. - casi estuvo apunto de ponerse en pie y salir corriendo tras ellos.

 

-Yo creo que a follar. - lo dijo tan tranquilo que Matt entre abrió los labios, refunfuñando.

 

-No será capaz.

 

Ni él mismo se creía sus palabras. Mello ya había dejado claro que no era precisamente un santurrón.

 

-Bueno, yo lo haría.

 

-Se perfectamente que vuestra vergüenza no tiene limites. Gracias por recordarlo. - se apartó el pelo de la frente, terminando por despeinarse a si mismo debido a la rabia con la que se sacudió el cabello. - ¿Sabes?, creo que me largo a casa. Mi madre trabaja y mi padre duerme hoy fuera, así que me voy. - se puso de pie, limpiándose el pantalón unos segundos.

 

-No deberías irte, vas fatal con el temario de Matemáticas y el examen es dentro de tres días. Deberías quedarte.

 

Matt evaluó las duras palabras de su amigo, porque a pesar de todo, llevaba razón. No se enteraba de una maldita mierda del temario numérico por primera vez en su vida, y le molestaba pensar que aquello le estaba ocurriendo desde que Mello llegó al instituto.

 

Volvió a sentarse, mirando distraído el punto exacto por donde habían desaparecido los otros dos. Recordó que en breve, tendría que acompañar a Mello de compras para preparar las cosas del viaje a la montaña.

 

-Encima tendremos que dormir en la misma habitación... - casi hablaba para él mismo. Hizo que su amigo le mirase, negando con la cabeza.

 

-Estáis como el perro y el gato. Tu gruñendo y el otro pasando de todo. Cuando folléis se te van a quitar las tonterías.

 

Se puso tan rojo, que casi tuvo que esconder la cara entre sus rodillas. Apretó los puños, notando su corazón latir frenéticamente y la entrepierna contenta, pidiendo permiso para endurecerse. Solo de pensar en tener sexo con el rubio la garganta se le secaba y la sangre se le concentraba en una zona muy delicada del cuerpo.

 

-No vamos a follar. Yo no soy gay.

 

-Claro, lo que tú digas, Matt. - se rió de su amigo unos minutos, haciéndolo enfurecer tan rápidamente que lo hizo ponerse en pie.

 

-Te lo voy a demostrar. - miró a ambos lados del patio, localizando a Lindsey con sus amigas sentadas en un banco. - Verás ahora.

 

Estaba seguro de que parecía un maldito pato mareado cuando echó a caminar directo hacia la muchacha. La gente le observaba curiosa, porque normalmente, Lindsey imponía bastante ante los chicos. Siempre era como la chica inalcanzable a la que todos querían llevarse a la cama.

 

Se le hizo eterno el camino, a pesar de ser relativamente corto. Carraspeó la garganta, ruborizado y tembloroso, plantándose frente a la chica. Sus amigas le evaluaron con la mirada, decidiendo si era lo suficientemente bueno como para hablar con ella.

 

-Lindsey...oye...yo...

 

Ella le observó callada, esperando lo que normalmente le decían casi cada día. El típico rollo de...”me gustas mucho” “sal conmigo”. Se cruzó de brazos, omitiendo una risita cuando se fijó en las orejas de Matt, tan rojas que casi parecían apunto de estallar.

 

-Hola Matt. ¿Que quieres?.

 

Se desconcentró en cuanto vio la cabellera rubia inconfundible de Mello a unos metros de distancia. Iba tocándole el brazo a Kevin, riendo y con una expresión bastante relajada en el rostro. Estaba claro a lo que se habían dedicado aquel rato de ausencia o al menos, estaba claro en su cabeza. Mierda, estaba tan enfadado y celoso. Un momento, ¿celoso?. Dios, realmente quería matar a ese cabronazo.

 

-¡Matt! - Lindsey chasqueó los dedos frente a él, llamando su atención.

 

-Ah, perdona. Yo... solo quería saber si te gustaría que fuésemos a tomar café o algo.

 

Ella sonrió sutilmente, tocándose el cabello satisfecha y ladeando un poco el rostro.

 

-Está bien. Pero aún sigo algo enfadada porque no viniste a mi fiesta... - puso morritos, haciendo un puchero falso con los labios. A Matt le habría encantado morderle la boca si sus pensamientos no estuviesen centrados en cierto ruso de cuerpo felino. - Llámame.

 

Asintió, tomando con los dedos temblorosos el teléfono de Lindsey apuntado en un pequeño papel. Vio por el rabillo del ojo como Mello se despedía del guaperas y echaba a caminar hacia Lawliet, sentándose a su lado y riendo al cabo de los segundos. Que mierda, odiaba que sus amigos compartiesen tantas cosas con el muchacho.

 

Cuando volvió hacia ellos, lo hizo despacio, observando el rostro relajado del rubio y como iba vestido aquel día. Le daban ganas de esposarlo y sentarlo en una silla para arrancarle con los dientes hasta el último pedazo de ropa que lo cubría. Tragó saliva, imaginándose aquello. Ni si quiera se dio cuenta de la vibración de su teléfono móvil en el bolsillo.

 

-¿Diga?. - casi enfadado, escupió aquella pregunta hacia el pequeño aparato.

 

-¡Mail! ¿Que maneras son esas de contestarle a tu madre?.

 

-Ah, mamá. Hola. - se detuvo para apoyar la espalda contra el tronco de un árbol, sin quitarle de encima los ojos al ruso. - ¿Que quieres?.

 

-Tu padre tiene una hora libre a mediodía y quiero que comamos en familia, vente con Mello al restaurante que hay al lado de la empresa de papá. No tardéis. - le colgó la llamada, dejando a su hijo con una cara infantil y gruñona. Su madre nunca le daba opción a negarse.

 

Lawliet se quedó mirando a su amigo, sonriendo de medio lado cuando Matt no supo donde sentarse, si en el hueco que había entre ambos o alejado del ruso en el otro lado.

 

-Vaya cara de perro que traes. ¿Quien te ha llamado?.

 

-Mi madre. - miró de reojo al rubio, que parecía estar en otro mundo, con los ojos cerrados y las palmas de las manos contra la hierba. - Quiere que vayamos a comer con ellos después de las clases.

 

Eso hizo que Mello abriese los ojos, mirando a Matt y asintiendo con la cabeza. Sonrió al ver la mirada de odio que el pelirrojo le estaba dedicando en exclusiva. Se ponía tan adorable cuando se hacia el difícil y se ruborizaba como una zanahoria...

 

-¿Has conseguido el teléfono de Lindsey?. - el moreno se rascó la barriga, chateando con Light por medio del móvil.

 

-Pues si. - orgulloso y sonriente, Matt le enseñó el papel de la muchacha. - La llamaré para tomar café.

 

-Oh, te haces adulto, Jeevas. - Mello se echó a reír junto al moreno, haciendo que las orejas del pelirrojo se pusiesen de un tono rojo encendido.

 

-Al menos yo no voy follando por el instituto con un universitario imbécil.

 

Si. Había sonado tan celoso que hasta dejó en silencio a los dos chicos, que le miraban un poco asombrados. Había tanto odio en aquella frase que Mello sintió un escalofrío en la espalda. ¿Su chucho personal estaba enfadado?. A lo mejor necesitaba un par de mimos.

 

-¿Tanto te molesta?. - con la ceja arqueada, la mirada traviesa que Mello le dedicó en aquel momento, podría haberle roto los calzoncillos tan solo con eso. Joder. Que ojazos tenia el rubio.

 

-N-No...¡Me da igual!. - se cruzó de brazos, girando la cabeza para no mirarle, encontrándose con la sonrisita de satisfacción del mismo Lawliet, que con el pulgar en los labios, disfrutaba con su incomodidad.

 

-Bueno, yo creo que me largo. - el moreno se puso en pie, sacudiéndose la ropa y guardando sus cosas en la mochila. - Me voy a ver a Light. El pobre sigue enfermo y necesita que le cuiden.

 

-Ya, ¿y como vas a cuidarlo?. Porque tener sexo no creo que sea una actividad muy adecuada cuando tienes fiebre.

 

-Te sorprenderías de lo mucho que ayuda echar un buen polvo.

 

Eso hizo reír a Mello, que se despidió de Lawliet con la mano y se dejó caer sobre el césped boca arriba, tapándose con la mano el rostro debido al maldito sol. Matt le miró en silencio, buscando sin querer admitirlo jamás, alguna marca indecente en su piel que corroborase si había follado o no con el tal Kevin.

 

-¿El restaurante está muy lejos?.

 

-No. Está cerca. - aun sonaba mosqueado, haciendo sonreír al otro debido a su tono de voz.

 

-¿Sigues enfadado, chucho?.

 

-Para nada. - se rió irónicamente, sonando tan falso como un billete de un centavo. - ¿Por que iba a estar celoso?. Puedes tirarte a quien quieras.

 

El rubio se ladeó, poniendo la mano sobre el muslo del pelirrojo, tensando así su cuerpo solo con aquel gesto. Disfrutó mucho cuando Matt, asustado, miraba a su alrededor cerciorándose de que nadie les prestaba atención.

 

-Quita tu mano.

 

-No.

 

-¡Quítala!. - se removió en el sitio, pero no lo suficiente como para detener aquel contacto. Seguramente era porque sus malditas hormonas adolescentes brincaban emocionadas debido al roce firme de Mello. Y su cuerpo no estaba por la labor de obedecerlo.

 

Que jodida mierda. Se sentía tan pequeño y débil cuando el rubio le rozaba...

 

-¿De verdad vas a salir con esa calienta pollas?. - sus delgados dedos, se aferraron juguetonamente al pantalón de Matt.

 

Se secó el sudor de la frente, mordiéndose el labio y mirando hacia otro lado de brazos cruzados. ¿Como iba a pensar con claridad?. Lo único que quería era abalanzarse contra el ruso y comerle los morros con tanta hambre que terminaría comiéndoselo de verdad si se descuidaba.

 

Fue a contestarle, pero el timbre que reanudaba las clases le sobresaltó en demasía, dando un pequeño bote en el sitio que solo provocó la risita burlona del rubio. Vio como Mello se ponía en pie, con una actitud indiferente como si nada hubiese ocurrido.

 

Entre cerró los ojos, siguiéndolo con la mirada y apretando los dientes hasta hacerlos chirriar. Mello le enfurecía y la excitaba a la misma vez. ¿Como era posible?. Encima se había comenzado a dar cuenta de que odiaba profundamente aquella ignorancia que a veces le “regalaba”. Rápidamente, él también se encaminó hacia el edificio, porque era lo que le faltaba ya, recibir una amonestación por ser impuntual.

 

---o0o---

 

 

-¿Que tal las clases, Mello?. - Aline le sonrie, sirviéndose algo de carne del plato principal que han puesto sobre la mesa del restaurante.

 

-Bien. No son complicadas. - habla de forma tan seria, que a Matt le dieron ganas de pellizcarle los mofletes a ver si así reaccionaba.

 

-Mail, a ver si aprendes tu también. No te creas que no he visto los exámenes de baja nota que escondes bajo la cama.

 

-¡Mamá! ¿Me espías?. - estaba enfadado, y sobretodo avergonzado porque su padre le miraba con la ceja arqueada.

 

-¿Necesitas un profesor particular?. Pensaba que dominabas tus materias. - Henry bebió un poco del vino que había pedido, observando a su hijo atento.

 

-¡No! Solo es...una mala racha... - jugando con el tenedor, rebuscó entre la verdura algún trozo de patata.

 

El movimiento de Mello en la silla le hizo sobresaltarse levemente. Se sentía como un maldito perro que estaba en posición de constante huida.

 

-Mello, cielo, ¿podrías ayudar a Mail con algunas asignaturas?. Podríamos pagarte si quieres.

 

Matt miró indignado a su madre, notando como le sudaban las manos. Mierda, se imaginó al rubio vestido con traje, sentado sobre un pupitre y dispuesto a enseñarle TODO.

 

-No hace falta que me pague, señora Jeevas. Lo haré encantado. - su falsa sonrisa, casi conquistó el corazón del pelirrojo.

 

Conformes, sus padres comenzaron a charlar mientras terminaban de comer, aunque los dos muchachos se mantuvieron en silencio, como si cada uno estuviese en una habitación diferente. Hasta que Matt lo sintió.

 

La mano de Mello se movió traviesa sobre su muslo de nuevo, con un contacto mas persistente que el que le había dedicado en el instituto. Se le secó la garganta, y solo pudo mirar como sus padres, ajenos a todo eso, seguían conversando.

 

-Oye...¿que mierda crees que haces?... - su voz, casi un susurro desesperado, hizo sonreír al otro.

 

-No estoy haciendo nada, Jeevas. Deja de imaginarte cosas.

 

¡Será cabrón!. ¿Como que nada?. Su mano se metió por la parte interior del muslo del pelirrojo, haciendo que el muchacho agradeciese enormemente el feo mantel de tela que les tapaba las piernas. Su cuerpo se tensó cuando los delgados y fríos dedos se aferraron en toda su maldita polla, ahora vergonzosamente semi erecta. Cerró los ojos unas milésimas de segundo, notando como se le estaban nublando peligrosamente.

 

Quería que Mello se lo follase. Lo quería como un niño que mira un algodón de azúcar recién hecho. Y vaya que si lo deseaba. Tuvo que morderse el maldito labio inferior para ahogar un gemido cuando la mano del ruso, masajeó aún sobre la ropa su erección.

 

-Mello, ¿te parece bien que pasemos por la tienda deportiva para comprar tu equipo de esquí?. Lo necesitarás para el viaje. - Henry se limpió la boca, acomodando los cubiertos sobre su plato vacío.

 

-Si, estaría genial. - a Matt le sorprendió enormemente la voz tan pasiva y calmada del rubio, mirándolo con el rubor llegando hasta la punta de las orejas.

 

-Pues vamos, así podemos llegar temprano a casa. - Aline se puso de pie junto a su marido, dejando un par de billetes en la mesa para pagar la cuenta.

 

La mano del ruso se apartó con rapidez del cuerpo del otro, dejándolo con una maldita sensación desagradable de ansiedad contenida. Le miró a los ojos, perdiéndose en sus zafiros azules y relamiéndose el labio debido a la sequedad.

 

-¡Mail! Levanta hijo, no podemos esperar todo el día. - la mujer había puesto sus brazos en jarras, mirando a su niño un poco impaciente por el estado de vagancia que presentaba el muchacho.

 

-Ya...ya voy... - tuvo que pensar en cosas horribles para bajar su excitación. Cosas como ancianas desnudas, Lawliet y Light teniendo sexo y tumores médicos desagradables que recordaba de un documental televisivo. Pese a todo, casi que tuvo que caminar alejado de su familia unos minutos, esperando con impaciencia que su entrepierna volviese a su estado de calma.

 

Mello giró el rostro, mirándolo con una sonrisa lasciva en la cara y riendo entre dientes, tan suave que se aseguró de que solo Matt pudiese escucharle.

 

El pelirrojo supo que estaba mas jodido que nunca, y que aquel viaje que se avecinaba el próximo fin de semana, iba a ser una tortura para él.

Notas finales:

¿Que les pareció? :p creo que nuestro pelirrojo lo va a pasar un poquito mal durante el viaje xD


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